Epílogo pt.1
"Si tan solo pudiese volver el tiempo atrás..."
El sonido de las tazas, la campana y los pasos era demasiado notorio para pasarlo de largo.
Aún así ese era el entorno diario de Park Jimin, uno en lo que apenas hace unos meses había iniciado cuando se aprobó su préstamo en el banco.
Mirando a los clientes que estaban platicando en la cafetería, se preguntó seriamente si contratar a alguien más. Pero no lo creía práctico, aunque esta semana las ganancias había subido considerablemente, la clientela no era demasiada para necesitar otro mesero.
Él y Suran podían con el lugar que poco a poco cobraba vida.
Hace solo uno dos meses había abierto una cafetería en el área más circulada de Seúl, lo que era jodidamente grandioso pues podía ver que su negocio estaba prosperando. Hace varios meses atrás que el banco había aprobado su préstamo en cuanto Jimin tuvo la voluntad y el coraje para sobrellevar tal responsabilidad.
Hace un año lo había contemplado y pensado demasiado hasta que tuvo las agallas de por fin ponerlo en práctica. Aún así tuvo mucha suerte de encontrar un buen edificio rentable en la gran y agitada ciudad. Lo más sorprendente de esto es que el dueño del edificio había sido el padre de Taemin. El mismo que había conocido hace años en sus tiempos escolares, fue en definitiva sorprendente y enloquecedor. Ambos se habían puesto al día y su Hyung había ayudado demasiado para que Jimin rentara el edificio, que si bien no era tan grande o extravagante, era lo suficiente para utilizar la parte de abajo como cafetería y la de arriba como un pequeño departamento.
Él realmente había estado agradecido con haberse reencontrado con Taemin. El ahora pelirubio casi no había recocido a Park hasta que este había dicho su nombre, había sido una sorpresa para ambos que todavía se acordaran de los buenos amigos que habían sido en el pasado.
Tampoco es que Jimin hubiera podido olvidar los recuerdos de aquella época en dónde fue un niño feliz y enamorado.
Sabía que era tonto aún recordar el pasado, pero a veces podía acordarse de unos ojos almendrados que le sonreían y le saludaban en sueños. Estaba mal, muy mal. Porque hace años había perdido la fe en volver a verlo, lo había hecho totalmente.
Por Dios, tenía veintiocho años. No iba a ponerse a lloriquear por su primer amor, sabía que los primeros amores eran los más difíciles de olvidar pero él lo había hecho. De nada servía quedarse estancado en algo que nunca pudo ser.
La realidad era que ahora ni siquiera podía recordar bien aquel tiempo, solo había siluetas borrosas y uno que otro recuerdo a medias. Solo podía recordar unos ojos profundos almendrados que desearía poder ver otra vez.
Quizás por eso se enganchaba con tipos rudos, pálidos y con ojos almendrados. Ya podía justificar su atracción por aquellos hombres que solo lo querían por una jodida y ya. Por eso mismo sus relaciones anteriores no habían durado casi nada, fue realmente decepcionante para él toparse con cada imbécil que solo lo quería como una buena follada.
Por eso mismo se había rendido en buscar algún partido, por ahora estaba fuera de la liga, aunque no tuviera problema con tener a alguien en la cama cada que quería. Simplemente las relaciones ya no estaban en su enfoque.
Ahora era un adulto responsable que no tenía cabeza para pensar en boberías y estupideces. Estaba completamente centrado en su negocio y ningún imbécil lo volvería a tratar como un maldito revolcón de una noche. Tenía suficiente de ello.
Sacudiendo su cabeza, se centró en limpiar su mostrador mientras veía como Suran atendía con demasiada amabilidad a una chica castaña que no tenía mucho de haber entrado.
Jodidamente estaba coqueteando con ella. Contuvo el suspiro que quiso salir de su boca justo a tiempo de ver cómo la pelirosa tenía una sonrisa maliciosa en su rostro.
La había contratado por pedido de Taemin, pues Suran era su hermana y había tenido dificultades con encontrar trabajos cuando había terminado su carrera. Por lo que Jimin aceptó, era lo menos que podía hacer por un amigo que lo había ayudado mucho.
Aún así eso parecía ser un pase libre a la chica que en definitiva, no lo respetaba como jefe y de cierto modo Jimin se divertía con las ocurrencias de Suran, aunque a veces esta lo tomaba en broma cada vez que le pedía hacer algo.
Pero no se quejaba, era buena atendiendo a los clientes a pesar de su firteo con cada persona que entrara y la encontrara atractiva. El asunto es que era abiertamente bisexual y era una ventaja para ella al menos.
Por eso mismo Jimin se había sentido cómodo en tenerla como empleada y poder hablar de los diferentes clientes que entraban.
Ya que justamente estaban en frente de grandes edificios y cerca había un despacho de abogados, así que podían echarse un taco de ojo con los uniformados que a veces entraban a pedir café o almorzar algo.
—¿Otra vez coqueteando, Suran? Es la tercera persona en esta semana —murmuró Jimin de brazos cruzados cuando la pelirosa estuvo a su lado.
