♡ → Capítulo vigésimo cuarto
Mucho tiempo sin vernos, ¿no? Pero logré volver con un nuevo capítulo para ustedes. La verdad es que lo que van a leer es como el relleno que ponen en Naruto, pero esto sí tiene una razón de ser. Espero no lo encuentren tedioso y que puedan disfrutarlo igual que yo lo hice al escribirlo.
ADVERTENCIA: el siguiente capítulo incluye contenido sexual explicito para mayores de edad, si eres menor o no estás de acuerdo con esto, lee bajo tu propio riesgo.
¡Arriba el Showki!
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Tan pronto despertó, sin abrir los ojos supo dónde se encontraba y por esa misma razón no entendió el vacío que le acompañaba, mucho menos el frío que le incitó a abrazarse a sí mismo entre las sábanas.
-¿H-hyunwoo?...
Llamó con voz rasposa al mayor, sintiendo su cuerpo lentamente salir de su somnoliento letargo. Tras no obtener respuesta alguna decidió alzar su cabeza para explorar su entorno con ojos entrecerrados (y el cabello seguramente despeinado) encontrándose con la soledad y el frío de aquella mañana nublada que invitaba únicamente a quedarse en la cama.
Largó un suspiro estando bastante desganado ante la ausencia del mayor. Qué tan temprano sería, ¿o sería demasiado tarde? no pensaba que fuese la segunda, pues no estaba en sus genes dormir tanto... quizá el moreno habría tenido que atender un asunto del trabajo. En fin, las preguntas eran muchas pero las ganas de encontrar respuestas nulas. Allí en la cama se hizo un ovillo con las sábanas, abrazando también la almohada que guardaba mejor el aroma del moreno y sonriendo se dio unos minutos más para oscilar en la tibia corriente que eran los recuerdos de la noche anterior.
Tener sexo con Hyunwoo, no... hacer el amor con Hyunwoo, se le hacía de lo más gratificante, de lo más excelso que hubiese experimentado jamás, y no importaba las veces que lo hicieran siempre se sentiría más intenso, mejor.
"Así es como debe sentirse cuando uno está con la persona indicada."
Pensó, tanteando con su diestra inconscientemente sobre su pecho hasta encontrar la cadena que le adornaba. Tomó el dije entre sus dedos acariciando el mismo con sutileza. Sonriendo al recordar el significado que sostenía, por la promesa implícita y por el simple hecho de que hubiese sido Hyunwoo quien había creado semejante recuerdo inolvidable no solo para su mente, sino para su corazón.
Sin percatarse, se vio sumido en el arrullo de sus pensamientos positivos y otra vez volvió a quedarse dormido, olvidando por completo las preguntas que tenía por contestar. Pero estaba bien, es decir, sentía en su interior que todo estaba bien; de todas formas, a Hyunwoo de seguro no le molestaría si dormía unos cinco minutos más. Además, en casa todos estaban al tanto de que ese día volvería pasada la hora del desayuno. No había nada por lo que valiera la pena preocuparse esa mañana.
♥
Desconocía si habían sido sólo cinco o treinta minutos los de su siesta, no obstante, de lo que sí estaba seguro ahora era que su cuerpo le exigía satisfacer sus necesidades fisiológicas (entiéndase también como necesidad fisiológica el estar con Hyunwoo). Por ello se incorporó en la cama y tras estirar un poco su cuerpo se dirigió al baño arrastrando los pies para de una vez por todas sacudirse la pereza de encima.
Cuando hubo terminado de asearse y asegurarse de que no quedase ninguna línea de las sábanas impresa en su rostro, salió de la habitación en busca del moreno del cual aún no veía rastro alguno.
