Capítulo 34

Estoy que echo humo por las orejas. Es de noche, las calles no tienen iluminación más que la luz de la luna, y aún así estoy segura que puede ver claramente la cólera en mi rostro.

-Aleja tus manos de mi -demando molesta, retiro su mano de un manotazo.

-Vamos, Betty -ruega. Aún continúa sonriendo el descarado éste-. Éso quedo atrás, lo que pasó...

-Ni siquiera te atrevas a mencionarlo. ¡Tu padre es el causante de las desgracias en mi familia, Beeckman!

-Sabes que no es cierto -se atreve a corregirme-, tu madre fue la causante. Deja de culpar a mi padre o a mi por algo que tu madre hizo.

Quisiera darle una bofetada. Bien merecida la tiene, pero es cierto, mi madre fue la causante de todo y todavía sigo culpándolos; sin embargo, no olvido el dolor que sintió mi papá, las noches que lo escuchaba llorar y odiarse a si mismo. Andrew jamás se enteró de lo que pasó con mamá y el ciegamente creía que sus constantes viajes a Atlanta eran para visitar a mi abuela. Ni papá ni yo quisimos decirla la verdad pues el adoraba a mamá, la veía como su reina, la quería incluso más que a él; Andrew se amaba demasiado a si mismo.

¿Cómo es que alguien deja a su familia por dinero? Literalmente papá le daba todo.

Ahora que lo pienso, el motivo por el que viajamos desde la otra punta del país para llegar a Atlanta fue ella. Mi papá pensó que ni todo el dinero que el bastardo de Beeckman tenía alcanzaría para mantener a salvo a la mujer que alguna vez llame mamá. Si Isaac está vivo, tal vez ella también; posiblemente este aquí en Alexandria.

-¿Dónde está ella? -inquiero. La sonrisa de Isaac se desvanece poco a poco, deja escapar un suspiro, sin que haya alcanzó a distinguir que sus ojos se cristalizaron-. Isaac, contéstame. Dime ¿dónde está mi mamá?

-Betty yo... -la voz se le quiebra. Lo sabía. Sabía que era demasiado bueno para ser verdad-. Lo lamento mucho.

-El egoísmo de tu padre no pudo mantenerla viva, ¿ah? -siseo-. No tienes idea de las ganas que tengo que romperte la cara ahorita mismo.

-Entiendo que estés enojada -argumenta.

-No sólo estoy enojada.

-Ella era una gran mujer -habla.

-Yo se como era mi madre. No necesito que me lo digas -digo con la mandíbula apretada. Siento que explotar del enojo. También quiero llorar mas no lo haré frente a éste inepto-. Que te quede claro que te quiero lejos de mi, de cualquiera de mi grupo y en especial de los niños.

-Oye, los errores que cometieron nuestros padres no nos incluyen a nosotros. ¿Al menos podemos ser amigos?

-Pides mucho. Quítate de mi camino -paso por su lado.

Quiero ir a un lugar al que pueda estar sola y lejos de él. Mi mamá murió, ¿de qué forma? No importa pero lo hizo, gracias a que no supieron protegerla.

-¿No quieres saber que fue lo que paso luego de que empezó la epidemia?

-Ya lo sé y lo estoy viviendo: el mundo se fue al carajo -lo miro sobre mi hombro.

-¡Ella hubiera vivido! -argumenta. Detengo mi caminar al escucharlo, mito un poco sobre mi hombro esperando a que continúe-. Estaría aquí de no ser tan obstinada. Papá estaba muriendo y ella no quiso irse de su lado en ningún momento. Le rogué viniera conmigo, que ya no podíamos hacer nada por él; Nahia no me escucho cuando le dije que los muertos estaban cerca.

-No sigas -susurro. Mi voz era apagada, apenas audible.

-Los rodearon y devoraron. -continúa, ignorando mi súplica de que pare-. Nahia luchó todo lo que pudo, me quedé petrificado y aterrado al ver como los muertos se lanzaban sobre ella y...

