CAPÍTULO 10
AMBER
"No sentía frío, ni amor; no estaba triste, mucho menos feliz, sentía esa presión en el pecho. Me sentía vacío... otra vez" – Mario Benedetti
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Iba a dejar a Troy; finalmente me había decidido y aunque moría de miedo, tenía que hacerlo o él terminaría matándome; pero no sabía como escapar de él, no sabía como marcharme o a dónde ir y ese era el verdadero problema, porque estaba sola, sin nadie a quien pedir ayuda, aunque había alguien a quien podía recurrir.
Me avergonzaba decirle la verdad a Nathan y temía lo que pudiera pensar de mí después de saber todo por lo que estaba pasando, aunque él no era tonto y todos estos días que estuvimos pasando tiempo juntos, pude notar cómo fijaba sus ojos en mis heridas y si bien no decía nada, era obvio que estaba esperando a que yo misma le dijera la verdad.
Es interesante como el abuso puede hacer que nos cerremos y en lugar de buscar ayuda o gritar lo que estamos pasando, nos mantenemos en silencio, fingiendo que todo está bien y sintiendo vergüenza por habernos quedado en dónde tanto daño, nos están haciendo.
Parte de mí sabía que no debía sentir vergüenza; yo no tenía la culpa de lo que estaba pasando, no había hecho nada malo, no me merecía todo este daño, pero aunque la parte racional de mi cerebro sabía que todo eso era cierto; había otra parte que se culpaba, que creía que merecía esos golpes y esa era la parte que más me asustaba, porque había pasado tanto tiempo escuchando sus palabras, sus gritos y recibiendo sus golpes que mi autoestima estaba por el suelo y no sabía cómo empezar a recuperarme de todo eso.
Sentía vergüenza de admitir lo lejos que le había permitido llegar a todo este desastre; sentía vergüenza de aceptar mi debilidad, pero el miedo y la vergüenza no iban a llevarme a ningún lado, así que buscaría la ayuda de Nathan, aunque para eso tuviera que enfrentarme a lo que por tanto tiempo había intentado ocultar.
La verdad es que lo único que quería era apoyo, no quería seguir sintiéndome sola; estaba harta de todos, harta de las mentiras y las sonrisas falsas; estaba tan cansada de todo y entonces él apareció en mi vida; como un rayo de luz en medio de toda la penumbra y ahora lo único que quería era aferrarme a él, porque en medio de todo el desastre que era mi vida, él era lo único que se sentía real.
Pasé toda la noche dando vueltas en la cama intentando pensar que más podría hacer y armándome de valor para por primera vez en mucho tiempo, hacer lo que era necesario y salir de esta casa; escapar del lado de Troy; alejarme de toda la violencia y el dolor, pero cuando me levanté, aunque había tomado la decisión de marcharme, el miedo seguía ahí, tan presente como siempre.
Una vez mi madre dijo que el miedo podía hacer dos cosas; podía paralizarte o hacerte despertar; en mi caso, el miedo siempre me había detenido y me había hecho bajar la cabeza con sumisión; pero ahora necesitaba que el miedo me causara una reacción diferente; necesitaba que el miedo me ayudara a sobrevivir y por fin me hiciera salir de aquí.
Cuando me levanté, me aseguré de esperar a que Troy se marchara al entrenamiento y solo entonces me puse a empacar; comencé a guardar todo lo que necesitaba en una maleta y saqué el dinero en efectivo que guardaba en la caja fuerte; necesitaba irme lo más rápido posible y tenía que hacerlo ahora, pero entonces, mi celular comenzó a sonar y eso me detuvo.
- Amber, cariño, ¿Dónde estás? – preguntó Raquel y fruncí el ceño
¡Diablos! Había olvidado la reunión con el productor, que había pospuesto debido a la entrevista que tuvimos ayer; pero no podía concentrarme en eso ahora, necesitaba terminar de arreglar mis cosas y marcharme.
