Capítulo 5
🐥🐱
Kimi wa Dekinai Ko: Eres un niño inútil.
❥Obligatorio: Escuchar y leer la letra de la canción para poder entender mejor^^
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"Aún así ese niño es astuto y salió corriendo lejos de mi"
Decir que la dinámica entre Yoongi y él había cambiado en algo ahora que eran algo más que amigos, sería una mentira. Su trato usual seguía, aunque a los ojos de la comunidad eran muy unidos y pegajosos entre ellos solo había sido un bono extra.
Tampoco es que ellos hubieran cambiado su forma de ser, claro que no. Él seguía molestando a su preciado gatito malhumorado y Yoongi la mayoría de veces se molestaba o lo reprendía cuando su vocabulario era muy vulgar.
Pero él no tenía la culpa de decir tantas groserías...bueno, tal vez una buena parte si pero no era todo su culpa. A quienes deberían de señalar fueron a todas esas personas que se las enseñaron.
O ese siempre era su argumento cada vez que Min lo regañaba.
No era tan malo algunas veces.
Tener a alguien que se preocupe por ti, tener una compañía y a la vez tener ese sentimiento cálido que se desplazaba por todo su pecho realmente era gratificante.
Demasiado agradable que se había acostumbrado a tener a Min Yoongi a su alrededor y estar en el espacio del castaño.
Tampoco es que tuvieran una relación de lo más estable, simplemente era demasiado inusual su convivencia. Claro que ello causó varios roces cuando Park se volvía muy pesado para Min, pero era parte del paquete.
Y ello estaban bien con ello.
O bueno, a ellos les funcionaba así que no era malo.
Quizás eran unos pubertos que apenas entendían el significado de las relaciones, de la palabra con "A" y el significado de una buena comunicación entre una sana convivencia. Si, tal vez eran demasiado inexpertos en un nuevo territorio pero de eso se trata, aprender a través de las experiencias.
No es que fuera malo que Min Yoongi se llevara todas sus primeras experiencias, pero lo hacía de alguna forma vulnerable ante el castaño. Fue un alivio que Yoongi parecía igual que él, porque sentirse vulnerable frente a alguien era algo que Park odiaba pero que aprendió a serle normal si era con su gatito con quién podía abrirse.
Nada podía ser mejor que la sensación de ser cuidado o sentirse protegido por aquel pálido chico.
Si, el a veces solía decir que era alguien muy rudo y fuerte. Pero...se sentía bien dejar que Yoongi tomara el control algunas veces y lo guiara. Demasiado bien...
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Jimin caminaba por los alrededores de los salones, no había visto a Yoongi después de que su profesora Hye-jin le había hablado para que le hiciera otro favor.
¿Acaso parecía mensajero o alguna clase de patético recadero? Ya no le era muy gracioso a Jimin que su tutora lo usara como mandadero, para la otra se inventaría una buena excusa.
De todas maneras quería encontrar a su novia para quejarse con él, no es como si Yoongi tuviera todas las respuestas pero le gustaba la sensación de comodidad al saber que alguien lo escuchaba en silencio, prestándole su completa atención.
Tampoco es que estuviera necesitado de atención y mimos, pero admitía que era lo que más le gustaba cuando Yoongi se los daba sin alguna clase de obligación.
Ahora debía encontrar a ese gatito tan malhumorado que lo tenía con una boba sonrisa en su cara de solo pensar en él.
¿Acaso la palabra con "A" le estaba afectado demasiado? Ugh, se sentía patético y ridículo, pero no es como si pudiera ir en contra de esa sensación agradable.
Bien, sus pensamientos se estaban tornando muy idiotas y él no era así...solo tal vez cuando Yoongi le sonreía con esa estúpida y preciosa sonrisa dónde sus encías aparecían. Era demasiado para su agitado corazón.
Pero cualquier pensamiento bobo se fue a segundo plano cuando visualizó la cabellera castaña de su gatito, pero después las emociones de ira, cólera y rabia se hicieron paso en su organismo al ver un moretón en la mandíbula de Min.
El grupito de imbéciles de ChangBin nunca parecían tener suficientes y Park estaba hasta el cuello de su mierda.
El subidón de adrenalina fluyó como un río sin cause en su sistema y lo único que podía ver era rojo cuando se abalanzó hasta ChangBin y lo agarró del cuello de su camisa aún con los gritos y quejas de Yoongi.
—¡Park Jimin! ¡Déjalo! —el grito de Yoongi le devolvió cierta claridad cuando se encontró a si mismo con el niño problemático debajo de él y con dos moretones que se tornarian morados en su cara.
—¿Qué lo deje? ¿Acaso no te estaba molestando? ¡Eso pasa cuando eres un niño inútil, Min Yoongi! —gruñó el pelinegro sin ver la expresión herida y dolida en la cara del castaño.
—¡Eres un idiota! Lo estaba manejando bastante bien hasta que llegaste y te abalanzaste como un salvaje
—¿Llamas "manejarlo bien" con ese moretón?
—¡Para tu información ese moretón lo tenía desde ayer! ¡Tú mismo lo viste en la mañana cuando te dije que me había caído de la cama!
—Eso...
—Le estaba exigiendo a estos brutos mis disculpas, puedo defenderme por mi propia cuenta. No te necesito para eso.
—¿Eso es cierto? —preguntó Jimin a un ChangBin que lo veía casi asustado y desconcertado en el suelo, pero aún así asintió porque era la verdad.
Min Yoongi había ido personalmente al grupo de ChangBin a dejar las cuentas claras y darse le valor que Park le había demostrado que tenía. Claro que las burlas habían seguido pero un buen puñetazo de su parte a HyunJin y una cachetada a ChangBin había dado brutos para que lo tomarán en serio.
Aún así la discusión duró varios minutos hasta que Jisung pareció demasiado arrepentido y así sucesivamente hasta llegar al terco del líder del grupo de ineptos. Admitiendo que se las habían traído en contra de él solo por verlo como alguien solitario y fácil de intimidar.
