♡ → Capítulo décimo segundo
Este capítulo además de importante es intenso.
¡Arriba el Showki!
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Había pensado que su racha de suerte se mantendría invicta por mucho tiempo, más pronto se dio cuenta de que en definitiva no sería la cuestión. Tras su segunda cita con Kihyun el trabajo le había absorbido por completo. Entre las reuniones, la revisión de documentos, las peleas con Changkyun y pare de contar aunque tuviese los domingos para descansar no podía hacer más que solo eso, descansar. Por supuesto seguía frecuentando el café entre uno que otro rato libre, le escribía al pelirrojo por las noches, incluso le habría llamado una o dos veces en lo que terminó siendo tres fatídicas y largas semanas.
Desde un principio se había sorprendido de que al final fuese él mismo quien le tuviese que cancelar Kihyun, pero este se había mostrado comprensivo en todo momento casi aliviado a su parecer; siempre que pensaba en eso último no podía evitar suspirar, queriendo poder hablar con el menor lo antes posible para tratar de entender cuáles eran sus inquietudes y acabar con ellas.
Pero ya no tendría que esperar más para volver a tener un rato a solas con el menor. Ya no tendría que conformarse con las charlas cortas de antes, los mensajes e incluso las llamadas. Ese fin de semana el menor sería suyo y tal como le había dicho al barista, le recompensaría por tan larga espera.
Verán que con todo el tiempo que tuvo para pensar (e imaginar) a dónde llevar al joven a una tercera cita, no se le ocurrió absolutamente nada. No se quería conformarse con lugares frecuentados, no quería repetir tampoco una simple cena, quería seguir luciéndose porque tenía el firme pensamiento de que por ser Kihyun debía dar más. Por ello resolvió abrirse (aunque temprano a su parecer) al invitar al pelirrojo a su casa.
Llevar, invitar, traer, recibir personas en su hogar no le era habitual, lo sentía incluso como algún tipo de acto invasivo a su privacidad. Claro que Changkyun y Hyungwoo eran siempre bienvenidos pero su casa siempre sería su lugar de reposo, la fortaleza a la cual no dejaba entrar a nadie sin permiso. Incluso estando casado le había costado acostumbrarse a la idea de compartir el espacio, su ex esposa adoraba las fiestas pero él no era partidario de ellas, haberse criado como hijo único y con padres ausentes más que generarle la necesidad de tener atención le había hecho apreciar el espacio personal y los beneficios de la soledad.
Pero sí, Kihyun era la excepción a sus reglas y aunque fuese precipitado le había invitado estando preparado para un posible rechazo, porque bien sabía Kihyun podía malinterpretar sus intenciones, con todo y eso... La suerte una vez más le tomó de la mano.
De ese modo terminó sentado en una de las bancas de su jardín contemplando la piscina cubierta (debido al invierno) y las escasas estrellas que salpican el cielo en compañía del barista.
-Su casa es hermosa, Hyung.
-Gracias. Aunque a veces la siento muy grande, he pensado muchas veces mudarme a un lugar más sencillo, tampoco suelo recibir muchas visitas.
-Si yo fuera usted... probablemente me hubiese mudado, pero igual extrañaría tener una piscina.
Sonriéndose por los comentarios que hacía el pelirrojo se daba también palmadas al hombro por dar en el blanco una vez más al arriesgarse. Cada cita que tenía con Kihyun le veía más suelto y vivaz; le gustaba en demasía cuando su opuesto no paraba de hablar sobre lo que fuese. Escuchaba y asentía con una sonrisa a lo que le decía, de vez en cuando dando un sorbo a la copa que reposaba entre sus manos y así embelesado respondía de a ratos.
-Oh. Estoy hablando demasiado, ¿verdad? Lo siento, Hyung.
-¿Hm? No, no. Me gusta escucharte te lo he dicho siempre. Puedes hablarme de lo que desees, además me causa gracia cómo te quejas siempre de Jooheon, él es un buen chico.
