Un amor que no pudo ser
Yoongi, de diecisiete años y vestido con uniforme de preparatoria, se encontraba dibujando en su cuaderno bajo la sombra de un árbol. Estaba tan concentrado en lo que hacía que se sobresaltó cuando alguien le cubrió los ojos por detrás.
—¡Adivina quién soy!
—¡Aaahh!
El pelinegro cerró de golpe el cuaderno y volteó, alterado, pero de inmediato su semblante se relajó al ver a una hermosa joven de largo cabello castaño y ojos dorados. Aparentaba unos diecinueve o veinte años y le sonreía con alegría.
—Eres tú, Rei. Me asustaste.
—Jajaja, esa era la intención, cariño. Por cierto, ¿qué dibujabas con tanto entusiasmo?
—¿Ah? —se sonrojó levemente. —N-No, nada importante.
—Me estás mintiendo. Anda, no seas así.
Ambos forcejearon por el cuaderno, ella riendo y él con cara de pánico. Siguieron así durante varios minutos hasta que llegó con ellos un joven de cabello claro que aparentaba la misma edad de la chica, el recién llegado suspiró y negó con la cabeza ante semejante espectáculo.
—Rei, déjalo en paz.
—¡Shin!
La chica soltó el cuaderno y corrió hacia el joven al tiempo que se le colgaba del brazo. Por un momento el semblante de Yoongi se volvió serio, pero de inmediato compuso una sonrisa. Falsa, pero ninguno de los otros dos se dio cuenta.
—Hola, nii.
—Oye, vamos a ir al cine, ¿quieres acompañarnos? —preguntó él con alegría
—No, gracias, tengo tarea para mañana.
—Deberías darte un descanso, te esfuerzas demasiado.
—Eso lo hace un buen chico —intervino Rei. —Bueno, prometo que te traeremos algo rico de comer, cariño.
—Gracias. Cuídense.
—Nos vemos más tarde.
La pareja se marchó platicando animadamente, Yoongi los observó alejarse hasta que los perdió de vista, suspiró y volvió a abrir el cuaderno en su dibujo pendiente: ahí estaba plasmado el sonriente rostro de Rei. El pelinegro se sentía algo culpable, sin embargo no podía detener sus sentimientos.
—Lo lamento mucho, nii.
🌌🌌🌠
Yoongi abrió los ojos de golpe, se había quedado dormido sobre su cuaderno de bocetos, con su exhibición a menos de una semana todos estaban trabajando arduamente para el éxito del evento. La tarde anterior había tenido una reunión con Jimin y Jin para revisar la logística, y como Seokjin tuvo que marcharse temprano, contó con varias horas para charlar a solas con el otro. Precisamente era la convivencia con Jimin lo que le estaba desenterrando esos recuerdos tan profundos.
—Me estás complicando las cosas, Jiminssi —suspiró alicaído.
Por la mañana Yoongi y Hoseok desayunaban juntos pues Junho y Yeihji habían salido temprano y Jungkook todavía no bajaba al comedor.
—Bam, ¿podrías ir por mi sobrino? —preguntó el pelirrojo.
—Si no quiere dejar la cama, lo sacaré a patadas, —dijo y subió corriendo las escaleras.
—… Como sea —suspiró y miró al pintor. —Oye Yoongi, ¿ocurrió algo?
—¿Eh?, ¿por qué lo preguntas?
—Tienes unas notorias ojeras, además pareces distraído y pensativo —bebió su café y alzó la vista, igual que el desaliñado chico que ahí viene.
Yoongi también giró la cabeza para encontrarse con un soñoliento Jungkook quien venía sobándose la cabeza, al parecer su guardaespaldas cumplió con lo de sacarlo a patadas de la cama. Cuando llegó más cerca de ellos, el pintor comprendió las palabras de Hoseok, Jungkook también lucía como si hubiese pasado muy mala noche.
—Buenos días —saludó él bostezando y se dejó caer sobre una silla.
—Buenos días, cariño. Se nota que dormiste bien.
—Muy gracioso —lo miró fijamente. —Te ves peor que yo.
—No, ambos son un desastre —intervino el tío. —Imagino que es por distintos motivos, ¿cierto?