—Un poco de diversión de vez en cuando es bueno, jefe —sonrió ella de forma astuta. Incluso cuando lo llamaba "jefe" había algo burlón en su forma de llamarlo que a veces lo irritaba.
Cómo en este momento.
—Deja de filtear con mis clientes, Suran. Recuerda que puedo decirle a tu hermano —le dijo casi divertido al ver cómo se había puesto repentinamente pálida.
—¡Oh, vamos! No sea así —se quejó— Taemin siempre se mete en mis conquistas, aún creé que soy una niña —bufó mientras ponía sus manos en sus caderas.
—Solo te cuida como cualquier hermano mayor.
—Si claro, como todo un hermano mayor que quiere ver a su hermanita soltera hasta los cuarenta —dijo ella casi con burla.
—No seas tan dramática, ya desearía yo tener un hermano mayor que me advirtiera con los gilipollas que me he encontrado —chasqueó la lengua el pelinegro. De cierta forma en sus palabras había verdad, si hubiera tenido un hermano mayor que lo cuidara tanto, quizás su vida no había sido tan miserable o problemática.
—Eso es porque le gustan machotes y con ojos almendrados. Debe saber elegir bien a su presa, Jefecito —habló ella en un tono pensativo y casi burlón.
—Muy graciosa, vuelve a trabajar —gruñó él con sus mejillas algo sonrosadas ante la verdad en las palabras de Suran.
—Ya atendí a todos, jefecito. A menos que alguien más entre por esa puerta puedo descansar un momento —blanqueó ella los ojos mientras Jimin se cruzaba de brazos.
—No te pago para descansar, termina de limpiar el mostrador —le pasó un trapo que ella agarró casi con burla.
Realmente no lo tomaba en serio. A pesar de que Jimin se había encargado con ella, no quería decir que debía de pasarse de lista con él, aún así era divertido su parloteo.
Mirando la cafetería no pudo evitar sentir un pinchazo de orgullo. Esto era de él, era algo que había hecho por su cuenta —bueno, casi a juzgar por la ayuda del banco en su capital— y no podía estar más que satisfecho con ello. Su negocio no era perfecto, pero el Serendipity Coffe, sin duda era algo que le pertenecía.
—¡Oh, ya van a empezar las noticias de las tres! —cantureó Suran, sacándolo de su ensoñación. Jimin rodó los ojos ante el entusiasmo de ella.
Toda persona que apenas la conociera sabría que la pelirosa disfruta de ver las noticias, pero nada más convives un par de semanas con ella y sabrás exactamente la razón. La razón del porqué las veía era fácilmente, los presentadores. Para ser exactos eran por; Seo Ye-ji y Lee Jong-suk. Ambos presentadores que se habían vueltos famosos por su atractivo y carisma único. Por ello mismo Suran no tenía problemas con poner el canal 11 cada día a las 3 de la tarde para babear como colegiala enamorada.
Jimin se mantenía informado solo por ella, no era de los que le gustaba ver las noticias, solía evitarlas porque le aburrían y no tenía tiempo de verlas.
—Ha habido un incremento de casos de divorcios —murmuró de forma pensativa.
—¿Y a mí me debería de importar? Hay mucha gente descontenta con sus relaciones —dijo de forma seca.
—El caso es que si las noticias no están mal, los abogados tendrán más trabajo y estarán más estresados. Y da la casualidad que tenemos un despacho de abogados cerca y eso solo significa más clientela —comentó ella de forma astuta sin despegar su mirada de la pantalla— Piensa, jefecito.
—Cuida tú tono conmigo, Suran —cortó el de forma cortante, pero a juzgar por el encogimiento de hombros de su empleada no había sonado tan convencido.
Joder, estaba odiando su voz tan suave y tan poco varonil. No es que fuera mala, pero nunca sonaba como quería en el momento en que lo requería.
—No sea gruñón. ¿Qué tal si ésta noche vamos a un lado y se relaja? —intentó ella con su mirada de cachorro que solo hacia blanquear los ojos a Jimin.
—No gracias, tengo cuentas que hacer. No tengo ganas de ir por esos lares ahora mismo —sentenció negándose por completo.
—Aburrido...—murmuró ella, aunque rápidamente cambió su cara cuando miró a la ventana de la cafetería—Jefecito, creo que tendremos un nuevo cliente —dijo ella mirando con interés al hombre que parecía inspeccionar el cartel de la ventana.
—Deja de bobear y enderezate —Suran hizo caso, incluso arreglando su ropa y cabello, que de por sí se veía bien, todo ante la atenta mirada burlona de Jimin.
—Joder, mira esa mandíbula y ese traje. Apostaría a que es un empresario... —murmuró ella cuando el hombre entró.
Jimin lo inspeccionó, algo como escepticismo o algo más que le llamó la atención. Quizás habían sido esos ojos almendrados, dioses, esa mirada intensa junto con esa piel pálida lo hizo relamer sus labios. Maldita sea, debía de controlar su líbido. Por Dios, no era la primera vez que había visto a un hombre tremendamente atractivo.
