Capítulo 1. La carta del inicio

—¿Nunca has tenido un padre? ¿Nunca has tenido la oportunidad de tener uno? ¿Quieres experimentar el amor paternal? ¡No dudes más! ¡En Kimetsu’s Corporation tenemos la solución perfecta para tu problema! Nuestros empleados están dedicados para que tengan la mejor experiencia. Son expertos en la materia. El cariño que nunca habéis tenido, os lo puede ofrecer nuestros Daddies. ¿Por qué usar ese término? Porque definitivamente ellos os podrán complacer, si vosotros cumplís las expectativas. ¡No dudes en llamarnos y solicitar tu cita!

Un tic en el ojo se formó en tu ojo no creyendo que había salido esta noticia en la televisión. Te preguntabas una y otra vez cómo demonios podían permitir eso. ¿No se daban cuenta que estaban ofreciendo cierto fetiche llamado Daddy Kink?. ¿Cómo lo sabes? ¡Con la ayuda del internet y de leer libros de la aplicación Wattpad! Habría que ser estúpido para algo así.

Hasta no te dieron ganas de seguir desayunando porque ibas a llegar tarde a la academia. Dieciocho años recién cumplidos y hace un mes que acabas de comenzar la nueva etapa de la academia. Cogiste un tupper para guardar las galletas y llevártela por si te entra hambre estando en el tren. Te lo comerías a escondidas, si fuese necesario.

Ya con las cosas preparadas en tu mochila cogiste las llaves y el móvil ya salir de la casa. Estabas viviendo sola en una casa pequeña. Llevas un año sin saber de tu madre porque desapareció debido a que aún seguía consumiendo drogas. Siempre te decía que lo dejaría, que iría a un internado para recuperarse. Nunca lo hacía. Reportaste unas cuantas veces a la policía para que la encontrasen, sin embargo, llegaste a pensar que era mejor dejarlo así. Aunque no fue una buena madre cuidándote ante los efectos de la droga, era tu madre. 

Eso significaba que, aparte de ir a la academia, trabajas los fines de semana en un pequeño restaurante cerca de la costa. Tenías que mantener la casa a toda costa. Convertirte en adulta a temprana edad no era tarea fácil. 

Tu gran suerte era que el metro estaba a quince minutos caminando desde tu casa por lo que puedes salir sin ningún tipo de prisa, aunque preferías estar minutos antes porque ese transporte lo suele coger mucha gente para ir al centro de la ciudad. En tu mochila buscaste tus auriculares para conectarlo a tu teléfono móvil porque sabes perfectamente que iba a ser un camino bastante largo.

Durante el camino no parabas de escuchar a jóvenes de tu edad o un poco más hablar sobre el anuncio que viste hace unos minutos. Parecían emocionadas y curiosas. «Por favor», pensaste, queriendo decirles de todo menos bonita. No estabas interesada en ese aspecto. No quieres desperdiciar tu tiempo y dinero en una tontería. Cierto era que querías indagar, ¡pero nada más! Subiste a todo volumen la música para no seguir escuchando.

Academia Kimetsu. Pensar que será tu último año. Solo tienes que aprobar las materias y decir hola a la universidad. Cierto era que echarás de menos unas cuantas cosas o algunos profesores particularmente. 

Veinte minutos te tomó para salir del metro e ir directamente hacia la academia. Durante el trayecto —diez minutos— viste a cierta persona que te esperaba esperando en la entrada de la academia saludándote con toda la energía posible. 

—¡Buenos días, ____!

—Buenos días, Ume.

Shabana Ume, la estudiante más hermosa y problemática de la academia. Se rumorea que tuvo un montón de confesiones en un mismo día, pero era solo eso: rumores.

—¿Lista para empezar el día?

—Es lunes, así que no nos queda más remedio.

—Yo odio los lunes —vociferó. Juntas empezaron a adentrarse en la academia—. Y odio empezar fuerte. ¡Odio las matemáticas! Prefiero mil veces las clases de arte porque por lo menos me puedo desahogar.

