Capítulo 11
Estoy peor que hace unas horas. Mi fiebre aumento, la tos es más frecuente y ni hablar de cuerpo cortado.
Hershel estuvo repartiendo té que según él es bueno para la gripe. Han pasado dos días desde que Ruby se fue, no hay señales de vida de ellos y aquí las cosas no estan muy bien. Han muerto muchos, se convirtieron y Hershel no puede con todos ellos él sólo.
-cierra tu celda. Así estarás a salvo -ordena.
-lo estaría si te llevarás a la lunatica de Lizzy a otra celda -mi voz suena apagada y ronca.
-estoy a un lado tuyo -replica la recién nombrada con enfado.
-ese... Era el punto -objeto con ironía.
-ya lo hablamos, Betty- protesta Hershel con cansancio.
Ayer en uno de mis ataques de enfado le dije a Lizzy unas cuantas cosas que sonaron feas, pero no me arrepiento de nada. Puede engañar a Carol con su actuación de niñita inocente, mas yo sé quién es en realidad.
Una loca que nos terminará matando a todos si sigue con esa mierda de que los caminantes son personas aún. Ella es quién los alimenta con ratas, puede que... No, no puede, ¡Es su culpa! Por su culpa hay tantos caminante en las rejas.
-quedamos en que te la llevarías- le recuerdo.
Hershel suspira rendido ante mi insistencia por llevarse a Lizzy a otra celda. Se levanta furiosa.
-¿Qué te dije de ese trapo? -me mira como un padre decepcionado.
-estoy bien- contengo un ataque de tos.
Se acerca, pone el dorso de su mano en mi frente y cuello. Toma de nuevo el trapo húmedo y lo coloca en mi frente.
-sigues teniendo fiebre, estás peor. Te traeré más té y por lo que más quieras recuestate- ruega.
-¡Sí señor!- el ataque de tos vuelve.
Una leve sonrisa se eleva por la comisura de su labio. Se va llevándose a Lizzy con él.
En algún momento me quedé dormida. No recuerdo que Hershel haya venido con el té o volver a saber algo de él. Mi cuerpo dolía como si un tráiler de doble carga me hubiera pasado por encima unas diez veces y para rematar, Hulk me estrelló contra el pavimento.
No dejaba de toser, sentía algo atorado en la garganta. Tosi mas fuerte y sangre es lo que salió.
Maldije. Tengo que encontrar a Hershel, no quiero morir. No de esta forma y menos sin despedirme de Ruby.
-¡He... Her...!- no podía hablar sin toser.
Trate de ponerme de pie, caí. Lizzy llamaba a un caminante, le indicaba que la siguiera.
-¡Hey! -vuelvo a toser-. ¡Corre, Lizzy!
-no la escuches. Ven conmigo- seguía indicándole al caminante que la siguiera.
Tomé el arma de mi pierna, me arrastre hasta la puerta. La escuché gritar y Hershel apareció a los segundos. No tenía fuerzas, la tos empeoraba, no respiraba bien y no podía mantener los ojos abiertos por más de tres segundos.
Lo último que escucho es a Maggie llamando a su padre.
Unos brazos me envolvían. Sentía que volaba. Flotaba en medio de una densa bruma, como si la gravedad no existiera. Una voz me llamaba, gritaba mi nombre con desesperación y nostalgia. Trate de correr, alcanzarla antes de que se fuera, pero no podía. Sólo podía flotar.
-¡Betty...!
Retumbó en mi cabeza, ¿Por qué gritaban tanto? No estaba tan lejos o eso parecía.
-quedate conmigo- ruega-. Abre los ojos por favor.
Pero si ya los abrí. Se supone que estaba despierta, ¿No? O ¿Estoy en una tipo parálisis del sueño?
-ya tengo el medicamento- anuncia otra voz.
-recuestala en la cama- ordena una tercera.
La sensación de flotar desparece y es como si estuviera consciente, pero sigo en la bruma. Unos brazos me levantan, siento la desgastada sábana de la cama, los brazos se retiran y lo siguiente es un pinchazo en la cara interior del codo.
-¡Ah su madre...!- exclamo. Me incorporo de golpe-. Sácame eso del brazo.
-tranquila- Ruby me toma de los hombros, vuelve a recostarme-. Deja que Bob te pongo el medicamento.
Estoy confundida. Hace un momento estaba en medio de una maldita bruma y ahora estoy en la celda con Bob y Ruby. Él está aplicando en medicamento directamente en la vena.
-pendeja, me asustaste- dice mi mejor amiga.
-me dormí un ratito nada más. Neurótica que no fueras- bromeo-. ¡Bob!, Eso duele.
-lo siento- me sonríe apenado.
Sí duele cuando meten una aguja en la vena, duele más cuando la sacan. O tal vez sea que le tengo miedo a las inyecciones.
-te encontré en el piso con sangre alrededor de la boca, ardiendo en calentura y más sudada que la vez que corrimos por Atlanta.
-¿Calentura de la buena o de la mala?- sonrío pervertida.
-dimelo tú- me mira mal.
No es tiempo de bromas, me quedo claro.
-un poco de ambas- confieso.
Bob pone sobre mi frente otro trapo húmedo, me cubren con una vieja frasada que apenas y llega hasta mi cintura.
-descansa un poco- Bob recoge sus cosas.
-he dormido como dos días enteros sin parar.
-¿entonces no dormirás?- Ruby me mira asombrada.
-¿bromeas? Puedo dormir veinticuatro horas seguidas- me acomodó para volver a dormir.
-en vez de ponerte la Reina Roja, te hubiera puesto la Zombi Durmiente- ríe.
-querrás decir bella durmiente- le corrijo.
