Capítulo 7. Detective ___

Desde que tomaste la decisión de continuar en la empresa, te dieron la noticia de que los Daddies te pagaron todas las sesiones. Tuviste la certeza de que esto iba a suceder, así que no tuviste más opción que aceptarlo. Además, era una manera de que tú pudieras ahorrar dinero para cosas más importantes. La recepcionista te dio la información de que la siguiente cita la tendrás con Mr. Demon, pero serías tú en decidir cuando la tendrás con él. Tú decidiste que sea el miércoles para tener el lunes y el martes de relax.

Y llegó el lunes. Hoy será el día de convertirte en una gran detective. Tus ojos estarán puestos en tres profesores: Rengoku, Uzui y Shinazugawa. Ya los otros tres era más dificultoso porque ellos ya no estaban en la academia. Toda tu mochila estaba preparada, ya sea material escolar o las herramientas suficientes para ser una buena espía.

Hiciste la misma rutina: salir de casa, tomar el tren y llegar a la Academia Kimetsu. Esta vez no te encontraste a Ume afuera de las puertas. Extraño porque solía acostumbrar estar ahí para esperarte. Hoy será una excepción.

Echaste un vistazo al reloj de tu muñeca y viste que solo quedan unos minutos para empezar las clases. Entonces decidiste aprovechar para acercarte a la sala de profesores y entregar los deberes que les pidió el trío de profesores. Ahí empezará tu investigación hacia los maestros. La sala no estaba lejos, solo caminaste unos minutos por el pasillo. Luego procediste en tocar suavemente a la puerta y alguien grita:

—¡Adelante!

Esa era la voz de Kyojuro. Tus dedos tomaron el pomo de la puerta corredera e hiciste acto de presencia. Como sospechabas, ahí estaban los profesores. Solamente ellos tres. No había nadie más. ¡Perfecto!

—Buenos días —saludaste con educación.

—¡Buenos días, ___! —te saludó con mucha energía el profesor de historia.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Sanemi con los ojos puestos en ti.

—Les traigo las tareas que me han pedido como ayudante que soy—dijiste, mostrando tres carpetas—. Pensé que a lo mejor los querían tener ya.

—¡Oh! Sí, así tendré una idea para mi siguiente clase de arte —comentó Tengen.

Con eso dicho, procediste a adentrarte hacia la sala de profesores. El primer documento se lo entregaste a Tengen, quien estaba más cerca de la puerta. Luego, continúaste con Sanemi quien te agradeció asintiendo la cabeza. Por último, fue Kyojuro quien tomó aquella carpeta.

—¡Gracias, sole…! ¡Quiero decir! ¡Gracias, ___!

¿Solecito? ¿Estaba a punto de decirte solecito? El único que te llamaba así era Mr. Fire. Parpadeaste unas cuantas veces intentando pensar con claridad lo ocurrido. Ese dato debería anotarlo en su libreta. Desde esa posición no podía ver con claridad la letra del profesor, pero no tendrá problema porque la primera clase la tendrá con él.

Tanto Tengen como Sanemi miraban a su compañero con los ojos como platos y con cierto nerviosismo. A más de uno le daban ganas de golpear a Kyojuro por casi meter la pata. Este solo reía como queriendo que tú hayas ignorado perfectamente lo que dijo. Esa será una misión difícil.

—¿Le veré en la clase, Rengoku-sensei!

—¡Sin problema!

—Nos vemos.

Te despediste, y cerraste la puerta dejando a solas a los profesores. Querías quedarte detrás para escuchar alguna conversación, pero no pudiste porque se estaban acercando el resto de profesores. Así que decidiste ir a clase para no crear ningún tipo de sospecha. Cuando llegaste, cierta persona te abrazó con mucha fuerza.

—¡Buenos días! ¿Dónde estabas? —preguntó Ume.

—Eso te quería preguntar yo —contraatacaste—. Fui a la sala de profesores para entregar unos papeles a los tres profesores.

—Me atrasé un poco. Bueno, mi hermano Gyutaro me atrasó —confesó—. ¡Pero ya estoy aquí para molestarte!