—Prefiero ya no darle vueltas a ese asunto, por lo mismo llevo varios días sin dormir suficiente. Sólo quiero ver un rico tazón de ramen.
Yoongi los acompañó sólo unos minutos más ya que recibió una llamada de Jin y se tuvo que marchar a toda velocidad. Tío y sobrino se quedaron a solas comiendo en un profundo silencio, en realidad Jungkook era el que devoraba los alimentos bajo la evaluadora mirada del pelirrojo.
—Sé sincero conmigo, ¿qué te está atormentando?
—Hum…
Dejó su tazón vacío sobre la mesa y jugueteó con los palillos, se estaba debatiendo si hablar con él o no. Ni siquiera a Yoongi le había querido platicar sobre ello, pero tal vez el que su tío lo escuchara podría ayudarlo a desahogarse.
—Promete que no se lo dirás a mis padres, ¿de acuerdo? —lo vio asentir —Bien, hace unos días fui a la casa de Taehyung para hablar con él y planear alguna forma de hacer que nuestras familias se reconciliaran. Estábamos discutiendo como siempre cuando vi que en su habitación tenía un collar con el dije de un abanico.
—¿Y?
—¿Cómo que “y”? —se sonrojó levemente y puso cara de aflicción. —¡Ese collar se lo di yo cuando éramos niños y él todavía lo conserva! —se cubrió el rostro con las manos. —Jamás imaginé que guardaría esa cosa durante tanto tiempo.
—Realmente te conmocionó descubrirlo.
—¡Claro que sí porque yo…! Yo… Ese collar se lo regalé durante un festival porque en un puesto él ganó otro collar que yo quería —rebuscó bajo su camiseta y le mostró el dije en forma de espiral.
—¿También lo has conservado todos estos años? —preguntó el pelirrojo, sorprendido.
—Porque me gusta mucho… siempre lo he considerado como algo especial. No porque él me lo regalara —añadió de inmediato, sonrojándose más, —no fue por eso que lo guardé. Es que… bueno…
—Jungkook, dime algo, ¿te gusta Taehyung?
—¡Claro que no! ¡Él y yo no hacemos otra cosa más que discutir!
—Puede ser, pero por todo lo que me estás contando pareciera ser que él como mínimo te atrae.
—Mira, no niego que el bastardo es guapo, pero hasta ahí —hizo un puchero. —Le conozco demasiado bien como para ser seducido sólo por su físico.
—Quizá precisamente porque lo conoces demasiado es que no te puedes quitar la imagen de “némesis” que tienes de él.
—Hum… -se quedó pensativo.
—A todo esto, ¿cómo reaccionó Taehyung cuando descubriste que tenía ese collar?
—Creo que se sintió avergonzado, aunque también se impresionó mucho cuando le mostré mi espiral.
—Entonces seguramente en estos momentos él también debe estarse quebrando la cabeza intentando descifrar qué significa todo esto.
—… ¿Tú crees?
—Por supuesto —sonrió con ironía. —Ustedes dos tienen más en común de lo que se imaginan —se puso de pie y acarició la cabeza de su sobrino. —Piensa bien cómo serán las cosas de ahora en adelante, pero no te mortifiques demasiado y si me necesitas, ya sabes dónde encontrarme.
…sonrió levemente. — Muchas gracias, tío.
🌌🌌🌠
Justo como Hoseok mencionó, Taehyung se encontraba en su consultorio leyendo unas investigaciones o al menos eso intentaba, sin embargo toda su concentración seguía desviándose hacia unos luminosos ojos. De acuerdo, admitía que debía existir alguna razón por la que guardó durante tantos años ese pequeño abanico ¿Cuál era esa razón? Ni él mismo se lo explicaba (o no quería aceptarla del todo), lo que sí le sorprendió fue que Jungkook todavía conservara la espiral que ganó para él cuando niños. Todavía recordaba claramente ese festival y la carita triste del pequeño por no conseguir el collar que quería. A él no le agradaba verlo de esa manera, prefería cuando lo retaba e incluso insultaba, por eso no lo pensó dos veces en animarlo.
—¡Maldición! —gruñó lanzando al aire las hojas que leía y bufó —¿Qué rayos me estás haciendo, irritante?
