Capítulo 10: Sabio II

Fron agachó la cabeza y empezó a hablar.

— Los sabios. Como le conté antes. Son seres poderosos. Con una gran sed de conocimiento.

— ¿"Sed de conocimiento"? —Interrumpió Piero.

— Sí. Todos los sabios. Comparten lo mismo. Esa insaciable sed de conocimiento. Usted. También la tiene. Quiere saber de dónde viene. ¿No?

Las palabras de Fron asombraron a Piero. Todo el año anterior no paraba de hacerse preguntas sin poder hallar una respuesta, sin embargo, eso se debía porque no recordaba nada ante del despertar. Lo cual encajaba pero por otro motivo.

— ... Su sabio... ¿Acaso tampoco recuerda su pasado?

— ... No lo sé. Casi no lo vemos. Pero hubo un tiempo. Que sí lo veía. Fue antes que se vuelva líder. Antes de la guerra. No sé si recobró sus recuerdos.

— ... ¿Quieres decir que tampoco lo recordaba?

— ... Sí. —Asintió vigorosamente.

— ... ¿Antes de una guerra?... —Los significados de las palabras se completaban en su mente— ¿No debería cambiar después?... ¿Y sobre esa guerra?

Fron dudó un momento, miró a Rai y luego habló.

— Hace seis años. El anterior líder lo enfrentaba. Para mantener su título. Sin embargo. El sabio lo vencía fácilmente. El pueblo se dividió en dos. Para apoyar al que consideraban mejor. Al final todo iba a ser decidido por una guerra. Ahí fue cuando cambió. Empezó a actuar distinto. Y su conocimiento aumentó. El sabio con su nuevo conocimiento nos creó armas. Pero terminó peleando solo. Ganando el liderazgo.

— ... ¿Él era así de fuerte antes?

— No. Utilizó un arma. Similar a la que lleva.

— ... ¡¿Similar?!

No solo compartían el título de sabio, sino que también consiguió un arma, aunque su arma la encontró en una extraña cueva, pensar que consiguieron  armas similares era demasiada coincidencia.

— Son casi idénticas. Aunque me puedo estar confundiendo. Lo siento.

— ... Pero cualquiera puede ganar con un arma así de poderosa, eso no nos convierte en seres poderosos. —Buscaba una excusa para diferenciarse de los sabios y para poner a prueba su imaginación.

— No solo eso. Después de la guerra. Cambiamos de ubicación. Donde las criaturas eran menos. Eso nos evitaba problemas. Pero no podíamos. Cazar con tanta facilidad. Por lo que nuestro sabio. Creó animales estos son como criaturas.

— ... ¿Creó "animales"? ¿No será que no los conocían? Además ¿Animales y criaturas no son lo mismo?

— No. Él las creó. Y no solo uno. Sino tres tipos. Estos son dóciles. No como las criaturas salvajes. Y peligrosas.

Con esa información Piero apoyó su mentón sobre su mano y empezó a pensar.

"¿Mi falta de memoria se debe a que soy un sabio? ¿O mi falta de memoria me convierte en uno?... Al recuperar sus recuerdos recuperó sus habilidades. ¿Eso es posible? Esto no puede ser coincidencia... Pero nunca le hablé sobre mi amnésica, ¡¿Cómo sacó esa conclusión?!"

— Tengo una pregunta.

Camila que estaba sumergida en el río habló interrumpiendo el pensamiento de Piero.

— ¿Solo distinguen al sabio porque quiere saber su pasado? ¿Cualquiera con amnesia no podría ser considerado un "sabio"?

— ... Ustedes... ¿No sabían que es un sabio? —Miró a Camila y Fii.

— N-ni siquiera sabía que existían esos seres.

"Ni siquiera yo lo sabía." —Suspiró.

— ...Es una buena pregunta, responde por favor.

— ¡Si! Todos los sabios. Tienen una característica física. Que los diferencian de nuestra raza.

"¿Somos de distintas razas? Pero la información no llegó a mí, eso no debería ser posible... Aunque últimamente ya no sé cuáles son las condiciones para recibir la información... ¿Y si la información que recibo también es una característica de un sabio? Pero Camila y Fii no reciben información..."

— Y es que en sus patas solo hay una uña. No como nosotros que tenemos dos.

Estirando una pierna Fron señaló sus dos uñas en su pierna. Lo cual asombró a Piero. No se había percatado. Antes de limpiarse estuvieron en el pantano, por lo que estuvieron embarrados sin poder ver sus piernas. Solo cuando se limpiaron en el río Fron descubrió que él era un sabio. No, no solo él, había otras dos que compartían la misma característica que Piero.