Por lo que todo iba relativamente bien, hasta que Park Jimin llegó hecho una furia sin razón aparente causando decepción y molestia en Min.
Cuando el grupito revoltoso se había ido, aprendiendo por completo la lección y dejándolos pensando en los problemas como errores que habían cometido. Min Yoongi estaba más que colérico con Park que lo seguía con mirada gacha.
—Yoongi... —habló Jimin mordiendo su labio inferior en signo de nerviosismo y arrepentimiento que se veía en sus orbes mieles.
Pero el castaño estaba demasiado molesto para sentir algo más que enojo con las acciones tan imprudentes de Jimin—¡Me llamaste inútil! Y rompiste tu promesa de no volver a defender sin mi consentimiento. ¡No soy un maldito niño que necesita todo el tiempo que lo salven! ¡Puedo defenderme! Tú mismo me alentanste a eso.
Bien, él estaba completamente indignado y molesto para usar palabras vulgares que no diría cuando estaba en su momento de sentatez y calma.
—Yoongi...yo...
—¡No! Quiero estar solo —escupió el castaño demasiado frustrado e irritado para hablar civilizadamente con Jimin.
De verdad que no deseaba verlo en los próximos momentos porque sabía que su boca no tenía filtro cuando estaba fastidiado y tampoco quería decir algo de lo que se pudiera arrepentir.
Quería calmarse y que Park no estuviera en su espacio personal por el momento. Estaba enojado y dolido con él.
Por lo que Jimin aceptó que se había equivocado y se disculpó sorpresivamente para el pálido que no esperaba esa respuesta de parte del menor. Aunque fuera lo correcto en la situación, Jimin no era de usar aquella frase tan común de disculpa. No solía disculparse, pero escuchar esa palabra salir de él fue de alguna forma aliviador para amenguar el fuego que estaba en su interior ante la sensación de molestia.
Suspirando, Yoongi se preguntó si debía hacer algo con Park.
Sus acciones no habían sido las correctas a pesar de las intenciones que había tenido.
No era que repudiara que lo defendiera, sabía que no todo el tiempos podía ser el fuerte o valiente. Pero la sensación de humillación estaba presente cada vez que Jimin le decía que era un inútil o cuando lo defendía, porque Yoongi solo podía imaginar lo que pensaba Jimin de él:
Que era un estúpido niño inútil con el cual solo se juntaba por lástima y que a parte le había dicho que fueran novios por consideración.
La humillación de sentirse insuficiente lo dejaba con una amargura en lo profundo de su ser.
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Bueno, Jimin sabía que era completamente obvio que había metido la pata demasiado profundo para su gusto.
Pero simplemente la adrenalina fluyó por su cuerpo de forma espontánea cuando vió en peligro a Yoongi. Sabía que no era excusa, pero sus intenciones habían sido honorables.
Tampoco es como si considerara a Yoongi como alguien patético, tal vez al principio lo había pensado pero después de pasar tanto tiempo a su lado eso quedó en segundo plano.
Solo no quería que lo lastimaran. No quería verlo mal ni volver a ver sus ojos tristes en ese brillo vidriosos que delataba lo vulnerable que podía ser si era lastimado.
No deseaba que nada malo le pasara. Se supone que toda persona con un lazo afectivo arraigado hacía alguien era lo primero que pensaba por un ser amado.
Él no debía de ser el primero ni el último en tener un arranque de furia al ver a esa persona que siempre se ha preocupado por uno, lastimado y ser agredido.
Aunque admitía que tal vez se había sobrepasado y había sido una suerte que ChangBin no dijera nada a los maestros de su imprudencia, quedando todo como un accidente que había ocurrido al correr en el pateo en hora de receso.
De igual manera dolía, no en un dolor físico, si no, uno de forma intangible que Yoongi ni siquiera le haya dirigido la palabra en cuanto ingresaron al aula. Había sido completamente extraño no tener la conversación usual de susurros cuando el profe Heechul se quedaba de espaldas a escribir algo en el pizarrón y formular quejas y burlas sobre el docente.
Había sido doblemente extraño cuando sonó la campana de fin de clases y Yoongi había guardado todos sus materiales en su maleta a la velocidad de la luz y salido como un relámpago del salón sin mediar palabras con él.
Por ello mismo ni siquiera formuló una excusa creíble a su profesor cuando éste le pidió el favor de ayudarlo a engrapar algunos exámenes de otros salones al ser Park uno de los últimos en guardar sus cosas.
Era desagradable como la mierda ese sentimiento de inquietud y soledad que lo atacaba; carcomiendo su estómago por dentro cada vez que pasaban los minutos. Porque sabía que Yoongi estaba tan enojado con él y ahora tendría que irse solo.
Adiós camino lleno de sonrisas por parte de su gatito. Adiós alegría de solo sacarle quejas a Yoongi y adiós sensación cálida al compartir sus manos entrelazadas.
Ugh, la culpa lo estaba dejando hueco.
Otra vez la succión de colores y matices alegres alrededor volvía, dejando un panorama lúgubre y solitario para Park.
Mierda, ¿Es qué no podía hacer algo bien?
Aún cuando minutos después se vió libre de la fastidiosa tarea de engrapar hojas y hojas, no sintió nada más que un espeluznante sentimiento de vacío al saber que Min no lo estaba esperando.
Quizás por eso ahora caminaba a un paso tan lento que incluso asombraría a las tortugas, y no corría con una sonrisa al intuir las quejas de Yoongi al saber que se había retrasado en salir.
Joder ¿Era tan patético? ¿Por qué estar sin Yoongi lo volvía una persona tan desagradable y puñeteramente triste?
Él no era así. Excepto que ahora se daba cuenta que todos esos momentos cuando ni siquiera conocía a ese gatito malhumorado como tsundere, habían sido tan aburridos y monótonos como la mierda misma.
