Capítulo 29

Me siento mal por haberme comido esos perros. Retomamos la marcha, encontramos un riachuelo casi seco que nos sirvió para llenar algunas de las botellas. Ahora es algo llevadera la caminata, ya no estamos tan débiles como hace unas horas aunque tampoco estamos con tanta energía como en la iglesia.

Ruby va delante de mi hablando en susurros con Rosita, agrego que hablan en español y no entiendo la mayoría de las cosas. Pero verlas riendo dice mucho, la plática debe ser buena.

—Betty —Glenn me alcanza una botella.

—Gracias.

Asiente y vuelve a la plática con su esposa. Abraham habla y habla de algo a lo que no presto atención; no porque no sea interesante sino porque Daryl esta a mi lado captando toda mi atención. Veo a Abraham, pero mi mente está pensando en la cercanía de la mano de mi chiquibaby con la mía. Nuestros brazos se rozan, de vez en cuando sus dedos se estiran y tocan los míos, ése simple gesto hace que la cara se me ponga del mismo tono que mi cabello.

Muevo la mano para poder abrir la botella, bebo un poco, luego le ofrezco a Daryl.

—No gracias.

—Vamos, Daryl, tienes que beber algo —insisto.

Más a fuerzas que de ganas toma la botella. Vuelvo a prestarle "atención" a Ford, a los dos minutos caigo en la cuenta de que esta contando una anécdota.

—Debiste ver la cara de aquel tipo, se cago del susto —ríe. Finjo que también me parece gracioso riendo con él. ¿Qué tiene de gracioso que le haya sacado un susto de muerto a un hombre que dormía en el bosque? la cabeza de Abraham es todo un enigma, sólo él se entiende—. ¿Alguna vez te conté cuando gane un concurso de tragos? nadie me gana.

—La has mencionado unas... cinco veces —replico.

—Es una buena historia —objeta.

—Abraham, ven aquí —lo llama Rosita.

Todos,a excepción de Sasha, se ven más relajados. La piel se me eriza cuando la mano de Daryl roza la mía.

Bombón, estas alimentando mis ilusiones, maldito bastardo. Digamos que me gustas mucho Dixon, ¿ya mencione que gustas más que el chocolate? ¡¿no?! ¡PUES ME GUSTAS!. Y lo que estas haciendo es confundirme porque quiero saber ¿si también te gusto o nada más me estas siguiendo la corriente? Eres un lobo solitario, tienes un maldito muro más alto que el de Maze Runner alrededor de ti, ¿me dejaras pasarlo? ¿o tendré que saltarlo?

Comprobare mi teoría. Le digo a Ruby que iré a orinar. Me adentro en el frondoso bosque, es un lindo lugar. Camino hasta adentrarme bien, lo más adentro que puedo sin perderme porque mi brújula interna esta defectuosa desde el nacimiento y no quiero perderme. Un caminante viene hacia mi, ya no puedo hacer pruebas aquí porque vienen a interrumpir la ciencia. Vale mierda esto.

—Vamos. Acabemos con esto —desenfundo mi espada. Le doy ventaja, entre más tarde; más rápido vendrá.. y no me refiero al zombi. De la misma forma con la que solía partir los tomates le parto la cabeza, de un solo golpe. ¿Habrá sido esa la razón por la que mamá me prohibía entrar a la cocina? le hacia puro desmadre, como dice Ruby.

Sigo caminado. Unas ramas se rompen en alguna parte cercana de donde me encuentro. Quizá sea él... ¿y si no? apresuro el paso. Más adelante hay un claro, allí podré verlo bien. La caminada se convierte en un trote y luego en una carrera. Fue una mala idea, una muy mala.

Me sujetan de la cintura, impidiendo corra. Mierda. Ambos brazos me rodean bien pegándome al cuerpo detrás de mi. Miro hacia arriba para verle el rostro, me estampa contra un árbol.

—Eres un pendejo —espeto. Llevo mis manos a mi pecho, casi me mata de un susto.

—Tómalo como una cucharada de tu propia medicina —dice.

—Vete al carajo —le digo.

Paso a su lado chocando mi hombro contra su brazo. La estructura de un granero se alza frente a nosotros a medida que avanzamos, Daryl me pisa los talones.

—¿Por qué estás siguiéndome? —paro en seco, doy vuelta mirándolo a la cara. Aquí es donde compruebo mi teoría.

Pasa por un lado de mi, esquivandome tal cual obstáculo. Soy yo ahora la que le pisa los talones. Intentar entender a este hombre es como querer resolver un cubo rubik. Es imposible.

