Capitulo 41
En casa de Deanna se encuentra la mayoría de los adultos de la comunidad. Daryl y yo permanecemos al fondo.
Ruby e Isaac están en uno de los sillones murmurándose cosas. Traicion más grande que está no puede existir; mi mejor amiga no me tuvo la confianza para decirme que está sintiendo bajas pasiones por el Beeckman ¡y yo le contaba hasta el más mínimo sentimiento ir tengo por el Dixon!
Isaac es el primero en mirarnos, hace una seña a Ruby quien voltea y yo aparto la mirada. Habla sobre una gran horda de caminantes no muy lejos de la comunidad, la hora está contenida por unos camiones que les bloquean el camino y según él, esa es la razón por la que la comunidad a sobrevivido tanto tiempo. Propone un plan para alejarlos de la zona... un plan muy arriesgado para mi gusto. Puede que sea mejor que a esperar a que esos camiones colapsen y los caminantes vengan por nosotros.
Un chico afroamericano con rastas y anteojos toma la palabra.
—Vi ése lugar. Estaba con mi grupo, fue una de las primeras salidas para explorar la zona. Había un campamento ahí abajo —explica—. Debieron haber bloqueado la salida con esos camiones cuando las cosas se pusieron feas. Eran errantes cuando los vimos; había una docena o más.
—¿Y nadie volvió a ir? —cuestiona Maggie.
—¿Para qué? Los pueblos con víveres estaban en la otra dirección, y no me atraía ser un picnic en el campamento canibal así que... —responde.
—Y los caminantes fueron atraídos por el ruido, y cuanto más ruido más llegaban —comenta Michonne.
El chico con rastas tiene razón, ¿quien iba a preocuparse por una docena de caminantes cuando la comida y el agua estaban en la otra dirección? Nadie. Bueno quizá Rick sí.
—Y ahora aquí estamos. Esa es mi propuesta. Sé que suena riesgoso pero hay caminantes que ya lograron salir. Uno de los camiones los retiene ahí y está apunto de caer... puede que con la próxima tormenta, esa salida los llevara hacia el este a todos. Hasta aquí —Rick mira a todos y cada uno de los presentes. Su característica pose hace acto de presencia—. Y créanme que no hay un tal vez, sucederá y es inevitable. Por eso hay que hacerlo pronto.
Es notoria la ausencia de Deanna. Ella está de pie mirando por una de las ventanas dándonos la espalda, ajena a la conversación. Miro de forma rápida a mi amiga, mueve su pierna rápido señal clara de que está nerviosa.
—Esto es... no se me ocurre otra palabra más que aterrador. Da miedo, pero no veo que allá otra opción —dice Carol.
—Pues tal vez si hay. —anuncia un asustado Carter. El hombre fue una vez a la enfermería por un corte que se hizo en el brazo al arreglar unos desperfectos de su casa, habló con Pete poco y ahí fue donde supe su nombre—. Bueno, podemos reforzar los puntos débiles. Yo puedo hacer los planos, trabajé en los muros con Reg en la construcción podemos reforzar las salidas.
¡Dios ilumínalo pero no lo incandiles!
La cara de Abraham al escucharlo me hace reír, rueda los ojos y se sostiene el puente de la nariz mientras menea la cabeza negando.
—Aunque así fuera el ruido de los caminantes atrae a más y más cada día, reforzar las salidas no servirá de nada —opone Rick.
—Haremos lo que dice Rick; el plan que sugirio —sentencia Deanna.
Si nos prestaba atención después de todo. Este plan tiene un pequeño detalle que no termina de cuadrarme... dos en realidad. Uno de ellos es que no puedo ir, debo quedarme por si alguien necesita atención médica y la otra...
—Como ya les dije Daryl los guiará en su moto.
Esa es la otra. Aprieto los labios para contener la objeción sobre los pequeños detalles, digamos que la idea de que Daryl vaya a la cabeza de una horda de caminantes en su moto con mil posibilidades de que algo salga mal no me hes muy grata. Él nota mi disgusto.
—y yo —se ofrece Sasha.
¡Súper! Mi tía se suma a la fisesta.
—Iré a su lado en un auto. Solo no podrá. Yo haré que me sigan y él evitará que se dispersen —agrega.
—Entonces iré —digo decidida.
