Capítulo 10. Un juego peligroso
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Uzui Tengen es Mr. Sound.
Shabana Gyutaro es Mr. Venom.
¿Próxima víctima? Tendrás que pensarlo bien, aunque sinceramente no pensaste en que el hermano de Ume estuviera metido en ese embrollo. Estabas en tu habitación echando un vistazo las pistas sobre estos hombres. Esto de ser detective te estaba gustando demasiado. Tenías bastante pistas acerca de Kyojuro, pero tampoco estabas segura y dudabas si él caería en el juego del coqueteo.
Luego tus ojos se posaron en Shinazugawa Sanemi. Tu cabeza daba vueltas y vueltas no estando segura si atreverte con él. A lo mejor él no suelta demasiadas pistas como hicistes con Tengen. Sin embargo, recordarte que él se empalmó cuando te agachaste a recoger el lápiz.
Bueno, será mejor que dejes la investigación a un lado y te acuestes a dormir porque mañana tienes sesión con Mr. Ice.
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—¡Oh, pequeña! ¡Estaba ansioso de volver a verte!
Ese canturreo te provocaba ciertos escalofríos en tu cuerpo. Ese hombre misterioso se acercaba a ti con gran expectación. Lo dijo, la espera lo estaba matando demasiado. Mr. Ice se puso enfrente de ti para tomar tu barbilla y alzarla.
—¿Cómo se están portando los Daddies contigo?
—Bien. No tengo ninguna queja, Daddy.
—Espero que conmigo sea así —respondió—. De hecho, quisieras que te pusieras un babydoll. Uno muy sexy para mis ojos.
—¿Quiere que escoja yo? —preguntaste con la ceja alzada.
—Te daré ese privilegio —dijo para hacer una pequeña reverencia y con los brazos extendidos hacia el armario.
Con eso dicho, decidiste levantarte de la cama para caminar en dirección hacia el armario grande. Lo abriste y empezaste a revisar todos los vestidos y disfraces que porta. Viste un babydoll que te gustó muchísimo. Era color negro con tiras gruesas y era abierto para mostrar el vientre y venía con una braga de encaje.
Entonces decidiste quitarte la ropa ante la mirada depredadora de Mr. Ice. Luego te lo pusiste dando un toque coqueto. Seguramente él caerá fácilmente. Ya lista te acercaste hacia la cama y te quedaste quieta enfrente de él manteniendo una distancia prudente. Él simplemente te observaba y tú decidiste dar una vuelta completa.
—¿Le parece bien este? —preguntaste.
—Maravilloso —dijo y extendió su brazo con la mano abierta—. Acércate, preciosa. No muerdo, de momento —rio ante ese comentario.
Tú hiciste caso tomando la mano de aquel misterioso chico. Mr. Ice no tardó mucho en posar las manos en tu trasero y apretando con fuerza. Está maravillado por tu figura. Si no fuera por la máscara, ya estaría lamiendo tu ombligo al descubierto. Ese hombre decidió desabrocharse el cinturón para usar como amarre de tus muñecas. Ya sabías lo que significaba realmente.
Sin ningún previo aviso, él te tiró en la cama dejándote acostada boca abajo. Estaba indefensa. Mr. Ice decidió levantar un poco de ese babydoll para ver perfectamente tu trasero. La verdad es que tenía una vista espectacular. Él no paraba de apretar esas dos nalgas que tanto llamaban su atención. Golpeó unas cuantas veces en una nalga recibiendo tus quejidos de sorpresa. Estabas roja cual tomate. Esa persona era peligrosa en todos los sentidos. Tus oídos se agudizaron escuchando algo metálico. Creíste que era la cremallera del pantalón y, efectivamente, lo fue porque notaste el miembro de ese hombre chocar entre tus nalgas.
—Tienes un trasero exquisito, preciosa —dijo, ya que comenzó a estimularse en él—. Mira como se pone mi miembro.
—M-Me alegra saber que le gusta, Daddy.
—Y pensar que ya puedo jugar completamente contigo, me excita aún más —confesó, volviendo a reír—. Quiero azotar tu trasero, preciosa.
