CAPITULO 2
Querido cachorrito, mamá ya vendrá
Querido cachorrito, papá ya vendrá
Iremos a un prado, y jugaremos
Hermanos tú y yo, juntos tú y yo...
Se despierta de golpe, el sudor frío le cae a chorros por la frente y su almohada está húmeda, no sabe si se ha orinado o es el sudor del cuerpo lo que hace que sus sabanas estén húmedas. Se quita las cobijas de encima y camina hasta la mesita de madera que tiene en su alcoba para tomar un vaso de agua.
Ha estado teniendo sueños extraños, con la voz de un niño. En el sueño, no hay un rostro al cual mirar, pero hay un tacto. Siente entre la mano un dedo frío, como si le estuviese sosteniendo entre los suyos y la voz es... calmada, tranquila hasta que las estrofas de la canción se vuelven un bucle, cada vez más alto que le hace doler los oídos.
Taehyung tiene que ir a su ventana y abrir la cortina de seda, el aire frío le pega al rostro y mira por su balcón. Las montañas del bosque prohibido alzándose alto, los copos de nieve de la noche cayendo lentamente y ocultando entre sí el bosque.
-Maldición, ¿qué me pasa? -se restriega las manos en la cara. El agua le sabe amarga cuando bebe y mira de nuevo por su ventana.
Siente un apretón en el pecho, como si de alguna forma la montaña misma le llamara y es imposible.
La puerta de su habitación se abre lentamente y no es necesario que se gire para saber quién es.
-¿Se encuentra bien, alteza? -la voz de Jungkook le retumba en los oídos y no se voltea a mirarlo siquiera.
-¿Tú sabes lo que hay en el bosque prohibido, Jungkook? -el omega se endereza, se mantiene en la puerta de la habitación y suspira denso.
-No, señor. Es el bosque prohibido, el nombre dice mucho. Nadie puede entrar ahí -Taehyung bufa una risa y lo mira por encima del hombro.
-Mis padres murieron ahí, ¿lo sabes?
-Conozco la historia, mi señor, todos lo hacen.
-Dímela entonces -el omega suspira de nuevo y se atreve a cerrar la puerta de la habitación, quedando a solas con Taehyung.
-Fue en invierno, poco después de año nuevo y de su nacimiento. Los reyes- ellos y su hermano, el primogénito, iban en camino al río cristal, para un paseo para su hermano.
-¿Y qué más? -Taehyung insiste, sabiendo la historia de memoria pero es que es imposible no hablar de ella cuando la fecha de su muerte se acerca paulatinamente.
-El caballo que tiraba de la carroza cayó al río, la carroza se rompió y se hundió, con sus padres dentro.
-¿No es raro?
-¿Qué cosa, mi señor?
-Que yo siendo un bebé sobreviví, pero mi hermano era más grande, apuesto que era igual a mi padre si eran idénticos.
-Era el destino, alteza -Jungkook se atreve a decir, no creyendo ni una tercia parte de la historia que los reyes se han encargado de difundir por años en el reino-. Es así como la Diosa Luna lo tenía planeado, no hay que pensar mucho. El primogénito debió tener una buena vida antes de su trágica muerte.
-Apuesto que sí, ¿crees que me quería? Tienes hermanos, ¿no es así? Mi tía lo comentó ayer en el almuerzo. Dijo que tienes un hermano moribundo.
Jungkook traga, no sabiendo si mentir de nuevo o decirle la verdad al alfa, opta por la primer opción. Y que la Diosa Luna lo perdone por decir tales mentiras.
-Sí, alteza. Un omega, es menor.
-¿Tus padres sólo tienen omegas? -la mención de sus padres hace que Jungkook sienta un nudo en el estómago, ni siquiera sabe disimular el desagradable sentimiento que se instala en su pecho cuando el recuerdo de ellos muriendo le rebota en la mente.
Ante su falta de habla, Taehyung se gira por completo a verlo y no dice nada al ver que Jungkook se tensa y camina hasta uno de los divanes frente a la chimenea y se deja caer.
-Mis padres hubieran sido felices si yo resultaba ser un alfa. Pero en cuanto nací, la partera les dijo que era omega, mi padre solía decir que mi madre estaba feliz con ello, pero imagínese, alteza, el primogénito de mi padre fue una decepción para él, casi tanto como un bastardo.
-Hablas de ellos en pasado, ¿están muertos?
-Lo están -Jungkook afirma y hablar de esa forma con Taehyung, de cosas tan íntimas como lo son sus padres no le sienta bien a su lobo-, murieron cuando tenía quince, una pulmonía. Viví en el pueblo por muchos años, trabajé de agricultor, hasta en una taberna de mala muerte en el distrito de Busan.
-¿Eres de ahí?
-Hace muchas preguntas, alteza -Jungkook se ríe entre dientes y mira al alfa-. Pero sí, nací y crecí en Busan.
-Tu hermano estará bien, yo me encargaré de eso.
-¿Y cómo exactamente, señor? No sale de este palacio más que a los salones donde se hacen los bailes, no conoce más allá del límite de este lugar, ¿cómo exactamente podría ayudarme?
-No perderás tu trabajo-
-El trabajo, mi señor, no lo es todo -Jungkook se pone de pie. Mira a Taehyung una última vez y le da una reverencia, sale de la habitación dejando al alfa solo y con las palabras en la punta de la lengua.
