⸻Capítulo tres - Blue discordia.

Blackat comía una dona rellana de chocolate mientras el capitán fumaba otro cigarrillo, todo el departamento se encontraba en la escena del crimen.

—¿Qué tenemos? —preguntó el de ojos café al más explosivo y arisco de sus sargentos a cargo.

—Mujer de 27 años, sobredosis de esa mierda —leía concentrado de su pequeña libreta que no dejaba que nadie tocara—, trabajaba como camarera en el bar "tentation", la última que la vio viva fue su compañera de piso esta mañana antes de irse a trabajar, es secretaria de oficina.

—¿Quién está hablando con ella? —preguntó el jefe.

—Bo está a cargo —contestó Blackat con ganas de reír—, no pongas esa cara As, aunque Japón sea el mejor interrogando, la chica aun no es sospechosa de nada y por si fuera poco, no te olvides que Bo es el que tiene más arraigado el peo de la justicia en sus ideales.

—No tengo problemas con eso —contestó aquel que habían bautizado como As del equipo, porque aun con su temperamento voluble, era quién más veces les había salvado el trasero a todos—, la cuestión es que Bo hoy ha estado depresivo, y no sé si evitará echarse a llorar frente a la amiga de la víctima.

—¿Quién la encontró? —cuestionó el capitán sin evitar preocuparse por las palabras de su subordinado, Bo era la personificación de la dependencia emocional, pero habían aprendido a trabajar con él.

—El novato está hablando con el conserje, pero me da mala espina —dijo el As mirando de soslayo a los dos jóvenes que dialogaban—, sé que está haciendo calor, pero ese conserje está sudando demasiado, aunque le doy crédito al novato, sé que puede ser muy intimidante.

Todos vieron como su compañero le informaba a un oficial de bajo rango que se mantuviera cerca del conserje que hasta los momentos era el testigo clave del caso. Luego se acercó con paso ligero mientras revisaba su celular, al estar a la altura del grupo guardó el teléfono y vio como Japón se unía quitándose los guantes con los que estaba examinando al cadáver.

—Tenemos algo que no esperaba —dijo Japón tirando las fundas en una papelera y haciéndole señas a un médico forense que había asistido de apoyo a la escena, porque algo que sabe todo la NPA: es que la unidad 12 trabaja como manada de lobos solitarios, o en su excepción son muy selectivos en su personal auxiliar—, llama al hospital y solicita una revisión exhaustiva del cuerpo, especialmente en la zona intima, esta chica posiblemente fue violada después de muerta —añadió lo más bajo posible.

Aquellas palabras crearon una atmósfera negativa, ninguno era tolerante con casos de abusos sexuales, no después de aquel suceso de hace dos años. Ese había sido un tiempo de renovación, porque se despedía al integrante más viejo del departamento. El teniente mayor por 25 años consecutivos de la unidad dejaba el trono al nuevo capitán, y además abría las puertas para el oficial mayor más joven, más tarde apodado como: novato. Pero el rememorar aquellos tiempos siempre constaba de la misma conclusión: que forma más enfermiza y detestable de estrenarse como sargento metropolitano del departamento de drogas y armas, y peor aún como nuevo inspector principal a cargo.

En ese entonces fue cuando comenzaron a tratar con este sumario que ellos llamaron "blue discordia". El único caso que no han logrado cerrar, y por el cual han dedicado horas extras fuera de casa. La primera víctima de esta droga fue una chica de 15 años que llegó a la estación por una demanda de acoso, no tenía nada que ver con ellos, hasta que se cruzó con Bo en la salida. Era imposible que el detective no se encariñara con aquella adorable y triste chiquilla. Ha sido la única solicitud especial que ha hecho el excéntrico peligris de Bo durante toda su carrera, y de seguro la marca más profunda que lleva en su pecho.