—Betty, acordamos que tú te quedarás en la comunidad.
—¿De verdad piensas que voy a estar tranquila, de lo más normal, si Daryl y Sasha van delante de una horda de caminantes? Obvio no. Voy a ir.
—Si tú vas, yo voy —Ruby habla decidida.
—Tú te quedas —ordeno.
Esta bien pendeja si cree que la voy a dejar ir.
—Betty... por favor —pide Rick. Me lanza una mirada que dice: no me compliques las cosas.
—Yo iré con ella. —dice esta vez el Sargento zanahoria.
Terminator ira, me quedó más tranquila. Rick nombra a las personas que no irán, Rosita y Spencer entre ellos, yo incluida y por obvia razones también Ruby.
—Debes quedarte para cuidar de Carl y Judith —Apenas logro escuchar sus murmullos.
—¿Y quien te cuida a ti? —objeto.
Al solicitar más personas solamente hubo algunos valientes que aceptaron la tarea. El párroco se ofrece, Rick rechaza su ayuda. Carter insiste en su idea de qué hay otras maneras, Grimes aclara sus dudas; sin embargo, Carter está decidido a dejar a Rick como el malo, no confía en él.
—¿y qué? ¿Se supone que debemos de confiar en ti? ¿Se supone que debemos ponernos a tu disposición, cuando tú...?
Oh, oh. La habitación se sume en un silencio sepulcral, las miradas se todos van de Rick a Carter y viceversa. Sabemos la otra cosa que iba a decir: cuando mataste a Pete.
—¿Cuando yo qué? —encara a Carter. Si ladea su cabeza esta mierda se va a salir de control.
—Cuando te volviste loco, apuntando con tu arma a todo el mundo. Cuando le disparaste a un hombre en el rostro. Cuando...
—¡Basta! —grita Deanna.
Poco a poco salen más voluntarios. Todos dispuestos a defender el lugar donde viven. Ya que todos tienen el plan bien claro, la reunión concluye, Rick se queda con algunas personas para terminar detalles mientras los demás volvemos a lo nuestro. Evito cualquier encuentro con Ruby, la veo ir hacia la casa con Isaac, así que busco otro lugar de paz.
Cerca del lago hay un árbol con una sombra enorme, ahí es a donde me dirijo. Cerbero llega corriendo para seguir a su dueña, acaricio un poco su cabeza. Pensar que el quería matarme con haberlo salvado, que loco.
El lugar esta solo, disponible para mí. Apoyo la espalda en el tronco y extiendo las piernas. Cerbero aprovecha, bebe toda el agua que puede para luego echarse a un lado mío. Pienso en los pros y contras de quedarme, en las posibilidades que Daryl tiene para que algo salga mal; mi mente se imagina lo peor, tanto así que llego a creérmela, y ahora más que nunca quiero ir a desviar la horda con él.
Me percato de su ausencia. Debió ir a revisar su motocicleta al terminar la reunión o debe estar vagando o haciendo flechas, de todo excepto estar aquí conmigo. Posiblemente esté pensando que necesito tiempo a solas (cosa que si) pero prefiero estar hostigandolo que estar aquí pensando la peor muerte que puede sucederle. Cansada y con un hambre de los mil diablos, dejo de lado mi lugar de paz para ir a ver a casa de Maggie y Glenn si necesitan ayuda con la comida... o de preferencia si ya está lista.
La encuentro en la cocina picando algunos vegetales.
—¿Necesitas ayuda?
—¿Puedes ayudarme a poner la mesa? Ya casi termino esto —señala los vegetales con el cuchillo.
—Por su puesto —agarro platos, vasos y los cubiertos necesarios.
Desde la cocina Maggie dice:
—Note en la asamblea que el plan te disgusto.
—Un poco, si. Quiero ir con Daryl, el que vaya a la cabeza de una horda no me gusta en lo absoluto —argumento.
—Sasha y Abraham estarán a su lado. Verás que todo saldrá bien —asegura. Trae un bol de ensalada—. A propósito, ¿como van las cosas con Daryl?
