Capitulo 59
Estar en la enfermería me gusta, ayudo a las personas y me siento útil; pero esto es más trabajo para Denisse que para mí, ella sabe más cosas que yo.
Siento que hago un mayor aporte cuando les enseño a defenderse de caminantes o a usar las armas, que el estar aquí sentada esperando a que venga alguien con el más diminuto rasguño para que lo cure. A veces se lastiman, su herida ni siquiera necesita atención médica, quiero decirles que no sean ridículos y que vuelvan a sus trabajos; me hacia raspones más feos de pequeña y jamás fui a parar a un hospital ¡ni siquiera me ponía alcohol! La pequeña Betty seguía jugando con las rodillas llenas de sangre y el codo raspado.
Tengo un pie en la enfermería y el otro afuera esperando a que Denise vuelva de su salida con Rosita y Daryl por los medicamentos, se nos están terminando más rápido de lo esperado. El salir le vendrá bien para aprender a defenderse del mundo exterior, aunque aún no está lista para matar a una persona en caso de ser necesario; con el tiempo lo estará y para la próxima expedición que su novia haga ella podrá acompañarla. La buena Denisse se ha esforzado en los entrenamientos que Rosita le proporciona para matar caminantes, para la mala suerte de todos no tienen el estomago adiestrado para el olor a muerte, seguro que ella ya vomitó su desayuno.
Ella de toda divertida allá y yo aquí en la enfermería fingiendo escuchar a Marcus. Ya sé lo que siente Daryl cuando empiezo hablar y no cierro la boca.
—... ¿quién crees que ganaría? —pregunta Marcus. Sus enormes ojos me miran, esos ojos que antes me asustaban. Ya no hay niños pequeños en la comunidad, Marcus nada más pasa el tiempo jugando con Cerbero o leyendo cómics, no juega con ningún niño.
—Repíteme la pregunta.
—Te preguntaba que si el Profesor X se peleara con Rogue, ¿quién crees que ganaría?
—Sencillo, el Profesor X.
—¿Por qué? Si Rogue adquiere los poderes de las demás personas tocándolas
—Tú lo dijiste: tocando a las demás personas. El Profesor lee mentes, Marcus, ni siquiera necesita estar a una distancia cercana para poner de rodillas a Rogue.
—¡Ah! Ya veo —balbucea al hacer algún cálculo en su cabeza. Levanta su cómic continuando con su lectura—. ¿A quién le podría ganar Rogue?
Pienso en un oponente fácil para la mutante. Mis conocimientos con superhéroes se ven un poco oxidados en los últimos días, lo poco que he retenido de información me dice que Wolverine es el indicado, hay hasta una película que demuestra lo débil de Logan ante los poderes de la mutante.
—Si Rogue pelea contra Wolverine, ganaría ella —respondo, acercándome a la mesa para hablar—. Existen tres películas de los X-Men que con todo gusto te dejaré verlas en el ático si invitas a Carl. A él también le gustan los cómics, estará encantado de tener una tarde de películas contigo.
—¡Gracias, Betty! —salta de su silla para abrazarme. Sonriendo es el doble de aterrador, da más miedo que Michael Myers parado bajo la luz de una farola—. Y ya que estás de tan buen humor hoy... ¿también nos prestas las películas de DC y las de Iron Man y Hulk?
¿Cómo sabe de esas películas? Seguro anduvo husmeando en las cajas del sótano, pero cómo negársele a esos ojitos aterradores de piraña.
—De acuerdo —acepto.
—¡Eres la mejor! —su segundo abrazo no me toma por sorpresa; en los últimos días he comenzado a ser fan de los abrazos, ¡mi corazón creció una talla!
Si me pongo en los zapatos de Marcus debe ser aburrido el ser uno de los pocos niños de la comunidad, siempre anda de aquí para allá con el perro siguiéndole; si bien ya está ayudando en el huerto a los dos segundos lo veo mirando las lecciones de Rosita, para luego irse a las clases que imparte Ruby de lenguaje y terminar su día en la cena contando todo lo que vio e hizo en el día. Daryl le enseña algunas cosas, yo le enseño algunas otras, recolecta información de todas partes y la almacena como una computadora.