Aunque debía de darles puntos extras a juzgar por su mandíbula afilada y esa piel ridículamente de porcelana como ese cabello rojo cobrizo que lo hacía jodidamente ver cómo un excelente partido.
No, no, no. No iba a pasar por ello otra vez, los guapos siempre tenían mañas o eran unos cabrones en el Interior. Estaba harto de ello, se había dicho mil veces que no volvería a intentar una relación que eventualmente fracasaría.
Estaba harto de esa mierda.
Por ello mismo dejó que Suran lo atendiera, aunque ya podía ver que el tipo no estaba para nada interesado en su amiga que no paraba de coquetear.
Aún así, sintió una punzada de incomodidad cuando esos profundos ojos almendrados lo miraron con intensidad.
—Jefe, creo que alguien parece interesado en usted —dijo Suran casi con burla cuando pasó por su lado para ir a hacer el pedido del hombre. La fulminó con la mirada cuando lo empujó para que no fuera cobarde y hablara con él.
Con su garganta seca y el signo de interrogación puesto exageradamente arriba de su cabeza, se acercó sin saber que decir realmente.
Esos inquietantes orbes se estrecharon cuando bajaron su mirada a su jafet de identificación.
—¿Park Jimin? —dijo el hombre con un tono de voz grave y algo más que Park no pudo identificar.
—Ese soy yo ¿Le puedo ayudar en algo? —murmuró Jimin retorciendo sus dedos detrás de su espalda en signo de nerviosismo.
Jodido Dios.
Se estaba comportando como un maldito adolescentes, no era el primer hombre que quería algo con él, tampoco era su primer firteo. Algo estaba mal con él, no era así, no se sentía como él.
Pero algo en esa mirada afilada e intensa lo hacía parecer vulnerable.
—Ha pasado un largo tiempo. Haz cambiado mucho... —murmuró el pálido haciendo que Jimin frunciera el ceño sin entender.
¿Lo conocía? ¿Tal vez era algún ex de sus años de universidad? Oh Dios, que rayos estaba pasando.
—¿Te conozco? —preguntó juntando sus cejas, su corazón empezando a agitarse sin razón alguna al pensar que lo conocía y no lograba reconocerlo.
—Cualquiera pensaría que me habrías reconocido de inmediato, pero al parecer veo que no es así —murmuró el hombre dándole una mirada que Jimin no podía decifrar.
—¿Disculpa? Amigo, estoy perdido.
—Tal vez deberías de buscar un poco más en tus recuerdos. Pero te haré la tarea más fácil —suspiró, mirando a Jimin como si fuera algún tipo de criatura extraña—Min Yoongi. Espero que no te hayas olvidado de mi nombre, Park.
El sudor en sus manos solo se hizo más molesto y se sintió palidecer. Su alma cayendo a sus pies y sintiendo que le habían quitado años a su vida.
Oh, por la jodida mierda de Jesucristo.
Había olvidado ese nombre pero solo con alguien recordándole, los recuerdos habían venido a él como un balazo. El vértigo y la sensación que se asentó en su estómago casi lo hizo vomitar y a la vez ruborizar por no haberlo reconocido.
Lo miró con recelo, inquietud y con tantas emociones pasado por sus ojos mieles que fue difícil para él saber lo que sentía en ese momento. Min Yoongi, el mismo que había sido su ancla en sus años de niño, el mismo que fue su primer amor, el mismo que ahora estaba ahí en carne y hueso.
—A juzgar por tú expresión, puedo decir fácilmente que te acuerdas de mí —había un humor agrio saliendo en sus palabras que hizo a Jimin agarrarse al mostrador como un soporte.
—H-hey...han pasado años —murmuró Jimin sintiendo una revolución en su estómago.
—Pero quita esa cara, parece que hubieras visto un fantasma —le dijo sonriendo un poco. Aún así Jimin podía sentir esa sonrisa tan antinatural, como si no fuera del todo sincera y mantuviera a raya sus expresiones y emociones bajo toda esa fachada.
Sus hombros tensos y su mandíbula apretada era signo de ello.
—Mas o menos. Parece que fue hace demasiado tiempo que... —cortó su oración cuando la mandíbula de Yoongi se tensó ligeramente. Había demasiado en esos orbes que Jimin no podía atrapar algo—En todo caso, me alegro de que estés bien. Veo que la vida te ha sonreído —dijo honestamente tosiendo un poco para quitar esa incomodidad que se empezaba a formar.
Aún así los ojos almendrados parecían inspeccionarlo con esa mirada intensa y que lo hacía estremecer en más de un sentido.
—A ti tampoco parece que te hubiera ido mal —habló Yoongi aún con sus miradas intensamente entrelazadas.
—Si...tal vez en otro momento podríamos ponernos al día —murmuró sonriéndole tímidamente.
Se estaba odiando en ese momento, estaba odiando todo en ese momento. Él no se comportaba así, no lo era.
