CAPITULO 10

Taehyung despierta más tarde ese día, empapado en sudor. Se quita las cobijas con un movimiento violento y siente cómo el aire se le escapa del cuerpo al descubrir la nueva humillación: las esposas que antes inmovilizaban sus muñecas ahora atan sus pies, restringiendo cualquier movimiento más allá de unos pocos pasos tambaleantes.

Suelta un suspiro pesado, entre la indignación y la resignación, y se inclina hacia el vaso con agua al lado del catre. Lo toma y lo bebe de un solo trago, pero el sabor amargo le arranca una mueca. Deja el vaso vacío en el suelo y se deja caer contra el catre. Su mente está embotada, confundida. Es el último día del año, y lo único que puede recordar con claridad son los acontecimientos de las últimas tres semanas, como un rompecabezas a medio armar.

Lo que más lo carcome no es tanto su encierro, sino la ausencia de reacciones allá afuera. Nadie lo busca. Nadie parece notar su desaparición. Excepto, tal vez, los guardias de los duques Min, una familia a la que apenas conoce. Las pocas veces que se han cruzado, siempre le han parecido... extraños. Inquebrantablemente leales, sí, pero con una intensidad difícil de explicar. Especialmente Jiwoo. Su mirada siempre estaba cargada de algo que no lograba descifrar: ¿pena? ¿devoción? ¿Miedo? Cada vez que lo veía, sus ojos se llenaban de lágrimas, como si su sola presencia desatara en ella un torrente de emociones que él no entendía. Ahora, ese recuerdo lo persigue, como una espina clavada en su mente.

Sacude la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. No sirven de nada aquí. Su atención se dirige de nuevo a las esposas que restringen sus movimientos. Esposado como un animal, piensa con un gruñido de frustración. El catre, frío y duro, le hace doler la espalda. Por un momento, el eco de las palabras de Jungkook lo alcanza.

" No necesitamos de tu ayuda, alteza."

El tono desafiante del omega lo irrita cada vez que lo recuerda. Jungkook, con su pequeño grupo, lo ha llevado a este lugar miserable, rodeado de pobreza y abandono, y lo ha enfrentado con verdades que preferiría no escuchar.

Antes de ser capturado, Taehyung apenas sabía algo sobre los distritos cerca del río. Siempre le habían hablado de ellos como tierras fértiles, llenas de campesinos trabajadores que vivían en armonía con la naturaleza. Pero lo que había visto con sus propios ojos desmentía por completo esas historias. Las cabañas destartaladas, el agua oscura y estancada, y los rostros vacíos de los aldeanos eran una bofetada a su orgullo. Había vivido rodeado de lujos, creyendo que gobernaba un reino próspero, pero ahora la verdad era clara: su pueblo sufría.

Sin embargo, no lograba entender a Jungkook ni a los otros que lo tenían cautivo. ¿Qué esperaban de él? ¿Que sintiera lástima? ¿Que despertara a la realidad y, de alguna manera, solucionara todo? Pero incluso si pudiera, ¿por qué debería hacerlo? Ellos lo habían traicionado, habían ignorado su posición y lo habían reducido a nada más que un prisionero. Si creen que voy a doblarme, están muy equivocados, se repite a sí mismo.

Aun así, no puede ignorar las palabras que Jungkook había pronunciado la noche anterior.

"Solo necesitamos que el reino de verdad te busque para poder usarte de canje."

La rabia que sintió entonces vuelve a hervir en su pecho. Jungkook, se había atrevido a hablarle como si fueran iguales. Peor aún, como si fuera superior. Taehyung no lo odiaba, pero había algo en la forma en que hablaba, en la convicción en su voz, que lo inquietaba profundamente.

Cierra los ojos y respira hondo, intentando calmarse. Su mente se desvía hacia la primavera, hacia su coronación, el momento en que finalmente se convertiría en rey. Había esperado ese día durante toda su vida, el momento en que dejaría de estar a la sombra de sus tíos y se convertiría en el heredero legítimo. Pero ahora, ese sueño se sentía distante, casi insignificante frente a lo que había visto.

¿Qué clase de rey podría ser si no entendía a su propio pueblo?

Ese pensamiento lo consume mientras el día avanza lentamente. Fuera de la pequeña cabaña donde lo mantienen cautivo, puede oír el murmullo de voces, pero no logra distinguir las palabras. Entre el frío de las esposas y la amargura de sus propios pensamientos, una pequeña chispa se enciende en su interior.

Taehyung no sabe cómo terminará todo esto, pero una cosa es segura: cuando salga de aquí, nada volverá a ser como antes. Ni para él, ni para su reino.

Incluso si le cuesta su propia sangre y su vida, no permitirá que nadie le quite lo que es suyo y sólo le pertenece a él por ser el heredero, porque no hay primogénito y él tiene que mantener en alto el apellido.

