Todo inicio tiene un final
Importante
Los personajes de KHR no me pertenecen sino a Akira Amano.
La albina se acercó a Giotto para comprobar sus heridas, mientras que Ryohei iba curando a sus compañeros de batalla.
-Hikari- Giotto la abrazo con fuerza y la chica escondió su rostro en el cuello del chico, temía tanto por su vida.
-Es momento de que te sanemos- de repente apareció una llama blanca con algunos rastros de dorado que apuntaba tanto al cielo cómo a la tierra. El rubio se extrañó al ver una llama tan rara, pero sintió como su cuerpo se recuperaba de las heridas. Hikari no conocía todas las habilidades de su llama, pero intuía algunas.
-Te demoraste en encontrar la respuesta Hikari- le mencionó Reborn quien ya se estaba preparando para luchar.
-Quizás... pero hay una duda que me debes contestar después- el azabache no sabía de qué trataba, según él, los Minami no tenían más secretos. De repente el bosque explotó, Giotto y Tsuna con el Zero Point Breakthrough, construyeron un muro de hielo. Pero de todas formas la construcción se descongeló, ahí fue cuando lograron ver a Amirov, o lo que se suponía que debía ser él. No era más que un hombre de llamas negras, que ni siquiera era seguro que tuviera forma humana.
-Hmn... Al parecer ya no es más que un monstruo- todos quedaron sorprendidos ante la afirmación del ex-arcobaleno. Aunque era cierto, ningún humano podría hacer tal cosa. Un gruñido de molestia por parte del nuevo enemigo, anuncio que contraatacaría de nuevo. Una bola de llama negra salió de su boca, y a medida que avanzaba en distancia se hacía más grande. Tanto Takeshi como Asari activaron sus llamas de la lluvia para recubrir sus espadas, y cortaron la llama, aunque eso produjo una gran fuerza que hizo retroceder a todo los Vongola. Amirov avanzo con una agilidad impresionante, pareciera que iba atacar a Giotto, pero la albina se interpuso, colocando recubriendo sus brazos de la llamas blancas.
-No... Te... entrometas- dijo con una voz de ultratumba, la chica no hizo caso y alzo su puño contra el rostro, o lo que había, impactándolo contra el suelo. Sin embargo la sed de sangre que irradiaba su aura, pareciera haber aumentado. Unas alas negras salieron de sus espaldas y un hocico que botaba un líquido viscoso negro. Era una completa metamorfosis. Giotto y Tsuna volaron rápidamente para repartir golpes a diestras y siniestras. Pero el hombre levanto su mano y los esqueletos de los guardianes comenzaron a moverse. Los guardianes de los otros elementos comenzaron a luchar contra ellos nuevamente, pero las cosas no eran fáciles, eran inmortales e invencibles.
-Chicos, no se preocupen, nosotros mantendremos a estas cosas ocupadas- anuncio el religioso, mientras dirigía un Maximun Cannon al cadáver de quien vaya saber de qué guardián era.
-Se los encargamos- respondieron Hikari, Tsuna y Giotto. Reborn por otro lado, acompañaba a los guardianes para luchar con ellos, si tenía un tiempo ayudaría a los representantes del Cielo y Espíritu. Sin mucho tiempo para hablar, Amirov lanzo esas llamas en forma de proyectiles a los chicos, cada uno intentando esquivar como podía, ya que cuando hacía contacto con alguna cosa, la llama lo consumía rápidamente. Tsuna se colocó detrás del monstruo y lanzo su tan admirado ataque, provocando que este rodara por los suelos, pero se levantó airoso del suelo. Eso causo un poco de frustración en ellos. Hasta que la chica recordó una conversión con el anterior Amirov.