Como si no te molestase todos los días.

—¿Qué? ¿Te ha gustado mi regalo de cumpleaños?

—Seguiré.

—... ¡¿Estás de broma?!

—No —dijiste.

—¡Oh, Dios! —La cara de Ume se iluminó ante tal noticia—. Tienes la suerte de estar con unos hombres experimentados.

Tuviste la sospecha de que diría eso. Un suspiro salió de tus labios y decidiste tomar una silla para colocarla al lado del escritorio. Todavía la chica te estaba siguiendo.

—Entonces, significa que la experiencia te ha gustado.

—No lo niego —confesaste.

—Ya me gustaría estar en tu lugar.

Seguro que sí, pero sabiendo que ellos buscan a alguien sumisa, Ume era un caso aparte y difícil de manipular. La campana de la academia sonó, alertando a los alumnos de sentarse porque llegará el profesor en cualquier momento. Efectivamente, apareció Kyojuro con una sonrisa de oreja a oreja. El hombre de cabellos cual fuego se acercó al escritorio y te dedicó una sonrisa llena de mucha felicidad. Está era tu oportunidad para investigar un poco el comportamiento de Kyojuro hacia ti. Él empezó a dar ciertas explicaciones sobre el examen que será importante de cara a unas cuantas semanas. Él te estaba dando la espalda. El problema era que no podías abrir su agenda para ver su letra. Cuando quedaste con Mr. Fire te resultó familiar, pero querías corroborar. Kyojuro volvió a su mesa ahora sí abriendo ese pequeño libro para ver cuál será la siguiente explicación.

Él te volvió a dar la espalda y aprovechaste esa oportunidad. Efectivamente, la letra era idéntica a Mr. Fire. Esto tenía cierto parecido a las historias que leíste en Wattpad. No podías creer que Kyojuro fuera Mr. Fire. Si fuera así, ¡eso significaba que has tenido relaciones sexuales con él! No. Necesitas más pistas. Una escritura no valía mucho. Kyojuro se sentó en la silla tranquilamente con la mirada fija en sus alumnos porque les pidió que estudiaran el siguiente tema, antes de realizar unas preguntas. No negabas que era atractivo para tus ojos, además era alguien tierno. Él giró la cabeza notando tu mirada y te dedicó una pequeña sonrisa.

—No he tenido oportunidad de ver el documento, pero cuando llegue a casa le echaré un vistazo.

—No hay prisa, Rengoku-sensei —dijiste con una tierna sonrisa—. Por cierto, ¿antes quería decirme solecito? —preguntaste.

Kyojuro se puso nervioso ante aquella pregunta porque su rostro empezó a sudar.

—L-Lo siento, es que… t-tengo una novia que se parece mucho a ti.

«Ya», una gota de sudor resbaló por tu sien preguntándote si era verdad. Además, si tuviera novia, tendría que tener un anillo en el dedo. No le creías para nada y más aún cuando dijo que te pareces mucho a la supuesta novia, pero preferiste seguir el juego.

—No me ha molestado. Solo me… sorprendió —seguiste hablando a modo de susurro—. No sabía que tenía novia, Rengoku-sensei.

—La conocí hace poco.

—Es raro. Usted no suele tener tiempo para encontrar a alguien.

—No subestimes el poder del amor.

Con Kyojuro vas a tardar demasiado en averiguar e investigar, pero no te darás por vencida.

Siguiente clase con Uzui Tengen, el profesor extravagante de la academia. Este no paraba de mascar chicle en la clase, mientras observaba a cada uno de sus alumnos pintar con claridad. Tú solo te dedicabas en averiguar alguna pista de él. Tal vez tendrás que indagar un poco más. Al menos el profesor te estaba dando la espalda, sin embargo, todo eso cambió cuando él se giró para dedicarte una sonrisa. Un escalofrío recorre tu cuerpo. No sé si debería preocuparte por eso. No has tenido ninguna oportunidad en indagar un poco sobre él porque ha estado caminando de un lado para otro.

