Capítulo 9. Otra verdad revelada
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Mr. Sound es Uzui Tengen. Misión cumplida.
Estás muy contenta por descifrar esta incógnita. Ahora el hombre de cabellos blancos estará detrás de ti en la academia. Era lo más probable. Sin embargo, ya no estaba pensando en eso porque recordaste que tienes una cita con el hermano de Ume. Shaban Gyutaro aparecerá en cualquier momento delante de tu casa.
No estabas segura a dónde irían. No descartamos que iréis en su moto para ir más rápido a diferentes sitios de la ciudad. Estabas un poco ansiosa. Era la primera vez que salías con un chico, encima el hermano de tu mejor amiga. Cuando se lo contaste a Ume, ella no podía creerlo. Estaba realmente feliz. Eso te extrañó un poco, no obstante, llegaste a pensar que la peli-blanca ama muchísimo a su hermano y se alegraba de que su cita sea contigo.
Ya lista. Solo faltaba que Gyutaro diese un aviso por el móvil. Al cabo de unos segundos recibiste una notificación y te acercaste para ver quien era. Ya el chico estaba abajo esperándote. No esperaste mucho, así que tomaste tus cosas con urgencia y saliste de tu casa. Gyutaro estaba revisando el móvil con mucha tranquilidad hasta que alzó la mirada para verte.
—Buenas tardes, Gyutaro —saludaste con educación.
—Buenas tardes. Espero no haberte agobiado con la hora.
—No. Hoy justamente salí a las dos —dijiste, ya acercándote a la moto—. ¿Sabes a dónde iremos?
—¿A dónde te apetece ir? —te preguntó.
—No lo sé —te sinceraste.
—Bueno, se me ocurre un sitio —dijo, mientras te entregaba el casco para que vayas subiendo a la moto—. ¿Te parece ir a ver una película?
—Me parece buena idea.
Con eso dicho, Gyutaro encendió el motor del vehículo para ir directamente a un centro comercial cercano. Tú no dejaste de agarrar la cintura del chico. No quieres caerte y hacerte una buena herida. Además, Ume le estaría dando una buena reñina a su hermano por conducir tan rápido. Sin embargo, no era así, Gyutaro se estaba tomando la conducción con sumo cuidado porque sabe que no estás acostumbrada. Lo agradeces con toda el alma.
Unos minutos pasaron y llegaron al centro comercial. Gyutaro no tuvo dificultades en buscar aparcamiento. Tus ojos observaron a tu alrededor dándote cuenta que había mucho vehículo. Eso significaba que habrá mucha gente. Era normal porque era un sábado. Luego de devolver el casco al chico decidieron ir por las escaleras mecánicas para acceder al último piso.
—¿Cómo te ha ido esta semana? —te preguntó, poniendo interés.
—Divertida.
—¿Divertida?
—Las clases han sido interesantes —dijo—. ¿Me guardas un secreto?
—Claro. —Gyutaro sentía intriga.
—Tu hermana babea mucho.
Entonces, el chico de cabellos negros y puntas verde lima empezó a reírse descabelladamente. Nunca pensó que tú te atreverías a decir eso. Ya se lo estaba imaginando.
—Mira que mi hermana se cree la doña perfecta —añadió, limpiándose una lagrimilla—. Que bueno, por favor. No te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo.
—Hasta le saqué una foto.
—Eso quiero verlo.
No dudaste en hacerlo. Otra risa se le escapó a Gyutaro. Esto se convertiría en un meme o en un sticker y Ume se haría famosa. Eso ha sonado cruel por su parte. Ya estabais enfrente del cine y os quedasteis mirando la taquilla. La verdad que tenían buena pinta todas las películas. Solamente tenían que escoger una. Tú estabas indecisa. Hasta Gyutaro dijo de ver una de acción a lo que aceptaste.
