Capitulo seis.

– Sí pendejo, soy yo. Quédate quieto, que tus postres están cobrandome factura. ¿No has pensado hacer más ejercicio y dejar de comer tanto?

- Excuse me, bitch. Pero estoy en perfecto estado. Ya desatame carajo, la soga me está lastimando la piel.

- Primero lo primero, princeso. ¿Por qué mi madre está interesada en vos?

Kilian no era conocedor de ese detalle, creía que el hada que tenía en frente era una loca más del montón.

- ¡¿Tú qué?!

La mano de la joven se dirigió bruscamente hacia los labios de Kilian, para silenciarlo y evitar ser descubiertos.

Con una peligrosa cercanía, lentamente llevó su rostro cerca del de Kilian, y clavó sus tenaces ojos sobre los de él.

- Debemos evitar causar alboroto, si nos descubren no habrá criatura que pueda salvarnos.

Con su boca sellada por la suave mano del hada, no tuvo opción más que asentir.

- Te lo preguntaré una vez más, ¿Por qué mi madre está interesada en vos?

Lentamente se alejó físicamente de Kilian, esperando atentamente una respuesta.

Kilian tomó una ligera respiración.

- No lo sé, no entiendo lo que sucede. Lo último que recuerdo es la lluvia aproximándose, yo sintiendo un bombardeo de emociones, tu mamá viéndome fijamente mientras yo le hablaba.

- ¿De qué hablaban?

- No lo recuerdo, tengo lagunas en mi mente.

- No pienses que podes engañarme, algo estás ocultando.

- Por la sangre de mi manada, por la vida de mis seres queridos y por los recuerdos de los que ya no están, juro que no intento engañarte.

- ¿Por qué dijiste esa cosita rara?

Adelia estaba confundida.

- Es el juramento que hacemos en Territorio Hombres Lobo.

- Interesantemente aburrido. Por cierto ¿Cómo te llamas?

- Kilian, ¿el tuyo?

- Adelia, Princesa y heredera al trono del Territorio Hadas.

- Por eso es que no me caes bien.

Una tensión se creaba en el ambiente estando ambos seres en una sola habitación.

Y eso que hacía poco que se conocían.

-Ya podrías desatarme, la soga realmente está dañando mi piel.

Adelia dudó en hacerlo, pero a fin de cuentas ninguno de los dos podía escapar del lugar. ¿O sí?

Se acercó nuevamente a Kilian, tomó el nudo y lo desató.

Kilian al sentir sus muñecas liberadas largo un pequeño suspiro, con gran agilidad agarró a Adelia de sus brazos y la ató con la misma soga con la que lo había atado.

Hizo caso omiso a las quejas de la chica y evitando su mirada continuó haciendo el nudo. Dándole la espalda y viendo hacia un mueble, exclamó en un susurro.

- No me quedaré en un lugar "seguro" con la persona que me genera inseguridad. No otra vez.

- Confié en vos tanto como para traerte a este lugar y desatarte, poniendo en riesgo la confianza de todos.

Al escuchar aquello, Kilian giró un poco su rostro, pudiendo así ver de reojo a Adelia.

- ¿Para qué arriesgarte por alguien que no conoces?

Adelia bajó su cabeza.

- ¿Quién dijo que no te conozco?

Ambos quedaron silenciados, uno por no saber cómo contestar y otro por no saber cómo continuar.

- ¿Qué es ésta habitación?

- Era la de mi padre cuando era joven, cuando era chica veníamos acá para que me contara todas sus aventuras.

- ¿Dónde está el?

- Le está enseñando a las estrellas a brillar.

Kilian percibió que en el delicado rostro de la chica, una triste sonrisa se había atrevido a asomarse y una lágrima se decidía si hacer o no hacer lo mismo.

- ¿Qué sucedió?

- Se suicidó.

Otra vez un momento donde las palabras se esfuman y el corazón deja de latir.

Un ruido se escuchó no muy lejos de donde estaban.

- Debemos irnos.

- ¿Por dónde deberíamos salir?

- La chimenea, es una salida secreta que sólo mi padre y yo conocíamos, nos va a llevar directamente fuera del reino.

Kilian sabía lo que debía hacer, el problema era verla a los ojos y decirle.

- Me iré, te tendrás que quedar.

- ¿Qué? Claro que no, escaparemos juntos.

Kilian miró fijamente sus ojos.

- No podes abandonar a tu hogar, a tu especie y escapar con cualquier persona que no sabes si puede hacerte daño, Adelia. No me caes del todo bien, pero recuerda una cosa.