La victima llamada Akihiko Camie, estaba siendo acosada por un depredador sexual que aun no había cometido delitos graves, era primavera cuando la conocieron, y fue invierno la última vez que la vieron. Camie fue drogada una noche de regreso a casa en la cual ninguno de los oficiales la pudo acompañar, aunque nadie carga más con esa culpa que el capitán, pues tenía asignado llevarla a casa esa noche, pero una reunión de emergencia con el general de división lo privó de su responsabilidad. El depredador, un estudiante de último año de preparatoria, no había dejado de acecharla durante los meses que estuvo siendo protegida por la unidad 12.

"Blue discordia" fue el psicodélico que utilizó el acusado para secuestrarla, violarla y desmembrar su cuerpo sin que la víctima se despertara ni una sola vez. Dejó evidencia en la escena del crimen y gracias a eso el departamento no tardó ni 5 horas en atraparlo. Al ser interrogado por Japón y As, este cantó como un pájaro detalles que ellos hubieran preferido no saber. Esa noche cada uno lloró en su respectiva casa, y el jefe se ahogó en alcohol para intentar olvidar todo, pero sin lograrlo.

Tildaron de "blue discordia" el caso por dos razones: blue era el color de cabello de Akihiko Camie en ingles, y la palabra discordia dejaba en evidencia el hecho de que a raíz de la situación, todos comenzaron a tener problemas entre ellos, y consigo mismos.

Toda una maraña de mierda. 

El escuadrón se desmoronó durante el mes de fin de año, siendo señalado en sus estadísticas como el bache de imperfección en su distinguido expediente; eso continuó hasta que un ángel llamado Yui los ayudó a sanar parte de las heridas. No fue hasta 4 meses más tarde cuando dieron con una cruda realidad: Akihiko Camie no era el único caso.

Cada cierto tiempo comenzaron a tropezarse con un caso de deceso por esa detestable droga que se estaba haciendo más famosa en las calles, es extremadamente adictiva y sumamente fácil de usar. El alucinógeno viene como un pequeño plástico transparente en forma de pegatina, que al estar en contacto con alguna zona de tu cuerpo provoca mareo, alucinaciones y éxtasis; está compuesta por pequeñas micro fibras de 5MoDiP3 más 2ct7 adheridas al material, era como fundir disopropil con el diazepam, declarado como psicodélico de acción rápida. Han arrestado a infinidad de dealers, la mayoría niega el consumo o la venta de ella, pero algunos han dado información valiosa para que los inspectores por fin sientan que avanzan hacia el clímax de la investigación.

—¿Qué te hace pensar que fue abusada sexualmente? —preguntó el novato con un tono turbado.

—Tiene algunos moretones en los muslos, le están apareciendo unas marcas de dedos alrededor del cuello y el short no está bien amarrado en la cintura —Japón se tocó la barbilla con delicadeza, no quería hacer movimientos excesivos porque sabía que estaba siendo observado por más personas aparte de sus compañeros—, y mi instinto lo dice.

—Nada común para una muerte por sobredosis —escupió Blackat con recelo.

—No le digan nada a Bo aún —sentenció el jefe.

El As guardó su libreta en silencio y divagó por varios segundos antes de escuchar otra voz.

—Quería informarles que nuestro testigo me parece sospechoso —les habló el novato—, no ha dejado de ver hacia el cadáver durante nuestra pequeña charla, As, quizás tú deberías tener una amena charla en la estación.

—Con gusto —contestó al instante el mencionado, sin estar contento de recibir órdenes del novato.

—Bien, As, tú ve con el conserje y exprímele las verdades que oculta, así sea que robó un dulce cuando tenía cinco años —demandó el jefe con autoridad—. Japón y el novato dialogaran con los vecinos y cualquier persona que transite estos lugares de forma constante, quiero saber si alguien vio algo. Blackat, Bo y yo daremos un viaje hasta el bar donde trabajaba la víctima, y revisaremos las cámaras para ver quién le vendió esa mierda.

Con una simple seña de cabeza todos se movieron a la vez, al bajar las escaleras pudieron escuchar las quejas y los gritos ahogados del conserje siendo arrastrado por el As a su tortuoso destino, porque aquel sargento no sabía jugar a otra cosa que no fuera a ser de policía malo. Blackat y el capitán se encontraron a Bo agachado contra el asqueroso auto del primero, en su gesto se percibía la tristeza de los recuerdos.