-¡Dije que te callaras! -bramo, la garganta me duele por la intensidad con la que grité. Inconscientemente también le lance el libro, golpeándolo en el brazo.

Puedo imaginarme la escena. Mamá aferrada a la idea de que Víctor se pondría bien aunque ya haya visto a miles de personas morir por una mordedura. El que diga que es obstinada es poco, la palabra correrá es tirana.

Isaac levanta el libro, me lo alcanza y lo tomo de mala gana. Le propinó otro golpe en el brazo.

-Mi intención no era que te pusieras así, yo...

-¡Cállate! Por una vez en tu vida ¡cierra la maldita boca! -espeto. Estoy a segundos de colapsar.

Adiós a mi plan de llegar a la casa de Deanna para cenar. Adiós a todo. Puta de una buena vez mejor me muero. Lo peor es que ya lo presentía, no en vano he soñado estas últimas semanas con toda mi familia muerta. Ya es un hecho que me he quedado sin padres, pero, ¿Andrew? ¿seguirá en San Francisco? ¿aún vive?

Otra parte de mi se está oscureciendo. Si continuó perdiendo a las personas que amo me volveré alguien insensible y sin sentimientos. Isaac estira la mano para tomar mi hombro, me alejo como si su tacto quemara.

No debo quebrarme frente a él. Nadie debe ver débil.

-Aléjate de ella -demanda una voz ronca y varonil a mis espaldas-. Ni pienses en ponerle otra mano encima.

Es por demás darme la vuelta, ya se de quien se trata. Él, de algún modo, siempre está allí en el momento preciso para rescatarme; comienzo a pensar que estamos conectados psíquicamente y mi cerebro lo alerta de situaciones como ésta.

-Hombre, solamente estoy hablando con mi hermana -Isaac levanta las manos en son de paz.

-No somos hermanos -aclaro con severidad.

-¿Estas bien? -la pregunta va dirigida para mi, sus ojos no se apartan de Beeckman. Respondo a su pregunta con un débil "Si". Conozco a Daryl desde hace unos meses, sé que es capaz de soltar esa flecha si le digo un no o tan sólo escucha algo extraño en mi voz. Aparenta ser un tipo duro e inquebrantable, pero tiene su corazoncito de pollo y las personas a su alrededor le importan mucho-. Si te veo cerca de ella otra vez, te mato.

Coloco mi mano sobre su brazo para que baje la ballesta. Se resiste. Hasta que me pongo enfrente suyo y le suplico con una mirada que lo haga es cuando cede. Por la cabeza le pasarán mis cosas del porqué esta discusión con Isaac; sin embargo apuesto que ninguna es la correcta, sé de sobra que ha de imaginar que a lo mejor intento obligarme a algo, es algún conocido. Bombón, si supieras.

En lugar de dirigirme a casa me voy directo al lago hecha una bola de sentimientos encontrados. Daryl permanece ahí unos segundos más con Isaac. Estoy lo suficientemente lejos como para oír su plática; pero deduzco que ha de estar siguiendo con sus amenazas.

Llego a pensar que vendrá detrás de mí para alcanzarme, darme un consuelo que inconscientemente necesito. Mi burbuja explota al darme cuenta de qué me estoy tratando con Daryl Dixon: él jamás va detrás de una persona. Sabe cuando necesitan su espacio, o creé saberlo, porqué justo ahora lo único que quiero es un abrazo. El cual nunca seré capaz de pedir, por ende en la vida voy a recibirlo.

Así que permanezco sola el resto de la noche. Solamente yo y mis millones de pensamientos, los cuales nada más me destruyen por dentro más de lo que ya lo estoy. Máximo dormí una hora o dos horas; decir tres es demasiado, cuando mis demonios siempre me atormentan en la noche la tarea de dormir se me complica más cada vez. Las ojeras comienzan hacerse cada vez más notorias.

