Tardo Pomeriggio
"tardo pomeriggio" es una palabra en italiano que significa: atardecer
KICK ASS 3
Capítulo 05: Tardo Pomeriggio
La actividad era intensa en el aeropuerto de Roma, las personas iban y venían presas por las prisas y con gesto de preocupación en sus rostros, los alto parlantes del aeropuerto anunciaban en distintos idiomas los arribos así como las salidas de los vuelos y sus respectivas puertas de embarque, en definitiva, un ambiente nada tranquilo, de hecho intimidante, en especial para las personas que ingresaban por primera vez a un aeropuerto internacional como por ejemplo los niños.
Sin embargo, un grupo de niñas transitaba por el corredor principal del aeropuerto, las cuales no se veían intimidadas ante todo el ruido y el movimiento del lugar. Algunas se veían felices, pero otras mostraban cara de pocos amigos.
―Esto es ridículo ―se quejaba Claes, mientras miraba su ropa y la de las demás chicas―, al final, nos vestimos con trajes que dan la impresión que fuésemos un grupo de tres pares de hermanas gemelas.
―Vamos Claes, anímate ―le decía con una sonrisa Angélica.
―¿Y tienes que sujetarme de la mano? ―le preguntó ceñuda Claes a su "gemela". Angélica puso cara de pena.
―Por favor, Claes ―le dijo Rico, quien sostenía la mano de Henrietta―, se supone que como niñas pequeñas, debemos ir de la mano, además, no pongas triste a Angélica.
―Ir de la mano de cada una de nuestras "gemelas" ―decía esta vez Triela, con cara de pocos amigos, mientras observaba a Mindy, quien al parecer tampoco se veía contenta por la situación.
―Yo creo que es divertido ―decía Henrietta―, es como si jugáramos.
«A mí no me gusta jugar a la casita o cosas por el estilo», pensaba decir Mindy y soltarse de la mano de Triela, pero al ver cómo le miraba Ángelo, decidió callar, después de todo, Henrietta estaba recuperándose de la pérdida de José.
―Eres una buena chica, Mindy ―le susurró Ángelo divertido.
―Solo lo hago por Henrietta ―le dijo Mindy, pero claro, tuvo que reconocer que también lo hacía para no contrariar a Ángelo, de quien empezaba a sentir algo.
Cerrando la marcha del grupo, estaba un hombre gordo vestido con una imitación de un traje de marca. Tenía el cabello muy crespo, casi afro y además, un rostro que podía pasar por el de un asiático, su fisonomía en general parecía la de un gordito bonachón, el cual llevaba los equipajes de las chicas.
―Vito ―decía Ángelo―, ¿seguro que no quieres ayuda?
―No, señorito D'Amico, me encuentro bien ―decía el hombre esbozando una sonrisa, la cual no podía ocultar el sudor que le recorría la frente.
―Basta de "señorito", Vito ―decía Ángelo dando un suspiro de frustración―, solo dime Ángelo.
―Sí, señorito D'Amico, eh, no señorito D'Amico, este..., sí señorito Ángelo.
Ángelo dio otro suspiro de frustración y las chicas ahogaron una risa.
―¿De dónde sacaste a este tipo? ―le preguntó Mindy.
―Vito trabajaba para mi padre, pero bebía mucho, eso y la mala costumbre de hablar de más, en especial cuando estaba pasado de copas, hizo que mi padre ordenase que le mataran. Por supuesto, que al enterarme abogué por él y mi padre le perdonó la vida. Ahora trabaja para mí por mandato de mi padre, es como una especie de asistente.
―¿Confías en él?
―Sí, Vito daría la vida por mí. Como las chicas y tú aún son menores de edad, necesitan ir en compañía de un adulto, no te preocupes Vito es de confianza.
Al final, el grupo llegó a la sección donde debían revisar las maletas de las chicas y luego de la revisión, fueron a sentarse donde unas banquetas que estaban justo al frente de las oficinas de la compañía aérea que las llevaría a Japón.
―¿Seguro qué no puedes venir con nosotras? ―le preguntó Angélica, quien tenía lágrimas asomándose por sus ojos.