El silencio llena la habitación. Hay más de una docena de hombres y mujeres, alfas y omegas, los olores incluso hacen a Junseo hacer una mueca. Mira a su mujer a su lado y ella parece tan molesta como él.
-Dado que los duques de Daegu continúan sin estar de acuerdo con nuestros acuerdos, no hay otra razón para la que sigamos aquí -señala Namjoon.
Están juntos en la sala del consejo real. Una habitación grande, en uno de los lugares del palacio en los que incluso las sirvientas tienen prohibido entrar y que está sólo custodiado por los guardias de cada duque en el lugar. Hay una mesa larga y un mantel rojo, rodeada de sillas de caoba recubiertas de cuero dorado.
-Lord -llama el rey y Namjoon cierra la boca-, aún no es parte del consejo real por completo. Falta que se una a un omega y que su padre le otorgue el puesto, sus palabras siguen siendo nulas aquí.
Al alfa se tensa y quiere decir algo, pero su padre al lado le hace una seña para que guarde silencio.
-Pero el lord de Dongjak-gu tiene razón -la voz calmada de una mujer se escucha y Junseo y su mujer clavan su vista en ella, quien no se inmuta a la mirada de un amarillo intenso de los reyes. No siendo de un color dorado por ser segunda linea en la descendencia. -No hay nada más que hablar, sus nuevas leyes o lo que sea que son esas frases en el papiro no las aprobamos.
-Les recuerdo, mis duques -Junseo se endereza, su cabello negro, de a poco ha ido cubriéndose de unas cuantas canas pero sigue teniendo el porte peligroso que lo rodea desde que su hermano fue coronado en su lugar-, que una vez que el príncipe ascienda, su poder-
-Nuestro poder va a desaparecer -completa Dohyun, el duque de Daegu y Junseo gruñe haciendo un puño con la mano sobre la mesa.
-No hay un descendiente en su familia -les recuerda la reina y sabe que ha dado en el clavo cuando ve a Min Jiwoo reapirar hondo-, su hijo, el lord de Daegu falleció en la guerra, si ustedes todavía conservan este título de duques es en memoria de mi cuñado y su esposa. Los difuntos reyes, pero ahora los reyes somos nosotros y su deber como consejo real es aconsejarnos y obedecer a lo que digamos.
-No, mi reina -interrumpe Dohyun, siente a su omega al lado inquieta tras la mención de su hijo, en cambio, continúa-, nuestro trabajo como consejo real es equilibrar lo que sucede en el reino. No seríamos unos buenos duques si permitieramos todo lo que proponen cada mes.
-¿Insinúa que nuestro rey propone locuras? -la voz del vizconde de Jeju resuena en el lugar.
-Por supuesto que no, Sanchul -el alfa niega y se echa en el respaldo de su silla-, pero ya todos en esta mesa les han dado la razón en sus propuestas, debe haber un contrapeso, nosotros dos lo somos.
-Oponerse a los mandatos de sus majestades podría ser considerado traición -Baekjoon les recuerda.
-No somos unos traidores -recuerda Jiwoo y la mesa entera la mira-, sus majestades saben que hemos dado nuestra sangre, sudor y lágrimas por este reino, pero hay cosas que no podemos permitir. Cosas como éstas.
-Esto -Junseo toma aire-, es indispensable para que este reino no se caiga. Cuando el príncipe sea coronado-
-¿Y cuándo pasará eso, majestad? -Dohyun vuelve a interrumpir y los ojos del alfa se clavan en él como dagas de plata-. Damas y caballeros -se dirige a todos en la mesa-, nuestros acuerdos han sido intocables desde hace más de doscientos años, cuando un antiguo rey fundó este lugar. Les recuerdo que esos acuerdos señalan que el heredero, siendo un alfa, no necesita marcar a una omega para ascender, y es exactamente lo que sus majestades están haciendo.
-¿Insinúa que mi hija no es diga de enlazarse con su alteza? -Choi Minjae le gruñe y el alfa en Dohyun se siente enojado, tantas miradas desaprobatorias en él y su omega siendo molestas.
-Para nada, Minjae. Tu hija es una omega hermosa, digna de un príncipe, pero no es una obligación del heredero enlazarse para ser coronado.
-¿Dónde está el príncipe? -Jiwoo pregunta y la reina suspira.
-Debe estar probandose sus trajes para esta noche.
-Ahí está -señala Dohyun-, el príncipe está en la edad de estar en estas juntas, debió hacerlo desde hace un año que Namjoon y Seonam comenzaron a hacerlo, y más por su puesto porque será rey en poco tiempo.
-El príncipe -Junseo habla-, es eso, sólo el príncipe, no hay necesidad de que deje sus actividades para estas juntas. Haeun y yo nos haremos cargo hasta que él sea un rey.
-Un rey que no sabe gobernar no es un buen rey. Su alteza no ha tenido un día fuera del palacio, fuera de los salones reales, ¿cómo irá a gobernar? -cuestiona Jiwoo.
-Lo que el príncipe hace, no es incumbencia de nadie, me temo -Yejun, el duque de Busan habla.
-Oh, Yejun, eres el menos indicado para hablar en esta junta -Dohyun le gruñe-, al igual que nosotros dos, tu omega y tú perderán poder de su distrito una vez que tu hijo se enlace con Namjoon.