Y lo hizo. No dudó en ningún momento. Cada vez que te azotaba empezabas a sentir cierto placer y no evitabas morderte el labio. Las manos de Mr. Ice hicieron un recorrido por tu cuerpo tomando tu camisa y te lo quitó porque era un estorbo e hizo lo mismo con tu sujetador. Como de costumbre, te tapó los ojos para que no veas nada.
Mordidas empezaste a notar por tus hombros. Eres mordidas fuertes que te dejaban marca, incluso pensaste que se quitó los guantes porque unas uñas se clavaron por tu espalda. Tú te encargas y no evitabas gemir bajito. Estás atrapada en los brazos de aquel hombre sádico. Luego él realizó chupetones no fuertes por tu piel. Estaba maravillado por la suavidad de tus poros queriendo saborear más y más.
De pronto, un gemido gutural senté escapó por la boca porque algo duro empezaste a sentir en tu vagina y se iba moviendo. Ese no era el miembro de Mr. Ice porque vibraba. Se notaba que era un juguete sexual.
—Preciosa, me estás volviendo loca —confesó. Él agarró tus cabellos para tirar hacia atrás y encorvaras más tu espalda—. Me gustaría follarte en esta posición. Completamente sumisa a mi. —Su aliento chocaba con tu rostro. Frío cuál hielo—. ¿Sabes lo que quiero?
—¿Un beso, Daddy?
Respuesta correcta. Un beso francés recibiste por su parte y sentiste un escalofrío recorrer por todo tu cuerpo. Sus manos tomaron tus pechos con fuerza e iba pellizcando con sadismo tus pezones. No evitaste soltar un gemido ahogado, él no permitió que respiraras porque intensificó mucho el beso casi ahogándote. Estuvo unos segundos así hasta separarse y empezaste a toser abruptamente.
—Oh, perdona, no pude evitarlo —confesó—. Ya te dije que me gusta el sadismo.
Tu peor pesadilla en todos los sentidos. Y te sentaste cuando notaste un dedo presionar tu cavidad anal. Oh, no. Solo significaba una cosa.
—Tengo cierta afición de follar aquí —dijo—, pero al ser una zona delicada, pues tendré que estimularlo.
Mr. Ice quitó aquel juguete ya humedecido, dejando que unas cuantas gotas cayeran sobre esa entrada. en su cavidad anal, como una forma de lubricar esa zona. Aprovechó ese momento para colar un dedo ahí, recibiendo una queja por tu parte.
—Debes relajarte, preciosa —le sugirió—. No es buena idea que estés tensa.
Lo intentarás, pero eso será muy difícil por tu parte. Cierras los ojos intentando no pensar en el dolor, sino que es una molestia que se aliviará poco a poco. Mr. Ice no paraba de mover el dedo una y otra vez escuchando tus gemidos que se vuelven placenteros. El hombre estaba satisfecho ante esa respuesta y viendo que se expandía aquella entrada, metió otro segundo dedo.
Poco a poco se estaba acostumbrando a esa invasión. De pronto, él quitó los dedos, te colocó de nuevo aquel juguete sexual en tu feminidad y metió su miembro en la otra cavidad. Un gemido liberaste impresionada por la diferencia. Tus ojos estaban abiertos como platos porque él no dudó en moverse en tu interior.
—Oh, preciosa, estás bien estrecha —te comentó, apretando tus nalgas con fuerza—. Estaría toda la vida follándote de esta manera.
No dijiste nada. Solo te limitas a gemir para satisfacerlo. Era una sensación muy diferente a lo que estabas acostumbrado. Todo tu cuerpo estaba inclinado hacia abajo exponiendo más tu trasero y dejando que él se moviera intensificando aún más. Tus manos agarraban con firmeza las sábanas sintiendo que en algún momento te ibas a desvanecer.
Entre el aparato aquel y su miembro te estaban volviendo loca. Mr. Ice tomó tus cabellos con fuerza mostrando su completa dominancia hacia ti. Te imaginas todas las posibilidades de saber quién se escondía detrás de esa máscara. Y, sin esperarlo, los dos llegastéis al clímax completamente. No parabas de jadear extasiada por lo que acaba de ocurrir.