El día transcurre lentamente, como si el tiempo se burlara de él. Taehyung lleva horas sentado en el catre, observando la pequeña ventana en lo alto de la pared. No entra mucha luz, pero lo suficiente para recordarle que el mundo sigue girando mientras él permanece atrapado. Escucha pasos afuera. Su cuerpo se tensa automáticamente, y el leve tintineo de las esposas al moverse llena el silencio.

La puerta se abre con un chirrido, y allí está Jungkook, entrando con la misma expresión de calma calculada que siempre lo irrita. El omega cierra la puerta detrás de sí y deja un plato en el suelo, a una distancia deliberadamente incómoda. No lo mira directamente al principio, pero Taehyung no aparta la vista de él.

—¿Qué quieres? —gruñe el alfa, rompiendo el silencio.

Jungkook alza una ceja, fingiendo sorpresa.
—Te traje comida. Deberías agradecerme.

—¿Agradecerte? —Taehyung suelta una risa seca, llena de desdén—. ¿Por qué? ¿Por mantenerme vivo en este agujero para tus estúpidos planes?

El omega suspira, cruzando los brazos.

—Estúpidos o no, están funcionando. Mira dónde estás.

Eso golpea un nervio, y Jungkook lo sabe. La sonrisa que le dedica es pequeña, apenas un gesto, pero suficiente para encender la rabia de Taehyung.

—¿Cómo sigue ese omega? —pregunta sin mirarlo.

—Estará bien, nada que no se pueda solucionar —se quedan en silencio otro par de minutos, con la tensión el aire.

—Disfrutas esto, ¿verdad? —escupe el alfa, levantándose como puede, aunque sus pies atados lo obligan a tambalearse—. Te encanta verme así.

Jungkook da un paso hacia él, con la misma confianza de siempre, aunque su mirada se endurece un poco.

—No me da placer verte así, Taehyung —responde, su voz más baja esta vez—. Pero si esto es lo que se necesita para que abras los ojos, entonces no me importa si duele.

Esa respuesta lo desarma por un segundo. No esperaba sinceridad. No esperaba algo que sonara tan... personal. Pero no puede permitirse mostrarse vulnerable. Se endereza lo mejor que puede, tensando la mandíbula.

—¿Y qué se supone que debo ver? —pregunta, casi escupiendo las palabras—. ¿Que tu gente vive en la miseria? Lo sé. ¿Que el sistema está roto? También lo sé. Pero, ¿y qué? ¿Quieres que lo arregle todo con un chasquido de dedos?

Jungkook lo observa en silencio por un momento, como si analizara cada palabra. Finalmente, se acerca lo suficiente como para que Taehyung pueda sentir el calor de su cuerpo.

—Quiero que te importe —dice, sus ojos oscuros clavados en los de él—. Quiero que veas lo que yo he visto, lo que todos hemos visto. No eres el rey aún, pero puedes serlo. Y un rey de verdad haría algo al respecto.

El alfa lo mira con los ojos entrecerrados, tratando de ignorar el nudo que se forma en su pecho ante la intensidad en la voz de Jungkook.

—¿Y si no quiero ser ese rey? —murmura, su tono más bajo pero cargado de desafío.

Jungkook sonríe, pero es una sonrisa triste, casi resignada.

—Entonces eres tan inútil como creo que eres.

El silencio que sigue es tan pesado que parece llenar todo el cuarto. Taehyung debería sentirse furioso, humillado, pero lo único que siente es un profundo desconcierto. No sabe si odia más a Jungkook por decir eso o a sí mismo por no poder refutarlo.

Finalmente, el omega se da la vuelta para irse, pero Taehyung habla antes de que alcance la puerta.

—¿Por qué te importa tanto? —pregunta, su voz más suave de lo que pretendía.

Jungkook se detiene, pero no se gira.

—Porque he visto lo que pasa cuando a los que tienen poder no les importa.

Taehyung traga saliva, viendo cómo el omega se va sin darle oportunidad de responder. El sonido de la puerta cerrándose lo deja con un extraño vacío.

Esa noche, Taehyung no puede dormir. Las palabras de Jungkook resuenan en su cabeza una y otra vez. Su mirada, tan directa, tan condenatoria, lo había dejado inquieto. Y lo peor era que, por primera vez en mucho tiempo, alguien se había atrevido a tratarlo como algo más que un príncipe.

No sabe cuánto tiempo pasa antes de que la puerta vuelva a abrirse. Esta vez, no es Jungkook quien entra, sino uno de los otros captores. El alfa llamado Yoongi que apenas le dirige la palabra.

—Levántate, —ordena con brusquedad. Con su cuchillo, hace que las esposas de acero liberen sus pies y Taehyung suspira llenando sus pulmones del aire limpio y frío, sintiéndose mas liviano que antes—. Seokjin debe estar loco para confiar en ti —dice.

