Capitulo 4: Dioses de Egipto
Keops, ajeno a lo que ocurría entre los keplerianos, siguió con su discurso
—Pero antes de emprender mi campaña para conquistar el mundo, dejaré construida mi tumba, será ¡La tumba más grande, jamás construida! Si trabajamos todos unidos, dejaremos un edificio que será una maravilla en todo el mundo, usaré mis poderes para construirla y ustedes, mi pueblo, me ayudarán— Keops termino su discurso, dando la orden a todos los habitantes, de que regresarán a sus hogares y todos se marcharon, incluidos los keplerianos.
Tres días más tarde, el faraón Keops hablo con el mejor arquitecto de Egipto
—Mi señor Keops, la pirámide tendrá 220 codos de altura y cada lado tendrá 530 codos de largo. Tendrá cinco cámaras y cinco canales en su interior. Se necesitará, una gran cantidad de bloques de piedra y de esclavos para su construcción—
—Eso no es problema, tengo el poder de los dioses. Reuniré a los trabajadores y los esclavos muy cerca de Egipto, para que empiecen a cortar y darle forma a los bloques de piedra—
Keops destruyó una montaña rocosa y la dividió en muchas partes pequeñas, cada una con casi el mismo peso, el trabajo de los esclavos era cortar los trozos de piedra y darles la forma de ladrillos, todos con las mismas dimensiones.
Los esclavos tardaron aproximadamente dos años en completar su tarea, y cuando al fin todo estuvo listo, el faraón, utilizó sus poderes de tierra para iniciar la construcción de la gran pirámide.
Desde la cima de un barranco, el faraón, alzó sus manos y con su poder de controlar la tierra, hizo flotar los ladrillos de piedra. Utilizando solo su mente y el movimiento de sus manos como guía, fue acomodando, uno a uno, los ladrillos en forma de grada; tanta fue la precisión del faraón, que cada ladrillo quedaba perfectamente acomodado en su lugar. Keops, tardo tres años en acomodar cada ladrillo, quedando la pirámide casi concluida.
Transcurrió un año más, para terminar las cámaras y compartimientos interiores de la pirámide, después de seis años de construcción la pirámide quedó finalmente construida: el edificio más grande del mundo.
Después de unos días de descanso, el faraón Keops, procedió a entrenar su ejército y a preparar la estrategia, para conquistar a las otras civilizaciones.
El ejército egipcio, constaba de aproximadamente 700 infantes, entre los cuales se hallaban esclavos, trabajadores de Egipto y soldados nobles del faraón; aproximadamente 300 mercenarios, y 20 arqueros a caballo, donde uno de ellos, era el propio Keops y otro al general Namer. Cada guerrero egipcio, estaba equipado, con una cota maya con piezas metálicas, una espada curva de bronce, un pequeño cuchillo de cobre y un escudo de madera.
La estrategia de Keops para conquistar el mundo, fue la siguiente:
—Actualmente tenemos tres grandes rivales que son los babilonios, los hindúes y los chinos. Nuestra campaña busca conquistar esos grandes territorios, y una vez conquistados, ya podremos conquistar civilizaciones más pequeñas y no tan poderosas. Nuestro primer objetivo será Babilonia, una vez conquiste su capital, mi general Namer asumirá el poder. Después, emprenderemos un viaje a India y China, respectivamente, y del mismo modo conquistaremos sus capitales. Con la ayuda del gran dios Osiris todo se puede. ¡Marchemos!— Keops sabía que su estrategia no fue bien elaborada, pero con su gran poder, creía imposible que lo vencieran, y así, no se molestó en idear una mejor estrategia.
*** * *** *** * *** *** * ***
Mientras que el ejército egipcio salía de la ciudad, los keplerianos se encontraban en la Kepler Intruder.
—Es hora. Quiero que elimines a todos, tanto a los soldados egipcios como al faraón— ordenó Klepton a Hurtis —No permitiré que ese engreído, siga usando nuestro poder—
—Si señor ¿Quién me acompañará?
—Nuestros primeros hijos keplerianos, Ariana, Bull y Mixes. Partirás mañana, y quiero que luchen con todo su poder. Ese humano ha logrado dominar muy bien el poder de nuestra reliquia, no se confíen— Y con esto, Klepton salió de la habitación.
Ariana la hija de Hurtis, apareció frente a su padre, y mirándole a los ojos y le habló.
—Padre, quiero preguntarte algo—
—Dime hija mía—
—¿Quién era mi madre? Y ¿Por qué no la conozco?—
—Fue una humana que conocí hace mil años, era muy hermosa igual que tú, pero murió cuando tu naciste, tu madre no pudo soportar todo tu poder. Eso es todo lo que puedo decirte sobre ella, y por favor ten cuidado en la batalla de mañana—
—¡Si padre!— Durante toda la noche Ariana pensó, en cómo podría ser su madre y si algún día podría ser una. Al final de muchas vueltas en su cama y en su mente, cayó profundamente dormida.
Al día siguiente, Keops, se encontraba ubicado en la parte trasera de todo su ejército, en un carro a caballo y a su lado estaba el general Namer; pero los soldados observaron, que había cuatro individuos a menos de 200 metros, y que aparecieron de la nada, cuando finalmente estaban a 50 metros, se detuvieron.
—¿Quiénes son ustedes?— preguntó a voz en grito, el general Namer.
