Capitulo 48

Pasado el medio día nos reunimos Daryl y yo en la entrada como habíamos acordado. Él está revisando algo en el motor cuando llego. Arrojo mi mochila y mi espada en la parte trasera, me detengo a su lado observando lo que hace. Papá hizo lo mismo cuando el carro quedó a mitad de camino a Atlanta, está revisando el aceite.

—Pensé que te vería en casa de Rick —comenta indiferente, manteniéndose concentrado en lo suyo.

—Iba a ir, pero Marcus trajo unas sopas instantáneas a casa —explico. Meto mis manos en mis bolsillos traseros—. Exactamente ¿qué haremos?

—Vas a mostrarme lo mal que conduces —cierra la tapa de golpe, asustándome—. Puedes abrir. Gracias.

Tuvimos una vida plena. Ocupo mi lugar detrás del volante en lo que Eugene nos abre. Daryl me explica las cosas básicas del auto, cómo: dónde están las preventivas, la palanca del parabrisas, las luces.

—Sabes encender un auto, ¿no?

—No soy tan idiota, Daryl.

Giro la llave. Trago saliva al escuchar el motor, presionó el freno y muevo la palanca de de velocidades hasta la D; por lo menos eligió un auto automático y no un estándar. Suelto el freno, al sentir moverse el auto acelero un poco hasta alcanzar una velocidad pasable. Tarareo una canción, la primera que viene a mi cabeza, tengo que calmar mis nervios de algún modo.

La primera y última vez que papá me llevo a conducir un estupido buzón apareció en mi camino, el de la familia Jefferson, un bonito buzón color pálido con unas letras blancas recién pintadas permaneció quieto en la acera mientras yo iba sin control contra él. Desde entonces papá no quizo prestarme el carro hasta que aprendiera la teoría sobre conducir bien.

—Conduces bien —habla rompiendo el silencio de mis nervios—. Relaja las manos un poco, nadie va a quitarte el volante.

—Estos autos son fáciles, enséñame en un estándar —pido. Aparto la mirada del camino un segundo para verle la cara. Asiente despacio—. ¡Si!

Entre más kilómetros avanzamos más confianza tengo en mi misma y mis aptitudes de conductora. Dejo de preocuparme por qué salga un auto de la nada o por una persona; los únicos que salen son los muertos y a esos ya los mataron, así que no hay problema si los arrollo. Al igual que cuando sólo éramos él y yo al escapar de la prision, hablo todo el camino, exprimo mi cerebro en busca de nuevas anécdotas que no le haya contado ya, teorías locas que tuve en prepa y alguna otra pregunta para ver si descubro algo sobre él. A diferencia de antes que le irritaba escuchar mi empalagosa voz chillona, ahora es todo lo contrario, escucha mis historias sin poner cara de "cállate o te golpeo", me ve cada que hablo y a veces hasta sonríe si le parece gracioso; una pequeña sonrisa, un espejismo a veces.

Trato de memorizar cada indicación que Daryl dá. Busco alguna señal para ayudarme a guiarme al volver y leo los letreros con los nombre de las calles. Al llegar al pueblo estaciono el auto afuera de la antes tienda de videojuegos, las calles están vacías salvo por un montón de autos abandonados, más sucios que mi cochambrosa cabeza.

—No te alejes mucho, busca el auto que te guste y nos vamos —salimos del auto al mismo tiempo.

—Quiero buscar algunas cosas para llevar a la comunidad —digo, usando mi mano para cubrirme los ojos del sol—. ¿Y si nos separamos? Busco las cosas y tú me ayudas con el auto. Terminaremos rápido, estaremos de regreso antes de lo previsto.

—Está bien, pero no te alejes mucho, todavía hay muchos caminantes por aquí.

Asiento. Saco mis cosas de atrás. Desde aquel día Daryl nada más anda por ahí con un revólver pequeño y su cuchillo, se siente expuesto sin su ballesta.

—Toma —sacó el arma de la funda en mi pierna y se la ofrezco, frunce el ceño y niega—. Tómala, Dixon, la necesitas más que yo. Tengo otras dos de repuesto por si lo olvidas, además de mi espada, y tú solamente tienes un cuchillo y el revólver de seis balas. Estoy teniendo un estupendo día, por favor no lo arruines con una estupida pelea.