— Si es asi entonces-

— ¡Señor, señor!

Fii, que había estado con sus piernas sumergidas, corrió al lado de Piero, Camila entendió el problema que causaría por lo que fue tras ella para intentar detenerla. Sin embargo, lo empeoró.

— Niña no deberías-

— ¡Yo también soy un sabio!

Demostrando sus delgadas piernas Fii se puso delante de Fron y Rai. Estos se congelaron en el acto abriendo aún más sus ojos, o por lo menos Rai que sí mostraba su cara.

— ... Bueno no había forma de ocultarlo saldrían en cualquier momento del río... —Suspiró.

— Lo siento intente detenerla...

— No importa... Y tú, Fii, compórtate, no creo completamente en su historia de sabios.

Tampoco confiaba en lo sucedido en esa semana, cada vez se volvía más complejo y difícil de digerir.

— ¡Sip! —Parecía estar divirtiéndose.

— Sigamos caminando, está a punto de oscurecer.

— Co-como usted diga sabio. Estamos a sus órdenes.

— ¡Quiero ser cargada! —Habló casi de inmediato.

— ... Fii, qué te dije. —Alborotó el pelo de Fii.

— Jejeje.

Un dolor agudo invadió la cabeza de Piero, soltó a Fii y se apoyó en un árbol para evitar su caída.

— ¡Sabio! ¿Está bien?

Al sentirse estable sostuvo su cabeza con fuerza.

— ... Sí, solo... Fue mucha información...

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Los cinco retomaron su viaje, con una atmósfera tensa. Si no fuera por Fii que de vez en cuando preguntaba sobre algunas cosas, hubieran pasado todo el camino en completo silencio.

Poco después un camino de piedra se pudo ver.

La escena anterior no podía salir de su cabeza, al ver a Rai arrodillada y con temor en su cara de alguna manera alegró a Camila. Además, la idea de ser considerada como alguien superior hacía emocionar algo dentro de Camila.

"Eres un Dios y ellos son simples mortales, ahora ya saben su lugar, no se deben meter contigo, debes hacer que lo recuerden. ¿Ya estas cansada de caminar, por qué caminar tanto? ¡Ellos deberían llevarte!"

Con esa idea en su cabeza, Camila fingió tropezar y caer al suelo. De inmediato voltearon a verla, todos se veían preocupados, especialmente Rai y Fron.

Rápidamente se le acercaron para ayudarla a levantarse, sin embargo, se detuvieron en plena acción. Al parecer no podían tocarla sin su permiso.

— Señorita. Sabio.

— ¿S-se encuentra bien? ¿Se lastimó?

— Mi, pierna... Creo que caí mal... ¿Estuvieron a punto de tocarme? —Los fulminó con la mirada.

Sin darse cuenta las palabras salieron de su boca. Esto la sorprendió un poco, pero no negaría que quería decirlo.

— ¡Lo sentimos mucho!

Rai y Fron se arrodilló frente a ella. Disfrutaría de la vista si no fuera porque su cabeza fue asaltada. Al voltear vio a Piero acariciando su cabeza con mucho cuidado de no tocar sus antenas.

— No seas un mal ejemplo para Fii.

Con la mención de Fii, Camila se sintió muy avergonzada por su comportamiento, nunca había pensado que ella actuara de esa manera.

— ¿Qué? Y-yo... —Tartamudeó.

— ... Vamos sube.

La voz de Piero la sacó de sus pensamientos y obedientemente subió a su espalda, la mochila de Piero la había girado hacia adelante para dejar espacio a Camila.

Parecía que hubiera hecho un berrinche solo para salirse con las suyas, lo cual avergonzó más a Camila, lo peor de todo era que su hermana miró todo.

— Yo también quiero ser cargada...

Viendo a su hermana ser cargada ella también quería lo mismo, sin embargo, Piero se rehusó.

— ... Tú estás bien, así que nadie te cargará.

— Yo podría. —Sugirió Rai.

— No es necesario.

Rápidamente Piero rechazó la sugerencia y siguieron caminando.

— Disculpa por hacer que me cargues...

— ... Es mejor no deberles nada.

— ¿Pasa algo? —Camila se sorprendió por su respuesta.

— ... Todavía no les creo y no me agrada la idea de ser alguien tan poderoso...

— ¿Por qué?

— ... Simplemente no lo puedo aceptar...

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La vista al frente de ellos cambió ligeramente, los árboles estaban atados entre sí con varias cuerdas, volviendo difícil intentar cruzar entre ellos. Como siempre la primera en preguntar fue Fii.

— ¿Por qué los árboles están atados? —Miró a todos lados mientras levantaba la mano.