La sola mención de su nombre me arranca una sonrisa. Maggie sonríe complacida, ese gesto fue suficiente para ella. Ella fue unas de las primeras a las que le confesé lo que el arquero me hace sentir; afirmó ya saberlo desde hace mucho, era obvio. Le conté sobre lo ocurrido horas atrás en mi patio trasero, necesitaba decirle a alguien y Ruby era mi confidente, pero por motivos claros no puedo contarle nada.
—Conozco a Daryl desde la granja de mi padre, si algo te puedo asegurar es que le gustas. Tiene un problema con expresar lo que siente, dale tiempo —aconseja dándome un empujón amistoso con su hombro.
—No sabes lo nervios que me dan cada que lo veo —digo volviendo a sonreír como idiota.
—Me lo imagino. La comida está lista, ¿puedes llamar a los otros, por favor? —asiento.
Recorro la comunidad en busca de mi grupo, les aviso que comeremos en casa de Maggie y Glenn. Imploro a Carl que le lleve el recado a Ruby por mi. Acepta a regañadientes el comisario.
Ya estando todos juntos, degustamos la rica comida que Maggie ha preparado. Sonríe feliz por nuestras felicitaciones. Rick aprovecha el que estemos reunidos para decirnos los últimos arreglos del plan: pondremos un muro en un punto donde se conectan dos carreteras para que los caminantes no se desvíen, Carter hará el plano. Luego del pequeño corte informativo comienzo una charla sobre anécdotas vergonzosas a la cual todos están dispuestos a contribuir.
Dejarme en ridiculo yo misma vale la pena si hago sonreír a los que quiero. Hablo sobre el día en que aprendí andar en bicicleta, una vecina estaba enseñándome en su bici, ocurrió lo normal que e caerme una tras o otra vez; lo que sí no es normal es irse por un cuesta bajo y chocar con los botes de basura de un anciano cascarrabias. Olí a basura tres largo días. Abraham coopera a la causa y cuenta una anécdota de un viejo grupo que tenia con Rosita y Eugene. Rick como todo buen padre que se respeta, avergüenza a Carl. Maggie cuenta una anécdota de su loca adolescencia y Glenn nos narra como conocía a la mayor de las Green.
Así estamos hasta que lleg la hora de irnos. Ruby se queda para ayudar a Maggie a limpiar. Subimos las cosas necesarias a los autos, voy por mis armas y mi mochila antes de partir.
Rick asigna el trabajo de cada uno. Deanna está acá; aún no le he dado mis condolencias por la pérdida de su esposo y la de su hijo.
Todos trabajamos. Hacemos todo lo más rápido posible para que la horda ya sea desviada y ya poder vivir tranquilos. La señora Miller junto a Carol y Tara reparten agua. Mi lavor consiste en llenar carretillas de tierra para que Daryl se las lleve. A veces cambios y yo soy la que lleva las carretillas.
—Creí que te quedarías en la comunidad. —deja la carretilla. Limpia su frente con su paño rojo.
—¿Y dejarte la diversión para ti solo? —hago un ruidoso burlón.
Veo que un pequeño grupo de caminantes se acerca. Rick da aviso a Carter y a los muchachos que están cerca de él para que se estén alertas y les aconseja usar las palas como armas.
Su intención es buena, quiere enseñarles a defenderse, pero dándoles una pala no lo logrará; a ellos hay que instruirlos de la misma forma que a un niño. Carter está aterrado e implora que le ayudemos.
—Betty, deja que ellos se defiendan solos. —dice Rick al verme acercarme a ellos.
—Eso hago —replico. Desenfundo mi espada. Daryl, Morgan, Michonne y Rosita están listos por si algo sale mal. De un solo golpe le cortó la cabeza al caminante que está más cerca, luego le clavó la hoja en la cabeza para terminar el trabajo—. Carter, toma. Inténtalo tú.
—N-n-no puedo —tartamudea.
—¡Agarra la espada! —ordeno. Con manos temblorosas la sujeta. Los caminantes se cercan más y el sigue como perrito desorientado—. Sujétala firmemente. Solo tienes que atravesarle el cráneo, es sencillo. Te recomiendo primero lo rebanes a la mitad, igual que a una hogaza de pan. Y los otros, preparen bien esos machetes y palas.
Carter duda. Esta petrificado mirando como el maldito caminantes se acerca a comérselo.
—Tu puedes, Carter. Un solo golpe —sacó mi cuchillo por si es necesario.
