♡ → Capítulo décimo primero
A que les saco una sonrisa con lo que pasa en este capítulo. Si es así me lo dicen en los comentarios.
¡Arriba el Showki!
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A pesar de las incontables veces que dio por extinta la posibilidad de que se diera la susodicha cita, por fin era domingo y Kihyun aún no le escribía para cancelar. Verán que él no tenía previsto todo lo que en días siguientes a su invitación se le vendría encima y, aunque hubiese logrado despejarse de sus responsabilidades con éxito (gracias a Changkyun y Hyungwon) Kihyun seguía yendo de un lado a otro al escribirle mensajes como: 'quizá no sea una buena idea salir este fin de semana', 'creo que tendré que quedarme en casa a ayudar a Hyeongjun con sus asignaciones', '¿aún quieres que salgamos?, te veo muy estresado'. Pues, le era indiscutible el hecho de que al barista le pasaba algo, y no era un genio pero estaba seguro que ese algo era inseguridad. Al darse cuenta de ello decidió jugar su carta de paciencia y cada vez que el menor le insinuaba declinar su propuesta, lograba sostener al otro para que no se arrepintiera una vez más de la decisión que había tomado.
Contra viento y marea ya se encontraba arreglado para su cita la cual esperaba saliera incluso mejor que la primera. Estaba más que decidido a no aceptar un 'No' por respuesta de Kihyun.
Para su grata sorpresa no tuvo que insistir en nada. Kihyun le esperaba esta vez a la entrada del café luciendo un abrigo que a su parecer destacaba su adorable apariencia, era quizá dos tallas más grandes que el joven, pero este igual se veía despampanante.
-¡Hyung! Llegó justo a tiempo.
-Buenas tardes, Kihyun. Así parece ¿llevas mucho tiempo esperando aquí?
-No, no. Sólo unos minutos.
-Ya veo. Entonces... ¿a dónde iremos?
-¿Disculpe?
-Pensé que sería justo si esta vez tú eligieras el lugar, la vez pasada lo hice yo.
-Oh. Ahora que lo dice, si me parece agradable la idea. Déjeme pensar.
Sonrió tan pronto reconoció los gestos que el joven hacía al perderse entre sus ideas: el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados. No pudiendo evitar el impulso como en ocasiones anteriores, tomó la diestra del pelirojo y la llevó a sus labios para acariciarla. Sintió en medio de su acción la mirada del menor pero tras una rápido chequeo, al notar el rubor en las mejillas de este se supo a salvo de algún rechazo.
-No me prestes atención, hace algo de frío sólo quise ver si necesitabas algo de calor. Vamos, sigue pensando.
Vio al pelirojo asentir con suavidad y ante el permiso tácito de este, tomó esta vez ambas manos para empezar a flotarlas entre las suyas con gentileza, sintiendo la piel tan tersa que parecía derretirse en la calidez de las propias. No era mentira que hiciera un frío atroz y que las manos de Kihyun estuviesen heladas, tampoco lo era el que estuviese aprovechándose de la situación.
-¿H-hyung?
-¿Ya tienes un lugar en mente?
-Ah... sí. Quisiera ir con usted al parque junto al lago.
-¿Al parque?... Puedo preguntar por qué.
-Me agrada ese lugar en esta época del año.
-Ese es motivo suficiente. Iremos entonces.
En encuentros anteriores había marcado una distancia prudente con el barista para no incomodarle, no obstante, ya siendo la segunda cita y sabiendo todas las inseguridades que el joven había tenido en la semana decidió barrer con todas ellas al aproximarse sigilosamente al otro, ofreciéndole su brazo para que le tomara mientras caminaban de camino al auto. El gesto fue aceptado por un ruborizado Kihyun que aún se mantenía un poco vacilante ante la acción.
-Te diría para caminar desde acá, pero a juzgar por lo frías que estaban tus manos estoy seguro de que llegarías allí congelado y no me puedo arriesgar a que te transformes en hielo.
La risa de Kihyun siempre sería su melodía favorita y sus sonrisas con ojos de media luna su magnífica visión.
-Es muy considerado de su parte que haya pensado en eso, Hyung. Gracias.
-Soy un caballero, qué puedo decir.
Comentó a modo de broma haciendo reír nuevamente al joven.