Ver triste a Jungkook era algo que detestaba, eso no podía negarlo. Claro que primero se paraba en lo alto del hospital y gritaba que Namjoon era el mejor hermano del mundo antes que aceptar frente a Jeon esa pequeña debilidad que le despertaba.
—Creo que si le doy un buen puñetazo podría tranquilizarme —suspiró. —Lástima que sea un doncel e incluso si eso no me importara y lo golpeo, él no se quedaría de brazos cruzados para desquitarse.
Recargó la cabeza en la superficie de su escritorio y de un bolsillo sacó el tan mencionado collar de abanico, lo contempló unos minutos antes de arrugar el entrecejo.
—Todo es tu culpa y la de esa espiral. ¿Por qué los hemos guardado tantos años? Tal vez me vendría bien escuchar algún consejo de Jimin —suspiró... —Mala idea, eso sólo le daría más armas con las cuales chantajearme.
🌌🌌🌠
Jimin llegó a la galería cerca del mediodía, faltaban pocos días para el gran evento y, como el perfeccionista que era, deseaba que todo saliera de acuerdo a sus planes, caminaba por los pasillos cuando al frente se encontró con Yoongi quien contemplaba fijamente la pintura de unas sombras sujetándose las manos. La expresión del pintor era una mezcla de tristeza y melancolía, lo cual no le gustó, se había acostumbrado a ver su sonrisa, incluso en los momentos más estresantes.
—¿Sucede algo? —preguntó acercándosele.
El pintor se sobresaltó y volteó a mirarlo con sorpresa, Jimin arqueó una ceja porque no entendía la razón para que el otro reaccionara y lo contemplara así.
—Jimin…
—Sí. ¿Estás bien? Luces extraño —se atrevió a tocarle la frente. —Mmm… No tienes fiebre, ¿serán nervios?, ¿dormiste suficiente?, ¿acaso tuviste pesadillas?
—Esas son muchas preguntas, pero sí, algo así —contestó sonriendo levemente. —Eres muy amable.
—… N-No es cierto —con rapidez apartó la mano y desvió la mirada. —Eh… tengo cosas que terminar, tú trata de descansar un poco.
—De acuerdo —sin poder evitarlo le acarició la cabeza con dulzura. —Gracias.
Con las mejillas rojas Jimin dio media vuelta y se alejó a toda velocidad mientras el corazón le latía al cien, por lo mismo no se percató de la forma en que Yoongi lo contemplaba marcharse. Nuevamente su expresión se tornó afligida.
Jin se encontraba en su oficina haciendo unas llamadas cuando vio a Namjoon entrar a la habitación cargando una bolsa, de inmediato colgó el teléfono y sus ojos brillaron mientras extendía las manos.
—¡Mi emparedado doble con mucha mostaza!
—Hola, cariño, yo también te extrañé y gracias por traerme el almuerzo —dijo en tono sarcástico
—No seas exagerado. No sé qué haríamos mi bebé y yo sin ti.
—Claro, dudo que Taehyung accediera encantado a cumplir tus antojos —le entregó la bolsa y le besó la cabeza mientras el escultor ya degustaba su comida. ¿Ya está todo listo para el viernes?
—Sí, saldrá perfecto.
—Eso espero —sonrió con diversión. —Porque de camino acá miré algo bastante interesante.
—¿Uh? —lo miró con la boca llena.
—Olvídalo, yo sé de lo que hablo.
Por la escena que vio minutos atrás, estaba seguro de que a Yoongi también le gustaba Jimin, así que haría lo posible para que la noche del viernes su amigo hablara con el pintor. Lo conocía demasiado bien y por lo mismo sabía de qué forma incitarlo para hacer las cosas.
Por la noche los matrimonios Kim y Jeon se encontraban reunidos en el bar de un hotel. Hoseok los había citado ahí para darles un pequeño informe sobre la situación de sus hijos, apenas les contó un breve resumen de la plática con Jungkook (tampoco iba a romper la promesa hecha a su sobrino), ambas mujeres soltaron gritos de emoción.
—¡Lo sabía! —declaró. —El amor está ahí, siempre lo ha estado.
—Ojalá nuestros niños no fueran tan obstinados —dijo Hyeri.
—Esto de separarlos realmente está funcionando —aceptó Taemin.