Carter grita como si fuese un guerrero espartano, armándose de valor parte por la mitad al caminante, dividiendo su cuerpo en extremo inferior y superior.
—Ve por el otro. Tú, el de la pala, atraviésale la cabeza —hablo rápido.
Carter va por su segundo. Daryl acaba con un caminante cercano. El chico de la pala observa al caminante en el suelo y de la misma forma que Carter grita antes de clavarle la pala en la cabeza. Le ayudo con otro caminante. El chico repite su acción y para cuando terminan están tan eufóricos que no se creen lo que acaban de hacer.
—Lo hicimos —anuncia mirando sus manos manchadas de sangre putrefacta.
—Te lo dije —sonrío orgullosa, palmeó su hombro. Extiendo la mano para que me entregue mi espada, lo hace; las manos le tiemblas—. Te irás acostumbrando. La próxima usa un machete o un cuchillo.
—Vuelvan al trabajo —anuncia Rick.
Michonne y Rosita me sonríen, devuelvo el gesto. Rick posa su mano en mi hombro un instante al pasar por su lado, señal de agradecimiento.
Daryl viene atrás de mi para seguir llevando carretilladas de tierra.
—Bien hecho —llega a mi lado.
—Gracias, Bombón.
Tomo la pala. En el transcurso de la tarde Deanna anuncia que todos deberemos de portar armas de ahora en adelante dentro de la comunidad; da un discurso sobre lo importante de aprender a disparar y defenderse tanto de los muertos como de los vivos. Más de alguno se acerca para pedirme que le enseñe a disparar, acepto gustosa por poder enseñarles lo mismo que mi hermano me enseñó.
Horas antes del atardecer terminamos por fin el muro. Rick avisa que mañana a primera hora empezaran todo. Volvemos a la comunidad hambrientos y cansados, sólo unas deliciosas barras de chocolate, de esas que Olivia guarda en el congelador, lograrían subirme las energías. ¿Notará que le faltan tres cuartos de chocolate?
Bajo las escaleras yendo hasta la armería, es ahí donde esta mi objetivo. Miro sobre mi hombro al sentir a alguien venir detrás de mi.
Eugene camina a mi lado siguiendo mis pasos. Apresuro la marcha e intento perderle pero viene detrás de mi.
—Porter, ¿que haces?
—No estoy siguiéndote si es lo que piensas. Vengo a buscar un aperitivo, ya que tengo hambre hace más de media hora —se explica.
También va a la comida. Hagamos un atraco.
—Te propongo algo, Eugene —sonrío de lado—. Yo vigilo que Olivia no venga mientras tú, doctor, tomas dos cuartos de chocolate y todo lo que quieras.
—¿Por qué robaria chocolate para ti? Es algo tonto que trates de convencerme como a un niño pequeño, no soy un niño, Betty —habla monótono, y su monótona expresión no cambia.
—Robaras chocolate para mi o le digo a Carl quien fue el que rompió "accidentalmente" uno de sus cómics que le prestó Enid.
—Si lo que buscas es chantajearme, da por hecho que acabas de hacerlo. Vigila bien —entra a la casa.
Amo chantajear a las personas. Vigilo ambos lados de la calle por si aparece Olivia, ella debía encargarse de preparar la comida y no dudo que venga por algo que le haga falta. Pego un brinco al escuchar un frasco rompiéndose.
—Eugene —susurro.
Se supone que es entrada por salida. Una tarea, solo tenia una tarea. Ni para robar sirve, su especialidad son las mentiras. La idea de qué tal vez Olivia está adentro y descubrió a Eugene alberga mi cabeza, estamos jodidos.
Olivia no está; mejor dicho, si lo está, con Tobin, Francine, Spencer y Carter. Este último apunta un arma hacia Eugene decidido a matarlo. Porter está en el suelo entre el anaquel y el gatillo del arma.
¡Ah, eso si que no!
—Piénsalo mejor, Carter —extraigo una de las armas bajo mi chaqueta, apunto a su cabeza al tiempo que el cambia de objetivo. Retiro el seguro, sujeto mejor el arma. A diferencia de él a mi las manos no me tiemblan para matar.
—¿Escuchaste? —pregunta alarmado.
Un error por su parte. Puedo usar eso en su contra. Sonrío perversa, levanto la ceja un instante en un gesto irónico.
