Capitulo 52

—Eso fue... increíble —mencionó mirando al techo. Besa mi frente un segundo antes de hacerse a un lado, lo veo cuando levantarse—. ¿Tan pronto te vas?

—Recuerda que Debería estar custodiando a Jesús —argumenta. Cubro la mitad de mi cuerpo con las sábanas al momento de sentarme en la cama.

—Alto ahí. No irás a ninguna parte —decreto. Su chaleco está a los pies de la cama; así que lo alcanzo y me lo pongo—. Estuviste bajo mucho estrés, descansa un poco que yo me hago cargo del Mesías.

—Claro que no.

Elevo las cejas indigna por su falta de fé en mí.

—¿Crees que no soy capaz de hacerme cargo de él? —me cruzo de brazos, poniéndome de rodillas sobre la cama—. No hay hombre al que no pueda doblegar, y tú bien lo sabes —sonrío traviesa.

Su expresión me deja en claro que habla en serio y no está para bromas, cosa que me importa un bledo.

—Escucha, Rick ahorita está más que dormido en su casa con sus hijos y Michonne; también te mereces descansar un rato. Así que, recuéstate, ponte cómodo, cierra los ojos y duerme un poco. Si Chuy intenta escapar le dispararé en la rodilla, eso no lo matará pero le dejará una cojera de la cual se acordará de mi toda su vida.

Tomo su mano, tiro de esta hasta hacerlo venir a la cama, no pone resistencia y se acuesta. Acabo ahorcajadas sobre él.

—Si eres un niño bueno, y obedeces... te recompensaré de la mejor manera —desabotono lentamente su camisa.

—¿Me darás una paletilla? —bufa.

—Mejor que eso. —sonrío. Me inclino hasta que mi boca llega a su oreja, donde comienzo a susurrarle lo que pasará si hace caso. Mis mejillas se tiñen de rojo al escuchar todas las barbaridades que salen de mi boca, jamás me imaginé diciéndolas. Daryl ríe—. Solamente si te portas bien.

—Estas loca, mujer. Pero esta bien, me convenciste —pasa ambos brazos detrás de su cabeza—. Me quedaré aquí.

Sonrío satisfecha, aún con las mejillas coloradas. Más rápida que un correcaminos termino de vestirme, siempre bajo la atenta mirada de Dixon. Tomo mi arma escondiéndola detrás de mi espalda, hay que tener el factor sorpresa en caso de que al Mesías se le meta la idea de huir.

—Si él tiene un seudónimo, yo también usare el mío. Desde ahora en adelante llámame Reina Roja —arrojo su chaleco a la cama y dramáticamente me pongo mi chaqueta roja.

—Olvídalo.

—De verdad que eres un amargado. ¿Que te cuesta seguirme la corriente de vez en cuando?

—Me cuesta la dignidad.

En mi mente le digo de todo. Hay una línea de cierto respeto que quiero empezar a tener, no lo llamaré pendejo a menos que él empiece primero a insultarme. Seré una Betty reformada, no más malas palabras de mi maldita boca... pero empezaré mañana.

—Jodete —le muestro mi dedo medio.

Dice algo inaudible pues estoy a mitad del pasillo y el muy cabron habla entre dientes. Su sensual voz ronca a veces es un problema para mi sordera. Doy un rápido vistazo a la habitación de Marcus, verificando que duerme y no está leyendo cómics hasta la madrugada como la última vez. Cerbero se despierta al escuchar el chirrido de la puerta.

—Ven, Cerbero —abro más la puerta indicándole que me siga.

Obedece. Corre escaleras abajo hasta llegar a la puerta principal, ahí espera pacientemente la llegada de su dueña.

—Me harás compañía por las próximas tres horas, ¿verdad que si? —sacudo su cabeza.

Lambe mi mano y antebrazo con entusiasmo.

—Buen chico —rasco su pecho.

El frío aire de la noche alborota mi cabello, ojalá el invierno termine pronto para poder presumir que empiezo a tener la crisis de los 20. Distingo la silueta de Maggie a lo lejos en el huerto, tampoco podrá dormir supongo; Abraham camina por los alrededores. Entro al sótano de la casa vecina, inhalo profundo preparándome para lo que sea.