—Una pena acabar pronto —dijo—, sin embargo, tu trasero es un escándalo y habrá que practicar más.
—Lo entiendo, Daddy —musitas.
Él te quitó la venda.. Tus ojos deben acostumbrarse a la luz del sol. Luego prosiguió en desamarrar tus muñecas por aquel cinturón.
—¿Qué te pareció la experiencia? —te preguntó.
—Como dijo, debo acostumbrarme todavía.
—Pero eso poco a poco, preciosa —dijo, acariciando tus cabellos con dulzura—. No queremos romperte del todo.
—Entiendo —respondiste—. ¿Lo veré la próxima vez, Daddy?
—Las veces que tú quieras, preciosa. —Él tomó tus mejillas para acariciarlas con suavidad—. Yo estaré a tu disposición en todo momento.
Sí, y podrás descubrir quien es en realidad.
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Lunes por la mañana. Estabas lista para lo que se venía. Mañana tendrás cita con Mr. Venom, con Gyutaro, pero tendrás que averiguar cómo llamar la atención del profesor de matemáticas. En la hoja dedicada a él no había nada que te llamase la atención. Este iba a ser uno de los más complicados de la historia mundial.
La mañana fue relativamente tranquila. Kyojuro dio su clase de lo más normal animando a sus estudiantes a que sigan investigando la historia de Japón. Tú no parabas de escribir las posibilidades de que ese profesor fuese Mr. Fire. Su letra, que casi te dice solecito... Sin embargo, tienes que ser sutil con él porque seguramente se pondrá nervioso ante tu presencia.
En la clase de artes, Tengen estuvo pidiendo a los alumnos que dibujen algo singular y bonito que destaque. Él no apartaba la mirada en ti. Normal, ya conocías su secreto en todos los sentidos del mundo. El peli-blanco hacía sus turnos de echar un vistazo a los alumnos para comprobar la evolución del dibujo. Contigo se quedaba como minutos observando tu cuadro, pero disimuladamente aprovechaba para acariciar tu muslo. Es muy juguetón, incluso te dedicaba una sonrisa coqueta.
¡Y el momento llegó! Estabas lista para cualquier pista que daba Shinazugawa Sanemi. Ya estabas en su mesa. Usarás el poder del coqueteo si hiciera falta. La puerta del aula se abrió dando paso a Sanemi. Su rostro estaba tranquilo. Todos temieron ante eso porque no les gustaba para nada. Él se iba aproximando hacia la mesa y le pidió a todos que repasaran los ejercicios de la otra vez.
Los chicos hicieron caso a esa orden. Sanemi estaba muy tranquilo en su sitio. Tal vez haya recibido alguna regañina por parte del director de la academia. Bueno, será mejor no preguntar y centrarte en los ejercicios, sin embargo, no evitabas mirar de reojo al hombre cicatrizado. Él parece centrado en una carpeta con unos cuántos exámenes de primer curso. Ah, ahí está el motivo de su humor. Se habrá divertido en realizar un examen complicado a los alumnos.
Es ahora o nunca. Hiciste el ademán de que se te cayó el lápiz por despiste tuyo. Te agachaste a la mesa para cogerlo. El lápiz no estaba lejos de tu alcance, pero fingiste que todavía lo estabas buscando. En cambio, Sanemi clavó sus ojos en ti, o más bien en tu trasero. Otra vez estaba pasando y no podía controlar el hecho de imaginarse follarte en esa posición.
Entonces, hiciste lo siguiente. Sacaste la cabeza de la mesa fingiendo que no te diste cuenta que estabas entre las piernas del hombre. El profesor de matemáticas se asombró ante eso y ciertas imágenes sexuales se le vinieron a la cabeza, incluso su cara se puso roja cual tomate.
—L-Lo siento, Shinazugawa-sensei —te disculpaste—. Estaba buscando mi lápiz.
—N-No te preocupes.
¡Ajá! Sanemi se ha puesto nervioso. Bien, un punto para ti. Saliste de la mesa -no en medio de las piernas del profesor- y te volviste a sentar en la silla centrándote en los ejercicios. Sanemi estaba un poco descolocado por lo ocurrido. Él no cree que lo hiciste consciente.
