Seré yo quien te haga todo.
Así que, como Darks prometió. El sábado me despertó pronto.
-Despierta.-susurró en mi oído.
-¿Por qué?-le pregunté apartándole de mí.
-Porque tienes que practicar la resistencia.-se acercó de nuevo.
-Es muy pronto...-me quejé.
-Si no vas por tu propio pie... Seré yo quien te haga todo.
-¿Sabes? Eso ha sonado muy mal.
-¿Tendré que vestirte yo?-susurró el muy pervertido para después dejar un lametón en mi cuello.
Abrí los ojos, asustada. ¿Qué acababa de hacer? Acababa de... Lamerme. Algo se agitó en mi estómago. Dioses, no sabía que...
No pasé por alto el momento en el que después empezó a juguetear con mis cabellos rebeldes.
-Sí, vale, ya voy. No me... Joper, eres muy extraño Darks.-me giré para mirarle.
-¿Por qué?
-No sé... Eres diferente a como te imaginaba.-acerqué mi mano a su mejilla, despacio, con mucho cuidado.
-Ah, ¿sí? Y, ¿cómo me imaginabas?-susurró mientras acariciaba su mejilla, con miedo a que cambiara de opinión.
-Más callado, inocente, frío. Indiferente.-susurré mirándole a los ojos.
En ese mismo instante descubrí que sus ojos no eran negros, sino castaños de un tono muy oscuro. Pero, supe que, de todos modos, sus ojos escondían demasiado dolor.
-Pero en realidad eres un chico dulce. En el fondo, lo eres. Eres un buen amigo y un buen hermano. Hasta Kirtash te ha cogido cariño.
Ambos miramos al chico moreno, dormía plácidamente. Hasta parecía un humano y no un shek.
-Te haces querer, Di Angelo.
-Claire... ¿Sabes que eres la chica más dulce que he conocido... Depués de mi hermana?
-¿En serio?-me sorprendió, ya que Bianca parecía ser una hermana muy dulce.
-Sí, desde luego, eres buena chica, Clay.
-Gracias Darks.-besé su mejilla con cariño. Se hacía querer demasiado, ¿verdad?
-De nada, Nerdy.-besó mi frente, provocando que me sonrojara-Pero no te vas a librar de salir a correr.
-¡Jo! Vale, sal mientras me cambio.
Salió de la habitación. Me cambié de ropa rápidamente, poniéndome mi ropa de deporte. Unos leggings negros y una sudadera gris sobre una camiseta verde fosforita. ¿Raro? Lo sé, nunca he tenido un gran talento para la moda.
Salí de la habitación, Darks estaba preparado, llevaba sus pantalones negros y una sudadera negra que le compré para agradecerle que me hubiera acompañado durante todo el día cuando me desmayé.
La verdad... Estaba mono.
-¿Vamos?-me preguntó sacándome de mi ensimismamiento y devolviéndome a la realidad.
-Sí.
Bajamos las escaleras y salimos de casa. No aguantaba el hecho de saber que iba a correr durante un largo perído de tiempo.
-¿Preparada?
-No.
-No tenías que ser tan veraz.
-Lo siento, pero es que no me apetece salir a correr.
-Pues lo vas a hacer, lo vamos a hacer.
-Que mal suena. Darks, deja de decir esas cosas porque yo...
Segundos después, sentía la pared contra mi espalda. Sus manos a ambos lados de mi cabeza y una mirada penetrante traspasarme. Me recorrió un escalofrío. Busqué su mirada, en seguida la encontré, mirándome. Su mirada era para mí como un cuchillo, cortándome.
Si las miradas mataran (suerte que no era Kirtash) habría muerto allí, en aquel preciso instante.
-No digas cosas de las que te puedas arrepentir, Claire. Puede que ahora digas eso, pero puede que cambies de opinión.-se acercó hasta que sentí su aliento en mi cuello- Porque todos podemos cambiar. Tú eres una de ellas. Tenlo presente.
Tras decir eso, apartó sus labios de mi oído y me miró, todavía me tenía acorralada.
-Y ten presente que yo también puedo cambiar. Tú, pequeña mortal de ojos verdes, te cruzaste en mi camino. El destino quiso que nuestros caminos se cruzaron. A partir de ahora, seguimos un mismo camino, para bien o para mal.
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