El viaje en el auto, aunque corto fue bastante placentero. Kihyun se notaba más a gusto que antes y una vez llegaron al lugar que había sugerido le pareció presenciar un fenómeno indescriptible: pudo jurar que las luz entera del universo se contenía en los ojos adversos. No hizo comentario alguno sobre la preciosa mirada llena de ilusión que cargaba el barista, se mordía la lengua para no traspasar los límites que él mismo se había impuesto y también porque quería reservarse todos los pensamientos, pero le era tan difícil contenerse de cualquier cosa cuando Kihyun parecía brincar con cada paso que daba a su lado mientras se sostenía de su brazo, no pudo evitarlo, tuvo que preguntar.
-¿Hacía mucho que no venías por aquí?
-Ah... la verdad no tanto, sólo me gusta mucho el ambiente. La puesta de sol es realmente hermosa desde aquí, Hyung.
-Bueno saber que estaremos para verla el día de hoy y... ¿Cómo ha estado todo?
-¿En el trabajo? ¿En casa?
-Tú dime, me gusta escucharte. Aunque más o menos me contaste por mensajes la otra noche.
-Hm, cierto. La verdad, todo ha estado extrañamente tranquilo, de cosas nuevas podría decir que Hyeongjun comenzó sus clases nuevamente en la academia de baile.
-No me habías mencionado que bailara.
-Oh, sí. Lo hace muy bien para sólo tener diez años, es como si llevara el ritmo en la sangre yo no puedo moverme así. Él y su mejor amigo Minhee siempre han estado interesados en ese mundo, y yo estoy más que feliz de apoyarles.
-Me gustaría verles bailar alguna vez si no es un problema.
-N-no creo que lo sea... aunque Hyeongjun todavía es muy tímido, Minhee es quien le ayuda con la timidez.
-Suena que esos dos tienen una muy buena amistad.
Mientras charlaban no paraba de devorar con la mirada la belleza de su entorno, aunque el paisaje invernal no fuese exuberante, había algo en la sensación que transmitía el gris blancuzco que era simplemente atrayente a sus ojos, sobre todo si a ello le sumabas la proximidad de la puesta de sol y a un etéreo Kihyun que cada vez que hablaba se apegaba inconscientemente hacia su cuerpo o le apretaba el brazo en medio de su relato.
-Yo sí tenía muchos años sin venir a este lugar, no te mentiré no soy fanático de las caminatas, pero empiezo a creer que me hacían falta.
-Siempre es bueno alejarse del bullicio de la ciudad. Cuando Hyeongjun era más pequeño le traía aquí junto a Minhee para que jugaran. Por eso quizá me gusta tanto... venir aquí me trae muy buenos recuerdos.
Hubo un silencio cómodo instalado entre ambos que quizá no duró demasiado pero les hizo apreciar la cercanía del otro. Y tras sentirse de ese modo, no pudo evitar esperar que ese momento que estaban viviendo se sumase también a la lista de buenos recuerdos del barista.
No había manera de que sus ojos se apartasen del joven a su lado, su mirada siempre volvía a ese punto de inicio y de vez en cuando pillaba a Kihyun viéndole de vuelta a lo que sólo podía sonreírle.
-Sabes... no había reparado con seriedad en lo mucho que un hijo cambia la vida de una persona hasta que te escuché hablando de Hyeongjun.
...
-Es un cambio drástico, sí. Pero ahora que Hyeongjun está conmigo no puedo imaginar las cosas de otra forma. Amo mucho a mi hijo.
-Así se nota, y es hermoso.
No pasó demasiado tiempo hasta que ambos encontraron un buen lugar cercano al lago donde pudieran sentarse en una banca a esperar por el atardecer ansiado. Las personas iban y venía a los lados, la brisa fría les hacía buscarse sin pensarlo y, para cuando ambos habían reparado en la posición del otro les pareció conveniente.
Envolviendo al menor con uno de sus brazos y teniéndole cerca de su pecho se sentía pleno, sin embargo algo parecía fuera de lugar. Bajó la mirada notando la expresión tensa en el rostro ajeno y como los ojos de Kihyun se desviaban hacia sus manos con las cuales jugaba sobre su regazo.
-Kihyun... ¿Pasó algo?
-Hay una señora al otro lado que no deja de mirarnos, me siento incómodo.
Escuchó los susurros del joven y tan pronto hubo terminado alzó su mirada para dar con la susodicha a quien sólo ignoró volviendo a poner su atención en el menor.
-Hey, mírame... por favor.