—Estoy buscando agua. —asegura.

—Y mi segundo nombre es Petra —ironizo.

Lo escucho bufar. En serio que me encanta molestarlo. Tropiezo al pisar mi agujeta, los dos cordones están desatados, se supone que el nudo es para que no se desaten. Que pésimo servicio. La puerta del granero rechina al abrirla, él prepara su ballesta por si las moscas; yo me dedico a volver atar mis agujetas. No vaya ser el diablo y me vuelva a ir de bruces contra el piso.

El granero es amplio, hay un poco de paja esparcida en una esquina, unas herramientas en otra parte y ¡vaya sorpresa! dos caminantes vienen en el paquete. Esta vez utilizo mi cuchillo para deshacerme de uno de ellos.

—Lindo reloj —susurro.

El caminante al que mate trae un reloj en su mano muñeca izquierda. Reviso que todavía tenga pila para dárselo a Daryl como un mensaje de que habrá tregua entre los dos... por un tiempo definido obviamente. La batería murió, las manecillas se quedaron dando las 11:11, la hora de la suerte. Pido un deseo.

—Bombón, ¿crees en el amor a primera vista? —pregunto— ¿o tengo que pasar de nuevo frente a ti?

Nuestras miradas chocas, sé que siente la misma sensación que yo. Su mirada lo delato. Dicen que la mirada lo dice todo, y detrás de ese fleco de becerro puedo ver claramente que quiere decirme algo pero se esta conteniendo. Algo malo no es porqué no se ve enojado. Permanece ahí mirándome fijamente sin hacer o decir nada. Bien la hipótesis esta resuelta: No le intereso a Daryl Dixon de ninguna manera. Tomare los sucesos anteriores como un acto de desesperación , miedo a quedarnos solos en un mundo de mierda.

—Te doy un consejo —camino a la salida. Sigue mis pasos con la mirada. Game over para mi—: menos miradas y más acción.

Estoy destinada a morir sola, solin, solita. Me tatuare la palabra iNGENUA en la frente.

—Oye, Betty.

—¿Qué quieres Dixon? —digo sin voltear a verlo.

Sus botas hacen eco en el granero haciendo obvio que viene en mi dirección. Rodea mi brazo, tira sutilmente de éste para que me dé vuelta, suspiro al verlo. Pienso que dirá algo o que quizás rebelara su amor por mi; sin embargo, sólo se dedica a mirarme e intenta decir algo. Sus ojos bajan hasta mis labios. Como desearía que ninguno de los dos fuera tan idiota, que él no fuera tan cerrado con sus emociones y que yo no fuera tan yo.

—¿Vas a besarme o éso también te asusta? —doy un paso al frente, retándolo.

El inesperado tirón a mi mano hace que pegue un grito de sorpresa que se ahoga en sus labios. Sus manos se colocan en mi cadera para que no pueda huir. Como si quiera hacerlo. Sus labios de adueñan de los míos como otra veces lo han hecho, se volvería una costumbre de la que no pienso poner objeción.

Lo sujeto por el cuello de la camisa, retrocedo hasta que mi espalda choca contra pared. Nos separamos un segundo para retomar el aire. Sus manos asciende por debajo de mi blusa acariciando mi cintura, muerdo mi labio para no reír pues me hace cosquillas inconscientemente. Esta vez sus besos llegan a mi cuello haciéndome más cosquillas, con su barba roza la delicada piel de esa zona.

No puedo evitarlo. Rio como niña pequeña. Sus cálidas manos no se mueven de mi cintura, y las mías son incapaces de desenredarse de su largo cabello.

—Vas a volverme loco —dice contra mis labios.

—Sé que te enloquezco, muñeco —sonrío juguetona.

Cambia sus manos de posición, ahora se dirigen a mis muslos. Aprovecho para saltar y enroscar mis piernas en su cintura. Acaricia la cara interna de mis muslos de manera lenta, consiguiendo que disfrute de cada toque y me estremezca de pies a cabeza. Sin poder esperar un segundo más uno de nuevo nuestros labios. Los dos tenemos una idea en mente, una forma en la que los dos podemos pasar el rato y olvidarnos un segundo en lo que se convirtió el mundo.

Arreglo mi ropa lo mejor que puedo, que no se haga obvio que acabamos de echar un polvo. Tal vez intente ocultarlo con mi ropa pero mi rostro dice otra cosa. Tengo las mejillas sonrojadas y una estúpida sonrisa en el rostro. Silenciosamente le estoy gritando a los cuatro vientos lo que acaba de pasar en el granero.

