Capítulo 20
Esto no está pasando. No tenemos ni dos días aquí y los caminantes ya vienen arruinarlo.
Mi intento de sostener la puerta no duro mucho. Los ladridos del perro no se escuchaban tanto a comparación con los gruñidos de los muertos.
Daryl me jala del brazo ayudándome a ponerme en pie.
-¡Sal de aquí! -llama la atención de los caminantes. Tomo mi espada, logró deshacerme de unos cuantos-. ¡Vete! Te veré en la carretera.
Sigo matando caminantes, ignorando su orden.
-¡Que te vayas te dije!
-¿Y dejarte? ¡Ni loca!
Con dificultad me echo la funda de mi espada y la mochila al hombro. Llamo la atención de algunos caminantes, Daryl no tiene porqué encargarse el solo de esto. Más de los que esperaba vienen tras de mi.
-¿Sabes que? ¡Mejor si te veo en la carretera! -informo, antes de salir corriendo por la puerta de atrás.
Daryl grito algo que no logro escuchar bien. La sangre se me congeló al ver un grupo más de caminantes dirigirse a la funeraria. Daryl. Es en lo único que puedo pensar; esta allá dentro sólo contra todos ellos.
Sigo corriendo hasta llegar al punto de encuentro. Ya que deje atrás a los caminantes, me tomo el tiempo de acomodar mejor mis pertenencias. Miro en todas dirección verificando que no venga ningún caminante a sorprenderme. Escucho el sonido de un motor, un auto para mejor especificar, volteó a mi izquierda y no hay nada; miro al otro lado. Sí no es a que distingo la figura de dicho objeto, no hubiera alcanzado a saltar en el momento justo.
Los idiotas no traen las luces delanteras. Caigo de pie sobre el capo, pero resbalo y caigo sobre el parabrisas cuando frenan de golpe. El golpe no fue tan grave, gracias a Díos el cristal no se rompió sino ya tendría todo el brazo ensangrentado.
No me doy tiempo de procesar lo sucedido. Para cuando los tipos se bajan yo ya estoy bajando por la parte trasera. Agarró firmemente mi espada (aunque si ellos tienen armas de nada me va a servir), parpadeo un par de veces para rectificar que mi vista no me está jugando una broma y lo que tengo enfrente no es uno de los autos de aquel espantoso lugar del que nos llevó meses escapar con Ruby.
-¿Estas bien? -pregunta el hombre que conducía. Fingiendo preocupación.
-Lamentamos mucho lo que pasó, no te vimos ahí parada...
-¿Cómo iban hacerlo? si no traen las luces encendidas -ironizo-. Pendejos.
Ambos hombres se acercaron más. Mi corazón late con rapidez, tanta que siento que se me saldrá del pecho. Tengo miedo de lo que estos hombres puedan hacerme, de que me lleve de regreso a ese infierno; Grady Memorial. La última vez las cosas con Dawn no terminaron bien, mate a dos de sus oficiales y no parecía muy feliz.
Los gruñidos de los caminantes se hacen más cercanos. No tardarán en llegar y tengo que pensar en una forma de escapar. Reconozco a uno de ellos, este es uno de los cerdos desegenerados que no alcance a matar, éste pedazo de mierda intentó abusar tantas veces de mi amiga y de mi.
Parece que también me reconoció, su despreciable sonrisa hace acto de presencia.
-Betty, no pensé volver a verte. ¿Dónde está mi linda amiga de cabello rosa? -sus ojos observan mi cuerpo con descaro.
-¿Betty? ¿conoces a esta chica? -el otro hombre saca su arma y mata a un caminante.
-Haras que vengan más, idiota -espeto molesta.
-Sigues siendo una malhablada -ríe.
Internamente estoy rezando porque aparezca Daryl y acabe con ellos de una vez. Siento gana de llorar.
-¡No me toques! -grito histérica, cuando Nick hace el intento de tocar mi cabello-. Aleja tus asquerosas manos de mi.
Le apunto con la espada.
-No vas a matarme -asegura.
-No me subestimes -sentencio-. ¿O se te olvido quien fue la que mató a los cerdos de tus amigos?
-Están más cerca -advierte el otro hombre, refiriéndose a los muertos vivientes.