Hora del descanso porque la siguiente clase iba a ser dura para cualquier alumno y estábamos hablando de Shinazugawa Sanemi. Ese hombre no iba a tener piedad con ninguno de ellos, salvo contigo. Eras la única a quien respetaba, aparte de otras chicas, por supuesto. Estabas caminando por el pasillo con Ume para ir directas hacia el comedor a comer algo, antes de empezar el resto de clases que quedan.

Cuando giraste a mano izquierda, te chocaste con algo o con alguien. Te querías disculpar, pero sentiste temor hacia esos ojos rojos como la sangre. Era un hombre medianamente alto y de cabellos negros y rizados. Diría que era alguien muy atractivo, pero intimidante. Él estaba sorprendido, como si te hubiera visto en alguna parte.

—D-Disculpe, no era mi intención chocar con usted —hablaste con educación.

—No, acepte mis disculpas —retractó. Toda tu piel se erizó al escuchar su voz varonil—. Debí tener cuidado sabiendo que a estas horas los alumnos salen de sus clases.

—S-Sí…

—¡Oh, Dios! —exclamó Ume—. ¡Es Kibutsuji Muzan! ¡Es usted muy guapo en persona!

Cuando Ume pronunció su nombre, todas las chicas presentes de aquel pasillo casi le iban a dar un paro cardíaco. Ah, ahora caíste. Se escuchaba rumores que Oyakata-sama y él eran parientes lejanos, y solía venir para hacer negocios con su archienemigo. A Muzan no le agradaba escuchar tantos suspiros a su alrededor. Esa mirada que dedicaba era como si quisiera matar a alguien, sin embargo, se centró en ti y se tranquilizó un poco esbozando una pequeña sonrisa.

—¿Puedo saber su nombre, señorita?

—... ___ ___. —Ese hombre imponía demasiado.

—Acepte mis disculpas, ___ —dijo, tomando tu mano para depositar un beso en tus nudillos. Sus labios estaban un poco fríos—. Espero volverla a ver pronto.

Dicho eso, Muzan siguió con su camino siendo seguido por su guardaespaldas para que nadie se acercara a él. Definitivamente, ese hombre era tan guapo que hasta tus mejillas se tornaron rosas. No lo sabes, pero esa persona tenía un aura que te resultaba familiar. No, a lo mejor eran especulaciones tuyas.

Después del almuerzo, tocó la inesperada clase de Sanemi. Te preguntabas si con él te será fácil encontrar alguna pista o alguna sospecha sobre su comportamiento en ti. Eso lo descubrirás pronto. Como siempre, el profesor de matemáticas entró con una mala leche bestial que casi le lanza una tiza a algún alumno. Menos mal que tú estabas en la mesa del profesorado.

Sanemi les dijo que no iba a tolerar ningún fallo en los cinco ejercicios que marcó para corregirlos en treinta minutos. Todos y cada uno de los alumnos no levantó cabeza. Cuarto curso siempre lo pasaba con él con este hombre. Luego él se sentó en la silla con los brazos cruzados y mirando al frente. Creo que tampoco tendrás la oportunidad de averiguar un poco sobre él, y más aún si está con malas pulgas.

De pronto, con cierta torpeza, se te cayó el lápiz al suelo. Lo peor de todo era que estaba debajo de la mesa. «Mierda», farfullaste para tus adentros. Con mucho cuidado echaste la silla para atrás para no hacer ruido y luego proseguiste en agacharte para coger la herramienta de escribir. No tuviste más opción que ponerte en cuatro para alcanzarlo debidamente.

¡Genial! Ya lo tenías en tus manos. No obstante, cuando decidiste volver, tus ojos por inercia se quedaron fijos en la entrepierna de Sanemi. ¿Eso era un bulto? Te sonrojaste de golpe y, sin querer, te diste un buen golpe en la mesa. Saliste de ahí abajo con un dolor de cabeza increíble que llevaste las manos a la zona afectada.

—¡¿Qué estáis mirando?! —gritó.

Todos levantaron la cabeza para saber lo ocurrido, pero se asustaron al escuchar la voz de Sanemi y volvieron a la posición de antes.

—¿Estás bien? —te preguntó con calma.