—¿Acaso no confiabas en mi plan? ¡Eres cruel!
—Tranquilízate, Yeihji —pidió Junho. —Lo importante es que Taehyung y Jungkook se están volviendo conscientes de sus sentimientos por el otro.
—¿Ahora qué planean para proseguir? —preguntó Hoseok bebiendo su copa con vino.
—Necesitamos presionar más —contestó su prima, —que esto de la prohibición parezca muy en serio.
—Tengo una idea —intervino Hyeri. —Ya que les prohibimos no verse, si nos enteramos de que ellos dos se encontraron, tendríamos qué castigarlos, ¿cierto?
—Creo que sé hacia dónde te diriges —comentó su amiga. —Primo, para que esto resulte necesitaremos de tu apoyo nuevamente.
—No me queda opción —murmuró resignado.
—¿Dijiste algo?
—Que escucharé lo que digan.
🌌🌌🌠
Unos días después, Taehyung se encontraba en la cafetería del hospital comiendo. Había intentado concentrarse de lleno en el trabajo y así alejar “kookies” pensamientos. Estaba tan sumido en saborear la comida que se desconcertó cuando una alta sombra se paró frente a él, alzó la vista y se sorprendió por encontrarse con Hoseok.
—Hoseokssi, ¿qué hace aquí? Se supone que nuestras familias no pueden verse.
—Eso es entre Kim y Jeon, pero yo soy un Jung, así que no hay problema —sonrió un poco y tomó asiento sin ser invitado. ¿Qué tal llevas el no poder ver a Jungkook?
—Soy sumamente feliz por ello —contestó mientras todavía comía.
El pelirrojo trató de contener la risa, ya que se notaba que el chico estaba mintiendo con toda la convicción posible. Bueno, no le insistiría demasiado en ese asunto, pero debía lograr el objetivo por el que lo mandaron ahí.
—Taehyung, vine a tu trabajo porque necesito entregarte un mensaje de mi sobrino —notó que obtuvo la atención del otro aunque tratara de aparentar lo contrario. —Este viernes él irá a la exposición de Yoongi; ya que uno de los organizadores del evento es tu cuñado no sería raro que ustedes se encontraran ahí. Jungkook quiere hablar contigo, no me dijo sobre qué, sólo me pidió que te convenciera de ir.
—Hum… ¿Y por qué habría de hacerlo?
—Porque no querrás hacerme enfadar y llevarte ahí a rastras de ser necesario.
Taehyung tragó saliva, aunque siguió aparentando calma. Por lo general Hoseok era un hombre tranquilo, pero enojado era de temer, además aunque odiara aceptarlo, tenía curiosidad por saber de qué quería hablar Jungkook con él. Por su parte, el pelirrojo ya intuía que su sutil amenaza había surtido efecto, le costó manipular a Jungkook para convencerlo de que debía hablar con él para tratar de aclarar lo que estaba ocurriendo entre ambos, así que haría hasta lo imposible por reunirlos, ya que era una parte muy importante del plan.
De esa manera llegó la tarde del viernes y la galería estaba abarrotada de gente, tanto críticos, artistas, periodistas y público en general. Yoongi estaba bastante nervioso a pesar del apoyo de Jungkook quien trataba de relajarlo, sin embargo él tuvo que ir a saludar a algunos socios de su familia, dejando al pintor solo.
—No pongas esa cara, tus obras son realmente buenas.
El pelinegro volteó, encontrándose con un Jimin elegantemente vestido. Ahí en medio de todo, parecía tan tranquilo y confiado que logró calmarlo un poco.
—Ah, Jimin. Gracias por tus palabras, eres muy amable.
—Me parece que te desvaloras mucho. Mis palabras no son por lástima ni amabilidad, si lo digo es porque realmente pienso que es así. De modo que relájate, sonríe y disfruta tu momento.
El pintor abrió los ojos de sobremanera y agachó la cabeza unos instantes, pero cuando volvió a alzarla, tenía la sonrisa más radiante y alegre que había puesto hasta el momento, lo que provocó que Jimin se sonrojara, sobre todo cuando él le sujetó las manos con ternura.
—Sí, muchas gracias por todo.
Antes de poder contestar algo, Jin llegó con ellos.