-Mi distrito seguirá bajo mi mando hasta que mi hijo y Namjoon me den un heredero alfa, digno de seguir en mi lugar.
-Ahora entiendo -susurra Jiwoo y mira todos en la mesa, uno a uno con las cejas fruncidas-, todos ustedes buscan un beneficio propio, debería ser una vergüenza para ustedes. Cuando los difuntos reyes les otorgaron sus puestos, juraron que velarian por el bien de este reino y mirense, no hay más que objetivos personales entre ustedes.
-Lady -la reina le llama la atención y se pone de pie-, no puede acusar a los lores y ladies de tal cosa.
-No es una acusación al aire -la duquesa responde-. Lo lamento, majestad, pero dado que no hay más qué decir en esta junta, es hora de irnos a nuestra residencia.
-Huyen -Yungseo los acusa-, ¿tampoco asistirán a la fiesta esta noche?
-Mi señor -Dohyun se pone de pie junto a Jiwoo y todos pueden verse tensos en la habitación, siendo los duques de Daegu los únicos con un poder e influencia mucho más grande que el resto, casi a la par de los mismos reyes-, un baile en estos tiempos es la menor de nuestras preocupaciones-, mira a la omega a la cabeza de la mesa.
La reina los mira con fuego en los ojos y Junseo a su lado permanece en silencio, pero la vena en su frente detona su enojo.
-Pueden darle a su hija y su alteza nuestras felicitaciones por su compromiso. Una vez que el sacerdote los una y lady de Anyang-si cargue con la marca del príncipe, enviaremos regalos.
No hay más por decir, y si lo hay, los duques no dan el tiempo de hacerlo. Caminan fuera de la habitación con guardias tras ellos cuidando sus espaldas. No tienen intenciones de seguir en el palacio, no cuando se siente ajeno a lo que alguna vez fue en el pasado.
Caminan por los pasillos, con los tacones de Jiwoo haciendo eco y el sonido de sus pasos resonando en las paredes. Ambos se detienen en seco al pasar al lado del corredor principal, es amplio y tiene una alfombra roja que lleva directamente a un par de sillas.
Son de madera, la mejor que ha existido y tienen perlas incrustadas, con piezas de oro en el respaldo que valen mas que cualquier otra cosa en el lugar. Además, de que ambas sillas están custodiadas por un par de guardias reales. Oh, a Jiwoo le viene un recuerdo a la mente.
Está ella junto a Eunha, las dos ríen y están de pie frente al trono. Eunha lleva un vestido liso de color verde esmeralda y una tiara en la cabeza con un diamante al centro. La misma que ahora usa Haeun con demasiada altanería. Las mangas de sus vestidos son largos y dejan el pecho al aire porque es verano y el calor ha comenzado a hacer de las suyas.
En ese salón, hay un niño corriendo de lado a lado, riéndose escandalosamente, jugando a que uno de sus guardias no puede atraparlo y Jiwoo se sostiene el vientre inflado en las manos.
-¿Sabes la fecha de parto? -llama Eunha y Jiwoo suspira.
-La partera dijo que nacerá en luna menguante, dos semanas.
-¿Y tienes idea de su lobo?
-Dohyun cree que será un alfa -una sonrisa se planta en la reina. Es real, brillante y Jiwoo se sonroja al sentir un abrazo de su mejor amiga, demasiado repentino.
-Estoy feliz por ti, Jiwoo-ssi. Un alfa -se miran a los ojos y Jiwoo puede ver la fortaleza de su omega a través de su mirada-, un primogénito de los duques de Daegu será un alfa, lanzaremos flechas al mar en su nombre.
-Esa ceremonia sólo es para los alfas herederos al trono -Jiwoo frunce las cejas y su reina suspira. Eunha echa un último vistazo a su cachorro, el pequeño de apenas dos años es más inteligente que cualquiera, ha aprendido a caminar y correr más rápido que cualquier otro omega. Lo ve reír y sabe que está a salvo, por eso mismo, conduce a Jiwoo a otra habitación, un pasillo más desolado donde está el salon del consejo real.
-El puesto de Seokjin peligra -susurra. Jiwoo abre los ojos sorprendida y por mero instinto, sus manos van a su vientre-. Junseo solicitó un juicio para Taejoon.
-¿Sus bases? -pregunta alterada, demasiado para su estado.
-Lo acusa de traición.
-¿El rey traicionando?
-Dice que traiciona al reino. Taejoon ha estado buscando una tregua con el reino del norte, el mes pasado estuvimos por lograrlo pero- -toma aire antes de continuar-, Junseo se interpuso y la tregua no se llevó a cabo. El consejo real será citado para el juicio, si se sabe de tu fecha de parto es probable que quieran que sea en ese mismo día.
-¿Por qué? No puede haber un juicio sin que todos los miembros del consejo estén presentes.
-Querrán hacerlo, porque saben que tenemos su respaldo en todo lo que nosotros digamos.
-Y seguirá siendo así, Eunha -el nombre le sabe raro en la boca, no suele llamarla por su nombre y a veces olvida que habla con la reina y no con su mejor amiga, pero la mirada de la mujer es diferente, sabe que ahora no busca a la duquesa de Daegu, busca a Jiwoo.
-Me alegra saberlo. Tienes que jurarme algo, Jiwoo.