Ya estaban sobre la carretera viniendo hacia nosotros. Era ahora o nunca. Nick aprovecho mi descuido, tuerse mi brazo haciendo que suelte mi espada.
-No lo olvide, Cielito, y creo que es hora de que pagues -susurra en mi oído. Su voz me causa arcadas, es repulsivo.
Con su mano libre acaricia mi mejilla, ya que esta tan cerca no pierdo tiempo y muerdo su mano lo más fuerte que puedo.
-¡Perra infeliz! -exclama.
Suelta mi mi brazo, antes de que pueda agarrar mi arma me lanza contra el auto. Caigo, mi hombro se golpea contra el asfalto y creo que mi muñeca volvió a fracturarse.
No muy lejos está mi espada, me arrastro y la tomo en el momento justo. Nick estira el brazo para sujetarme del cabello, es ahí cuando de un rápido y preciso movimiento le rebano el brazo por la mitad.
Mi ropa y mi cara se salpicaron de sangre. Retrocede gritando en agonía por su extremidad perdida. Dando traspiés llegó al otro lado de la carretera. El hombre, de nombre Marcus, dispara en mi dirección fallando.
Corro dentro del bosque, ocultandome en la penumbra. Esta vez uso mi arma para defenderme, apuntó en su dirección pero no disparo, quiero esperar hasta tener una vista clara. Uso uno de los árboles como protección.
-¡Diablos! Tenemos que llevarte con el doctor Steven rápido -dijo.
No es hasta que escucho el motor y el ruido del auto alejándose, cuando me permito exhalar todo el aire que inconsienteme estaba conteniendo.
Los caminantes se abalanzan sobre la sangre y el medio brazo.
-Por Dios -cubro mi rostro con ambas manos.
-¡No!
Daryl. Esta vivo. Instintivamente me pongo de pie, regreso a la carretera encontrandome con un furioso Daryl que mata a uno por uno a los caminantes sobre el brazo. ¿No pensara que...?
-Bombón...
Ni siquiera termin te prinunciar su apodo, gira su cabeza tan rápido que pensé que se rompería el cuello. Se queda unos segundos observandome y luego ve al grupo de zombis.
-No es a mi a la que se están comiendo si es lo que piensas -digo.
Su reacción no es la que esperaba. Con lo que pasó ni siquiera me acordé que dejamos pendiente algo. Mi cerebro queda en blanco al no saber como como reaccionar.
¡Guau! Literalmente me roba el aliento. Antes me gustaba Daryl; estoy total y desquisiadamente obsesionada con este hombre ahora. La forma en la que se apodera de mis labios me vuelve loca. Sus manos me sujetan por la cadera y me pegan a su cuerpo. Ya que estamos tan en confianza paso mis manos por sus brazos, torso y me detengo en su cabello. Mueve sus manos hasta mi trasero presionandolo, provocandome que jade sobre su boca.
¡Su puta madre! Este hombre no conoce las palabras sutil y tierno. A la mierda, me encanta.
-Escuche disparos y vi el auto, ¿estas bien? -pregunta sobre mis labios.
De por sí estoy tonta y con este beso me dejo más pendeja. No artículo palabra alguna, en respuesta asiento lentamente intentando recuperar el aliento. Me siento más agitada que cuando corrí los 400 metros en la preparatoria.
-Le corté el brazo al tipo -informo, como si se tratara de atrapar renacuajos.
Daryl mira a los caminantes un segundo antes de decir:
-Bien hecho.
Vuelvo asentir. Sin más que decir, por mi parte me dispongo a caminar por la carretera. La noche es larga, pueden pasar muchas más cosas; en estos momentos podría saltar un venado zombi sobre mi y comerme la cara. Por primera vez en mi vida no tengo algo para decir, mi mente reproduce como disco rayado nuestro beso. Una y otra vez, entre más lo repito, siento algo extraño en la panza; como si una lombriz enorme de retorciera dentro de mi.
Él tampoco dice mucho. Ni siquiera viene a mi lado, yo vengo unos negras más adelante por las grandes zancadas con las que camino. Ventaja de tener piernas largas.