El tipo sigue inconsciente, ajustó los nudos de sus manos y pies por precaución. Tomo asiento cerca de la puerta, el perro se echa en el suelo con la cabeza sobre mi pierna; ésa es su discreta forma de pedirme caricias. El tal Jesús viste una chaqueta de piel larga, con la cual se me acaba de ocurrir un chiste... sólo esperaré a que despierte para hacerla.

Transcurren unos minutos y mi fiel compañero cae dormido; si alguna vez llegue a preguntarme si los perros roncaban, eso ya tiene respuesta: si, y peor que Daryl. Cerbero hace ruido como de motor de camión, casi tengo ganas de darle un manotazo como a Dixon, haber si así deja de roncar.

—Mi cabeza.

Levanto la vista, Jesús esta despierto ¡aleluya!

—Fue un fuerte golpe —hablo.

Se gira en mi dirección. Viéndolo bien si tiene gran parecido con el mesías. Se lleva ambas manos a la cabeza.

—¿Dónde estoy?

—En el cielo —digo obvia—. Si no de qué otro modo se te aparecería tremendo ángel.

—Buena broma. Hablo en serio.

—Deja de intentar desatarte, lo hice nudo ciego... ni siquiera yo sé cómo deshacerlos. ¿Sabes? No termino de comprender el por qué Rick y Daryl te trajeron acá, en su lugar yo sí te hubiera dejado allá para ser comida de caminante; sin embargo, tuviste suerte de encontrarte con ellos.

—Quiero hablar con Rick —decreta.

—Siii, eso no va a pasar.

Se arrastra como puede hasta llegar a la pared más cercana. Tal vez pasan unos segundos, tal vez son minutos, en realidad no importa, Jesús vuelve hablar interrumpiendo la gran paz que se respira en el aire helado.

—¿Dirás tu nombre en algún momento? —su voz calmada me pone alerta.

—¿Tú me dirás el tuyo? Porque dudo que te llames Jesús, no tienes cara de Jesús.

Si la tiene.

—Entonces, ¿de qué tengo cara? —pregunta curioso. Está más animado que antes, Chuy agarra confianza pronto.

—De idiota —sonrío falsamente. Como amo que me hagan esa pregunta, mi pasatiempo favorito es decirle idiota a las personas.

Mi broma parece agradarle. Tiene sentido del humor después de todo.

—Soy Paul Rovia, pero mis amigos me llaman Jesús.

—Un gusto Paul —sonrío con sinceridad.

—El gusto es mío... —hace una pausa esperando a que diga mi nombre.

En lugar de responder cambio el tema.

—De acuerdo, te llamaré Roja.

—Me da lo mismo, Paul.

Acaricio la cabeza de Cerbero. Echo la cabeza para atrás apoyándola en la pared, miro al techo, en realidad no hay nada para reflexionar... salvo por la vez que inculpe a mi hermano cuando fui yo la que rompio aquel foco con la pelota dentro de la casa; eso si que fue cruel de mi parte. Andrew como buen hermano acepto la culpa al verme entrar a su cuarto toda asustada por el seguro jalón de orejas que mamá me daría.

También está la ocasión en que maquille a Drew mientras dormía, sólo por puro placer mío. Soy una pésima hermana, ¿cómo me aguantaba? De haber tenido un hermano menor igual a mí seguro que le devuelvo sus bromitas, pero Andrew jamás lo hizo; siempre se quedó en su papel de victima.

—Oye, ¿podrías decirme dónde estamos?

—¿Por qué tanta tu impaciencia? —suspiró cansada. Él no puede ver cómo pongo los ojos en blancos—. ¿Debes ir algún lugar?

—A mi comunidad —dice. Me enderezo al segundo se escuchar eso—. Tengo una comunidad. Tenemos comida, medicamentos, ¿qué tal si hacemos un trato?

—¿Tienes una comunidad? —repito como si me hubiera dicho que tiene un tercer ojo. Asiente—. Empecemos otra vez: tienes una comunidad con comida, medicamentos y bla bla; ¿Por qué no se la mencionaste a Rick y Daryl?

—¿Tú lo harías? Supongo que sabes las buenas primeras impresiones que dan.