—¿No me las pondrás de nuevo?

—No si no eres un maldito de nuevo. Pero a la primera señal de huida te atare manos y pies. Y no me importa que tan mal te ponga esto, te pondré el collar también.

—Eres sádico.

—Un poco de tu propia medicina, hm.

—Ya le dije a Seokjin que no sabía nada del reino, no-

—Ese es el problema —Yoongi bufa—. Tu maldito deber es saber y no pudiste ni hacer eso.

Cuando termina, lo toma de los hombros y lo lleva fuera de la cabaña, Taehyung está lúcido finalmente, puede observar a su alrededor con más precisión y mayor claridad y entonces se da cuenta del lugar que lo rodea. Montañas de nieve hacia todos lados, troncos desnudos por el clima y debajo, si se asoma por el borde de la montaña, podría ver el reino entero, aunque nadie pudiera verlo desde abajo.

Aunque no tiene intenciones de huir, si lo hiciera no sabe a donde iría, no tiene una escapatoria real en el lugar. Yoongi lo lleva a la celdilla tras la cabaña y Taehyung suspira antes de meterse en ella, se siente un poco más libre al poder extenderse sobre la paja húmeda y fría del lugar. El alfa le arroja un par de mantas con agujeros y el cojín que estaba usando antes.

—¿Y Jungkook? —se atreve a preguntar antes de que Yoongi salga y el alfa suspira al verlo.

—Salió. Luego de lo de anoche ya los guardias Goyang deben haberse enterado de lo que pasó en la taberna y alguien tiene que saber los rumores.

—¿No le pasará nada? —la pregunta escapa de sus labios antes de que pueda analizar sus palabras y no es que le interese el omega, pero si él no está, no puede sentirse lo suficientemente seguro. El alfa sonríe un poco.

—No. Sabe cuidarse y conoce el reino desde que era un cachorro, estará bien si eso te preocupa.

—No me preocupa —miente descaradamente y Yoongi asiente.

—De acuerdo, no te interesa. Pero estará bien. Llegará pronto, deberías descansar o inténtalo. Mañana será otro día-

—Espera —pide—, ¿puedo preguntarte algo?

—Hazlo.

—¿Y sus padres? —a Yoongi lo toma por sorpresa la pregunta. El alfa se detiene por un momento, como si estuviera evaluando cuánto decir. Su mirada, generalmente impasible, adquiere un matiz pensativo, casi melancólico.

—¿Por qué preguntas eso? —responde con calma, aunque hay un rastro de cautela en su voz.

—No lo sé. Solo... —Taehyung vacila, incómodo consigo mismo por siquiera haber preguntado—. Parece que no hay nadie que lo esté buscando, nadie que se preocupe si algo le pasa.

Yoongi lo observa detenidamente, sus ojos oscuros como un abismo al que es difícil sostener la mirada. Finalmente, suspira, pasando una mano por su cabello, un gesto que denota cierta vulnerabilidad que rara vez muestra.

—Sus padres están muertos. Hace años.

La respuesta lo toma por sorpresa, aunque no sabe exactamente por qué. Algo en Jungkook siempre le había parecido solitario, pero no esperaba una explicación tan cruda.

—Él no habla de eso —continúa Yoongi, inclinándose un poco hacia adelante, como si estuviera compartiendo un secreto—. Pero sé que perdió todo lo que conocía cuando era solo un niño. Lo que ha hecho para llegar hasta aquí... no fue fácil.

—¿Eso lo excusa? —pregunta Taehyung, un tanto a la defensiva, sin saber realmente por qué siente la necesidad de cuestionarlo.

Yoongi lo mira con una pequeña sonrisa que no llega a ser amable.

—¿Excusar qué, exactamente? ¿Que te haya capturado? ¿Que te haya desafiado? Jungkook no necesita excusas, solo hace lo que cree que es correcto.

Taehyung entrecierra los ojos, intentando descifrar si hay algún reproche oculto en las palabras de Yoongi, pero el beta mantiene su expresión neutral, casi desafiante.

—¿Y tú? —Taehyung cambia el tema, queriendo obtener más información—. ¿Por qué estás aquí con él?

Yoongi se ríe suavemente, aunque no hay humor en el sonido.

—¿Yo? —repite, como si la pregunta fuera absurda—. Estoy aquí porque él me salvó. Porque no importa lo que creas de Jungkook, siempre cumple sus promesas. Y porque, a diferencia de muchos alfas con más títulos y tierras que tú, él entiende lo que es perderlo todo.

La declaración golpea a Taehyung más fuerte de lo que esperaba. Abre la boca para responder, pero no encuentra las palabras adecuadas.

—Duerme, Taehyung. —Yoongi se levanta, dando por terminada la conversación—. Mañana será otro día. Y para que sepas, todos aquí nos preocupamos por Jungkook así que, no digas que no le interesa a nadie.

