Capítulo 2. Mr. Demon

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

Ya estabas enfrente del edificio. No había marcha atrás. Tus dedos tituteaban, sosteniendo con fuerza el papel que te entregó Ume hace unas buenas horas. Tragaste saliva preguntándote si fue buena idea o no. Tú observabas con detenimiento mujeres y hombres salir del lugar. Oh, vaya, también habían homosexuales que deseaban experimentar este fetiche. Tus pies se movieron por sí solos tentada a entrar en ese mundo que muchas veces leíste en Wattpad.

Las puertas se abrieron dejándote paso y no evitaste impresionarte. Las paredes eran de un color anaranjado suave que constrataba a la perfección la luz del edificio. Un mostrador grande se presentaba ante ti con varias personas trabajando. Por detrás muchos ascensores te esperaban para subir en ellas. Miraste alrededor para ver que estaba decorada con muchos cuadros, plantas y asientos. 

Tú avanzabas con pasos inseguros hacia el mostrador aprovechando que no había nadie. Una chica de cabello corto y moreno, y ojos color anaranjado estaba atendiendo el teléfono. Un dedo levantó refiriéndose a que esperases un segundo. Estabas un poco ansiosa. Cuando terminó la chica con la conversación telefónica, te miró con una gran sonrisa.

—¡Bienvenida a Kimetsu’s Corporation! Mi nombre es Susamaru. ¿En que la puedo ayudar?

—Buenas tardes —tartamudeaste algo nerviosa—. Vine porque una amiga me entregó esta carta y tenía cita hoy. —Extendiste el brazo para mostrárselo a la chica.

—¿La señorita ___ ___? —Asentiste—. ¡Nos alegra conocerla! Estábamos esperando su llegada para que rellenara toda la documentación necesaria antes de comenzar con la cita. Por favor, tome asiento y enseguida estaré con usted.

Tu cuerpo se giró por inercia acercándote a uno de los asientos disponibles. Siendo cotilla observaste a las chicas que estaban esperando su turno, impacientes de que sea su hora de ser atendidas. Un escalofrío recorrió por tu cuerpo no queriendo imaginar cuando llegaría ese momento. Un movimiento notaste hacia adelante y ves que la muchacha llamada Susamaru se sentó a tu lado con una gran cantidad de papeles. Te pusiste más nerviosa.

—Señoria ___, cómo es la primera vez que viene a nuestras instalaciones, le puedo ofrecer una oferta gratis que consiste en estar una semana con siete de nuestros mejores Daddies. —Tus ojos se pusieron como platos al escuchar esa palabra numérica—. Cuando termine, usted decidirá si continuar o no. La corporación aceptará la decisión que tome.

—Eso… me alivia bastante.

—Si acepta esta oferta, hoy mismo tendrá la oportunidad de conocerlos a todos. Ya después, quien lidere ese grupo, estará con usted a solas —prosiguió—. Mañana estará con otro y así sucesivamente hasta que se complete la semana.

—¿Estáis abierto todos los días?

—Todos los días a las veinticuatro horas. —¡Casi te da un paro cardiaco!

—¿Los trabajadores no descansan? —preguntaste incrédula.

—Trabajan ocho horas. Algunas por la mañana, otras por la tarde, por la noche… Y así sucesivamente. —Que locura—. Antes de pasar a la cita deberá rellenar este formulario. Ahí mismo tendrá la información y las instrucciones de nuestra empresa. Yo le entregaré una copia para que lo tenga en mano. Ahora le dejo tranquila. Oh, ¿trajo consigo la tarjeta?

—Sí. —De tu mochila buscas la tarjeta que guardaste en tu cartera para no perderla—. Aquí la tiene.

—¡Muy bien! Cuando rellene el formulario, se acerca al mostrador para indicarle la planta y el número de la puerta.

Susamaru se levantó para dejarte a solas a que rellenes el formulario con suma tranquilidad. Revisaste las hojas sorprendiéndote la cantidad. «Pobres árboles», pensaste con un suspiro saliendo de tus labios. Empezaste a leer detenidamente.

«Kimetsu’s Corporation te da la bienvenida.

Antes de comenzar a rellenar el formulario, por favor, debe leer las instrucciones y si está de acuerdo con ellas. Si es así, el contrato se rompe y no podrá disfrutar de esta gran experiencia.»