Solo pasaron diez minutos después del sucedido. El silencio era inminente y bastante incómodo. Vamos con el siguiente paso. Vas a hacer lo mismo que hiciste con Tengen: desajustas un poco la corbata, desabrochar dos botones mostrando un poco el escote y abriste un poco la camisa.
—Shinazugawa-sensei, ¿le puedo ayudar en algo?—preguntaste.
Él estuvo a punto de decir algo, pero se quedó con la boca abierta y los ojos puestos en tu pecho. El corazón de Mr. Wind estaba acelerado.
—... ¿Puedo preguntarte por qué estás así? —preguntó de forma calmada.
—Hace mucho calor, profesor —te excusaste.
—¡Abrid las ventanas! —exclamó.
Los alumnos cercanos a las ventanas la abrieron sin ningún tipo de problema. Tú inflaste los mofletes pensando que este truco no estaba funcionando en él. «Este hombre era complicado de narices», te dijiste. Sin embargo, esto era una forma de Sanemi para controlar sus ansias de sacarte de la clase y castigarte por intentar coquetear con él. Hasta la entrepierna le estaba doliendo horrores.
—Y en cuanto a su pregunta —volvió al tema—. Gracias, pero voy bien a la hora de corregir.
—¿Seguro? —volviste a preguntar. Entonces con atrevimiento posaste la mano en su muslo. Esta vez él se tensó completamente—. No me importaría ayudarlo.
—E-Estoy bien... —Su voz se estaba rompiendo.
—¿O quiere que le ayude con otra cosa? —susurraste y aproximabas la mano con cierta peligrosidad a su entrepierna—. Oh, veo que tiene un problema.
—___...
—La semana pasada me he estado preguntando una cosa: ¿por qué usted se empalmó cuando estaba agachada a recoger el lápiz? Entonces me di cuenta que tal vez le guste y no quiera admitirlo.
Si tú supieras lo que estaba pensando ahora mismo Sanemi. Él empezaba a imaginarse un montón de cosas contigo. Te estaría follando cuál animal en celo. Te mordería para dejar cualquier marca en tu piel. El hombre estaba controlando esos impulsos sexuales contigo.
—Y pasó igual hace un rato —dijiste con voz coqueta—. Yo le puedo complacer, profesor. Solo déjeme tener esta oportunidad. Usted me gusta muchísimo. Estoy deseando ver todo de usted.
Él estuvo a punto de decir algo porque estaba sumido ante ese tono que nunca pensó llegar a escuchar, sin embargo, esa magia tuvo que romperse porque cierto compañero tuyo se aproximó a la mesa para preguntar una cosa a Sanemi. Parecía que había funcionado, pero no estabas segura del todo. Puede que el poder del coqueteo no funcione con él. Un tipo raro en todos los sentidos del mundo.
La clase había acabado y Sanemi no te dirigió la palabra durante el resto de la hora. Tal vez pensaste que esto sería una pérdida de tiempo. Nunca conseguirás nada de él. Como siempre te despediste de Ume. No has visto a Gyutaro por acá. Era muy extraño.
De repente, recibiste una llamada y lo cogiste. Era la voz de aquella recepcionista de Kimetsu's Coroporation comunicándote que Mr. Venom no podrá asistir mañana ni a las siguientes citas debido a un percance. Te preocupaste. ¿Le habrá pasado algo a Gyutaro? La chica te comentó que le sustituirá este hombre:
Mr. Wind.
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Aún seguías pensando que le habrá ocurrido a Gyutaro. No le preguntaste esta mañana a Ume porque ella parecía estar tranquila. Sin embargo, te acordaste que tenías su número de teléfono y lo llamaste. Él te lo cogió enseguida. Su respuesta fue la más sencilla de todas: se puso mal del estómago debido a una tarta que preparó en su momento Ume y no estaba muy buena.
Una gota de sudor resbaló por tu sien al escuchar esa noticia y le deseaste toda la suerte del mundo para que se recuperase. Gyutaro te dijo que siempre eres invitada a su casa, ya que eres muy especial para él. Ya, porque eres su baby favorita y no por otra cosa.