—O las clases de historia —añadiste—. La educación física no está mal. Incluso biología.

—Te noto animada como que deseas terminar.

—Es nuestro último curso, Ume.

La peliblanca lo sabía perfectamente, pero prefería mil veces estar sumida en sus asuntos que en los estudios. Tú lo sabías perfectamente. Eso no había que negarlo. Las dos llegaron a su respectiva clase que estaba llena de alumnos. Los chicos no dudaron en acercarse a Ume para regalarles rosas o cualquier cosa que tenían en mano. Ya estabas un poco cansada por lo mismo. Ojalá tu mejor amiga pudiera encontrar a un novio decente, pero eso a ella no le importaba porque esto aumentaba su ego por su gran belleza. Decidiste sentarte y sacar las cosas de la mochila con tranquilidad. La sirena de la academia empezó a sonar dando entender que ya empiezan las clases y que todos deben estar en posición. 

La primera hora de clase era matemáticas. Esta asignatura no era difícil, sin embargo, el profesor era alguien… complicado. Sería la palabra exacta. Y hablando del rey de Roma. El profesor de matemáticas acaba de entrar con un montón de libros en la mano mirando seriamente a todos sus alumnos. Shinazugawa Sanemi. Un hombre peliblanco con varias cicatrices en su rostro y mirada penetrante que daba bastante miedo. Sin embargo, detrás de esa cara, había un hombre que sentía respeto hacia las mujeres y a los niños, aunque estos últimos siempre se echaban a correr. Tú alguna otra ocasión tuviste un sueño erótico con ese hombre. No evitaste morderte el labio pensando aquello. 

Shinazugawa empezó fuerte la clase pidiéndole a sus alumnos que hicieran un ejercicio complicado y que no hicieran ningún ruido. Tú acatas la orden estando atenta al ejercicio. Ume a veces te hacía señas para que la ayudaras en la tarea, pero siempre recibía una bronca del profesor. Si, él y ella no se llevaban bien. El maestro caminaba por los pasillos de la clase echando un vistazo a los alumnos y, si se paraba, eso significaba que lo estabas haciendo mal. Tú preferiste estar relajada del todo cuando se aproxime. Y así lo hiciste. Shinazugawa inclinó un poco su cuerpo para ver tu ejercicio y solo emitió un sonido.

—Buen trabajo. Sigue así.

Dios. Esa voz ruda e hipnótica era capaz de poner los pelos de punta a cualquiera. Con razón a veces tenías esos sueños húmedos. Menos mal que la tortura terminó y la siguiente clase era historia. Otro hombre que había que añadir a tu lista. El hombre más radiante que había visto en su vida. Un profesor de gran corazón y siempre hacía todo lo posible por sus alumnos. 

Rengoku Kyojuro entraba en la clase con su sonrisa típica. Siempre te preguntaste si tenía novia porque era demasiado atractivo para estar soltero. El profesor pidió amablemente que abrieran todos en la página ciento diez porque iba a explicar un detalle importante del siglo diecisiete. Esa melena rubia con mechas rojas era increíble, pero sus ojos cautivadores llaman tu atención. Rojo pasión cual llama. Cada vez que se giraba te sonrojaste un poco el hecho de que era demasiado lindo. Era muy difícil suspender las clases de él. 

—¡Bien! Quisiera que hagáis un trabajo acerca de este tema y que lo entreguéis la semana que viene.

Voz alegre, autoritaria y decidida. Te gustaba demasiado. Te pasarías horas y horas escuchándolo sin importarte nada. Pero ese sueño no se cumplirá porque sabes perfectamente que él era profesor y tú su alumna. No era lo correcto. 