Su diestra a pesar de no estar tan caliente como hubiese deseado buscó tomar el rostro ajeno, dándole la pista al pelirojo de que elevase su mirada para verle a los ojos.
-No le hagas caso a nadie. Ellos no son quien para venir a juzgarnos, ¿sí?
A falta de una respuesta verbal insistió al acariciar con su pulgar la suavidad bajo su palma y, nuevamente al sonreír buscó reconfortar al joven que esta vez le devolvió la sonrisa y asintió.
-Hyung... ¿Puedo hacerle una pregunta?
-La que quieras.
-Cuántos... ¿qué edad tiene?
-Treinta y siete, los cumplí hace unos meses.
-¿Qué?... ¿T-treinta y siete? P-pero usted se ve mucho más joven, es decir, no aparenta en nada ser diez años mayor que... yo.
-¿Oh? Entonces esa es tu edad, ¿veintisiete años? Pensé también que eras mucho menor, pero teniendo en cuenta la edad de Hyeongjun no terminaba de convencerme.
-E-espere... ¿no le molesta?
-El qué.
-Que sea mucho más joven que usted, Hyung.
-¿Debería molestarme? Yo veo que eres un adulto completamente capaz y no creo estar cometiendo ningún delito... ¿A ti te molesta que esté cerca de los cuarenta?
El precioso rubor que teñía los pómulos de Kihyun mientras se descubrían el uno al otro era algo que nunca en su vida se iba a cansar de ver, y si el destino era gentil y le obsequiaba mucho tiempo junto a Kihyun esperaba, entonces, siempre hubiese un motivo para revivir el ardor en esos pómulos.
Sintiendo algo de valentía se inclinó a besar una de esas mejillas, afincándose delicadamente en esa suavidad ya conocida por memoria táctil de sus labios. Siendo cuidadoso mantuvo su mirada en los orbes castaños del barista y mientras este intentaba balbucear algo sobre los estándares sociales resolvió callarle al pasear el mismo pulgar que antes le había acariciado por esos finos labios que le invitaban con descaro.
-No hagas caso a otros, Kihyun. Sé fiel a ti mismo y a lo que te hace feliz.
...
-Hyunwoo...
"Ha sido demasiado, ¿no?" pensó cuando su nombre se vertió de aquellos labios y su corazón palpitó tan fuerte que amenazó con salirse de su pecho, a juzgar por la luz que iluminaba el rostro de Kihyun sabía que el sol estaba a punto de rendirse a la luna y en su insaciable apetito de romance agraciado, se inclinó despacio para finalmente posar sus labios en los adversos.
Primeramente el roce fue simple, apenas un toque, un pico en los labios de Kihyun para probar suerte. A continuación, una pausa corta para verificar el semblante calmo y ruborizado del joven quien con ojos entre abiertos parecía pedirle nuevamente alguna caricia como la anterior. Así, ladeando su cabeza buscó el ángulo indicado para encajar sus bocas, su diestra seguía sosteniendo las delicadas facciones del barista y a cada mínima presión de sus labios sentía un placentero cosquilleo. Como si la boca de Kihyun fuera el fuego derritiendo el hielo; Kihyun siempre era primavera y verano en su otoño e invierno. Un beso, dos besos, tres besos y sus pulmones y corazón se hinchaban de júbilo, sentía el desenfreno de una pasión que empujaba todo pensamiento irracional fuera de su cabeza. Para cuando hubo caído en cuenta ya no eran solo los labios del menor lo que besaba, sino cada centímetro de piel que pudiera adorar con sus belfos.
Sonreía como un desquiciado contra la piel risueña de su acompañante y al culminar con una última caricia volvió a abrir sus ojos encontrándose la más bella de las visiones.
-H-hyung...
Calló al joven con un beso, juntando sus frentes luego. Hasta ese momento no se había percatado de lo fuerte que le apretaban las manos ajenas pero era igual de hermoso que los belfos que competían con las mejillas del barista, ambos en un ardor tierno que todavía le causaba estremecimientos.
-Tenías razón... el atardecer se ve hermoso desde aquí.
