Capitulo 51

En los últimos días terminé convirtiéndome en una chica multi tareas. Ando de arriba para abajo por toda la comunida, si no es haciendo las guardias; es atendiendo a los que se lastimaron mientras expanden los muros o bien ya estoy allá afuera vigilando el perímetro para ver asegurar que ningún caminante anda cerca; casi olvido mi trabajo de tiempo completo que básicamente consiste en vigilar a Carl, piensa que no me he dado cuenta que sale todas las tardes al bosque con Enid a leer cómics. Niño raro.

Mi turno de cuidar la entrada termino hace no más de diez minutos, Eugene jamás apareció para cubrirme. Los días cuando tengo guardia en la madrugada y vuelvo a casa la encuentro completamente sola, Marcus se va con Cerbero al que próximamente será el huerto y Daryl sale con Rick por más víveres; contando la repentina mudanza de Ruby.

Me abandono por Beeckman.

Entro a la cocina por una taza de café. Casualmente Daryl dejo una preparada, ni tan caliente ni tan frío; justo como me gusta. La cafeína no será eterna en mi vida, tengo que ir empezando a dejarla antes de que en serio se me vuelva un problema. La casa está echa un desastre, vivimos tres personas aquí y un perro, parece central de autobuses con todo el tiradero, ni ganas de subir a mi cuarto, debe estar tres veces pero que acá. Entre un puñado de dibujos de Marcus sobre la mesa de centro en la sala llana mi atención un pedazo de papel.

Es la lista de Daryl, en la mañana le dije que no fuera a olvidarla, puse aquí algunos medicamentos que se nos terminaron y debemos recuponerlos; los principales son para la fiebre y calmantes. Salgo dispara hacia la entrada esperando no sea demasiado tarde para alcanzarlos.

—¡Betty!

Aminoro un poco mi marcha, nada más lo suficiente para escuchar rápido lo que sea que vayan a decir.

—¡Dale esto a Rick y Daryl! —vuelven a gritar detrás de mí.

Al igual que Emily Rose giro la cabeza. Porter sostiene un mapa en lo alto. Suspiro contando hasta diez mentalmente. Cruzo la calle con grandes zancadas hasta estar a pocos metros, mi cara le deja en claro la molestia que causa su irresponsabilidad.

—Debes estar en la entrada, Eugene. Intenta ser un poco más puntual, por favor —doy un vistazo al mapa.

—Señalé algunos lugares donde puede haber sorgo. —explica monótono—. El sorgo es...

Es fácil desconectarse con una platica de Eugene. Bla bla bla bla bla. Habla lento; yo tengo prisa, ¿que acaso mi va y ven no lo deja claro? Estoy que salgo como Wile E. Coyote sobre un cohete, mi sexy correcaminos esta por irse.

—Si, ajá. Muy interesante tu platica sobre el sorgo. Ya me tengo ir, vete a cubrir tu lugar ahora —digo, comenzando a correr otra vez.

Una cosa buena a mi favor es la cercanía de mi casa con la entrada, cuatro calles es la gran distancia. Llego justo a tiempo, Rick está por arrancar el auto cuando yo silbo para llamar su atención. Me acerco por la ventanilla del copiloto donde va mi Bombón.

—¿Qué sucede, Betty? —pregunta Grimes.

Soy una anciana, he perdido la condición para correr. Me voy a desmayar Jesús bendito redentor. Veo una luz, es el más allá, el otro lado, el paraíso... no, el paraíso no, apuesto a que Dios tiene una fotografía mía con un enorme círculo rojo sobre mi rostro. San Pedro de echará a patadas cuando me vea.

—Oye, mi amor... —tomo una bocada de aire. Daryl bufa al oír la melosa forma en que lo acabo de llamar, apenas tolera que lo llame Bombón enfrente de otras personas— ¿recogiste el papel que te deje en el refrigerador? El de los medicamentos.

—Sí, aquí lo tengo —afirma rebuscando en sus bolsillos. Le faltan bolsillos, ¡intenta en su chaleco que obviamente no tiene bolsillos! Arruga el entre cejo, al notar que no lo tiene—. Te lo di a ti.

—Me diste la lista de Denise —le recuerda Rick.

—De nada —saco el papel de mi bolsillo trasero, está entre mi dedo índice y medio—. Un tanto distraído a veces, corazón.

—Gracias.

Apoyo los brazos en el borde de la puerta, asomando un poco más la cabeza dentro del auto. Despacio, y sin darse cuenta, estoy acechando a Daryl.

—Eugene me pidió que les diera esto. Menciono una historia sobre el sorgo y su súper poder ante las sequías o algo así —hago una mueca mientras les entrego el mapa lleno de círculos y líneas.