―Lo siento, pero preparar el viaje de todas ustedes a Japón sin que se enterase la Agencia de Felicidad Social, fue muy complicado y tuve que pedir muchos favores a mi padre. Ahora no puedo sepárame de su lado.
―Lo sentimos mucho ―se disculpaba Triela en nombre de todas las chicas―, sabemos que no querías relacionarte más con tu padre y sus negocios, ahora por culpa de nosotras ya no tienes opción.
―Tranquilas ―las tranquilizaba Ángelo con una sonrisa gentil―, no es tan grave, pienso ser a partir de ahora lo que se conoce como un "chico rebelde"... Bueno, más todavía. Al final, mi padre se hartará de mí y me dará la libertad, cuando eso suceda prometo visitarlas en Japón.
―Te esperaré..., eh, quiero decir, te esperaremos todas ―se corrigió Angélica secándose las lágrimas.
Ángelo se acercó a Angélica y la besó de manera paternal en la frente, haciendo que la niña abriera mucho los ojos.
―Más les vale ―les dijo Ángelo, guiñándoles de manera picara―, ni se les ocurra casarse o tener novio antes de que llegue, que soy un hombre celoso.
Las niñas de la AFS, se ruborizaron y le devolvieron una sonrisa tímida.
―¿No que un italiano celoso es un cliché de Hollywood? ―le dijo Mindy con una sonrisa agresiva.
―Cuídate Mindy..., y cuida a las chicas.
»Vito, quiero que cuides de Mindy y las demás chicas ―le pidió Ángelo, mientras le ponía una mano sobre su hombro y le sonreía de manera amplia.
―Sí, señorito D'Amico, no se preocupe, cuidare con mi vida a las señoritas ―le respondió el hombre con decisión, pero luego se ruborizó y puso una expresión tímida cuando dirigió su vista hacia las chicas.
Ángelo, dio un suspiro de frustración y cuando estaba a punto de contestarle, los altoparlantes del aeropuerto anunciaron que el vuelo de las chicas se retrasaría un par de horas.
Aunque en un principio contrariado, luego Ángelo se alegró ya que podría pasar más tiempo con las chicas, por desgracia, sonó su celular. Era Ralph D'Amico, su padre, quien requería de su presencia.
Ángelo se inclinó con una rodilla al suelo frente al semicírculo de chicas que tenía al frente y besó la mano de cada una de las chicas. Con esto Ángelo se despidió de las chicas y salió de manera elegante.
El joven D'Amico no se dirigió al estacionamiento del aeropuerto para regresar en su lujoso 4x4, en vez de eso, fue hacia la parada de taxis ya que consideró que no sería prudente conducir por las atestadas calles de roma con su cerebro en ese momento ajeno a las normas viales y seguridad de los peatones.
―Mindy...
Mindy Macready fijaba una vista tensa en el tablero de anuncios de la estación mientras se mordía el labio en una clara muestra de preocupación.
―¿Te sucede algo? ―le preguntó Henrietta con timidez.
―No, no me pasa nada, estaba viendo el tablero de anuncios.
El tablero de anuncios del aeropuerto mostraba la lista de vuelos postergados para las siguientes horas. Mostraba la misma información desde hace varios minutos sin cambiar ni un ápice. Henrietta miró a su amiga extrañada.
―Estas angustiada y quieres ir tras Ángelo, ¿verdad?
―¡QUÉ! No, que va, para nada, no estés jodiendo ―dijo Mindy quien se apresuró a bajar el tono de su voz.
―También estas angustiada porque quieres eliminar a Ralph D'Amico, quien es al padre de Ángelo y por esto mismo estas echa todo un lio.
―Pero, ¿cómo haré para conciliar lo que siento por Ángelo y mi misión para acabar con su padre?
―¿Eres una súper heroína, verdad? Seguro lograrás que todo salga bien ―le contestó esta vez Triela.
Mindy jamás antes había abrazado a una chica antes, pero en ese momento abrazó a Triela como si hubiese sido su hermanita de toda la vida.