"La llama espiritual te permite conectarte con toda persona, viva o muerta, que haya tenido esa llama"
Eso es lo que había mencionado, ¿pero cómo mantendría contacto con una ascendencia suya? Dado que no tenía mucha información, decidió seguir atacando. Varios recuerdos le llegaban a su mente, la actitud escéptica del hombre, que su dragón haya dicho que volvía a la época, el trato de su padre hacia ella cuando intentaba enseñarle sobre esa llama. Eso era, su padre, la persona que siempre le mantuvo una información, él sabía algo que nadie más.
-Si serás- la chica comenzó entrar en una calma profunda, debía estar en un equilibrio tanto físicamente como emocionalmente. Un poco de ambos, así que con una mirada llena de sentimientos, Giotto entendió que tendría distenderse de ellos por unos instantes. La chica comenzó a relajarse, escuchaba las explosiones y gritos muy a lo lejos, todo comenzaba estar lejos de ella, hasta que no escucho nada. Un silencio realmente abrumador, abrió sus ojos lentamente y estaba en un espacio en blanco, vio a todos lados cuando se topó con su padre.
-Padre...-
-Veo que por fin comienzas a sopesar mis palabras "hija"-
-Sobre eso último tengo mis dudas, pero eso me lo contestaras luego-
-Como desees-
-Bien, ahora lo principal es ¿qué función de ataque tiene esta llama?-
-Mmm... Tiene muchas, un espíritu tiene muchos contactos con el medio exterior, los elementos por ejemplo, y controlar las cosas interna de un cuerpo-
-Sin embargo, estoy escasa de tiempo para aprender varios ataques-
-Entonces solo te serviría lo que hizo Amirov- la chica pensó esas palabras y le contesto de modo que él le contestara.
-Es decir absorber llamas y... ¿eso?-
-Absorber las llamas y traspasarla a otro cuerpo-
-A Giotto y Tsuna-
-Exacto-
-Muchas gracias, Ryu-
-De nada Hikari-sama- y con esa simple despedida, ya había dicho más que suficiente, confirmando toda sospecha. Que luego acabaría. La chica abrió sus ojos, viendo que la batalla no había avanzado mucho. Al parecer, estuvo como un minuto fuera, vio sus manos que desprendían llamas, eran su medio de salvación de momento. Soltó un suspiro y rezo a Vera y Elena que les ayudaran desde donde ellas estuvieran, que le dieran la fuerza suficiente para ocupar su nuevo poder. Junto una llama en forma de esfera, concentrando su poder. Mientras más se comprimía, más devastador sería su poder. Cuando ya no podía contener la forma de la esfera, la chica se acercó rápidamente y lanzo el ataque hacia el hombre en llamas.
-¡Aléjense rápidamente!- les grito a los líderes Vongola. Ellos acataron las órdenes y volaron lo más lejos posible. Todos vieron que cuando el ataque impacto contra el cuerpo, llamas anaranjadas, una tormenta furiosa que cortaba todo lo que estuviera a su paso, esquirlas de tierra saliendo del suelo, para caer nuevamente producto de la gravedad y una masa de agua que se encontraba hirviendo gracias a las llamas. Cuando por fin lograron ver el cuerpo de Amirov, se encontraba con la mitad descubierta, dando a conocer el cuerpo de un hombre más viejo que ellos conocían, incluso dirían que algunas partes estarían en proceso de putrefacción. Y la otra parte seguía envueltas en llamas. Con un gesto de asco, la chica debía acercarse a él para robar la energía que le quedaba.
-Ni... un... paso... más- y con eso, tres esferas de llamas negras los atacaron, mandándolos realmente lejos a los tres. Cuando se levantaron, dirían que estaban a unos tres kilómetros de distancia del enemigo. Eso le molestaba aún más a la albina, no podía acercarse lo suficiente. Vio como los chicos lanzaban X-Burner, pero el daño que infringían no era nada. Así que supuso que si robaba la energía que le restaba al enemigo y se la cedía completamente a uno de ellos, perfectamente lo podrían vencer.