Al menos te dejan leer las instrucciones, aunque ya tienes algunas reglas en mente. Leer mucho en Wattpad estaba afectando a tu pobre cerebro convirtiéndolo en una máquina de perversidad descontrolada.

«Instrucciones en Kimetsu’s Corporation:

1. Al empleado debes llamarlo Daddy.

2. Debes obedecer a Daddy en todo momento, él sabe lo que te conviene.

3. Si hay algo que no te guste, debes comunicárselo. La comunicación es muy importante entre ambos.

4  Siempre tiene que haber respeto mutuo entre el cliente y Daddy.

5. Si Daddy dice “no”, debes aceptarlo, sino recibirás un castigo.

6. Tienes que ir siempre con la verdad. Si Daddy descubre que le has mentido, te castigará.

7. Cuando deseas algo, como comer un dulce, debes pedir permiso a Daddy.

8. Debes acurrucarte con Daddy durante treinta minutos.

9. Si necesitas cariño, él te lo concederá y él te pedirá lo mismo.

10. Cuídate de ti mismo cuando Daddy no está.

11. Si Daddy te lastimó sentimentalmente, debes comunicárselo.

12. Si has roto alguna de estas reglas, díselo.»

Como sospechaste. Una empresa dedicada a practicar este fetichismo. Tu cara estaba completamente roja de la vergüenza. «Mataré a Ume, lo juro», pensaste para ti misma continuando con la dichosa lectura y aceptaste los términos de las instrucciones y firmaste dando tu consentimiento. Luego estaban las típicas preguntas de cualquier formulario: tu nombre y apellido, edad, fecha de nacimiento, dónde vives, si estás estudiando y en qué, si trabajas o no, si tienes coche propio.

Pero ya las siguientes casi te daban ganas de arrugar el papel y mandarlo todo a la mierda. Cuántos novios has tenido, cuándo tuviste tu última relación, si aún sigues siendo virgen… Un tic de nerviosismo hizo acto de aparición en tu ojo. Entonces leíste la anotación de abajo:

«Por favor, sé sincera con lo que vaya a responder. Nuestros empleados prefieren saber la verdad de sus clientes antes de averiguarlo por ellos mismos, o sino se romperá el contrato».

Matarás a Ume. Te lo repetías una y otra vez. No tuviste otra elección que responder a las preguntas y firmar en todas las hojas dando tu consentimiento completamente. Solo esperabas que el trato sea amable porque lo matarías, importando poco si era un Daddy o quien coño sea. Todo el papeleo estaba listo por lo que te levantaste de tu sitio para acercarte al mostrador. La morena te dedicó una sonrisa y cogió los papeles para verificar que esté todo correcto.

—Informarle que ya avisé a los Daddies —dijo, levantándose de su asiento—. Voy a acompañarla hasta el quinto piso.

Menos mal que no era en la última porque ya se estaría muriendo. Odiabas los dichosos ascensores. Te daba claustrofobia. Recordaste ese momento de niña cuando te quedaste encerrada y estuviste durante una hora pidiendo ayuda. Tu madre debía de estar cuidándote en aquel entonces, pero no estaba en sus mejores condiciones. Susamaru apretó el botón donde las puertas se abrieron y ambas entraron ante el estómago del edificio. Al menos el ascensor era un poco amplio y tenías a alguien a tu lado.

Quinto piso. Ya se estaban acercando a un peligro inminente y no podías dar marcha atrás. Susamaru se quedó enfrente de una puerta con el número 505 y sacó consigo tu tarjeta para pasarla al lector de tarjetas. La puerta corredera se abrió automáticamente.

—Cada vez que nos visite, tendrá que presentar la tarjeta para darle acceso a una de las puertas que podemos ofrecerle —explicó la chica—. Cuando termine la sesión, deberá volver a acercarse al mostrador para entregarle la copia. Esté bien cómoda. Enseguida recibirá a los Daddies.

Susamaru dio una pequeña reverencia para retirarse y dejarte sola en esa habitación tan espaciosa. Un gran lujo de sábanas blancas y rojas te incitaban a acostarte en ella. También había un armario enorme de madera que combinaba a la perfección las paredes blancas. A la izquierda te encuentras una salida hacia el balcón que te entra curiosidad en echar un vistazo y ver el paisaje de los edificios grandes de la ciudad. Una vista maravillosa para tus ojos.