Ante todo esto recordaste la noticia de la tele. No se imaginaba a Rengoku o a Shinazugawa trabajar ahí. Bueno, ¿quién sabe? Tal vez se llevaría una grata sorpresa. Tampoco quisiera indagar porque no le interesaba para nada. Y dudaba que ellos estuvieran interesados porque era difícil. De vez en cuando miraba a Ume que mantenía una sonrisa de oreja a oreja. Lo peor de todo era que la sonrisa era para ti. Cuando hacía eso sospechabas muchas cosas. ¿Qué estaba planeando ahora?

Después de historia, siguió biología con Kochō Kanae y luego química con el profesor Obanai Iguro. Este último era raro por la serpiente que lo acompañaba. Y lo único que sabías que estaba con una ex-alumna y ambos estaban super enamorados. El amor era una de las armas principales en esta vida humana. 

Ahora te encontrabas en el comedor comiendo tranquilamente junto con Ume que aún mantenía esa sonrisa siniestra. No evitaste suspirar queriendo saber qué le pasaba.

—¿Se puede saber porque tienes esa sonrisa estúpida?

La peliblanca dejó los palillos en la mesa para buscar en su mochila. Cierta intriga invadió tu ser. Ume sacó una especie de hoja que te lo entregó.

—¡Feliz cumpleaños atrasado! Estuve un buen tiempito esperando esa confirmación.

¿Confirmación de que? Ya te estabas esperando lo peor. Abres la hoja para leer detenidamente y lo sorprendente es que llevaba consigo una tarjeta con tu nombre. 

«Estimada Shabana Ume:

¡Nos complace saber que desea regalarle esta experiencia a su mejor amiga ___ ___! Por ello, Kimetsu's Corporation le hace entrega una tarjeta a nombre de su amiga que será activada una vez visite nuestras instalaciones. La primera cita será el lunes a las cinco de la tarde, sin embargo, necesitamos que esté media hora antes para rellenar un formulario, explicar los detalles y que oferta quiere. ¡Tenemos un montón de ofertas! 

Aquí está la dirección para que pueda pasar. ¡Estaremos felices de acogerla como una más de la familia!

Un cordial saludo».

Tus ojos se quedaron como platos al leer todo esto. Y miraste a la responsable que estaba esperando algún comentario por parte tuya.

—¡¿Me quieres explicar esto?! —exclamaste, sin llamar mucho la atención.

—¡Feliz cumpleaños!

—¡¿Cómo que «feliz cumpleaños»?!

—Oh, vamos, ___. Ya eres adulta. Esta solicitud la pedí para que disfrutaras de la experiencia porque no parabas de hablar de las cosas que lees en Wattpad.

—¡Una cosa es fantasear y otra hacerlo! —Estabas roja cual tomate llena de ira.

—¿Y por qué no aprovechar el momento? —preguntó Ume—. Tus fantasías se harán realidad, ___.

En el fondo de tu corazón deseas matarla en ese mismo instante. Ella aún mantenía esa sonrisa cínica. Te dieron ganas de arrugar el papel convirtiéndolo en pelota y lanzárselo a la cara. Echaste un último vistazo a la carta y te quedaste con la palabra «lunes» y la fecha.

—¡¿No jodas que para hoy?!

—¡Si! Es genial, ¿verdad?

—Me cago en tu puta madre, Ume.

—Yo también te quiero, amiga —se ríe—. Bien, ¿aceptas o no? Seguro que lo disfrutarás muchísimo.

—No pienso ir —dijiste con firmeza.

—¡No seas aburrida!

Rodeaste los ojos queriendo ignorar la situación. El papel estaba entre tus manos y tenías el derecho del mundo en averiguar ese mundo, pero era mejor no pensarlo porque aún te quedaba la última clase. Clase de arte con el mejor y guapo profesor, Uzui Tengen. Todas las alumnas suspiraban por él porque era demasiado extravagante. Los rumores contaban que él era un mujeriego a toda regla, pero, como siempre, solo eran rumores. También tuviste sueños húmedos con este hombre. Esta academia estaba llena de chicos super atractivos, sobre todo, los maestros. 