—Gracias, Betty. ¿Algún otro pedido? —Rick recibe el papel.

Mi lo pienso un segundo.

—Cuida a Daryl, ¿si? Tráelo en una pieza o saldremos mal, Grimes.

—De acuerdo —sonríe.

Daryl ve de soslayo a su amigo con cierto enfado por seguirme el juego. Es mi momento de atacar. Escuche por ahí que los besos robados son los mejores, así que le robo uno a Dixon, un lento y apasionado beso. Lo veo reprimir una sonrisa al separarnos, tiene la mirada fija en el camino, yo por mi parte le muestro al mundo lo feliz que me hace incomodar a Daryl frente a los demás.

Siento el cristal de la venta empujando mis brazos hacías arriba.

—Dixon, no te atrevas —advierto.

El cristal vuelve a subir un poco más.

—Daryl...

Sigue subiéndolo, no tengo de otra que quitarme de la ventanilla para no terminar con el cuello aplastado.

—Eres un maldito grosero —le muestro ambos dedos medios.

Aparta la vista de enfrente, gira la cabeza en mi dirección regalándome la sonrisa más genuina propia de él. Así no se puede, mi pequeña escena de enojo se esfuma del mismo modo como apareció.

Siento que ya quedé embarazada de nueve meses tan solo con ése simple gesto suyo.

—¡Te quiero, Bombón!

Hace una ademán de "como sea" con su mano. Rick sacude la mano en señal de despedida antes poner en marcha el auto. Apenas cruza al otro lado cierro las puertas de entrada a la comunidad. Compruebo la hora, Spencer no tardará en irse con su pala al bosque.

Regreso a la casa para tomar mi mochila. Quizá Moroe no lo sepa, pero yo sé que cada dia sale a buscar su madre, desde el día en que empezamos a reconstruir el muro, Spencer al terminar sus turnos agarra una pala, un rifle y se pierde en el bosque hasta el anochecer. Una importante cosa que he aprendido, es ha en situaciones cómo estás te viene bien tener un amigo, Ruby fue de bastante a ayuda; mientras yo caía en una depresión con pensamientos suicidas, ella se levanto y decidió que más adelante abría tiempo para echarse a llorar. De no ser por ella no estaría narrando esto.

Gracias a la poca distancia entre nuestras casas veo el momento exacto en el que Spencer Monroe intenta escabullirse por la comunidad sin ser visto. Agarro dos manzanas antes de salir detrás suyo igual de sigilosa. Posiblemente lo asuste si aparezco de la nada a su lado. Él opta por el método mundano de usar la puerta principal, yo me voy más por el de saltar los muros, de este modo no pierdo la práctica en parkour. Mi aburrido ritmo de vida ya no amerita que ande de aquí para allá saltando por doquier.

Camino detrás suyo a una distancia prudente, también el hecho de que haga mucho ruido al caminar ayuda a seguirle de lejos.

—¿Betty? ¿Qué haces?

Giro la cabeza en dirección de esa conocida voz. Carl esta de cuclillas sosteniendo su arma, veo detrás suyo al captar la silueta de Enid saliendo del árbol detrás suyo.

—¿Ustedes qué hacen?

—Pregunte primero —replica.

—Sigo a Spencer. Responde.

—Leemos cómics.

—Continúen así —levantó los pulgares en señal de aprobación—. Eviten el manoseo y los besos subiditos de tono, eso solo los llevará a una cosa y sólo a una.

—No queremos saber —habla Enid en tono seco y borde—. Ya no quiero estar acá.

¡Uy! que genio.

—Y luego lloras por no tener  personas a quienes les importes, Carl. —ruedo los ojos.

Enid me mira mal. La verdad no puedo tomarla en serio con esas mejillas de ardilla, ver su cara enojada me dan ganas de reír. Decido irme antes de acabar riéndome en su cara, esa chica es más antipática que Daryl.

Encuentro a Spencer preparándose para matar a un caminante, me adelanto, clavo la hoja de la espada entre sus cejas.

—Lo tenía controlado —objeta.

—Tal vez.

—¿Que haces acá?

—Llevó días mirándote salir de la comunidad cargando una pala, no debo ser una genio para deducir lo qué haces acá, Spencer —devuelvo la espada a su funda—. Aunque no quieras vengo ayudarte.

—No quiero tu ayuda —decreta.

—Y yo no quiero que Francine vea tanto a mi Daryl, pero no se puede todo en esta vida. Andando.

Hago un gesto indicándole que el vaya primero, permanece allí parado mirándome con rotunda desconfianza, igual que a una ladrona.