Ahora volvía a sentir ese hueco en su estómago.
¿Cuánto había pasado desde la vez que no se había sentido tan vacío y desabrido?
Ugh, mejor dejaba de pensar porque esto ya se estaba tornando patético y deprimente.
Así que con su mente en blanco se dedicó a patear piedras que estaban en su camino, sin voltear a ver al frente porque quizás estaba un poco deprimido.
A lo lejos un chico castaño veía el desánimo en el lenguaje corporal de Jimin, tal vez un poco tocado por esa carita larga y la sensación de un punzón incómodo que se había asentado en cuanto lo vió pateando una piedra como típico chico triste y solitario.
Ah, Park Jimin era todo un caso. Era una suerte que fuera el suyo.
Por más que quisiera estar alejado de él, no podía, porque quizás Jimin se había colado bajo su piel y dejado muchas marcas para nunca olvidarlo. Además ese puchero en esos labios lo hacía más susceptible a pesar de aún continuar molesto.
—Si me hubieran dicho que tardarías una eternidad en salir, me hubiera ido —espetó Min con su voz tosca, pero sin evitar sentirse satisfecho y aliviado al ver la cara de desconcierto en esa carita con mejillas abultadas para después admirar esa sonrisa dónde los orbes mieles se perdían y la esos labios en puchero se curveaban en una sonrisa que no debería de ser tan preciosa para ver.
Aún así Yoongi se permitió sonreír cuando sintió unos brazos abrazarlo y una nariz de botón frotarse en su pecho. Aspiró de forma involuntaria e inconsciente el olor de galletas que Jimin desprendía. Era algo en ese olor que lo hacía suspirar porque ese era el olor de Jimin, de ese molesto niño que lo molesta pero que a pesar de todo quería.
Ah, ya debía de admitir el cariño que tenía por ese niño de mejillas rojizas.
—¿Ya no estás enojado conmigo? —murmuró Jimin viéndolo fijamente con ese brillo anhelante en sus orbes mieles. Dioses, esa cara con ese puchero no deberían de ser legales.
—Todavía lo estoy, pero decidí perdonarte. Puedo ser una persona sensata por los dos —habló Min con su tono severo, pero que no engañó a Jimin porque recibió un casto beso de parte del pelinegro en recompensa. Lo que lo tomó de sorpresa pero no pudo evitar sonrojarse ante ello.
—Está bien, lo siento y gracias —susurró Jimin abrazándolo más fuerte para que Yoongi correspondiera el abrazo. Cosa que ocurrió casi de forma instantánea.
—Bien, pero vuelves a decirme así y te las verás conmigo —resopló Yoongi tal vez un poco enternecido por la voz que Park estaba usando.
Esa voz suave, melodiosa y nítida que ocasionaba una sonrisa en el rostro del pálido.
El pelinegro estaba siendo muy pegajoso, pero esa sensación cálida lo valía por completo. Aún no podía creer como Park Jimin podía hacerlo tan indulgente solo con ver ese puchero en sus labios y esos ojitos mieles sin brillo. Su corazón se ablandaba en el momento en que esos orbes lo miraban y era un fastidio pero, quizás igual era una dulce recompensa que tenía a fin de cuentas.
La gente los miraba muy raro porque Jimin no se despejaba por nada del espacio de Min. Estaba muy empeñado en abrazarlo tan fuerte, como si con soltarlo pudiera escapar para no volverlo a ver. Lo que era una estupidez porque ahí estaba y no se iría realmente.
—Jimin...te estás volviendo pesado. No puedo caminar rápido si continuas pegado a mí como una garrapata —dijo Yoongi dándole una mirada sin impresionar.
—No importa, no quiero llegar todavía. Caminemos lento —respondió le pelinegro pasando su nariz por el lado derecho del cuello del pálido que sintió un escalofrío ante el beso que Jimin había dejado en esa sensible zona.
—¡Jimin! —habló entre dientes Min.
—Gracias —cualquier regaño por parte de Yoongi se quedó estancado en su garganta para ver directamente aquellos orbes mieles que lo veían con un brillo casi cegador—Gracias por esperarme, me sentí solo cuando pensé que te había ido sin mi. Me gustas mucho, Yoongi. Te quiero y no quiero perderte...no te vayas de mi lado nunca, por favor —susurró Jimin bajando su mirada con ese bonito color rojo en su rostro que llegaba hasta sus orejas.
Yoongi aspiró de forma abrupta, para nada preparado para esa confesión completamente honesta del más bajo. Aún así sus labios se curvearon sin previo aviso, sus encías apareciendo en su sonrisa que no pudo evitar retener y sus ojos almendrados compartiendo el brillo con los orbes mieles.
La sensación de calidez se desplazó por el pecho de ambos, los suspiros que sin aviso salieron de sus bocas para sonreírse mutuamente y abrazándose como si su vida dependiera del otro.
Ah, el amor era tan bonito y el primer amor quizás lo era más.
Esa sensación de burbujas explotando en sus estómagos, los fuegos artificiales que gobernaban en su interior y el estremecimiento que recorría su cuerpo ante la explosión de sentimientos que embargaba el interior de su ser.
Era ese sentimiento agradable y satisfactorio que los envolvía. Por lo que no pudieron evitar que sus labios chocaran en una deliciosa y agradable danza lenta. La exquisitez de sus bocas que contrastaban con los suaves besos que recibían y daban era abrumador.
No pudieron evitar sonreírse como dos niños que acababan de cometer una travesura. Mientras Park se ocultaba en el pecho de Yoongi al sentirse avergonzado pero muy satisfecho, el castaño no podía evitar abrazarlo y pasar su mano desocupado en ese suave cabello azabache qué trataba de peinar.
—¿Ahora quién es el gatito en busca de mimos? —habló Yoongi cuando decidieron parar en el parque cercano de sus casas y Jimin recostó su cabeza en el regazo de Min, pidiendo silenciosamente mimos.