—Tenemos que trabajar hermano, deprímete en casa —escupió Blackat pateándolo levemente y encaminándose a la puerta del piloto.

—Te compraré una cerveza al llegar a nuestro destino, súbete —instó el capitán, al instante Bo levantó la cabeza, más porque le tenía un amplio respeto a su jefe que por la promesa de una bebida adulta.

Todos estuvieron camino al bar en un desdeñoso y largo silencio.

Blackat y Bo compartían una amistad envidiable, y se conocían secretos que jamás revelarían. El capitán era el primero en verlos con una mirada escéptica e incógnitas no pronunciadas en voz alta, luchaba con los juegos estúpidos que se les ocurrían cuando estaban ebrios, y dos veces los había tenido que sentar en la sala de interrogaciones para reprenderlos con severidad por usar sus nombres verdaderos a la ligera.

Una de las leyes internas del departamento era no hablar de sí mismos con nadie, ningún lugar era de confianza si no eran sus casas, y los apodos salvarían su trasero, les había declarado su ex jefe. Otra regla era intentar no tener familiares cerca y que nadie supiera las ubicaciones exactas de sus moradas, el papeleo correspondiente de cada inspector integrante de la unidad lo guardaba un alto mando de confianza y el capitán, si por casualidad algo era filtrado, esas cabezas serían las primeras en volar.

Todos los que llegaban nuevos en la estación se preguntaban porqué los dioses jerárquicos de Keisatsu-chô eran tan permisivos con la unidad 12, y los que tenían tiempo allí soñaban con la oportunidad de ser parte o apoyar al departamento, aún sin saber casi de ellos. La repuesta de la primera interrogante era la efectividad de resolver casos, la responsabilidad con la que tomaban decisiones, la influencia que tenían en las calles, la intolerancia que presentaban ante los corruptos, el sentido del bien que los guiaba y el respeto que infundían en cada persona con la que interactuaban. La segunda situación se resolvía con un simple vistazo del capitán en uno de sus malos días para saber que sus palabras serían "nunca lo serás".

Cada integrante del comando era un experimentado oficial de rango con honores, graduados con las mejores calificaciones y cualificados como capaces de dirigir un departamento cada uno. Por esa y muchas razones los nombraban en los pasillos como "la unidad de las mil leyendas". Era una situación irónica, porque parecían saber mucho sobre el grupo, pero no sabían absolutamente nada.

Cuando aquel trío bajó del vehículo frente al callejón que lindaba con el pequeño bar que parecía escondido, un gesto de cabeza de Bo le dió a entender al capitán que tenían cámara de vigilancia en una tienda del frente y que él aseguraría dicha cinta antes de que misteriosamente desapareciera.

Luego de asentir a su decisión se dividieron, y Blackat entró por la puerta principal del bar mientras el capitán buscó la salida trasera. Llevaban tantos años trabajando juntos que no había necesidad de hablar para saber cuál era el paso a seguir para las mayorías de las circunstancias.

El capitán esperó con paciencia y a los tres minutos se escuchó a alguien corriendo en su dirección, el jefe elevó su brazo izquierdo y apretó su puño con fuerza ejerciendo presión en toda su extremidad, segundos después el escapista chocaba su cuello contra el antebrazo que por un instante le pareció una pared.

—Feliz tarde pajarito ¿no crees que intentas volar muy rápido? —se burló el capitán sin mostrar ninguna sonrisa—, te enseñaré porque debes temer antes de abrir tus alas —un segundo después impactó un derechazo en el rostro del sospechoso.

—Violencia innecesaria, capitán.

—No lo sé, siento que se lo merece —y eso fue suficiente para escuchar la irritante risa de Blackat por enésima vez en el día.

—¡Me perdí el show! —se quejó Bo apareciendo en una esquina con la cinta de la grabación en la mano.

El capitán por fin ladeó una corta sonrisa y musitó—: Si esto apenas acaba de comenzar.




¡Todos entran en acción, la unidad 12 ya está presentada!

senpai

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