Luego fuiste hacia el otro lado para ver un baño con una bañera, una ducha y ¡¿un jacuzzi?! Oh, por dios. Ni que fueras a tomarte un buen baño ahí, ¿o sí? Ya no estabas segura de ello. Ahora volviste al centro y decidiste sentarte en la cama para esperar pacientemente a los empleados de esta compañía. Siete. Una semana. Ibas a matar a Ume. Cuando la veas mañana, la cogerás del cuello y lo sacudirás con rabia. Y una cosa pasó por tu mente, ¿cómo serán esos hombres? Cierta curiosidad provocó que te mordieras el labio porque seguramente serán atractivos.

Un rato pasó y la puerta se abrió justo en ese instante. Tu cuerpo se tensó cuando viste a los siete entrar con pasos seguros hacia ti. Tragaste saliva con puro nervio. Uno de ellos, quien estaba en el medio, tomó una silla que se ubicaba al lado de la puerta para acercarla y colocarla enfrente de ti. Se sentó y el resto se mantuvo de pie con los brazos cruzados hacia atrás. Cada uno portaba una máscara y sus cuerpos estaban cubiertos por ropas para no mostrar nada para que no sean reconocidos. Unos hombres misteriosos.

El chico del medio tiene una estatura media y su máscara representa el mismo demonio. Daba hasta miedo. Volviste a tragar sintiendo la garganta seca y analizabas con miedo al resto. Hojas escuchabas y era ese hombre que estaba mirando el formulario con detenimiento. Solo cruzabas los dedos para que no leyera la parte en que eres virgen, pero no escaparás tan fácilmente.

—Señorita ___ ___, ¿verdad? —Su voz causó que te helaras. Estaba distorsionada por un aparato para que tampoco sus voces sean reconocidas.

—S-Sí —tartamudeaste. ¡Mierda!

—Mayor edad. Recién cumpliste los dieciocho. Eso está bien, ya que solo admitimos a personas adultas, aunque todavía tienes un rostro jovial y de niña. Sin embargo, me gustaría que nos enseñase su tarjeta identificativa para corroborar los datos.

Tu cabeza se movió automáticamente buscando en tu mochila la cartera nuevamente. Uno de ellos, el de la máscara de demonio con llamas a su alrededor, se acercó para que entregaras la documentación. No te opusiste. Él volvió para dárselo al hombre y comprobó entre sus manos si el identificador era verdadero o falso.

—Todo en orden —dijo. Te devolvieron tu documentación—. Lo hacemos para comprobar que su tarjeta identificativa sea real. Hemos tenido ciertos problemas de clientes haciendo tarjetas falsas para entrar a este sitio.

—Veo que usted… tiene experiencia.

—Sé diferenciar de uno real a uno falso —comunicó—. Continuando con el informe veo que es virgen de pies a cabeza. ¿Está esperando a la persona adecuada para casarse?

Eso te hizo gracia.

—Como si alguien estuviera interesado en mí. Y no esperaría el matrimonio para tener relaciones sexuales.

—Cuidado con el tono de voz que vaya a emplear con nosotros, baby. —Esa palabra provocó cierto escalofrío en todo tu cuerpo y te sonrojaste a más no poder. 

—Lo siento… —ibas a continuar, pero te detuviste pensando si era correcto decirlo. El contrato lo decía—, Daddy.

Te fijaste que cada uno de ellos se movió un poco, como si hubieran recibido una dosis de droga. Tu cuerpo se encogió ante aquello. Esto era peor que leyendo Wattpad.

—Mi nombre es Mr. Demon —habló, rompiendo ese momento incómodo—. Soy el cabecilla de este grupo. De derecha a izquierda. Mr. Sound, Mr. Wind, Mr. Fire, Mr. Soryu, Mr. Venom y Mr. Ice. Como ves, mantenemos oculta nuestra identidad y cubrimos nuestros rostros y cuerpos para mayor seguridad. No queremos que nuestras babys nos reconozcan por la calle.

—Es entendible.