El profesor les pidió a sus alumnos que dibujaran algo extravagante, como él. No evitaste reír con cierta dulzura ante esa oferta. No se te daba mal. De hecho, dibujar y pintar te relajaba la mente y tu imaginación volaba cada vez que pasabas el pincel. De vez en cuando mirabas a Uzui quien estaba tranquilo en su puesto con su postura típica y masticando chicle. Puede que seas explosiva con tu amiga, pero con los hombres eres todo lo contrario. Un ejemplo, cuando los profesores varones la felicitaban por su gran trabajo, tú agachabas la mirada con un tono leve de tu rostro. Eran mayores que tú y te atraían demasiado. Ay, esto de leer muchas historias en Wattpad te estaba carcomiendo la cabeza.

—¡___!

Tu cuerpo se sobresaltó cuando Uzui llamo por tu apellido. El profesor te dedica su sonrisa casi coqueta que siempre usaba con sus alumnas. 

—¿Puedes mostrarnos tu dibujo y que representa?

—Es un paisaje que siempre imaginé vivir —dijiste, enseñando su cuadro—. Una casa en la playa, justo al lado del océano. Paz y tranquilidad.

—¡Oh! ¡Brillante!

Empezaste a recibir miradas de algunas alumnas teniéndote mucha envidia. ¿Por qué? Porque eras la preferida, no solo de Uzui, sino también de Rengoku y Shinazugawa, aunque este último no lo admitía por su orgullo. Suspiraste, guardando los pinceles para ignorar un poco los comentarios hacia tu persona. 

Sin embargo, tu mente se centró en la carta recordando que tenías una cita hoy. Maldita Ume y su idea. Dudabas mucho. Era cierto que la curiosidad mató al gato. Te mordiste el labio no queriendo imaginar qué ocurriría si vas. ¿Podrás experimentar ese fetichismo en tus propias carnes? ¿Cómo serán los hombres? ¡No! Sacudiste la cabeza con violencia. Y la campana sonó, dando por finalizadas las clases del lunes.

Ume se tuvo que marchar con prisa porque tenía que hacer unos recados porque su hermano no iba a estar en la casa. Sabías perfectamente quién era, pero nunca tuviste la oportunidad de hablar con él. Hoy es un buen día para dar un paseo por la ciudad o ir a la playa para que los rayos de sol calienten tu rostro. Tu espalda se quedó apoyada en el muro, mientras vuelves a sacar la hoja para leerla de nuevo. 

Kimetsu's Corporation.

¿Dar una oportunidad? La calle estaba escrita. Con tu móvil usaste Google Maps para buscar la ubicación del lugar. ¿Por qué hacías esto? Ni tú misma lo sabías perfectamente. Según la aplicación debes tomar enseguida un tren que te lleve directamente al lugar. Tus pasos se apresuraron no deseando que se te escapase el transporte. Esquivar a la gente, era como jugar al escondite cuando eres niño. Ya en el subsuelo visualizaste a lo lejos el tren que debías tomar. Menos mal que había mucha gente y te dio tiempo a subir. Todo tu cuerpo se relajó completamente. Mejor decidiste estar cerca de la puerta porque era más seguro y ahí podrás ver perfectamente el panel de información del destino. Treinta minutos te iba a tomar. No parabas de mirar a la gente, sobre todo a los hombres porque algunos se aprovecharían de la situación. 

Al pasar el tiempo, llegaste a tu destino bajándote del tren y te diriges a la salida. Sigues las instrucciones que te da la aplicación para llegar al edificio. Cuando giraste a la izquierda de aquella esquina, tus ojos se agrandaron al ver un gran edificio de diez pisos como mucho. Bueno, eso contaste. La gente pasaba al lado como si nada y tú solo te limitaste a mirar con el corazón latiendo a mil.

—¿Qué coño estoy haciendo?

Una nueva aventura erótica estaba a punto de comenzar.

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