-Lo que sea, mi reina.
-No soy tu reina ahora, soy tu amiga, como hermanas, ¿te acuerdas? -le pregunta y Jiwoo sonríe, recuerda los tiempos cuando eran niñas y Jiwoo era hija de una campesina que limpiaba el castillo para la familia Kim, donde se conocieron.
-Como hermanas -le afirma.
-Júrame, por tu sangre, por el hijo que llevas en el vientre, que pase lo que pase, estarás de nuestro lado. Vas a defender nuestros ideales, y si muero- o Taejoon muere-
-No morirán -le recrimina y no sabe en qué momento sus ojos se han llenado de lágrimas pero parpadea y estas comienzan a salir y escurrir por sus mejillas.
-Si llegase a pasar -Eunha cambia el discurso-, júrame que vas a seguir velando porque este reino no se vaya por la borda. Seokjin debe de estar en el trono, no puedo condenar a mi hijo a perder su herencia por su lobo. Es un omega fuerte, lo sabes. Sabrá ser un buen rey algún día.
-Un omega como rey...-susurra y Eunha la mira esperando que le recrimine igual que todos en el reino por el hijo que ha parido y que no es un alfa como el que todos esperaban-, será un buen rey.
A Eunha le tranquiliza el corazón.
-Debes asegurarte que suceda. Cuando sea hora de que Seokjin tome el trono, van a querer rebelarse en su contra. Podría haber una guerra.
-Dohyun ni yo los traicionaremos. Estamos con ustedes, Eunha, nuestra lealtad es al reino, a ustedes, a la corona. Veré por el bien de este reino hasta que tenga que partir de este mundo.
A Jiwoo le hubiera gustado que fuera diferente. No hay un heredero omega, no ha visto a Taehyung en más de un año y no sabe si el alfa tiene sentido común o es tan dulce como su madre y valiente como su padre. Si tiene sentatez y si valora a los omegas y alfas por igual como a su madre le hubiera gustado.
Seokjin murió con sus padres y su propio hijo desapareció en medio del caos, de una guerra que él no debía pagar.
¿Qué sentido tenía? No cumplió darle a Seokjin el trono y velar porque eso sucediera, no salvó a su mejor amiga y a su alfa, su hijo murió muy probablemente y, ¿cuál era su única tarea?
Cuidar que el reino no cayera en ruinas.
Si no pudo cumplir con llevar a Seokjin al trono, cumpliría con la lucha de una mejor tierra para los omegas y los alfas. Hasta el último día, como prometió a su reina.
Siente la marca de su cuello picar y mira a su alfa tras ella. Se da cuenta que ha comenzado a caminar al trono y sus ojos se llenan de lágrimas al ver que sus manos están en su vientre plano. Vacío. No hay un cachorro alfa en él, no hay una reina a su lado, no hay un omega heredero corriendo en el lugar. En cambio, hay melancolía. Puede sentirla, casi olerla si presta atención.
Dohyun se acerca a su lado y sus manos frías le limpian las mejillas a su omega. Verla en tal estado le parte el alma en mil pedazos y el lobo en él exige quitarle la tristeza del corazón, aún a costa de la felicidad propia.
-Es hora de irnos, mi vida -la omega cierra los ojos, disfrutando el tacto y sus guardias no se inmutan a su afecto, acostumbrados a ellos, pues enlazados por amor y no compromiso, sus sentimientos son más profundos.
-¿Qué hubiera pasado si no iban ese día? Si Seokjin no iba con ellos- ¿cómo sería todo? -Dohyun suspira y sabe a lo que se refiere.
-No lo sabremos -responde con sinceridad y no sabe cómo hacer o qué decir para que su omega pueda estar tranquila.
-Le juré que si algo le pasaba yo haría que Seokjin fuera coronado. Rompí el juramento, merezco ser ahorcada por traición a mi reina.
-Claro que no -Dohyun le toma las mejillas y hace que lo mire-. No es culpa tuya la muerte de Seokjin, no es culpa tuya que Taejoon y Eunha cayeran al río, nada es tu culpa.
-¿Cómo puedo llevar el título de duquesa si he fallado a mis reyes, a mi príncipe, a mi hijo? Te fallé a ti también, no pude darte un cachorro, un alfa, no lo mantuve con vida y- ¿cómo puedes amarme después de esto?
-Porque tu valor como omega no se mide en cuántos cachorros puedes darme o no. Eres mi omega, mi otra mitad, mi duquesa de Daegu -Jiwoo siente la marca cálida y es un alivio para ella, pues es un recordatorio de que su alfa la ama todavía-, cumpliremos con lo que ellos querían, ¿sí? Tarde o temprano, vamos a hacer que este sea un mejor lugar.
El acero le pica contra la pierna. Es una sensación extraña, incómoda, y la ropa que le viste no hace mucho por ayudar. El pantalón de cuerina se ciñe a sus muslos y Yoongi tiene que admitir que le gusta cómo se ve. No ha usado ese tipo de ropa jamás en su vida, pero ha visto a Jungkook hacerlo. El omega no se mira incómodo con ello.
Esconde el par de dagas en sus muslos, bajo la tela del pantalón y se pone encima de la ropa un chaleco de cuero mucho mas grueso y pesado, tiene unas bolsas que Miyeon ha tejido y pasan desapercibidas a simple vista. Las usa para esconder el par de esposas que consiguieron un día antes con el herrero. Les ha costado tanto dinero que si Yoongi fuese rico, creería que caería en quiebra.