— Fue un pedido. Del gran sabio. Demoramos bastante hacer las cuerdas y atarlas. El camino también lo hicimos nosotros.

— Oooh. Mira algunas cuerdas son más gruesas que otras, y esas de ella tienen una forma extraña.

Rai al escucharla giró su mirada a la dirección que señalaba Fii.

— ¡E-esas cuerdas las hice yo! Soy torpe en manualidades disculpe...

Fii siguió mirando a su alrededor, hasta que una cuerda mal hecha llamó su atención.

— ¡Mira en esa hay una flor atada!

— ¡¿Una flor?! —Nerviosa buscó la cuerda nombrada.

— Sip.

Corriendo entre los árboles y las cuerdas Fii llegó hasta la cuerda irregular, en medio de esta estaba atada una flor del tamaño de su palma. Rai abrió ampliamente los ojos mientras que Fron la miró en silencio.

— ...Fii vuelve, no debes alejarte de nosotros.

— La guardaré como recuerdo.

De repente varias voces se escucharon en el camino, este tenía una división donde llegaban los otros tres compañeros de Fron y Rai.

— ¡Fii, atrás mío ahora!

— ¡Hiiii! —Corrió hasta la espalda de Piero.

Estos al darse cuenta de su presencia sacaron sus armas listas para atacar. Sin embargo, fueron detenido por Fron.

— ¡Alto! ¡Arrodíllense! Y arrepiéntanse por sus acciones. ¡Ellos! ¡Son sabios!

— ¡¿SABIOS?!

Los tres se arrodillaron en el suelo apenas escucharon la palabra "sabio" y empezaron a temblar igual que Rai y Fron cuando lo descubrieron.

— ¿Tendremos que pasar por lo mismo en la aldea?

Esta vez todos se presentaron formalmente y caminaron de regreso a la aldea.

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Una pequeña criatura cabezona bebía agua tranquilamente en un arroyo, despreocupada de cualquier amenaza, su carne sabía extremadamente mal, y para algunos era letal, por lo que no se preocupaba de los depredadores, sin embargo, estaba atenta a las plantas de los alrededores, estas no eran exigentes con sus comidas. Por lo que apenas escuchaba un movimiento de una planta este levantaba la cabeza para revisar su alrededor.

Esta vez el sonido que escuchó era distinto, no sonaba como un animal caminando, sino como un ave rompiendo el viento a gran velocidad, no se escuchaban sus aleteos, solo se podía escuchar el viento ser cortado. Giró sus ojos en dirección del sonido, encontrando un arbusto en su campo de visión. Lo que sea que esté pasando estaba detrás del arbusto. Su atención volvió al río para saciar su sed, sin embargo, el sonido se empezó a acercar.

Con su instinto advirtiéndolo del peligro empezó a correr, pero el arbusto fue abierto en un segundo y unas garras lo atraparon antes de dar un paso en su huida.

Al ser atrapado por unas garras que nunca había visto, fue jalado a gran velocidad, su cuerpo se doblaba por la velocidad a la que iba, no podía mostrar resistencia a la velocidad. Y no solo él, algunos árboles habían sido cortados por el rose de las garras. Intentó ver qué clase de criatura era su atacante, sin embargo no pudo ver el origen de las garras, la extremidad se extendía hasta el horizonte.

Su cuerpo golpeó todos los árboles partiendo su cuerpo en múltiples pedazos con cada hueco atravesado, hasta que llegó al origen, donde los restos de su cuerpo terminaron salpicando en varias direcciones junto con sus órganos internos.

— ... Reducir a quinientos metros, ese será el límite, excederlo causará lesiones graves al sujeto al momento de retraerlo.

— ¡Hoy fue un buen día de caza! —inhaló.

Dos criaturas empezaron a hablar después de ver los resultados sangrientos de su experimento. Uno de ellos llevaba en su cabeza una especie de máscara de alguna criatura que había cazado. Un cráneo cilíndrico con varias cuencas vacias alrededor de una boca llena de dientes. Mientras que la otra criatura llevaba una tela blancas que cubrían su cuerpo hasta las rodillas y unos lentes en sus ojos, su vestimenta se limitaba a esas pocas prendas, si se las quitaban estarían desnudos, pero poco le importaba ya que su pelaje cumplía su función de mantenerlos cálidos.

Ambos parecían de la misma especie, sin embargo, eran diferentes. Dejando de lado su género, el de la bata blanca era un sabio.

— Regresemos, ellos deben estar cerca.

— ¡Claro! Ahora mismo —inhaló.