—Escucha, yo también pase por algo similar, con la diferencia de que tú si tienes las agallas para venir hasta aquí a buscar a tu mamá; y yo simplemente me quedé con él hasta verlo convertido. ¿Sabes? Su última voluntad era que yo impidiera que eso sucediera, me suplicó en su lecho de muerte que le clavara el cuchillo en la cabeza; no pude hacerlo. —las imágenes se pasean frescas frente a mis ojos—. Tu madre habría querido que fueras tú.

—Eso no lo sabes.

—Bien, entonces regresemos a la comunidad e intenta vivir con el hecho de que no fuiste capaz de hacer un último acto benevolente hacia tu madre. Créeme, es mejor estar bajo tierra que convertido en una cosa de esas.

Aparta la mirada, mira en dirección de donde debe ser la comunidad, menea la cabeza lentamente, sus hombros caen y se encorva un poco.

—Ya no lo siento como un hogar, solamente vivo ahí. Mi hermano, mi papá... y ahora mi madre. No quiero volver a ése sitio, ya no.

Algo me dice que este es uno de esos momentos en los que debes dar un abrazo, Spencer necesita un abrazo. Vamos muévete y dáselo, consuélalo ¿o no es por eso por lo que lo haz seguido toda la mañana por el bosque? Desearía no ser tan yo. Mi cerebro está dando la orden de ir hasta él y abrazarle, sin embargo, mi cuerpo muestra su independencia al no seguirla. Permanezco de pie sin saber qué decirle.

—¿Qué te parece si primero hacemos lo que vinimos hacer y después nos ponemos sentimentales con un tazón de avena? —propongo.

Asiente despacio. Seguimos nuestro sendero atentos a cualquier ruido, nos topamos con varios caminantes, mas no al que buscamos. Aprovechando el viaje le enseño a no hacer tanto ruido al caminar, necesita urgente unas clasecitas.

En realidad dudo el que Deanna siga acá; debió ser devorada por caminantes, posible la hayamos matado y ni cuenta nos dimos o fue hacia el lago como la mayoría. Hay un montón de destinos inciertos en los cuales ya está muerta y Spencer está buscando un fantasma, alguien que dejo este mundo hace tiempo. Mi estomago gruñe recordándome mi falta de alimentos en las ultimas cuatro horas, suerte que tome dos manzanas antes de salir de la casa. Hurgo en la mochila hasta dar con ellas, aquí dentro tengo más que sólo manzanas; también hay algunas barras de cereal, amaranto y otras de fibra, lo esencial para estar al menos una semana fuera de la comunidad.

Ofrezco una manzana a Spencer, no lo piensa antes de tomarla, debe estar igual de hambriento que yo. Es más de medio día, hemos caminado en círculos por la comunidad, en cada vuelta Spencer decide adentrarse unos metros más en el bosque, afirma haber visto a Deanna una noche por los alrededores. El estar tanto rato en silencio me frustra.

—Ella me agradaba —digo, refiriéndome a su mamá—. Su visión para Alexandria era grande, la veía como la próxima gran ciudad del apocalipsis, quería verla prosperar; sonara como frase sacada de una película lo que te diré pero, esa comunidad es tu herencia, tu legado, debes asegurarte de que todo lo que Deanna ambicionaba se haga realidad y no quedé ahí como un simple sueño. Puedes hacer más que simplemente cumplir con tu guardia, irte a casa y terminarte la reserva de cervezas.

Gira la cabeza hasta apoyar la barbilla sobre su hombro. No dice nada. Agregare a mi lista de tareas cuidar de Spencer, no es una obligación, sin embargo siento que se lo debo a Deanna.

—Antes de todo esto, del fin de el mundo, ¿qué solías hacer? —habla luego de unos minutos.

La comisura de mi boca se curva en una media sonrisa, al menos esta dispuesto hablar un poco.

—Me preparaba para mi ultimo año en la preparatoria antes de ir a la universidad. Pensaba estudiar enfermería.

—¿Dónde vivías?

—California, en Santa Monica, con mi padre.

—¿Largo viaje? —bromea.

—Muy largo, como no tienes una idea.

Ríe por la nariz unos segundos.

—¿Por qué siempre tienes la mano sobre el arma? Es como si estuvieras esperando a que te atacaran.

Frunzo el ceño. Abro la boca dispuesta a alegar, pero al escuchar unos ruidos más adelante y el estar apuntando en fracción de segundos en ésa dirección, hacen que la cierre otra vez. Puede ser que ya me he acostumbrado a la seguridad de los muros que el estar acá afuera me pone un poquito los nervios de punta.