Es verdad. Ellos no son buenos dando primeras impresiones, Rick a veces parece un loco y Daryl tiene cara de querer matarte; cuántas agallas tuvo Paul al robarles el camión.

—Saldré un momento. Si para cuando vuelva conviertes el agua en vino, te dejaré salir —bromeo.

—Por favor, déjame hablar con Rick... o con Daryl —pide.

—Créeme, lo menos que deseas es hablar con él.

—De acuerdo, escúchame tú entonces, por favor. —extiende las manos en un gesto de que me detenga. Hago caso, vuelvo a sentarme en silencio para escuchar lo que tenga que decir. Inclina la cabeza un poco dando gracias.

Intento ver la hora en mi reloj con ayuda de la poca luz entrante. ¡Dios! Son casi las seis, amanecerá en cualquier momento, y yo ni he dormido nada.

—Un cuarto para las seis, Paul. Será mejor que hables rápido.

—Rick y Daryl tenían motivos para dejarme en la carretera, y no lo hicieron. Mi trabajo es buscar otros lugares para intercambiar. Tome el camión porqué mi comunidad necesita cosas —explica. Ya no está riendo, su rostro está serio. Modo serio activado—. Creo que nosotros podemos ayudarnos, en mi comunidad creamos ganado, buscamos restos y los cultivamos; desde tomates a sorgo.

Alexandria no tiene nada que ofrecer. Si es cierto, de donde viene Paul han de vivir en la gloria en comparación con nuestra recién escasez de comida. Los vegetales aún no dan brotes, no pinta nada bien eso y en las expediciones ya no encuentran gran cosa. Ellos tienen alimentos y nosotros conocimiento y residencias bonitas; sin mencionar el arsenal del diablo a unas casas de aquí. Un punto a nuestro favor: hay armas.

¿Quién no quiere armas hoy en día?

—Les mostraré. Si vamos en auto llegaremos en un día, podrán ver quienes somos y lo que les ofrecemos. —concluye.

—Alto ahí —alzo la mano haciéndolo callar—. Dices que buscas más comunidades. ¿Hay encontrado alguna más?

Mi asombro debe ser muy notorio como para causarle gracia.

—Prepárate para que tu mundo se expanda —sonríe.

Puede que esté diciendo la verdad; puede que no. Mi corazonada con Aarón fue certera, encontramos una comunidad en donde poder tener una vida tranquila; en este momento estoy ante la oferta de un posible trato de comercio con otra comunidad como la nuestra. Puede ser una trampa. No pienso ser yo la responsable de que tengamos que volver a correr por nuestras vidas allá afuera en caso de que Alexandria caiga.

Tengo que consultarlo con otra persona. Ojalá Maggie no se haya ido a dormir todavía.

—Seré la porta voz, hablaré con Rick por ti y después vengo a decirte el veredicto final. Cerbero —despierto al perro a un lado mío. Abre sus ojos con pesadez, tiene la misma mirada que Ruby cuando no la dejo dormir—, cuida que no escape.

—¿Segura que es un buen guardián?

—Tan segura como que me llamo America.

La última vez que este perro mostro su ferocidad fue el día en que lo encontré en el bosque; de ahí en adelante es puro caricias en la barriga y lamer a las personas. El amor lo hizo blando. Hasta él comprende que no tienen necesidad de pelear por su vida.

Cerca del lago está Maggie arreglando los soportes para los tomates inexistentes. Glenn aparece detrás de ella, querrá llevarla adormir seguro. Busco a otro para discutir sobre Paul. Recuerdo al sargento Ford, busco al sujeto por cielo, más y tierra, voy a su casa encontrándome con la decepción, cada luz está apagada, si una señal de vida. A la distancia veo una silueta fornida y con un caminar derecho, mi miopía confirma que ése es Abraham acercándose.

Hoy parece ser uno de esos días en los que no cumple su ronda diaria junto a Sasha alrededor de la comunidad. Ford y Williams parecen llevarse al fin, en todo el tiempo en que llevamos conociéndonos todos nunca los vi hablar por más de un minuto.

—¡Oye, Ford! —lo llamo. El recién nombrado levanta la cabeza al escucharme, tiene un mirada rara, parece constipado. Corro unos metros para alcanzarlo—. ¿Estás bien?