—Cállate —refunfuñó Jimin con una sonrisa satisfecha cuando Yoongi lo complació con sus caricias en su cabello azabache.
—Uy, el gatito tiene garras —se burló Min.
—¡Hey! ¡Tú eres el gatito! ¡No yo! —se quejó Jimin con un puchero.
—Claro, claro —se rió.
—¡Que milagro! El gatito aceptó que es un gatito —habló el pelinegro muy sonriente cuando Min frunció el ceño dándose cuenta de ello.
—¡Ya, Jimin! —se paró ocasionando que la cabeza de Jimin se fuera por un lado de la banca y quedara colgando en un ángulo no muy cómodo.
—¡Yoongi! Esa no es manera de tratar a tu novio, siéntate otra vez —ordenó el de piel canela, sonriendo satisfecho cuando Yoongi a regañadientes le hizo caso. Por lo que siguió con su cabeza recostada en en el regazo del pálido.
—Eres un manipular y caprichoso ¿Cómo siquiera te soporto? —se quejó Min al aire cuando empezó otra vez con las caricias en el suave cabello de Jimin.
—Porque me quieres.
—Ah, eres una cosita embustera
—La mejor, cielo —le guiñó un ojo.
Ellos se decidieron en seguir en su plática amena, total, era viernes y mañana no debían ir a la escuela por lo que no haría mal para nadie que se quedaran un rato en el parque solo platicando.
—Deberíamos irnos, se nos hará de noche si seguimos aquí—dijo Yoongi cuándo vió que eran las cuatro de la tarde en su celular.
—Ash, bien. Y yo que me estaba quedando dormido, Yonnie —refunfuñó Jimin parándose al igual que Min y agarrando sus respectivas mochilas.
—Por eso mismo lo dije —habló con sus ojos en blanco— Y no discutiré contigo lo tonto que suena ese apodo.
—Malo...y claro que suena bien, es perfecto para ti —respondió— Yonnie el gatito —fanfarrulló Jimin muy alegre mientras entrelazaban sus dedos y le daba un beso en la mejilla a un Yoongi sin impresionar.
—Solo a ti se te podría ocurrir un apodo tan ridículo como ese —rezongó sin oponerse demasiado.
—¿Qué te puedo decir? Otro de mis encantos, te has sacado la lotería —le guiñó un ojo mientras Min rodaba los ojos.
—Lo que digas —sonrió Yoongi de lado cuando Jimin lo ignoró para empezar a cantar en voz baja.
Su voz era suave y hasta podría decir que era un calmante, le gustaba mucho su voz. El como solía sonreír entre las letras y sus ojitos mieles brillaban, en ese instante parecía ser la única persona en el mundo porque por alguna razón Yoongi no podía despegar su mirada de él.
Ah, otra vez ese sentimiento espeluznante y extraño que siempre lo embargaba cada vez que estaba con Jimin.
Era tan raro pero de una forma que le gustaba.
Por eso mismo se sorprendió cuando Jimin en un rápido movimiento quitó sus manos y se separó un poco. Lo miró extrañado porque no era de ser así, solía negarse a separarse de él aún cuando llegaban a sus respectivas casas y Yoongi lo invitaba a la suya dando como terminado el problema.
—Mi mamá... llegó temprano, demasiado temprano —murmuró Jimin cuando a lo lejos vió hacía su casa y una mujer bajaba del auto blanco.
¿Eso es malo? Ni siquiera necesitó formular la pregunta cuando miró las manos de Jimin echas puños. Ese semblante sombrío volvió y el desánimo en su lenguaje corporal era difícil de pasar por alto.
—Ella nunca llega temprano los viernes. Mierda... —murmuró Jimin mordiendo sus labios en signo de inquietud.
—Hey, tranquilo. Ve allá, no creo que sea lo mejor si nos ve llegar juntos de la escuela —habló Yoongi. Y es que a como la había descrito el pelinegro a su progenitora hasta ahora, no tenía dudas que por esa cabeza paranoica podían pasar más de miles escenarios y quería evitarle problemas a Park.
—Si...supongo que adiós tarde de películas —puchereó Jimin.
—De todas maneras no podíamos, bobo. Acuérdate que se fin de semana voy a ir a casa de mi abuela —le dijo con una suave sonrisa intentando hacerlo sentir bien pero quizás eso empeoró su ánimo.
—¿Tenía que ser este fin de semana? Joder, vamos de mal en peor ¿Qué haré sin mi gatito estos días? —dramatizó el pelinegro agregándole un poco de aflicción fingida a su voz.
—Lo dices como si fuera algún tipo de gato doméstico, Park.
—Pero si eres mi gatito
—Mejor ve a tú casa —El puchero de Jimin se pronunció solo con aquellas palabras salir de la boquita del pálido pero eso no lo detuvo de darle un beso en la mejilla y salir corriendo con una sonrisa al ver los cachetes rosados de Yoongi.
—¡Nos vemos, Yoongi! —dijo alzando su mano, gesto que el castaño correspondió con una sonrisa.
Aunque había cierta inquietud en cuanto Jimin ingresó a su casa y él empezó a caminar a su propio hogar. ¿Por qué tenía un mal presentimiento de esto?
Definitivamente estaba siendo paranoico por nada. Solo era la madre de Jimin, que extrañamente había llegado demasiado temprano y eso lo inquietaba. Pero vamos, tampoco es como si conociera a la mujer, una que ciertamente no daba ni un pelo por su hijo y lo dejaba sin atención o siquiera veía por él.
El coraje por la madre de Jimin siempre le dejaba un mal sabor de boca, así que mejor iba a comer una mandarina y tal vez podría llamar o mandarle algún mensaje al pelinegro. Si, eso iba a hacer.
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Decir que estaba inquieto y ansioso por la repentina aparición de su madre, sería poco para la preocupación que estaba fluyendo por su cuerpo en estos momentos.