Entradas compradas. Comida compradas. Todo estaba listo para ver la película. Gyutaro se estaba tentando en tocar la piel tuya. Como Mr. Venom necesitaba tocarte de nuevo. Sentir tu vello corporal erizarse una vez más, pero debe controlarse. Ahora mismo debe ser como Shabana Gyutaro. Se dio cuenta que en la sala del cine no había tanta gente como esperaba. Ahí perfectamente pudiera pasar cualquier cosa. Sus ojos azules se fijaron en ti que estaba comiendo feliz tus palomitas.
Él estaba apreciando tu belleza y se sentía afortunado. Si estuvieran Akaza o Douma, tal vez no tendría tanta oportunidad. Él era un tipo feo y lo reconocía perfectamente. Ya la película había empezado. Gyutaro extendió la mano para coger las palomitas, pero sus dedos rozaron con sutileza con las tuyas. Suaves. No tuvo oportunidad de sentirlas con aquellos guantes. Siempre lo había imaginado. Tú te sonrojaste y apartaste la mano con rapidez.
Durante la película, tú esperabas a que Gyutaro cogiera las palomitas para tú proceder. El chico no estaba centrado en las imágenes de la pantalla, sino que estaba atento al rostro tuyo. Él tragó saliva estando inseguro. No obstante, la mano de él se iba aproximando lentamente para acariciar con suavidad tu pierna. Eso provocó que te tensaras. Tus mejillas se sonrojaron, cuando él iba ascendiendo para colarse en tus faldas. No evitaste cerrar tus labios para omitir un gemido. No lo rechazaste. Simplemente cierras los ojos para disfrutar.
Eso llamó la atención a Gyutaro. Una sonrisa socarrona curvó en sus labios atreviéndose a profundizar más tocando tus bragas. Ya notaba esa prenda mojarse poco a poco. Se acercó a ti para susurrar cerca de tu oído.
—No sabía que la amiga de mi hermana pudiera ser una pervertida.
Bueno, había un motivo en concreto. Tú culpas por haber entrado en Kimetsu's Corporation y el trato de los Daddies contigo. Cierta molestia ya estaba notando Gyutaro en sus pantalones. Él miraba a su alrededor viendo que los otros estaban atentos a la película. Se lamió los labios con ganas de jugar un poco. El oji-azul tomó tu mano para colocarla en esa zona.
Te mordiste el labio tentada a bajar la cremallera, sin embargo, todo este proceso de placer fue interrumpido por la presencia del guarda para asegurarse que todos estaban en sus respectivos asientos. Gyutaro chasqueó la lengua con cierta frustración, mientras sacaba los tickets para mostrarlos. Con lo bien que estaba. Tus mejillas estaban más que sonrojadas pensando con claridad lo que acababa de ocurrir. Te gustó, no lo negaste para nada.
Ambos no volvieron a retomar aquello, en caso de que alguien sospechara. Gyutaro movía la cabeza de un lado para otro aguantando un poco esa frustración hasta acabar la película. Los dos salieron de la sala, pero el chico necesitaba ser atendido con urgencia.
—Oye, ___ —te llamó—. ¿Quieres que vayamos a mi casa?
—... ¿No crees que es un poco pronto? —preguntaste.
Él se aproximó a ti para susurrarte al oído.
—¿Cress que lo de antes también es demasiado pronto?
Tu cara se puso más roja ante esa cuestión. Por alguna extraña razón tú deseabas sentir esos dedos volver a tocar tu intimidad.
—¿Estará tu hermana?
—No, y dudo mucho que vuelva a la noche. —Esta vez, su tono de voz fue ronca deseando que tú aceptaras.
Y un leve movimiento de cabeza hacia arriba y hacia abajo fue más que suficiente. ¡Al fin! Podrá tocarte siendo él mismo y no como Mr. Venom. Entonces volvieron a la moto para ir directamente a la casa de Shabana. Te pusiste nerviosa porque ibas a tener relaciones sexuales con el hermano de tu mejor amiga. Y no olvidemos que tenías sospechas sobre él. Esto era una ventaja para ver si en realidad era un Daddy o imaginaciones tuyas.
Había algo de tráfico y eso no era un problema para el chico porque él esquivaba despacio los coches para ponerse en primera fila, ya en un paso de peatón o tenía que doblar alguna esquina. Recordaste que hacía tiempo que no ibas a la casa de Ume. Solamente iban a estar ellos dos solos.
