Capítulo 22
Tal y como le dije a Daryl, continué caminando por la vías.
Literalmente estoy hundida en depresión, cosa muy rara en mi, como soy de torpe puede que ésa haya sido la última vez que veré a Dixon. Ahorita se me puede atorar la pierna abajo de una tabla y fracturarme, llega un caminante y me mata ¡y fin de la historia!
Corro peligro yo sola. El peligro no está a mi alrededor, ¡soy yo!. Mi torpeza lo es. Bueno, al menos el consuelo que me queda es que besé a Daryl dos veces. Llevo caminando horas y horas, he estado checando cuántas horas me quedan de luz, mi padre me dijo que para saberlo; debo ponerme frente al sol, estirar el brazo y colocar mi mano de forma horizontal, mi dedo indice debe quedar paralelo a la linea inferior del sol y el meñique paralelo al horizonte. Cada dedo representa quince minutos.
Me quedan cuatro horas de luz. Y ni señales de mi amiga.
—Eres un fiasco rastreando —me digo a mi misma.
Sigo con marcha. Hasta me es aburrido matar caminantes, papá lo hacía aunque no nos atacaran. Decía que si dejábamos a uno de ellos quizá ése morderia a un sobreviviente y después habría dos caminantes más.
Así que cada que veo un caminante, espero a que se acerque y ¡sopas! Lo mató.
—¿Quién mierda dejo éso allí?
En uno de los postes hay un mapa y un cartel.
"Santuario para todos, comunidad para todos. Los que llegan sobreviven".
Es un lugar llamado Terminus que se encuentra al final de las vías. Ruby pudo ir a ese sitio, tal vez si piensa que encontré las vías y la estoy buscando, ella pensará que yo estoy pensando lo que ella estaba pensando que haría. No me entiendo, lo mejor será seguir hasta Terminus y buscarla, en caso de que no esté me largo.
Tomo mi cuchillo, hago una pequeña seña que sé Daryl podrá identificar.
—Ay, Bombón, Ya quiero hacerte la vida miserable —miro detrás de mi con la esperanza de que Daryl a parezca.
Sigue soñando.
Camino más kilómetros con la intención de llegar antes del anochecer a Terminus. Una breve parada para comer y otra para orinar, es todo, no quiero entretenerme porque debo admitir que me da miedo dormir sola en el bosque. Mi nivel de estupidez no tiene limites, la prueba; me traje la mitad del conejo y la camiseta de Daryl, ¡deje sin cenar a mi chiquibaby!
No voy llegar como una inocente, ésas personas pueden ser peor que el grupo de Joe, tengo que pensar más allá de perspectiva y no sólo en que me recibirán con los brazos abiertos: ¿qué haría?
Jugare éso. ¿Qué haría Daryl?
Él se iría por donde vino, no confía en nadie y se la pasa de Llanero Solitario con pinta de Shrek.
¿Qué haría Rick?
Supongamos que él trae consigo a sus hijos, querrá un lugar seguro en el que pueda criarlos sin tener que correr por su vida a cada segundo; sin embargo, tomaría sus precauciones...
¡Claro! ¡precauciones!. Traigo una espada, tres pistolas, un cuchillo, un mochila llena de cosas: ropa, medicamentos, comida. Si no es lo que aparenta me quitarán todo y luego me matan en un parpadeo. Hay que tener un plan B para todo.
Antes de llegar a la entrada doy vuelta y me dirijo al bosque. Me alejo unos metros, quiero asegurarme de que la malesa me va a cubrir de que alguien vea lo que voy hacer. Guardo mis armas dentro de mi mochila, apoyo todo en un árbol en lo que prosigo con mi plan.
—Una rama gruesa. —giro sobre mi eje un par de veces, busco dicha cosa—. ¡Ajá!
Con ayuda de mi cuchillo le saco punta a uno de los extremos, haciendo de ésta una lanza. Al igual, guardo mi cuchillo en la mochila. Más adelante hay un frondoso y verde arbusto, ahí puedo esconder mis cosas, por debajo meto mi mochila y mi espada a la cual le echo basura encima para esconderla a simple vista. Corto unas de las ramas altas y cubro el hueco que deja al descubierto mi mochila.
Bear Grylls, quítate que ahí te voy.
Para hacer creíble el hecho de que solamente tengo conmigo una lanza improvisada, mato a unos caminantes para que se bañe en sangre, aprovecho que la sangre esta fresca y la lleno de tierra para que se vea sucia y parezca que siempre la he usado. Soy una Cerebro.
Necesito a un Pinky, joder.
Ahora sí regreso a la entrada del famoso Terminus. La entrada esta adornada con flores, esta solitario y limpio, nada más hay otro letrero que dice que baje mi arma. Continuo caminando, más adelante se escuchan voces, platicas animadas. Se ve tan tranquilo que asusta, ¿cómo pueden estar tan pacíficos como si el mundo exterior fuera ajeno a lo que hay aquí dentro?