Ya estabas en la empresa, especialmente en la habitación esperando a Mr. Wind. Aún tenías la incógnita de saber quién era en realidad. Nunca lo sabrás hasta que tengas suficientes pistas. Entonces, la puerta se abrió dejando paso a ese Daddy. Se quedó mirándote fijamente y tú te preguntabas qué le pasaba.
Él caminó apresuradamente hacia a ti causando que te asustaras mucho y caminaras hacia atrás, pero fue en vano porque él agarró uno de tus tobillos y te arrastró hasta abajo, y con la otra sujetó su cuello. Con temor agarraste su muñeca pensando que te iba a asfixiar o algo así. Mr. Wind se iba colocando encima de ti aprisionándote completamente e inclinó su cuerpo hacia delante para que rostro estuviera cerca de ti.
—Con qué me puedes complacer, ¿eh?
Eso te confunde bastante.
—¿Quieres ver todo de mí? —preguntó. Guio su mano, que sujetaba tu tobillo, hacia la máscara para quitársela y revelar su rostro. Te sonrojaste de golpe.
—S-Shinazugawa-sensei...
—Maldita perra en celo. ¿Desde cuándo te has vuelto coqueta, baby? No pensé que sacaras ese lado que me incendiara por completo.
—N-No pensaba que funcionase —confiesas.
—Oh, y sí que ha funcionado. Ahora vas a chuparme la polla como perra que eres.
Cuando dijo eso, ya se había desatado el cinturón y se bajó los pantalones para mostrar su virilidad. No te dio tiempo a decir nada porque él metió de lleno su miembro a tu boca. Sanemi era quien se movía y no te dejaba respirar en ningún momento porque la ira y el placer lo habían consumido completamente. Tú solamente apoyas las manos en su trasero, como una manera de decirle que intensifique esa sensación.
No pensaste que Sanemi fuera tan rudo en la cama o que le molaban este tipo de cosas. Tú decidiste estar en silencio, aunque sonidos de garganta profunda se escuchaban en aquella habitación. Sanemi sacó el diablo dormido en su interior. Él se separó bruscamente de ti y te cogió de los cabellos para que te sentaras. Unas cuantas lágrimas resbalaban por tu rostro y no eran de tristeza, sino más bien del trato duro.
—Siento que estés llorando —dijo, ya un poco más calmado—, pero no sabes los sueños eróticos que he tenido contigo —siguió hablando, limpiando tus lágrimas—. Estás a cada momento en mi mente, ___.
—D-Daddy...
—¡Joder! Y no ayudas en nada diciendo esas cosas.
—Q-Quiero más. —Cualquiera diría que estás loca, pero te estaba gustando ese tipo de trato, aunque sea un juego.
—¿Qué más? —cuestionó entrando en el juego.
—S-Soy muy sucia, Daddy. Usted lo ha dicho.
—Una sucia pervertida —te corrigió, apretando más el agarre de tus cabellos—. Abre la boca —te ordenó y tú obedeciste—. Más y saca la lengua. —Lo hiciste. Tus mejillas estaban ardiendo—. Ese rostro lascivo me enciende muchísimo —dijo. Con la mano agarró tu rostro apretando tus mejillas—. Dime, ¿es cierto que Mr. Ice ya te folló el culo?
Tu cara estaba roja cual tomate maduro. Tú no podías articular palabra porque todavía mantienes la boca abierta, por lo que asentiste con la cabeza. Sanemi esbozó una sonrisa casi siniestra y se lamió los labios porque lo iba a disfrutar muchísimo.
—Que perra tan sucia. Esa respuesta me ha encendido muchísimo. —Luego te empujó bruscamente y alzó un poco su cuerpo para sacar tus piernas liberadas por esa prisión. Te las mantenía alzadas—. Muestrámelo.
Tus manos temblaban a más no poder y obedeciste sin rechistar. No querías recibir ningún castigo. Alzaste un poco el trasero para levantar la falda y luego te ibas quitando las bragas para dejarlas sobre tus rodillas, suspendidas ahí mismo porque Sanemi mantenía sujeta tus piernas juntas.
