Introducción - Parte 4
Saltó entre los árboles moviéndose a una velocidad difícil de seguir para el ojo humano no entrenado, aterrizó sobre una de las ramas de los árboles y miró la fortaleza de Kuroinu.
Era como un pequeño pueblo rodeado por muros gruesos de piedra que se elevaban unos 5 metros sobre el suelo. Mucho mas pequeño que una aldea ninja.
Moviendo sus ojos buscó a los guardias. Logró ver a tres hombres con armaduras de color negro parados en las esquinas, pero aparte de eso no había señales de más seguridad en la entrada.
Kimimaro no pudo evitar notar que eran muy incompetentes en su trabajo, básicamente hablando entre ellos y sin mirar hacia el exterior, demasiado relajados para su gusto. Pero en este momento eso era bueno para él.
Consideró que cuando anocheciera podría fácilmente ocuparse de los guardias y pasar de ellos. El problema sería encontrar al líder; supuso que, por descarte, estaría en el castillo que se alzaba en medio de la fortaleza, o tal vez estaría moviéndose por otra parte del castillo. Entonces, lo primero sería averiguar cómo lucía ese líder y para eso tendría que interrogar a uno de los guardias.
Notó vagamente que uno de ellos se fue, pero nadie vino para reemplazarlo, dejando solo a esos dos.
Cuando la noche ya había caído, Kimimaro se movió cautelosamente entre los árboles. Hoy no había luna, así que eso jugaba a su favor.
En un estallido de velocidad, corrió hacia el muro. Con su velocidad apenas visible en la oscuridad, sus pies apenas producían sonidos al chocar contra el suelo.
Dio un salto y aterrizó en la cima del muro sin un solo sonido.
Estiró su mano y una estaca de color blanco salió de la palma de su mano. Con un movimiento limpio y rápido, corrió hacia el guardia más cercano, colocando una mano sobre su boca y la estaca en su cuello. El hombre murió en una fracción de segundo. Inmediatamente después, lo dejó caer al suelo y se acercó al otro hombre.
Este logró girar su cabeza antes de que Kimimaro tapara su boca con su mano y lo enviara al suelo.
― Dime cómo se llama y cómo se ve tu líder, y dónde puedo encontrarlo. ― Sus palabras sonaron como una pregunta casual. En ese momento, liberó un poco de sed de sangre, una habilidad que Lord Orochimaru le había enseñado para lidiar con los débiles. No era tan fuerte como la de él, pero no era algo de lo que avergonzarse.
Las pupilas del hombre se contrajeron y se retorció ligeramente antes de quedarse quieto, con espasmos.
― Dímelo, ahora. ― dijo Kimimaro con un tono firme en su voz.
El hombre temblaba y Kimimaro pudo percibir un olor desagradable. Frunciendo el ceño, Kimimaro miró al hombre con un desdén palpable en sus ojos.
Lentamente quitó su mano de la boca del hombre.
― Nuestro líder es Richard... Tiene el cabello blanco y casi siempre usa ropa negra. Es un elfo oscuro. ― el hombre dijo entre lágrimas que corrían por sus ojos. ― Seguramente esté en el castillo, y si no, probablemente esté con la hermana de la reina, en el calabozo... por fa-
Kimimaro apuñaló al hombre en el cuello mientras le tapaba la boca.
Rápidamente se agachó y siguió corriendo por el muro. Finalmente se asomó por encima y notó que las calles estaban mayormente ocupadas por hombres bebiendo. Podía escuchar el sonido de la fiesta y el olor a alcohol lo golpeó.
Kimimaro frunció el ceño por un momento antes de saltar del muro y moverse hacia los tejados de las edificaciones.
Una vez allí, se agachó y comenzó a moverse furtivamente.
Las calles, que supuso antes habían sido bulliciosas con el ajetreo de la vida cotidiana, ahora estaban desiertas y ocupadas por hombres toscos, muchos de ellos borrachos. Ventanas rotas y puertas arrancadas de sus bisagras revelaban interiores devastados, con pertenencias esparcidas y muebles destrozados. Había muchos mercenarios, pero Kimimaro también reconoció a personas que no lo eran. Supuso que eran la población civil que había vivido en esta fortaleza antes de que fuera tomada.