Ya estaban enfrente de la casa de los Shabana. Tu corazón estaba latiendo con más fuerza. En tu ser quisieras que esto no ocurriese, pero otra sí. Esto era un dilema bastante grande para ti. Gyutaro aparcó la moto, luego os bajasteis y, finalmente, abrió la puerta de su casa. El hogar no ha cambiado nada durante este tiempo. Bueno, puede que haya algún mueble nuevo, pero no estabas segura cual.
—¿Quieres tomar algo? —te preguntó.
Gyuaro se sorprendió ante tu atrevimiento. Lo besaste con furor con tus brazos rodeando su cuello y tus piernas en su cintura. Él agarró tu trasero, una manera en que no te cayeras. El chico caminaba hacia atrás en dirección al sofá para sentarse cómodamente. Vuestras bocas se movían con desesperación explorando la boca del otro. Estaba claro que te sentiste muy necesitada.
Esto hizo gracia a Gyutaro y le gustó demasiado, sin embargo, prefería tu lado sumiso que sólo vio aquella vez. No paraba de apretar tus nalgas o pegar tus caderas a las suyas para que sintieras su hombría que volvía a despertar. Los abrigos volaron en cuestión de segundos sin separarse del beso y, cuando lo hicieron, un hilo fino de saliva se formó y Gyutaro lo rompió con la lengua.
Estaba sumamente excitado. Prosiguió con los besos húmedos por tu cuello sacándote más de un suspiro. Tú te aferrabas a su camisa notando tu cuerpo temblar por cada caricia. No había nadie. Solo estabáis vosotros y nadie más. Estabas tan ida ante esos besos que empezaste a imaginar a todos los Daddies posibles. Ellos se volvieron una obsesión para ti. Y pasó lo inevitable:
—Daddy.
Gyutaro detuvo sus movimientos cuando escuchó esa palabra. Tú abriste los ojos de golpe dándote cuenta lo que hiciste. «¡Mierda!», te dijiste a ti misma. Te alejaste de él viendo su rostro lleno de sorpresa.
—L-Lo siento. No sé qué me pasó —te disculpaste—. Creo que leer tantos libros en Wattpad me está afectando mucho la cabeza.
Gyutaro no dijo nada. Siempre había soñado con este momento. De que tú dijeras esa palabra sin que él usase la máscara. Una sonrisa socarrona surcó sus labios e hizo un movimiento rápido de acostarte boca abajo en el sofá. Eso te confundió demasiado, no obstante, un azote fuerte en tu nalga izquierda recibiste.
—Qué chica tan mala. Mira que dejarme en ese estado en el cine y tiene que soltar esa palabra que me enciende mucho -murmuró.
—¿G-Gyutaro?
—Ah, no. Di de nuevo esa palabra, baby —le sugirió—. ¿O prefieres recibir un castigo?
—... L-Lo siento, Daddy. —Tu mente se estaba volviendo confusa.
—Así me gusta. —Sus manos levantaron tu falda para ver tu trasero y tus bragas mojadas—. No sé si lo hiciste a propósito o inconscientemente —dijo, apretando nuevamente tus nalgas—, prefiero lo primero.
—D-Daddy... —seguiste con el juego. A lo mejor a Gyutaro le gustaba este fetiche.
—Te juro por Dios que esperar mi turno me está matando —siguió hablando ya bajando tu ropa interior viendo tu feminidad—. Estar después de una persona no es nada agradable, pero ahora te tengo aquí y ahora.
Esas palabras te estaban confundiendo mucho, sin embargo, indagaste un poco más y tus ojos se abrieron. Tus sospechas eran ciertas y giras un poco la cabeza para verlo.
—¿Mr. Venom?
—Que chica tan inteligente tenemos aquí —empezó a reír por lo bajo—. Me sentí afortunado cuando quisiste tener una cita conmigo sin ser Mr. Venom. No desaproveché esta oportunidad. Ahora quiero disfrutarlo debidamente.