—S-Sí, solo que no medí la distancia —dijiste, intentando no mirar al profesor porque tus mejillas estaban sonrojadas.

Sin embargo, era demasiado tarde porque la mirada de él estaba fija en ti. Tú solo te limitaste a centrarte en la tarea. O eso intentabas porque no parabas de pensar si se palmó viéndote agachada en esa postura o ya estaba así desde un principio. Podrías utilizar el poder del coqueteo, pero no eras Ume. No se te daba bien esas cosas. Mejor ignorar y seguir con los ejercicios.

La tortura acabó. Hoy no ha sido tu gran día de espía. Ha sido todo un fracaso, aunque tomaste algunos apuntes para indagar un poco sobre el comportamiento de los profesores. Te queda un largo curso para descubrir la gran verdad. De repente, cuando saliste de las puertas de la academia, un sonido de una moto te llamó la atención.

Era el hermano de Ume: Gyutaro. El chico estaba montado en una moto. Tenía que salirle un ojo de la cara. Él te miró por un buen rato. Esa mirada te estaba poniendo un poco nerviosa, pero menos mal que hizo acto de aparición tu mejor amiga para abrazar a su hermano.

—¡Onii-chan! ¡Has venido a recogerme!

—Si fuiste tú quien me mandó un mensaje, que no querías caminar hasta casa —recalcó el muchacho.

—¡Cierto! Y te lo agradezco mucho.

Gyutaro era otro misterio porque recordaste que ayer él no paraba de mirarte junto con sus otros dos amigos. Ahora no podías hacer gran cosa porque él se iba a marchar junto con su hermana Ume.

—Perdona si no podemos alcanzarte a tu casa, ___.

—Ah, no te preocupes por eso, Ume. Estoy acostumbrada a coger el tren.

—Vine con Kaigaku.

—¿Eh? —La cara de Ume lo decía perfectamente.

—Había quedado con él hasta que mandaste el mensaje, simplona. —El nombrado hizo acto de aparición también con su moto—. Así que me debes una.

—¿Y dónde estabas?

—Intentando ligar con alguna colegiala —dijo—, pero no tengo tanta suerte.

—Bueno, yo me voy —dijiste con la mano alzada.

—¡Espera! —Ume te detuvo—. Hay dos motos, lo que significa que uno de ellos te puede llevar.

—No quiero ser una molestia.

—Kaigaku alcanzas a mi hermana —mencionó Gyutaro, o más bien fue una orden—. Y como vuelva, espero que no estés porque ya sabes la última vez que pasó.

—¡Espera! ¡¿Por qué con ella?! —Kaigaku no estaba conforme.

—No quiero dar explicaciones. Y tú tampoco me preguntes nada.

—Jo, vale. —La peli-blanca hizo un puchero.

Gyutaro se giró un poco para sacar del maletero un casco extra y te lo extendió. ¿Ibas a montar en la moto del hermano de Ume? Él hizo hincapié con la cabeza para que te subieras de una vez. No obstuviste más opción. Así que te aproximaste, mientras te ibas poniendo el casco y te montaste, agarrando la cintura del mayor. Todo listo para arrancar. Fue difícil acostumbrarte al ruido de la moto porque el motor era potente en comparación con algunos coches.

Pensaste que iba a ir rápido porque Ume solía decirte que Gyutaro era salvaje con la moto. Un chico libre que le gustaba incumplir las normas de la carretera. Pero esta vez fue una excepción. Contigo iba con mucho cuidado: parándose poco a poco en el cede del paso, en los semáforos, en los stops… Oh, sí, le dijiste dónde vivías para que él tuviera idea.

Tu cabeza estaba en su espalda para estar más cómoda. Cierto olor impregnó sus sentidos. Era bastante fuerte, casi nauseabundo, pero no lo suficiente como para desmayarte. «Creo que se echó mucha colonia», pensaste. Pero el olor del perfume te resultaba familiar. Con los ojos cerrados intentabas averiguar y cierta imagen de un hombre te vino a la cabeza: Mr. Venom. Abriste los ojos de par en par para verlo desde la posición en que estabas. No. Imposible. Cualquier hombre podría echarse la misma colonia que él.