La mirada radiante del joven se desvió hacia el frente alcanzando a ver los últimos segundos del ansiado acontecimiento, pero ya para entonces no veía que el otro estuviese interesado en ver caer la noche, pues, para su sorpresa tan pronto este volvió su mirada a la suya cerró los ojos y se inclinó para besarle de nuevo, ésta vez soltando algo que intuyó, venía reprimiendo. Gustoso le aceptó y le dejó envolverle el cuello con los brazos mientras sus manos reposaban a los costados del joven. El menor estando espabilado besaba con necesidad la cual estaba más que complacido de responder. Tras tanto tiempo en abstinencia de su más añorada fantasía no se iba a dar tiempo si quiera de respirar, no cuando la gentileza de la lengua ajena le amansaba los labios y le rozaba tan tímida como ninguna otra en su vida. Apartándose a penas se dio permiso junto al barista de recobrar el aliento entre jadeos acompañados de sonrisas.
-Considerarías como cumplido si te pregunto... ¿dónde aprendiste a besar así?
Se deleitó con la vergüenza que escaló rápidamente el rostro del joven y entre suaves risas le atrapó entre sus brazos para que pasase la pena escondido en su pecho. Kihyun había tenido la mejor de las ideas al sugerir ese lugar. En su vida hubiese pensado en un espacio mejor para tener su primer beso con el pelirojo.
"El primer beso de muchos, espero" pensó.
♥
Como ese día todo era a elección del perlirojo, terminó sentado cómodamente en el pequeño sofá de algún café cuyo nombre y ubicación no se preocupó mucho de aprender y, no es que no quisiera prestar atención a su alrededor, es que teniendo a un luminoso Kihyun a su lado no había nada más que importase.
Terminaron ordenando chocolate caliente porque a ninguno de los dos les pareció un buen trato tomar café en otro lugar que no fuese el trabajo del joven (aunque también estaba negado a la idea de tomar otro café que no hubiese sido preparado por las manos del pelirojo, pero la primera razón era suficiente), y así apretujados como habían estado anteriormente en el parque se sonreían mientras se hablaban y escuchaban.
-Me dices entonces que te encanta comer.
-Así es... no abuso de la comida, pero estoy de acuerdo en que comer es uno de los grandes placeres de la vida.
-Estoy de acuerdo, aunque mi paladar no tenga un registro tan amplio como el de otros.
-¿Ejemplos?
-No me gustan los frutos del mar. No congenio mucho con la idea de comer peces, son amigos no comida.
Estaba sorprendido por la declaración del joven, pero al oír la frase popular que hacía referencia a la película infantil no pudo evitar reír perdiendo todo rastro de seriedad.
-Qué lástima oír eso. Espero algún día puedas hacer las paces con ese tipo de comida así como yo la hice con el café.
-Hm, puede ser. Quién sabe... quizá usted pueda recomendarme algún lugar donde me hagan cambiar de parecer.
-Más que recomendarte... estaría encantado de llevarte.
Hacía rato se habían acomodado de tal forma que sus miradas pudieran encontrarse sin voltear a cada rato y durante todo ese tiempo una de sus manos había tomado posesión de la adversa, acariciando el dorso con su pulgar. La insinuante propuesta que había salido de sus labios había despertado un brillo en los ojos ajenos que ahora parecían escudriñar en su alma; no sabiendo lo que el menor buscaba con exactitud, prefirió portar la misma mirada apacible y tierna que siempre le tendía a su adverso, de todas formas no había malicia alguna en su cuerpo.
-Hyung...
-Dime, Kihyun.
-Cómo... ¿Por qué no desistió al invitarme a salir? ¿Qué le hizo seguir insistiendo incluso después de saber lo de Hyeongjun?
Mientras buscaba las palabras adecuadas, se tomó el atrevimiento de peinar un poco el flequillo ajeno y cuando se sintió satisfecho respiró profundo antes de iniciar su explicación.
-No creo ser el primero en tu vida que te haya insistido con algo así, y de ser así... no sabría si sentirme afortunado o preocupado de que los demás no pudieran apreciar tu belleza.
...
-Tenía que intentarlo hasta agotar mis posibilidades, no quería quedarme de brazos cruzados cuando una de las únicas cosas que hacía era pensarte.
-H-hyung, p-pero... Hyeongjun. No pensó que quizá no estuviese interesado en usted, es decir, en hombres en general.
-Por supuesto que sí, sin embargo, como dije antes... quise arriesgarme. Y lo decía enserio aquella vez, que sin importar si tuvieses un hijo o no quería invitarte a salir. Hyeongjun es parte de ti y... yo acepto todo lo que sea parte de ti.