Durante su caminata registró un par de cosas que llamaron su atención y no fallaron en hacerle sonrojar, cosas como: el jaloncillo en su parte baja y la ligera molestia que sentía en los muslos, y todavía, podía afirmar que todas esas incomodidades valían la pena si generaban el placer y la calma que Hyunwoo le inyectaba. Incluso se le pasaba por la mente presumir las numerosas marcas que ahora cubrían su piel, pero ya eso era un lujo que sólo podría darse en casa del mayor. Más a su favor para pasearse vistiendo solo los suéteres holgados del moreno y su ropa interior, ignorando el hecho del frío que calaba de la cerámica a sus pies descalzos mientras caminaba.
No tardó en darse cuenta del paradero de Hyunwoo, el olor tan agradable que provenía de la cocina le indicó que su adverso estaría haciendo el desayuno. Y no se equivocó. A penas se asomó desde el pasillo distinguió la espalda desnuda del moreno que se movía de un lado a otro entre las estufa y el mesón de la cocina.
"Qué vista tan hermosa."
Dijo para sus adentros, y finalmente con una sonrisa llena de picardía se acercó sigiloso hasta el más alto para luego rodearle con los brazos por la espalda.
-Buenos días, tonto.
Murmuró reparando rápidamente lo cursi que habían resultado sus palabras. Hundió el rostro en la amplitud de la espalda desnuda en la cual se apoyaba, registrando luego la risa tan suave e inconfundible del mayor, quien siguió inmerso en su labor.
-¿Así que soy un tonto ahora? Anoche no parecía serlo.
Quiso responder con algo inteligente e igual de coqueto, pero la pena era una enemiga a la cual no lograba domar por completo, por lo que no hizo más que soltar una risilla nerviosa, sintiendo a su vez como se ruborizaba hasta las orejas.
En el tiempo que se recriminaba a sí mismo ser el verdadero tonto entre los dos, el moreno resolvió darse la vuelta para devolverle el abrazo. Sólo entonces, estando bajo el refugio de esos fuertes brazos, sintió la mezcolanza de sentimientos tan gratos a los cuales empezaba a ser adicto. Registró una mano acariciando su rostro y posteriormente unos mullidos labios sobre los suyos.
-Buenos días, bebé. ¿Dormiste bien?
Teniendo a su adverso tan cerca no le hizo falta más nada y entre besos y sonrisas se fue deshaciendo dentro del enérgico sentimiento. Sus dedos acariciando los hombros del mayor hasta volver a enredarse entre sus cortos cabellos.
-Sí... dormí muy bien, pero me dejaste solo temprano. Hacía frío, ¿por qué no te quedaste conmigo?
Murmuró soltando el cariño que jamás llegó a pensar que mostraría a una pareja, es decir, él no era de dar besos esquimales pero el amor lo hace a uno hacer cosas estúpidas, o al menos en ese pensamiento se refugiaba para evitar reprimir sus actitudes.
-Lo siento, bebé. Tuve que despertar temprano para atender una llamada de negocios internacionales y no quise molestarte. Pensé en llevarte el desayuno a la cama pero te me adelantaste.
Oír a Hyunwoo en ese tono meloso y poniendo todas esas palabras juntas no hacían más que derretir su acelerado corazón. Se había sacado la lotería con ese hombre.
-Pellízcame, creo que estoy soñando.
Pensó o más bien, ¿habló? Porque de qué otra cosa el mayor se hubiese reído.
-No creo que haga falta, bebé. No estás soñando, te lo prometo.
-Ugh, te juro que pensé que eso sólo lo había dicho en mi mente.
Se recriminó a sí mismo por su torpeza, escondiéndose en la curva del cuello ajeno hasta pasar la pena, aun sintiendo las vibraciones que causaba el remanente de la risa ajena a través de sus cuerpos.
-Que no te de pena. Es agradable saber lo que piensas.
-Sí, pero se suponía que tú eras el tonto, no yo.
-¿Quieres que actúe como un tonto para que podamos ser tontos los dos?
-Ugh, no. Eso es demasiado cursi, Hyung.
Se quejó haciendo una pequeña pataleta en su lugar que no evitó que el moreno volviera a carcajear.