—¿Te parece bien ir a un bar esta noche? —propuso aún sin despegar su mirada. Jimin estaba tan tentado en bajar su cabeza, pero no lo haría, él no era así. Se negaba a verse tan vulnerable.
A pesar que Yoongi lo reduciera a ese niño que hace años había superado. Quizás superar no era la palabra indicada en ese momento, pero él había creído firmemente que había dejado atrás esos años de debilidad.
Ahora ya no sabía que pensar o que sentir con Min Yoongi mirándolo de esa forma tan espeluznante e intensa que lo hacía querer correr a sus brazos y refugiarse en ellos.
Estaba siendo tan ridículo, tan pero tan ridículo.
—¿Qué tal mañana? Es sábado y será más accesible asistir a un buen bar —le dijo en cambio, tratando que sus nervios no se notaran y que Yoongi no escuchara su corazón acelerado en su pecho.
—Suena bien —sonrió de lado Min, para por primera vez desde que había llegado separar su mirada de él y ver cómo Suran traía su medido.
Sintió la pérdida de su mirada al instante. Nunca esos ojos almendrados habían sido tan intensos, al menos él no los recordaba así. Había algo calculador y analizador en su mirada que inquietaba a Park en más de una forma.
—Tres latte's y un capuchino, para Min Yoongi —anunció la pelirosa con una amable sonrisa y dándole miradas astutas a Jimin que la fulminaba con la mirada.
—Muchas gracias —habló Min entregándole el dinero para volver su mirada a esos ojos mieles.
—Ten, mi tarjeta —le pasó haciendo que Park la tomara con curiosidad. Al parecer su viejo...amigo era abogado y pertenecía al buffet de abogados que estaba cerca de ahí.
—¿Abogado? —preguntó con una sonrisa.
—¿Qué puedo decir? Paga bien —se encogió de hombros tomando su pedido— Ahí tiene mi número personal para acordar los detalles de la salida —Jimin parecía aturdido pero aún así asintió.
—Claro, fue un gusto volverte a ver —le sonrió cortés, aunque sus mejillas le dolían y sintió sus propias palabras tan robóticas y rígidas.
Algo estaba tan mal con él.
Pero al parecer Yoongi no lo notó o pareció ignorarlo porque no cambió en nada aquella mirada intensa que le seguía dando.
—Adiós, Jimin. Hasta mañana —había algo burlón y cruel en su tono que inquietó a Jimin que solo asintió viendo cómo la campana volvía a sonar, indicando que se había ido.
—Oh por dios, hasta acá siento la intensidad —silbó Suran sobresaltando al pelinegro que le dedicó una mirada matadora.
—Deja de meterte en mis asuntos —le cortó en cuanto vió a la pelirosa abrir la boca.
—Yo solo digo que harían buena pareja. Es que Jimin, es endemoniadamente guapo parece inteligente y ese traje le quedaba exquisito —había un tono coqueto en su voz que hizo que Park hiciera una mueca—Es un partidazo que se fijó en ti y te dió su tarjeta ¿Por qué le dijiste que hasta mañana? ¿Es una táctica para tenerlos esperando? —preguntó ella con genuina curiosidad que molestó al pelinegro. Ya podía ver su parloteo en todo el final del día y mañana. Dios, aún se preguntaba el porqué la había contratado.
—¿Es tan difícil hacerte de los oídos sordos y trabajar como una empleada normal? —murmuró Park pasando sus manos por su cabello haciéndolo para atrás.
—En primero; Woah, soy tu fan cada vez que haces eso con tu cabello —dijo imitandolo con sus ojos brillando— y en segunda, por dios jefe, somos amigos fuera del trabajo y debo decir que es lo más interesante que le ha pasado desde que lo conocí. Excepto por la semana pasada que un cliente problemático entró y usted lo manejó como un profesional.
—Suran —la llamó con algo de diversión y cansancio en su voz—Ve a trabajar por favor, para eso te pago.
—Lo haré solo porque veo que un cliente requiere de mi atención —le dijo con una sonrisa pícara en sus labios y Jimin solo pudo dirigir su vista a una adorable castaña que parecía ver con interés a la pelirosa.
—Trabajar dije —Con un pulgar arriba, la pelirosa lo dejó en paz, solo para ir a filtear con su cliente.
Definitivamente debía hablar con Taemin para que al menos Suran lo tomara más en serio, pero ya sabía que no iba a hacer nada fácil. La personalidad de su pequeña amiga era así de alegre y que no parecía tener un dedo tímido en todo su cuerpo.
Ahora, mirando aquella sofisticada tarjeta se preguntó tantas cosas, pero la única que podía retener era; ¿Qué mierda había sido todo eso?
Su cabeza pulsó y supo que un inminente dolor de cabeza lo había agarrado. Suspiró audibles mientras enterraba sus escasas uñas en las palmas de su mano como medida cuando la ansiedad y la inquietud que lo quería destrozar era mayor.
No sabía que sentir, que pensar o siquiera que decir. Estaba en perdido, estaba en un limbo ante todo lo que había pasado en tan poco tiempo.