-Bien, sólo espero que lo mantengan ocupado y distraído- dicho eso, salió corriendo lo más rápido posible. Se había dado cuenta que no sufría cansancio alguno y que su velocidad había aumentado. Pero toda recompensa traía sus consecuencias, no las tenía muy claro, pero pronto le preguntaría. Cuando llegó al campo de batalla, vio cómo sus otros camaradas seguían luchando contra esas cosas. Eran solo esqueletos que si eliminaban al que los manejaban, podrían estar en paz. Fijo otra vez su vista azulada al enemigo, vio como las llamas negras no volvían a cubrir la parte expuesta, un gran beneficio para la muchacha. Tsuna ocupó el Zero Point Breakthrough para detener el cuerpo por unos instantes, y antes de que su amante atacara, ella puso sus manos en el brazo sin mano del enemigo. Ella comenzó a introducir las llamas de sus manos y luego no quedaba nada, entonces comenzó a absorber las energías o llamas más cercanas. Es decir, las de Amirov.
Cuando éste se dio cuenta de las intenciones de la chica, le golpeó en seco en el rostro. Un grito de dolor rompió un silencio en el cual ninguno se había dado cuenta en el que estaban. Si no fuera por las llamas espirituales cubriendo el sector del golpe, las consecuencias podrían haber pasado a ser graves.
Hasta que se percató de algo, su poder disminuyó. Eso había servido, así que busco a Giotto quien rápidamente fue hacia ella, para cerciorarse de que estuviera bien. Le tomó el rostro revisando minuciosamente, la chica detuvo sus acciones y le dio una mirada de ternura.
-Estoy bien Giotto, ahora quédate quieto-
-¿Por qué?- la chica no le respondió y dirigió sus manos al corazón del chico, dándole las llamas que había absorbido.
-Bien... No quiero que luches ahora-
-No los dejaré a ustedes solos contra ese monstruo-
-¡Y yo no dejaré que malgastes nuestra única oportunidad para que salgamos bien de esta!- le había gritado, para que dejara de ser tan terco. Tenía que hacerle caso, quisiera o no -Bien, ahora escúchame. Estoy absorbiendo el poder de Amirov para entregártelo a ti. Cuando ya no lo quede casi nada, tú debes atacar con un poderoso poder ¿bueno?-
-Está bien- dijo algo molesto.
-Mírame Giotto, esto es por nuestro bien, no quiero que ninguno sufra. No quiero que la muerte de Elena sea en vano- el rubio asintió y se quedó, mientras ella le dio un corto beso en la frente, para luego decirle a Tsuna que ocupará de nuevo ese movimiento. No sabían porque, pero de un momento a otro, a todos le comenzó a acelerar el pulso cardiaco. Estaban nerviosos y ansiosos, pero tenían una confianza en esa chica, sabía que iba salir bien. Que todo iba terminar bien. La albina una vez más comenzó absorber energía, hasta que sintió algo que le sacaba el aire.
-Será mi último regalo Hikari Minami- un golpe que no era letal, pero iba ser un problema en el futuro. Se alejó de él, y la herida se había cerrado. No había vuelta atrás, la ojiazulada fue hasta Giotto y con un simple golpe traspaso todo su poder. Los ojos del rubio tomaron un color anaranjado con tonalidades rojas y levanto sus manos, mientras que Tsuna junto a Hikari se colocaban atrás como un soporte.
-XX-Burner- los subordinados Vongola tuvieron que retirarse ante el devastador poder del ataque. Vieron como todo a su paso desaparecía hasta que dio de lleno ante le débil anciano. Las llamas cesaron y todos levantaron la vista. Esperando con impaciencia los resultados.
-Gracias a Dios- dijo Hikari mientras caía de rodillas y derramaba lágrimas de felicidad. Giotto se agachó a su altura y la envolvió en sus brazos.
-Todo acabo mi amor, por fin todo acabo-
-Hikari... Ese último golpe- mencionó algo asustado Tsuna. La chica poso su mirada triste hacia su vientre.
-Tengo algo de miedo- dijo la chica mientras se tocaba el sector donde había sido dañado.