Tomó con sus manos el rostro de la joven, para que le prestara mayor atención.

- No confíes en las personas, a fin de cuentas siempre te traicionaran. Hoy te dicen que te quieren, mañana se reirán cuando te vean muriendo. Sólo confía en vos, en nadie más.

Kilian divisó un pañuelo rojo en uno de los sillones de la habitación, fue a buscarlo. Se acercó a Adelia, y con cuidado le colocó la tela en su boca, ignorando sus quejas.

- Cuando te encuentren pensarán que te secuestré y no quedarás involucrada.

Dio la vuelta para dirigirse a la chimenea y sin volver atrás, dijo:

- Adiós Adelia, princesa y heredera al trono del Territorio Hadas.

Y su cuerpo desapareció en la chimenea, sin que pudiera ver las lágrimas que rodaban por las mejillas de la chica y las suplicas que ella gritaba internamente buscando su ayuda.

《《•》》

Para todo ese tiempo, el grupo de rescate por fin había llegado a Territorio Hadas y esperaban pacientemente en el bosque que lo rodeaba, el plan para rescatar a Kilian.

- ¿Cómo carajos lo rescataremos? No conocemos el lugar, nos encontrarán rápidamente y nos asesinaran por irrumpir en su territorio.

Uno de los hombres lobo lloraba abrazando sus piernas. Otro se limpiaba la nariz con su remera. Y uno salía de unos arbustos con un sonrisa.

- ¿Maat, qué hacemos?

- Ni idea, debí dejar que Esteban viniera, el vio algunas salidas y entradas del lugar.

Todas las miradas fueron hacia él.

- ¿Por qué lo proteges tanto? Es un hombre lobo, sabe defenderse.

- Pues...

Un ruido se escuchó cerca suyo, todos se pusieron en guardia, listos para atacar.

De uno de los árboles se veía un movimiento, cómo si tuviera un agujero y de ahí saliera alguien.

Una cabeza se asomó con dificultad por un agujero cerca del árbol. Efectivamente eso era.

Y con brusquedad salió el cuerpo, todos se acercaron para atacar al ser que salía de aquel sitio, lleno de suciedad y con hojas secas y húmedas en el pelo.

El rostro se dio a conocer, y lo identificaron rápidamente.

- ¡¿Kilian?!

Maat se arrodilló para asegurarse de que Kilian no estuviera en grave estado.

- Papá, debemos irnos antes de que nos encuentren.

Eso dejó desconcertados a varios de los que presenciaban la situación, pero otros no perdieron el tiempo y dieron marcha, rumbo a Territorio Hombres Lobo.

- Cuándo lleguemos deberás informarme sobre lo que ocurrió.

- Tenlo por seguro.

Ambos partieron junto con los demás, dejando atrás al Territorio Hadas, pero teniendo presente la mirada dolida de una persona.

《《•》》

Adelia.

- Hasta que por fin te encontramos niña, no debías ir tan lejos. Nos tenía preocupados que Kilian haya intentado lesionarse.

- No lo hizo, madre.

Debía mantener la cabeza baja, sólo con ella.

¿Temor o respeto?

- Perfecto, entonces cuéntame. ¿Qué fue lo que te dijo?

- Que no recordaba lo que habían hablado.

- Interesante. Dejémoslo pensar que han ganado ésta vez y que podrán hacerlo de nuevo. Cuando menos se lo esperen, usaremos al muchacho.

- Sí, madre.

- Preparate querida, una boda se acerca. Debes bajar todos tus kilos de más y arreglar tu rostro, estás muy demacrada. Si sigues así, nadie te querrá ver, y Kilian no se enamorará de vos.

Clarisse había agarrado del brazo a Adelia, y cada vez ese agarre era más fuerte con cada segundo que pasaba.

- Sabes lo que ocurrirá si mi plan fracasa, ¿verdad?

Su mirada era atemorizante.

- Sí, madre.

Definitivamente era temor.

El agarre se aflojó completamente.

La reina dejó de tocar a su hija, como si el simple tacto le quemara.

- Perfecto.

Clarisse se retiró de la habitación de su difunto marido, dejando a Adelia sola en el suelo.

Adelia pensó si debía seguir los pasos de su padre o seguir las órdenes de su madre.

Porque de la muerte se había enamorado, y la muerte planeaba tenerla a su lado.

Sacudió su cabeza, se levantó del suelo y sacudiendo el polvo de su vestido, siguió el camino que había tomado anteriormente su madre.

Todos somos víctimas de la naturaleza, y del destino y sus decisiones.


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