—Hola —saluda una mujer detrás de una parrilla—. Bienvenida a Terminus. Soy Mary. Se ve que has estado viajando mucho.
Tanta amabilidad me hace desconfiar. Al menos Rick antes de recibirme me apunto con un arma a la cabeza y me hicieron preguntas. Ella sólo me deja entrar, me sonríe y habla como si nos conociéramos de toda la vida.
—Algo así —respondo.
Un hombre que aparenta unos veinticinco toma un plato de desechable y me lo ofrece con una cálida sonrisa que me hace desconfiar el doble. ¿Por que son tan amables? Ni siquiera me conocen, podría tratar de matarlos con mi super lanza y llevarme algo.
—Estoy buscando a mi amiga —informo. Tomo el plato que el chico me ofrece—. Es de mi edead, un poco más alta y pálida. Trae un arco.
—Aquí llegan muchas personas en busca de refugio —dice el chico. Todavía sonríe, ¿tendré algo en la cara además de mugre?—. Soy Gareth, por cierto.
—Ella salio a buscar provisiones, hace días que no regreso y estoy buscándola.
—¿Salió a buscar provisiones? —su expresión cambia por un segundo. No sabría que describirlo, pero juro que ahora su sonrisa ya no es tan cálida y amigable—. ¿Tienes una comunidad?
Tenía. Pero éso él no lo sabe.
—Sí. Es una prisión, esta a un par de kilómetros —señalo con el pulgar detrás de mí.
Intercambia una mirada con la tal Mary, parece que se dicen algo con eso. Cuando vuelve a mirarme, sé que ya me toman por estúpida (cosa que soy) y creen que solo soy una niñita tonta.
—Mi amiga se llama Ruby —vuelvo al tema de mi interés—. Tiene la mitad del cabello rosa, es fácil de identificar.
—¡Ya lo recuerdo! —exclama Gareth—. Si hay una chica así, llego ayer. Ven, sígueme.
Sonríe de una forma que aterra. Deposito el intacto plato sobre un espacio libre en la mesa mas cercana que veo antes de seguir a Gareth. Mary tiene una mirada maliciosa. Les perdí toda la confianza en cuanto vi su entrada, una rara sensación se apodera de mi, una voz en mi cabeza me dice que corra, que ahí no esta lo que busco.
—Y dime, en esa comunidad donde vives, ¿cuantas personas hay? —pregunta distraído.
—Somos como unas cien personas o más —me hago la ingenua. Tendré la cara de estúpida, pero sé cuando alguien quiere sacar provecho de algo. Si supiera que esa prisión ya esta echa polvo. No encontrara nada más que cenizas.
—¿Tienen armas y seguridad?
—No. Las únicas armas con las que contamos son como estas —muevo la lanza entre mis manos—. Apenas tenemos unas semanas que llegamos, nos faltan muchas cosas y mi amiga se ofreció a buscar algunas.
—¿Tienen un líder?
Asiento. Es extraño que estemos en este lugar lleno de vagones, tan solitario y... sospechoso. Nos dirigimos a un vagón en particular, uno con una A.
Oh, oh. Aquí huele a peligro.
Hora de irme. Suerte que tome aquellas precauciones. Mi corazón se acelera y el miedo me invade. El incomodo silencio que flota entre nosotros confirma mis sospechas. A mi izquierda hay una pequeña reja, puedo saltarla, sólo tengo que hacer que Gareth caiga.
Con la lanza lo golpeo detrás de las rodillas con todas mis fuerzas, haciéndolo caer de espalda. Suelto mi arma y corro a la reja. Estoy por llegar, solo tengo que saltar y...
¡Mierda!
Caigo estrepitosamente contra el piso. Justo cuando estaba por el aire se escucho un disparo que dio justo en mi pierna. En verdad que la desgracia me persigue. Un dolor insoportable y punzante se hace presente, a la ves que un ardor infernal se extiende por mi pierna. Las lagrimas brotan lagrimas, tengo sentimientos encontrados en este momento; miedo, impotencia, desesperación, tristeza. Es increíble que todo vaya a terminar aquí, y de esta de manera.
Un alarido de dolor se cuela por mi garganta. Llevo mi mano hasta mi herida, se seña de sangre en segundos, por suerte sólo fue un roce y no me atravesó el muslo. Gareth se acerca con expresión frívola. Intento huir arrastrándome, es mi única manera de moverme.
—Cometiste un gran error —se inclina a mi lado.
No puedo dejar de quejarme. En las películas lo hacían parecer como que no dolía tanto. Maldito Rambo, ¡me ilusionaste!
