11
─ ¿Me estas escuchando? ─ ladee la cabeza saliendo de mi burbuja.
─Lo siento. ─ le contesté mirándola apenada, no he podido estar concentrada en algo que no sea mi sueño, el rostro de aquella chica demoniaca aparecía en mi mente sin consentimiento, ¿Me iba a convertir en algo así?
No solo eso─ Me dijo mi subconsciente.
¿Por qué ese sueño?
Mi mamá quién estaba tomando desayuno conmigo no dijo nada más, desde que amaneció no había visto a los hermanos y eso me tenía con ansias.
Necesitaba hallar una explicación sobre mi sueño, debía tener una explicación.
Cuando terminé de tomar desayuno me despedí de mi "mamá", me fui a coger mi mochila y me dirigí a la puerta.
─Anda con cuidado hija ─me dijo antes de cruzar la puerta hacia la calle, yo le respondí con una sonrisa fingida y asintiendo.
Al salir el aire cálido me dio la bienvenida, era un día no tan soleado, pero tampoco era frío.
Perfecto diría yo.
Mientras caminaba pequeños recuerdos de mi sueño me volvieron a invadir, mi estómago se revolvió ante el nerviosismo azotador que comenzaba a sentir, es que... ¿Por qué tengo que estar viviendo esto?
Sé que no es normal mi vida y mucho menos yo, pero ya no sé cómo lidiar o como sentirme.
Fred dijo que estaría con las emociones a mil y si tiene razón, estoy experimentando una sensación extraña y a la vez abrumadora, siento que si no controlo bien mis impulsos todo se saldrá de control.
─Tienes el control de todo... solo fue un sueño, no es nada─ Me dije para mis adentros.
Caminé hasta el paradero que se encontraba a una cuadra de mi casa, estaba divisando los coches pasar hasta encontrar el que me lleva a la universidad, miré mi celular y me di cuenta de que dentro de poco yo ya tenía que estar en clase.
¿Por qué no llega el maldito bus?
Me empecé a desesperar y la amargura me comenzó a invadir.
─ ¿Estás esperando algo cariño? ─ Sobresalté ante la voz que provenía de mis espaldas.
¿Cariño?
─Si ─Dije volteándome para chocarme con un par de ojos azules sigilosos.
No pude evitar mirarlo de pies a cabeza, era un chico alto de piel blanca y lo que más resaltaba eran sus ojos, unos ojos hermosos como el mar.
Me voltee en seguida recordando lo babosa que había sido al examinarlo sin disimulo.
¿Qué habrá pensado?
Esperen, ¿él me había dicho "cariño"?
─Disculpa el atrevimiento, pero... ¿Qué o a quién esperas? ─avanzó hasta quedar al frente mío.
─Un bus ─contesté sin ganas al recordar que ya iba a llegar tarde.
Maldita sea bus de...
¡Ah cálmate!
─ ¿Tú que haces? ─traté de sonar más social, aunque no quería ni aparentarlo, mi atención estaba en mi clase, en mi sueño y en los hermanos.
Lo pensó por un momento y luego dijo: ─ La verdad es que nada, pensé que yo... pensé si tú quieres que te lleve a tu lugar de destino─ dijo en un suspiro.
No lo conoces, no confíes.
Pero tengo que llegar lo más pronto posible...
No confíes
─Creo que mejor esperaré al bus, gracias─ respondí con una sonrisa mínima.
El no pareció contento con mi respuesta ya que sentí que su mirada cambio, se quedó en su posición por un momento y luego abrió la boca para decir algo más:
─El bus no llegará─ afirmó con seguridad, eso me tensó por completo, tenía una sonrisa oscura.
─ ¿Cómo dices? ─ interrogué con el ceño fruncido.
─No llegará tu bus─ su mirada estaba fija en la mía y continuó─. Ya me encargué de eso.
No tuve tiempo de responder ya que todo se detuvo y el miedo me invadió ante sus palabras, él sin más pasó por mi lado y se fue, dejándome helada y con mucha confusión.
Me quedé en mi lugar, no quise voltear ni nada de eso, solo me concentré en recordar lo que el chico de ojos azules me dijo.
¿Cómo que se encargó de que el bus no llegara?
¿Cómo sabe de mí?
Mi vista corrió hacia la pista en donde un carro venía en dirección hacia mí, se estacionó al frente de mi lugar y mi cuerpo comenzó a tensarse.
Era un carro lujoso de color negro, sus lunas eran polarizadas y por ende no podía ver al conductor.