-Está bien, entonces... ¿preferirías desayunar conmigo?
Derrotado y hambriento se rindió ante la amabilidad del moreno y tras dejarle un corto beso en los labios asintió.
-Sí, y gracias por hacer el desayuno, Hyung. Huele muy bien.
-No agradezcas, bebé. Ve y toma asiento mientras termino de arreglar todo.
Escuchó decir al moreno antes de recibir un par de palmadas gentiles en sus nalgas. Siguiéndole el juego, golpeó el pecho del mayor sin fuerza y se apartó con una sonrisa caminando hasta la barra donde había un par de sillas.
-Hyung, ¿hiciste café?
-Ah... no. La verdad es que no tengo idea de cómo hacerlo. La última vez que estuviste aquí lo hiciste tú y sinceramente no presté atención.
Sonrió por el semblante tan neutral que podía conservar el moreno incluso al confesar cosas que a cualquier otra persona le causarían algo de incomodidad. Qué podía decir, Hyunwoo era único en su tipo.
-Está bien, puedo hacer para los dos si gustas.
-Por supuesto, utiliza lo que necesites.
Antes de que el mayor le respondiera ya se encontraba cerca de la alacena buscando el dichoso café, y en medio de su búsqueda una idea cruzó por su mente. Se dio la vuelta teniendo el paquete de café entre sus manos y aproximándose una vez más a la espalda desnuda del mayor, se recargó como pudo en su hombro para susurrar lo siguiente.
-Sí... sabes, por qué no mejor vienes a mi lado y te enseño a hacerlo.
Sugirió, registrando la ligera tensión inmediata que su aliento al chocar con la piel ajena provocó en el mayor. No sabía si sus verdaderas intenciones serían tan fáciles de interpretar (tampoco pondría mucho empeño en hacer que pasaran desapercibidas), sólo esperaba que el mayor esa mañana pillara y aceptara su cortejo.
-Lo que quieras, bebé.
Victorioso tomó de la mano al moreno y le acercó hasta la cafetera prácticamente nueva que el mayor tenía a un costado de la cocina, y de ese modo comenzó la breve pero minuciosa explicación.
-Para hacer bien el café el agua no debe estar hirviendo, de otra forma sólo conseguirás quemar los granos.
-Hm, entonces es similar al té.
-Exactamente, Hyung.
Mientras explicaba al mayor no perdía el tiempo, acariciaba sutilmente las manos del otro al guiar sus movimientos, rozaba sus palabras en los brazos y hombros desnudos de éste y de vez en cuando le plantaba un beso en la espalda cuando satisfactoriamente cumplía una acción sin siquiera escuchar con antelación a una instrucción.
Luego de unos minutos la cafetera hacía su labor al igual que él. Y es que nadie en el mundo podría culparle por no mantener sus manos para él cuando semejante hombre estaba a su completa disposición, es decir, por qué tendría que guardarse las ganas si podía tocar y pegarse a su antojo al moreno. Más bien, estaba en todo su derecho de aprovechar cada segundo del tiempo que tenía con Hyunwoo, de sentir el aroma del café como afrodisiaco y de besar los labios de su amante, para envolverle en el mismo trance lujurioso del cual no acaba de surgir.
-Kihyun...
-¿Ves que no hay nada de complicado en hacer café?
Sintió los labios ajenos curvarse en una bonita sonrisa contra los suyos ante su respuesta.
-Ya veo que no, pero esto ya no se trata sólo del café, ¿verdad?
Aunque el que el otro adivinara sus intenciones había sido su objetivo desde un inicio, igual le había producido un ligero rubor que se completó con el sutil titubeo de sus manos en la nuca de su opuesto. Había sido atrapado.
-Puede que sí, puede que no...