Veinte minutos pasaron y ya estabas enfrente de tu casa. Lentamente ibas bajando de la moto notando tus muslos un poco extraños. Te quitaste el caso y él hizo lo mismo. Aún sentías curiosidad por esas manchas de su rostro. No le preguntaste a Ume porque será algo personal de él. Le dedicaste una pequeña sonrisa.

—Gracias por haberme traído. No tenías que haberte molestado.

—Era lo menos que podía hacer. Además, eres la mejor amiga de mi hermana.

—Pensaba que ibas a ir muy rápido.

—Si hago eso, era posible que Ume me echara una bronca de la buena —recalcó—. Y seguramente que no estás acostumbrada a subirte a una de estas preciosidades.

—La verdad es que no y te lo agradezco porque te hubiera pedido que me dejases en la calle —confesaste.

Gyutaro rio ante ello imaginándose la situación. Cierto silencio incómodo se creó entre vosotros. No tienes que perder la oportunidad. Sé una buena investigadora. ¿Qué haría Ume cuando está delante de un chico? ¿O que escribirían tus escritoras favoritas de Wattpad? ¿O qué decidirán las lectoras en la caja de comentarios? ¿Qué harías tú?

—Bueno, será mejor que vuelva antes de que me encuentre algo indebido en la casa.

—¡E-Espera!

El chico te miró, captando tu atención. Entonces hiciste lo siguiente: colocaste el dorso izquierdo en tu boca, dejando que tu brazo presionara un poco tu pecho, y la otra agarrando tu falda tirando un poco hacia abajo. Miraste hacia a un lado con las mejillas coloradas para mostrar vergüenza y timidez.

—Q-Quisiera saber si… te gustaría… quedar… conmigo —tartamudeaste.

Cuando tus ojos brillantes de color (c/o) lo miraron, la cara de Gyutaro era de asombro y con la boca abierta. Toda su cara estaba roja y su cuerpo empezaba a temblar, temiendo que la moto iba a caer en cualquier momento. Esa postura tímida, sumisa e inocente nunca fallaba porque era la debilidad de cualquier hombre. El chico desvió la mirada no queriendo tomar contacto visual contigo.

—¿P-Por qué una chica linda como tú quisiera quedar conmigo? Soy horrible.

—Q-Quisiera conocerte, Gyutaro.

Si tú supieras lo que se le pasaba por la cabeza al pobre muchacho. Él era Mr. Venom. Cuando te vio ayer en el restaurante nunca se imaginó que tú fueras la amiga de su hermana pequeña. Eso mostraba que podía estar cerca de ti sin necesidad de ser Daddy en un día o dos. Entró en esa empresa por puro fetichismo y aburrimiento. Verte a ti y estar completamente sumisa y a su merced, despertaron en él ciertas emociones que nunca creyó experimentar.

Ahora estaba en una situación que no podía creer. Tú estabas pidiéndole salir. No como Mr. Venom, sino como Gyutaro. Esta oportunidad no se le debe escapar de las manos. Los otros seis se le adelantarían si no hacía algo. Entonces el chico esbozó una pequeña sonrisa para luego mirarte.

—Bueno, si estuviera mi hermana, me estaría pidiendo que acepte.

—¿Eso es un sí?

—¿Cuando lo tienes libre? —preguntó. Sabe perfectamente que tú eras quién decidía cuando tener la cita con los Daddies.

—¿Te parece bien el sábado por la noche? Podríamos… ir al cine, por ejemplo.

—¿Y escuchar a esas niñas tontas gritar en medio de una película de miedo? Eso suena divertido —rio.

—Y-Yo no dije que fuera una película de terror, exactamente —aclaraste.

—Igualmente, suena divertido. ¿Me dejas tu número para estar en contacto? —preguntó, sacando su teléfono.

No te negaste. Gyutaro guardó tu número y luego os despedisteis. ¡Bien! Parece que funcionó. El arte del coqueteo no andaba mal. Eso deberías usarlo mañana con los profesores para sacar más información. Ahora a hacer los deberes y a descansar debidamente.

¡Esto promete!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top