Vio al menor bajar la mirada hasta sus manos y posteriormente alcanzar la copa que descansaba sobre la mesa a su costado, no le vio beber de esta pero sí le examinó mientras meneaba el líquido en su interior.
-Sí, lo es. Jooheon es increíble. Es sólo que... no estoy acostumbrado a ser así de abierto con personas que recién vengo conociendo.
-¿Lo consideras algo malo?
-No... no creo que lo sea. Sólo me tiene extrañado.
-Si te soy sincero no pensé que fueras así, es decir, me parece que tienes una hermosa personalidad, pero sí te pensaba quizá retraído... sobre todo después de todas las veces que me rechazaste. Y en ocasiones no hace falta siquiera que hables, tú rostro lo dice todo.
Habló despreocupado quizá en un tono burlón que terminó en el sonrojo que ahora cubría el rostro del menor.
-Lo siento, Hyung. También tuve mis reservas con usted, pensé que sólo me quería por... bueno, usted probó que es diferente. Ambos probamos ser diferentes para el otro.
Le dio curiosidad el porqué de la pausa que había hecho al hablar, pero no presionó por una respuesta.
-No te aflijas por algo como eso. A decir verdad, no estaba seguro de sí debía invitarte a mi casa pero quería experimentar algo más personal, es decir, mostrarte un poco más de mí.
Luego de hablar tomó una de las manos ajenas entre las suyas, acariciando la misma como ya le era costumbre. El calor que su adverso le transmitía no fallaba al reconfortarle y traerle calma en esos momentos que el silencio... no aportaba al ambiente. Observó de reojo al barista que ahora se acomodaba en su lugar tras dar un sorbo a su copa, delineó el perfil del otro con la mirada cuando este alzó la cabeza al cielo y quiso imitarle, buscando aquello que parecía llamarle tanto la atención escuchando nuevamente su voz.
-No siempre fui de esta manera. De dar esa imagen distante, es decir, en el café siempre estoy alegre pero es mi trabajo atender con una sonrisa y aunque lo disfrute, no siempre es un acto natural. Antes de Hyeongjun todo era indiscutiblemente más fácil, tenía una vida social muy activa y debo admitir que me gustaba mucho ese estilo de vida, responsable pero animado. Luego... no sabría decir si todo se vino abajo por un momento, pero tuve que madurar por obligación.
Le tomó por sorpresa que el menor se abriera de esa manera justo después de él comentar sus intenciones reales, en ese momento supo que debía aprovechar el momento de valentía para conocer más del otro y también dejarle saber lo que pensaba con respecto a la persona que era ante sus ojos.
-No lo tomes a mal, Kihyun. Pero agradezco que las cosas hayan salido así en tu vida, indiferente al habernos conocido o no... me pareces una persona maravillosa y no serías así de no haber pasado por tales acontecimientos. Hay que ver siempre el lado bueno de todo.
Sintió la mirada del menor sobre sí y cuando volteó a verle éste sólo mostró una sonrisa tanto melancólica que le enfrió un poco el corazón. Dejando su copa a un lado junto a la del menor le atrajo a su cuerpo, envolviéndole en un abrazo protector.
En el suspiro que dio su adverso encontró algo de paz pero le quiso transmitir valor para que este terminase de sacar todo lo que suponía enmarañado en su interior. Quizá no era tan cercano a Kihyun, pero era libre de creer que la confianza entre ellos se fortalecía ignorante al tiempo que llevaban conociéndose.