Bajo sus pies una red tenía varias criaturas con mal sabor y la máquina cuadrada con la que las atrapó. La hembra levantó sobre su hombro la red mientras que la máquina desplegó cuatro patas mecánicas que la levantaron del suelo para seguirles el paso. Poco después subieron a un camino de piedras.

— Gran sabio hoy encontré una Kron al finalizar mi descanso. Kiu...

La criatura a quien llamaron Gran sabio se detuvo.

— ¿Qué hiciste con ella?

— La capturé... —Inhaló.

— Sabes que son criaturas peligrosas para la aldea.

— Pensé... que a usted le interesaría... —Inhaló.

Agachando la cabeza respondió tímidamente. Pero una mano fue puesta en su cabeza inclinada, a pesar que la máscara cubría completamente toda su cabeza pudo sentir la caricia.

— Hiciste bien. Con ese espécimen ya no necesitaremos capturar estas simples formas de vida.

Dejando de acariciar su cabeza el sabio retomó su camino. Dejándola atrás.

— ¡Espere! ¡¿Ya no saldremos más?!

— Ya no será necesario por un tiempo.

— Ya no saldremos... —Inhaló.

Las criaturas siguieron el camino hasta llegar a su destino. Este era una pequeña aldea. Se dirigieron a la más grande de todas las casas hechas de madera, paja y piedras, donde fueron recibidos apenas deslizaron las pieles que hacían de puerta.

— Bienvenido gran sabio.

Quien lo recibió era una criatura de su misma especie, pero sus antenas delgadas y caídas demostraban lo senil que se había vuelto.

El sabio pasó de frente mientras cambiaba de prendas por una limpia.

— Ya puedes retirarte, no es necesario que lo acompañes más. —Murmuró la anciana.

— ... Gran sabio, dejé sus herramientas en su lugar ¿Deberíamos ir por lo que le conté? ¿O desea quedarse? —Evitando la mirada de la anciana, la chica habló directamente al sabio.

— Claro, guía el camino. Quiero experimentar con ella lo antes posible.

— Está en mi casa, por favor sígame —Inhaló.

Devolviendo una risa burlona miró a la anciana que los recibió. Claro que ella no podía ver su cara, pero sus miradas eran más que suficientes para transmitir sus sentimientos.

— Esperaré su regreso gran sabio.

Inclinándose despidió al sabio que se alejaba en el camino de piedra. Si tan solo fuera más joven el sabio estaría mejor con su compañía. Esa idea cruzaba por su mente, tenía el puesto como "la pareja del líder", no debía de sentir esa sensación de inferioridad hacia alguien menor, especialmente hacia su hija. Sin embargo cada vez se parecía más a ella.

La noche llegó y ellos no regresaron, quizás fueron al "laboratorio" donde el sabio pasaba la mayor parte del tiempo. Si ella se mostraba junto con el sabio, los demás comprenderían el grado de superioridad que tenía. Sin embargo, el sabio paraba encerrado en una habitación extraña, y cuando salía su enérgica hija era quien lo acompañaba a todos lados.

Esto la enojaba aún más, el control sobre los demás que en algún tiempo tuvo se le fue arrebatado no una, si no dos veces. Ahora, ella no podía dirigir como antes.

— Pensé que siendo la pareja de un sabio-

De pronto el deslice rápido de las cortinas interrumpió su murmullo. Miró en dirección a la puerta, pero sus esperanzas de ver al sabio se esfumaron al ver una cara poco familiar. Era un guerrero que había sido enviado a investigar zonas alejadas, su nombre era Fron.

Se había desanimado al ver que no era el sabio, sin embargo no permitiría que la vean así ocultándolo con enojo. Había entrado sin pedir permiso. ¿Qué clase de subordinado cometía tal falta? Estaba claro que había perdido su poder.

— ¿Por qué entras así? ¿No tienes modales? —Dijo completamente enojada.

— Disculpe. Pero tengo. Información urgente.

Fron estaba agitado por lo que parecía ser algo serio.

— Habla.

—Hemos encontrado. Tres sabios.

— ¡¿Tres?!

La noticia fue mucho más allá de sus expectativas. Esto la asombró tanto que olvidó sus delirios anteriores. Si la llegada de un sabio redujo su población a menos de la mitad, entonces ¿La llegada de tres que ocasionaría? El poder era directamente proporcional a la población. No debía disminuir su población.

— Sí. Pero tuvieron. Un despertar. Reciente.

Con esas palabras la calma llegó a ella. Sabía que en los primeros años después del despertar los sabios eran fácilmente manipulables y que, si lograba conseguir alguna relación con ellos, podría pedirles algún deseo. El actual sabio no cumplió sus expectativas, era hora de cambiar de bando, nuevamente.

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