La confesión la sintió apresurada para una segunda cita, pero las intenciones del barista estaban más que claras desde un inicio. Kihyun no tenía lugar para ir entre amantes, se le notaba muchísimo al joven que su única prioridad era su hijo y por ello estaba agradecido de que el otro le diese esa oportunidad, por ello le hablaba derramando sinceridad.
Observó al joven que se mantenía pensativo a su lado. Aunque percibiera algo de rigidez en su cuerpo el sonroso destacaba en el palidecer de la piel ajena, mientras él bebía de la imagen de Kihyun, dejaba que este resolviera sus pensamientos con tranquilidad.
-¿Hyung?...
-¿Sí?
-¿Podría llevarme a casa?... Por favor.
No le fue fácil ocultar la decepción que sintió en aquel preciso momento, la pregunta del menor le produjo un doloroso jalón en el pecho, más, le ofreció una sonrisa cálida notando enseguida como el otro parecía soltar toda la tensión contenida.
-Por supuesto. Iré a pagar la cuenta y nos iremos.
Plantó un beso en la palma de la mano ajena antes de irse. Estando en la caja para pagar no pudo evitar su impulso, para cuando volvió con el menor quien le esperaba a la entrada del local sosteniendo su abrigo este le miró confundido por la caja en sus manos.
-Son para Hyeongjun. No pude evitarlo, espero no te moleste.
Le extendió la pequeña caja de dulces al joven quien los tomó aún sorprendido tendiéndole luego su abrigo.
-H-hyung no tenía por qué, yo... Gracias.
-Recuerdo que me comentaste hace unos días que Hyeongjun se quejó de que no le hubieses llevado nada la última vez que salimos, me pareció tierno.
Entre una corta risa se colocó el abrigo y lideró la caminata junto al menor quién no paró en todo el camino de disculparse por los modales de su hijo y de dar las gracias. Kihyun era adorable.
♥
Aunque hubiese deseado pasar más tiempo con el barista, (como siempre) la cita llegó a su inevitable final. Estacionó frente al edificio donde vivía el joven y notó que esta vez no era tan tarde como la primera vez que habían salido. Sonrió al ver al pelirrojo a su lado quien parecía algo incómodo y antes de preguntar prefirió que este tuviera tiempo de explicarse si así lo quería.
-Gracias por la tarde de hoy, Hyung. Me divertí mucho, fue de verdad todo muy lindo.
-Gracias a ti por sugerir esos lugares y por aceptar.
-S-sí... yah, entonces... Buenas noches, Hyung. Escríbame al llegar a casa, por favor.
-Lo haré con gusto.
Le obsequió otra sonrisa al pelirrojo manteniendo su mirada fija en las acciones de este, pero antes de que pudiera siquiera terminar de quitarse el cinturón de seguridad le detuvo.
-¿Kihyun?... sal conmigo otra vez, pronto.
-¿Eh?
-Es decir, quisiera una tercera cita si estás de acuerdo y me gustaría que fuese antes del próximo domingo.
Era evidente la ligera tensión entre ambos a causa de los nervios. Hacía quizá media hora el joven le había rechazado sutilmente una confesión y él nuevamente volvía actuar por mero impulso. Suspiró ante su imprudencia, pero solo le quedaba esperar por lo mejor.
-Y-yo... T-tengo que ver si puedo, Hyung. Las semanas son algo complicadas para mí, debo atender a Hyeongjun y...
-Está bien, no debes preocuparte. Si para ti es más cómodo el fin de semana podemos hacerlo así.
-Sí... Le escribiré entonces o le diré cuando pase por el café en la semana.
-Claro. Buenas noches, Kihyun.
Aunque no fuese un sí, tampoco había sido un no y de acuerdo a su racha de suerte con el joven, aquello fue más que suficiente para alegrar su corazón. Sin querer soltarle aún le tomó de la mano y la acercó para replicar el dulce gesto de siempre al besarle el dorso. Ya al terminar no esperaba encontrarse con el brillo tímido que cargaba la mirada ajena, aquello le produjo una sensación extraña.
-Hyunwoo... ¿bésame?
Y quién era él para declinar tal petición a Kihyun. Con gentileza tomó el rostro ajeno entre sus manos y se inclinó colisionando a medio camino con los labios del barista, que tal como en el parque volvieron a dejarle felizmente aturdido.
Sonriendo al culminar el beso, se atrevió a dejar un par más en los labios y el mentón ajeno antes de dejarle ir satisfecho.
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