Continuó moviéndose entre las sombras.
En la plaza central, un grupo de mercenarios se ha reunido alrededor de una gran hoguera, sus risas y gritos resonando tan fuerte que incluso podía escucharse a una distancia considerable. Llevan armaduras desiguales y desgastadas, mayormente de color negro. Alrededor de ellos, prisioneros encadenados yacen en el suelo: algunas mujeres lloran silenciosamente, otras tienen miradas vacías, resignadas a su destino.
Notó que todos los encadenados eran mujeres.
Una bandera roja con un animal canino negro ondeaba desde las torres.
En pocas palabras, la ciudad había sido tomada y, al parecer, nadie había sido designado para reparar los destrozos provocados durante la invasión de Kuroinu.
Kimimaro dio un salto y aterrizó en otro tejado. Se movió lentamente y vio en uno de los callejones a un hombre sobre una mujer. La mujer no gritaba, pero podía escuchar sus sollozos.
El ninja los ignoró mientras continuaba su camino hacia el castillo central.
Llegó después de unos minutos.
Podía ver que la mayoría de las luces estaban apagadas y que solo unas cuantas habitaciones y salas estaban iluminadas.
Se movió con una velocidad increíble, caminando por los muros del castillo. Finalmente, se coló por una de las ventanas ubicadas en la parte oeste del castillo. La habitación estaba vacía, así que se acercó a la puerta y la abrió ligeramente.
Se asomó adentro y no se sorprendió al no ver a nadie.
En realidad, Kimimaro estaba reconsiderando su curso de acción. Hasta donde había podido ver, la mayoría de los soldados de Kuroinu no estaban preparados para un ataque, y no debería haber más de 300 a 400 de ellos en esta fortaleza en particular. Calculó que le tomaría algo más de la noche encargarse de ellos.
Se preguntó si debería tomar otro curso de acción, pero rápidamente negó con la cabeza. Primero buscaría al líder y obtendría información que pudiera hacerlo reconsiderar su plan. Luego tomaría la decisión.
Comenzó a moverse entre los pasillos con una velocidad increíble.
Alzó la mirada cuando vio a un hombre con armadura caminando por el pasillo a unos cuantos metros adelante. Kimimaro lo pensó por un segundo antes de saltar y girar en el aire, pasando por encima del hombre y apuñalándolo con un afilado hueso en el cráneo.
Aterrizó en el suelo y continuó su camino.
Se encontró con otros tres hombres, ninguno de ellos encajaba con la descripción que había recibido, así que los eliminó rápidamente.
Los pasillos eran un poco estrechos, por lo que consideró que incluso si se alertaban de su presencia, sería fácil lidiar con ellos uno por uno.
Cinco minutos después, encontró una habitación lujosa y amplia. Supuso que este era el lugar donde se llevaban a cabo las reuniones de inteligencia. Buscó a su alrededor pero no encontró lo que buscaba, o más bien no podía leer lo que estaba escrito en los documentos. Aun así, se aseguró de tomar un poco de papel, para ver si podía crear sellos de almacenamiento y explosivos básicos.
Salió del lugar.
Ya había revisado toda la parte de arriba del castillo, y había encontrado varias habitaciones lujosas, entonces decidió que su próximo movimiento seria ir hacia el calabozo, que supuso estaba estaba en la parte de abajo del castillo.
Moviéndose con una facilidad increíble se encontró con mas guardias, esta vez fueron capaces de levantar sus armas antes de que Kimimaro los apuñala con sus huesos, atravesando con facilidad el metal de su armadura.
Dejo uno vivo para preguntarle donde estaba el calabozo, una vez obtuvo la respuesta lo mato, antes de volver a correr hacia ese lugar.
Finalmente llego a la entrada del calabozo que estaba ubicado en la parte mas interna del castillo, supo que iba por buen camino cuando vio a dos guardias parados en la entrada.
Con un movimiento de su mano, envía dos falanges volando como si fueran balas, atravesando los cráneos de ambos hombres antes de que supieran que estaba pasando, Kimimaro se detuvo frente a la tosca y robusta puerta de madera, la empujo, y se adentro,
Había una serie de antorchas que se extendían por las paredes, iluminando el camino.