—¿De verdad? ¿Para eso me detuviste?

—Diablos, se te esta pegando el mal genio de Daryl. —digo molesta.

—Perdón. No he dormido bien en los últimos días —suspira excusándose. Viéndolo de cerca no parece constipado, más bien aparenta tener algún duelo interno; es la misma expresión que tuvo mi papá cuando nos encontramos con unas personas a mitad del bosque. Gritaban bandidos por cada poro de su piel, y mi papá se debatió el matarlos ahí frente a su hija con un concepto de él muy distinto al de un asesino o matarlos mientras dormían.

Reservo mi curiosidad por saber lo que le roba el sueño al Sargento Zanahoria.

—Hay un sujeto atado en el sótano. Dice tener una comunidad y conocer otras, sus planes son hacer una clase de comercio entre nuestra comunidad y la suya —meto las manos en mis bolsillos traseros—. Por las labia con la que habla no pienso que mienta. Dice según tienen medicinas, comida, cultivos y hasta algunos animales, ¿sabes cuánto tiempo a pasado desde que vi una vaca o gallina?

—Por tu cara de loca desquiciada, imagino que mucho —replica. Se cruza de brazos pensando en algo para responder—. ¿Rick sabe esto?

—Paul quiere hablar con él —agregó.

—¿Quién es Paul?

—¡El del sótano!

—¿Cómo llegó a tu sótano? —se rasca la barbilla.

—Rick y Daryl lo metieron allí. ¡Abraham, enfócate carajo!

Levanta las manos en señal de paz. Irritada, le hago un gesto de que me siga. Será más simple si lo escucha él mismo. Soy pésima explicando, es inútil tratar de explicarle la situación; agreguémosle mi falta de paciencia. Cuando Dios repartió la paciencia me salí de la fila por falta de la misma.

El cielo ha comenzado aclararse, en unos minutos los rayos del sol se comenzarán a asomar. Adoro estar en la entrada, desde ahí puedo apreciar bien los amaneceres, cuando el cielo empieza tornarse entre azul, morado y unos toques de anaranjado; una de las pocas acciones de la madre naturaleza que me hace sentirme afortunada de seguir viva para poder apreciar tremenda obra de arte.

Bajamos la corta escalera a la puerta, abro la puerta y estiro el brazo invitando a Abraham a entrar primero junto con una exagerada reverencia. Quedé como una idiota cuando lo oí decir:

—¿Qué se supone que debo ver?

Entro yo también, asomando la cabeza cual zarigüeya. Dentro no hay nada, absolutamente nada; ni siquiera está mi perro.

—El hijo de perra se escapó... y se llevó a mi perro —susurro aún sin poder creer el que haya podido deshacer mis nudos ciegos.

Reaccionó segundos después de Ford. Él sale a buscarlo, Maggie y Glenn al vernos apurados se acercan, les resumo la historia. Los cuatro recorremos la comunidad entera en busca del desaparecido Jesús. Dixon se va a enojar, me va decir «Tenías un sólo trabajo. Debía vigilar al tipo desmayado y listo», y encima de todo raptan a mi pobre perro, el canino que se suponía debería haber ladrado. Ése perro con que le acaricien la cabeza ya se ganaron todo su cariño, se te lanza encima y juega contigo como si se conocieran de toda la vida.

Para los vigilantes en el muro es normal verme correr en las madrugadas, a veces, cuando no estoy con Daryl, salgo a correr muy temprano antes de iniciar mi actual día a día. En la armería no está, tampoco veo su silueta en alguna de las casas, ni rastro de él o Cerbero. Hago lo que cualquier persona haría en mi lugar: decirle primero a Rick. Es más tolerable el ex sheriff que el gruñón de mi novio.

Me gusta como suena: mi novio. Me pertenece y yo a él.

Hay una luz encendida en casa de Rick, veo su silueta reflejada en la cortina, seguro Abraham le advirtio ya. Entro como Pedro por mi casa. Pego un brinco del susto al ver a Cerbero echado a mitad del pasillo, el perro está ahí como si nada mientras el fugitivo mesias anda suelto por alguna parte.