Tradicionalmente suelo alborotarle su cabello en señal de despedida, él finge odiar el gesto y yo con gusto sigo haciéndolo.
El lugar queda en un silencio sepulcral al irse Marcus. Hoy cuento con un poco de tiempo para aventajar un poco la lectura de mi novela romántica cliché con un hombre semidesnudo en la portada. Adoro esta clase de historias porqué visualizo a Daryl y a mí viviendo esos romances lo cual es estupido, lo nuestro es mucho mejor. Conforme avanzo la lectura descubro que la protagonista es una zorra de primera que juega con los lindos sentimientos del Señor Abdominales, ya decía yo que esta castaña ojos color mierda no me daba buena espina.
—Como diría mi abuelito: es traviesa la condenada —pienso en voz alta al cambiar la página.
Logro concluir tres capítulos más antes de ver a mi siguiente paciente entrar por la puerta se queda parado con su característica pose de manos en las caderas y la otra cerca de su Colt Python. Cuando me descubre en el suelo de la cocina leyendo, mientras como galletas de Carol, una pequeña sonrisa (la cual interpreto como paternal) se abre paso en su cara.
—¿Aburrida sin Daryl? —pregunta elevando una ceja.
—¡Estoy desesperada! Si mi Romeo no regresa para antes del atardecer, entonces tomaré todo el frasco de clonazepam para caer en un profundo coma y no despertar jamás. Mi vida sin él no tiene ningún sentido. —de forma dramática apoyo el dorso de mi mano sobre mi frente, al tiempo que me acuesto en el suelo.
Mi dramática escena lo hace reír, debo verme como una total ridícula.
—No se equivocó al llamarte reina del drama —menciona, refiriéndose a algún comentario que Daryl le hizo sobre mí.
Con la poca dignidad restante me levanto para atenderlo, mi tragadera de galletas se pospondrá unos minutos. Daryl aún le habla sobre mí a su buen amigo Rick, es buena señal.
—Al menos ya no me llama fastidiosa, es un gran avance —bromeo. A veces todavía dice que lo soy pero no importa, lo tomo como cumplido—. Es aquí cuando deberías decir que jamás lo habías visto ilusionado con una mujer para yo reír de forma tímida y sonrojarme.
Rick ríe con ganas. Nada más satisfactorio que el hacer reír a una persona.
—Cuídalo mucho, Betty —entra en mi juego—. Jamás vi a Daryl relacionarse sentimentalmente con una persona desde que lo conozco, eres la primera.
Y ellos se conocen desde el inicio, desde su pequeño campamento en las afueras de Atlanta. El día que se conocieron Rick le informó a Daryl que tuvieron que esposar a su hermano en la azotea de un edificio por ser una amenaza para el grupo; regresaron por mi cuñado y lo que encontraron fue su mano y un rastro de sangre. Sé su historia de inicio a fin.
—Lo cuidaré más que a mis ojos, lo prometo —levanto mi mano derecha—. En fin, no creo que hayas venido a eso. ¿En qué puedo ayudarlo, jefe? —aparentó traer un sombrero e inclino la cabeza.
—¿Queda algo para dolor?
—¿Qué clase de dolor, Rick? Tengo hasta para el dolor en el corazón —con la barbilla apunto hacia la cerveza sobre la mesa.
—Cabeza y me duelen los hombros, a veces siento como si me pincharan con una aguja. —masajea su zona cervical.
Los pocos antiinflamatorios que sé ya se han terminado. De ser posible saldría humo de mis orejas por tanto forzar mi cerebro, en los anaqueles debe quedar algo, en mi libreta tiene que haber algún medicamento.
—¿Duermes bien?
—A veces
La Doctora ya tiene su diagnóstico.
—Rick, has estado sometido a mucho estrés últimamente. Tu cuerpo te pide un descanso. Te daré ketorolaco, irás a casa a DESCANSAR hasta que se te pase el dolor —enfatizo la palabra descansar.
—Hay traba...