Sin embargo, mientras Yoongi se marcha, sus palabras permanecen grabadas en la mente de Taehyung. Jungkook, el omega que parecía desafiar todo lo que conocía sobre la jerarquía, lo tenía más intrigado de lo que estaba dispuesto a admitir.

El sol apenas comienza a asomarse cuando Taehyung despierta, más inquieto de lo habitual. La conversación con Yoongi sigue dándole vueltas en la cabeza, y aunque no quiere admitirlo, hay algo en Jungkook que lo mantiene fuera de equilibrio.

Se da cuenta que la celdilla no está trabada por troncos fuera y mueve la puertecita para salir, al hacerlo escucha voces provenientes de afuera. Se asoma cuidadosamente y ve a Jungkook junto a Yoongi, inclinados sobre un mapa extendido sobre una mesa de madera desgastada. Los dos discuten en voz baja, pero la tensión en sus posturas es evidente.

Sin pensarlo, Taehyung sale al aire libre. Sus pasos alertan a los dos y Jungkook levanta la cabeza de inmediato, sus ojos encontrándose con los del alfa.

—¿Ya no estás encadenado? —es lo primero que dijo Jungkook, su tono una mezcla de sorpresa y ligera molestia.

—Seokjin decidió que no tenía sentido mantenerme así. Confía en mí —responde Taehyung con un encogimiento de hombros, mirando al alfa, que simplemente se encoge de hombros con una sonrisa burlona.

—Espero que no se arrepienta de eso —replica Jungkook, girando su atención de nuevo al mapa.

—¿Qué planean ahora? —pregunta Taehyung, acercándose. Su tono era más curioso que desafiante, aunque no intenta disimular su interés.

Jungkook lo mira de reojo, como si estuviera evaluando si debía decir algo o no. Finalmente, suspira.

—Tenemos que hacer algo antes de que nos encuentren. Los guardias de los duques no son los únicos que te están buscando al parecer. Ayer me enteré que ha habido movimiento de otras familias. Tus tíos no están interesados por encontrarte, pero al parecer hay otras personas que sí. Por fin empezaron a preocuparse por ti.

—¿A qué te refieres? —Taehyung frunce el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Los consejeros reales. Parece que algunos no están muy contentos con la idea de que un alfa tan joven ascienda al trono —interviene Yoongi, con su tono característicamente despreocupado.

—Eso no tiene sentido. —Taehyung niega con la cabeza, aunque por dentro sabe que Yoongi podía tener razón—. El consejo no puede intervenir en eso, es mi derecho por nacimiento. Nací para ser rey, la única razón para que no sea coronado sería si- —se corta antes de seguir y mencionar a su hermano.

—Lo es —dice Jungkook, su voz cargada de ironía—. Pero no todos están de acuerdo con ello. Y ahora que estás aquí, desaparecido, no me sorprendería que algunos estén aprovechando la oportunidad para mover sus piezas.

El alfa abre la boca para responder, pero la cierra rápidamente. Sabe que hay mucho que no entiende sobre la política interna del consejo, y estar aquí lo hace aún más vulnerable.

—Entonces, ¿qué sugieres? —pregunta finalmente, con un tono más serio.

Jungkook lo mira directamente y Taehyung siente un extraño tirón en el pecho. Es como si el omega estuviera viendo más allá de su fachada, directamente a su núcleo.

—Sugiero que por una vez en tu vida dejes de ser un alfa imbécil.

Taehyung aprieta los dientes, pero decide no responder al comentario. En cambio, se inclina hacia el mapa.

—¿Dónde estamos ahora?

Jungkook parpadea, sorprendido por el cambio de actitud, pero señala un punto en el mapa.
—Aquí. Cerca del límite con la frontera.

—¿Saben algo de los demás distritos además de Daegu? —pregunta Taehyung.

Jungkook lo mira fijamente, su expresión dura, pero hay algo en sus ojos, una chispa de respeto quizás.

—Sólo que ha estado tranquilo. Demasiado creo. Pero tranquilo alteza, tu prometida está a salvo en el palacio, que eso no te preocupe.

—Eso no me interesa, ¿qué hay de Busan?

—El duque está en casa y como siempre, no sale. Aunque el lord no está en su residencia. Al parecer ha pasado todos estos días en Dongjak-gu, con el lord.

—Se casarán pronto, es de esperarse.

—Seokjin dijo que lo vieron cruzando a Daegu con guardias.

—¿Jimin? —pregunta y ambos lo miran. El alfa se tensa y no sabe qué decir al respecto, pero lo que sabe es que esa visita n debió a ver salido bien porque sus tíos no son del tipo que acepten a omegas en visitas inoportunas, no sin que un alfa los acompañe para dar la cara por ellos. Y un guardia no está en el mismo nivel que los alfas que deben acompañara a lores como Park Jimin.