Pase la noche en una de las incómodas bancas cerca de la laguna. El libro sirvió como almohada. Con suerte nadie de mi grupo notó mi ausencia en la cena; Ruby tal vez si. En los momentos que de verdad quieres estar solo tienes a tus amigos allí; y cuando más cerca quieres que estén es cuando creen que quieres estar solo, ¿irónico, no?

El libro fue entregado de nuevo a las reñidas de la casa de los Monroe. Deanna no pasó por alto mi estado y fui sometida a un exasperante interrogatorio que hubiera sido más largo de no ser por sus hijos que bajaron a desayunar. Aproveche el momento para zafarme e irme de regreso a la casa. Luego de una muy necesaria ducha de agua fría para no dormirme en mi primer día como enfermera, decidí optar por desayuno un poco de puré de manzana. Todos en la casa fueron a cubrir sus trabajos, lo cual fue bueno ya que me ahorre otro posible interrogatorio. Según tengo entendido, Ruby, Glenn, Tara y Noah irían con Aiden y Nicholas para ver si se quedaban en lo de salir a recolectar.

Es increíble como en tan poco tiempo mi amiga ya está adaptándose a éste lugar. Volveremos a lo de antes, donde cada cierto tiempo la veía a causa de que estaba ocupada todo el tiempo. Nos veíamos poco pero nunca cambio nuestra amistad. Carl lleva a Judith a pasear en carriola en la mañana; hoy comienza su primer día de "clases" en la tarde junto con sus nuevos amigos: Mike, Ron (el hijo de Pete y Jessie) y Enid.

Carol aparece en la cocina como un fantasma, haciendo que pegue un brinco por el susto.

-¡Dios! Casi me matas del susto -pongo una mano sobre mi pecho por la sorpresa.

-¿En que tanto pensarás como para asustarte? -rebusca en la alacena. Es raro verla vestida de una forma tan hogareña y típica en una amaba de casa perfecta... muy perfecta para ser cierta-. ¿Qué? ¿Por qué me miras de ésa manera?

La palabra discreta no tiene cavidad en mi vocabulario, no disimulo ni tantito el hecho de que sospecho de ella; entrecierro los ojos, la analizo de pies a cabeza y chasqueo la lengua. Ella e una mujer fuerte y digna de que le teman, su linda cara de señora pacifista no tiene que engañarte. ¿Para qué quiere aparentar que es otra cosa?

-No pasa nada, Carol -contesto, luego de unos segundos de análisis-. No pasa nada -repito, más lento es vez y con cierta sospecha. Camino en reversa sin dejar de mirarla, Carol me ve como si estuviera loca, sigue mirándome luego de cruzar la puerta.

-Ahora tú eres la que esta asustándome -menciona.

Le sonrío sin mostrar los dientes. Pego otro brinco al ver a Daryl sentado en la baranda del porche, esta arreglando algo de su ballesta. Levanta la vista conectándola con la mía, todo lo que quiera decirme con palabras me lo esta diciendo con esa simple mirada.

-¿Y bien? -pregunto. Doy una vuelta en mi lugar para que vea mejor mi atuendo. De alguna forma debo romper el hielo. Sus ojos oceánicos recorren mi cuerpo de polo a polo-. ¿Me veo bien para mi primer día como enfermera?

Lo escucho hacer un ruido raro con la garganta parecido a una risa corta. Ignora completamente mis preguntas volviendo a su aburrida tarea de reparar algo que apuesto no tiene nada mal su preciada ballesta.

-En lugar de estar de ocioso, has algo de provecho -recrimino, bajando los escalones del porche para irme directo a la enfermería.

Masculla entre dientes que no alcanzo a escuchar.

-La tuya por si acaso -le muestro el mayor de mis dedos.

Lo ultimo que veo es a Carol salir de la casa. Ella que lo aguante. ¿Cómo es que de hablarnos como personas normales pasamos a momentos como estos? Cuando pienso que por fin vamos por buen camino nos desviamos a un callejón empedrado. Jessie esta fuera de su casa hablando con sus hijos, deduzco que el mayor es Ron; los saludo con un buenos días.