—Siempre hay trabajo, Ricardo. Póntela debajo de la lengua —pongo en su mano la pastilla. Obedece. Tobin hace acto de presencia, viene sosteniendo su mano. Me dirijo a Rick antes de ir con mi segundo paciente—. Recuéstate en una de las camillas, nada más reviso a Tobin y termino contigo.
—Lo que ordene la doctora.
Sonrío complacida al verlo irse a costar. El asunto de Tobin lo arreglo en un santiamén; escucho como se hizo el corte en la palma de su mano, a continuación lavo su herida nada más por puro compromiso porqué ni eso necesita el condenado y para terminar vendo su mano.
—Así no te dolerá la mano si le apoyas algo, arderá un poco pero te permitirá seguir ayudando —le informo.
—Gracias, Betty
—No es nada, Tobin. Ten más cuidado la próxima vez, ¿quieres?
Gracias a mi papá aprendí a dar unos buenos masajes de espalda. Drew lo aseguro una vez, Ruby lo sabe, Daryl lo comprobó, esta vez es turno de Rick. El cabecilla de la comunidad pide que ponga un poco más de presión cerca del cuello, pues es allí donde siente más dolor, mientras tanto hablamos de cosas triviales. El punto en todo esto es hacer que Rick deje de pensar en las cosas de la comunidad, en las vigilancias, cualquier asunto o tema de conversación que sea un posible detonante de preocupación queda descartado; el preguntarle sobre sus hijos lo distrae muchísimo.
La guagua Judith (como Ruby la llamaría) ya quiere empezar a dar sus primeros pasos y balbucea mucho, casi queriendo hablar.
—Huele a papá orgulloso —medio susurro.
—Si, así es.
—¿Has notado que Carl pasa mucho tiempo con Enid? —mis dedos duelen, doy por terminada la sesión de masaje. Tomo asiento frente a él—. Cada vez lo veo más grande, casi aparenta tener mi edad.
—Tú te ves de veintitantos.
—¡Oye, que buena onda! Así después no ando escuchando tonterías como: «es muy mayor para ti».
Nunca más diré mi edad. Dejaré que las personas se hagan una idea; que usen el cerebro, vaya.
—¿Cuántos años tienes? —levanta una ceja de forma inquisidora. Mis labios están sellados y se lo hago saber con una seña. Ya mencionó que aparento veintitantos, que se quede con esa idea—. De acuerdo, no me digas. Ya debo irme, Michonne debe estar esperándome con Judith. Gracias por todo, Betty. Eres una buena doctora.
Soy enfermera, quiero corregirlo. Aunque no importa el título que reciba ya, es por demás recordarles que la mera doctora es Denisse.
—No es nada, Ricardo. A esto me dedico ahora —lo acompaño hasta la puerta—. Saluda a Michonne de mi parte.
—Lo haré.
Observo las solitarias calles de la comunidad, cada persona está realizando alguna de sus tareas o están en sus hogares preparando la comida. Hoy el clima se presta para una taza de café bien caliente, la llovizna da al aire ese peculiar olor a tierra húmeda que tanto me gusta. En la mañana amaneció soleado, ya conforme pasó el tiempo el cielo se tornó de gris y la llovizna se abrió paso. Es deprimente, así veo los días lluviosos; me tumban los ánimos, sólo quiero estar acostada. De todos modos salgo al porche para sentir las débiles gotas chocar contra mi piel, en algún momento el aire cambiará de dirección.
La tranquilidad que se siente en el aire es buena. Cierro los ojos un momento, el sentimiento de esta mañana aún no desaparece, siento que la poca paz que tenemos se arruinará. Le comenté a Daryl lo que sentía y simplemente dijo que no me preocupara, «nada malo va a pasar» dijo agregando el apodo de cielo, se está volviendo una broma entre nosotros.
En toda la mañana no he visto señales de vida de Ruby. Tengo curiosidad por saber lo romántico que puede llegar a ser Beeckman, apuesto que lloró como un bebé. Mi cara de sorpresa la tengo preparada para cuando me enseñe ese anillo, nada más espero Isaac no haya dicho que lo acompañé o Ruby se pondrá toda sentimental, dirá cosas que me harán llorar de felicidad y pensaré «No merezco a esta pendeja con piernas de caña». Como aún no la veo rondando por aquí, seguro se encuentra con Isaac disfrutando del medio día, apapachandose, los dos acurrucados uno al lado del otro.