-¿Qué quieres decir?- preguntó el rubio.
-Puede que no vaya tener hijos- mencionó el hitman, que estaba un poco serio. Giotto entendió la situación y algo triste levanto el rostro de su amada.
-No importa, mientras estés a mi lado, ya veremos-
-Pues sobre eso Primo-san, entiendo su amor hacia Hikari... Pero ella no pertenece aquí- le dijo Tsuna.
-Equivocado muchacho- todos dirigieron su vista al dueño de la voz. Era Ryu Minami.
-¿Qué?- ni siquiera Reborn entendía la situación.
-Déjeme explicarles. Cuando nuestra hija nació, fue al mismo tiempo que nació la fundadora de la tan aclamada familia Minami, claro que en distintos tiempos. Sin embargo, algo malo ocurría, sentía mis fuerzas desaparecer al igual que la de mi hija. Con un simple hechizo, viaje al pasado con mi hija. Me encontré con la situación que la fundadora había nacido muerta. Y eso no podía suceder, así que por fuerzas mayores, me lleve a la primera Minami a la época actual y deje a mi hija en el pasado. Pero todo debía retomar su curso cuando la chica activará sus llamas-
-Es decir que... Yo...-
-Lo que sospechabas Hikari-sama- todos le quedaron viendo, esa chica siempre fue del pasado. Y si no pensaban mal... Ella debía ser la tátara tatarabuela de Tsuna. La chica miro a Giotto quien rápidamente la elevó en el aire. Al parecer no podían ser más felices.
-Estaremos juntos por siempre-
-¿Sin importar que yo no pueda tener hijos?-
-Estoy seguro que las cosas se solucionaran-.
Los que pertenecían al futuro ya debían irse, pero antes debían ir a Japón. Debían buscar a la chica que verdaderamente pertenecía al futuro. Si bien todo había salido bien, Hikari sufrió otro desmayo cuando se despidió para siempre de sus amigos. Giotto se preocupó y le pregunto a Knuckle que le sucedía.
-Cansancio, nada más que eso- fueron a la mansión y vieron a Daemon. Cuando se acercaron, éste los rechazo. Al parecer los problemas iban a volver. Pero eso era algo que no podían cambiar. Porque la destrucción de la primera generación era algo inminente.
Un mes después.
La chica estaba en Japón, volvió a sus tierras. Aunque en otra época, todo el comienzo del viaje parecía tan irreal. Arreglando el obi del kimono blanco, quitando las arrugas y ocultando algún mechón rebelde, se miró por última vez en el espejo. Estaba lista, sin ningún inconveniente.
Cuando salió, vio a los subordinados de "Giotto", excepto a Daemon. También logró conocer sus verdaderos padres, con quien se puso en contacto tan pronto como despertó. Vio a su amiga Francesca, la cual finalmente no se pudo ir con Cozart, sabrá Dios por qué los separo. Y ahí, al final de toda la gente, donde estaba el sacerdote Knuckle que honraría esa boda, estaba Leyasu Sawada, su futuro marido.
-¿Leyasu Sawada, juras amar a Hikari Minami, en la riqueza como en la pobreza, en la salud como en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?-
-Acepto- proclamó mientras colocaba un anillo en la mano de su albina.
-¿Hikari Minami, juras amar a Leyasu Sawada, en la riqueza como en la pobreza, en la salud como en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
-Acepto- la chica hizo la misma acción que su amante.
-Por el poder que se me ha sido conferido, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia- el chico como si la besara por primera vez, con amor, pasión y ternura, se acercó con lentitud y antes de juntar sus labios, le dedico las dos palabras que siempre le decía.
-Te amo- y los aplausos envolvieron el lugar, acompañadas de varias felicitaciones a los novios. Los cuales tendrían un largo y brillante futuro.
Época de Tsuna.