Se coloca la capa sobre sus hombro, es de seda, o Jungkook dijo eso. La ata bajo su barbilla y se pone un par de guantes del mismo material del pantalón. Seokjin llama su atención al ir con él. Viste de la misma forma, la única diferencia son colores. Yoongi usa telas rojizas y Seokjin de un color azul que hacen resaltar sus ojos. Lo ve guardar unas dagas de acero en el cinto de su pantalón y las oculta perfectamente bajo el chaleco.
-¿No te pican? -pregunta y a Seokjin le toma unos segundos entender de qué habla.
-Son incómodas, pero puedo soportarlo -él y Yoongi se ríen, quizá de nervios, de gracia genuina o porque es la única forma de distraerse de lo que harán una vez que crucen el río.
Miyeon carraspea tras ellos y a Seokjin le da tristeza verla así. Sus ojos están brillantes del llanto y sus hombros suben y bajan, sus manos tiemblan y no por el frío que ha rodeado al reino. Esa misma mañana han discutido sobre sus planes, con la beta presionando para que Seokjin ceda de una vez y olvide su descabellado plan de un ataque al reino. Incluso si el príncipe le cree sobre su sangre, no asegura que va a cederle el trono.
Seokjin lo sabe, sabe las consecuencias de lo que hace, conoce los riesgos, pero no está dispuesto a rendirse. A fingir que no le afecta la vida que ha llevado desde que tiene cuatro años. Miyeon lo enseñó a defenderse, tal cual como Haewon le enseñó a ella y él mismo ha cuidado los recuerdos de cómo veía a los guardias entrenar en el palacio. Los recuerda totalmente.
No pretende ser cruel con la beta, la mujer ha dado todo por él y le ha rendido cuentas como el heredero que es. Lo llama alteza cuando están solos, le pide permisos para hacer sus cosas y no olvida nunca con quién está hablando, a él mismo le incomoda. Pero hablar con ella para que dejase de hacerlo fue un fracaso, con la beta negándose a no respetarlo, sólo llamando por su nombre en presencia de sus amigos y cómplices.
Pero verla ahí, tan vulnerable y angustiada, hace a Seokjin replantearse las cosas por primera vez. Le debe su vida a esa mujer, el hecho de que sigue vivo es gracias a ella y su hermano y cuando cumplió quince, le prometió que vengaria la muerte de Haewon, en una noche lluviosa cuando la vió llorando por él. No pretende romper su promesa.
Se acerca a ella y la toma de los abrazos, calma su nerviosismo y le acaricia los hombros, en un intento de darle paz. La beta lo mira a los ojos y Seokjin suspira antes de hablar.
-Volveré -le dice y Miyeon traga duro.
-Aunque no lo crea, es una de mis preocupaciones. Que vuelva -ninguno recuerda que Yoongi está ahí, y el alfa es lo suficientemente decente para no interrumpir la conversación, confundido por los honoríficos al hablarse mutuamente.
Yoongi no lo piensa demasiado, suspira y echa un vistazo a su alrededor asegurándose que no se le olvida nada y sale sigilosamente por la puerta de la cabaña. El frío aire le pega en el rostro y los copos de nieve caen lentamente sobre su cabeza. Se sienta en una de las bancas de madera que él y Seokjin han construido, a esperar por el omega.
Dentro de la casita, la beta sigue negándose a dejar ir a Seokjin. Le sostiene de los brazos y trata de persuadirlo por dejar todo, por buscar otra forma.
-Estaré bien -Seokjin le afirma y es que sabe de sobra que una de sus preocupaciones es que muera, que un guardia lo atrapé y lo fusilen frente a todo el reino, peor aún, que los reyes descubran quién es y sea torturado. No entregará al primogénito en manos de esos desalmados.
-¿Usted qué sabe, alteza? Jamás los ha visto- son despiadados -le susurra desesperada.
-No tengo otra opción -afirma-. No puedes interponerte en esto. Es mi herencia lo que está en juego.
-¿Y es igual a ellos, mi señor? -le pregunta y Seokjin la mira con las cejas fruncidas-, ¿También quiere el reino para usted, quiere ser el rey y acabar con su hermano, los reyes?
-No haré eso -asegura-. No soy como ellos, cuando todo termine, cuando recupere el trono le daré una memoria digna a mis padres y mis tíos van a pagar por todos sus crímenes, caerán todos. Uno a uno.
-¿Y su hermano? El príncipe no tiene la culpa de nada, usted mismo me dijo que lo amaba cuando niños, que siempre soñó con un hermano menor, ¿lo matará cuando haya acabado?
Seokjin traga duro, todavía no sabiendo qué haría con Taehyung una vez que hubiera terminado con sus tíos y que la verdad se supiera, pero no tiene tiempo para pensar en ello, hará lo que tenga que hacer una vez que sea necesario.
Lo que sea necesario. Y lo sabe.
-Descansa un poco, ¿Sí? -le pide y sabe que pide demasiado, pues la beta niega y termina por soltar un par de lágrimas más-, vendré en un rato.
-Espero su regreso, alteza -y la mención de su puesto, su verdadero puesto, le da el coraje suficiente para seguir adelante.