—Creí decirte que lo vigilarás, perro —saltó su robusto cuerpo. Milagrosamente Jesús esta también en las escaleras admirando un cuadro desde su lugar. Al mismo tiempo que saco el arma, Carl aparece detrás suyo.

—¿Qué haces en mi casa? —demanda saber.

—Chuchito, te estás ganando un disparo gratis.

—Betty, ¿quién es? —me pregunta Carl.

—Paul, Carl. Carl, Paul mejor conocido como Jesús. Listo, ya los presente. Ahora, tú —señalo al de chaqueta de cuero— vienes conmigo.

—Ni siquiera me estás apuntando —replica Paul.

—¿Seguro? —sonrío de lado—revisa bien. —Paul sigue la dirección del arma, no apuntó a su torso ni a su estómago o a cualquier lugar importante; quizás a una parte importante si, los hombres no serían hombres sin ella—. No quiero matarte... no todavía. Primero te haré sufrir un poco y luego te mato.

Carl disimula una risa al ver a donde apunto.

Tanto detrás de él como por las escaleras aparecen más personas. Abraham, Glenn, Maggie y Daryl llegan desenfrenados y con una expresión de preocupación. Daryl da un escaneo rápido a mi figura antes de mirar severamente a Paul. Un medio vestido Rick llega por detrás de Carl seguido por una Michonne sin blusa, ambos están apurados.

—¿Podemos hablar ahora? —pregunta Jesús hacia Rick.

—Dame un segundo —responde.

Para cuando vuelven, nos vamos todos al comedor. Les cuenta la misma historia que a mí, agregándole el detalle de que súper Jesús reviso nuestra armería. Es escurridizo, rápido y su similitud con el mesías es irritante para mí al menos.

Finjo prestar atención a lo que dicen. En realidad estoy pensando en una fecha exacta o algún indicio que hubiera recibido antes para darme cuenta que Rick y Michonne estaban teniendo alguna relación más allá de la amistosa. Interrumpimos a Grimes y Michonne quizás haciendo el sin respeto. Carl tenía la misma cara de asombro que yo, tampoco sabía nada; mendigo Rick, anda de todas mías el señorón éste. Primero se andaba peleando a muerte con Pete por la guera de Jesse, nombre, hasta un perro balazo le dio en la cabeza; y ya quiere andar con Michonne ahorita.

Cuando nos conocimos todos, Michonne ya estaba en el grupo. ¿Qué habrá sido lo que hizo que Michonne se diera cuenta que le gustaba Rick, y viceversa? Ella me atrapa mirándola, hace un gesto como diciendo «¿Qué sucede?», obvio finjo no saber nada, levanto los hombros desentendida. Insiste nuevamente con su gesto. Estoy detrás de Jesús, lo cual me dificulta un poco hacerle señas a Michonne sin ser descubierta por el resto de los presentes.

Discretamente señalo a Rick con un movimiento de cejas, después imitó su seña, gestos suficientes para que ella entienda y se sonroja levemente. ¡Aww! Se ve tierna.

¡Vivan los novios!

Aquí en Alexandria nacieron demasiadas relaciones, la de Daryl y yo, Isaac y Ruby, Carl y Enid, Rick y Michonne, Tara y Denise. Iré pensando en un nombre para cada pareja; aunque para Daryl y para mí ya tengo un nombre, lo tuve desde que supe su nombre, si tuviera un diario escribiría sobre él todo el tiempo, cada noche le contaría cada cosa que pienso de él. La fusión de nuestros nombres da como resultado Beryl (Betty + Daryl), Meryl (Mercedes + Daryl), de las dos formas suena genial.

De algún modo Jesús logra convencer a Rick de ir a su comunidad. Para eso de las diez estamos preparándonos, la gran y fea caravana nos llevará a nuestro destino; digo nos llevará porqué obviamente iré, al igual que los Rhee, Michonne, Rick, Daryl, Abraham y Jesús. Si alguien más se quiere unir será bien recibido.

Voy a casa para avisar a Marcus. Lo encuentro aún dormido en su cuarto.

—Oye —susurro. Acaricio su brazo—. Marcus, despierta.

—¿Qué pasó? —habla somnoliento, mira hacia la ventana comprobando si amaneció ya—. Betty, ¿por qué llevas tu mochila? ¿Vas a salir?