Un grupo viene hacia la enfermería, sus siluetas las distingo a la perfección. Daryl, Abraham y Rosita traen cargando a Eugene. Sin perder tiempo entró corriendo a preparar todo, tomo lo que a criterio será necesario para qué Denisse lo revise.
—Tiene una herida de bala —anuncia Rosita al cruzar la puerta.
—¿Qué pasó allá fuera? —me hago a un lado para no estorbar. Eugene no está consiente.
—Vamos por los medicamentos —le dice Ford a Daryl. Se dan una mirada que sólo ellos entienden, la pena y rabia se mezclan en los ojos de Dixon. ¿Qué es lo que había pasado?
Ambos se van ignorando por completo mi pregunta. Nos dejan a Rosita y a mí solas al cargo de atender a Eugene. La ausencia de Denisse no la paso por alto, no volvió de la expedición y de haberlo hecho no se hubiera quedado en otra parte que no fuera venir para acá a revisar a Eugene sin importar el que yo esté.
Las preguntas vendrán después, lo primero es salvarle la vida a Eugene. Rosita me auxilia, descubriendo la herida y manteniendo todo lo que necesito a la mano. Mi cabeza sigue pensando en Denisse, ¿qué le diremos a Tara? Mi inquietud era por algo y ése algo ya empieza a manifestarse. Para la buena suerte de Porter la bala no parece haber dañado ningún órgano importante, su herida queda desinfectada, suturada y vendada con éxito. La morfina la utilizamos sólo en casos especiales como estos, pues es muy escasa, le administro una pequeña dosis para aliviar su dolor mientras llegan con los medicamentos.
—Ahora sí me contarás lo qué pasó —pido. Nos alejamos unos metros de Eugene, necesita descansar.
Aunque ya lo sospechaba, Rosita confirma mis pensamientos al decir:
—Denisse murió.
Al oírla narrar los hechos mi cabeza está dispersa en otras cosas, pero ciertas palabras captaron mi atención: Dwight, conocía y Daryl. Si es la misma persona que creo, eso explicaría la rabia en los ojos de Dixon; él les confesó que no apuntaba a Denisse exactamente, puedo darme una idea de a dónde se dirigía en verdad. Parece irreal, esta mañana hablé con ella, le di un concejo para cuando se topara con los caminantes. Tara volverá en unos días, será como echarle un balde de agua fría.
Daryl y Abraham no sólo traen consigo la medicinas sino también el cuerpo de la antes de doctora de la comunidad, de la novia de Tara, de una buena amiga. Empiezo a creer que la enfermería esta maldita, Pete era el cirujano, luego pasó a ser Denisse y ahora soy yo. Un disparo en la cabeza, una flecha directo en el ojo, me pregunto ¿de qué forma moriré yo? Lo más probable es que algo entre a mi cabeza.
—¿Puedes cuidarlo, Rosita? —desde la cocina miro a Eugene dormir. Espinoza asiente.—. Mañana tomaré sus turnos hasta su recuperación.
—De acuerdo, yo lo cuidaré.
—Gracias.
—Hey —me detengo al escucharla llamarme, sus pasos resuenan en la habitación. En mi cabeza nada más hay espacio para pensar en Tara, no quiero ser yo la que tenga que darle la noticia. Para estas altura ya se corrió la noticia por toda la comunidad, la doctora está muerta y ahí un grupo acechándonos—. No fue culpa tuya... el que Denisse muriera.
—¿Y eso a que viene, Espinosa? —inquiero borde. No quiero un sermón ahora.
—Se te nota en la cara, eres fácil de leer, Betty. No te culpes.
—Tú tampoco lo hagas —digo apenas. Igual se le ve en la cara la culpa que carga. No quiero hablar más, ni con ella ni con nadie; así que voy a un lugar solitario donde nadie pueda verme hundirme en la culpa por qué si tan siquiera hubiera impedido que fuera; si me hubiera ofrecido yo a ir en su lugar.