Él observaba detenidamente tu feminidad húmeda. Empujó hacia atrás tus caderas y tú, con timidez, sujetaste tu trasero junto con tus muslos para ampliar o abrir ambas zonas. Él rio por lo bajo.
—Eres tan guarra, baby. —Esos comentarios lascivos te incendiaron aún más. Ese profesor tenía una boca muy sucia—. Ya podemos decir que ya no eres virgen. Te hemos desvirgado los tres agujeros: boca, coño y culo.
—D-Daddy —lo llamaste—, sus comentarios me... queman...
—Es una forma de decir que te estás poniendo cachonda, ¿eh? Normal, lo estoy viendo. Mira cómo te estás mojando con solo escuchar mis palabras.
—F-Fólleme, Daddy... —suplicaste.
—Oh, yo también estoy deseoso de follarte cual animal en celo. Sin embargo, te voy a preguntar algo y piénsalo bien porque no habrá marcha atrás —habló. Tú estabas preparada—. ¿Boca, coño o culo?
Si eliges boca, probablemente no te deje respirar en cuestión de minutos. Si eliges culo, te romperá en dos sabiendo lo salvaje que es. Entonces hiciste una sabia decisión.
—Q-Quiero la polla de Daddy en mi coño sucio.
En esa misma posición, él entró de lleno en ti a lo que soltaste un gemido largo. Sanemi no te dejó acostumbrarte a su miembro. No parabas de soltar esos sonidos tan lascivos para el chico. Tus pies estaban apoyados en su hombro izquierdo porque quería ver tu rostro. Le encantaba. Era su parte favorita. Ver que estabas disfrutando muchísimo.
Sanemi desajustó tu corbata y quitó unos cuantos botones para que expusieras tu pecho aún cubierto por el sujetador, pero no importa porque él los sacó de aquella fina tela. Así podía disfrutar en agarrar uno o dar pequeñas palmadas. Tú estabas en la bendita gloria no queriendo que esto terminase nunca, incluso sentías que tu feminidad estaba quemándote. No estabas segura si eso es bueno o malo.
Él inclinó más su cuerpo hacia adelante para profundizar más las embestidas. Unas gotas de sudor resbalaban por su rostro y caían sobre la tuya. Él no resistió en besarte con fiereza demostrándose un hombre duro y capaz de satisfacer sexualmente a cualquier mujer. Sin embargo, solo lo dedicará hacia ti por estar siempre en su mente. Sumisa y obediente, que tiene un lado coqueteo que nunca pensaba ver.
Los dos llegaron al clímax completamente y Sanemi no aguantó en morder tu cuello cual animal causando que tú gritaras de placer. Tu cuerpo no paraba de temblar hasta que él se separó de ti. Esa mordida te estaba doliendo mucho. Sí, te dejará una buena marca.
—Mierda, vaya follada —resopló, retirando las gotas de sudor en su frente.
—Usted es un peligro... Shinazugawa-sensei —comentas y él simplemente ríe.
—¿Qué esperabas? ¿Qué fuera un santo en la cama? No, a mí me va el sexo rudo. No obstante, tengo un límite y no quisiera hacerte daño.
—¿Debería huir?
—No podrás porque siempre te capturaré. —El rostro de Sanemi cambió a uno serio—. Dime, no estarás indagando quiénes somos, ¿verdad?
—Es un juego divertido —confesaste—. Además, no pensaba que usted fuese Mr. Wind.
—___ no sigas jugando a los detectives porque se arma.
—¿Qué quiere decir?
—Que si descubres quienes somos realmente, todos nosotros estaremos de ti hasta que decidas con quien quedarte. Los conozco demasiado bien y sé que harán todo lo posible.
—¿Les tiene miedo?
—¡Ja! —se burló—. Yo no tengo miedo a nada, ___. Lo único que me desagrada es que tenga que compartir lo que es mío.
Te sonrojaste de golpe ante esa confesión.
—No soy suya de momento, Shinazugawa-sensei.
—Creéme. Ya eres mía —dijo, llevando la mano hacia la marca de tu cuello—. Completamente mía.
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