Sin formular nada acepta a regañadientes. Sonrío victoriosa. Voy hacia el primer auto al otro lado de la calle, veo la palanca de velocidades, cierro la puerta decepcionada al ver que no es manual. Daryl revisa los autos, mirándome cada cierto tiempo cerciorándose de mi bienestar. Tomo lo que más útil que encuentro en los autos, desde ropa hasta una navaja suiza en la guantera de un camión viejo; regalo directo para Marcus.

Decido entrar a los locales de la calle en busca de más tesoros. Antes de comenzar a buscar, reviso el lugar rearfimar mis sospechas de ningún caminante dentro o alguna otra amenaza. En lo que era antes una tienda de ropa encuentro muchos accesorios que estoy segura le van a gustar a Ruby; tomo unos brazaletes de pareja para ella y su odioso amigovio, un reloj para Carl, un collar para que se lo regale a su chica ardilla y una pulsera de correa de cuero con una cruz para Marcus. Para mi no vendría mal un reloj nuevo, así no perderé la práctica con esas cosas, siempre se me dificulto saber los minutos en los relojes de palitos; agreguemos unas gafas de sol que estoy segura me harán verme como una perra diva. Ya me visualizo conduciendo un auto con gafas de sol y atropellando cualquier cosa que se ponga enfrente mío.

Daryl con trabajos de baña cada mañana como para darle algun accesorio de estos para usar toda la vida; pero si usa ropa (por obligación. Por si este hombre fuera andaría desnudo por la vida), busco algunas camisas que puedan gustarle. Son muy de su estilo las camisetas de cuadros sin mangas. Unas lindas botas marrón se cruzan en mi camino, las guardo en la vieja mochila que encontre cerca de la ropa interior para caballero.

En cada uno de los locales hago la misma rutina. En algunos llegaron acampar, como dice aquel viejo dicho: la basura de unos es el tesoro de otros; encuentro un maldito walkman junto con algunos casetes, varios libros maltratados, un juguete para Judith, discos, comida enlatada, un botiquín.

—¡Dulces! —vociferó feliz al ver los envoltorios cuadrados. Espero sean de chocolate, amo el chocolate—. Con un demonio —suelto el paquetito al darme cuenta de que son preservativos en lugar de dulces de chocolates. Casi muerdo un preservativo.

De verdad quería que hubieran sido dulces. Podría sólo ignorar haber encontrado esto, dejarlos aquí y seguir con mi búsqueda de tesoros; sin embargo, al ver entrar a Daryl a la tienda me doy cuenta del desperdicio que cometeré si los dejo. Al menos sé en qué sacarles provecho, los meto en el bolsillo de la chaqueta rápido.

—Encontré una manual, necesita unos arreglos y... ¿Qué llevas ahí? —señala la chaqueta con la barbilla.

—Después te lo muestro, Bombón. Por ahora se un caballero y lleva esta mochila al auto en lo que voy a un blockbuster que vi cercas, veré si puedo encontrar El Grinch o alguna película con temática navideña —pongo la mochila en sus manos, le regalo la sonrisa más inocente y palmeó su hombro en agradecimiento.

—Apúrate, ¿quieres? —su voz hace parecer que se la vive malhumorado siempre.

—Dame cinco minutos —salgo disparada en dirección del blockbuster.

Silenciosamente entro a la tienda para no llamar la atención de unos caminantes en la calle. Al igual que Will Smith en Soy Leyenda finjo tener una conversación con personas que no están aquí presentes. Quién iba a pensar que esa sería nuestra realidad tres años después; al menos en la película encontraron una cura.

Algo no me deja tranquila. Un presentimiento, una voz en mi cabeza grita la palabra ALERTA, olvide algo importante al entrar a la tienda. Por instinto llevo mi mano a mi pierna en busca de mi arma, arma que le entregue a Dixon hace unas horas. Escucho el crujir de un cristal, el sonido hace eco aquí; normalizo mi respiración, no debo entrar en pánico.

De forma lenta saco un arma de debajo de mi chaqueta, quito el seguro, permanezco alerta mientras recorro los pasillos. Escucho mis latidos retumbar en mis orejas. El maldito sonido de suspenso se reproduce en mi cabeza conforme avanzo hacia no sé qué. Esto solía hacerlo con alguien cuidando mi espalda, nunca he permanecido sola en un recinto; antes estaba Daryl cerca no había problema, pero ahora estoy a dos calles lejos de él, sola con un posible caminante o asesino dentro de un maldito Blockbuster ¡¡porqué la idota quería ver una película más tarde!!