Sin compasión alguna, sujeta mi brazo poniéndome bruscamente de pie, al apoyarme en mi pierna herida el dolor se hace más fuerte y me es imposible mantenerme en pie, al final termina llevándome a rastras. Logro distinguir la silueta de un hombre con un rifle, esta en el techo preparado para disparar de nuevo si es necesario. Ya decía yo que este lugar era demasiado inocente para ser verdad, tienen personas en el techo que vigilan el perímetro. Si de idiotas nada más tienen las caras los hijos de puta.
Arrastra mi cuerpecito por los cortos escalones que conectan el piso con el vagón, me arroja contra el suelo como si de un viejo trapo se tratara, de la misma forma que yo arrojaba mi mochila cundo llegaba a casa el último día de escuela. Caigo de costado haciendo que mi pobre pierna reciba todo mi peso, esta vez ahogo un gemido, no le daré el gusto de escucharme sufrir otra vez.
—Muere pronto, ¿quieres? —dice cínico.
Me pongo de pie con dificultad, saltando en un pierna. Al querer echarmele encima para estrangularlo, él cierra el vagón haciendo que una oscuridad reine dentro.
—¡Eres hombre muerto, Gareth! —golpeo el metal con la palma de mis manos—. ¡Voy a salir! ¡y cuando lo haga iré a por ti!
Continuo golpeando la pared, como si fuera a tirarla con mis delgados brazos de espagueti. Daryl me dijo que moriría por mi cuenta, que razón tenía. Primero me caigo de un árbol y me fracturo la muñeca; ahora metí las narices donde no debía y me disparan en la pierna, ¡ah! y estoy por morir.
Una mano se posa en mi hombro, sobresaltándome. Volteo bruscamente lista par dar el primer golpe.
—¡¿Betty?! —frente a mi están las personas a las que cache en la torre dándose amor. Ahora mis lagrimas son una mezcla de felicidad y dolor—. ¿Qué fue lo que paso?
—¡Glenn! —exclamo feliz. Es bueno ver una cara familiar—. ¡Dios! estas vivo. ¡Maggie, Sasha, Bob!
Corresponde a mi abrazo, una sonrisa más radiante que la mía se forma en su rostro, sonríe tanto que los ojos los tiene casi cerrados. Abrazo al resto, mi día había empezado tan mal y de repente ya soy la persona más feliz.
—¡Santo Dios! —exclama su esposa. Sigo su mirada, un rayo de luz se cuela por una abertura e ilumina mi herida. Se acerca para examinarla, hago una mueca cuando la toca. Su expresión se relaja un poco pero sigue estando preocupada—. Fue un roce solamente, no tan profundo, de todas formas necesitas puntos. Te quedara una cicatriz.
—Eso no importa —Glenn me ayuda a sentarme. No es mucha la sangre que derramo, iba a estudiar para enfermera antes de que todo empezara, investiga unas cosas y sé que pasaran horas o minutos antes de que comience a desangrarme de verdad—. ¿Quiénes son ellos?
Un pelirrojo, una chica de rasgos latinos, un hombre con cabello raro y otra chica de cabello corto aparecen detrás del coreano.
—Betty, ellos son Abraham, Rosita, Eugene y Tara —Sasha señala a cada uno conforme me dice su nombre.
Tara le da un trozo de tela a Maggie, la cual comienza atarlo alrededor de mi pierna. Muerdo mi labio ante el dolor que me causa el tener tanta presión sobre mi herida.
—¿Dónde estuviste? ¿viste a alguien más? —pregunta la mayor de las Greene.
—Estuve con Daryl —digo—. Estoy buscando a Ruby, la perdí de vista un segundo y... luego todo era caos y muerte.
—Apuesto a que esta viva, y buscándote —asegura Bob.
—¿Dónde esta él ahora? —pregunta Glenn.
Cuento todo lo que pasamos, omitiendo algunos detalles. Ellos me cuentan cómo terminaron aquí, la forma en la que conocieron a los nuevos y el importante rol que ocupa Eugene. Sabe como acabar el apocalipsis, ¿puede ir mejor este día?
—Entonces, doctor Eugene, ¿puedo llamarte doctor?
—Claro, no recibí esos doctorados para que solo me llamasen Eugene —responde. Habla tan aburrido y monótono que es justo como creí que hablaba un científico.
—¿Cuál es la cura, doctor Eugene? —inquiero con impaciencia.
—Lamento decepcionarte, amiga pelirroja, esa información es clasificada.
—Pfff, patrañas. Eso de que es clasificado es una mierda, ¿a quien se lo diría? ¿a un caminantes? —ironizo.
—Es lo que digo, pero el cabrón no entiende —comenta Abraham.
—Debes descansar, Betty —sugiere Rosita.
Asiento. Estoy extrañamente cansada, en cualquier momento va anochecer y, si no me matan mientras duermo, lo harán mañana temprano. Cierro mis ojos esperando a que todo desaparezca, que el mundo de los zombis se vaya al carajo y la normalidad vuelva a este mundo.
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