♡ → Capítulo segundo
No es demasiado pronto para actualizar, ¿o sí?
¡Arriba el Showki!
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-Hyung. Hyung... ¡Hyung!
-¿Hm?
Con parsimonia apartó la mirada del pelirojo que ni se inmutaba a su presencia para volver al rostro de un impaciente Changkyun.
-Hyung, es séptima vez que dejas de escucharme. Por favor, necesito que te enfoques porque no puedo tomar esta decisión por mi cuenta.
-Hm... Ya dije que si Minhyuk no quiere invertir podemos hablar con Seungcheol a ver qué otras opciones tenemos.
Vio al menor torcer los ojos ante su respuesta y antes de que este pudiese hablar nuevamente tomó la palabra tras acomodar su postura en la silla que ocupaba.
-Changkyun. Si MinHyuk no quiere invertir con nosotros es por tu culpa y antes de que verdaderamente comprometas el bienestar de mí empresa te sugiero vayas a su casa y voluntariamente te disculpes por haberte burlado de su perro en Twitter.
Dejó ir una pesada exhalación ante la mueca de disgusto y vergüenza que se dibujó en el rostro adverso. No le encantaba imponerse a los demás aunque fuesen sus inferiores, pero había situaciones que lo ameritaban. Aquella disputa le tenía cansado y sinceramente no podía entender cómo habían llegado tan lejos por sólo un 'Tweet'. Eran adultos con el peso de buenos cargos empresariales sobre sus hombros, aun así MinHyuk les había declarado la guerra hacía tres meses porque a Changkyun se le ocurrió la brillante idea de decir que el perro del otro era "feo". Sí, a sus treinta y siete años sinceramente no entendía cómo habían llegado tan bajo un par de apoderados.
-Disculpen, ¿puedo retirar esto?
-Sí. Gracias.
-¿Desean ordenar algo más?
Con todo y eso, aquel día su mayor inconveniente era el hecho de que hubiesen solucionado el problema de personal en el café, ahora sólo podía conformarse con ver al pelirojo de lejos y como este le sonreía siempre a sus compañeros al indicar una orden lista, es decir, todos los que trabajan allí eran atractivos. Incluso había pillado las miradas para nada sutiles que Changkyun le lanzaba al nuevo mesero, pero el barista... el chico de cabello rojo era como él solo.
-No, estamos bien, gracias.-
Escuchó a su menor rezongando un "nos preguntó a los dos, no solo a ti" pero no le importó. Recogió sus cosas junto su opuesto tras dejar la propina sobre la mesa se marchó del lugar no sin antes ver por última vez la sonrisa de aquel ángel.
Si ya tenía el descaro de parecer un acosador al acecho de su siguiente presa cuando miraba al pelirojo (y a falta de su verdadero nombre), podía darse el lujo de llamar al otro como bien le pareciera.
♥
Los domingos eran su único día libre sin excepción, cual fuese el problema o la emergencia debían resolver sin él, pues, ese día tenía la estricta regla de no llevar el teléfono consigo muy al pesar de su familia, socios y amigos... El domingo era su día.
Consentirse y cuidarse nunca estaba demás, en la semana siempre apuntaría a alguna actividad diferente que pudiera realizar, pero las mañanas del domingo siempre estarían reservadas para quemar estrés en el gimnasio.
Ya en su temprana adultez se considera una persona libre de vicios, completamente sana de la cabeza a los pies. Con un divorcio encima y sin niños a quienes criar, suponía un privilegio la fortuna que tenía no solo en dinero sino en tiempo para sí mismo. Por ello, hubiese sido sacrilegio no darse una vuelta por el café después de acabar su rutina.
Ahora estando allí y sin la presión de Changkyun, debía admitir que el ambiente los fines de semana era mucho más acogedor en el local, se percibía mejor la harmonía de los colores en la decoración y el aroma tan divino del café recién hecho y... él. El barista, por supuesto, lo sublime de aquel respiro en la ciudad.
-Buenos días, señor. ¿En qué le puedo servir esta mañana?
Incorporándose lentamente en su asiento y tras despegar sus ojos de la inquieta figura del barista, dedicó su atención al mesonero a quien esbozó una leve sonrisa.
-Buenos días. Quiero la infusión de frutos rojos y... quizá algo para desayunar, lo que usted sugiera.
-Por supuesto, señor. En un unos minutos estaré de regreso.
"Adorable" pensó cuando vio los hoyuelos de aquel chico al sonreírle tras tomar su orden. Volvió a recostarse una vez más en el sillón que ocupaba y su vista esta vez se desvió hacia la ventana. Mientras veía a las personas caminar por la acera se preguntó cuánto tiempo iba a seguir dando vueltas a ese asunto, es decir, podía quedarse a frecuentar ese lugar y deleitarse con el pelirojo por días, semanas, meses... cuanto durasen sus ganas de querer verle, o bien podía empezar por preguntar su nombre y de allí montarse en lo que sabía sería una desventura para conocer al extraño que hasta en sus sueños tenía protagonismo.
Era una cuestión que debió quizá sopesar más, ya a su edad no sentía la misma chispa de antes, el ir de casería a por un romance no encabezaba sus planes ni siquiera le inmutaba el hecho de no haber tenido (durante casi un año) un cuerpo al cual envolver entre sus sábanas. Alguna vez se lío con Changkyun al pasarse de copas, pero nada de eso tenía mayor relevancia, no después de aclarar con el menor que era mejor disolver la tensión acumulada de otra forma más "profesional". Y ni hablar de su infructuoso matrimonio que le había lanzado a un insípido verano. La llama de la pasión, como decían, se le apagó. No obstante el pelirojo parecía haber desempolvado su allanado corazón.
-Aquí tiene, señor. Que lo disfrute. Si necesita algo más no dude en llamarme.
"¿Qué tan malo sería intentar?" Murmuró para sí mismo mientras el chico terminaba de colocar todo sobre la mesa.
-¿Disculpe?
-Sí, hm... ¿Podría hacerme un favor?
-Por supuesto, señor.
-¿Podría facilitarme el nombre de su barista?
-¿Oh?... ¿Kihyun-shi?
-¿Kihyun?
-S-sí, señor. Nuestro barista se llama, Kihyun... ¿Necesita algo más?
-No, eso es todo. Muchas gracias.
Lamentó el haber dejado al chico colgando en la incertidumbre de su inocente pregunta, sin embargo, no había cabida para explicaciones y, si este hubiese querido habría negado su petición cosa que no le hubiese afectado demasiado, al fin y al cabo, había más de una manera de hacer las cosas él solo se había dado a la tarea de tomar el camino más corto y ahora... Ahora sus sentidos dormitaban en la entonación tan mansa del nombre ajeno.
-Kihyun...
Repitió en voz baja mientras, una vez más, disfrutaba de la vista y del haberse complacido ese día.
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No odien al obstinado de Changkyun, por favor.
ヽ(⌐■_■)ノ♪♬
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