Capítulo 14. Rengoku Kyojuro

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

La decisión: convivir un día por la tarde noche con los siete hombres.

Una locura, ¿verdad? Pero fue una decisión que tomaste junto con el resto de los Daddies porque cada uno tenía un interés hacia tu persona. Algunos por tema sexual y otros con interés de tener una relación como pareja. Ya contaba desde hoy, es decir, vas a dormir esta noche con Rengoku Kyojuro para comprobar si tienes que vivir con él o no.

Cuando se marcharon todos ellos, el profesor de historia dio un suspiro de alivio sentándose en el sofá. Una gota de sudor iba resbalando por tu sien entendiendo que esto fue bastante intenso. Decidiste hacerle compañía.

—Perdona. Sé que no debería haberlos dejado entrar.

—No te preocupes. Me imaginé que vendrían para pedir alguna explicación y un tipo de solución.

Con cierta timidez apoyaste la cabeza en su hombro notando su calidez a lo que él respondió alzando el brazo para acariciar tus cabellos. Ese toque tierno era único en Kyojuro. La verdad que este trato te gustaba muchísimo. Cierras los ojos para centrarte más en él.

—¿Te parece si vemos alguna película? —te preguntó.

—Para eso vine, ¿no? —reíste por lo bajo.

Él hizo lo mismo con una sonrisa de oreja. Kyojuro se levantó para dirigirse hacia la cocina porque iba a preparar las palomitas, mientras te dio permiso para zapear por Netflix y encontrar una película. La verdad no había gran cosa. No te llamaba las películas de terror, aunque a Kyojuro le haría gracia que estuvieras abrazándolo y que te protegiera de tal cosa. Un leve sonrojo se apoderó de ella.

Vale, tomaste la decisión de escoger tal película. Solo esperaste unos minutos para que Kyojuro apareciese con una bandeja con un bol de palomitas y dos vasos de refresco. Sus ojos dorados se posaron en la tele y se sorprendió bastante ante tu elección.

—¿Segura que quieres ver esa película? Da terror.

—Q-Quiero superar mis miedos —confiesas con pena.

El hombre no dijo nada. Simplemente se acercó para sentarse en el sofá colocando la bandeja en la pequeña mesa. Tú diste a play comenzando la película. No te querías separar de él, en caso de que recibieras algún susto. A Kyojuro no le importaba. Él te protegerá en todo momento, así que rodeó el brazo en tus caderas para que supieras que él estará ahí y no se separará de ti.

Durante toda la película no quitaste las manos porque había escenas bastantes fuertes. Ni siquiera tocaste una miserable palomita porque los nervios de tu estómago no te lo permitían. A Kyojuro le daba cierta pena que estuvieras así; él te acariciaba el brazo para que estuvieras calmada y te susurraba que solamente es una película. Los directores tienen una mente prodigiosa.

Un abrazo fuerte sintió porque el miedo se apoderó de ti. Tu rostro estaba escondido en el pecho de este queriendo sentir más de cerca su protección. La calidez que desprendía Kyojuro era agradable en todos los sentidos, tanto que no querías separarte de él. Un alivio sentiste cuando la película terminó.

—Creo que tomaste una mala decisión —te comunicó.

—Nunca escogeré una película de miedo de este tipo —te sinceras.

Kyojurio rio con ternura apretando más el abrazo y apoyando la barbilla en tu cabeza. Su mano acariciaba tus cabellos sintiendo lo lacio que era. Él cerró los párpados aspirando aquel aroma que comenzaba a gustarle mucho. Entonces sus oídos se agudizaron al escuchar a tu barriga hacer ruidos extraños. No evitó reír y tú te sonrojaste aún más con mucha vergüenza.

—¿Quieres comer el resto de las palomitas o prefieres que prepare la cena?

—C-Creo que es mejor que cenemos —dijiste, alzando la cabeza, pero no esperaste que él besara tu frente a modo de cariño.

—Si quieres puedes ayudarme —te comenta para guiñarte el ojo.

¿Cocinar con Kyojuro? Creo que cualquier chica soñaría con tal cosa. Tú asentiste, gustándote esa idea. Los dos fuisteis directamente a la cocina. Él te pidió que sacaras las verduras porque él piensa preparar ramen con pollo y curry. Eso sonaba muy rico. Sin embargo, tus ojos se fijaron que él cogió dos batatas y las limpió para luego meterlas en una cazuela, ya con agua hirviendo. Oíste rumores que a Kyojuro le encantaba la batata dulce. Ahora lo estás viendo con tus propios ojos.