-Tenía diecisiete cuando dejé embarazada a mi novia de ese entonces, a la madre de Hyeongjun. No es como si no supiese lo que hacía, sólo fue un descuido por parte de ambos... Hm, no. Ahora que lo pienso, olvide lo de antes, no era nada responsable. Ninguno de los dos estuvo de acuerdo en abortar, pero por supuesto ninguna de nuestras familias estaba contenta por lo sucedido. Mis padres no le tenían la mayor estima y sinceramente ahora pienso que nunca tuve una razón real para estar con ella sólo quería una novia, la pasábamos bien y con eso era suficiente. El tiempo que estuvo embarazada las cosas no parecían reales y sólo el día que tuve a Hyeongjun en mis brazos comprendí que ya nada sería como antes. Gasté los ahorros de mi vida en lo que pudieran necesitar ella y mi hijo, sus padres nos ayudaron a financiar lo más importante, ella nunca estuvo comprometida al hecho de ser madre. Cuando cumplí veintiuno pedí la custodia de Hyeongjun, ella se mostró renuente pero sus padres estuvieron de acuerdo alegando que era una pésima madre. Finalmente, no supe más de ella luego del cuarto cumpleaños de Hyeongjun, durante todo ese tiempo mis padres fueron los que ayudaron. Yo tenía tres empleos de medio tiempo mientras terminaba la secundaria de noche y mis padres cuidaban de Hyeongjun, pagaron por todo lo que le hizo falta hasta que finalmente pude salir adelante.
Decir que el relato de Kihyun no era admirable sería blasfemar. A sus treinta y siete se consideraba exitoso en la vida, pero Kihyun le superaba con creces. Simplemente escuchar por todo lo que este había pasado (e imaginar lo que no le había contado) le calaba en el corazón de la mejor manera. Mientras le sostenía en brazos iba reafirmando sus sentimientos por el joven, ya no podía poner en duda lo mucho que le estimaba como persona y lo mucho que quería seguir siendo parte de su extraordinaria vida.
-En el transcurso de esos años no tuve tiempo para otro sino para Hyeongjun. Creo... quizá me volví muy distante a la sociedad y... sí, no me arrepiento de nada si mi hijo es feliz.
Cuando supo terminado el relato del menor besó los cabellos de este antes de peinarle el flequillo y dejar otro beso en la frente expuesta en un acto de ternura.
-Eres una persona asombrosa, Kihyun. Me alegra que me hayas dado el honor de conocerte.
-H-hyung, no es para tanto...
-Lo es. Yo considero que lo es. Todos esos tormentos que superaste... muy pocos pueden con eso, lo sabes.
El sentimiento tan plácido que arrojó la sonrisa en los labios de Kihyun tan pronto hubo afirmado su palabra, simplemente fue lo que necesitó para sellar la conversación con un sutil beso. Uno que se transformó en dos, y dos que se transformaron en tres y para cuando terminó de besar los labios ajenos entre risas volvieron sus miradas a las alturas.
Le agradaba que tras momentos de tensión o seriedad, siempre pudieran volver a la comodidad, refugiarse en banalidades y seguir siendo ellos. La noche profundizaba cada vez más y el frío les hacía juntarse a falta de abrigo, y para cuando hubo sentido el tiritar del menor le miró con preocupación.
-¿Prefieres entrar? Estás helado.
-S-sí... la noche está hermosa, pero hace mucho frío.
Con el pesar de tener que soltar al barista le dejó libre para así ambos colocarse de pie y con las copas en mano volver a la casa. Cerró las puertas francesas que comunicaban la cocina con el jardín y se acercó al mesón donde reposaba la botella de vino para servirse un poco más.
-¿Gustas?
-No. Bueno, quizá solo una más.
Se rió ante la respuesta dudosa y le sirvió también al menor para luego tenderle la copa.
-Quisieras ver una película, comer algo... considero que todavía es temprano, tú dime.
-Ah... lo que usted quiera, Hyung. Hoy le toca decidir.
Volvió a reír y sin reparar mucho en el asunto buscó algunas frutas en la heladera. Hacía rato había cenado con su opuesto, remedió que a esas horas sería mejor un refrigerio ligero.
-Entonces... me comentabas allá afuera que te gusta cantar.
-Ah, sí. En la secundaria estuve en una especie de coral y originalmente mis ahorros estaban destinados a ir a una universidad donde pudiera sacar un título en algo alusivo.
Le oía con agrado mientras veía como este se llevaba uno que otro trozo fruta a la boca.
-Pero... tienes el entrenamiento, te faltaría solo... ¿pulirlo?