Bravo, Betty, tienes las mejores ideas.

Seré pendeja, ¿para qué carajos me pongo a buscar de dónde proviene el ruido como si fueran las putas pistas de Blue, y no mejor salgo de aquí de una vez? ¡¡Corre, perra, corre!!

Doy marcha atrás y corro a la salida. Al salir de entre las repisas, algo golpea mis brazos obligándome a soltar el arma, un disparo se me escapa, tan rápido como éso pasa el mismo objeto golpea fuerte mi mandíbula derribándome. Un dolor agudo se acumula en esa área y se extiende por toda mi cabeza, siento un sabor metálico en la boca, miles de puntos negros se apañan en mi vista, no puedo desmayarme ahora.

Tanteo sacar la otra arma cuando quien sea que me haya golpeado me da vuelta e intenta inmovilizarme. Forcejeo e hago de todo para quitármelo de encima. Mi vista se aclara un poco, puedo verle bien el rostro al tipo, es un hombre de aspecto horrible, desagradable, es como ver una versión más vieja de Len, el imbecil del grupo de Joe. Salvo que esté ya tiene bien calva la cabeza.

—¿Adónde ibas, pequeña zorra? —sonríe de una forma que lo hace ver más repulsivo de lo que es.

Le escupo la sangre acumulada en mi boca, atino a darle en el ojo.

—¡Suéltame!

Mi gesto cordial saludo lo enfurece, toma el arma que hace minutos pensaba sacar y presiona el cañón contra mi sien. Detengo mi forcejeo, si buscaba mi atención la tiene. Cualquier persona quedaría quieta al tener un arma en la cabeza, la pregunta es: ¿disparará? Obvio sí, me va a matar como a una maldita rata, y no sólo eso, apuesto a que hará que desee estar muerta.

—Hace tanto tiempo que no veía a una linda mujer... ya he olvidado lo que se siente sentir su compañía —traza la línea de mi mandíbula con el arma—. Hueles bien.

Sentir su cara tan cerca de la mía me provoca arcadas. Vuelvo a retorcerme deseando alejarme lo más posible de este idiota, una de sus manos es suficiente para mantener ambas muñecas contra el piso sobre mi cabeza, sus piernas mantienen quitas las mías.

—Si vas a matarme, hazlo de una vez —hablo entre dientes.

—Pero antes nos divertiremos los dos —habla de lo más alegre, sonriendo falsamente.

Prefiero morirme antes de presenciar lo que este cerdo quiere hacerme. Vuelvo a retorcerme como un gusano para liberarme, él se ríe en mi cara.

Los caminantes de la calle se acumulan en la puerta, rasguñan y golpean el cristal deseando entrar y devorarnos, por primera vez deseo que lo hagan, que entren y me coman. Daryl vendrá, se le hará raro que tarde tanto y vendrá a buscarme; no creo que los muertos tengan mejor oído que él.

Las arcadas vuelven al sentir su boca en mi cuello. Juro por Dios que voy a cortarte el miembro y haré que se lo trague. Tres disparos se oyen del otro lado. Me dan ganas de llorar del alivio. El tipo levanta la cabeza para ver quien se acerca, afloja el agarre en mis muñecas lo suficientes para liberarme.

Daryl se detiene en la puerta, basta un segundo para que procese todo. El sujeto apunta su arma hacia él, actuó antes de pensar, con el puño golpeó su entrepierna, distrayéndolo bastante tiempo. Con su mano libre golpea mi mejilla.

Genial, agreguemos a mi lista de desgracias una bofetada y una casi violacion. Cubro mi cara al ver como el arma cambia de dirección. Mi corazón se detiene al oír el disparo, un zumbido inunda el aire. Lo que debía ser el mejor día de mi vida acabo siendo un fiasco, ¡gracias universo!

La bala impactó en algún lugar lejos de cabeza, pero lo suficientemente cerca para aturdirme. Aturdida, me incorporo para buscar mis armas. Si este tipo no me mato, me matará el dolor de cabeza. Tomo mi tiempo para levantarme del piso y recoger mis armas. Escucho los golpes que Daryl le proporciona al mendigo bastardo cerdo hijo de perra. Estoy tan enojada.