Poco a poco tú cortabas las verduras sin ningún tipo de prisa, pero siendo observada por Kyojuro por si ibas a tener algún tipo de accidente. Y pasó porque aquella mirada te puso nerviosa. Al menos fue una herida pequeña en el dedo. Kyojuro tomó tu muñeca para ver el estado de la yema y se la metió a la boca para coagular la sangre. Como dicen algunos, la saliva cura todo.

Dios, la boca de Kyojuro está tan caliente que empiezas a imaginar que te besaba y lamía ahí abajo. Tus bragas ya empezaban a mojarse y tus pezones se erizaron, poniéndose duros cual diamante. Tienes que dejar de lado ese pensamiento pervertido porque él lo puede notar. Ya Kyojuro te ayudó a curar esa pequeña herida y fue a buscar un botiquín pequeño que suele tener en la cocina para estos accidentes. Una tirita te puso para que no te preocuparas en contaminar la comida.

Es un sol. Es difícil ignorar el hecho de que Kyojuro tuviera malas intenciones contigo, pero ese encanto puede ser un arma de doble filo.

La cena ya estaba lista y decidieron comer tranquilamente. Kyojuro te contaba anécdotas cuando era pequeño y que tiene un hermano pequeño. El motivo por el que decidió ser profesor de historia. Es algo simple: los futuros estudiantes deben saber la historia de Japón a lo largo de los siglos porque la cultura es cambiante. Además, sus clases son interesantes por como lo explica con cierta diversión y entusiasmo.

Por eso, te encantaba este hombre por tener una personalidad extrovertida, justa y afecto hacia sus alumnos. Tus ojos se fijaron en su boca un poco manchada por la salsa de soja, así que cogiste una servilleta para limpiar. Las mejillas de Kyojuro se tornaron rosas ante ese detalle. Oh, se veía adorable de esa manera.

—Te quería proponer que duermas conmigo esta noche.

—No traje mi pijama, Rengoku-san —comunicas.

—Puedes usar una de mis camisas como pijama. No me importa —te dijo con una sonrisa encantadora.

¿Ese no era el sueño de cualquier hombre de ver a una mujer con una de sus camisas? No era mala idea porque es un tanto provocante. Bien, accediste a dormir con él. Sería la primera vez que ibas a dormir con un hombre que te gustaba demasiado. La felicidad de Kyojuro se elevó descaradamente y te dio un beso con entusiasmo para luego recoger los platos de la mesa. Tu cara se puso roja. ¿Por qué es demasiado tierno?

Más tarde, Kyojuro te dijo que preparó el baño para que empezaras a ducharte cómodamente. Tú estuviste a punto de decirle que se bañara contigo, pero luego pensaste que esto lo hacía porque él era todo un caballero. El baño se encontraba en el primer piso, así que subiste por las escaleras y no esperaste mucho para entrar.

El baño era un poco grande. Te despojaste de toda tu ropa para luego meterte en la ducha. El agua caliente corría por toda tu figura y empezabas a relajarte. Cuando tomaste uno de los champús, te diste cuenta que el olor era igual al cabello de Kyojuro. Cierto calor empieza a surgir en tu cuerpo y comienzas a fantasear teniendo relaciones sexuales con este hombre en el baño. ¡No! ¡Contrólate! No te vayas a volver adicta a este olor.

Solo quince minutos te demoraste en bañarte. Te pasabas la toalla por todo tu cuerpo para secarte y te sonrojaste viendo que te proporcionó, aparte de una camisa grande, unos calzoncillos. Cierto, no tenías bragas limpias en ese entonces. Te vas a sentir extraña, pero te acostumbrarás. Sales del baño y le das el comunicado a Kyojuro que el sitio está disponible. Él te comenta que puedes ir a su cuarto que estaba al fondo del pasillo, que ya luego irá después.

Otra vez los nervios. Ibas a dormir con Kyojuro. Tu corazón estaba latiendo con bastante fuerza cuando llegaste a su habitación. Una cama grande te esperaba. Al sentarte procediste a secar tu cabello con la toalla, mientras echabas un vistazo a tu alrededor. Todo estaba ordenado. Uno dice que así podemos ver la personalidad de una persona.