Kimimaro comenzó a caminar, esta vez tomándose su tiempo para verificar si había alguna trampa, aunque hasta ahora no se había encontrado con algo así, supuso que en algún momento lo haría, si las personas de "Kuroinu" eran al menos un poco competentes.
Llegó al final de las escaleras y bajó lentamente.
Se encontró con una serie de cámaras rectangulares, selladas con gruesos barrotes de metal oscuro. Kimimaro notó que la mayoría estaban vacías, así que continuó caminando, adentrándose más.
Pudo escuchar voces más adelante, un hombre y una mujer.
Cuando logró verlos, solo había una lámpara de aceite en el suelo que iluminaba la figura del hombre, quien estaba afuera de la celda. Dentro de esta estaba una mujer con la piel morena, similar a la de Ness, pero con el cabello más corto.
Kimimaro casi sonrió al ver las orejas del hombre.
La mujer parecía enojada; al menos su tono era alto y cargado de veneno, mientras que el hombre parecía burlarse de ella.
Finalmente, cuando Kimimaro estaba lo suficientemente cerca como para que la luz de la linterna lo iluminara, la mujer lo miró directamente.
Pudo ver que parecía desconcertada.
― ¿Quién es ese humano? ― preguntó ella, notándose repulsión en sus palabras. El hombre se giró con expresión molesta antes de recibir un golpe de Kimimaro.
No fue lo suficientemente fuerte como para dejarlo inconsciente, pero sí para enviarlo al suelo. Un momento después, Kimimaro tomó al elfo y lo estrelló contra una de las paredes.
― ¿Q-qué demonios? ¿Tienes idea de a quién estás atacando?
Antes de que pudiera continuar, Kimimaro dejó escapar un poco de intención asesina. Pudo sentir al elfo temblar cuando la sed de sangre lo golpeó.
― Dime todo lo que sepas sobre la organización de Kuroinu: sus líderes, su número de fuerzas, cómo se reparten a lo largo del continente y cuáles son sus próximos movimientos.
Sus palabras salieron con un toque de advertencia.
Mientras un afilado hueso cortaba ligeramente el cuello del elfo, haciendo que un poco de sangre escurriera por su cuello manchando su camisa.
― P-por favor, no me mates.
Kimimaro se detuvo por un momento, y luego miró al hombre con ojos fríos.
― Entonces, habla.
― No sé cómo se están moviendo las fuerzas en las demás fortalezas o cuáles son los planes de Vault ahora. ― Kimimaro entrecerró los ojos peligrosamente. ― Y yo realmente no lo sé, esta es solo una fortaleza, ni siquiera es una de las principales, así que la información que tengo es muy poca.
Kimimaro presionó más fuerte el hueso en el cuello del hombre.
― Pero escucho rumores, al parecer están planeando movilizar a la mayoría de los hombres disponibles hacia la frontera del norte, hacia el territorio de los altos elfos. Eso es todo lo que sé.
Kimimaro lo pensó un momento antes de usar su hueso para cortar el cuello del elfo con un movimiento rápido de su muñeca.
El cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo. Kimimaro se movió rápidamente.
Con su mano derecha realizó un sello, formando una cruz con sus manos.
Una nube de humo estalló a su lado.
Un clon de sombra, Lord Orochimaru le había dicho que era un ninjutsu muy útil debido a su característica de enviar la información de vuelta al original cuando se disipa, además de ser un clon sólido en lugar de una simple ilusión.
Aun así, Kimimaro pudo sentir cómo sus reservas de chakra se estaban agotando.
Un jutsu muy útil, pero al mismo tiempo muy peligroso si se usa descuidadamente. Su clon tenía la mitad de su chakra.
El clon comenzó a caminar hacia la entrada mientras realizaba un sello con ambas manos. Una vez más, una nube de humo blanca lo envolvió antes de revelar una copia exacta del elfo que acababa de matar.
Kimimaro se giró hacia el hombre en el suelo y luego se agachó para examinar sus pertenencias. Pensó que, ya que estaba allí, haría que su clon consiguiera algunas medicinas para cuidar de la salud de Ness, además de intentar obtener más información sobre los posibles movimientos de Kuroinu.