Sin embargo, su corazón traidor estaba tan agitado y ansioso por volverlo a ver.
Min Yoongi, ese nombre que hace mucho había quedado en lo profundo de sus memorias volvía a aparecer como un tornado arrasando por toda su cabeza y solo dejando los frescos recuerdos que apenas podía enlazar.
La risas, las sonrisas, los besos inocentes y los momentos negativos caían como globos de agua helada en su espalda. Jodido Cristo. ¿Él realmente había hecho todo eso? ¿Su primer amor había cruzado la puerta de su cafetería? ¿Había hablado con Min Yoongi? ¿Con ese niño que había estado tan presente en sus sueños hasta que cumplió 18 años?
La vida sin duda parecía reírse a su costa, porque esto era demasiado. Sentía todo su interior estallando en múltiples sensaciones que lo mareaban. El bortice de pensamientos, emociones y sentimientos encontrados lo hacía querer vomitar.
Obviamente no lo hizo, pero aún estaba ese constante mar de algo que lo embargaba de forma vertiginosa.
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Las palmas de sus manos sudaban, sentía frío todo su cuerpo y cara. El aire frío seco no estaba ayudando para nada y su garganta seca lo estaba torturando.
Ya era viernes en la noche, exactamente eran los 8pm en punto si el reloj de su celular no estaba mal. Y aún no tenía la fuerza de voluntad por entrar al bar "Golden Star" al que Yoongi lo había citado.
Puta madre.
Él no era un adolescente precoz que iba a su primera cita. ¡Esto ni siquiera se suponía que era una cita! Solo eran dos viejos amigos juntandose para estar al día, no había nada de raro en su encuentro. Era perfectamente normal.
Claro que sí.
Ni siquiera reunirse con Taemin había hecho tanto escándalo. Solo es un encuentro casual, así como lo había hecho con su Hyung y lo habían pasado genial.
No quería ni siquiera en recordar cómo Suran se había burlado de él hasta el cansancio al notarlo tan distraído cuando había confundido un pedido de licuado de fresa con uno de banana. Había sido insufrible escuchar los parloteos de la pelirosa al asegurar que estaba atontado por su cita.
Jimin lo había negado hasta el cansancio, pero aún así no podía entender cómo había podido estar tan distraído para confundir unos dos pedidos más. Casi estaba echando a perder su negocio por solo una salida casual.
No era nada de otro mundo. Ni siquiera había estado tan nervioso cuando perdió la virginidad. Él no era un santo y no se proclamaba uno. Pero algo que definitivamente no era, era una colegiala enamorada, se negaba rotundamente a ser eso.
Y no dejaría que ningún hombre, ni Min Yoongi lo redujera a eso.
Con su pocos minutos de coraje y reuniendo toda dignidad que pudo recolectar se adentró al bar.
Poniendo un pie en el lugar, casi se arrepintió de entrar. Ni siquiera era el lugar en si, aunque era sofocadoramente íntimo; con todas esas luces bajas, la música baja y los pocos como casi nulos calientes que a pesar de ser un sábado en la noche había. Fue sorprendente que Yoongi lo hubiera citado ahí.
No se quejaba, era mejor que un bar con numerosos clientes y la sofocadora atmósfera de tantas personas.
Estaba bien. Pero él no lo estaba.
Parecía que su corazón quería salir y entregarse en bandeja de plata cuando visualizó esa cabellera de ese color rojo cobrizo que le quedaba espectacular.
Pidiendo un vaso de ron al barman, se sentó al lado de Min Yoongi. Aquel hombre que le ponía los pelos de punta con esa intensidad en esos orbes almendrados que incluso ayer había soñado para su mortificación.
Estaba siendo tan ridículo, podía sentirse tensó en cuanto de sentó y la mirada de Yoongi lo escudriñó. Podía sentir ahora más que nunca sus pantalones de cuero ajustados y su delgada camisa blanca con su chaqueta negra de cuero.
Era algo que él usaba, le gustaba vestirse así y no con tantos colores. Pero había veces en los que le gustaba vestir algo de color pastel, más en los días lluviosos.
Aún así se sintió juzgados bajo esa analizadora mirada.
—Hey —le sonrió o eso trato, salió más como una mueca, pero esperó que Yoongi no lo notará cuando desvío su vista para tomar el vaso que el barman le tendió.
—Hola, Jimin —saludó Min con su propio vaso de alcohol en la mano.
—¿Llegué tarde? Intenté llegar lo más puntual posible —las palabras salieron apresuradamente de su boca cuando el nerviosismo lo atravesó.
Basta, ese no era él. No era alguien tímido, ninguna de sus antiguas conquistas lo podían denominar como una persona nerviosa o tímida.
Pero Yoongi tenía un efecto tan letal en él que lo hacía sentirse como un niño, como alguien vulnerable.
—Para nada, quise llegar antes para tomar un poco de Whisky. Wonho hace los mejores tragos —el barman le guiñó un ojo a Min, claramente conociéndolo.