Tus cabellos ya estaban un poco secos, así que procediste en acostarte completamente en la cama sintiendo la dureza del colchón. Tu olfato se agudizó, dándote cuenta que el aroma de Kyojuro estaba presente en todos lados. El sonrojo de tus mejillas estaba presente. Cierras los ojos para centrarte en él. Te giras poniéndote boca abajo aspirando aquella almohada.

«Dios, es demasiado excitante», piensas.

Otra vez fantaseas a ese hombre lamer tu piel, mientras te iba follando lentamente. No evitas morderte el labio y que tu mano se aproxime con peligrosidad a tu intimidad porque ya notabas la humedad hacer acto de aparición. Ya la tienes metida. Tu clítoris aclamaba cierta atención. Empiezas a masturbarte continuando con esa fantasía sexual. Los gemidos estaban un poco reprimidos, pero era difícil.

Poco a poco tu cuerpo se iba alzando quedándote en una posición de cuatro. Con la otra mano libre tocabas uno de tus pechos y pellizcas el pezón por encima de la camisa. Tu boca mordía con fuerza la almohada queriendo acallar los gemidos. Te masturbabas cada vez más rápido, incluso metiste dos dedos notando que estás suficientemente lubricada. Te imaginas que es su miembro explorar tu cavidad vaginal.

Ante toda esta concentración, cierta persona acaba de entrar en la habitación viendo este espectáculo. Los ojos de Kyojuro estaban abiertos de par en par y él tragó saliva no creyendo lo que estaba viendo. Y, claro, eso provocaba que su miembro, oculto con una toalla, despertara teniendo una erección inminente. Kyojuro tocaba a su palpitante amigo para calmarlo, pero era una misión difícil. La toalla cayó para tener mayor libertad en autoestimularse.

Lentamente él se iba acercando para tener una mejor vista. Eso de que te estuvieras masturbando con sus calzoncillos le excitaba aún más. Necesitaba con urgencia hacerte suya. Esos gemidos estaban delatando.

—K-Kyojuro... —gimoteas su nombre de pila—. Daddy... fóllame...

—Solecito... —susurró, ya entrando en el juego.

Eso causó que te detuvieras de golpe y girarse tu cuerpo para verlo. Tu cara se puso más roja de lo normal. Querías pedir una explicación, pero él te interrumpió.

—No te detengas, solecito —te suplicó, subiéndose a la cama—. Quiero que expongas tu orgullo ante mí y sigas masturándote.

No podías negar esa petición. Te quitas aquellos calzoncillos, abres tus piernas mostrando tu feminidad hacia ese hombre y vuelves a retomar esa necesidad. Los dos se estaban complaciendo a sí mismos. Esto era demasiado excitante. Esa hombría está completamente erecta, lista para follarte como nunca. Te mordiste el labio y vuelves a meter los dedos imaginándote tal cosa hasta que liberaste aquellos gemidos para aquel hombre.

Kyojuro estaba maravillado, centrándose en el placer. Eres sumamente única ante sus ojos. Y hablando de eso, su vista se centró en tus pechos un poco hinchados por la excitación al igual que tus pezones. Joder, esta imagen se quedará grabada en su mente y no la olvidará nunca. Y que, si ella lo escoge, que lo vuelva a repetir una y otra vez.

D-Daddy, me voy a correr... —tú informas, moviendo con más fuerza tus dedos.

—Córrete para mí, solecito. Córrete pensando en mí. No sabes lo que me pone si haces eso.

Ante ese comentario llegas al orgasmo perfectamente liberando tu esencia. Bocanadas de aire empiezan a surgir, mientras seguías escuchando a Kyojuro seguir masturbándose, pero luego notas como la cama se hundía y él estaba gateando encima de tu cuerpo colocándose encima de ti.

—He pensado muy mal, solecito —te dice. Iba poniendo su pene entre tus pechos, aún cubiertos por esa camiseta—. Siempre me he imaginado esta situación y no pensé que se cumpliría.

Kyojuro inició aquel pequeño vaivén agarrando con firmeza tus pechos escuchando cada gemido que soltabas por esa fricción. Se sentía demasiado bien. Incluso cerraste los ojos para mayor disfrute. En esa posición, Kyojuro tenía el poder absoluto porque sus pulgares rozaron tus pezones duros. Otra vez estabas sintiendo la necesidad de tocar tu intimidad porque aquel placer sofocante estaba volviendo.