—Oye —pongo una mano sobre su hombro, cuesta mantener los ojos abiertos—, ya basta, déjalo y vámonos. —ignora por completo lo que digo. Sigue golpeándolo, el hombre ya ni siquiera se queja, solo esta ahí inerte bajo la furia del los puños de Dixon.

De un modo u otro debemos irnos antes de que más muertos vengan. Mi segunda arma está a unos metros de ellos, la tomo, dudo de mi capacidad para acertar un disparo ahora; así que pego el arma a su nuca y disparo. Captó su atención, me mira enojado y señala al tipo.

—¿Que mierda hiciste?

—Tenemos que irnos —limitó a responder. Guardo el arma y me dispongo a irme, pero Daryl quiere discutir, sacar el coraje que no logró desquitar con el muerto.

—El bastardo casi abusa de ti ¿y quieres que me quede tranquilo? —ironiza.

—Escucha, ya lo mataste, sólo termine el trabajo. Larguémonos de este puto pueblo fantasma. Además de ti, yo también estoy enojada. ¡Hola, iban abusar de MI! —gesticulo con las mano. Todo, absolutamente todo se junta ahora, tengo tantas emociones que no se si golpear a Dixon o quemar este estupido local—. ¿Sabes qué? Al carajo con él. Al carajo con los muertos. Al carajo con el Grinch. Al carajo con la camioneta. ¡Al carajo con todo!. Quiero irme a casa.

La severa mirada de Daryl se suaviza. Estoy llorando, por una vez desearía enojarme y no terminar llorando. Limpio con rabia las lágrimas en mis mejillas, en otro momento permitiré que salgan; cuando esté solamente yo. Da el primero, es mi señal para salir de aquí, si acaso intenta algo ahora si me voy a quebrar. Camino con largar zancadas hasta el auto, ni siquiera me molesto en mirar si viene detrás de mí porque si viene nada más que dándome espacio. Pateo un contenedor de basura.

Quiero golpear todo, así como los chicos malos en los libros, se enojan y destruyen la habitación donde se encuentran, golpean la pared con el puño. Si me planteo golpear la pared más de una vez, nah, mi mano vale más.

Subo al asiento del copiloto, aviento mis cosas a los asientos traseros. Maldigo a todo aquello que atraviesa mis pensamientos. El camino de vuelta es silencioso, ninguno habla, siento su mirada cada cierto tiempo, finjo no notarlo y me dedico a ver por la ventanilla el paisaje. No puedo creer que gente asquerosa como el tipo del Blockbuster continúe viva mientras que la gente buena como Hershel, Ty, Bob, Noah, Reg, Deanna, Beth, mi papá y una lista interminable de personas más estén muertas.

El mundo se ha vuelto una gran mierda, nunca me cansaré de decirlo.

—Cuando era niño me perdí en el bosque por nueve días —comenta Daryl. Escucharlo contarme algo por voluntad propia es más milagroso que Juan Diego con la Virgen Maria. Tiene la mirada fija en el camino—. Comía bayas y me limpiaba el trasero con roble venenoso.

Hago una mueca desagradable al escuchar lo último. Aún así un pequeño sonrisa ladeada aparece en mi rostro. Espero a que continúe, no quiero interrumpirlo.

—Mi papá estaba de juerga con una camarera, Merle estaba haciendo su parte en el reformatorio; ni se enteraron que no estaba. Logre volver solo, entre a la cocina y me hice un sándwich sin ningún problema, excepto que me picaba el trasero —agrega.

Imaginar a un pequeño Daryl entrar a su casa con cara de maleante, hacerse un sándwich maldiciendo al mundo mientras se rasca el trasero hace que me ría como hace mucho no lo  hacia. Deduzco que esta fue la cosa más graciosa que le ocurrió en toda su vida.

—Es trágico —intentó controlar mis risas—. No es gracioso, para nada.

En mis esfuerzos un sonido de cerdito escapa por mi garganta haciéndome reír más. Las risas de cerdito son las mejores.

—Al menos te reíste. Era el objetivo —sonríe de lado. La sonrisa de Daryl es sin duda lo mejor de este día, descartando el casi abuso, el juego con Carl y el despertar al lado de este hombre cada mañana.