—Carter, no lo hagas —suplica Olivia.
—Ambos escucharon. No tiene que haber testigos —le dice.
No tengo ni puta idea de lo que estaban hablando. Trato de adivinar el por qué de su enojo y la reunión secreta.
—Exactamente dime ¿por qué desconfías de Rick?
Doy justo en el clavo. Sus ojos desbordan odio.
—Está adueñándose de todo. Pone en peligro nuestras vidas, a matado a los nuestros. Esta loco y es peligroso.
—¿Querer enseñarte a defender tu maldito trasero es poner en peligro tu vida? ¿Defender a una mujer que es golpeada por la bestia que tiene por esposo es estar loco y ser peligroso? ¡¿Ah?! —espeto.
—Mato a Pete.
—¡Porqué el iba a matarlo! Entro a nuestra casa y robo la espada de Michonne, luego fue a buscarlo para matarlo y alguien más pagó las consecuencias por querer pararlo. Y el loco es Rick. Date cuenta que lo único que Rick desea es prepararlos para defenderse allá afuera, Deanna los deja traer armas para que aprendan a usarlas; no para que nos matemos entre nosotros.
—Carter, ya baja esa arma —suplica Olivia.
—Él lo único que ha atraído es destrucción. Es el diablo mismo.
—Y ahora eres religioso, ¿no? —río falsamente—. Debes ser demasiado idiota para creerte toda esa mierda que dice Gabriel. ¿Él no les contó que Rick y nosotros lo encontramos llorando e implorando salvación cuando unos caminantes intentaron comerlo y que fue el mismo Rick que le salvó el pellejo? No, eso no lo dijo. Sin él, Gabriel estaría muerto. Al igual que lo van a estar ustedes si siguen a pendejos como éste —digo esto último a los otros.
El arma se Carter queda quieta, apuntando al lugar entre mi torso. Concentro todo en mi objetivo de la forma que me enseñó Drew, ambos ojos abiertos, manos firmes y todos mis sentidos alertas. Si él dispara, juro por Dios le atravesaré el pecho con una bala. Mi última hazaña heroica.
Carter parece decidido. Y yo tengo adrenalina corriendo por mis venas. La puerta detrás suyo se abre abruptamente, Rick, Morgan y Daryl observan el espectáculo. El rostro de Daryl se transforma.
—Baja la maldita arma —demanda molesto.
Carter hace caso omiso, continúa apuntándome.
—¿Qué pasa aquí? —exige saber Rick acercándose a los presentes.
—¡Que bueno que llegas, Rick! Aquí Carter tiene algo decirte —hablo sin quitar la mirada de Carter.
—Voy a recuperar lo nuestro —sisea Carter.
—¿De eso hablaban aquí? —pregunta Rick de nuevo.
—De eso hablaba él —responde Tobin.
—Mira yo hubiera vigilado la puerta, hubiera sido lo más conveniente —hace una observación—. Sabes que alguien podría...
Aprovecha el momento para someter a Carter, en un solo movimiento lo desarma. Tengo que aprender esa técnica. Guardo mi arma, ayudo a Eugene a levantarse.
—Ya no eres tan valiente ahora, ¿cierto? —me burlo de él.
Voy hacia el congelador a tomar mis bellos chocolates que bien merecidos tengo. El azúcar se me bajo del susto. Creo que de verdad iba a dispararme.
—¿En serio crees que no puedes quitar esta comunidad? ¿A Glenn, a Daryl, Michonne? ¡¿A mi?! —cuestiona.
—Fui yo. Fui yo —susurra—. Mátame a mi, sólo a mi.
La mirada enloquecida brilla en Rick. Me alarmo al ver ir pega más el arma a la cabeza de Carter; tiene fama de matar a las personas sin razón, muchos lo creen loco. Le grito con la mirada a Daryl que haga algo, una muerte más y estoy segura que exiliarán a Rick esta vez.
—¿Rick?
Su rostro vuelve a la normalidad.
—Estoy bien. Estoy bien —gira el arma en su mano para luego entregársela a Daryl.
Menos mal que sabe controlar su demonio interno. Propone algo que deja asombrado a Carter.
—Puedes cooperar con nosotros. Intentar sobrevivir. ¿Lo vas hacer?