—Soy el dios Seth, planeo eliminarlos a todos ustedes, y al faraón Keops, luego tomaré tu reliquia y mataré al Dios Osiris— dijo Hurtis, quitándose la capucha.
—¡Preparaos para la guerra! ¡Derrotaremos al dios maligno, enemigo de todos los dioses y enemigo de nuestro señor Osiris! ¡Ataquen! —gritó Namer. Y los infantes y los mercenarios, corrieron con sus espadas hacia a los keplerianos.
Bull, Ariane y Mixes, cubrieron sus cuerpos con sus respectivas auras de poder.
Bull cubierto de verde, atacó con su espada, el escudo de un infante egipcio, partiéndolo en dos y cortando también el pecho del humano. Así continuó con cada soldado que se cruzaba, y cuando se sentía rodeado por demasiados, liberaba ráfagas de viento, tumbándolos, y matándolos antes de que lograsen ponerse en pie.
Ariane, cubierta de un brillante color azul, usó una estrategia similar, solo que ella utilizaba dos espadas y cuando estaba rodeaba, las usaba para crear un remolino y matar una gran cantidad de infantes a su alrededor.
Mixes, envuelto en su aura roja los protegía de las flechas, y atacaba a gran distancia a los arqueros a caballos comandados por el general Namer.
Hurtis y Keops observaban desde lejos, a sus tropas pelear.
Keops no podría creer que su ejército estuviese muriendo tan rápido. Los keplerianos acabaron con todos los infantes, en menos de una hora; pero los mercenarios que habían sido esclavos y prisioneros toda su vida, lucharon con todas las fuerzas, de su ser a pesar de que no tuvieron oportunidad con; aun así, no escaparon de la batalla y murieron con el poco honor que les quedaba.
Después de ver que todo su ejército cayó en menos de tres horas, el general Namer uso la estrategia de hacerse el muerto, y vio que Mixes se encontraba confiado y con la guardia baja.
Mixes se encontraba hablando con sus hermanos y celebrando la victoria, así que Namer aprovechó y cogió débilmente su arco, estiro la última flecha que le quedaba, y apunto al corazón de Mixes; la flecha, viajó a una velocidad mayor de la que cualquier kepleriano imaginaria, y sin que Mixes tuviese tiempo a reaccionar, la flecha atravesó su corazón.
—Ariana, Bull, lleven a Mixes a la nave ¡Rápido!— exigió Hurtis, después de frenar a Mixes en su caída.
—He desobedecido... a… a… mi... pa... dre— dijo un moribundo Mixes, entrecortadamente, con su último aliento. Cerró los ojos y su energía kepleriana se esfumó para siempre.
Bull y Ariana salieron corriendo con el cadáver, Keops les lanzó una piedra gigante para que no pudieran escapar, pero esta fue detenida por Hurtis, que estalló en un ataque de ira. Una ráfaga, seguida de un remolino de viento, cubrieron a Hurtis haciendo temblar la tierra, y uso su velocidad para llegar a donde se encontraba Namer, y lo eliminó brutalmente.
Keops para no perder tiempo, invocó un par de gigantes de tierra para atacar al guerrero, pero este era más rápido, y utilizó sus ráfagas de viento para despedazar a los gigantes. Luego lanzó una ráfaga a Keops, que reaccionó, defendiéndose con un muro de tierra que lo cubrió, mientras ganaba tiempo, e invocaba a cinco gigantes piedra, aún más grandes que los anteriores.
—¿Crees, insignificante humano, que con eso me vas a vencer? Tus gigantes son muy lentos y torpes—dijo Hurtis con sorna y lleno de ira.
“¡Mierda! Si ese tipo me alcanza y lo enfrento cara a cara, estaré perdido”— pensó Keops.
Mientras que los gigantes peleaban con Hurtis, Keops recargo una gran cantidad de energía de la reliquia, para un ataque final. Sin problema y al cabo de unos minutos, Hurtis destruyó a los gigantes, que sólo daban puños y eran lentos al conectarlos. Pero Keops término de recargar energía, e invoco un dragón gigantesco, con grandes zarpas; Keops, ubicado en la cabeza del dragón de piedra, procedió a atacar al colérico Hurtis, que usó un huracán, mucho más grande que el dragón para defenderse, y lo eliminó.
Keops, yacía inmóvil en el suelo, apoyado en una gran roca y había perdido un brazo. El kepleriano, tomándose su tiempo, calmó su ira y abandonó la forma del Dios Seth, miro a Keops tendido en el suelo y le quitó del cuello la reliquia. El faraón, sin decir ni una palabra y con su último aliento, saco un cuchillo, pero el guerrero le dio enseguida, el golpe final.
*** * *** *** * *** *** * ***
Esa misma noche, los guerreros, quemaron el cuerpo de Mixes, nadie volvió a hablar sobre lo ocurrido y la reliquia fue resguardada, en un cofre oculto en la Kepler Intruder.
Dos días después, la reina Meriteres, llegó al campo de batalla con un escuadrón de esclavos, para recoger los cadáveres de los soldados caídos, y del gran faraón Keops.
Luego de que el cuerpo del faraón, fuese llevado por los esclavos, la reina se quedó mirando el lugar donde su marido estuvo con vida por última vez, pensando en su vida juntos. Las lágrimas surcaron su rostro, y cuando al fin cayó de rodillas superada por el dolor, vio, en la superficie rocosa y escrito con sangre, una serie de símbolos en los que se podía leer:
“LOS DIOSES NO EXISTEN” K.
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