Comentó para segundos después ser alzado por los muslos, quedando luego sentado a la orilla del mesón con un moreno entre sus piernas, quien dejó besos húmedos a lo largo de su cuello y mentón hasta alcanzar sus belfos los cuales besó con furor que paulatinamente fue disminuyendo, quedando reducido a tenues jadeos. Su frente apoyada en la contraria y sus ojos entreabiertos buscando la seguridad y el deseo en los adversos, la cercanía, el calor, el amor y...
-Por más que quiera hacerte el amor aquí mismo contra el mesón de mi cocina, estoy pensando que nuestra primera mejor opción sería desayunar.
No le hizo falta más nada para salir aparatosamente de su estupor, lanzando una mirada incrédula a su mayor.
-¿Eh?
-Qué clase de persona sería yo si no alimento bien a mi bebé.
-H-hyung pero...
-Desayunamos y después te complazco.
Quiso golpear al otro por dejarle con las ganas, pero su estómago le cortó al hacer una sonora protesta que prontamente le dejó en vergüenza. Era tonto de su parte molestarse por algo como eso, así que encontró un punto medio e intentó idear una venganza contra el moreno, pero a medida que iba comiendo pausado junto Hyunwoo la idea de desquitarse se esfumó. No había motivo ni manera de vengarse de un hombre que le cocinara tan rico por las mañanas; que de paso le picara la comida para después dársela en la boca por el simple hecho de disfrutar todo el proceso.
Estaba al tanto de lo mucho que Hyunwoo le estaba consintiendo y de lo peligroso que podía ser el acostumbrarse a ello, aun así le daba igual, gozaría de esos momentos, de esos besos con sabor a crema y café, de esas monerías y las miradas dulces.
-¿Dónde aprendiste a cocinar así, Hyung?
-La necesidad me hizo aprender. Me fui de casa muy joven y aunque pude contratar a alguien para que cocinara y aseara, preferí aprender por mi cuenta. Mi padre solía decirme que el dinero viene y va, que uno nunca debe acostumbrarse a vivir de un solo modo.
En lo que el mayor compartía su relato él iba saboreando el resto de los panqueques y las frutas que había en su plato. Podía parecer demasiado pero en ese momento no sólo percibió aquello como un simple desayuno, hubo más en el gusto de cada bocado aderezado con la corta historia que contó su mayor, otro trozo de intimidad que agradeció y le complació.
-A veces me siento un niño por como hablas de tu pasado, Hyung. Es decir, tomaste todas esas decisiones por tu cuenta a esa edad, es... admirable, como si nunca hubieses cometido un error.
-No soy perfecto, Kihyun. De eso ya te diste cuenta, cometí mis errores pero busqué la manera de arreglar todo y... si quieres agradecer a alguien, pues podemos agradecer juntos a mis padres, después de todo, ellos me criaron de este modo.
Esbozó una sonrisa al moreno antes de acercar con su tenedor otro bocado a la boca de éste, quien gustoso lo recibió con la misma sonrisa de siempre.
-Me gustaría conocer a tus padres.
-Hm, podría ver cómo arreglar eso en un futuro.
-¿De verdad?
-No tengo razones para mentirte. Por cierto, ¿te gustó el desayuno?
-Estuvo delicioso.
A su respuesta le llegó un beso detrás de otro y para cuando se vino a dar cuenta ya era un manojo de risillas entre los brazos del moreno, quien hacía cosquillas a sus costados al tiempo que le robaba más besos de los labios.
-Qué bueno saber que te gustó el desayuno, bebé. A mí como siempre, me encantó tu café.
Asintió medio ido, recuperando el aliento resolviendo que atraer al moreno a su cuerpo era lo mejor que podía hacer en esos momentos.
Cuando hubieron suspirado satisfechos ambos al mismo tiempo estando en los brazos del otro, lo sintió como algún tipo de conexión única, como si ya su cuerpo hubiese entrado en sincronización al del mayor. Y justo cuando pensó no podía haber nada más perfecto, Hyunwoo nuevamente se superó.
-Kihyun, respecto a lo que me dijo mi padre...