- No puedo hablar ahora, Raquel, estoy haciendo algo importante
- Estos días has estado muy extraña; no eres la misma Amber de siempre
- Tal vez eso es algo bueno – respondí mientras terminaba de guardar algunas cosas en la maleta
- ¿Qué te está pasando, Amber? – dijo cambiando su tono de voz y supe que se acercaba un regaño – Tienes compromisos y reuniones; tienes metas que cumplir y la agencia no dejará de presionar, lo sabes bien, entonces, ¿Qué estás haciendo? No puedes dejar los compromisos botados solo porque sí
- No es mi intención faltar a ningún compromiso, Raquel, pero suceden cosas en mi vida que no entiendes
- Entonces, explícame que es lo que sucede contigo – pidió con desesperación y suspiré sin ser capaz de hablar – No te cierres, cariño; cuéntame que es lo que sucede
- Raquel... yo... - comencé a murmurar, pero un golpe en la puerta me detuvo antes de que pudiera formar una frase coherente
- ¡¿Qué es lo que pasa aquí?! – gritó Troy y eso me hizo girar por completo
- Troy... - murmuré con nervios sin cortar la llamada
No podía tener tan mala suerte; no podía ser que justo hoy hubiera vuelto a casa tan temprano; tendría que estar en el entrenamiento todavía algunas horas; debía tener más tiempo, pero ya no había marcha atrás, tenía que encontrar la forma de escapar, era ahora o nunca.
- ¡¿Qué diablos crees que haces?! – gritó acercándose y me tomó del brazo quitándome el celular de las manos
- ¡Basta! – grité intentando zafarme de su agarre
- ¡¿Crees que puedes largarte?! – Troy arrojó mi celular contra la pared mientras apretaba su agarre sobre mi brazo
- ¡Déjame ir! – grité peleando, pero él era más fuerte
- ¡Eres mía! – recibí su primer golpe y aunque era algo que estaba esperando, nada nunca me prepararía para la brutalidad con la que me lastimaba
Troy siempre callaba mis gritos con más golpes; así eran las cosas con él y es como siempre habían sido, por más que por mucho tiempo me hubiera aferrado a creer lo contrario; él era un monstruo, uno de carne y hueso dispuesto a cualquier cosa por salir victorioso; no le importaba el daño que causaba, no le interesaba lo mucho que me lastimaba; nada era más importante para Troy que él mismo.
Troy me sujetó en el suelo y por primera vez en mucho tiempo, en lugar de simplemente quedarme quieta, esperando que terminara; algo en mi interior se encendió y sentí rabia, una ira demasiado profunda que quizá había estado oculta dentro de mí, durante todo este tiempo y en vez de bajar la cabeza, someterme y rendirme ante él, decidí pelear por mi vida; por mi libertad y por lo que en verdad quería.
Lo rasguñé y comencé a moverme, luchando contra su agarre lo que al parecer lo sorprendió y es que en verdad; durante todo el tiempo que llevábamos juntos, siempre había temido enfrentarlo y al final, había terminado cediendo, porque el control que Troy tenía sobre mí era demasiado fuerte y yo le tenía demasiado miedo.
- ¡¿Qué diablos?! – gritó Troy cuando alcancé a liberar una de mis manos y le rasguñé el rostro - ¡Esto vas a pagarlo! ¡¿Tengo que recordarte quién manda?!
Troy rompió mi blusa mientras me sometía en el suelo, pero no me detuve; no dejé de pelear contra él ni dejé de moverme intentando liberarme; no iba a permitirle tomarme; no volvería a permitirle abusar de mí.
Luché con todas mis fuerzas, lo empujé e intenté apartarlo; pero aun así podía sentir sus manos presionando mi piel y como intentaba quitar su ropa y la mía del camino; Troy no me dejaría ir, eso estaba claro, pero yo no iba a quedarme quieta dejándolo poseerme; eso no volvería a ocurrir nunca más.