Admito que estoy algo ansiosa por hacer algo en mucho tiempo que matar muertos. Comienzo a olvidar lo que sé sobre la enfermería cual examen de matemáticas, como odiaba ésa materia. Repito en mi mente los medicamentos y para que sirve cada uno, o ultimo que falta es que Pete piense que en realidad no sé nada y quiera ponerme a limpiar las repisas y cosas así.

Le pateare las bolas si me dice que comience limpiando.

La puerta se encuentra abierta a la disposición de cualquiera que necesite algo. Pete esta revisando unos medicamentos cuando entro. Toco res veces con los nudillos el marco de la puerta.

-¡Betty! Hola -aparta la vista de las etiquetas un segundo-. Es bueno verte.

-Hola, Pete -juego con mis dedos al entrar.

-Bien, ¿qué te parece si empiezas anotando aquí todo lo que sabes? Así más o menos podré saber en que necesito instruirte más -extiende un cuaderno y un bolígrafo.

-Si, claro -tomo ambas cosas.

Uso la camilla como apoyo. Hago dos columnas: en la primera escribo el nombre de los medicamento; y en la segunda que es lo que alivian. Escribo también los medicamentos que son vía oral como los de intravenosas, pomadas, gotas, todo lo que abarca mi baso conocimiento. De algo debe servir haberme enfermado mucho de pequeña. Inclusive me tomo la molestia de escribir algunos tés que mi abuela me daba, en su casa solía enfermarme y en lugar de darme medicamentos me proporcionaba un té de unas hibernas medio raras.

-¿Cómo vamos aquí? -Pete observa como escribo y escribo-. Conoces mucho. -reconoce-. Admito que pensé que tenia que enseñarte desde el principio, ya veo que me equivoque.

-En la preparatoria me enseñaron como poner una intravenosa y una inyección intramuscular -agrego.

-¿Que debería enseñarte, entonces? -extiende los brazos-. ¿Sabes operar?

-No, la verdad por esa razón escogería la carrera de enfermera; para no tener que operar a nadie. Me aterra no hacerlo bien y que terminen muriendo por mi culpa -confieso.

Tomo la libreta y el bolígrafo. Voy por las repisas para y anaqueles anotando los nombres de los medicamentos con los que contamos, algunos que no conozco para que sirven les pongo una cruz al principio del nombre; Pete tendrá que explicarme esto. Cuentan con sueros orales de varios sabores, naranja, limos, fresa.

-Debe ser dificil haber estado allá fuera tanto tiempo -comenta.

-Comes poco, no duermes nada y sufres de insolación bastantes veces -argumento sin dejar de revisar los gabinetes-. Si que tienes todo lo necesario para operar.

-Llevamos mucho detrás de estos muros que es como si el fin del mundo nunca hubiera llegado -dice.

-Se nota -murmuro-. Son tan lindos como un conejo, con su nariz inquieta y esa coleta esponjada; y luego ¡ZAZ! un coyote se lo come.

-¿Que insinúas?

-Nada, sólo digo la verdad; deben dejar de vivir en su mundo de caramelo. Afuera hay muchas amenazas -dejo la libreta sobre la camilla. Ya tengo mi lista, de aquí en adelante será más fácil saber con que tratar a las personas-. Sin ofender, Pete, pero estoy segura de que no sobrevivirían ni un día fuera de los muros.

Mi comentario parece enfurecerlo. Hable de más otra vez. El lugar queda sumergido en un incomodo silencio. Voy por algunos de los libros para ver si en más de uno me dice para que funciona el ácido mefenámico, cefalexina y el diclofenaco.

Pete no menciono más el tema de la vida al otro lado del muro. Él continua con su labor de revisar las etiquetas mientras yo leo sobre los medicamentos que no entiendo.

Un alboroto capta mi atención. Dejo los libros a un lado para salir a investigar qué es lo que sucede, algunas personas que transitan las aceras van hacia la única entrada a la comunidad. Mientras más me acerco me voy dando cuenta de que se trata de una disputa entre la gente de mi grupo contra unos habitantes de acá.