-Hm, hace mucho no le dedico tiempo a eso, quizá esté oxidado.
Observó al menor caminar en dirección al fregadero mientras este hablaba pero antes de que pudiese llegar le vio perder el equilibrio al resbalarse.
Agradecía sus reflejos rápidos porque de no tenerlos la aparatosa caída del menor les hubiese dejado en otros términos.
-Ah... qué torpe soy, l-lo siento, Hyung.
-No te preocupes. Es bueno que estés bien...
Con Kihyun entre sus brazos y a esa distancia tan próxima a sus labios no podía evitar que las ganas por besarle se le derramasen.
-Hyung...
Otra vez, suponía había sido demasiada la espera. Asaltó los labios del menor en un beso delirante, su boca cubriendo la opuesta tomando todo lo que podía de su adverso que correspondía tímido pero decidido. Tan pronto tuvo la lengua ajena a su disposición la chupó dando el mismo tratamiento a los belfos, percibiendo al instante el ligero temblor en las piernas ajenas que no hizo más que arrancarle una sonrisa. No iba a perder la oportunidad, un suspiro fue respuesta suficiente para saberse bien recibido a hacer cuanto quisiera y así con el mismo impulso que tuvo al besarle, deslizó sus manos por la silueta que aún sostenía hasta llegar a las piernas ajenas las cuales tomó por los muslos al alzarle. Recibió un alarido de sorpresa por parte del menor a quien sonrojado dejó sentado sobre el mesón de la cocina.
-Hyunwoo...
Reconoció su nombre salir del menor en una elaborada exhalación y sólo así despertó del trance al cual le habían enviado los besos del menor. Relamió sus labios y contuvo las ansias que tenía de volver a besar la boca ajena. Aunque el mesón fuese un poco alto aún podía imponerse ante el pelirojo, engullendo su figura entre sus brazos, pero en el momento prefirió acariciar los costados ajenos con sutileza mientras seguía revoloteando los labios opuestos en espera de una respuesta a su llamado.
-¿Quieres que me detenga?
-Y-yo... no... no quiero que lo hagas, Hyung.
-¿Seguro de tu decisión? Igual podrás pedirme que lo haga, ¿si?
Esperaba una respuesta verbal, aun así la respuesta que consiguió fue incluso mejor, de todas formas los labios del menor se movían pero no precisamente para formar palabras. Al contrario de los besos anteriores, teniendo luz verde podía darse el lujo de recorrer con tranquilidad el territorio que ahora se disponía a explorar. Con la boca a penas abierta besaba al pelirojo chocando sus labios en besos intercalados con roces que dejaba a mitad de camino por la ligera satisfacción que le producía sentir la impaciencia ajena empujarle de vuelta. Sonreía de a ratos y volvía a amansar con la lengua los lugares que le gustaban, frotándose ligeramente a la contraria. La sensualidad que había adquirido el momento no podía ser negada, se besaban ahora no sólo como enamorados sino como amantes. Incluso sus cuerpos deseosos buscaban saciarse por cuenta propia al pegarse y restregarse como queriendo imitar la danza de sus bocas.
Con los suspiros y jadeos del menor se daba vida y seguía bebiendo de la hirviente pasión. A sus manos no les prestó demasiada atención pero igual disfrutaba de lo que estas tocaban y estrujaban, pues no sólo era el cuerpo del barista lo que embelesado le dejaba, sino también la satisfacción que le recorría cuando paseaba sus manos muy cerca de algún lugar erógeno y este con las manos entre sus hombros y cuello apretaba todo a su paso, pareciendo disfrutar demasiado. Imaginaba a esas alturas cómo habría de sentirse la anatomía bajo sus palmas una vez estuviese al desnudo y el deseo irrefrenable volvía a saltarle encima haciéndole querer clavar sus garras en esa piel.
-H-hyung... Hyunwoo...