Movió su cabeza a penas para afirmar, temiendo que si hablaba o hacía alguna otra acción rompería la magia del vínculo que se había armado entre los dos.
-No quiero que tú lo tengas presente. Mientras estés conmigo me aseguraré de que nada te falte ni a ti ni a Hyeongjun.
...
Sin palabras permaneció estático, viendo a los ojos del moreno que por primera vez le pareció, titubearon inseguros.
-No... no te estoy pidiendo que vengas a vivir conmigo o que renuncies a nada de lo que tienes, solo...
Ante la prisa y el vacilar de las palabras ajenas prefirió callar al otro con un beso.
Fuese el vínculo que compartía con Hyunwoo o cualquier otra cosa más sencilla, no hacía falta nada más para entender las intenciones del otro. No hacía falta que ese hombre se explicara porque sabía que todo lo que había en su interior era bueno, y si no lo era podía serlo.
-Te quiero, Hyunwoo...
Pronunció sin aliento, apreciando la estela que compartían sus bocas aún después de besarse.
Finalmente una respuesta a lo que la noche anterior les había dejado colgando de una incómoda tensión. Al fin se liberaba de sus erradas reflexiones, ya por fin se sinceraba y dialogaba en la misma lengua que su amante.
♡
Para hacerle perder el control, para eso era que Kihyun había sido creado.
La noche anterior no pensó exponerse de tal forma, ni siquiera sabía que en su interior su corazón había tomado la decisión de decir semejantes palabras al pelirrojo.
Un 'te quiero' era el equivalente de un promiscuo 'te amo', y a su edad palabras más honestas que esas imposibles de encontrar; calaban en lo profundo de su alma hasta doler. Dolor que se acrecentó con la incertidumbre que el menor le generó las pasadas horas. Pero ahora estaba allí, saboreando en la boca del otro el dulce remanente que esas mismas dos palabras habían dejado en Kihyun.
Estaba siendo correspondido por la persona que anhelaba, por la persona a la cual su voluntad se entregaba de brazos abiertos y ojos cerrados. Por ello no le impresionó demasiado cuando un beso lleno de vigor le llevó a ambos de un momento a otro, a volver tangible la emoción.
Nunca dejaría de ser hombre de palabra, a pesar de eso cuando le prometió al pelirrojo que le complacería imaginó algo completamente diferente. Sin embargo, allí estaba haciendo suyo una vez más a Kihyun, a quien sostenía con firmeza por los costados mientras éste intentaba aferrarse al mesón de la cocina donde la mitad de su cuerpo yacía recostado.
-¡H-hyunwoo, más, más!
-Eso es bebé, grita mi nombre.
Los mismos mantras, el mismo lloriqueo que el menor continuaba recitando y que nunca perdía su encanto. Kihyun pedía y él le daba con entusiasmo, juntando sus cuerpos a la búsqueda del equilibrio máximo entre dos amantes. No había motivo ni manera en el universo de que su cuerpo dejase de pedir por la existencia de Kihyun cerca de él. Ya hasta emprendía una explicación científica para su necesidad, algo como que sus átomos encontraban afinidad únicamente con los de Kihyun. Porque de qué otra forma, qué otra explicación lógica podía hallar.
Vibraba a la misma frecuencia de ondas de Kihyun, respiraba a la misma velocidad que el otro, su corazón latía con el mismo desenfreno, todo, todo tan ligado a su amor. Kihyun era la mitad de su existencia y mientras arremetía contra él más clara se volvía dicha realización.
-Eres mío y yo soy tuyo, Kihyun.
Murmuró aquellas palabras entre jadeos contra la piel del pelirrojo, tras alzar el suéter que aún hacía el intento de vestir la anatomía de su dueño. Le besó en pleno vaivén de sus cuerpos, le hizo el amor a su piel usando labios con gracia, e imprimió su nombre en el otro para que recordase ese, así como sus otros encuentros.