—Así que ya has venido antes al parecer —dijo Jimin esperando que su voz sonara casual.
—Es agradable este bar, suelo venir por algunos tragos cada que puedo —se encogió de hombros Min con una sonrisa relajada, aún así Jimin se podía sentir tan analizado por esos orbes.
Nunca se había sentido tan juzgado en su vida por una persona.
—¿Y cómo ha estado tu... inusual madre? —preguntó Yoongi de repente quitando el silencio incómodo que se empezaba a formar al permanecer ambos sin decir una palabra.
Jimin soltó una pequeña risa.
—Puedes llamarla loca ¿Sabes? No me voy a ofender. Realmente estaba un poco loca.
—Aún así es tu madre.
—Lo es o eso dice mi acta de nacimiento—se encogió de hombros—Me escapé cuando cumplí 18. O bueno, era eso o que me echara —comentó tomando un sorbo del ron que había pedido.
—¿Por qué escapaste? —Yoongi frunció el ceño.
—Una vecina chismosa me vió besando a un chico en el parque y se lo iba a contar. Por lo que me escapé antes de que me echara —explicó con una mueca al recordar ese momento. Al menos había tenido la suerte de haber estado ahorrando dinero, lo bueno todo eso es que empezó su independencia de su problemática madre.
—Ya veo. Parece que haz pasado por mucho, incluso tienes una cafeteria —dijo Yoongi con su rostro completamente inescrutable.
—Con un préstamo que aún sigo pagando —añadió el pelinegro con un bufido—¿Y qué me dices tú? Vamos hombre, no quiero hablar solo de mi vida. Parece que te está yendo bien —sonrió Jimin tomando un trago y pidiendo otro.
—Me ha ido bien. Hay muchos casos por aquí y allá —habló Min tomando de su Whisky.
—Eso puedo verlo, hay mucha mierda en todos lados. Te queda bien el título de abogado, a pesar de que antes... —cortó el rumbo de su oración. No quería traer malos recuerdos a un reencuentro que podía denominarse como incómodo y milagroso.
Realmente había pensado que nunca iba a volver a reencontrarse con Yoongi. Había perdido sus esperanzas cuando había llegado a Seúl hace unos años.
—Y tú sigues igual de grosero —se burló Min, por primera vez en la noche curvando sus labios en un atismo de sonrisa.
—¿Qué puedo decirte? Es el encanto Jimin —aquellas palabras que pronunció fue casi como un balde de agua fría. Hace tanto que había pronunciado aquellas palabras. Tal vez no había sido bueno decirlas al ver cómo la tensión volvía en esa cara perfilada y el trago de alcohol descendía por esa garganta.
"Maldita sea, Jimin. Tranquiliza tus hormonas, no eres un adolescente precoz viendo por primera vez a un hombre guapo. El cual fue una persona especial para ti hace años"
Tomando un trago se obligó a tranquilizarse y no hacer las cosas más incómodas.
—¿Y como han estado tus madres? —tosió intentando dicipar la atmósfera tensa.
—Muy bien, suelo visitarlas en Daegu cada que puedo —Jimin asintió un poco distraído mirando alrededor y tarareando sin saber cómo seguir.
—Esto se está tornando extraño, hombre —dijo Jimin después de un extenso silencio que le revolvió las entrañas. Una pesadez cayendo en su estómago ante la mirada intensa que le estaba dando Yoongi.
—Si, Lo siento. Solo que aún no puedo creer que estés aquí hablando conmigo. Han pasado años... —murmuró Min pasando una mano por su suave cabello.
—Si...por cierto, te queda bien ese rojo cobrizo —le sonrió intentando que la conversación no se trasladara a lo que había pasado hace años.
Aún tenía demasiada vergüenza de todo lo que había hecho de niño. Joder, era mortificante solo recordar todo lo que había hecho en el pasado. Al menos ya no se consideraba ese niño patético, con una infancia para nada feliz.
—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó de pronto Min, aún con su mirada que hacía estragos en todo el ser de Jimin.
—Adelante, desembucha —respondió Jimin intrigado.
—¿Por qué tú cafetería se llama Serendipity? —había verdadera curiosidad en su voz que hizo que Park sonriera.
—Bueno, soy muy malo para elegir nombres pero esa palabra siempre me ha gustado. Serendipity es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental o casual. Y aunque suene cursi, me gustaba pensar que cada persona que entrara a mi cafetería fue porqué la encontró cuando tuviera algún mal día y pudiera relajarse en ella —le brindó una sonrisa tímida mientras daba vueltas a su vaso.
—No sabía que te habías vuelto un cursi, Park —había algo en los ojos de Min, se habian suavizado y pasaban tantas emociones que Jimin no podía atrapar alguna.
—¿De qué hablas? Siempre he sido un poco cursi, Min.
—Tienes razón. Y si te hace sentir mejor, puedo decirte que reencontrarnos fue sin duda un hallazgo inesperado —mordiendo su labio inferior, Jimin estuvo de acuerdo.