A pesar de que tratara de verse despreocupado a la vista de los ojos analizadores de Yoongi, no quería decir que lo estuviera. Su madre podría ser tan impredecible como un animal salvaje, no podía bajar la guardia con ninguno de ellos. Incluso el dolor de cabeza que se estaba empezando a formar ya era de por sí un mal presentimiento de todo esto.
Dudó un poco al abrir la puerta, pero al final decidió entrar. Ahora, quizás hubiera sido mejor no haber entrado y haberse colado por la noche en su habitación.
Había vómito a un lado de la entrada y Jimin tuvo que taparse la nariz y aplastar sus labios juntos. El hedor se le hacía familiar.
Los ruidos de cosas siendo movidas y los pasos que se dirijían a la cocina lo hacían dudar de seguir adelante, pero no se podía quedarse por siempre solo en la entrada de su casa.
—¡Jimin! ¡Park Jimin! ¡¿Dónde diablos estás?! —el grito de su madre lo hizo dar un salto y rezó para que los vecinos no hayan escuchado, pero era poco probable ante las agraciadas cuerdas vocales de su progenitora.
—Aquí estoy, mamá... —respondió Jimin incómodo ante los ojos agudos que lo recorrieron de forma analizadora.
—¿Por qué no estás en casa cuando llegué? ¡¿Debo recordarte que sé que sales a las 3 de la tarde, Park Jimin?! ¡¿Acaso me crees tonta?! —espetó ella muy colérica y arrastrando las palabras.
El aliento a alcohol y a juzgar por la botella de whisky en la mesa y otra que estaba tirada en la cocina, Jimin podía apostar que estaba borracha. Lo que lo hizo palidecer, de repente se le fue el alma a los pies.
Él podía lidiar con su madre cuando estaba en todos sus cabales. ¿Lidiar con su madre gritona, estricta y aparte borracha? Era igual que lidiar con un león al que le habían aplastado la cola.
Era suicida.
Oh por todos los putos dioses del Olimpo.
¿Tenía su madre que emborracharse un viernes? ¿Uno donde aparte de que había llegado temprano y él justamente se daba la libertad de llegar tarde a su casa? Por Judas, de esta no podría salirse librado.
—Un profesor me pidió el favor de ayudarlo con unos exámenes, mamá. No quería llegar tarde... —habló con su voz lo más suave y calmada que pudo.
—¡Más te vale, Park Jimin! ¡Donde sepa que andas evadiendo tus responsabilidades te las verás conmigo! —habló ella señalandolo duramente con su dedo.
—No volverá a pasar... —respondió Park agachando su cabeza.
—Da igual, ahora tráeme algo de comer. Revisé la cocina y no hay nada de comida —hipó ella balanceándose hasta llegar a la sala donde chocó con varios muebles y maldijo a todos los dioses que conocía.
Esperaba que Dios se hiciera de los oídos sordos por tantos improperios que la vulgar boca de su madre borracha estaba soltando.
Ahora entendía porqué había salido tan grosero. De tal palo, tan astilla.
Pero él ahora maldijo mentalmente porque sabía que en la cocina no había nada para comer, excepto por fruta y refrescos. Su madre se lo iba a comer vivo, pero por mientras se las arregló para salir corriendo a su cuarto y quitarse la mochila como la ropa de la escuela para cambiarse.
"Por la puta de Zeus. Señor, ten piedad de mi hoy" maldijo y rogó al mismo tiempo, esperando que este día no terminara mal.
—¡Jimin! ¡¿Dónde mierdas estás niño inútil?! ¡¿Y mi comida?! —gritó su madre tomando un sorbo de su bebida alcohólica.
—Solo hay fruta, madre. Yo pensé que ibas a llegar tarde y iba a... —la ceja alzada de su madre lo hizo callarse a media oración.
—¡¿Ibas a pedir comida a domicilio?! ¡¿Acaso crees que esto es un puto restaurante?! ¡Maldito inútil!
Otra vez esa palabra; "Inútil, eres un niño inútil, inútil". Para su madre parecía ser la favorita porque cada que podía se lo recalcaba como si fuera algún tipo de mantra. Y él no podía defenderse, no podía hacer nada más que aceptar aquel apodo tan humillante que siempre ella le decía. Quizás de tanto escuchar esa frase se le había pegado y por error a veces se la terminaba diciendo a Yoongi.
Jimin se quedó en silencio dejando que su madre se desquitará con palabras, de nada servía llevarle la contraria. En ese estado nunca era bueno levantarle la voz o tratar de razonar con ella. Esta misma situación la había experimentado tantas veces que se sabía los protocolos de emergencia.
Las fases de su madre borracha iban desde; Gritona como enojada con él. Luego estaba la fase que más temía, la cual era en la que se le metía el demonio y empezaba a arrojar cosas y después lloraba hasta quedarse dormida. La última era la fase más calmada.
Quizás sería más divertido de regodearse al saber de memoria las fases de su madre borracha si está no lo estuviera insultando. Si, quizás lo hubiera pensado más a fondo cuando se le ocurrió sonreír al acordarse de ello.
—¿Qué es tan gracioso? ¡¿Te parece gracioso que tú madre haya tenido que renunciar a su trabajo por tu culpa?! —Diablos, se le había olvidado que aún estaba en la fase uno.
—No, madre. No es es- —ni siquiera pudo concluir su oración cuando su madre lo agarró del brazo de forma dolorosa que seguro le dejaría un moretón.
Ella no solía tocarlo cuando estaba borracha, nunca. Excepto que quizás la había provocado y estaba más enojada que otras veces.
—¿Te divierte saber que tú madre está despechada? ¡Si no fuera por ti, por un niño inútil como tú no estaría sola y él no me hubiera dejado cuando le dije que tenía un hijo ¡Eres un maldito inútil, un hijo malagradecido! —Los bruscos movimientos lo hicieron caer cuando ella lo dejó de retener por el brazo.