Pero antes de todo quiero ver dónde está Daryl. Conociéndolo seguro ya debe estarse culpando, si algo malo pasa estando él cerca se siente culpable por no haber podido hacer algo, pero es imposible predecir el futuro; si así fuese hubiéramos previsto el apocalipsis.
Pregunto por ahí y me dicen que lo han visto en el cementerio enterrando a Denisse. La llovizna vuelve con un poco más de fuerza, no tardo tanto en quedar empapada. Efectivamente se encuentra allí cubriendo el cuerpo, Carol lo acompaña; sin hacer el menor ruido vuelvo por donde vine. Está con su mejor amiga, no quiero interrumpirlos.
El lugar más solitario a mí parecer es la cochera. Paso lo que resta del día sentada en la caja de la camioneta, dándole vuelo a la mente. Ése grupo podría hallarnos, si escondemos algunas armas no estaría de más; hacer torres de vigilancia hasta para la parte trasera vendría bien. Las clases de disparo quizá se suspendan, debemos cuidar las municiones, guardarlas por si se desata una pelea (lo cual es probable). Los Salvadores son más de lo planeado, el grupo de la carretera, el de aquella instalación y con el que se toparon hoy no son nada al aparecer, se reproducen como lemmings; ojalá se murieran como las brujas de Shrek, con una buena cubetada de agua.
Mi mochila de emergencias está casi vacía, este es el momento para volverla armar en caso de que Alexandria se esfume. Nada más es precaución. No cargaré tantas armas conmigo, mínimo solamente la que llevo en la pierna; las otras dos que siempre van en mi sobaquera permanecerán en mi mochila escondidas por si acaso. No debí empezar a vaciar mis cosas, logré ponerme cómoda muy pronto.
Entre tanto silencio escucho la puerta principal ser cerrada. Las pisadas no las escucho, doy por sentado que es Marcus, hace unas horas le brillaban los ojos de la emoción por ver películas en el ático; vive ajeno a los problemas adultos (a mí punto de vista). A esa edad la vida es más fácil, la única preocupación es hacer la tarea de la escuela y jugar con tus amigos... si pudiera volver a ser niña.
Apenas siento que pasaron unos minutos los que estuve sentada en la camioneta. Al volver para ir a buscar algo de comer me llevo una sorpresa al ver el sol ponerse, el mundo sigue su curso natural sin importar nada; ojalá pudiera hacer eso, seguir como si nada a pesar de todo los problemas alrededor, mas no es así, me importan más de la cuenta y no puedo simplemente seguir adelante.
El hambre desaparece al ver el primer indicio de comida. Me obligo a comer una manzana por lo menos, en todo el día no he ingerido nada desde el desayuno, para mañana tendré un dolor de cabeza horrible sino como al menos algo hoy. Antes no comía casi nada por días, ni una gota de agua y ahora si me salto una comida me duele la cabeza; increíble lo rápido que uno se adapta a la buena vida.
El sol se está ocultando, las sombras aparecen en la casa gracias a la falta de luz, todo está apagado. Aún a oscuras, en silencio y desde la cocina logro captar un resoplido, sé de antemano quién está ahí; si no me ha dicho nada cuando pasé cerca suyo es porqué quiere estar solo. Él siempre es silencioso, de no haber resoplado no habría notado su presencia. Con la excusa de ofrecerle una manzana me acerco al sofá donde está acostado. Tiene la cabeza apoyada en uno de sus brazos, en la otra mano tiene un objeto entre sus dedos, no deja de mirarlo. Con la poca luz no logro distinguir qué es, pero percibo una forma oval. Su vista enseguida se concentra en mí al notarme parada a un lado del suyo. Sin decir nada le extiendo la manzana, se limita a menear la cabeza rechazando mi ofrecimiento. No esperaba una respuesta con palabras de todos modos.
—Estaré en la cocina por si necesitas algo —le informo. No deseo presionarlo ni hostigarlo a estando pegada junto a él como su sombra. Necesita su espacio, entiendo que quiera estar sólo.
Lo veo apenas asentir.