-no. Zombi Durmiente te queda mejor. Es que tienes cara de zombi- dice.
-pudrete- le muestro el dedo corazón.
La muy perra, ¿qué se creé? Soy más bella que... más bella... ¡ay! no sé me ocurre algo bello, ¡pero soy más bella que esa cosa que es muy bella!
No se movió de mi lado en toda la noche, estuvo conmigo hasta que desperté. Tengo la mejor de las suertes al tenerla conmigo, una mejor amiga no pude tener. La muy pendeja durmió en el suelo, le caí encima tres veces, la cama es muy pequeña y yo me muevo mucho, mi culpa no es.
El medicamento funcionó, no me siento mal. Podría correr un maratón o saltar desde aquí hasta el suelo, no es muy alto y si falló, no pasa de que sólo me rompa el tobillo o la pierna.
Maggie y Glen están en la celda de al lado. No es muy grato escuchar su conversación, quieren unas vacaciones y ya sé a dónde irán.
Tomo mis cosas, me refiero a el arma bajó mi almohada, y me voy del pabellón A. Ruby me dijo que por nada del mundo me saliera de ahí.
-¡te rompo las piernas!- me dijo.
Como si le fuera a tener miedo, puedo caminar bien y ya no estoy enferma. Puedo ser de ayuda, según me contaron anoche los caminantes lograron pasar por una de las rejas. Debe haber cuerpos por doquier y como una de las rejas cayó, alguien tiene que vigilar.
Esa persona seré yo.
Necesito tomar un rifle y subir a mi torre habitual. Ruby me contó algo que pasó en ese viaje, casi cae del tejado por culpa de Bob y no me lo dijo antes porqué según "pude haberlo matado", lo hubiera hecho... después de que me pusiera el medicamento, claro.
-¿Qué te dije maldita?
-mierda- susurro.
-ven aquí, Betty- ordena.
-adiós- salgo corriendo.
De alguna forma ella apareció detrás de mí. En otras circunstancias me alcanzaría pero estoy más fuerte ya y no me alcanzará como siempre.
Los pasillos están a oscuras, me cuesta ver bien. Giro a la izquierda y chocó con alguien que me escupe agua en la cara.
-pendejo, estúpido, ¿Qué no ves?- me quejo. Limpió mi cara.
-la culpa la tienes tú, imbécil.
Daryl.
Es fácil identificarlo.
-¿A dónde vas con tanta prisa?- pregunta.
-a ningún lado.
-¡ya te vi perra!- escucho a Ruby detrás cerca.
Daryl levanta una ceja.
-estamos jugando a... amm....- piensa maldito cerebro inútil-. ¿Las escondidas? ¡Sí, a eso!
Sigue con su expresión de: no me convences. Ruby aparecerá en cualquier momento.
-¿No deberías estar descansando?
-estoy bien. ¿Qué no ves que hasta estoy jugando? -pregunto obvia.
-vuelve al pabellón- ordena.
-obligame- lo retó.
Iba a protestar, cuando escucho los pasos de Ruby más cerca. Mierda.
-me gustaría quedarme a discutir, pero tengo que esconderme- paso a su lado-. ¡adiós, bombón!
Salgo corriendo hacia el patio delantero. Camino lo más rápido-natural hacia mi torre favorita, tomó un rifle de largo alcance.
-deberías estar descansando.
-¡y denle con lo del descanso!- exclamó fastiada-, estoy bien, ¿ok?
-solo digo- levanta los hombros.
-Carlangas, mejor no digas nada. Suelo alterarme muy rápido, créeme, no quieres hacerme enojar- levanto ambas cejas.
-no he dicho nada- sigue su camino.
La juventud de hoy en día ya no tiene neuronas ni respeto por sus mayores. Levanto el rifle hacia las rejas para verificar que no haya tantos caminantes.
Michonne y Hershel se encargan de quemar los cuerpos de los caminantes. Rick y Carl están en la granja, como siempre. La gente ya esta mejor, no hay más infección y lo más importante, ya nadie se ha convertido en caminante.
No mate a muchos caminantes, fueron como diez solamente. Estoy sentada con la espalda apoyada en la lamina que tiene está torre, admiro el arma que perteneció a mi papá. La usaba como ultimo recurso contra los caminantes. Como lo extraño, me hace mucha falta mi familia. Escuchar los reclamos de mi mamá por no haber lavado los trastes, los gritos de mi papá cuando se creía un samurai, las llamadas nada frecuentes que hacia mi hermano de vez en cuando.
Tengo... tenia una familia una familia de locos. Un hermano policía, un papá adicto a los animales y una mamá dedicada al hogar y con una obsesión por los Tupper. Su cara cuando uno de sus preciados Tupper se rompía o lo perdía por prestárselo a la vecina.
Karen me recordaba a ella. Tenia el cabello chino azabache, los ojos más negros que jamás haya visto en toda mi vida y de tes morena. Tenía su carácter, eso si, y era una mujer de armas tomar, literalmente.
Mi momento nostálgico fue interrumpido por una explosión. Varios autos y un tanque están del otro lado de las rejas. El idiota del tanque disparo a la torre que tiene más cerca, El grupo no tardo en aparecer: Rick, Carl, Beth, Maggie, Ty, Daryl y Sasha. Ruby venia con ellos.
-¡¿Qué paso?! -grita Rick.
No tuve que responder, solos se dieron cuenta de la presencia de los autos y el tanque. Hombres y mujeres bajaron de ellos y estaban en posición. Con ellos viene el loco tuerto, ese hombre que vimos en la carretera hace algunos meses.
-¡Rick! ¡¿Puedo hablar contigo?!- grita el tuerto.
Mi Sexto sentido me decía que nada bueno saldría de esto.
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