Había sido un casualidad casi tan ridícula. De todos los lugares posibles se habían reencontrado de una forma tan abrupta que dejó a Park con la guardia baja.
El silencio entre ellos se extendió al igual que esa bruma de tensión que los estaba empezando a rodear. No quería que las cosas se tornaran así, claro que no, pero estaba nervioso como la mierda y esa mirada intensa que le daba Min lo cohibía y lo volvía años en el pasado cuando era un puberto.
—¿Sabes? Aún tengo la carta que me dejaste entre mis cosas de la infancia —comentó Yoongi con demasiada casualidad que solo hizo gemir en disgusto a Park.
No podía creer que Min había dicho eso. Park quería enterrarse bajo tierra, que la tierra lo tragara o enterrar su cabeza en algo para que no vieran su cara. No podía ser verdad.
¿Era su imaginación o la actitud de Yoongi se había vuelto más amarga en cuanto pronunció aquello? Entonces ¿Por qué siquiera sacó el tema? Eso habían sido juego de niños, había sido pasado y como decía el dicho; pasado pisado. Jimin no quería volver a recordar nada de ello, no quería ser absorbido por ese bortice de recuerdos y arrepentimiento.
—Min, no me hagas esto —se quejó el pelinegro tapando sus ojos.
—¿Por qué? Tú mismo la escribiste —dijo Yoongi con su tono cuidadosamente ligero.
Mirándolo fijamente, casi podía sentir envidia de él. A Min Yoongi le había dado una buena revolcada la vida y la adultez le había sentado de maravilla. Esos hombros anchos y esa mandíbula perfilada, joder, Jimin podía mirarlo todo el día. Podía perderse en la intensidad de sus ojos, podía dejarse llevar por esa garganta pálida y esos fuertes brazos y pechos que la camisa de cuello largo que llevaba en ese momento le podía dejar a la imaginación.
Podía dejarse llevar. Pero no quería, no volvería a estar en esa situación donde se dejaba llevar por sus hormonas y terminaba embarrandose con imbéciles.
Excepto que Yoongi no era un imbécil, no era un tipo del cual podría olvidarse fácilmente y tampoco era una buena follada. Ni siquiera sabía porqué había pensado en lo último.
Él estaba ahí para platicar, ponerse al día con un amigo de la infancia...con un viejo amor de niños que había dejado enterrado.
No, no, no. Estaba mal incluso desear algo más. Yoongi ni siquiera pareciera mirarlo de es manera, pero tampoco es que pudiera decifrar lo que sea que significara su mirada.
¿Cuándo Min Yoongi, ese niño tímido y gruñón se había vuelto tan...calculador y frío? Casi podía ver cómo es hombre era alguien extremadamente distinto al Min Yoongi que había conocido hace años.
Pero así era ahora. Él no era su gatito, no era su Yoongi, no era ese niño de 14 años que había dejado hace años. Ya no era unos pubertos jugando a ser novios y tomarse de las manos.
Ya no eran esos niños. Y nunca volverían a serlo, especialmente él que se había prometido no volver a dejar que su antigüo yo influyera en su presente.
—Si, un niño estúpido que buscaba atención desesperadamente fue el mismo que te escribió esa carta—gruñó con molestia, solo con recordar lo patético que era.
—No me parecías tan estúpido a mi —lo miró Yoongi con su mandíbula apretada. Había un ligero cambio en su postura, se notaba más rígido y tenso.
—Lo era, que no te engañe tu mente. Un pobre niño que solo seguía a su madre como un pollito perdido —bufó— Al menos pude escapar de ella, una madre que nunca buscó a su hijo. Gran madre, sin duda.
—¿No la has visto en años? —juntó sus cejas el pálido que lo veía con sus interesantes y jodidamente hermosos ojos almendrados.
—No. Ella solo me quería como una venganza hacia mi padre por dejarla, ni siquiera se dignaba a prestarme algo de su atención. Que me escapara no significó nada para ella —soltó casi de forma amarga. Ya era un adulto, no iba a lloriquear por la madre que le había tocado.
Tampoco se iba a poner a quejarse o armar un berrinche. Lastimosamente él no era un borracho sensible, solo se ponía extremadamente cachondo y con ganas de una buena follada. Por ello mismo no iba a tomar tanto, tampoco quería que Yoongi lo viera en ese estado.
Afortunadamente manejaba muy bien el alcohol, unos tragos no le harían casi nada.
—Nunca me agradó tu madre —había soltado Yoongi con amargura justa.
—Me dió estudios y alimento, tampoco me quejaba tanto. Lo bueno de todo eso fue que estuve libre de ella, no te voy a negar que fue difícil tener empleos y estudiar una carrera al mismo tiempo, porque lo fue —le comentó con una pequeña sonrisa— aunque admito que mi padre ayudó un poco.
Yoongi pareció sorprendido ante ello y eso como que hizo que Park se hinchara de orgullo en su interior.
—No sabía que habías terminado una carrera.