Acepta. Al ver que mi presencia no es requerida más en la armeria, salgo por la puerta que Rick entro, voy a mi casa a darme de golpes contra la pared y a rezarle a todo los santos que salga bien todo mañana para que Daryl vuela en una pieza.
Los nervios carcomen mi cuerpo. Son altas horas de la noche, mi cerebro sugiere ir a buscar a Daryl y hablar antes de irse por la mañana. Uso la razón, permanezco donde estoy; de mi cama no me muevo hasta que el sol salga. Cerbero que duerme plácidamente en el piso de mi cuarto se despierta, va a la puerta y empieza a rasguñarla para que se la abra. Lo regaño por no ir a cagar cuando lo saque, maldito perro piensa que tengo su tiempo.
Abro de mala gana la puerta. Retrocedo asustada al ver su silueta parado ahí sin moverse con una mano alzada a mitad de camino de la puerta. Cerbero va hacia él, ruega por sus caricias y Daryl lo complace acariciando su cabeza.
—Buen perro —le dice. Cerbero mena la cola feliz.
—¿Necesitas algo?
Sus ojos se concentran en los míos. Su mandíbula se aprieta.
—¿Quieres quedarte un rato?
Por favor di que sí.
—Ok.
Abro más la puerta dándole pase libre. Cerbero va tras él por más caricias, ese perro es tan facilote. Cierro la puerta.
Toma asiento a los pies de la cama, observa a su alrededor pero no a mi. La vez que desee una fuente jamás llegó, pensé en ir hablar con Daryl y el vino a mi; maldito mundo loco. Me apoyo en la puerta, observando como inspecciona mi cuarto en penumbras. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la maldita montaña.
En este caso él es Mahoma y yo la montaña.
No lo entiendo, entro a mi casa de la misma forma que un asesino ¿sólo para quedarse sentado en mi cama?
—Prométeme que vas a cuidarte allá afuera. Que vas a volver en una pieza, Daryl.
Imagine mil escenarios en lo que puede pasarle algo: el peor de ellos es que la moto falle y la enorme horda lo devora.
—Promételo, Dixon —mi voz delata la desesperación en mi voz—. No quiero que vayas solo. Déjame ir contigo.
—No. Te he dicho que te vas a quedar aquí, te necesitan, eres la doctora ahora. ¿Cual es tu necedad en ir? Entiende.
—¡Por qué me importas, con un demonio! Te conozco desde hace meses, y no sé tú, pero a mi si me importas... y mucho. He estado pensando todo el puto día en lo peor que podría pasar, no quiero que ocurran. Así que, por favor prométeme que vas a hacer hasta lo imposible por volver en una pieza. —Daryl esta de pie ante mi. Mis ojos se cristalizan a causa de las lágrimas, el miedo a perderlo es inmenso. Más de lo que creí—. Maldición sólo dilo, aunque sea mentira.
Empuño mis manos sobre su camisa, esperando retenerlo. Daryl me acerca a su cuerpo, me estrecha entre sus brazos ahuyentando un poco mi miedo. Rodeo su cintura y lo abrazo fuerte. Vuelvo a ser esa niñita miedosa.
Escondo mi rostro en el hueco de su cuello. Inhalo su aroma, quizá sea la última vez que lo tenga así de cerca. Acaricia mi cabello despacio, intentando reconfortarme.
—Lo prometo —dice al fin.
Está dicho. Acaba de prometerlo, una promesa nunca se rompe, es un juramento sagrado. Si rompemos nuestra promesa se va consigo una parte de nosotros.
—¿Te quedarías esta noche conmigo?
—Si —susurra.
Voy a la cama a ocupar mi lado. Escucho como se desviste para dormir cómodo en lo que yo me meto bajo las sabanas. Se queda vestido sólo con sus calzoncillos. Imita mi acción y se mete bajo las sabanas. Pasa un brazo bajo mi cuello, me acerca a él y me besa en la frente.
—Intenta dormir, Betty.
Su cercanía, y su voz logran relajarme y, abrazados, siento que por fin puedo dormir.
Dos capítulos en una semana, rompí mi propio récord.
También noté que el capítulo con más comentarios, casualmente, es el que tiene +18, irónico ¿no?
¡¡Pecadoras!!
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