De todas maneras, el hombre tenía razón. Según lo que dijo Ness, aún estaban dentro del territorio que ya había sido controlado por los elfos, y las fortalezas que habían pertenecido a la alianza de los humanos estaban al menos a una semana de viaje, aunque con su velocidad, tal vez solo les tomaría la mitad de ese tiempo.
Kimimaro tampoco quería que la chica realizara viajes demasiado largos, pues podría afectar su salud de alguna manera.
Encontró unos cuantos papeles entre las ropas del elfo, pero una vez más se encontró frunciendo el ceño ante el texto indescifrable.
― puedes leer esto por mi. ― Kimimaro dijo, antes de girar su cabeza hacia la mujer elfo que estaba en la celda, parecía haberse encogido como si esperaba que eso lo hiciera olvidar que ella estaba allí.
― y-yo ... ― la mujer tartamudeó un poco antes de que Kimimaro se acercara hacia ella. Extendió los papeles hacia la mujer elfo.
― hazlo. ― No era una pregunta, se dio cuenta la mujer.
― s-sí. ― Ella dijo mientras tomaba los papeles y comenzaba a leerlos en voz alta.
Eran cartas dirigidas a Vault, que al parecer había estado ignorando los intentos del elfo oscuros por comunicarse con él, junto con algunas otras dirigidas a otras fortalezas repartidas por el territorio que una vez había pertenecido a los elfos oscuros.
― Gracias. ― dijo Kimimaro mientras tomaba los papeles y los guardaba, ahora que sabía que eran valiosos.
Aún no había recibido ninguna señal de su clon, así que decidió esperar abajo hasta que su clon se dispersara y le enviara la información que había descubierto.
Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y esperó.
Los minutos se acumularon y lentamente llegó una hora. Kimimaro se encontraba meditando sobre sus próximas acciones, cada vez acariciando más la idea de matar a todos los miembros de Kuroinu en esta fortaleza, aunque tal vez un poco de la sangre de su clan hablaba en vez de ser racional.
― ¿Quién eres?
La mujer elfo que no había dicho una palabra en mucho tiempo, de repente le habló. Kimimaro no se movió ni un centímetro.
― . . .
Y tampoco respondió a la pregunta. La mujer no volvió a hablar luego de eso.
― Mmm... ― Kimimaro sintió que sus niveles de chakra aumentaban de golpe cuando el clon de sombras se desvaneció. Entonces tomó una decisión, asimilando la información. ― Supongo que no tengo otra opción...
Kimimaro bajó el cierre de su kimono y se destapó uno de sus hombros. Movió su cuello ligeramente y la piel comenzó a separarse, como si serpientes estuvieran saliendo de su cuerpo. Cuando se rompió, dejó ver los músculos debajo, y luego lentamente y con un sonido húmedo, el hueso de su brazo empezó a asomarse, emergiendo lentamente.
Cuando ya había salido 20 centímetros, Kimimaro acercó su mano y tomó la punta del hueso con un movimiento rápido. Luego, la piel comenzó a volver a unirse.
Ahora tenía en sus manos una espada hecha de hueso, formada por dos de ellos, con la punta afilada.
Se preguntó cuántos vendrían contra él. Aun así, estaba sorprendido de que realmente existiera una raza de hombres lobo. Había escuchado del clan que habitaba en Konoha, pero no uno que pareciera tan poco humano.
Al menos no de manera natural. Supuso que era por el tiempo que había pasado; el mundo había cambiado mucho.
Escuchó que los pasos bajaban rápidamente cuando entraron a la habitación.
Había hombres, al menos 10, y algunos provocaron una mirada curiosa de Kimimaro.
Los goblins son seres pequeños y menudos, miden entre uno y metro y medio de altura. Tienen cuerpos delgados y huesudos, con extremidades desproporcionadamente largas que les dan una apariencia ágil y astuta. Su piel es de tonos como verde oliva, marrón o gris.
Sus rostros eran grotescos, con orejas puntiagudas y desproporcionadamente grandes que sobresalían de sus cabezas calvas o cubiertas de mechones dispersos de cabello grasiento. Tenían narices largas y aguileñas, y ojos pequeños, brillantes y astutos que destellaban con malicia. Sus bocas eran amplias, llenas de dientes afilados y amarillentos, perfectos para desgarrar carne.