Un gemido agudo soltaste al notar dos dedos acariciar tu sexo, pero Gyutaro no los metió. Simplemente seguía estimulando esa zona tocando tu clítoris o tus labios mayores. Tú estabas quieta en tu sitio recibiendo ese trato por su parte. Tus uñas se clavaron en los cojines del sofá. Podías gemir todo lo que quisieras porque no había nadie.
Gyutaro se quitó un momento la camisa porque ya empezaba a notarse el calor en el ambiente y prosiguió con su cometido. Él inclinó su cuerpo para escuchar más de tus lindos gemidos. Lo volvías loco demasiado. Luego con la mano libre se desabrochó el cinturón porque lo iba a usar para amarrar tus muñecas. Estaba claro que a este tipo le gustaba mucho el bondage.
Te hizo dar la vuelta quedándote boca arriba y acomodó tu cabeza en los antebrazos del aquel mueble. Él se levantó del sofá para posicionarse enfrente tu rostro, mientras se bajaba la cremallera mostrando su miembro. Sabías el significado por lo que abriste la boca recibiendo con gusto aquella virilidad. Quien marcaba el ritmo era él. Las manos de Gyutaro fueron directas a tu camisa para desabotonar los botones y tener mayor acceso a tus pechos. Un gruñido gutural soltó porque le agradaba mucho la textura de tu piel. Ventaja de no tener guantes.
Tú no parabas de succionar con fuerza. De vez en cuando, te dejaba respirar unos segundos para volver a retomar. Él se estaba volviendo loco en tocar tus pechos e inclinó su cuerpo casi ahogándote para besar, lamer y morder tus pezones. La excitación cada vez crecía aún más. Asimilas un sonido ahogado para que controlara un poco los movimientos porque se estaban volviendo un poco bruscos.
Él volvió a levantar la falda para seguir estimulando esa zona erógena. Tú correspondiste abriendo más las piernas. Le encantabas, joder. No te negabas a nada. Ya estabas lo suficiente mojada por lo que metió dos de golpe. Tú maravillada porque ahogaste unos cuantos gemidos porque ya empezó a moverlos con cierta brusquedad, tocando cada rincón de aquella zona.
—Mierda, baby. Tengo la polla muy dura y deseo follarte.
—Lo quiero, Daddy —hiciste un intento de decir esas palabras correctamente.
Gyutaro apartó su miembro de tu boca para agarrar tus mejillas y lo mirases fijamente.
—¿Qué es lo que quiere baby?
—L-La polla de Daddy en mi sucia vagina.
—Sí, es lo que es. Una vagina muy sucia —repitió. Él volvió a la posición de antes con las rodillas apoyadas en el sofá y colocó tus piernas encima de sus muslos—. Te voy a dar una limpieza bien profunda. —Cuando dijo, entró en tu cavidad vaginal causando que los dos gimieron al mismo tiempo—. Joder, baby. Estás muy caliente.
El vaivén comenzó suavemente porque él necesitaba sentir la necesidad de que esto no era un sueño. No parabas de morderte el labio reprimiendo unos cuantos gemidos, pero otros los soltabas como si nada. Tus pechos rebotaban entre sí; unas vistas maravillosas para Gyutaro. Los movimientos se volvían más bruscos por cada minuto que pasaba. La mano del chico se colocó en tu cuello realizando una pequeña asfixia. Tus ojos se volvieron en blanco.
Él lo estaba disfrutando como nunca. Desde que te vio supo desde un principio que lo iba a disfrutar como un niño chico. Gyutaro golpeaba con un poco de rudeza tu cérvix. Usó su fuerza para levantarte y te sentaras encima de él, mientras él se acomodaba en el sofá. Ahora eres tú quien mandaba. Un pie apoyado en el suelo para volver a iniciar el vaivén. Él en ningún momento dejó de masajear tus pechos o pellizcar tus pezones, o presionar tu garganta.
Eso causaba que aumentases más el ritmo porque estabas llegando al orgasmo. Sin embargo, conociendo el comportamiento de los Daddies, no te dejarán correrte sin ningún tipo de permiso. Pero no lo hubo. Tal vez porque Gyutaro estaba más centrado en el placer que en el labor de mantener el rol. Ambos llegaron al ansiado orgasmo.