—Esta es tu semana de prueba con nosotros —siguió hablando—. Empezarás hoy conmigo.

Todo tu vello se erizó al escuchar eso. Entonces el resto hizo una pequeña reverencia para despedirse de ti y retirarse de aquella habitación. Tú y Mr. Demon a solas. Cierto miedo invade tu cuerpo no sabiendo perfectamente. Tal vez quedarte quieta sin hacer nada. Mr. Demon se levantó de su asiento dejando el formulario en la silla para avanzar hacia a ti. Fragancia de hombre llegó a tus fosas nasales. Un olor capaz de embriagarte y llevarte a todos los extremos. 

—Estás vestida en buenas condiciones —habló, agachándose para estar a tu altura—. ¿Tendrás la piel suave, baby? —preguntó, colocando su dorso en tu rodilla derecha muy cerca de tu muslo.

—N-No lo sé —tartamudeaste.

—¿No lo sé?

—No lo sé, Daddy.

—Tendrás que acostumbrarte a llamarme de esa manera. Lo dice bien en el contrato.

Esto tenía que ser una broma. No tenía que ser real y estaba pasando. ¡Y no en la ficción! Esto era la vida real. Esa mano ascendió lentamente causando ciertas cosquillas y movimientos eróticos que provocaron algún que otro suspiro. Estabas segura que detrás de esa máscara estaba sonriendo Mr. Demon. Hizo el mismo procedimiento con el otro miembro. No resististe en acostar todo tu cuerpo en la cama dejando que ese demonio siguiera tocándote, incluso se colaban entre tus faldas para tener mayor acceso. Te mordías el labio con ganas de que te tocase ahí porque sus manos, cubiertas por esos guantes blancos, eran una maravilla. Sin embargo, esa magia se rompió creando cierta frustración en tu ser.

Mr. Demon se sentó para acostarse de un lado y seguir con las caricias en tu rostro. Tú intentabas averiguar el tono de sus ojos a través de esa máscara, pero era muy difícil. Él hacía todo lo posible para distraerte y que solo te centraras en sus mimos. Sus dedos rozaban con sutileza tus pómulos sonrojados y llegó a tus labios tirando un poco de ellos. De alguna manera escuchaste un sonido de satisfacción. Te sonrojaste aún más. Qué vergüenza. Y pensar que estaba sucediendo en la vida real. 

—Tienes una estructura ósea magnífica, baby —irrumpió el silencio. Escucharlo tan cerca te provocaba emociones que nunca sentiste en ningún hombre.

—G-Gracias —respondiste con timidez.

—¿Te acuerdas de la regla número ocho?

—Estar acurrucado con Daddy durante treinta minutos.

—Veo que te lo has aprendido de memoria, baby.

—Conozco este… mundillo —confesaste.

—Ah, ¿sí? —Esa pregunta era una muestra de curiosidad, mientras tomó un mechón de tu cabello para jugar con él—. ¿Puedo saber cómo?

—¿Conoce la aplicación Wattpad? —Tu cabeza se giró para mirarlo y él asintió levemente. ¡Eso no te lo esperabas!

—Una aplicación muy famosa para jóvenes como tú —rio bajito.

No dijiste nada por la mera vergüenza que invadió todo tu rostro. Te quedaste mirando por un buen rato intrigada que escondía debajo de la máscara. Su voz modificada le daba un toque varonil y ruda. ¿Cómo será la real? Querías tocarle el rostro, pero no podías hacer nada. Solo te limitaste a obedecer las órdenes de Mr. Demon. Un dedo colocó el hombre en tu barbilla para descender lentamente pasando por su clavícula y se quedó en la camisa que estaba un poco abierta. Con cierta destreza desajusta un poco su corbata de uniforme para quitárselo y que tuviera cierta liberación. Con ella empezó a hacerle cosquillas con la punta de tela por su rostro, ella no dejaba de reír y evitaba todo lo posible su contacto, incluso ponía los brazos en su rostro.

—¿Te he dado una orden de mover tus brazos? —preguntó a modo de susurro.

—L-Lo siento, Daddy. Fue una reacción.

—Te lo perdono porque estás aprendiendo.