Pienso que mi dañado cerebro me juega una mala broma por imaginar a Carl llamando a un caminante; él camina cierta distancia y hace ruido para que la cosa lo vea y siga. Escudriño bien lo que pasa frente a mis ojos, de verdad esta haciéndolo.

—No puede ser... —siento como si un balde de agua fría me cayera encima. El caminante detrás de Carl es la mismísima Deanna, de nuevo quedo helada, petrificada en mi lugar al verla.

Tienes que dejar de bloquearte en situaciones como esta. Ya basta de la niñita asustada, carajo no tienes ni un lado lazo con los cuerpos reanimados de las personas, conocías a la persona que era cuando estaba viva, no ha ese cuerpo andante. Estás aquí por Spencer, recuérdalo.

Pongo de lado cualquier sentimiento, emoción u recuerdo que tengo con ella, asimilo el hecho de que dejo este mundo hace mucho y la intento ver como un caminante más. Guardo mi arma, me hago a un lado dejando a Spencer encargarse de ello. Él toma posición, espera inquieto a que su madre se acerque un poco más, cuando está lo suficientemente cerca Deanna reanimada se le echa encima.

—¡No! —vocifera al ver mi intención de ayudar—. Puedo hacerlo solo.

Acaba clavando le cuchillo por la parte de atras de su cabeza, dándole al final un descanso en paz. Me alejo unos metros sintiéndome una intrusa, Spencer cae al suelo sosteniendo a su madre, lo escucho sollozar.

—¿La llevaremos a la comunidad?

—La enterrare aquí —comunica con la voz rota. Suerve la nariz al tiempo que limpia sus lágrimas.

Recojo la pala del suelo, empezando a cabar la tumba. Tiro la pala en cuanto vio a su madre acercarse. Su llanto es el único sonido a diez metros a la redonda, hasta los animales dejaron de escucharse otorgando un minuto al chico huérfano que lo ha perdido todo. En lo que termina de despedirse de su mamá, termino con el pozo y además me permito tallar sus iniciales en el tronco del árbol más cerca como recordatorio de que aquí yacen sus restos.

Para el final del día damos por concluido el entierro de Deanna Monroe. Volvemos en silencio a la comunidad, vamos a la par, él arrastra los pies, cansado de toda esta mierda. La persona en turno nos abre el portón, seguidos derecho hasta nuestra calle, mi plan de invitarle un café y animarlo un poco se van al caño cuando lo escucho despedirse y seguir de paso hasta su casa.

Permanezco de pie en las escaleras hasta que Monroe cruza la puerta de su casa. Quiero ir, no dejarle solo por ahora, pero también entiendo lo difícil que es. Respeto su decisión, entro a mi casa, espero ver el huracán de desastre de hace unas horas, en su lugar hallo una casa impecable, ya no hay cosas de Marcus regadas por todos lados, los restos de animal de la cocina se esfumaron, los materiales con los que Daryl hace sus flechas desaparecieron del comedor, ¿entre a otra casa? Quizá si, Marcus con trabajos lava el plato donde come como para acabar poniéndose a limpiar toda la casa.

Hablando de mi Bombón, ¿habrá vuelto ya? Sólo quedan unos minutos de sol. Unos ladridos provenientes del patio me avisan el paradero del mocoso.

—Vamos, muchacho. Aquí —la puerta del patio está abierta, veo claramente a Marcus enseñarle trucos a Cerbero. Palmeó sus hombros y Cerbero salta apoyando ambas patas delanteras en ellos—. ¡Bien hecho!

Desde la puerta veo el espectáculo.

—Sentado. Siéntate... por el trasero en el suelo.

—Dale una galleta de Carol, es como su hierba de gato —aconsejo.

—Hola, Betty. Gracias, por cierto —acaricia la cabeza del perro.

—Ve por la galleta, me estaré un rato con el lindo perro. ¿Quién es mi perro hermoso? Eres tú, mi precioso —le hablo al can como si fuera un bebé. Cerbero corre hasta mi, me salta encima de la misma forma que ha Marcus. Le rasco el cuello, a la vez que le digo hablando como a un bebé—. ¿Sabes si Daryl ya llego, Marcus?

—Creo no —responde desde la cocina.

—¿Y tú hermoso? ¿Has visto al bombon de Daryl? —se deja caer mostrándome la barriga—. ¿Eh? ¿Lo viste? Mi perro tan lindo, todo precioso. Cómete un niño si quieres, mi amor.

—A veces me das miedo —Marcus me ve como si estuviera loca.