—Ven Yoongi, quiero presentarte a algunas personas realmente interesadas en ti.
—Muy bien. Nos vemos en un rato, Jiminnie.
Jimin los observó marcharse todavía con las mejillas rojas, reaccionó cuando sintió una mano posarse sobre su cabeza, aunque no necesitaba voltear para saber de quién se trataba. Sólo una persona se atrevía a hacer algo así.
—La forma en que lo miras habla por sí misma.
—N-No digas tonterías.
—Es verdad, estás siendo demasiado evidente con respecto a él. Deberías decirle lo que sientes. ¿Qué?, ¿por qué pones esa cara? Ese chico te gusta, así que no tiene nada de raro que lo diga.
—P-Pero de eso a confesárselo es distinto —inconscientemente hizo un puchero.
—Oye, el Park Jimin que yo conozco no es ningún cobarde, de modo que no me decepciones, o me burlaré de ti toda la vida.
—Grr, idiota.
—Sin embargo así me quieres y soportas. Anda, ve y da tu mejor esfuerzo.
Taehyung llegó por la noche a la galería. Debía admitir que las pinturas de Yoongi realmente eran buenas, con razón su cuñado decidió promoverlo. Estaba distraído contemplando los cuadros cuando sintió que alguien lo pateó.
—¡Tardaste mucho, bastardo! Creí que ya no vendrías.
—A diferencia tuya, no tengo tanto tiempo libre, —replicó, pero se dio unos segundos para contemplar cómo lucía Jungkook aquella noche
—¿Qué?, ¿por qué me miras de esa manera?
—No es nada. ¿Y?, ¿de qué querías hablarme?
—Bueno, yo —se mordió los labios… —De nuestros padres, de qué otra cosa podría ser.
—Actúas más raro de lo habitual.
—Ignoraré eso porque no te golpearé en la noche importante de mi amigo. Vamos a la cafetería que está aquí cerca para hablar con más tranquilidad.
—Hum, pues ya qué.
Jin había organizado una pequeña fiesta en honor a Yoongi en otro salón del lugar. El pintor se sentía realmente feliz, conmovido y halagado, eran demasiadas emociones por un día. Salió al jardín trasero de la galería para tomar un poco de aire fresco y saborear ese gran momento.
—Necesito hablar contigo —oyó a sus espaldas
—¡Jimin! —le sonrió. —Adelante, puedes decirme lo que quieras.
Apretó los puños y lo miró, decidido. Las palabras de Namjoon habían logrado picar su orgullo; él no era ningún cobarde y lo iba a demostrar, estaba convencido de lo que iba a hacer.
—Yo… Me gustas —soltó de golpe con seguridad. Y no me refiero a como artista ni como amigo, realmente me gustas.
El aludido abrió los ojos de sobremanera y sus mejillas se tiñeron de carmín. Tener enfrente a ese atractivo y serio hombre confesándole sus sentimientos era más de lo que merecía. Jimin era un chico maravilloso y eso ya lo sabía demasiado bien.
—M-Muchas gracias, Jimin. Realmente me siento halagado de que alguien como tú se fije en alguien como yo y no voy a negar que me atraes demasiado —agachó la cabeza. —Sin embargo lo siento, no puedo permitirme corresponderte.
—Pero si acabas de decir que…
—Verás, cuando tenía diecisiete años, yo amaba a una chica unos años mayor que yo. Su nombre era Rei. Siempre se comportaba amable y me animaba en todo, yo deseaba tanto estar con ella, pero eso no podía ser porque era la novia de Shin nii, mi mejor amigo y algo así como un hermano mayor. Ambos hacían una pareja maravillosa y como los quería tanto, sólo podía callar mis sentimientos.
Entonces una noche, regresando de un viaje en carretera, tuvieron un accidente automovilístico. Shin nii falleció al instante y Rei quedó gravemente herida, fui corriendo al hospital a verla, tenía múltiples heridas internas y su novio acababa de morir, incluso así ella me recibió con la sonrisa de siempre. En ese momento lloré y le confesé mi amor a pesar de la situación y que estaba traicionando la memoria de mi mejor amigo, ella me dio las gracias, sin dejar de sonreír, y se disculpó porque sólo amaba a Shin nii, a nadie más. Falleció poco después de eso y durante su entierro lloré hasta quedarme sin lágrimas —miró fijamente a Jimin. —Mi amor por ella es demasiado profundo todavía y me juré que nadie podría remplazarla, por eso lo siento mucho. No soy un buen hombre para ti porque seguiría pensando en Rei.