Lo que acaba de pasar me alegra y a la vez me asusta. Por primera vez en mis 18 años logré que la persona que me gusta tengo los mismos sentimientos por mí; me asusta porque no sé que hacer, nunca llegue tan lejos. Escuche la frase "te quiero como amiga" tantas veces que en este mismo instante tengo a mi cerebro trabajando, pensando en qué se hace en estos casos. Rebovino el tiempo a cuando veía telenovelas con mamá y todas esas comedias románticas.
Cuando se besaban era como una afirmación de que se gustaban y de que intentarían tener algo, ¿Daryl tendrá las misma intenciones?.
-Ya me cansé.
-Pero no hemos caminado tanto -comento distraídamente.
Daryl detiene mi caminar/correr agarrandome por el brazo. Frunso el ceño, ¿qué se cree para hacer eso? Esta bien delicioso y todo, pero no tiene porque hacerlo.
Al voltear me doy cuenta de que es de día, que me duelen las piernas y que estoy toda sudada al igual que él. Por ir sumida en mis pensamientos ni me di cuenta de cuanto llevábamos caminando, hasta el sueño desapareció.
-Desde que dejamos la funeraria no has dicho nada, ¡ni una palabra! -objeta. Técnicamente no he dicho nada desde el beso-. Y eso me está volviendo loco.
-¿Admites que te encanta escuchar mi voz melosa y cantarina? -interrogo, alzando una ceja de forma divertida.
-Lo que admito es que me frustra tu silencio, nunca te callas -destaca. Por la forma en la que se mueve parece un animal enjaulado-. No se que es lo que pasa por tu cabeza en este momento. Estoy... confuso, sinceramente no sé si realmente siento algo o te estás volviendo un capricho.
-Oh.
Fue lo único que salió de mi boca. Las formas suenan bien; seré un capricho o puede que en verdad seamos algo.
-Sólo te digo una cosa, si buscas algo serio con una persona fiel y de buenos sentimientos. Sabes donde encontrarme -sonrío sin separar los labios.
Otro de nuestros momentos se ve interrumpido por la presencia de unos hombres con finta de maleantes. Detrás de Daryl hay tres hombre, uno con un arco y dos con armas automáticas. Antes de decir algo él se pone a mis espaldas apuntando con su ballesta, yo saco las dos 9mm de debajo de mi chaqueta.
-Bueno, miren esto -dice alguien que no alcanzó a ver.
-Reclamo a la chica, me gustan las pelirrojas -demanda el idiota del arco.
-Reclama a tu puta madre -le apunto al pecho.
-¡Oh, pero que boquita tienes, primor! -observa uno de ellos, el que lleva un paño en la cabeza.
¿A caso no puedo estar a gusto un momento con mi chiquibaby sin que alguien interrumpa?
-Espera, Espera. Un arquero. Respeto eso -vuelve hablar la misma persona. Habla con Daryl, pues no puedo verlo ya que los tres idiotas que nos están apuntando estan ocupando toda mi atención-. Un pistolero pudo ser fotógrafo o jugar de fútbol; pero un arquero siempre fue un arquero.
Mi cerebro no es como el de Einstein o Marie Curie para darse cuenta que estos mequetrefes nos mataran y se llevarán nuestras cosas. Puedo escuchar como Daryl respira con dificultad por el enojo.
-Si disparas -continua el hombre- estos hombres te dispararan a ti y a tu novia varias veces, ¿eso quieres?
-Eso queremos, imbécil, ¿no vez que lo pedimos a gritos? -hablo sarcástica.
-El suicidio es estúpido -objeta. Puedo imaginarlo sonreír, por su tono de voz deduzco que lo hace-. ¿Por qué hacerlo?... si pueden matar a otros. Me llamo Joe.
Hay un pro y un contra:
Pro. Contra.
No nos matarán. Nos matan.
-Daryl -responde mi bombón.
Con eso me queda claro que iremos con ellos. Bajo mis armas y las regreso a su respectivo sitio. Acomodo mi chaqueta.
-Tengo mis términos -le digo a Joe. Un hombre mayor con notorias canas-: que ninguno de estos depravados se me acerque a menos de doscientos metros, no toquen mis cosas. Y yo me abstengo de cortarle su masculinidad.
-A la reina lo que pida -hace una exagerada reverencia.
Algo me dice que no saldrá nada bueno de esto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top