Escucharlo contarme algo tan vergonzo solamente para hacerme reír es tan tierno de su parte. Primera vez que no soy yo la que se ridiculiza para hacerlo reír.

—Gracias —digo al terminar de reír. Beso su mejilla. La sonrisa permanece en su rostro unos minutos más, igualito a una estrella fugaz.

El poco trayecto es más cómodo que al inicio. Posa su mano sobre mi pierna, su pulgar traza líneas sobre mi piel. Masajeo su cabeza, sé lo mucho que le gusta eso, se pone como un gato con hierba, podría decirse que esta es su debilidad.

—¿Has pensado en hacerte un corte de cabello? —cuestionó pasando mis dedos entre sus cabellos.

—No. Me gusta así.

—Apenas se te ven los ojos.

—¿Y?

—Es frustrante, ¡te quedarás bisco! Por lo tanto tendré que cambiar tu apodo de Bombón a Bizcocho. Anda, solo un pequeño corte, las puntas nada más.

—Aléjate de mi cabello —levanta las cejas.

—Algún día —entre cierro los ojos. Antes de escucharlo pedir que siga masajeando su cabeza lo hago.

El viaje se hace más llevadero al comer las ricas galletas de Carol y escuchar uno de los discos que encontré. Cierta canción dice I love Rock 'N Roll, buena canción, imposible no hacerte mover de menos la pierna. Daryl sigue el ritmo dando golpes al volante.

Como deseo la vieja cámara para tomar una foto de este momento y recordarlo para siempre.

—Everybody wants to rule the world —canto, moviendo los hombros en un intento de paso de baile.

—Esta es la Betty que conozco —lo escucho murmurar.

Muerdo mi labio. Hago caso omiso la música ochentera es buena, Madonna es una maldita reina. Al llegar a la comunidad tomo los obsequios y los repartos a sus dueños, lo demás se lo entregó a Olivia.

Voy a casa a darme una larga ducha. Al acabar tomo el walkman y los casetes, ocupo un espacio en los peldaños del patio trasero en donde Cerbero duerme a sus anchas. Su barriga se mueve despacio dando la única señal de vida de éste perro. Al oírme se levanta moviendo la cola; recuerdo las circunstancias en que lo encontré en el bosque.

—¿Quién es mi perro hermoso? ¡Tú! Si, tú lo eres, precioso —le hablo como si fuera un bebé. Me salta encima y lame toda mi cara.

Salto la cena en casa de Rick. Decido quedarme aquí afuera a disfrutar del aire fresco en compañía de mi amigo fiel. Espero a Daryl y Marcus; éste último sigue de paso a su habitación seguida por el perro, Daryl es quien se acerca al verme sentada afuera, es difícil compartir los auriculares del walkman, pero lo intento. El silencio es cómodo, es la ventaja con Daryl, las palabras sobran, nada más debemos estar así uno al lado del otro. Una pregunta ronda en mi cabeza, quiero hacerla pero temo asustarlo.

¿Qué puede salir mal?

—¿Daryl? —casi murmuro, esperanzada a que no me haya escuchado. Juega con sus dedos, tiene la mirada perdida en un punto más allá del matorral, al escuchar su nombre gira la cabeza mirándome fijamente a los ojos. Ya me puse nerviosa.

—¿Qué? —pregunta al ver que no muevo la boca.

Soy yo quien mira al frente antes de preguntar dudosa:

—¿Y si lo intentamos?

Mantengo la vista fija, si se levanta y se va lo entenderé completamente. Lo escucho suspirar largo. Pasa más de un minuto y me reprendo mentalmente por ser tan estupida y arruinar el momento, de verdad que me odio ahora mismo.

—De acuerdo —habla al fin. Mi corazón bombea rápido, lo siento en la garganta; acaba de decir un sí—. ¿Qué podemos perder?

Mucho, quiero decir. Podemos perderlo todo, pero ya no importa, ya perdimos todo ¿qué cuesta agregarle a la lista un corazón roto? Nada. Hemos sufrido cosas peores.

Capítulo dedicado a:
KimReader3468 Me encanta ver tus comentarios en mi buzón💜.

¿Que buscaban? 😂😂😂

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top