—Así es, mocoso. Sólo venía a decirte que iremos a visitar otra comunidad, tienen vacas, ¿puedes creerlo? ¡Vacas! —gesticuló con las manos.

—¿El señor Dixon ira también?

—Sip. Ruby igual. Quiero que vayas con Carol por cualquier cosa y no te hagas daño ni intentes colgar de cabeza. Sabes que te sangra la nariz cuando haces eso —comienzo a sonar como mi madre.

—Ya entendí —dice fastidiado.

—Bien —alboroto su cabello.

Se recuesta de nuevo cubriéndose esta vez hasta la cabeza. Linda charla. Antes de salir de casa compruebo llevar todas mis cosas: armas, cuchillos, víveres. Si la comunidad de Jesús es un fraude como ése portacables que compre por catálogo en la televisión, alguien va a estar en serios problemas... ¡y no seré yo!

Compruebo que los cartuchos estén llenos. Casi olvidó el pequeño cuchillo que Daryl me obsequió semanas atrás; es pequeño, del mismo largor de mi mano, bien puedo esconderlo en mi bota.

Regreso a la enfermería para ayudar a terminar de subir las cosas.

—Yo llevaré eso. Gracias —le digo a Denise, tomando de sus manos un galón de gasolina.

—Gracias —agradece acomodando sus gafas.

Sonrío, meneo la cabeza como diciendo «no es nada». Denise es una increíble amiga, tiene mucha paciencia cuando me enseña sus conocimientos en medicina... demasiada paciencia. Todo el mundo me dice que los saco de quicio por ser tan distraída en ocasiones, pero ella simplemente se acomoda las gafas, exhala y continúa explicándome. Busco algún rincón donde meter el galón, al bajar escucho un fragmento de la conversación entre Daryl y Denise.

—Ojalá sepa bien. Huele a mierda —expresa el amable Dixon.

Pongo los ojos en blancos, este hombre es un caso perdido.

—Hola —giro al oír la voz de Ruby.

—Ey. Trae tu mochila, iremos a una excursión. Daryl y Rick encontraron a un tipo que tiene una comunidad.

—Si, me encontré con Ford y me lo contó —señala con su pulgar sobre su hombro—. Venía a comprobar que fueras y ya que lo hice... no iré. Estuve haciendo guardia toda la noche, sólo quiero dormir. ¿Está bien si vas tú sola?

Mi asombro es más grande que los ojos de Marcus. Sabe como soy, hay un número infinito de estupideces que pueden ocurrirme.

—Yo soy tu sombra; tú eres la mía. Las dos vamos a donde va a la otra, siempre ha sido así, ¿que cambio ahora? ¿es Beeckman? ¿Te dijo que no fueras, que dejarás sola a tu mejor amiga justo cuando va a ir a una comunidad desconocida, donde bien podrían hacerla pedacitos? ¡¿Es eso?!

—Eres la reina del drama. Betty, vas a estar bien sin mí, no me necesitas. Además Rick va a ir al igual que Michonne y gran parte de nuestro grupo, ni una mosca se te va acercar. Quiero pensar que Daryl cuidará tu espalda en mi ausencia, ¿no es así? —lo último va dirigido al susudicho cerca de nosotras.

Daryl, que revisa algo en el cofre de la caravana, asoma su cabeza, sé perfectamente que escucho toda nuestra conversación, mi voz tiene un tono un poco más alto de lo usual, parece que grito pero así hablo.

Cuando escucho su respuesta:

—Claro.

Una sonrisa tonta aparece en mi cara.

—Estas en buenas manos, Betty. —concluye Ruby.

Es hora de que empiece a tenerme un poco más de confianza, puedo hacer esto, no necesito a Ruby cuidando mi espalda; aunque admito que somos mejor juntas, por separado debemos ser igual de buenas.

Prepárate Nazaret, ahí te voy.

Bien, me ausenté por... ¿una semana? ¿Un mes? ¡TRES MESES! 😅 y mi excusa es que estoy tan saturada en ideas que no sé ni por dónde empezar.

Intentaré ya no ausentarme demasiado. Se me mezclan las ideas de esta historia y la otra, no sé cuál terminar.

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