Toma su propia capa, de color negro y ésta es un poco diferente, a Miyeon le gusta hacer esto, marcar las diferencias con Yoongi y Jungkook. Es negra, y es del mismo estilo que la del alfa, pero tiene un encaje dorado bordado en las orillas, por toda la extensión de la capa que hace resaltar. Y oh, cuando sale de la cabaña, el encaje refleja una linda luz con las lámparas de aceite.
-Vámonos -le dice al alfa y Yoongi se pone de pie, le toma unos segundos recomponerse pero lo hace, camina tras el omega, demasiado atento a sus movimientos y no pierde de vista su actuar.
Seokjin se mira calmado, pero su omega no está igual. El aroma a miel que lo rodea es un poco agrio y no es por causa de la nieve o frío. Además, sus pupilas azuladas se colorean fugazmente de un amarillo, casi un dorado que si Yoongi fuese más observador, lo notaría mejor. Las manos del omega tiemblan ligeramente e incluso sus piernas lucen débiles, ¿Tanto así afectan las palabras de Miyeon en él?
No sabe si hablar o no, porque el omega no tiene intenciones de hacerlo pero no se han visto hace días y deben ponerse al corriente. Le toma unos minutos más prepararse para decir algo, mientras bajan por la montaña y mueven la nieve con sus pasos, los pequeños copos de la misma quedando en sus capuchas. Los guantes de cuero les cubren las manos pero no el rostro, y con cada minuto que pasa, siente la cara entumecida.
-¿Jungkook dijo qué diremos cuando estemos dentro? -se atreve a romper el silencio y Seokjin se sorprende de su voz. Lo mira y el alfa no parece prestarle atención a nada que no sean sus pasos sobre la nieve y las rocas de las montañas. Suspira una vez más, el aire frío le congela las fosas nasales pero no hace nada al respecto.
-Intentar no hablar con nadie, con suerte, nuestra presencia pasará desapercibida.
-Lo dudo -susurra el alfa y Seokjin tiene que mirarlo una vez más para comprobar que en efecto, esta vez sí lo mira-. Necesitamos una carta de presentación para ingresar al baile, ¿qué diremos?
-Jungkook dijo que teníamos que fingir ser los representantes del reino de Japón, me parece que ellos no podrán venir.
-Como si supiéramos cómo son las cosas por ahí -refunfuña.
-Eres un alfa idiota -le reclama y se detienen en medio del bosque. Han caminado por una hora aproximadamente y están cerca del río, lo saben porque escuchan a lo lejos el agua correr. Se miran a los ojos y Seokjin no lo muestra pero sus pupilas casi luchan por volverse doradas-. No tenemos que saber con certeza cómo son las cosas ahí, sólo tenemos que fingir. Si preguntan algo, inventa cualquier cosa.
-¿Lo que sea? -pregunga con una ceja arriba y Seokjin se toma el puente de la nariz entre los dedos.
-Es lo que acabo de decir -suspira de nuevo-. Jungkook no me dijo cuál será la distracción para tomar al príncipe, ni cómo lo haremos, pero confío en él, confiamos en él -afirma y Yoongi se acerca a él lentamente.
El aroma a pino del alfa se cuela en el aire que respira y Seokjin traga duro, demasiado estresado para al menos reprenderse a sí mismo por disfrutar el aroma.
-Confiamos en él -Yoongi le asegura y el aliento choca en el rostro del omega-, pero no dudaré un segundo en sacarte de ahí si las cosas salen mal.
Oh, eso.
A Seokjin se le acelera el corazón y lo odia, la sensación de ese omega en su cuerpo, la razón por la que hace lo que hace, que vive donde vive y por la que sus padres están muertos. Todo es culpa de su lobo y lo odia. Y odia más que pueda sentirse satisfecho a las palabras de un alfa.
-Saldrá bien -afirma y antes de que pueda sonrojarse, se aleja de Yoongi. El alfa suspira la ráfaga de aire que deja atrás y lo sigue de cerca.
Llegan al puente poco tiempo después y es la puesta del sol apenas, cruzan el río cristal y llegan hasta el distrito de Daegu, de ahí, lo ven de nuevo. El reino en el que han vivido sumido en la crisis.
Las mujeres van de un lado a otro, con niños delgados tras ellas, con las caras sucias y las ropas rotas, pocos de ellos logran conseguir un par de zapatos en buen estado. Hay una panadería cerca y el aroma a recién horneado opaca la tristeza que se refleja en el aire, incluso las casas parecen tan lúgubres como cualquier otro lugar.
Caminan por un sendero que marca el límite del distrito, es apenas una larga fila de cercas que se extiende por mucho, en su camino se abstienen de ser unos héroes y se niegan a dar plata o cualquier cosa de valor a los que se le acercan, con suerte les darán más que eso cuando todo haya terminado.
Llegan cuando apenas ha anochecido. El palacio es grande, enorme. Se impone en medio del lugar y la cantidad de guardias que respaldan las puertas parece absurda, un guardia cada dos metros. Se visten con sus trajes de acero delgado, que les permite ser flexibles, debajo llevan una ropa de tela que les da calor y un casco que impide ver sus rostro, no hay más que una abertura en los ojos, nariz y boca pero si Seokjin los viera sin eso, no los reconocería.