Cuando se acercó para besarme, lo mordí con fuerza haciéndolo sangrar y él reaccionó con brutalidad, golpeándome en el rostro con fuerza mientras se apartaba ligeramente por el dolor y esa fue la oportunidad que necesitaba para hacer mi mayor esfuerzo para liberarme; levanté mi rodilla con toda la fuerza que me quedaba y lo ataqué justo en la entrepierna; él se retorció por el dolor y se apartó, lo que aproveché para coger lo primero que estuvo a mi alcance y golpearlo en la cabeza para terminar de salir de su control.
Troy estaba en el piso, pero todavía estaba consciente y aunque parte de mí deseaba seguir golpeándolo, así como él llevaba haciendo conmigo durante años, lo conocía muy bien y sabía lo resistente que era, no por nada lograba resistir y enfrentar peores golpes en cada juego de fútbol; así que como pude, me puse en pie y a pesar del dolor, comencé a alejarme de él.
Troy no tardaría en levantarse y estaba segura que iría a por mí; así que no podía quedarme ni un segundo más aquí; necesitaba irme lo más rápido posible antes de que él reaccionara y volviera a atacarme; por lo que, sin dudarlo más, tomé un abrigo que estaba en la entrada de la casa, junto al dinero que había sacado y salí corriendo.
Me cubrí lo mejor que pude y escapé de la casa dejando todas mis cosas atrás, porque justo ahora sería una locura quedarme a recoger mi maleta y estaba lo suficientemente herida como para no poder cargar con nada más que conmigo misma.
Tomé un taxi y me oculté bajo la capucha del abrigo; me dolía el rostro y el cuerpo, no solo por las heridas que ya tenía desde antes, si no por los golpes que acababa de recibir y lo peor de todo es que no sabía que hacer ahora, por lo que simplemente le di la dirección que Nathan me había dado al conductor y con la ansiedad dominándome por completo, esperé hasta que llegamos a mi destino.
Una vez que el conductor se estacionó, le pagué por su servicio y bajé inmediatamente refugiándome en el edificio en el que se suponía que Nathan estaba quedándose y como pude, me refugié en el ascensor y esperé hasta llegar al último piso, pero en cuanto estuve frente a su puerta, me quedé paralizada sin atreverme a tocar.
Estaba herida y muy golpeada, así que mentir ya no iba a ser una opción, pero afrontar la verdad me asustaba y tenía miedo de que la forma en que Nathan me miraba cambiara por completo una vez que supiera de mi situación; porque sí, era obvio que se hacía una idea, pero saber exactamente que estaba sucediendo con mi vida, era algo muy diferente.
Me dolía la cabeza y mis ojos comenzaban a nublarse, tal vez era el golpe que había recibido o que la adrenalina finalmente estaba saliendo de mi cuerpo; no podía estar segura de la razón, pero sentía que pronto ya no podría mantenerme en pie, por lo que aun con el miedo corriendo dentro de mí, toqué la puerta y esperé hasta que él apareció.
- No sabía a dónde ir... - murmuré sin apartar mis ojos de los suyos y lentamente bajé la capucha del abrigo – Tengo miedo – murmuré con las lágrimas acumulándose en mis ojos
Nathan cruzó la distancia que nos separaba y sin dudarlo ni un segundo, me envolvió en sus brazos con cuidado, mientras acariciaba mi cabello con delicadeza.
- Lo sé, no pasa nada; estoy aquí – dijo mientras yo me refugiaba en sus brazos – Estoy aquí, estrella
Con Nathan me sentía a salvo y al estar en sus brazos, al fin pude volver a respirar y poco a poco fui cerrando los ojos dejándome llevar por el cansancio y el dolor hasta que todo se volvió negro.
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CUÉNTENME QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO; ¿CREEN QUE TROY LA DEJARÁ EN PAZ? ¿QUÉ PIENSAN QUE SUCEDERÁ?
NO OLVIDEN VOTAR Y DEJAR EL COMENTARIO EN LAS PARTES QUE MÁS LES GUSTEN
LOS QUIERO
❤️❤️❤️
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