¿Sería el chico de hace un rato?
Empecé a temblar por el miedo que sentía y por alguna razón no me moví.
¿¡Por qué no me muevo!?
Mis piernas no funcionaban cuando les pedía caminar hacia otro sitio.
De pronto la luna que estaba al costado del conductor comenzó a descender y una ola de alivio me recorrió de pies a cabeza, todo el miedo que tenía se esfumó al reconocer el rostro de aquel brujo.
Eder.
─Hola Kendra ─me saludó con una sonrisa brillante.
Este chico me contagia su felicidad.
─Hola─ me apresuré a decir cuando él abrió la puerta del coche y tuve que cruzar la pista para poder sentarme a su costado.
─Tendrías que estar en clases ─ su mirada se conectó con la mía.
Recordé todo lo que había pasado minutos antes y una sensación que no sabía cómo explicar me hizo estremecer.
─Eder... ─pensé en que decirle mientras que su atención se posó en mí, sus ojos oscuros me pusieron más nerviosa.
─Hay cosas que tengo que contarte, pero no creo que pueda ahora, necesito entrar a clases y ya estoy llegando tarde, ¿podrías llevarme?
Él me miró confuso y a la vez preocupado, pero supongo que entendió mi pedido y solo asintió con una sonrisa.
─ ¿En dónde queda?
─Está de frente, de aquí a unas 8 cuadras maso menos─ le indiqué señalándole la calle que se encontraba delante, él asintió y antes de encender en coche se volteó a mirarme.
Se quedó observándome y eso me puso nerviosa, me acomodé un mechón ondulado y traté de desviarle la mirada, pero no pude.
─ ¿Eder? ─le dije con una sonrisa nerviosa.
Pareció despertar de su burbuja porque ladeó la cabeza y se enfocó en prender el coche.
─Colócate cinturón─ susurró y yo solo obedecí.
Poco a poco los nervios ya no aparecieron y solo me dispuse a mirar las calles.
Las altas paredes de cemento empezaron a divisarse y el carro se detuvo.
─Ten cuidado Kendra... y ya sabes, sigue las indicaciones de mi hermano ─se bajó del carro y yo hice lo mismo.
Llegué al gran portón negro en donde se encontraba la señora Naya esperando a los tardones.
Me volteé a ver a Eder quién se despidió con una sonrisa, le contesté de la misma manera y me dirigí a Naya, la auxiliar.
Cerca de la señora castaña le saludé y comenzó a apuntar mi nombre en una agenda deteriorada, el lápiz se movía al compás de sus dedos, tenía una maldita paciencia que poco a poco comenzaba a irritarme.
Recuerda lo que te dijo Fred, tienes que controlarte.
Cuando por fin acabó de escribir me dedicó una sonrisa fingida y rodeé los ojos suspirando, me abrió el portón y comencé a caminar hacia mi salón.
─Estúpida si piensa que voy a creerme su sonrisa, pronto la mataré─ me detuve en seco al escuchar esas palabras salir de mi boca.
¿Desde cuándo tengo esos pensamientos?
Me dio igual lo que pude haber pensado, total, eran solo ideas locas que nunca haría.
Avancé hasta chocar con la puerta de metal de mi salón.
Di un suspiro y dudosa acerqué mi puño hacia la puerta y comencé a tocar.
No demoró mucho hasta que una figura alta y demandante abrió la puerta, la mirada del profesor de diseño me miró con el ceño fruncido.
─Disculpe la tardanza profesor─ le dije mirándolo a los ojos.
El profesor solo se dispuso a asentir y a decir "espero que sea la última vez" para luego dejarme pasar al salón.
Sentí las miradas de todos sobre mí, incluso la de Misael, pero yo solo fijé mi vista en mi asiento hasta acoplarme a la sesión.
El profesor esperó a que me acomodara en mi asiento para empezar con la aburrida clase.
Estaba en el salón, pero a la vez no estaba, mi mente estaba en otros asuntos más importantes.
Tenía que contarles a los hermanos sobre el sueño y el chico de ojos azules, que por cierto su mirada seguía clavada en mi memoria, sus ojos eran los más hipnotizantes y su mirada en particular, a pesar de darme miedo algo me inquietaba cuando volvía a pensar en él, de seguro nunca más lo iba a volver a ver.
También recordaba lo de Misael, no podía culparlo del todo porque sé que ese golpe no iba a ser para mí, pero Fred ya me había dicho que me alejara de él y yo no quería hacerlo.