Dejo la manzana en la mesa de centro por si cambia de opinión, en algún momento tendrá hambre. Preparo la cena para Marcus, en el proceso intento concentrarme, enfocar mi inútil cerebro en el proceso paso a paso de unos huevos revueltos con jamón. Olivia hace un rico jamón, luego pediré la receta. Daryl elude la cena excusándose de no tener hambre.
Únicamente Marcus y Cerbero cenan, de todos modos me quedo con Marcus en el comer acompañándolo. A la primera mención de la difunta doctora le hago una gesto para que no diga nada y señalo discretamente a Daryl en la sala. Lo envío a bañar y luego a la cama.
—La noche de películas se cancela, ¿verdad? —pregunta mientras lo arropo. Cerebro ocupa su lugar a su lado.
—Mañana sin falta la tendrás, ¿está bien, enano? Por hoy duérmete abrazando al oloroso de Cerbero.
—Prometo que ahora sí lo baño mañana.
—Bien —le dedico una sonrisa torcida. Antes de irme deposito un beso en su frente, le alborotó el cabello; me voy satisfecha al oír su queja.
Entro a la habitación para ponerme mi pijama: una camisa de Daryl. A como veo las cosas este hombre terminará durmiendo en la sala, ni una bendita cobija tiene, se va a miar del frío que hace en las noches. Tomo una manta, el piso de abajo permanece en penumbras, sin hacer ruido me acerco a él comprobando que efectivamente está dormido; le saco las botas y lo cubro con la manta hasta el cuello.
—Descansa, Bombón —susurró a centímetros de su cara. Depósito un vasto beso en la comisura de sus labios.
—Quédate —pide adormilado. Su mano sujeta la mía reteniéndome—. Por favor.
—El sillón es pequeño para los dos, mejor vamos a la cama —lo intento ayudar a levantarse.
Agarra los cojines y los arroja lejos haciendo más espacio en el sillón para ambos. Para esto encuentra solución rápido, pero le pido que baje la tapa del baño y no puede. Es mejor que dormir sola en la cama; estrella apretados pero juntos. Al acostarme Daryl se acomoda quedando acostada sobre mí, me abraza de una manera como si no quisiera que me vaya nunca. Lo envuelvo entre mis brazos de forma cálida, quiero hacerle saber que estoy aquí con él y no me iré ni aunque me lo pida; esta es su forma silenciosa de decirme «si hubieras sido tú» porqué esta mañana él sugirió que Denisse se quedara y yo fuera.
En qué estarás pensando.
—No quiero que algo malo te pase —murmura de repente. Su respuesta me hace cuestionarme si lo dije o lo pensé—. Me volvería loco. Yo-yo...
—Hey, oye —lo corto en seco. Lo obligo a mirarme a los ojos, de una vez por todas este punto quedará claro—, nada malo va a pasarme, ¿de acuerdo? Estaré bien, recuérdalo. Además mi misión en esta vida no ha terminado, la cual es joderte la tuya y falta mucho para eso.
Mi broma logra arrancarle un pequeño atisbo de sonrisa. Es una necesidad tener mis manos siempre sobre su cuerpo, no puedo evitarlo; con una de mis manos le masajeo la cabeza como le gusta y con la otra acaricio su mejilla. En las ocasiones que se ha acostado sobre mi pecho lo veo como a un niño que grita por cariño, que sólo necesita sentir que alguien lo ama. No recibió mucho afecto de pequeño, fueron más los golpes que el cariño, vendería mi alma al diablo si pudiera para borrar todos esos malos ratos que Daryl pasó de pequeño. Quiero hacerle sentir esa paz y cariño que tanto le hizo falta.
Hola!!!!
Escribí más de la cuenta JAJAJ
Pero ñeh aquí es donde viene lo chido, diría Lusito comunica.
Gracias por el apoyo, se los agradezco de todo corazón en verdad, son l@s mejores lector@s en el planeta entero y nunca me cansaré de recordárselos❤️❤️❤️.
Perdón si el capítulo se siente medio flojo, tenía (tengo) un bloqueo por tanto estrés de la escuela y ahí voy escribiendo lo primero que llega a mi cabeza antes de olvidarlo y llorar por el estrés.
¡¡ME ESTOY QUEDANDO CALVA, RAZA!!
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