Jimin agachó la cabeza y apretó nuevamente los puños.
—¿De modo que planeas seguir aferrado al recuerdo de ella toda la vida? Pues adelante —lo miró con enojo. —Yo siempre he creído que no sirve de nada vivir en el pasado, se debe tener valor para seguir adelante. Tú estás haciendo todo lo contrario, te escondes tras tus recuerdos —le dio la espalda. —Vive sumido en ellos sin aprender a superarlos y dejarlos atrás. Esa coraza te protegerá para que nunca nadie se te pueda acercar realmente.
Dicho eso se marchó a toda velocidad, Yoongi tuvo el impulso de detenerlo, pero se contuvo de inmediato. Si lo hacía sólo provocaría falsas esperanzas para él y para sí mismo, como se lo dijo, no podía negar la atracción que le despertaba y por lo mismo los celos que sentía cada vez que lo veía cerca de Namjoon. Pero se prometió no darse ilusiones en vano, Jimin merecía a alguien que sólo tuviera ojos para él, no alguien que estuviera atrapado en los recuerdos de un amor imposible que no pudo ser.
—Perdóname… Pero no tengo la confianza de poder hacerte tan feliz como quisiera.
Llendo a la cafetería, para no variar Taehyung y Jungkook ya estaban discutiendo pues como ambos iban elegantemente vestidos, llamaban demasiado la atención en ese pequeño local.
—¿Y qué esperabas, tarado?, ¿que trajera otro cambio de ropa bajo el saco?
—Podríamos haber ido a cualquier otro lugar solitario.
—Arg, no sé por qué me esfuerzo en reunirme contigo de nuevo —bufó. —Tan sencillo que sería ser un buen chico, obedecer a mis padres y no volver a vernos en lo que nos resta de vida.
—Eso significaría adiós discusiones, insultos, golpes, visitas a la cárcel y demás tonterías.
Ambos guardaron silencio y se observaron, incómodos. Sin importar cuánto lo dijeran, aquella perspectiva de ya no verse no terminaba por gustarles, estaban demasiado acostumbrados a tener al otro como rival, se conocían de toda la vida.
—Cofcof —tosió Taehyung, dijiste que íbamos a hablar de nuestros padres, ¿no? ¿Averiguaste algo nuevo?
—¿Eh? Ahh, cierto, nuestros padres. Pues se me ocurrió que podríamos hacer que se reunieran mi papá con el tuyo y mi mamá con la tuya en lugares distintos para que hablen. Tal vez verse cara a cara los haga darse cuenta de que se extrañan.
—Mmm… No suena descabellado. Quizá de esa manera aclaren las cosas y terminen con esta estúpida pelea de una vez por todas. Vaya, tu cerebro funciona.
—¡¿Qué insinúas, imbécil?! ¡Por supuesto que funciona!
Lo amenazó con un puño, pero justo en ese momento con su agudo oído escuchó sonar el flash de una cámara. Al parecer Taehyung también se percató de ello, porque de inmediato comenzó a buscar a su alrededor.
—¡Ahí, Jeon!
Señaló a un hombre vestido con una gabardina café y lentes oscuros que aún sostenía la cámara en una mano. Al verse descubierto el sujeto se asustó y salió corriendo del local.
—¡No podemos dejar que esa foto llegue a los medios! —gritó Jungkook jalándose el cabello. —¡Si nuestros padres se enteran, será un desastre!
—¡Hay que detenerlo!
Tanto Jungkook como Taehyung se pusieron de pie, dejaron unos billetes en la mesa y se fueron a toda velocidad persiguiendo al hombre de la cámara el cual les llevaba sólo dos calles de ventaja.
—¡Vuelve acá, maldito! —gritaban.
—¡¿Por qué me siguen?! ¡Yo no hice nada malo!
—¡Claro que sí! ¡Danos esa cámara!
—¡Ni creas que te dejaremos escapar!