El chico se encontraba en el ventanal, viendo hacia el jardín. Estaba sumamente perdido viendo una chica de cabellera castaña clara y ojos zafiros. Ni siquiera se había percatado que su prometida había entrado a la oficina. Si no fuera porque Kyoko le movió el brazo, el chico seguiría observando a la nueva integrante de la familia.
-¿Qué sucede Tsuna?- "Mirai, eso sucede" pensó el castaño. Desde que la habían sacado de esa época a la cual no pertenecía, él había quedado maravillado ante la belleza y actitud de la chica. Era simplemente perfecta.
-Nada, ¿por qué lo preguntas?-
-Estabas muy ensimismado con Mirai-chan- la pelimiel dirigió una vista al jardín viendo la chica jugar con Natsu.
-No es cierto- negó algo avergonzado, ya que no debería estar viendo a otra mujer mientras estaba comprometido. Kyoko lo vio con algo de escepticismo y suspiro.
-Esto no puede continuar-
-¿A qué te refieres?-
-Ya no me amas y yo ya no te amo. No sé en qué instante sucedió, pero no quiero que ninguno de los sufra. Rompamos el compromiso- la chica se quitó el anillo y lo dejo en el escritorio -Espero que Mirai-chan sea la chica que siempre esperaste-
-Gracias Kyoko-chan-
-No hay de qué- cuando salió, el chico siguió viendo a la chica que había robado su corazón por completo. Tomó el anillo y lo guardo, aún faltaba bastante tiempo para volver estar comprometido. Pero tenía la seguridad de quién sería su acompañante durante el resto de su vida.
Época de Giotto, dos años después.
Era un día cálido y los llantos de un bebé de un año irrumpía la tranquilidad del hogar.
-Vamos Yoshimune, no estés triste- dijo Hikari mientras alzaba el bebé entre los brazos y le daba cobijo. Leyasu estaba tomando té verde mientras veía a su adorable esposa meciendo al bebé.
-Aplica tu llama Hikari- la chica lo miro y le dio un beso en la frente del bebé, para luego este quedar plácidamente dormido. La chica lo dejo en la cuna y admiro los cabellos dorados, era una copia exacta de su padre. La chica algo agotada se acercó a él y se sentó a su lado, colocando su cabeza en el hombro del ex-Vongola.
-¿Sabes qué? Es injusto que Yoshi sea igual que ti-
-Entonces esperemos que nuestra hija sea igual a ti-
-¿Quién te dice que será una niña?- preguntó mientras se levantaba y lo miraba con curiosidad.
-Intuición- contestó mientras alzaba los hombros.
-Mmm... Un punto a favor. Bueno espero que Chiaki sea igual a mí, aunque tus ojos color miel me gustan mucho-
-Y a mí tus ojos azules- lentamente se iban acercando para darse un beso, cuanto el llanto de su querido hijo los irrumpió.
-Bien, es tu turno Giotto-
-Siempre es mi turno cuando ya no puedes manejar la situación-
-Estoy totalmente agotada, así que no me hagas enojar y ve a atender a nuestro hijo-
-Está bien, no te enojes- se levantó con suma lentitud y con calma fue a jugar con el pequeño. La chica esbozó una sonrisa de felicidad pura, quizás las cosas en el camino no habían salido como ella quería, quizás ya no estaban cerca de sus amigos. Pero se tenían el uno al otro, junto a su hijo y la próxima pequeña que venía en camino. Ya no había nada más que tener una vida plena, junto al amor de su vida.
Fin
Quiero dedicar este capítulo a porque es un amor de persona y gracias a un comentario de hace mucho tiempo, me recordó que debía continuar esta historia.
Ahora sí, por fin termine esta historia. Me siento satisfecha por haber terminado, aunque con mucho retraso, con un cliché, pero no había nada más que me gustara.
Quiero agradecer las lecturas, votos y comentarios, me dieron un gran apoyo.
Si bien, tenía pensado hacer una secuela, donde la protagonista fuera Mirai, preferí no hacer nada. Siento que con todo esto me conformo.
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