Capítulo. 3: Primera advertencia

• Nick's P.O.V •

Y de la nada, ahora fui yo quién salió disparado para el suelo. Tosí por el golpe y me di cuenta de que Troy se puso de pie en seguida y se tiró en cima mío. ¿Cómo fue que cambiamos de papeles tan rápido?

—Tienes que aprender a respetar a tus superiores, Nicky. —me soltó un golpe totalmente inesperado en la nariz.

Mi cabeza dio muchas vueltas y me mareé un poco. Vaya madrazo me dio. Pensé en la posibilidad de que su puño fuera de hierro por unos segundos. Recuperé la vista, vi cómo mi oponente se puso de pie y me miró triunfador con esos ojos azules.

—Tú jamás serás superior mío. —alcancé a decir mientras tomaba una piedra del suelo.

La lancé torpemente con intención de darle en la cara, pero por estar mareado ni si quiera estuve cerca de mi objetivo.

—Serías un basquetbolista muy malo. —se burló viendo la roca a un lado suyo y estaba por darse la vuelta.

—Quieres matarla porque es morena.

Vi cómo se detuvo. ¿Me escuchó?

—¿Qué dices? —me miró confundido.

Tosí una vez más y esta vez me salió un poco de sangre.

—Quieres matar a Luciana porque eres un blanco racista descarado que odia a los morenos.

—Oh, ya veo lo que haces. —me sonrió de lado y se acercó hacia mí de manera intimidante. Retrocedí un poco—. No, no soy racista, si eso es lo que piensas. Quiero matarla porque a final de cuentas se convertirá; porque está enferma, ¿lo sabes?

• Troy's P.O.V •

Nick me miraba mientras sus ojos se iban y regresaban. Sí le di un buen golpe.

—Tu pequeña Lucy morirá y no podrás hacer nada al respecto. —reí de una forma algo perversa.

—¡No vuelvas a decir su nombre, imbécil! —Nick me gritó con odio saliendo de su boca.

—Considerando que eres tú quien está en el suelo y yo de pie, deberías controlarte. —le di una fuerte patada en la entre pierna.

Ver cómo se retorcía en el suelo me daba un sentimiento de placer; el saber que yo tenía el control sobre él y que ahora él me respetaría más.

Agh... —se quejó y se dio la vuelta en el suelo tapando su cara con la manga de su blusón blanco, dejando al descubierto su torso y una parte de su espalda.

Estudié ese recuadro con detenimiento. Me perdí un poco viendo su torso desnudo y sentí como mi corazón se aceleró un poco. Tragué saliva del miedo por aquel sentimiento extraño. Me di media vuelta recogiendo las cubetas y dirigiéndome a alimentar a los animales; no sin antes dedicarle una última mirada a Nick.

[...]

—Tu hijo atacó al mío. —Madison le restregaba a mi padre—. ¡Es un peligro!

Me encontraba sentado a un lado de Nick frente al escritorio de mi papá y Madison de pie pegándole como una desquiciada a la mesa. Sentí esas vibras de cuando te enviaban a dirección por golpear a un compañero en la escuela.

—Tengo mis motivos. —rodé mis ojos con molestia.

Madison me dedicó una mirada de enojo. Mientras que Nick permanecía en silencio.

—Mi hijo fue a buscar al tuyo solamente para dialogar. —Mad continuó.

—Vaya forma de dialogar, Nicky. —susurré mientras sonreía divertido al chico a un lado mío, pero ni una mirada me dedicó.

Su vista estaba perdida en el horizonte. Me pregunto si me estará odiando ahora mismo. ¿En qué estará pensando?

—¿Cómo estás tan segura de que Troy empezó el problema?

—Porque sabemos que es peligroso, problemático y que mataba gente en la frontera. ¡Quería exiliar a mi hijo junto con su novia! —la señora Clark seguía quejándose.

—Nick fue quién corrió a tumbarme al estilo futbol americano. No sé si me ve cara de mariscal de campo o qué. —me crucé de brazos levantando las cejas.

—Eres un infantil. —Madison arqueó una de sus cejas disgustada.

Nick siguió en silencio viendo al suelo. ¡Despierta, idiota!

—Haremos esto. —mi papá suspiró con agotamiento—. Les daremos una advertencia a ambos; si vuelve a suceder, tomaremos cartas en el asunto, ¿vale?

—¿Y qué? ¿Dejaremos las cosas así? Mi hijo está golpeado. No podemos deja-

—Estoy bien, mamá. —el chico andrajoso por fin habló.

Todos volteamos a verlo al mismo tiempo. ¿En serio fue él quién habló? Creí que se había quedado mudo.

—Pero-... —Mad estaba por continuar.

—Estoy bien. —volvió a decir con la vista cansada.

—Bueno, entonces, haremos lo que sugerí. Primera advertencia, muchachos. —mi padre nos miró seriamente a los dos.

Nick y yo asentimos al mismo tiempo. Algo dentro de mí me decía que pronto habría una segunda.

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