Los treinta minutos pasaron y Mr. Demon se levantó de la cama para caminar en dirección hacia el gran armario. Tú le seguiste con la mirada; sentías curiosidad en saber lo que había dentro porque no tuviste la oportunidad. Cuando abrió las puertas, deseabas que la tierra te tragara. Un montón de vestidos, látigos, esposas, juguetes sexuales… ¡Estabas echando humo por las orejas cual locomotora! Él estaba buscando un objeto entre los cajones. Tragaste saliva preguntándote qué será porque él dejó de buscar y volvió hacia ti. Esta vez atrapó tu cuerpo colocándose encima de ti con las rodillas, situándolas en tus caderas. En sus manos tenía sujeto un pequeño vibrador. Te mordiste el labio tentada. Grave error. Sus dedos se posaron en tu mandíbula para apretarla y obligarte a abrir un poco la boca.

—No hagas eso. Es una debilidad para nosotros. —Vaya, una información interesante—. Voy a proceder a desabotonar tu camisa, ¿si?

—Sí, Daddy.

Y así hizo. El procedimiento fue lento y tortuoso para ti. No parabas de suspirar. Ya deseabas que se te quitara los guantes para sentirlo más. Pero ¿qué cosas estabas diciendo? Parecía que lo estabas disfrutando. Y no lo negabas. De pronto, escuchaste un sonido de algo vibrar. El pequeño vibrador ya empezaba a tener movimiento y Mr. Demon lo colocó en su clavícula. Cierto estremecimiento provocó en todo tu ser que todo tu vello corporal se erizó. Ese vibrador iba creando un camino hacia tus pechos descubiertos, pero escondidos aún por esa prenda de encaje. Mr. Demon realizó pequeños círculos alrededor de tu pezón viendo cómo se erizaba a través de esa tela. Tú gemías por lo bajo agarrando con firmeza las sábanas temblando ante esa sensación excepcional.

Mr. Demon disfrutaba de tus muecas. Diría que le fascinaba porque le excitaba de alguna manera. Hizo el mismo procedimiento con el otro pezón. No iba a llegar a más allá porque era virgen aún. Ella no le dio su consentimiento. Respetaría tu decisión hasta que llegase el momento, pero eso no dejó de lado la curiosidad de levantar tu falda y ver tus bragas ya mojadas por esa provocación. Escuchaste reírse.

—Veo que tenemos a una baby receptiva —dijo. El pequeño vibrador se colocó por encima de esa prenda y gemiste bajito—. Ver esto me provoca cierta urgencia, pero no profanaré tu himen hasta que me concedas el permiso. ¿Quién sabe? A lo mejor te lo arrebatará mis otros compañeros, pero me sentiría feliz si me lo entregases.

D-Daddy —gemiste, estando en la cúspide del cielo.

—Eres una niña buena, baby —susurró cerca de tu oído—. Gime para mí. Libera toda esa energía placentera.

Esas palabras eran capaces de hacerte gozar de esa experiencia inédita. Él continuó presionando el vibrador en tu clítoris, donde un gemido fuerte emitiste. Tus piernas temblaban cual gelatina. Seguías agarrando con firmeza las sábanas a punto de desvanecer al cielo por completo.

—Tus gemidos son preciosos —siguió hablando. Su voz hipnotizaba todos sus sentidos—. ¿De verdad que nunca tuviste la oportunidad de experimentar? —Tu boca estaba casi bloqueada por los gemidos que solo moviste la cabeza a modo de negación—. Eres una chica hermosa con algo de carácter, pero cambia a una sumisa y que obedece en cada momento mis necesidades.

¿Por qué su voz era capaz de dejarte anonadada? Ojalá pudieras ser besada por ese hombre. Entonces, te sorprendiste que él metiera la mano en la prenda para dejar el vibrador ahí. Esto era una tortura. Mr. Demon tomó tu corbata y cubrió tus ojos con ella dejándote ciega por completo. Indefensa estabas. Solo te limitabas a escuchar a tu alrededor. Cierta presión sentiste al lado izquierdo preguntándote que era. La fragancia de un perfume caro captó tu atención. ¿Se habrá quitado la máscara?