-T-tuyo... soy sólo tuyo, Hyunwoo... a-ah...
La confirmación de Kihyun era más que suficiente para incentivarle, llevaría al otro a donde tanto ansiaba llegar pero lo haría con toda la furia pasional que tenía para dar.
Inclinándose más hacia el cuerpo del menor buscó una de sus manos para enlazarla a la propia, sus caderas buscando un ritmo más cómodo para la posición y de ese modo escondido entre el cuello y el hombro ajeno sembró todos los besos que se le antojó, junto a los clichés que su corazón derramó en palabras entrecortadas.
-A-ah, ah, ahmm... Hyunwoo...
-Vente para mí, Kihyun...
Y más que una orden, una súplica. Su voz titubeaba de la emoción, su ceño se fruncía ante el placer y el resto de su cuerpo reaccionaba solo ante la provocación que Kihyun le generaba. Cada vez sentía al pelirrojo tensar más sus músculos, envolviendo su carne, dificultando sus movimientos. Los espasmos cada vez más violentos y los lloriqueos más continuos hasta finalmente lograr el estallido. Fue entonces que en pleno apogeo de la corrida gloriosa de su amante, se hubo dedicado a duplicar sus mimos y caricias, queriendo que el otro navegase más profundo en las aguas del placer.
Acción que vio gratamente recibida por el pelirrojo que aún entre cortos gemidos le seguía llamando y así, no tardó nada en llegar al mismo lugar que su adverso. Enterrándose en éste, vaciando todo de sí en su interior, siendo el primero (y el único) en conquistar aquel cuerpo, en dejar su marca dentro de Kihyun.
-A-ah, H-hyunwoo... s-se siente extraño...
-¿T-te molesta?
Murmuró tras un grave gemido, siendo víctima de las convulsiones placenteras que su cuerpo recibía gracias al orgasmo. Suplicando por una respuesta positiva porque el desmayo que le provocó el sentir en carne viva a Kihyun había sido monumental, saberse el primero le ardía en el corazón, tornaba todo más especial.
-N-no... no, se siente extraño, pero se siente b-bien... n-no salgas todavía, no quiero...
-Shh... te tengo, bebé.
Contento por la respuesta del pelirrojo se abrazó a éste por un instante, ambos acurrucándose en el nuevo descanso de la escalera que habían subido para llegar a otro nivel de confianza. Porque... qué más íntimo que la exclusividad entre amantes.
Besó la sudorosa espalda de su menor y así de a poco salió de éste, aun tomándole en brazos para evitar que perdiera el equilibrio y se lastimara.
-M-mh... c-creo que una ducha me vendría bien.
-Lo mismo te iba a decir.
...
-Hyung, ¿me cargas? P-por favor. No siento las piernas.
Soltó una risilla complacida ante la confesión y sin decir nada, recibiendo las quejas penosas del menor, le cargó entre sus brazos sin esfuerzo alguno como si de una princesa se tratarse.
♥
-Te voy a extrañar...
Escuchó decir al otro, quien permanecía de espaldas aclarando su cuerpo bajo el rocío de la ducha.
-¿Por qué lo dices de esa manera? Nos podemos ver cuando gustes, Kihyun.
-Lo sé, lo sé. Pero... cuando pasamos días así juntos, suelo echarte de menos cuando vuelvo a casa. Me gusta despertar contigo, desayunar contigo...
Con suavidad le fue dando la vuelta al pelirrojo mientras éste hablaba y una vez le tuvo de frente, tomó las manos ajenas entre las suyas, llevándolas hasta sus labios para así plantar besos sobre ambos dorsos y palmas.
-Cuando quieras y se pueda... siempre te recibiré, bebé.
Selló la promesa con un beso a la frente del menor, guiándole despacio hasta dejarlos a ambos bajo la cortina de agua. Se mantuvo abrazado a su opuesto por lo que percibió como una vida entera y fueron a penas minutos, tan sólo disfrutando de la cercanía y de lluvia tibia.