Un imbécil había jugado con su madre a los novios y la había dejado cuando vió que era más responsabilidad para sus diminutos hombros. La historia en la que Siempre su progenitora era la protagonista. Parecía atraer a idiotas aprovechados.
Jodido Jesucristo.
Estaba harto de lo mismo, siempre era la misma historia cunado su madre llegaba temprano y borracha del trabajo. Solo que está vez había sido peor porque había tardado más bien. Usualmente sus ex parejas solo duraban al caso unos meses, pero que este durará prácticamente casi un año, había sido la peor ruptura para ella.
Aún así ¿Por qué siempre él se llevaba la peor parte? ¿Por qué siempre se desquitaba con él?
—¡Solo eres un niño que estaría muerto de no ser por mí! —gritó su madre dándole una cachetada— Ojalá no te hubiera tenido... así no serías una carga para mí—escupió las palabras con lentitud al estarse balanceando ante la ebriedad obvia del efecto del alcohol.
—¡Me hubieras abortado cuando te enteraste de mi! No te pedí nacer —espetó Jimin con sus manos echas puños y las lágrimas rondando en sus mejillas rojas ante la cachetada.
Pero su progenitora no lo tomó a bien cuando lanzó la botella de alcohol ante lo que había dicho Jimin. Y ahora entraba la segunda fase dónde se volvía loca por lo que tenía que correr antes que alguno de los libros en la sala fueran directo a su cuerpo.
Cuando porfin llegó a cerrar la puerta al pateo se alegró. Podía escuchar los gritos de su madre amortiguados por la puerta corrediza. Ya podía ver cuánto tendría que hacer para componer de nuevo la sala una vez que se durmiera. Lo que no iba a ser en un gran rato a juzgar por lo enojada que estaba.
Por suerte se había traído sus llaves propias de la casa por si su madre se encerraba totalmente.
Suspiró limpiando sus lágrimas secas en su adolorido cachete. Sabía que tenía una marca roja impresa en su mejilla izquierda, solo esperaba que no dejara algún tipo de moretón, aunque de todas maneras se podría algún tipo de pomada que encontrara por ahí.
Mierda.
Mierda y mierda. Había sido un completo desastre, ahora solo quedaba sentarse y esperar hasta que ella se calmara o se durmiera.
Perfecto, simplemente perfecto. Tremendo día en el que decidió levantarse de la cama.
Aún así sacudió su short, esperando que no le haya caído alguna gota de alcohol ante la botella que su madre había tirado.
Afortunadamente ninguna gota había manchado su ropa, por lo que podía suspirar y sentarse tranquilamente.
Dándose la vuelta quedó petrificado al ver unos conocidos orbes almendrados que escudriñaban en su persona de forma analizadora. La última figura que quería ver en este momento estaba ahí, a unos metros de él con el ceño fruncido y cruzado de brazos.
Jodidamente magnífico. Esto era lo último que le faltaba, por la puta.
Sabía que se veía mal para empezar; su mejilla derecha algo hinchada y roja ante la cachetada y su piel como era tan delicada que podía marcarse con facilidad, ya podía ver el panorama que estaba viendo Yoongi. Se sintió tan abierto y vulnerable. Con sus ojos rojos ante las lágrimas que había derramado y su cabello alborotado. No era la imagen que quería darle a Min en ese momento.
—Adelante puedes burlarte —soltó de forma seca y sin humor mientras se sentaba.
—¿Por qué lo haría? —contestó Yoongi frunciendo el ceño al ver a Park sentándose tan despreocupadamente como podía.
—No sé. Creo que fue muy hipócrita de mi parte molestarte con no saber defenderte de tus agresores cuando mi propia madre hace lo mismo conmigo... —se encogió de hombros—¿Es casi divertido, no? —de sus labios salió una risa sin un toque de humor. Era un sonido casi vacío y monótono...una risa tan frágil así como Jimin se sentía ahora.
Yoongi suspiró mientras le lanzaba una mandarina que el pelinegro tomó con una sonrisa pequeña.
—Gracias... —murmuró mientras comenzaba a pelarla. El silencio entre ellos era algo incómodo, más ante el ruido que había dentro de la casa de Jimin.
—¿Vas a entrar? —preguntó Yoongi con una mueca después de un momento.
—Tal vez en unas horas, suele calmarse cuando termina de gritar o romper algo —se encogió de hombros mientras llevaba un gajo de mandarina a su boca.
—¿Por qué eres así? —se quejó el castaño juntando sus cejas. El contrario lo miró confundido.
—¿Así cómo?
—Tan... —hizo una mueca el pálido— solo tan despreocupado, como si te importara una mierda todo lo que pasa a tu alrededor.
—¿Uh? ¿El señor santo acaba de decir una grosería? —no pudo evitar burlarse el pelinegro, causando que Yoongi gruñera.
—Hablo en serio
—Yo igual —se quejó Jimin, pero de pronto apareció en su cara una sonrisa sin humor. Esa expresión sombría que Yoongi odiaba en Park—Tal vez no lo entiendas, pero así he sido desde que tengo memoria. ¿De qué me sirve tomarme en serio lo que me pasa? ¿Cambiará algo? Al menos si me digo que está bien, que pudo haberme ido peor... ¿No es tan malo, sabes? A veces me cuestionó muchas cosas. Pero...hacer que me importe lo que me pasa solo significaría más problemas.
A veces, era mejor combatir el problema, fingiendo que no es tan grande como se ve.
—Puedes dejar de fingir que no te importa ¿Sabes? —los ojos almendrados se encontraron con sus orbes mieles— Solo digo que puedes aceptar que te estás ahogando aún cuando te empeñes en decir lo contrario. No está mal ¿Lo sabes, verdad? —se encogió de hombros Yoongi un tanto incómodo regalandole una pequeña sonrisa— Aceptar que tienes problemas como otras personas no te hace menos. Está bien solo dejar la fachada de "Nada me importa, me vale un comino lo que piensen".
