Capítulo. 15: Estática
• Troy's P.O.V •
Jesse se aproximó lentamente mientras golpeaba la jeringa delicadamente con su dedo índice para que estuviera bien concentrada.
—¿Qué es eso? —inquirí viendo la jeringa en su mano.
—No te dolerá. Solo será un pequeño piquete. —respondió ignorando mi pregunta y tomando mi brazo con cierta brusquedad.
Levantó el artefacto y cuando estaba a punto de clavarla, logré hablar.
—¡Espera! —grité desesperado.
Para mi extraña sorpresa, el chico se detuvo.
—¿Qué? —soltó con evidente molestia.
—¿En serio me vas a matar? ¿De esta forma tan ridícula y simple? —lo miré con detenimiento.
Fue entonces que el rubio cambió su expresión a una sonrisa y soltó una risotada casi macabra. Lo observé con cautela sin entender el chiste de lo que acababa de preguntar.
—¿Quién dijo algo sobre matarte? —paró de reír por unos segundos recuperando el aire—. Oh, no, rulitos. Si hubiera querido matarte, ya lo hubiera hecho. —sonrió de lado mientras acariciaba mi cabello.
Fruncí el ceño con confusión. ¿Qué es lo que quiere este chico de mí? ¿Torturarme? ¿Llevarme a morir con los caminantes? De pronto, sentí como tomó mi cabellera con fuerza jalándola hacia atrás para que lo viera a sus ojos azules y brillantes inundados en deseo de venganza.
—Vamos a experimentar un poco, ¿va? —como leyendo mi mente, me dijo la razón y entré en pánico.
Antes de que pudiera hacer algo, sentí el piquete en el cuello y una sensación de cansancio casi inmediata.
—¿Qué hici-ciste...? —alcancé a preguntar sintiendo leves mareos.
—Shhh, es solo un poco de ácido gamma-hidroxibutírico; nada de que preocuparse. —comentó en tono despreocupado.
Abrí los ojos como platos. Yo conocía a la perfección esa droga; yo mismo solía usarla en la frontera.
—Te-e mataré, lo-lo juro. —solté mientras escupía un poco.
—Cálmate, campeón. —río, pero su risa la escuchaba en ecos distantes—. Deberías mejor re-... —lo había dejado de escuchar, oyendo su voz cada vez más alejada y distorsionada.
Todo empezó a dar muchas vueltas y luché con todas mis fuerzas por mantenerme despierto, sin embargo una tremenda sensación de cansancio y mareo me inundaba velozmente sin que pudiera hacer algo al respecto. Era inevitable.
—Eres-... —comencé y me detuve por una fuerte punzada en la cabeza—. Eres un hijo de-... —y con eso caí en la obscuridad absoluta.
• Nick's P.O.V •
—Las huellas de la camioneta se desvanecen por aquí por el pasto corto. —Jake se asomó por la ventana del piloto cual investigador—. Y por allá se ve una torre. —mencionó apuntando al frente.
—Puede que esté ahí. —asentí siguiendo su idea.
—Ahora, por el lado contrario en la cima de la meseta hay también unos almacenes. —apuntó esta vez por mi ventana, a la derecha.
Demonios, es probable que esté en cualquiera de los dos lugares.
—Deberíamos dividirnos. —sugerí haciendo ademanes con las manos para explicar—. Mitad de los hombres que vaya a la meseta y la otra a la torre. —concluí.
—De acuerdo. —el castaño aceptó—. Tú te llevarás ésta camioneta y les indicaré a dos de las otras que te sigan hacia la torre, yo iré a los almacenes. —me tendió las llaves de la camioneta.
Jake bajó rápidamente de la camioneta y yo lo imité pasándome al segundo al asiento del piloto y bajando la ventana.
—Si cualquier cosa pasa, podemos comunicarnos con estos. —el mayor de los hermanos Otto me entregó un walkie-talkie—. No son de tan largo alcance, pero debería ser suficiente. —agregó.
Me observó por unos segundos de una forma algo peculiar, como buscando las palabras que estaba por decir. Antes de que pudiera preguntarle qué le ocurría, habló.
—Cuídate, Nick.
—Tú igual, Jake. —le dibujé una sonrisa con un dejo de preocupación.
—¡Andando! —él gritó para conseguir la atención de los demás y corrió a avisarles el plan.
Tomé el volante con ambas manos mientras volteaba al frente hacia mi no tan lejano destino. Una torre, como si fuera un jodido cuento de princesas. ¿Qué tan probable en comparación a los almacenes es de que Troy esté ahí? ¿Qué tan probable es de que esté vivo si quiera? Lo único que sé es que si no lo está, juro que no podría so-...
—¡Vámonos! —Jake dio la señal sacándome de mi trance.
En ese momento, algo me inundó y aceleré con coraje puro. Era ahora o nunca. Una vez más ese sentimiento tan extraño; esa furia y anhelo por proteger a ese estúpido rubio.
—No puedes estar muerto, Troy. —musité para mí mismo sintiendo una inmensa ansiedad—. Resiste. —supliqué como si pudiera escucharme.
[...]
Caminé sigilosamente a paso rápido hacia la entrada de la enorme torre junto con otros seis hombres pisándome los tobillos. Azoté la puerta y subí mi arma con la linterna al segundo sin hesitar. Era un lugar muy polvoriento y antiguo; el olor a muerto, humedad y moho inundó nuestras fosas nasales.
Dirigí la luz en cada rincón de la vieja y única recámara de la torre y no había ninguna señal de vida: ni ruidos, ni huellas. Mi corazón era lo único audible en el momento y podía jurar que latía con tanta fuerza que creía que me dejaría sordo. Después de unos minutos más de sacudir y mover algunos muebles, caímos en la realidad de que no estaba ni estuvo si quiera aquí.
—Despejado. No se encuentra en la torre. —encendí el walkie-talkie para informarle a Jake.
—Entendido. —recibí desde la otra línea casi al instante.
—Vámonos. —les indiqué a los chicos para proseguir y bajar las escaleras.
Mientras lo hacía, pensé en Troy. En la última conversación que tuvimos, en la posibilidad de que ya no haya otra así y que ya no vuelva a verlo. Mierda. Me sentía responsable por todo esto, si tan solo no hubiera seguido su maldito juego y su mentira. Si tan solo me hubiera quedado con él esa noche solo por si las dudas. Si tan solo hubiera estado ahí. Comencé a torturarme mentalmente y a imaginarme millones de escenarios de lo que sucedió: unos feos y otros horribles.
—¡Lo encontramos! —una voz agitada hizo eco en toda la torre e hizo que mis latidos se detuvieran por un segundo.
Troy.
—¿Está vivo?
No hubo respuesta. Mis camaradas solo me voltearon a ver con completa atención; incluso nos habíamos detenido a medio camino de la escalera.
—Troy... —hice una corta pausa y podía jurar que me tembló el labio inferior levemente—. ¿Está vivo? —me repetí con desesperación, perdiendo el control.
Estática fue lo único que me respondió. Y así fue como mi corazón se había desplomado de la misma forma que se había elevado de esperanza segundos antes.
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