A juzgar por el relajo de su opuesto, sabía que sus respuestas tenía el resultado que buscaba en Kihyun. Era lo mejor dejarle las opciones sobre la mesa y que éste decidiera, apresurar las cosas nunca sería lo indicado con Kihyun, y de todas formas no estaba interesado en llegar más rápido al final porque era mejor disfrutar y explorar todo con la misma serenidad que traían.
-Gracias, Hyunwoo...
Volvió a besar la frente del menor y después sus empapados cabellos. En su lengua danzaba la misma respuesta de siempre, pero prefirió esa vez, simplemente recibir los agradecimientos.
♥
Aunque la negación les servía de refugio momentáneo, ambos sabían que debían volver a la rutina, y a pesar de que sus rutinas no fueran malas, la tentación de poder pasar más tiempo con el otro les atestaba.
-Hyung, ¿estarás muy ocupado esta semana?
-No lo creo. Aunque debo verificar primero con Changkyun.
Respondió mientras terminaba de secar su cabello con una toalla, estando ya vestido con la ropa abrigada más cómoda que pudo encontrar, ya le tocaba llevar a Kihyun de vuelta a su casa. Distinguió algo de tristeza en el menor cuando alzó su mirada y curioso por el estado de su adverso, se acercó a la cama donde éste permanecía tomando asiento a su lado antes de preguntar.
-¿Por qué sigues triste?
-¿Ah? N-no, no. No estoy triste, Hyung.
-¿Entonces?
-No es nada importante sólo... pensaba en la fiesta de Hyeongjun.
-Oh, ¿ya tienes una idea de lo que quieres hacer?
-Algo así...
En la pausa titubeante que le dio el menor encontró el lugar que estaba esperando para dar su siguiente gran paso. No es como si no hubiese pensado antes en el asunto, le pasó por la cabeza un par de veces la situación, pero no encontró como abordar la conversación sin sentir que aquello pudiera atosigar al menor de alguna manera, pero ya que estaba allí su oportunidad, se arrojaría y la tomaría.
-Sabes, estuve pensando también en eso. La verdad llegué incluso a pensarlo para tu cumpleaños, pero entendí que era mejor si sólo éramos nosotros dos en esa ocasión. Sin embargo, quería proponerte hacer la fiesta de Hyeongjun aquí.
Entendía el asombro pintado en las facciones del menor, eso y el silencio no tan reconfortante que le acompañó.
...
-Y-yo... ¿no sería una molestia para ti, Hyung?
-Para nada. Estaría encantado de poder pasar más tiempo con él. Con ustedes.
-Bueno... no creo que sea una mala idea. Pero eso sí, nada de regalos costosos ni decoraciones extravagantes.
Esbozó una sonrisa ante la pronta objeción del menor.
-Creo que después de la experiencia con tu cumpleaños, me podré adaptar muy bien a éstos términos. Tú solo dime lo que Hyeongjun quiera y que invite a los amigos que desee.
-No serán tantas personas, Hyung. No tienes que preocuparte por eso, también vendré ayudarte con lo que haga falta y...
Y mientras Kihyun hablaba, más feliz era de saber que sus sueños se volvían realidad. Aquel atisbo de luz ahora era nada más y nada menos que el sol de sus días, Kihyun por fin le abría con confianza las puertas al resto de su vida.
-Es un sí a todo, tienes mi palabra, bebé.
Un beso, una par de sonrisas, un abrazo y una promesa tácita de por vida.
.
.
.
Y esta vez Kihyun no huyó sin explicación.
Creo que estoy entrando en negación porque a este fic le quedan solo dos capítulos más para acabarse.
Pido disculpas por la tardanza y también por lo absurdo y fuera de lugar que parece este capítulo. No he estado en un 100% últimamente, daré lo mejor de mí en la próxima.
Gracias por el apoyo, nos leemos (oꆤ︵ꆤo)
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