Ya hay algunos expectantes a lo que sucede. Glenn parece discutir con Aiden; Deanna está ahí, al igual que Maggie y Daryl.

Este último está listo para lanzarse encima de quien sea.

La situación se sale de control en el momento que Aiden se gira para golpear a Glenn, el cual esquiva el golpe y le propina un puñetazo justo en la nariz. Auch.

-¡Dije que ya basta! -ordena Deanna, con un tono autoritario.

Nicholas va en busca de cobrar lo que le hicieron a su amigo. Me alerto al ver a Daryl derribarlo y afixiarlo allí mismo en el suelo. De verdad que somos unos animales salvajes, vamos desde golpear personas con volúmenes de enciclopedias; hasta asfixiarlos.

Me sorprende la facilidad con que Daryl se mete en problemas. Denle un premio al hombre. Rick llega al rescate más rápido que yo, logra apartar las manos del cazador del cuello del pobre e inútil Nicholas.

-¿Quieres otro ojo morado? -pregunta desafiante Michonne, interponiendose entre Aiden y Glenn.

Esta mujer es mi idola. Soy su fan.

-Daryl, es suficiente -le digo. Tanto Rick como yo nos interponemos en su camino-. Calmate ya, por favor -susurro suplicante. Coloco mis manos sobre su pecho para hacerlo retroceder, es igual a un animal enjaulado.

-Prestenme mucha atención, ¿si? -pide la líder de la comunidad, sin abandonar su tono autoritario-. Rick y su gente son parte de la comunidad. Son pares. ¡En todo sentido! ¿Entendido?

Lo último va dirigido directamente al idiota de su hijo, quien asiente a regañadientes. Calmar a Daryl es una tarea difícil, cuando se enoja, se enoja.

-¿Quieres parar de una vez? -le digo, empujandolo sutilmente hacia atrás- En otro momento le de formas la cara pero hoy no.

Lo sé, soy genial.

-Quiero que todos entreguen sus armas -decreta. Se voltea hacia los dos Alexandrianos a su lado-. Y ustedes dos se las verán conmigo.

Los presentes empiezan a dispersarse por el lugar, volviendo a su aburrida rutina, a excepción de Maggie, Rick, Glenn, Michonne, y claro, un furioso ballesteto. Debo irme, aunque es imposible no preocuparme porque Dixon vaya tras Nicholas a terminar lo que empezó, conociendolo es capaz de éso y más.

-Te dije que te tenía un trabajo. Quiero que seas el alguacil -le propone Deanna a Rick-... lo fuiste antes y lo serás ahora. Tú también. -volteo a ver a quien le propuso ser el ayudante de Rick. Una sonrisilla elocuente aparece al ver que se lo dice a Michonne-. ¿Aceptan?

-Bueno -acepta el nuevo sheriff de la comunidad.

-Si, acepto -corrobora la mujer de rastas.

Cierto hombre de la selva bufa en clara señal de desagrado al momento que va a recoger la ballesta que tiro cuando se le echo encima a Nicholas, se retira molestó. Adivino que va a volver a la casa a jugar con su ballesta. Es el momento de irme, obviamente la amenaza se fue.

Antes de irme me acerco a Glenn, aprieto su hombro en un gesto de apoyo, me paro de puntillas y le susurro:

-Buen golpe, hijo de la muralla.

Veo como intenta ocultar una sonrisa. Su esposa no tiene tanto éxito.

Regreso a la enfermería a terminar con los libros y a esperar a que llegue alguien que necesite servicio médico.

-Deberías irte ya -sugiere Pete.

-En un momento. Sólo terminó de escribir esto y me voy, lo prometo -levanto le mano derecha, de la misma forma en la que miras ante un juez.

-Esta bien. Apagas las luces y no olvides cerrar las ventanas -dice desde el marco de la puerta.

-Pete eres muy mando, ¿lo sabías? -dejo caer el lápiz dramáticamente sobre la hoja de papel.