Miro a Daryl, esta a medio vestirse, la camiseta desabotonada, su chaleco esta en el suelo, su cabello esa revuelto y su pantalón sigue desabrochado a causa de que esta poniéndose las botas. Me atrapa mirándolo, compartimos una mirada cómplice. Para cuando termina con sus botas y se comienza abrochar el pantalón, me acerco para ayudarlo con su camisa. Planto mis labios sobre los suyos, en un lento beso, hemos tardado mucho en regresar con el grupo, deben estar preocupados o tal vez no. ¿Que importa que nos tardemos unos minutos más?

—Rick y los demás puede que estén buscándonos. Hace rato que desaparecimos —comento, terminando con el ultimo botón. Le alcanzo el chaleco.

—Que sigan esperando —es su respuesta.

Agarro mis cosas y salimos a encontrar al grupo. Volvemos a cerrar el granero, dejándolo de la misma forma en que lo encontramos; pero esta vez con un secreto dentro. Caminamos uno al lado del otro, nuestros brazos vuelven a tocarse y esta vez no dudo en tomar su mano. Pienso que se apartará, al contrario, entrelaza nuestro dedos.

El silencio es cómodo, nada más disfrutando de la compañía del otro. Intento serenar mi rostro, la comisuras de mis labios se elevan amenazando con delatarnos. Quiero asimilarlo pero es que no puedo maldita sea, ¿cómo asimilar que acabo de tener sexo en un granero con el bombón de Daryl? si hace dos años me hubieran dicho que pasaría esto me hubiese reído en sus caras. O sea, Betty Williams sobreviviendo a un apocalipsis con su mejor amiga desde la secundaria, siendo la cabezona de la Reina de corazones, teniendo un crush hacia un hombre que le dobla la edad o quizá se la triplica, y para la cereza del pastel: ¡acaban de echarse un polvo en un granero a la mitad del bosque!. En mi caso es difícil de creer, es surrealista; Sin embargo, paso.

Al igual que vienen los recuerdos lindos; traen consigo los malos. Ya perdimos mucho, a Bob y Tyreese, a Karen, Patrick, Hershel, Beth, Mika Y Lizzie, a todos los de la prisión. No puedo eludir el pensar en si pasa una horda enorme de caminantes que no podamos controlar y muerden a varios, muerden a Ruby o a Carl, Judtih o a los tres. Muerden a Daryl. Es algo que hará cuestionarme si quiero seguir peleando o rendirme de una vez por todas.

—¿Qué pasa?

Involuntariamente pare la marcha, los malos pensamientos no paraban de llenarme la cabeza de ideas. Daryl se encuentra frente a mi tomando mi rostro con ambas manos, obligándome a verlo.

—Perdimos a muchos desde la prisión... desde mucho antes que éso —susurro. Un nudo se comienza a formar en mi garganta—. Ya no quiero perder a nadie más. Si pierdo alguno más yo...

—Hey —aprieta mis hombros sutilmente—, nadie más a irse. No vamos a perder a nadie.

—No quiero que mueras —digo por fin la gran causa de mi miedo. He encontrado algo bueno desde el día que vimos a Patty y Ruby en la autopista.

—No voy a morir. Tú tampoco lo harás —asegura. Sus ojos me dicen que es una promesa.

Rodeo su cintura apretándolo lo más posible a mi, corresponde a mi abrazo rodeando mis hombros.

—Si mueres, te mato —susurro cerca de su oreja.

—Lo mismo digo —dice de la misma forma.

Luego de ése pequeño momento, retomamos la marcha a la carretera. Nos toma seis minutos dar con el grupo. Rodean algo, parecen más alertas que nunca. Rick se acerca a nosotros con su semblante serio. Su creciente barba le dan una imagen de alguien con quien no quisiera meterme.

Veo sobre el hombro de Daryl la nota que Rick le entrego. Dice que son de un amigo. Me acerco al circulo para ver que se trata de botellas de agua. Siento un par de miradas sobre mi, unas a las cuales evitare para ahorrarme un vergonzoso momento, y aclaro que lo digo por la picara mirada de Glenn y la de las dos mujeres a su lado: Maggie y Ruby.

—¿Que hacemos ahora? —inquiere Tara. Se ve que quiere tomar una tanto como yo.

—Dejarlas. No sabemos quien fue —responde el líder.

Desenfundo mi arma por si acaso. Abraham como todo un soldado mira en cada dirección que le hes posible con los sentidos alertas a cualquier sonido que no sea el de los animales del bosque. Por un nano segundo mira en dirección mía y sonríe de una forma que no puedo explicar porqué no entiendo que le causa gracia de mi persona.