Aquél maratón parecía no tener fin. Los jóvenes intercambiaron miradas y asintieron. Taehyung giró en otra calle mientras Jungkook aún perseguía al espía y al doblar en una esquina, lo interceptó lanzándosele encima. Mientras ellos caían al suelo, Jungkook se apresuró en recuperar la cámara y le quitó la tarjeta de memoria.
—Eso es mío —dijo el hombre, pero calló al sentir las miradas asesinas de sus persecutores.
—Eres uno de esos estúpidos reporteros de sociales, ¿no?
—Más te vale que nada de esto aparezca en los periódicos o cualquier otro medio —advirtió el médico, —o de lo contrario utilizaré todos mis contactos para arruinar tu carrera, ¿entendido?
—S-Sí…
—Bien, ahora desaparece de nuestra vista.
El fotógrafo volvió a huir, despavorido. Mientras Taehyung se sacudía el polvo de la ropa, Jungkook suspiró, guardándose la memoria de la cámara en un bolsillo.
—Esto de vernos en secreto es peligroso —comentó. —Pareciera como si fuéramos criminales o algo parecido.
—Oye, Hyung… ¿sabes dónde estamos?
—¿Hum?
Taehyung volteó a su alrededor y entendió por qué la pregunta. Se encontraban en una oscura calle que no reconocían en absoluto. Genial, lo único que le faltaba era perderse en medio de la noche en compañía de un irritante doncel con el que ni siquiera debía verse. Mejor se apresuraban en averiguar dónde rayos terminaron gracias a su persecución y regresaban a casa.
Por otra parte, Jimin se hallaba en un bar bebiendo una botella de licor. Estaba tan molesto, decepcionado, herido y con un montón de emociones más por lo ocurrido con el pintor, que lo único que se le ocurrió para olvidar todo eso fue ingerir alcohol. Había entendido los motivos de Yoongi para rechazarlo, pero precisamente eran esos motivos los que lo tenían tan furioso.
—Oye, Jimin —llamó el barman, un hombre con mal aspecto, —deberías tranquilizarte un poco.
—Cállate y déjame beber en paz.
El aludido suspiró y negó con la cabeza. Sunwoon era un viejo amigo de Namjoon, por lo mismo conocía a Jimin desde muchos años atrás y sabía perfectamente que no le gustaba beber alcohol debido a cierto incidente. Debía haberle ocurrido algo serio para que llegara a esos extremos.
No pasó mucho rato después para que Namjoon llegara al bar. Había estado acompañando a Jin durante la fiesta por el éxito en la exposición de Yoongi cuando recibió la llamada de Sunwoon quien le informó sobre cierto cliente que tenía en la barra. El mayor de los hermanos Kim se acercó para llevarse a Jimin quien estaba demasiado ebrio y semidormido.
—Jimin, la botella está vacía, ya suéltala —se la quitó.
—Hum… Déjame seguir bebiendo y no molestes.
—Ni hablar. Prometiste que no volverías a emborracharte así y mírate ahora. ¿Qué ocurrió?
—Estaba enojado, —intentó mirarlo, pero estaba mareado. —¿Por qué me tengo que fijar en tipos enamorados de otra persona? Mi primer amor quería a alguien más y por eso rompí con él, y ahora resulta que a mi segundo amor le gusto pero él sigue aferrado al recuerdo de la mujer que amaba. ¡Maldición! —intentó levantarse, pero se tambaleó así que Namjoon lo sostuvo para que no se cayera. —Si mi oponente es una persona, pues bien, lo acepto, pero dime, ¿cómo rayos me enfrento a un fantasma? —se recargó en el pecho del moreno y lo rodeó con sus brazos. —Yoongi es un idiota, pero no puedo odiarlo. Por eso estoy enojado conmigo…
—Se quedó dormido —avisó Sunwoon tocando su frente minutos después.
—Lo llevaré a su casa —lo abrazó y gruñó, entornando la mirada.
Jimin por ninguna razón jamás había llegado a ese punto, hasta que cierto pintor apareció en su vida. Se atribuía parte de la culpa por impulsarlo a declararse, sin embargo ahora, viendo los resultados y el estado en que su amigo terminó, no se lo iba a perdonar. Haría que Min Yoongi se retorciera por haberlo lastimado de esa manera.
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