Escuchó nuevamente el llamado del pelirojo quien esta vez pareció abrumado a sus caricias, echando la cabeza hacia atrás para presentarse de esa forma que no pudo desperdiciar. A continuación, se inclinó con sigilo sobre el cuerpo ajeno tan solo para rozar sus labios en esa piel y olisquear la fragancia que allí emanaba.
-Hyung... p-pídeme que me quede esta noche...
Ante la petitoria del menor se quedó estático por un momento repitiendo esas palabras en su mente para no pensarse equivocado. Se alejó entonces lo suficiente para tomar el rostro ajeno con su diestra acariciando los labios ajenos que aún guardaban la estela de sus besos. Le examinó con cuidado buscando el asomo de inseguridad que el otro solía cargar y al no verlo comprendió la veracidad de esas palabras.
-Quédate. Quédate conmigo, Kihyun.
Se sintió confiado al decir eso pero no pensó que tal sentencia pudiera hacer tan feliz a su adverso, pero así era, así lo vio en el brillo que adquirieron esos ojos antes de cerrarse sólo para una vez más perderse en la necesidad que había nacido en ambos hacía tan sólo unos minutos.
A la insaciable boca del pelirrojo se le sumaron un par de ávidas manos que ahora le acariciaban tal como él hacía, sentía a Kihyun por todo su torso y su espalda, por la nuca, los hombros y brazos que al final estrujaba. Por su parte le había arrastrado al filo del mesón para así poder pegarse por completo al joven, dejando favorablemente sus cuerpos alineados para frotarse en las zonas donde sus masculinidades ahora comenzaban a presumirse. Como resultado a sus actos Kihyun jadeaba contra su boca, excitado y sonrojado.
-H-hyunwoo... ¿más? A-ah...
Qué clase de hombre sería sino respondía a las tímidas suplicas de su amante. No había hecho nada, siquiera había tocado con propiedad al pelirrojo y ya le tenía a su merced. Soltó una pesada exhalación contra el cuello ajeno una vez tuvo la fuerza para apartarse de esa boca, y así comenzó un recorrido de besos húmedos por el cuello ajeno cuidando de no dejar marcas al morder y chupar demasiado; Kihyun terminaba siempre dando las mejores respuestas a sus atenciones pero su impaciencia le abrumaba, por ello le sostenía con fuerza de la cintura queriendo que tomase el mismo tiempo que él para disfrutar.
Hablando de tiempo, estaba siendo el hombre más feliz del planeta al saber que esa noche tendría a Kihyun para sí de la forma que fuese... eso hasta que a lo lejos un sonido bastante molesto le sacó de su sueño.
Escuchó la musiquilla desconocida y fastidiado se apartó con gentileza de su adverso, alzó la mirada para ver a lejanamente el productor de aquel escándalo.
-Creo que es tu celular.
-¿E-eh?
-Tú celular. Creo que está sonando.
En otra ocasión se hubiese enternecido por el aspecto tan acabado que llevaba el pelirojo, sin embargo, seguía cabreado por la interrupción. Suspiró y a regañadientes caminó hasta poder tomar el aparato y llevárselo a su dueño quien aún incrédulo por todo lo sucedido lo tomó entre sus manos reaccionando al instante.
-¡Por Dios! Cómo pude olvidarme.
Descolocado por el grito del menor se quedó de pie en la cocina viendo como el otro se alejaba hasta el pasillo para lo que suponía sería atender una llamada. Suspiró entre preocupado y abrumado volviendo sobre sus pasos para pensar en los acontecimientos, veía el lugar donde había tenido sentado al pelirrojo y no parecía real. Ese Kihyun que le había pedido quedarse esa noche en su casa y posteriormente se mostró desesperado ante sus toques era un Kihyun que sólo pensó llegar a conocer en sus más oscuras fantasías. Y ahora que le sabía real se le haría difícil olvidar. Pero qué si el joven no quería continuar después de esa interrupción, qué si todo había sido sólo cuestión del momento.
Estaba preparado para lo peor y esperaba lo mejor.
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Kihyun es el mejor padre del mundo.
Nos vemos en la próxima (๑◕︵◕๑)
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