-Buenas noches, Betty.

Ruedo los ojos. Prosigo. En toda la mañana solamente vinieron una señora por un problema de gastritis, otra por un corte que se hizo en al preparar la comida, una tal Holly tenía migraña y un hombre llamado Tobin vino por unas raras ronchas que comenzaron a brotar en sus brazos. Pete supo como tratarlo, según escuche ya habían salido antes ésas ronchas.

Guardo los frascos en sus respectivos lugares. Voy a cerrar las ventanas tal y como dijo Pete. Agarro la libreta, el interrumpor está cerca de la puerta. Si pongo la cabeza sobre la almohada voy a caer en coma, en verdad necesito dormir mis horas completas.

-¿Todavía reciben enfermos? -alzo la mirada.

-Aquí es servicio las veinticuatro horas; asi que, Ricardo, ¿qué te ocurre? -sonrío.

-Nada más vine a buscarte para que ya vengas a cenar, Carol hizo un estofado delicioso. -se hace a un lado para dejarme pasar ya que bloquea la única salida-. Debes estar hambrienta luego de estar todo el día aquí metida.

-Estoy muerta literalmente -presiono el interruptor al cruzar. Mo hay necesidad de cerrar con llave el sitio.

Caminamos a la par por la calle desierta. Si que comienza a sentirse el frío. Rick está pensativo, con la mirada perdida en el infinito.

-¿Sabes? Este lugar no es tan malo -comento. Sale de su trance, toda su atención está puesta en mi-. Tiene sus fallas como todo; por ejemplo: viven en un mundo de azúcar, flores y muchos colores. No saben nada sobre la vida fuera de aquí. Son débiles.

-Carl dijo lo mismo -dice. Disimula muy mal el hecho de que quiere mirar hacia la casa de los Anderson.

-Pero para su suerte trajeron al grupo alfa buena maravilla onda dinamita escuadrón lobo -resalto un punto. Rick hace un sonido igual al que Daryl hizo está mañana-. Imagina, sólo imagina -me paro frente a él, extiendo las manos para que se detenga y escuche atentamente mi metafora-: Deanna y su familia son el profesor Utonio; Alexandria es su expeeimento para crear la ciudad perfecta, mezclaron azúcar, flores y muchos colores... - hago gestos con las manos mientras hablo.

Rick posa sus manos en cadera, adoptando su postura tan común. Su cara refleja lo confusa y divertida de la escena.

-Ellos acaban de agregar accidentalmente otro ingrediente a la fórmula: la sustancia X. -continuó-. Y así nació la super comunidad de Alxandria con los habitantes más fuertes que el ejército espartano.

-¿Acabas de mezclar una caricatura con la historia? -pregunta incrédulo.

-Sí. Pero no cambies de tema -lo señaló con mi dedo índice.

-Haber si entendí -agita las manos- ¿Nosotros somos la sustancia X y haremos de este lugar y de su gente algo mejor?

-En pocas palabras, sí, así es.

-Lo tendré en mente. Gracias -presiona sutilmente mi hombro al tiempo que me regala una sonrisa torcida.

Devuelvo la sonrisa. Retomamos el camino a la casa donde vivimos como una familia de 17 personas, cada una más diferente que la otra. Si que somos un buen equipo.

Carol es como una madre para mi. Rick se ha vuelto una figura paterna. Rosita, Michonne y Maggie son las hermanas mayores que soñé con tener. Abraham y Glenn son como mis hermanos. Noah, Carl, Tara y Ruby son mis mejores amigos. Eugene tiene la clase de conocimientos que yo quiera poseer. Judith es un encanto. Sasha se volvió mi tía postisa. Gabriel es Gabriel.

Y Daryl... suspiro mentalmente al pensar en él; ¿qué puedo decir sobre él que no sepa el mundo ya? Él es el bombón que me comería toda la vida. Me gusta, me encanta, me fascina, me enamora, me enloquece, me muero por él.

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