No podía estar distante con él, no cuando él ha estado siempre para mí.
Pero ahh, que iba a hacer si por un lado Fred tenía desconfianza y por el otro lado yo no podía alejarme.
¿Qué se supone que tenía que hacer?
¿Dejarlo?
¿Seguir con nuestra amistad?
Las 2 horas se hicieron humo ya que todo el rato estuve con estas ideas rondando mi cabeza y sentí que el tiempo pasó muy rápido.
En todo momento hice como que Misael no existiera, no tenía aún una decisión clara sobre lo que iba a hacer, de tanto pensar en él creo que lo invoqué ya que alistando mis cosas para el refrigerio se me acercó algo triste y avergonzado.
Su mirada se conectó con la mía y muchas sensaciones me invadieron.
─No sé cómo hacer para borrar lo que hice ayer ─Habló en un susurro. ─. No puedo estar tranquilo cuando sin querer te he lastimado. ─ terminó y sentí la necesidad de decir algo.
Tenía que hablar, pero mi mente aún era una guerra que al parecer no tenía fin, él estaba esperando a que dijera algo, pero me era imposible, poco a poco su mirada se fue apagando al no hablarle.
Así que seguí al primer impulso que se me ocurrió, dejé mi mochila en la silla y avancé hacia Misael y lo abracé con una necesidad abrumadora, mis brazos rodearon su cuello y sus manos rodearon mi espalda.
─Lo siento mucho Kendra, yo no quise lastimarte, sabes que no lo haría─ apoyó su cabeza en mi hombro.
Recordé lo del día pasado, en como se pelearon Fred y Misael, en el golpe que a pesar de que no fue para mi me dolió y no solo físicamente.
Aún sentía esa sensación de decepción en el pecho.
Nos quedamos por un momento muy cortó así hasta que yo decidí separarme y volver a pensar en frío.
¿Y ese impulso?
Bien, ¿Y lo que dijo Fred?
No podía alejarme de Misael, pase lo que pase mi cariño iba a seguir intacto.
Si me alejaba de él, el dolor y la impotencia iba a destruirme.
Si seguía cerca de él iba a obstaculizar a los hermanos.
¿Qué tenía que hacer entonces?
De las dos formas iban a haber problemas.
─Señores la clase ya ha terminado─ me sacó de mis pensamientos el profesor Matías.
Miré a Misael y el me dedicó una sonrisa pequeña, yo me dirigí a mi mochila y me la puse.
Salí del salón hacia el comedor con Misael a mi costado, el abrazo significó una reconciliación para él y creo que para mi también, aunque nuestra cercanía iba a traer problemas.
El camino por los pasillos fue silencioso, ese silencio me daba ansiedad.
Mi vista recorría hacia los casilleros y a la ves a las puertas de los demás salones.
¿Por qué siento algo extraño?
Ya faltaba poco para entrar al comedor y mi corazón empezó a latir con fuerza de manera espontánea.
¿Qué me estaba sucediendo?
Mi desesperación incrementó y me detuve en seco, Misael se dio cuenta y se detuvo al instante.
─ ¿Qué pasa? ─se acercó quedando al frente mío.
No hubo respuesta de mi parte y me dediqué a mirar a todos lados.
Mi subconsciente hizo que mi paranoia empeorara.
Te están vigilando, no estas a salvo.
No, eso no puede estar pasando.
Escapa.
No.
Escapa.
Cállate.
Escapa.
─ ¿Kendra estas bien?
Escapa
Escapa
Escapa
─ ¡Para! ─grité dejando de jalar mi cabello.
Misael retrocedió asustado ante mi reacción.
De pronto la voz de mi mente desapareció y me sentí aliviada.
─Yo... Misael lo siento─ le dije acercándome a él, su mirada se conectó con la mía y tuve que desviar mi vista ya que la culpa de haber reaccionado de esa forma iba a hacerme llorar.
─Descuida, pero... ¿te sientes bien? ─esa pregunta me inquietó.
Miré a los alrededores y no había gente cerca, pero a pesar de eso la sensación no disipó.
Respondí asintiendo, ocultando mi paranoia y empezamos a dirigirnos a la puerta del comedor.
Acerqué mi mano hacia el pomo, pero alguien del otro lado estaba manipulándolo, retrocedí unos 4 pasos hasta esperar que la puerta se abra.
Escapa.
Miedo, sorpresa, desesperación, pánico fue lo que sentí al notar una alta y conocida figura.
Sus ojos azules estaban brillando con malicia.
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