—¿Por qué haces esa cara? —Yoongi pregunta.

—Nada —replica y no quiere pensar que su primo y mejor amigo está en peligro por culpa suya.

—Bueno, no estamos huyendo, si eso te preocupa. Este mapa no es para planear nuestra escapatoria, sino para entender dónde estamos parados. Saber los terrenos cercanos nos da ventaja. Hay lugares donde el bosque es más denso, otros donde hay agua limpia o caminos más seguros para ir a los pueblos cercanos.

—No es como si ustedes necesitaran toda esta logística para mantenerse vivos en un bosque —dijo Taehyung con escepticismo.

Jungkook alza finalmente la mirada, sus ojos oscuros y serios.

—Y tú no necesitas cuestionar todo lo que hacemos. Pero aquí estás.

El comentario tiene un filo que Taehyung no puede ignorar. Las palabras de Jungkook parecen simples, pero hay una tensión en su mirada, un desafío silencioso que lo obliga a sostener su mirada más tiempo del necesario. Ninguno desvía los ojos, y por un momento, el aire parece cargarse con algo que no es hostilidad, sino algo más profundo, más peligroso.

Yoongi carraspea, rompiendo el momento con una sonrisita.

—Bueno, bueno, ¿pueden guardar esa energía para cuando realmente la necesitemos? No quiero tener que separarlos de nuevo si empiezan a discutir como cachorros.

El silencio que sigue está cargado de tensión, pero no de la misma forma que antes. Hay algo diferente, una comprensión tácita entre ambos que ninguno está dispuesto a verbalizar.

Se sienta sobre la nieve cerca de una fogata apagada, el aire le cala sobre la piel, pero comienza a acostumbrarse a eso y no espera que nadie lo ayude o se preocupe por él, aunque siente las miradas de los dos sobre su cuerpo. Ve en la cabaña a Seokjin ayudar a la beta con unas bolsas de lana repletas de lo que parece ser ropa.

—¿Qué hacen? —pregunta Taehyung, caminando a ellos y deteniéndose a unos pasos de distancia y señalando a la beta.

—Llevaré esta ropa a lavar, mi señor —la mujer habla con voz baja y Taehyung se traga el suspiro que Sali sale de su boca al ser tratado con su título. Asiente.

—Ellos están viendo cómo seguir con vida —señala tras de sí y Seokjin se les ha unido a la conversación, señalando cualquier cosa en el mapa. La beta se acerca a él un paso y se atreve a hablarle.

—Mi señor, lamento que todo esto esté pasando. Pero su alteza- —se corta al darse cuenta del honorifico con el que casi menciona a Seokjin. Suspira—. Su alteza debe entender que esto va más allá de lo que puede controlar desde el palacio. Sus amigos, su familia, no todos son malos —arregla y ve al alfa tensarse—, pero hay personas que no son iguales. Hay personas que harían lo que fuera por evitar que usted tome el control de este lugar. Sus padres, los difuntos reyes —a Taehyung se le iluminan los ojos ante la mención—, ellos eran todo lo que el reino siempre hubiera querido.

—¿Los conociste? —la beta sonríe.

—Una vez. Mi hermano era su guardia y murió en el accidente del puente —la mentira le sabe amarga en la lengua, pero sabe que Seokjin no le perdonaría que ella le dijera la verdad a Taehyung, incluso si no se la dicen nunca, si las cosas no salen como esperan y todo se va por la boda, Miyeon no cree que el alfa deba saber que sus tíos, las personas que lo han cuidado desde bebé, son los responsables de que él sea un huérfano. No tiene el corazón para decirlo.

—Lamento eso.

—No, mi señor. Él dio la vida por sus padres, como lo juró. Era su deber.

—Nunca he oído muchas cosas de mis padres. Mis tíos- ellos no hablan de eso.

—Sus majestades deben tener sus razones —dice y aprieta la bolsa de lana en sus manos.

—Eso creo —suspira—, ¿quieres que te ayude?

—No, mi señor, lo haré yo —dice antes de ir por un camino un poco más arriba, a un pequeño lago bien escondido cerca de la frontera. Taehyung suspira de pie en medio del lugar y los susurros de voces tras suyo llaman su atención.

Vuelve sus pasos a los tres que lo han traído hasta aquí y escucha un poco de su conversación,

—Veamos qué hacen en Jeju, si los vizcondes no despliegan sus tropas podemos ir por las noches y preguntar a los mercaderes. Hay una omega que tiene conexiones con la residencia y puede decirnos si sabe algo.

—¿Para qué quieren saber lo que está pasando en el palacio? —pregunta y Seokjin suspira. La herida en su pierna lo hace hacer una mueca cuando avanza un par de pasos al alfa.

—Para saber cómo hacer que tus tíos renuncien a su puesto —eso hace que Taehyung palidezca.