Tus jadeos demostraban que estabas realmente cansada. Él también. Con suavidad acariciaba tu piel retirando las gotas perladas de sudor que decoraban por tu cuerpo. Una bella imagen para sus ojos azules.
—¿Has estado haciendo tus deberes? —preguntó con curiosidad—. ¿O acaso tenías sospechas?
—Por el patrón de tu máscara. Eran idénticas a las tuyas propias.
—Tenía que haber hecho otra máscara —dijo. Tu te acostaste, apoyando la cabeza en su pecho—. Sin embargo, me gustó el resultado porque me representaba.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Adelante.
—¿Tu hermana sabe que estás en esa empresa?
—Eso es algo personal.
Esa pregunta lo hiciste porque estabas sospechando de que Ume te metió en este embrollo para que tuvieras algún tipo de relación con su hermano. Son teorías. Entonces el móvil de Gyutaro empezó a sonar y este buscó en el bolsillo de su pantalón. Era Ume.
—¿Qué quieres, mocosa? —farfulló—. En casa, ¿por qué? ¡¿Cómo que vienes con ellos?! ¡Maldita sea! ¡Vale, vale! Gracias por el aviso —colgó—. Vete vistiéndote porque viene la pandilla idiota.
Con eso ya lo supiste todo. Así que te vestiste con mucha rapidez y él hizo lo mismo. No querían ser pillados in fraganti. Los minutos pasaron y apareció Ume abriendo la puerta con las llaves en mano. El resto del grupo entró como si nada. Menos mal que los dos ya estaban vestidos.
—Oh, pero si es la camarera de la otra vez —ronroneó Douma acercándose a ti para sentarse a tu lado—. Hace tiempo que no la veía.
—Deja de babear como un idiota —le refutó Akaza mirando mal a su amigo.
—Gyutaro-dono eres muy malo en no comunicar que estabas con la chica.
—¿Debería?
—No estaríais follando, ¿verdad? —preguntó Kaigaku sentándose en uno de los sillones.
—¡Mi hermano puede hacer lo que quiera! ¡Para eso es nuestra casa! —le regañó Ume—. Es más, la decisión de acostarse con él es mi mejor amiga.
Ese comentario te hizo sospechar muchísimo. En cambio, notas cierta tensión entre Gyutaro, Douma y Akaza. No te gustó, incluso una gota de sudor resbalaba por tu sien. Deberías salir por patas cuanto antes porque en cualquier momento lloverán palizas.
—Será mejor que me vaya.
—Pero si recién hemos llegado.
—Con tu cara apestosa la asustaste —escupió Kaigaku.
—¡¿A quién se lo dices?! —gruñí Gyutaro.
—Al gilipollas mujeriego que tenemos en el grupo.
—Eso duele muchísimo Kaigaku-dono.
—¿No te quieres quedar un rato? —preguntó Ume.
—No quisiera molestar. Además, no pertenezco a este grupo de amigos. Solo soy un incordio.
—¡Para nada! —exclamó Ume—. Mis amigos son tus amigos.
—¿O acaso estaban teniendo una bonita velada y hemos cortado el rollo?
Tanto Akaza como Douma miraron a Gyutaro, cuando Kaigaku preguntó eso. Entre ellos había un dilema en cuanto a ti. Estaban peleando y estaban interesados en ti. Ellos dos no creían que hayas aceptado en salir con Gyutaro.
—Bueno, no la agobies —dijo Akaza—. Seguramente estará cansada y tendrá que hacer las tareas de la academia.
—Sí, recordé que tenemos un examen de matemáticas.
—Si te ligas a Shinazugawa-sensei y lo convences, no habrá examen —recomendó Ume.
—Como si él quisiera —suspiras y luego te vas hacia la salida—. Nos vemos el lunes, idiota.
—¡Adiós!
Gyutaro se quedó con ganas de más, pero ya tendrá más oportunidad de estar contigo a solas.
Y no será el único.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top