⸻Capítulo once - Frutos.

Rose daba vueltas en su habitación, tenía tantas dudas que aclarar que sentía que se volvería loca. ¿Por qué el capitán estaba esa noche allí? ¿Tanto habían avanzado en su investigación? Pensaba que habían sido lo suficientemente cautelosos, y no esperaba una escena tan directa hasta después de navidad. Quizás estaban equivocados, pero ¿y si tenían una filtración de información que no sabían? Eso podría arruinar los dos años de ventaja que tenían en el plan, y lo que más la asustaba en ese momento era que había otra cosa que podría arruinar más rápido todo: los sentimientos.

No quería ponerle nombre a lo que sentía, no pensaba en adjudicar un título más peligroso que una "simple atracción" a lo que le provocaba el capitán, pero tenía miedo, ansiedad por lo que podría suceder si ella fallaba, si el plan fallaba.

Rose se dio una ducha y se vistió sin dejar de darle vuelta a sus pensamientos. Necesitaba hablar con King, pero debía ser precavida, después de ese encuentro ahora posiblemente estaría siendo vigilada. Salió a la azotea y encendió un cigarrillo, tenía bastante tiempo sin fumar, su último cigarrillo había sido la noche antes de mudarse con el capitán. No era fan de la nicotina, pero no negaba el hecho de que la tranquilizaba.

Se cuestionaba una vez más si la venganza era tan necesaria, si valía la pena todo el daño que estaba causando, si alguna vez se arrepentiría tanto de sus acciones como para desear no haber nacido, y cuando encendió el segundo cigarrillo ya se había calmado: el departamento de drogas y armas debía ser destrozado, los entes que dirigen el bajo mundo debían ser destruidos, Tokio sufriría por todo el dolor que le había causado.

¿Sentía algún tipo de remordimiento por las muertes causadas?

No, eran almas que ya estaban perdidas.

Sonrío en la penumbra y comenzó a tararear una canción que su padre le cantaba de pequeña, vengaría a su padre, joder, sí que lo haría.

La puerta se abrió con fuerza, el inspector entró con pasos pesados y comenzó a quitarse la camisa frente a sus compañeros. El silencio era tenso, las miradas no se encontraban, porque entre la vergüenza y las dudas, todos preferían callar.

—¿Dónde está Blackat? —gruñó el jefe quitándose el chaleco y dejándolo sobre la mesa.

—Lo llamaré —avisó As.

Los repiques de la llamada en altavoz aceleraron el corazón de Bo, quién sentado en una silla de la oficina no dejaba de mover su pie de arriba abajo. Sus compañeros lo habían puesto al día con todo lo acontecido, y el hecho de que aquella cantante podría ser la pareja del capitán y de que no la haya ayudado, lo estaba preocupando demasiado. Pero que Blackat fuera el principal culpable al guardarles secretos a la unidad, le tenía los vellos de punta, apreciaba al sarcástico y metiche inspector, de seguro tenía sus razones para lo que hizo, pero eso no lo tachaba como algo bueno.

—Soy As —avisó el sargento al ver que la llamada había sido atendida.

—Ya lo sé idiota —farfulló Blackat—, estoy terminando de tomar una declaración y subo.

—¡Sube ahora! —gritó el capitán bastante alterado.

—Te llevaré un calmante, mi amor —se burló Blackat echándole más tierra a su tumba y colgó la llamada.

—Algún día lo mataré.

El capitán se sentó en su sillón, bastante agotado. Después de 11 años aún seguía sin entender a Blackat, y constantemente deseaba clavar su cabeza en el inodoro hasta ahogarlo. Pero casi nunca tenía quejas de su desempeño como inspector, lo dejaba hacer las cosas a su manera, y sabía que por eso todos los problemas que le causaba eran también de cierta forma su culpa. Constantemente reprimía las rabietas, y subía al piso 19 a descargar su molestia. No obstante, no podía soportar las mentiras ni el hecho de que Blackat le ocultara información ¿cómo podía confiar en que cubriría su espalda con esas acciones?

Estaba haciendo bastante calor, pero era producido por los nervios de algunos y la ira de otros. Eran altas horas de la madrugada, llevaban una semana entera sin dormir más de 4 horas por la constante vigilancia que ameritaba la operación, y ahora tenían que soportarse entre ellos por problemas que no deberían estar pasando.

—¿Hasta cuándo esperaremos al imbécil? —preguntó As bastante molesto.

El Novato bostezó. —No sé.

—No tenías que contestar.

—Podías ignorarme.

—¡No cuando estás junto a mí!

As tomó al Novato del cuello de la camisa con fuerza y este solo sonrió bastante divertido de la situación. Ellos dos no se llevaban completamente bien, siendo opuestos en comportamiento no gozaban precisamente de su compañía. El novato no perdía la oportunidad de recalcar que As era demasiado temperamental, y As por su parte, lo desafiaba a intentar valerse por sí mismo, tachándolo de débil.

—¿Por qué gritas?

—Dios, ¿será que no puedes cerrar la maldita boca? —As tenía todas las ganas del mundo de golpearlo y remover esa estúpida sonrisa de su rostro.

Japón y Bo veían todo desde su respectivo lugar, acostumbrados a esos altercados constantes entre sus compañeros. El capitán estaba apoyado en sus manos, concentrado en no dispararle a ambos.

—Y si cierran la boca ambos —musitó Blackat burlón uniéndose por fin al grupo.

Japón chistó hastiado de su presencia.

