Capítulo. 2: Mala señal

• Nick's P.O.V •

—¡¿Que él quería qué?! —pregunté boquiabierto.

—Quería exiliarte. —mi madre respondió tragando saliva.

Rodé los ojos. Por eso fue que el muy idiota andaba tan nervioso ayer y no quería contarme lo que quería comunicarle.

—No es seguro estar aquí, mamá. —di vueltas pensando en un plan—. Tenemos que irnos.

—No, ésta es nuestra única oportunidad.

—¿Oportunidad de qué? Ni si quiera somos bienvenidos aquí. —me senté mientras levantaba la voz.

—Tú no lo eres porque Troy te tiene en la mira, pero haremos que lo seas. Es nuestra oportunidad de estar seguros por primera vez. A parte, Travis murió por esto.

Me sentí culpable al escuchar el nombre de Travis. Bajé la cabeza.

—¿Y cómo harás que Troy cambié de parecer, eh? —murmuré con voz casi inaudible.

—Eso es lo que no sé. —Madison desvió la mirada a la ventana pensando.

No es seguro estar aquí y ella más que nadie lo sabía. Toda la gente nos ve como aprovechados o problemáticos. Añadiendo que Troy quiere exiliarme a mí y a Luciana, y casi la mata.

—Tendríamos que hacer un plan para solucionar las cosas de manera civilizada. —mi madre me volteó a ver a los ojos—. El diálogo resuelve todo.

Todo esto sería mucho más sencillo si tan solo ese imbécil de Troy no estuviera. Presioné mi puño con fuerza.

—Vamos a dialogar, entonces. —me levanté de la silla rápidamente y salí de la casa.

—¿Nick? ¡Nick! —mamá me llamó, pero la ignoré y apresuré el paso en busca de Troy.

• Troy's P.O.V •

—¿Aunque sea me estás escuchando? —inquirí cruzándome de brazos.

—Claro que lo hago; puedo estar viejo, pero no sordo. —mi padre me contestó recargándose en su escritorio de su oficina.

—Entonces, ¿por qué no has hecho algo? —le pegué levemente al escritorio desesperado.

—Tal vez porque tenemos que dejar que la muchacha cure, Luciana. Se lo prometimos a Nick cuando te apuntaba un arma en la cabeza, ¿lo recuerdas? —soltó una carcajada y tomó un sorbo de su bebida.

—Se va a convertir, está muy enferma y arruinará todo, ¿que nadie me escucha? ¡Nos matará a todos y jamás curará por-!

—¡¿Quieres callarte por un segundo?! —papá se levantó de su asiento molesto.

Me tragué todas mis palabras.

—Tienes que tranquilizarte; te estoy diciendo que no hay nada que podamos hacer. Yo tengo palabra y cumplo mis promesas, ¿y tú? —me miró seriamente.

Mantuve firme mi mirada.

—También. —susurré frunciendo el ceño.

—Entonces, debemos esperar a que la chica cure o muera, una de las dos. Por mientras, ve a alimentar a los animales, ¿quieres? —dio un sorbo más.

Y ahí estaba ese recuadro, otra vez. Mi padre dando órdenes, sin escuchar a nadie y tomando alcohol; lo mejor que puede hacer.

—Claro. —me salió la voz más ronca de lo usual.

Me di media vuelta, me encaminé a la puerta y salí azotándola por el enojo que ahora me consumía. Tomé la cubeta con comida y caminé hasta el pozo de agua con otra cubeta vacía. La llené de agua y estaba por seguir caminando, pero vi de reojo que alguien se me acercaba.

—¡Hey! —me gritó a distancia aquella voz que me aturdía tanto y conocía a la perfección.

Giré la cabeza y, en efecto, me encontré con un Nick enojado que se aproximaba a lo lejos.

—Miren nada más, la persona con la que menos me quería encontrar. —sonreí de lado—.¿Tu mami ya te contó mi secreto? ¿Ya te dijo que quiero sacarte a ti y a tu vieja muerta?

Vi cómo presionó sus puños y empezó a correr a toda velocidad en dirección mía.

Mala señal. —murmuré para mí mismo y solté ambas cubetas.

El chico de cabellos andrajosos me saltó en cima. Salí volando por los aires y sentí como mi espalda chocó contra el pasto. Debo admitir que me dolió su peso.

—¡¿Querías exiliarme?! —me gritó a todo pulmón mientras me sujetaba de mi camiseta y me pegaba al pasto.

—Corrección. —reí mientras levantaba mi dedo índice—. Quiero exiliarte.

—Eres una persona nefasta y un cobarde. —se acercó a mi rostro con su mirada enterrándose en mis ojos.

Esa mirada llena de enojo y tan amenazante; debo admitir que me capturó por unos segundos. Subí mis manos en señal de rendición y sonreí sintiendo su aliento chocar.

—Podré ser nefasto, lo acepto. —asentí varias veces—. Pero no un cobarde. —lo tomé de la camisa y lo empujé con todas mis fuerzas.

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