Tus pechos tienen un tamaño normal. Perfectas para un pene como el de Kyojuro quepara sin ningún problema. La estimulación iba en aumento. Ya Kyojuro estaba centrado en el placer que no se percataba de que, en cualquier momento, pudiera llegar al orgasmo. No. Debe contenerse. Aún es pronto para ello, pero le estaba gustando la sensación caliente que producía tus pechos; levantó su propia camisa para tener más contacto.

Y tú te dedicabas a seguir masturbándote, ya teniendo mayor facilidad en meter tus dedos en aquella cavidad. Tus ojos miraban el rostro de Kyojuro y luego su pene pensando que llegaría a tu boca. Hiciste el ademán de abrir la boca para recibirlo y, claro, Kyojuro no podía negar tal cosa. Un gemido se le escapó al sentir tu boca caliente y tu lengua jugar con la punta.

D-Daddy, fólleme, por favor —suplicaste—. Quiero su polla aquí. En mi coño sucio —hablaste mal.

—Esa petición no la puedo rechazar, solecito.

Kyojuro se hizo a un lado y te obligó a que giraras tu cuerpo para darle la espalda. Esta es la posición de la cucharita. Por reacción, tú levantaste la pierna para mayor comodidad, mientras que Kyojuro iba metiendo su miembro en tu interior. Él sostuvo tu pierna para luego empezar con el vaivén lento que tanto te gustaba de él. La otra mano agarró tu pecho izquierdo para sentir un poco más de cerca los latidos de tu corazón.

Solo gemías para él porque era la única persona que estaba presente. Te gustaba demasiado el trato cariñoso de Kyojuro. Era un sol. Sentiste ganas de besarlo y lo hiciste a lo que él no lo rechazó. Vuestras bocas se buscaban con cierto amor y cariño. Otra vez ese olor que causó el boom de esto.

D-Daddy, me gusta el olor de su cuerpo —confiesas, manteniendo ese rubor de tus mejillas—. Es un olor... atrayente y fuerte...

—¿Te excitaste por mi aroma corporal, solecito? —te preguntó, queriendo indagar un poco dando estocadas un poco profundas.

—H-Huele a batata dulce y... perfume de hombre que inunda mis sentidos... ¡Ah! —Tu espalda se arqueó automáticamente porque sentiste ese miembro friccionar ante un punto sensible.

—Veo que encontré tu punto G, solecito. —Otra vez hizo esa fricción recibiendo otro gemido tuyo—. ¿Me das permiso para golpearlo las veces que yo quiera?

—V-Vuélveme loca, Daddy...

Sí, le estabas dando permiso. Ante esas embestidas suaves junto con el pellizco de tu pezón se volvió un tanto íntimo para ambos. Kyojuro baja tu pierna para golpear con más profundidad y sentir aquellas paredes apretar su miembro. Tú giras tu cuerpo para verle la cara. Esos dorados con toques rojos es tan distintivo de él. Te gustaba demasiado. Es un hombre difícil de ignorar por como era. Dulce y amoroso que te aportará todo el cariño del mundo.

Él cambió de posición dejándote acostada del todo boca abajo y él se quedó de rodillas agarrando tu trasero, mientras continúaba haciéndote el amor a su gusto. Se sentía bien. Demasiado bien. El calor era tan sofocante que te quitaste la camisa para calmar esa sensación. Otra vez volviste a coger la almohada para morder con fuerza amortiguando los gemidos, pero todavía son sonoros para los oídos de Kyojuro.

Y las embestidas se volvieron más intensas porque él estaba a punto de acabar. Los dos sucumbieron al placer entregando el orgasmo del otro. Te sentiste completa al sentir aquel semen llenar tu vagina. Jadeabas con suavidad, mientras que Kyojuro se separaba de ti y se acostó a tu lado para abrazarte en la posición de antes. Esa postura es muy íntima.

—A mí también me gusta tu olor corporal —te susurró cerca de tu oído—. Me gusta todo de ti, solecito. Yo ya te lo dije. Yo te puedo dar todo el amor que tú quieras. Solo dame la oportunidad.

Rengoku Kyojuro, un Daddy amoroso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top