—Wow, y yo pensé que era el único que podía darte sermones de la vida —intentó bromear Jimin aunque sus ojos parecían vagar por todo el terreno.
—Idiota...
—Hey, se supone que yo era el único que podía decir groserías. ¿Quién eres y que hiciste con Yoongi?
—Eso me pasa por juntarme contigo, eres una mala influencia, aunque mis madres te quieran y digan lo contrario —argumentó el castaña con una sonrisa bailando en sus labios.
—¿Qué te puedo decirte? Es el encanto Jimin, cariño —le guiñó el ojo. Yoongi podía ver qué las facciones del pelinegro se habían destensado, no mucho pero si un poco.
—Si tu lo dices... —le sonrió a pesar de que la situación no era muy favorecedora.
—¡Yoongi, cielo! ¡Debemos irnos! —el grito de Yerin de escuchó como un balde de agua fría para ellos.
—¡Ya voy Mamá! —respondió el castaño de igual forma pero con una mueca cuando se volteó a ver a Jimin.
No quería dejarlo ahí.
No quería dejarlo solo y que lidiara con su explosiva y abusiva madre. Sabía que tampoco es que pudiera hacer mucho si se quedaba, pero no quería dejarlo solo.
—Está bien, ve. Debes ir a visitar a tu abuela.
—Si...solo que... —suspiró volteando a ver a sus pies.
—Nada, ve allá. Estaré bien, lo prometo.
—No tienes derecho de prometer nada cuando justo hoy rompiste una promesa que me hiciste —se quejó Yoongi tal vez aún resentido por ello.
—Está bien, gatito rencoroso —sonrió Jimin un poco apenado por ello— pero doy mi palabra que estaré bien. No me hará nada, dejaré que se calme y entraré.
—Bien —Creeré en ti, confío en ti. Eso y más decían los ojos almendrados que miraban de forma profunda a los orbes mieles de Jimin.
—Nos vemos, Jimin...
—Adiós, Yoongi —Sonrió Jimin con sus ojitos mieles brillando y sus rechonchos labios curveados hacia arriba.
Y aún así Min sintió una espina de inquietud que revolvía su estómago. Por alguna razón el hueco en su interior se hacía más grande cuanto más se alejaba.
Era tonto. Absurdo y completamente ridículo sentir todo eso por estar separado de Jimin un fin de semana. Podía verlo otra vez el lunes, no debía de ser pegajoso.
Y aún así el vacío en su interior no disminuyó.
...
Al pasar los minutos, la sonrisa en el rostro de Jimin cayó hasta hacer una mueca. Le dolía su rostro, le dolía el brazo y le dolía el pecho. Esa sensación de vacío otra vez asomándose como un lobo acechando a su presa para tomarla del cuello y no dejarle escapatoria. Así de crudo se sentía.
La noche llegó demasiado lenta para el gusto de Jimin. Aún así entró solo cuando el sonido lejano del televisor fue lo único que se escuchaba nitidamente. La imagen de su madre acostada en el sillón y con varias botellas en el suelo lo hizo negar con la cabeza.
Odiaba verla tanto de esa forma. Odiaba el hecho de preocuparse por ella aunque sabía que su madre en lo profundo de su ser lo culpaba de todo lo malo que le había pasado. Pero lo que más odiaba era su propia debilidad.
Había recogido y limpiado todo el desastre que su madre, ahora dormida con una manta, había hecho. El olor del alcohol aún estaba un poco impregnado en el mueble dónde estaba ella y en la pequeña alfombra, pero eso lo dejaría para después. Ahora mismo se sentía tan cansado como si hubiera vagado por un extenso bosque toda la noche.
Lo cierto era, que había estado vagando por sus pensamientos como un niño perdido.
"Yo soy un inútil, inútil, inútil niño"
Es lo que su subconsciente le decía todo el tiempo. Esas palabras resonaban en su mente como baldes de agua fría que hacían doler su cabeza.
Lo sabía, él sabía que solo era un inútil que ni siquiera podía cocinar por cuenta propia y que dependía completamente de una madre que pasaba la mayoría de su tiempo en su trabajo u ocupada solo para no tener que verlo.
"Yo soy un solitario, solitario, solitario niño"
Era tan patético. Había acusado a Yoongi de ser un niño solitario, cuando el verdaderamente solo era él. Yoongi tenía unas madres que lo querían mucho, tenía una familia que lo apoyaba...mientras él no tenía a nadie; su padre estaba tan lejos haciendo una familia, su madre lo odiaba y prefería a dejarlo solo que convivir con él. ¿Tenía siquiera amigos? Claro que no.
Yoongi era lo único que tenía...
Y ahora, acostado en la cama de su habitación, con las lágrimas rodando y las emociones a flor de piel, sabía que había perdido a la única persona con la que en verdad había podido hacer un lazo único y que tendría que ser roto.
Ah, karma divino, castigo de Dios o sea lo que estuviera pagando, podía sentirlo esta noche como ningún otra como un peso muerto.
Tal vez todavía no estaba hecho para ser amado...
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Extraño. Demasiado raro, inusual y extraño.
Jimin no había ido a clases hoy. Era lunes, se supone que debía de ir ¿O tal vez se había quedado en casa? ¿Su madre lo había castigado hasta el punto de no dejarlo ir a la escuela? Dioses, la inquietud perforaba su alma con lentitud, estaba tan ansioso porque terminarán las clases que ni siquiera había prestado atención a las clases.
Quería ver a Jimin. Quería verlo, abrazarlo, darle un golpe por preocuparle o algo.
¿Por qué el tiempo corría tan lento? ¿Por qué no pasaban más rápidos los minutos? Estaba tan desesperado y su mente conspirado como paranoica no dejaba de idear distintos escenarios.