—No sean ridículos —gruñe Taehyung, apartando la mirada hacia el mapa como si fuera la cosa más interesante del mundo.

—¿Ridículos? —replica Yoongi, inclinándose con una sonrisa burlona—. Es lo que haremos, cuando veas que lo logremos vas a pedirnos perdón. Es divertido verte tan... ¿Cómo decirlo? ¿Desafiado?

—Yo no me siento desafiado —responde rápidamente Taehyung, pero sus palabras parecen tener poco peso incluso para él mismo.

—Déjalo, Yoongi. Seguro tiene muchas cosas que procesar. Nosotros deberíamos buscar agua antes de que oscurezca —dice Seokjin.

Yoongi se pone de pie, su semblante volviendo a la calma.

—Buena idea. Jungkook, ¿te quedarás con el príncipe?

—Claro. —La respuesta de Jungkook es firme, pero al mirar de reojo a Taehyung, hay un atisbo de desafío en sus ojos, como si estuviera listo para cualquier cosa que el alfa pudiera intentar.

Cuando Yoongi y Seokjin desaparecen entre los árboles, el silencio entre los dos se vuelve más denso. Taehyung observa cómo Jungkook vuelve su atención al mapa, su postura relajada pero su semblante decidido.

—¿Por qué sigues con esto? —pregunta Taehyung de repente, sus palabras saliendo más suaves de lo que espera.

Jungkook no levanta la vista, pero su voz fue baja, casi un susurro.

—Porque alguien tiene que hacerlo.

—¿Y si no funciona? —insiste el alfa, acercándose al mapa para examinarlo, aunque no entiende lo que ve.

Jungkook alza la mirada lentamente, sus ojos oscuros encontrándose con los de Taehyung otra vez.

—Si no funciona, al menos lo intenté. ¿Puedes decir lo mismo?

La pregunta lo golpea como un ladrillo. Durante unos segundos, no sabe qué responder. La determinación de Jungkook, su fe en lo que está haciendo, lo desarma de una manera que nada más ha logrado antes.

Sin decir más, Jungkook vuelve al mapa, pero esta vez, Taehyung no puede apartar la mirada de él.

El alfa da un paso más cerca, inclinándose lo suficiente para ver lo que Jungkook está marcando, aunque no tiene sentido para él.

—¿Y crees que con un mapa y buena voluntad vas a cambiar algo?

Jungkook finalmente se endereza, su mirada clavándose en Taehyung con una intensidad que lo hace retroceder un poco.


—¿Qué propones tú, entonces? ¿Seguir ignorando lo que pasa mientras esperas que el mundo siga sirviéndote en bandeja de plata?

Taehyung siente un nudo formarse en su garganta. No sabe si es la acusación en las palabras de Jungkook o la seguridad con la que las dice, pero algo en el omega lo descoloca completamente.

—No es tan simple —responde al fin, desviando la mirada hacia el bosque como si buscara apoyo en el paisaje.

Jungkook da un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos.

—No, no lo es. Pero la diferencia entre tú y yo es que estoy dispuesto a hacer algo al respecto.

Las palabras lo golpean como un latigazo, y cuando finalmente encontró el valor para devolverle la mirada, se da cuenta de lo cerca que están. Puede ver la determinación en los ojos de Jungkook, esa fuerza que parece arder en él constantemente. Es algo que nunca ha visto en otros omegas y ciertamente no en nadie de su círculo.

—¿Qué crees que puedes lograr? —pregunta Taehyung en un tono bajo, casi como si estuviera probando los límites de esa seguridad que Jungkook muestra.

El omega no titubea.

—Tal vez nada. Pero prefiero fracasar intentando que quedarme sentado viendo cómo todo se destruye.

El alfa no responde. Las palabras de Jungkook lo dejan sin argumentos y aunque quiere contraatacar, no puede encontrar nada que no suene vacío o superficial.

Por un momento, el silencio vuelve a llenar el espacio entre ellos, pero esta vez no es incómodo, sino cargado de algo más. Jungkook sigue mirándolo, como si esperara una reacción y Taehyung no puede evitar pensar en lo extraño que es sentirse tan desafiado por alguien tan diferente a él.

Sin decir nada, el omega dobla el pergamino con calma y lo guarda entre sus ropas.

—Ven conmigo —dice de repente, enderezándose.

Taehyung frunce el ceño.

—¿A dónde?

—A limpiarte. Apestas a sudor y tierra y aunque estés acostumbrado a que otros hagan todo por ti, aquí las cosas no funcionan así —contesta Jungkook con una calma que solo enciende la molestia del alfa.

—No necesito que me digas qué hacer —gruñe Taehyung, pero el omega simplemente rueda los ojos.

—Tal vez no, pero necesitas un baño. Y no voy a estar oliéndote todo el día.