―¡Señorita Macready, señorita Macready! ―le gritaba Vito quien veía como Mindy salía del aeropuerto. El hombre quería salir tras ella, pero Angélica con lágrimas en los ojos le sostenía del puño de la manga de la camisa.
―Adiós, Ángelo ―lloraba Angélica, mientras que Claes quien se puso sus gafas, le sostenía la otra mano para reconfortarla.
.
.
El sol se ocultaba en el horizonte y bañaba todos los alrededores con una coloración naranja, dando a la mansión D'Amico un aspecto majestuoso a la ya de por si majestuosa estructura.
Saliendo de la mansión, un joven con cara apesadumbrada caminaba cabizbajo hacia un bosquecillo adjunto a los muros exteriores del palacete que era su hogar.
En un claro del bosquecillo, había un redondel donde decidió sentarse y ver al astro rey desaparecer en las aguas del Mediterráneo, una vista digna de la mejor de las postales, pero que no animaban el corazón del muchacho.
―Chicas, ya de seguro deben estar en camino a Japón ―decía en un susurro audible el joven, mientras daba un gran y profundo suspiro.
―Sabía que solo querías un harem de lolis, puto lolicon pervertido ―dijo de pronto Mindy a la espalda del muchacho, aunque esta vez sus palabras no venían acompañadas de una sonrisa agresiva, más bien de una sonrisa tímida y mirada nerviosa.
El viento del Mediterráneo sopló en ese momento agitando las copas de los árboles, así como el cabello de Ángelo y las coletas doradas de Mindy.
Al igual que cuando tuvo una cita en Norteamérica con el imbécil que la dejó abandonada en el bosque, Mindy caminó torpe y con los brazos rígidos a los costados mientras encorvaba la espalda y ponía una cara de animalito asustado. Toda una apariencia ridícula y patética, pero a los ojos de Ángelo, Mindy Macready se deslizaba hacia él de forma etérea y elegante, con una gracia tal que ninguna bailarina de ballet alguna vez lograría igualar, y el rostro, ¡qué rostro más hermoso! Y que sonrisa más apacible y llena de confianza.
Mindy se sentó al frente de Ángelo y observó nerviosa al joven mientras sus labios se abrían y cerraban sin lograr articular palabra alguna.
―Recién me di cuenta ―le dijo Ángelo de manera nerviosa―, tus ojos azules, son iguales a las aguas del mare nostrum, y tu belleza es igual a Venus.
Mindy estaba muy sonrojada y lo único que atinó a hacer fue reír de manera histérica.
―Mindy, sé que todo esto es muy complicado ―le decía Ángelo mientras se inclinaba y ponía una rodilla en el suelo al mismo tiempo que sostenía con febril fuerza las manos de la chica―, tu odio hacia mi familia y mi padre quien además te desea muerta..., pero por favor, no me odies por ser un D'Amico.
―Ángelo, yo jamás te odiaría ―dijo Mindy y notó como su rostro se relajaba, lo mismo que todo su cuerpo el cual estaba adolorido, en especial en las articulaciones por lo tensa que estaba antes.
Mindy se soltó de las manos de Ángelo, y con sus manos ya libres, sostuvo el rostro de su amigo. Se notaba el rasgo característico de los D'Amico, Ángelo no era ningún modelo de pasarela, pero tampoco tenía la horrible cara cliché de lo que se suponía debía ser un mafioso.
―No te mentiré, tengo mucho miedo con todo esto, no sé qué hacer con respecto a tu padre.
―Por favor, si hay una oportunidad de hacer que mi padre pague por sus crímenes sin tener que matarlo, te pido que la tomes.
―Entonces, creo que radicaré en Roma y desbarataré los negocios de tu padre, así como lo hice en Nueva York.
―Como ahora estoy al lado de mi padre, siempre te pondré un paso delante de él. Así siempre estarás segura, de alguna forma lograremos que todo esto funcione.
Los dos jóvenes se abrazaron y fijaron su vista en el océano que ahora se teñía de colores morados, como queriendo imitar el color del disfraz de Hit Girl, una premonición de las futuras aventuras y romance que les esperarían a los dos jóvenes en la ciudad eterna.
FIN
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