La ansiedad de ir a casa de Jimin y verlo por su cuenta lo estaba matando tortuosamente.
Él había salido de casa de su abuela esa misma mañana, por lo que sus madres lo pasaron a dejar directamente a la escuela. No había podido pasar a su casa para ir con Jimin como usualmente lo hacían para ir a la escuela.
Ahora estaba preocupado, ansioso e inquieto.
Ni siquiera le importó que el grupo de ChangBin se haya comportado con él sin decirle alguna broma, incluso algunos de sus compañeros de salón se habían acercado. Yoongi los había despachado de forma cortés porque la bilis se estaba subiendo a la garganta al ver el asiento a su lado vacío. Sin rastros de Jimin.
Cuando la campana sonó, anunciando el fin de clases por ese día fue un balde agua fría que lo hizo suspirar aliviado.
Por todo el camino de regreso a su casa se la pasó formulando preguntas en su cabeza cuando estuviera de frente de Park Jimin; primero le daría un golpe por preocuparlo de muerte y después lo abrazaría porque lo necesitaba de forma vergonzosa.
Paró de repente a unos metros de su casa y la de Jimin. Su mente trabajando a mil por hora para dejarse fundir. De todos los escenarios posibles no podía creer esté, nunca se le pasó por la mente y su subconsciente se burló de lo ingenuo e inocente que fue.
El letrero de "Se renta" era bastante claro, que estuviera en la que se supone era la casa de Jimin, fue algo que le quitó el aliento. Su sonrisa cayó como una piedra en un barranco y cualquier pensamiento se vió perdido en cuanto se acercaba más y más.
Todo a su alrededor empezó a difuminarse y solo sus ojos podían centrarse en aquel letrero y como la ventana de la casa estaba medio abierta dejando ver que apenas había cosas en el interior. Solo pudo vislumbrar algo blanco tirado en frente de la puerta. Yoongi se acercó poco a poco, la curiosidad carcomiendo su mente y el shock que no le dejaba comprender nada, sus pensamientos razonables se iban por el caño dejando solo la voz que él ignoraba deliberadamente.
"¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no dices nada? ¿En verdad creíste que Jimin estaría a tu lado por siempre? ¿De verdad fuiste tan ingenuo?"
Sus extremidades se sentían toscas, sus ojos parpadeaban como si no creyeran lo que estaba viendo y el sonido pasó a ser algo de segundo plano mientras caminaba más y más. No podía sentir sus pasos, apenas podía visualizar lo que había alrededor además de ese letrero de "Se renta". Por alguna razón todo su mundo pareció detenerse, el tiempo parecía haberse detenido porque no podía oír algo más que su respiración pausada y los latidos desenfrenado de su corazón.
La sensación de vacío, el hueco en su interior pareció querer consumirlo y su mirada que vagaba de forma perdida era similar a un niño que acababa de perderse en un centro comercial y no podía decidirse por dónde ver.
Muy dentro suyo sabía...que se había acostumbrado a la presencia de Jimin. A ese niño con un inusual carácter y con una extraña manera de hacer las cosas. Alguien tan único como bipolar, era difícil de olvidar, pero fácil de cansarse.Pero aún así, había algo que lo atraía a él. Simplemente no podía pasar de él, no podía dejar de mirarlo. Lo cierto es que era alguien tan bonito y hermoso, pero no le quitaba lo idiota como manipulador que era a veces.
Había sido un iluso.
De forma esporádica el sentimiento de traición, decepción y abandono lo embargó como una bomba colisionando sin previo aviso en una ciudad. Su corazón se estrujó y la inquietud pasó a ser participe del escenario devastador que todo su interior estaba experimentando.
Se fueron los fuegos artificiales que recorrían todo su ser cada vez que se acercaba a la que era o había sido la casa de Jimin. Se fue la sensación de ansiedad de verlo, se fue la arrolladora preocupación acumulada de estos días que no pudo estar a su lado.
Se fue esa sensación cálida cuando pensaba en él...
Abriendo la carta, aspiró de forma sorpresiva al ver la letra pequeña y algo descuidada de Jimin. Había visto su letra muchas veces en la escuela, era demasiado descuidado en ello, pero extrañamente se le hacía entrañable su forma de escribir.
"Yoongi.
Solía pensar en ti como un niño inútil, lleno de mocos y asqueroso. Pero me haz demostrado que ya no eres el mismo que conocí cuando llegué por primera vez a este vecindario.
Bien hecho, Yonnie.
Haz logrado pasar la prueba. Porque nunca fuiste un niño inútil y asqueroso... en realidad, ese era yo. Y aún así lograste abrirme los ojos y hacerme dar cuenta de mis propios problemas.
Quisiera no haberme ido de esta forma, quisiera haber pasado muchísimo más tiempo a tu lado y haber jugado más. Pero debo decirte que siempre te recordaré como ese gatito enfuruñado que eres, mi gatito.
Adiós, Yoongi."
¿Fin?
"Antes de darme cuenta ese niño estaba lleno de heridas y aún así en esa situación el niño me abandonó"
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Hay dos teorías con respecto a la canción de Kimi Wa Dekinai Ko.
1. Una madre que abusaba psicológicamente con insultos a su hijo, la madre lo regaña de forma brutal sin alguna necesidad, llegando al límite de que cuando el niño crezca la abandone [Algunos dicen que se suicida]. La madre al final se dió cuenta de todo lo que hizo y se arrepiente.
2. Una niña tsundere que amaba a un niño, la niña protegía mucho al niño y lo salva de muchas situaciones en las que se metía, por ello siempre le decía lo inútil que era y no se daba cuenta del daño que le hacía. Cuando crecieron el niño se alejó de ella, haciendo que se quedara sola y abandonada.
Sin embargo, yo hice está historia en torno a lo que yo entendía de la canción, independientemente de las teorías(≧▽≦).
—Luna🌙
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