En sus cintura cada uno lleva una espada de plata, con el pomo de un color dorado y redondo, y en una de sus manos un escudo con la forma de un lobo y media luna como símbolo mientras que su mano restante, sostienen el estandarte del reino.
-Son demasiados -el susurro de Yoongi en su oído lo hace girarse al alfa.
-No estarás arrepintiendote, ¿cierto?
-Por supuesto que no, sólo digo lo obvio.
-Saldrá bien -repite y esta vez no para Yoongi o para Miyeon, sino para él mismo. Debe creer que va a poder con esto para hacerlo bien.
Se acercan a la puerta principal, custodiadas por cuatro guardias reales. Los miran de pies a cabeza y quizá lo que llama más la atención es el lodo en sus botas, demasiado obvio por su caminata.
-¿Quiénes son? -pregunta uno de los guardias y Seokjin quiere responder a esa pregunta, pero es su reino, el de los Kim y los omegas como él no tienen autoridad si quiera de hablar por sí mismos. Es una atrocidad.
-Representantes del reino de Japón -Yoongi responde y sube un par de peldaños a la entrada, Seokjin lo hace tras él, con la vista cabizbaja y quizá es por temor a que alguien lo reconozca aunque sea un poco.
-¿Reino de Japón? Oí a su majestad decir que habían rechazado la invitación, por temas de fuera de su alcance -el alfa no se mira incómodo, ni siquiera nervioso y a Seokjin le parece impresionante que Yoongi luzca tan calmado.
-Las cosas cambiaron de última instancia. Su majestad en Japón nos envió hace una semana, el baco zarpó hace tres días, supongo que la carta se perdió.
-¿Y han venido caminando? -señala sus pies y Yoongi suspira, demasiado entusiasmado con su actuación.
-Dadas las circunstancias, no había un carruaje esperando en el muelle. El mar abierto estaba casi desolado.
-¿Y sus guardias? -tantos detalles hacen a Seokjin replantearse por primera vez si es buen momento para atacar y si es la forma.
-Cuidando el barco en el muelle, sir. Ya que no hay nadie más en el lugar y no parecían enterados de nuestra presencia, mi omega y yo hemos venido a pie y con la incertidumbre en el pecho, ¿se imagina que nos pase algo? Sería un caos con el reino de Japón, no les recomiendo que hagan enojar a la reina.
El guardia parece dudar, los mira de arriba a abajo y se toma un buen tiempo para decidir si entrar o no.
-Los llevaré personalmente con su majestad, para que le expliquen esto. Dudo que le caiga en gracia invitados sorpresa -Yoongi asiente, y ciertamente qué más puede hacer.
Toma a Seokjin del brazo y lo jala consigo, yendo tras el guardia. Entran en el palacio, los pasillos son enormes y hay cuadros pintados a mano de sus reyes. Aunque sus recuerdos son difusos, él sabe bien que no habían esos cuadros, Seokjin no lo recuerda así.
Antes, había un cuadro enorme de sus padres y él a la entrada. Él estaba sentado en el piso, en posición de loto y su madre, con el vientre hinchado por el embarazo estaba sentada en una de las sillas del consejo real, o así lo recordaba él. Tenía un vestido azul cielo y su tiara con diamantes en la cabeza, sobre un peinado adornado con un par de flores, y su padre, en cambio, estaba de pie tras ella, con un exhuberante traje rojizo, su barba era prominente y sus cejas tupidas daban un aspecto rudo aunque era un alfa amable. Y por supuesto, la corona con diamantes estaba en su cabeza.
Pero ahora, en su lugar, había un cuadro pintado a mano de la reina y el rey, ambos con las miradas serias, ni siquiera uno de Taehyung en todo el pasillo, aunque si así fuera, Seokjin ni nadie que no fuese un noble podría reconocerlo.
Siente el tirón en su brazo, un poco más fuerte que antes y cae en cuenta que se ha quedado pasmado frente al cuadro. Los alfas lo miran atentamente y Yoongi intenta llevarlo con él, aunque de forma inconsciente ha estado haciendo fuerza para que el alfa no cumpla con ello.
Se deja hacer, sabiendo que es lo único que debe de mostrar, su sumisión en el palacio para poder burlar a todos en el lugar.
-¿Tu omega, fue lo mejor que se te ocurrió? -gruñe entre dientes y Yoongi lo mira fugazmente mientras caminan.
-¿Qué querías que dijera? Sería extraño si un representante de Japón fuese un omega. No lo tomes a mal, no me ofende tu lobo pero a los reyes, que la Diosa Luna nos guíe si se enteran que no somos quienes decimos ser.
Sus palabras son opacadas segundos después. El bullicio de la música y las voces llaman su atención. Están en el salón, el gran baile para enlazar al príncipe.
Es enorme, mucho más de lo que Yoongi hubiera imaginado y más elegante de lo que Seokjin recuerda. Ha estado una vez en el palacio desde que sus padres murieron, sí, pero fue en la cocina, en uno de los bailes de invierno donde los reyes suelen regalar comida, jamás había vuelto a entrar al mismo.
Hay estandartes con el símbolo del reino colgados por los lados de los palacio, grandes ventanales que dejan a la vista el jardín del mismo. El piso es de mármol blanco y es casi como un espejo de lo reluciente que parece ser. Las paredes tienen un color beige, tapizadas. Y oh, el techo es precioso. Están pintadas a mano diferentes cosas, desde lindos ángeles y estrellas alrededor, con nubes esponjosas y las caras de unos lobos en las esquinas, y al centro, una enorme luna llena color blanca se plasma, oh.