Antes de que Taehyung pueda replicar, Jungkook ya está caminando hacia los árboles, sin molestarse en verificar si el alfa lo sigue. Entre molesto y curioso, Taehyung finalmente decide avanzar, sus pasos resonando detrás de los más ligeros de Jungkook entre la nieve acumulada bajo sus pies.

El omega lo lleva a un claro donde corre un riachuelo de aguas cristalinas. La luz del sol se refleja en el agua, creando un ambiente que, por un instante, hace que Taehyung olvide su incomodidad.

—Aquí. Métete al agua y límpiate —ordena Jungkook, cruzándose de brazos mientras lo observaba.

Taehyung levanta una ceja, sorprendido por el descaro del omega.

—¿Vas a quedarte ahí mirándome?

—¿Te da pena? —responde Jungkook, con una ligera sonrisa que era más desafío que burla.

El alfa chasquea la lengua, pero decide no darle el gusto de reaccionar. Sin decir nada más, comienza a desabrocharse la camisa, dejando caer la prenda al suelo. Jungkook no aparta la mirada, aunque su postura sigue siendo aparentemente relajada.

Cuando Taehyung queda solo en pantalones, se gira para mirar al omega.

—¿Todavía piensas quedarte ahí?

—Alguien tiene que asegurarse de que no intentes escapar —replica Jungkook con voz firme, aunque hay algo en su mirada que traiciona su serenidad.

Taehyung avanza hacia el agua, dejando que la sensación fría le recorra la piel mientras se hunde hasta la cintura. Desde ahí, gira la cabeza para mirar al omega, su tono cargado de un desafío que no puede contener.

—¿Seguro que no es solo una excusa para quedarte mirándome?

Por primera vez, Jungkook parece descolocado. Su expresión se endurece, pero el leve rubor que sube a sus mejillas lo delata.

—No te creas tan interesante, Taehyung.

El alfa suelta una risa baja, el sonido profundo resonando entre los árboles. Hay algo satisfactorio en ver a Jungkook perder momentáneamente su compostura.

—Claro, lo que digas —responde con una voz que gotea sarcasmo, pero también algo más, algo que ni él mismo está dispuesto a nombrar.

El agua fría le recorre la piel, arrancándole un suspiro involuntario mientras sumerge sus brazos hasta los codos. El riachuelo es más profundo de lo que parece y el murmullo del agua al chocar contra las piedras llena el espacio, creando un extraño silencio entre ellos.

Desde la orilla, Jungkook no aparta la mirada. Sus brazos siguen cruzados, pero sus dedos tamborilean levemente contra su propio bíceps, como si tratase de contener algún pensamiento. La luz de la luna hace que sus ojos brillen con una intensidad que casi parece peligrosa. O protectora.

El alfa, consciente de la atención fija sobre él, se lleva agua al rostro, dejando que las gotas se deslicen por su piel y por su cabello desordenado. Sabe lo que está haciendo. Cada movimiento parece amplificado bajo la mirada del omega y la tensión entre ellos solo se hace más tangible con cada segundo que pasa.

Jungkook ajusta el peso de su postura, pero no dice nada. Hay algo eléctrico en el aire, un roce invisible que ninguno de los dos puede ignorar.

Cuando Taehyung finalmente sale del agua, su piel brilla bajo la luz dorada, cada gota de agua delineando los músculos de su pecho y abdomen antes de caer al suelo. Camina lentamente hacia donde está Jungkook, dejando que sus pies descalzos hagan ruido sobre las piedras mojadas.

—Gracias por el baño —dice con una voz baja, casi ronca, sus palabras cargadas de una suavidad que contrasta con su usual tono despectivo. Hay algo en su mirada que hace que Jungkook desvíe los ojos hacia otro lado, aunque no antes de que sus pupilas se muevan inconscientemente, recorriendo cada detalle de Taehyung.

—Vístete —murmura el omega, su tono firme, pero falto de la mordacidad habitual. Su mandíbula está tensa y el leve rubor que sube a sus mejillas no pasa desapercibido para el alfa.

Taehyung toma su tiempo, alcanzando su camisa con movimientos deliberados, dejando que la tela resbalase por sus hombros antes de ajustarla en su lugar.

—¿Por qué estás tan tenso? —pregunta con una sonrisa que es más provocación que simple curiosidad.

—No estoy tenso —replica Jungkook de inmediato, aunque sus palabras carecen del filo acostumbrado. Se gira rápidamente, fingiendo una indiferencia que no convence a ninguno de los dos.

El alfa lo observa mientras se aleja, la rigidez en sus hombros y la velocidad de sus pasos diciendo más de lo que el omega pretende. Taehyung deja escapar una risa suave y se pasa una mano por el cabello mojado.

Mientras se termina de vestir, sus ojos siguen el rastro que Jungkook ha dejado al regresar a la cabaña, y, por primera vez en mucho tiempo, Taehyung siente que las cosas están lejos de ser lo que había esperado.