Efectivamente. Unos labios se posaron por la zona de tu cuello iniciando un camino de besos húmedos. Eran fríos. Una sensación extraña y agradable al mismo tiempo. Entre eso y la estimulación de tu clítoris estabas en la bendita gloria. Te incitaba a quitarte la corbata para verle la cara, pero te detuviste por miedo a recibir un castigo severo. Las puntas de sus cabellos rozaban todo tu rostro provocando cierto cosquilleo. Tu respiración chocaba en tu cara. Un aire caliente que mostraba signos de excitación máxima.

Una corriente eléctrica un tanto desconocida estaba apareciendo en tu columna vertebral e iba descendiendo lentamente hasta tu intimidad. Ibas a tener un orgasmo en ese momento. 

—Te doy permiso para que te corras, baby —susurró.

Y lo liberaste completamente porque sentiste que eso fue una orden directa de Mr. Demon. Tu cuerpo temblaba a cada momento. Ese fue el orgasmo más intenso que has tenido en la vida. Él te retiró la prenda no dándote la oportunidad de ver su rostro. Tus mejillas estaban sonrojadas y jadeabas. Él quitó el vibrador de tus bragas para apagarlo.

—Lo has hecho muy bien —dice, acariciando con mimo tu rostro y tu cabeza, como una niña pequeña—. ¿Cómo te sientes?

—Acalorada.

—Normal, todavía tienes que acostumbrarte a ello.

—Yo le quería preguntar una cosa —comentas. Un rubor en tus mejillas apareció, observando como Mr. Demon iba abotonando tu camisa y te colocaba la corbata.

—Adelante, baby.

—¿La sesión cuánto dura?

—Depende. —Eso te creó intriga—. Algunas sesiones pueden durar una hora, dos… Muchos de nosotros está buscando a su baby perfecta. Una joven capaz de satisfacernos en todos los sentidos. Yo estaría doce horas seguidas si hiciera falta.

No evitaste pensar en todas las cosas que te pudiera hacer en todas esas horas. No te dejaría respirar por un segundo. Saliva tragaste al tener la garganta seca. Él simplemente ríe bajito viendo tu rostro impresionado por la información.

—Tú tienes ciertas características que me llaman mucho la atención —continuó hablando, acariciando el contorno de tu mandíbula—. No haremos nada sin tu consentimiento, como quitar tu virginidad. Queremos que estés lo más cómoda posible.

—E-Eso me alivia —confiesas.

—La sesión ha acabado. A mí me encantaría seguir, pero acabas de empezar y tenemos que ir poco a poco contigo. Te sugiero baby que sigas con nosotros.

Eso te sorprendió bastante.

—¿Por qué?

—Como ya te dije tienes ciertas cualidades que me atraen mucho. Tal vez seas la baby que yo andaba buscando. Una chica con carácter, pero se vuelve tímida delante de mí. Te prometo que vas a disfrutar muchísimo si continúas.

No estabas segura de ello. Si era verdad que nunca pensaste que llegarías a esto, pero parecía que el destino te estaba poniendo las cosas en bandeja. Mr. Demon se levanta de la cama y ofrece su mano para ayudarte. No lo negaste. Él rodeó su brazo en tu cintura para tener más cerca. ¿Eran cosas tuyas o estabas notando algo duro bajo tu vientre? Te quedaste callada. Tampoco querías que pensase que eres una pervertida.

—Perdona, no pude contener mi mayor pecado ante tus gemidos —se sinceró. Sus dedos finos tomaron un mechón de tu pelo para jugar—. Solo con tocarte, ya me he puesto así.

—L-Lo siento, Daddy —te disculpas.

—Mírame a los ojos, baby —te ordenó, tomando tu barbilla—. Cuando pronuncias eso, me gusta que me miren a la cara. Así sabré si me deseas demasiado. —Un dedo posó en tu labio inferior tirando hacia abajo. Si no fuera por la máscara, te hubiera besado así sin más—. Mañana tendrás sesión con Mr. Sound.

Mr. Sound. Te acordaste de su máscara. Idéntica a la de Mr. Demon, pero esta estaba pintada de diferentes colores, como si hubiera hecho algunas pintadas. Uzui Tengen estaría orgulloso del artista.

—Te dejo para que te alistes y recuerda ir abajo al mostrador a recoger la copia. Que tenga una buena tarde, baby.

«¿En qué lío me he metido?».

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top