—Si es una trampa ya caímos en ella. —argumenta el falso doctor profesor patricio—. Pero yo prefiero creer que si lo dejo un amigo.

—Entonces eres más idiota de lo que pensé —le digo sarcástica.

—¿Y si pusieron algo dentro?

—Concuerdo con Carol —dice Ruby.

En verdad quiero.

—¿Que haces? —pregunta Rosita.

—Un control de calidad —responde el sediento Eugene. Acerca una de las botellas a su boca con desespero, de la misma forma que un hombre lo haría si encuentra un oasis en un desierto. Abraham se aproxima a él y de un manotazo hace que tire la botella, provocando que se eche un poco encima y nos salpique a los que estamos más cerca.

—Allí se queda —sentencia Rick.

Es más que claro que Ford sigue enojado por las mentiras de Porter. El silencio más incomodo de mi vida se hizo presente, acompañado de las malas miradas del Sargento hacia el tipo a mi lado.

Unos ruidos lejanos interrumpen el momento. Me lleva unos segundos darme cuenta que son truenos. Pequeñas gotas comienzan a mojarnos el cabello, alzo la cara para que caigan en mi boca. Aumenta más dejándonos empapados hasta los calzones. Algunos abren los brazos recibiendo bien la lluvia, otros ríen. Maggie abraza a su marido felizmente. Ruby, Tara y Rosita se acuestan sobre la carretera disfrutando de la lluvia. Parecen niñas pequeñas. Uso éso como excusa para poder sacar la estúpida sonrisa que llevo rato ocultando. Sasha esta inexpresiva mirando al otro lado de la carretera.

Y por alguna razón Gabriel llora pidiendo perdón.

Veo a Daryl, mira al cielo con los ojos cerrados disfrutando del agua chocando contra su rostro.

Que adorable se ve.

—A juntar agua, todos. Con lo que encuentren rápido. —ordena Rick.

Busco las botellas en mi mochila. Los relámpagos se hacen más fuertes, la lluvia golpea más fuerte. La cosa va a empeorar pronto; es una tormenta. Como quisiera que fuera una de esas inofensivas lluvias que solían caer a veces en Santa Monica.

—Diablos —maldigo entre dientes.

—Vimos... vi un granero —se corrige.

No solo lo vimos, lo usamos.

—¿Dónde?

Daryl nos guía hasta el granero. Al llegar Rick se prepara por si aparece algo, lo sorprendo al entrar como si nada, hago una seña para que entren. El tiempo es valioso, Judith podría atrapar un resfriado o darle hipotermia.

Logramos ponernos lo más cómodos posibles, nos esparcimos por el lugar. Mi vista se dirige inconscientemente al lugar que minutos antes ocupamos. Agradezco que este oscuro, así nadie puede ver el rojo que tiñe mis mejillas. Nos lleva un rato armar una fogata. Ruby y yo quemamos un montón de libros que encontramos por ahí para hacer una pequeña fogata. Como indica la tradición: estamos sin comida, ni agua, mas nos tenemos los unos a los otros. Estiro mis manos al fuego, tengo los dedos agarrotados por el frío. Siento su mirada sobre mi, finjo no sentirla para no tener que ver esa picara sonrisa en su rostro.

Sé que es él. ¿Quien más entonces? Nada más el y yo sabemos lo que paso justo donde Eugene esa sentado. Si lo supiera no se pondría tan cómodo. Aprieto los labios para no soltar una carcajada.

—¿Y bien? —habla mi amiga—. ¿Vas a decirme donde estuvieron Daryl y tú desde que desaparecieron en el bosque?

—No tengo la menor idea de lo que estas hablando —finjo hacerme la tonta.

Una risa se me escapa por la nariz al ver a Porter rodar para buscar una posición cómoda. Esta vez sí lo veo, tiene las piernas flexionadas y los brazos apoyados en sus rodillas mientras juega con sus dedos, también intenta no reír. Le guiño un ojo. Jamas saldrá de mi mente esos pensamientos impropios, todo por culpa de Dixon.

—Sé que ocultas algo —Ruby interrumpe mis pensamientos hacia el hombre del otro lado del granero—. ¿Me quieres ver la cara de estúpida? Algo paso entre ustedes. Sino quieres decirme ¡esta bien, maldita!

—Te cuento cuando no haya tantos pájaros en el alambre —señalo con el mentón a la pareja Rhee.

—Esta bien —asiente.

Acomodo mi cabeza en sus piernas para dormir un poco. Al menos intentar dormir un poco, haber hasta que momento mis pesadillas tendrían la bondad de dejarme dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top