—Lo dice el mocoso de ojos saltones que parece el mismísimo títere —ironizo, mirándolo unos segundos antes de volver mi atención al canino. Cerbero tiene la lengua de fuera, mueve la pata queriéndose rascar donde yo lo acaricio—. Cinco minutos más, después quiero que vayas a bañarte. Hueles a perro.

—Estuvimos todo el día en el huerto. Mi plantío de tomates va cada día mejor, Maggie dice que si siguen así pronto tendremos unos tomates grandes, rojo y jugosos para hacer una ensalada o para que Eric haga ese delicioso espagueti. También le di un baño a Cerbero, olía mal luego de revolcarse en los bonos de Tobin.

—Si que tuvimos un interesante día —alboroto su cabello—. Ve a bañarte. Y esta vez no metas al perro a la tina, por favor.

Marcus obedece, corre al baño más cercano.

—Por cierto, Ruby vino y limpio todo —asoma la cabeza por la puerta.

¿Ruby? ¿La misma Ruby que no lava trastes por asco a la comida que queda en ellos?

Cerbero empieza a ladrar y mover la cola feliz, sale corriendo por la puerta trasera. El perro se volvió loco, es lo último que hacía falta en esta versión mundana de Wonderland. Tenemos a la Oruga azul (Daryl), el Conejo Blanco (Marcus), La Reina Roja (yo. Obvio) y ahora el perro se vuelve el Gato Rizon, aparece aquí y allá, desaparece de un lado y aparece en otro, sin contar que siempre anda con su expresión perruna de una sonrisa. Gobierno en un manicomio Dios mío.

Entro a la cocina por un vaso con agua antes de irme a dormir. Por la ventana observo a Daryl esquivando al feliz Cerbero para poder subir los peldaños y entrar a casa. El perro es el primero en entrar, se muere por la atención de Daryl; él le da lo que quiere, le acaricia unos segundos la cabeza. En silencio le observo, se va al sofa acostar, suspira pesadamente. Busco lo que será su alivio.

—Te ofrecería una cerveza, pero te vendrán mejor unas aspirinas —digo, parándome a su lado. Aparta su brazo de sobre sus ojos—. ¿Día largo?

—Sí. Gracias —toma las pastillas.

—No es nada —balbuceo.

Se hace a un lado dejándome un espacio en el sillón. Estoy agarrando la costumbre de masajear su cabeza, hoy no hago excepción, él se deja hacer hasta echa la cabeza atrás apoyándola en la palma de mi mano. Cierra los ojos disfrutando del masaje.

—¿Cómo les fue?

—Encontramos un camión lleno de comida. Un tipo apareció. Y ahora el camión está en el fondo de un lago —suspira pausadamente. Hago una mueca al oír el trágico final del camión—. Rick decidió traer al imbecil aquí. Esta en el sótano. Denise me hizo un encargo para Tara.

—¿Así? ¿Qué era? —indago curiosa.

—Una lata de refresco sabor naranja. Dijo que escucho a Tara pedir una vez cuando dormía —su voz se torna más ronca conforme el sueño empieza a vencerle—. Diablos, si sigues haciendo eso acabaré durmiendo en el sillón.

—Quiere decir que lo estoy haciendo bien —sonrío.

—Debo ir a vigilarlo. Se hace llamar Jesús, lo peor es que se parece —abre los ojos.

—Hoy estuviste bajo mucho estrés, así que calladito y te relajas. Yo me encargo del mesías apocalíptico. —deposito un beso en la comisura de sus labios—. Necesitamos a una pelirroja sexi para que haga que olvides todo por un rato; pero, ¿dónde encontramos una? ¿Dónde... dónde, dónde? —finjo pensármelo.

Daryl rueda los ojos, igual que siempre que intento hacer una broma. Rodea mi cintura con un brazo jalando despacio mi cuerpo hasta el suyo hasta lograr tenerme ahorcajadas sobre él.  Continuó masajeando su nuca, mientras con mi otra mano le acaricio la mejilla. Sus manos se pasean por mi espalda hasta acabar en mi trasero.

—Dije sexi.

—Eres la mujer más sexi. Vételo metiendo en la cabeza, eres malditamente sexi, carajo —atrapa mis labios con los suyos.

A sabiendas de adonde nos llevará esto, sugiero subir al cuarto; no vaya a ser que Marcus salga de bañarse y nos encuentre en medio apogeo.

Sólo me puse a escribir y cuando menos lo esperé ya tenía escritas 3500 palabras🤣, he vencido mi récord; por poco les escribo dos capítulos en uno. Siento que con esto compenso los dos meses sin actualizar.

Lo de escuela en línea no me funciona por el simple hecho de que tengo más tarea que cuando asistía a la escuela. Espero actualizar pronto ahora si.

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