Las mujeres llevan vestidos de seda despampanantes, con escotes en el pecho, sus manos y brazos se cubren de guantes blancos y todas ellas respetan una regla que ellos no sabían pero ahora, tiene sentido el por qué el color de sus trajes. Todas las mujeres van vestidas de color rosa palo. A Seokjin le hace querer vomitar. Llevan un moño en la cabeza, sin dejar un solo cabello suelto y le recuerda mucho a ella.
A su madre y el cómo se veía la última vez que la vio. Si esos reyes se había atrevido a usar las ideas de su madre para un baile él mismo-
-¿Qué te sucede? -Yoongi lo sacude fuerte y sale de sus pensamientos. Mira a su alrededor y varias personas lo miran de vuelta con las cejas fruncidas-. Apestas agrio, cambia ese ánimo antes de que nos descubran o terminen por echarnos porque incomodas al resto -le reprende.
-No me di cuenta, lo siento. Sólo que- verlos vivir tan bien mientras allá fuera se mueren de hambre me hace hervir la sangre -Yoongi lo mira atentamente, busca algo en su rostro pero Seokjin no sabe qué y no hay tiempo de preguntar porque escuchan pasos acercarse a ellos y oh, Diosa Luna.
El par de reyes se plantan frente a ellos, la reina usa un vestido rojo intenso, diferenciándose del resto y una tiara, la misma que su madre usaba está sobre su cabeza. Su cabello está suelto y repleto de caireles que le dan volumen, las mangas de su vestido parecen tener detalles similares a los de su capa, de color dorado, en cambio, los de ella son incrustaciones de oro puro tejidos a mano. El rey a su lado se ve horrible, si Seokjin pudiera describirlo en una palabra. Usa un traje de batalla color negro, de cuerina, su cabello tiene matices blancos y grises, mostrando la edad y usa la corona de su padre, esa que le pertenece.
-¿Representantes del reino de Japón? -pregunta la mujer y su voz es chillona, molesta para el omega.
Ambos hacen una reverencia a la pareja.
-Así es majestad -responde Yoongi con calma.
-El rey Isamu envió una carta diciendo que no podrían asistir y que nadie vendría, al menos.
-Los planes cambiaron hace unos días, su majestad, el rey, decidió que no venir era ya mucha decepción para ustedes, que lo mejor sería que vinieran unos representantes. Dado que la situación en nuestro país es complicada.
-Oímos algo de eso -suspira y se cuelga del brazo de su alfa-. Lamentamos que el telegrama de su venida se haya perdido, de no haber sido así los guardias los hubieran esperado en el puerto.
-Fue una osadía cruzar el lugar a pie, pero lo supimos manejar. Puede estar tranquila, majestad, no diremos algo de esto a nuestro rey.
-Los reyes de Japón son buenos amigos comerciales -a Seokjin le palpita el ojo de sólo pensar en dónde termina el dinero de esas transacciones comerciales-, por favor, sientanse cómodos, hay un gran festín para disfrutar.
-¿Disfrutar sin el príncipe presente? -Yoongi se atreve a preguntar. Seokjin alza la vista de nuevo y no es consiente de que en efecto, parece que el príncipe no está presente, porque Jungkook no se ve por ningún lado tampoco.
El rey parece suspirar y se mira incómodo con dicha mención, pero lo oculta tras una sonrisa tétrica en el rostro. Pasa sus ojos de Yoongi a Seokjin y el omega se tensa, intenta no demostrarlo con sus feromonas y espera que esté funcionando. Espera más, que no se den cuenta de quién es.
Cuando era un niño su madre solía decir que se parecía a su padre y si eso era cierto, Junseo podría ver a su hermano en él mismo. La mirada del alfa no se despega de él en unos buenos segundos, y su omega ni siquiera lo mira, entablando una conversación amena con Yoongi sobre el príncipe llegando un poco tarde por salir a entrenar.
Su lobo amenaza con mostrarse en sus ojos, pero hacerlo sería atarse la soga al cuello, él mismo pondría la espada sobre su pecho y no está dispuesto a morir sin hacer algo. Por eso mismo, baja la cabeza lentamente. Los omegas como él no tienen nada que hablar cuando un alfa los acompaña, Yoongi en este caso.
Junseo parece dejar su existencia de lado cuando uno de los guardias que custodian las puertas del salón carraspea. Los invitados y todos en general se giran a verlo.
-Con ustedes, el heredero al trono, príncipe Kim Taehyung -el guardia abre lentamente la puerta y puede verlo, por fin.
Han pasado años, décadas desde la última vez que lo vió. Lo recordaba como una bolita envuelta en cobijas de terciopelo. Pero este... ¿era acaso su hermano de verdad?
Su piel es blanca, pero no demasiado, un color bonito, su cabello es castaño, igual al de su madre y sus ojos, a Seokjin le da un apretón en el pecho cuando los mira. Porque son cafés, pero Taehyung, el príncipe, es el vivo retrato de su madre. De la omega que parió a los dos y Seokjin tiene que respirar hondo y mantener la cordura antes de ir con él y decir enfrente de todos quién es y lo que sus tíos hicieron.
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