El regreso al campamento está envuelto en un silencio espeso. Taehyung camina a unos pasos detrás de Jungkook, observando cómo la figura del omega parece tensarse más con cada crujido de las ramas bajo sus pies. No es difícil adivinar que algo lo inquietaba.

Cuando finalmente llegan al círculo donde los demás estaban reunidos, Yoongi levanta la vista desde donde está sentado junto a Seokjin, quien parece demasiado entretenido ajustando el cinto donde se acomoda la espada como para participar en la conversación.

—¿Ya tan limpios y relucientes? —comenta Yoongi con una ceja alzada y una sonrisa apenas perceptible, pero suficiente para que Taehyung lo mire con una mezcla de irritación y desafío.

—Cállate, hyung —gruñó Jungkook, soltando sus armas al suelo y dejándose caer sobre el banquillo de madera del fuego. Sus movimientos son más bruscos de lo habitual, lo que no pasa desapercibido para ninguno de los presentes.

Seokjin deja de ajustar el cinto y mira primero a Jungkook y luego a Taehyung, que se mantiene de pie con los brazos cruzados, como si esperara algún tipo de invitación para sentarse.
—¿Algo interesante allá afuera? —pregunta con suavidad, aunque sus ojos azules tienen un brillo curioso.

—Nada que valga la pena mencionar —responde Jungkook rápidamente y Seokjin arquea una ceja, claramente divertido.

—Debe ser difícil estar tan cerca del alfa sin perder la paciencia —murmura, más para sí mismo que para los demás, pero Taehyung lo escucha perfectamente.

—¿Qué dijiste? —pregunta Taehyung, su tono bajo pero cargado de advertencia.

—Nada importante —interviene Yoongi con rapidez, cortando la tensión antes de que pueda crecer. Se vuelve hacia Jungkook, quien sigue clavando su mirada en el fuego.

—Kook, deberías comer algo. Estás insoportable cuando tienes hambre.

—Estoy bien, gracias —responde el omega, aunque su tono no es tan cortante como de costumbre.

Seokjin deja escapar una risa suave y sus ojos se encuentran con los de Yoongi por un breve segundo antes de volver a Taehyung.

—Deberías sentarte. No mordemos... mucho.

El alfa no necesita más provocación. Con pasos firmes, se deja caer al lado opuesto de Jungkook, manteniendo cierta distancia, pero lo suficientemente cerca como para observar cada uno de sus gestos.

El silencio vuelve a instalarse mientras cada uno se ocupaba de lo suyo. Yoongi comienza a murmurar algo a Seokjin, quien responde con monosílabos, pero la atención de Taehyung está fija en Jungkook.

El omega tiene el ceño ligeramente fruncido mientras saca un cuchillo de su cinturón y comienza a tallar algo en un pedazo de madera que ha tomado del suelo. Sus movimientos son precisos, casi mecánicos, pero hay algo en la forma en que sus labios están apretados que delata su frustración.

—¿Siempre haces eso? —pregunta Taehyung de repente, rompiendo el silencio.

Jungkook levanta la mirada, claramente irritado por la interrupción.

—¿Hacer qué?

—Tallarlo todo como si tuvieras que resolver el problema del mundo con un cuchillo.

El comentario saca una risa suave de Seokjin, pero Jungkook lo ignora, clavando sus ojos en Taehyung con una intensidad que lo sorprende.

—¿Y tú siempre tienes que hablar como si supieras todo?

—Solo observo. A veces, es suficiente para entender a alguien —responde el alfa, inclinándose un poco hacia adelante, como si quisiera acortar la distancia entre ellos.

—Entonces no estás observando lo suficiente —espeta Jungkook, pero hay algo en su tono que no tiene el mismo filo que antes, algo que casi parece... vulnerable.

El intercambio no pasa desapercibido para Yoongi, quien deja escapar un suspiro antes de ponerse de pie.

—Seokjin, ven conmigo. Vamos por Miyeon y a buscar algo de leña.

—¿Ahora? —pregunta el omega, arqueando una ceja.

—Ahora —insiste Yoongi, lanzándole una mirada que no deja lugar a discusión.

Cuando ambos se alejan, Taehyung y Jungkook quedan solos junto al fuego. El alfa decide aprovechar la oportunidad, inclinándose un poco más hacia el omega.

—¿Por qué siempre tienes que actuar como si cargaras el peso del mundo? —pregunta con suavidad, pero su tono está cargado de una curiosidad genuina que sorprende incluso a Jungkook.

El omega levanta la vista, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de enojo y algo más profundo.
—Porque alguien tiene que hacerlo. Y claramente, no será alguien como tú.

La respuesta debería haberlo molestado, pero en lugar de eso, Taehyung solo sonríe, un gesto lento y deliberado que hace que Jungkook desvíe la mirada hacia el fuego.

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