Kimimaro los había visto de lejos, pero ahora de cerca eran mucho más desagradables.
El que más llamó su atención fue el hombre lobo.
Se eleva a una altura impresionante, alrededor de dos metros, con una musculatura robusta y definida que evidencia su fuerza descomunal. Su cuerpo está cubierto de un pelaje espeso y oscuro, más denso en la espalda, el cuello y los hombros, y más corto y ralo en el pecho y el abdomen.
Tiene una cabeza grande con un hocico alargado lleno de dientes afilados y relucientes, diseñados para desgarrar carne con facilidad. Sus ojos, de un color amarillo brillante o rojo intenso, resplandecen con una inteligencia salvaje y una ferocidad implacable.
Este fue el hombre que Kimimaro supo que su clon no era el verdadero; definitivamente no había pensado que el olor lo delataría. Al menos ya sabía qué más considerar en el futuro.
Kimimaro extendió su espada de hueso frente a él y adoptó una postura defensiva.
― ¿Qué hace un mocoso aquí...? ― comenzó el hombre lobo, pero se detuvo al ver el cuerpo detrás de Kimimaro. ― Ya veo...
La voz del lobo estaba cargada con una fría inteligencia.
Hizo un gesto con la cabeza y los goblins se lanzaron hacia él.
Kimimaro no tenía tiempo para dejar que vinieran de uno en uno, así que con los pies presionando contra el suelo se impulsó hacia adelante.
El primer goblin, armado con una daga oxidada, se lanzó hacia adelante con un grito agudo. Kimimaro esquivó su movimiento lateralmente y, con un giro rápido de su muñeca, desvió la daga y contraatacó con un corte limpio que derribó al goblin. Antes de que el cuerpo del goblin cayera al suelo, Kimimaro ya había apuñalado a otro que intentaba atacarlo.
Con una serie de movimientos fluidos, Kimimaro deslizó su espada de hueso hacia abajo, cortando el cuerpo del goblin a la mitad. La sangre se extendió por el suelo. Rápidamente lanzó una patada con tanta fuerza que pudo escuchar el sonido del cráneo del goblin rompiéndose en pedazos, y su cabeza salió disparada hacia el lobo.
Aprovechando ese ligero momento de confusión, Kimimaro barrió su espada, cortando a los tres goblins por la mitad.
Kimimaro bloqueó el golpe de la espada de uno de los mercenarios que se lanzó hacia él, notando vagamente que el hombre lobo se estaba quedando atrás.
Matar a los 10 hombres fue más fácil; le tomó unos 5 segundos.
Cuando atravesó al último de ellos, se lanzó hacia el lobo. Éste gritó mientras dirigía su garra hacia él. Kimimaro saltó en el aire, esquivando la garra del lobo y balanceando su pierna para conectar una patada en el hocico de éste.
El cuerpo del lobo fue enviado volando hasta estrellarse contra la pared. Kimimaro se movió rápidamente y con un movimiento de su mano, apuñaló la pierna del lobo. Luego extendió su mano, dejando ver un hueso que sobresalía de la palma. Kimimaro cortó los tendones de la otra pierna del lobo y finalmente, cuando éste intentó golpearlo con su mano, Kimimaro le cortó su brazo a la mitad. Aun así, un pedazo de piel gruesa mantuvo el miembro conectado al resto de su brazo.
Antes de que el lobo pudiera aullar de dolor, Kimimaro puso un poco más de fuerza para cortarle la cabeza, que rodó por el suelo.
Todo acabó en menos de un minuto. Balanceó su mano, haciendo que la sangre adherida al hueso saliera disparada y manchara el suelo.
Kimimaro comenzó a caminar hacia las escaleras.
Decidió que no mataría a todos, se limitaría a acabar con cualquiera que lo viera, para evitar que se difundiera información sobre su apariencia.
Podría usar un jutsu de transformación, pero una parte de él anhelaba esta parte de su vida, donde tenía que matar y luchar para sobrevivir, tal vez porque era algo a lo que estaba muy familiarizado. y en este mundo donde no había nada mas familiar el anhelaba sentir que estaba en un entorno que conocía.
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fin
No pongo los nombres de las técnicas de Kimimaro porque me da flojera XD.
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