—Hey, era bueno en los estudios —le guiñó un ojo un poco ofendido—Estudié administración y ahora tengo una cafetería donde sigo pagando un préstamo. No es tan malo
—Para mi suena bien —le sonrió Yoongi, ya un poco más relajado en todo lo que llevaban platicando. Tomando un trago de su bebida, la cual era su segundo vaso de Whisky en la mano.
—Bueno, brindemos por el reencuentro ¿no? —dijo Jimin con una sonrisa en sus rostro, podía sentir sus mejillas calientes y eso ya era una señal.
—Claro, por nosotros —le sonrió Yoongi con su sonrisa injustamente atractiva.
—Por nosotros —suspiró Jimin cuando chocaron vasos y el alcohol raspó su garganta en cuando descendió.
Su quinto vaso había sido tragado por completo para pedir otro en cuanto esté se acabó. Porque la noche era joven y había mucho de qué hablar.
Mirando aquella sonrisa injustamente atractiva en el rostro de Min, no pudo evitar que una lenta y sensual sonrisa se deslizara en sus labios viendo a través de sus pestañas esa marcada figura que Yoongi poseía.
Que todos los dioses del Olimpo los amparan está noche, porque Jimin ya podía sentir sus mejillas ardiendo y su ser cachondo estaba empezando a resurgir entre las sombras.
Nada bueno parecía salir de ese bar, pero tampoco algo malo.
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Jimin aún podía recordar el encuentro positivamente incómodo que tuvo con Min Yoongi hace unas semanas, dios, ni siquiera podía recordar sin tener un sonrojo en sus mejillas. Después de todo, aquella reunión que había llevado de una cosa a la otra.
El caso es que Jimin se había pasado de copas, lo sabía, malditamente lo sabía pero Min Yoongi había tenido la culpa.
Él con su estúpida sonrisa atractivo y ese cuerpo de infarto.
Cómo alguien había dicho; la carne es débil y él lo fue. Porque lo único que podía recordar fue aquella plática incómoda y luego de eso un borrón de besos, toques y demás.
Joder, habían sido tan irresponsables porque ni siquiera usaron condón.
Estaba tan mal, tan, tan mal.
"¿Si está tan mal por qué aún lo permites? ¿Por qué permites que bese tu cuerpo, que deje un rastro de fuego por tu piel y te folle de esa manera?" La voz de su consciencia lo estaba torturando en miles de forma.
Pero no sabía cómo parar ese tren descarrilandose, no podía parar porque las vías habían sido manipuladas y su dirección estaba cambiado de forma tan drástica que lo hacía delirar. No estaba en sus planes hacer lo que había pasado. No lo estaba.
Casi se rió de su estupidez. Estaban ellos ¿haciendo qué exactamente? ¿Eran algo así como follamigos? ¿Amigos con derechos? No lo sabía, su extraña relación lo estaba jodiendo.
Su cabeza lo estaba jodiendo y no sabía como parar, como detener ese tren, no lo sabía y parte de él no quería. Porque no quería dejar de sentirse así; tan vivo, tan querido y apreciado como nunca antes.
Cuando Yoongi lo besaba, cuando Yoongi lo torturaba con esa pasión en la cama. Él se sentía hermoso, se sentía apreciado...como si fuera alguna pieza de arte que merecía ser admirada.
Estaba tan mal, pero se sentía tan pero tan bien.
Aún así tuvo que recurrir a su amiga y explicado la situación a Suran, ella le había dicho que tenía que probar las aguas, que debía hablar de forma clara y no solo irse a la acción como estos días hacían. Ella había sido una gran consejera aunque tuviera cuatro años menos que él, pero también parecía una mamá regañona que sabía lo que su hijo estaba haciendo y solo quería verlo feliz.
A primera vista no lo había podido reconocer ni Yoongi a él. Habían cambiado mucho. Después de todo ahora tenía veintiocho años, ya no eran unos pubertos de trece años. Aunque claro, solo con un vistazo a su jafet había bastado para que Min Yoongi lo reconociera.
Ahora su extraña relación los estaba jodiendo, a ambos, porque incluso cuando Yoongi lo besaba con esa hambre incontenible parecía que lo estaba culpando de su falta de autocontrol. Jimin no podía culparlo cuando él mismo culpaba a Yoongi de su necesidad casi insaciable.
¿Por qué habían cruzado esa línea?¿Por qué había dejado que todo eso ocurriera?
"Lo necesitas, no seas tonto. Aún sientes algo aunque te empeñes en negarlo"
Por Dios, definitivamente tenía que hablar con Min Yoongi, debía de hacerlo, estaba harto de todo esto. De jugar al gato y al ratón para ver quién se torcía primero.
En segunda estancia ni siquiera sabía que pasado por la mente de Yoongi, era tan difícil decifrarlo cuando se había vuelto tan frío, tan cerrado con todo. Sus emociones, sus expresiones, todo parecía jodidamente controlado.
Lo estaba llevando al borde de la locura y más. A veces parecía que se estaba suavizando tanto como un bombón pero otras veces parecía tan helado como Siberia.
Quizás debía de poner un freno, porque se estaba hartando de ese sube baja entre ellos.
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