—¿Qué carajo hacías? —se acercó As soltando al Novato en el proceso.

—Venga, cálmate matón —rió como hiena ante la mirada de desdén de todos—, vale, traje a una mujer súper drogada del club, obviamente saben con qué, le hice unas preguntas y la envié al laboratorio para algunos exámenes.

Blackat dejó unos jugos en la mesa y le lanzó una pastilla al capitán cumpliendo su promesa. El castaño lo miró sin darle crédito y el más alto le guiñó un ojo haciéndose el divertido. El inspector principal estampó su puño con fuerza en la mesa, causando un silencio abrupto. Una gota de sudor recorría su pecho, aún sin camisa. Miró a Blackat queriendo que hablara de una vez sobre todo, y este negó con la cabeza.

—Será mejor que comiences a cantar o te meteré un tiro por el culo —amenazó el capitán señalándolo con su dedo índice.

Blackat se pasó una mano por el cabello, bastante irritado de tener que hablar frente a todos, porque no sabía si era lo correcto, pero no veía más que enojo y decepción en los ojos de su compañero. Estaba claro que era su propia culpa, y que por más que se arrodillara no obtendría el perdón ni de Cristo.

—Bo, trae la pizarra —le pidió Blackat al cabizbajo sargento—, y quita esa cara, que no se ha muerto nadie, aún.

Japón lo miró queriendo estrangularlo.

Cuando estuvieron todos frente a la gran pizarra donde habían estado armando el caso blue discordia por meses, comenzaron a sacar conclusiones rápidas en su cabeza. ¿Qué había descubierto Blackat?

—Novato ¿qué obtuviste de las cámaras del club? —preguntó el sub-jefe tomando un marcador y sacando una foto de su coala.

—No vi nada interesante, más que todo por los malos ángulos de las cámaras —miró de soslayo al capitán antes de seguir—, a excepción del camerino, ocurrieron muchas cosas allí, pero no teníamos audio en el lugar, así que no puedo sacar teorías completas.

—¿De quién es el camerino? —cuestionó el pelinegro más alto.

—De la estrella.

—Umi —musitó Bo rascándose la nuca—, es la cantante del lugar desde hace unos meses, solo va de viernes a domingo.

Blackat pegó la foto en el tablero, era Rose captada entrando al bar durante el día. Colocó el nombre encima de la fotografía y se giró hacia los demás.

—Ella es Rose Umi Robbins, solo conocida en el bar como Umi, la compañera de apartamento de nuestro capitán —el silencio fue sofocante.

El capitán veía la foto con demasiadas preguntas en su cabeza.

—¿Qué fue lo que vieron a través de las cámaras?

As y Japón se vieron a los ojos.

—La mujer llegó un poco atareada, ensayó unas poses frente al espejo y se cambió la camisa —declaró Japón bastante cohibido de dar más detalles.

—Después entró un pelirrojo bastante alto con el que pareció discutir, este al parecer intentó intimidarla y se dijeron algunas palabras antes de que ella le apretara en la zona baja —añadió As acercándose a la foto de Rose—, unos minutos después reían, él le dijo unas palabras, se estrecharon las manos y él se fue.

El sonido del ventilador agonizando ambientaba el momento.

—Justo en ese instante ustedes entraron al cuarto de operaciones —informó el Novato.

—¿Por qué mierda no lo dijeron? —preguntó el capitán sin mirarlos.

—En el momento pensamos que no era importante, disculpe —declaró el Novato de inmediato.

—¿Tienen una imagen del pelirrojo? —cuestionó Bo.

El Novato sacó la laptop y abrió la grabación del video, detuvo la imagen en un buen ángulo en el que se veía por completo el rostro del pelirrojo. Mandó la toma a la impresora y segundos después le extendía la foto a Bo.

—Lo vi hoy por primera vez, pero todos en el bar lo miraban con respeto, cuando me fui a los vestidores oí a T.J llamarlo "Monster", pero no sé quién es, además estuvo en la barra ayudando con las bebidas, quizás por eso se me asignó atender a Rose anoche —murmuró Bo viendo la foto con atención—. Sí, estoy seguro que es él.

Blackat tomó la foto y la pegó junto a Rose con su respectivo mote señalado.

—Debemos averiguar todo sobre ellos y qué tienen en común —declaró Japón bastante interesado en el amenazante pelirrojo.

Blackat comenzó a caminar de un lado a otro.

—¿Qué más sucedió? —preguntó.

—Después de su concierto, ella regresó rápido a su camerino con Bo —dijo As.

—Ella me pidió que la ayudara a salir del bar sin que nadie la viera, tuve muchas dudas en ese momento sobre su persona, a pesar de que había sido muy dulce —se aclaró la garganta después de decir aquello—, pero no alcancé a ayudarla porque fuimos interrumpidos por un castaño alto de buen porte.

—Ese hombre se quedó con ella e intercambiaron varias palabras, más un momento bastante íntimo antes de que el capitán entrara en escena —declaró el Novato aflojando su corbata.

Hubo un silencio repentino, todos observaban de soslayo al jefe, esperando a que hablara.

—Estuve caminando entre los pasillos, demasiado vacíos para ser un bar tan concurrido y llegué al camerino —el capitán se rascó la nuca fastidiado—, al entrar los vi a ambos, tuve un momento tenso con el sospechoso, luego este se despidió de Rose y se fue —declaró para posteriormente tomarse la pastilla que Blackat le había dado.

Instintivamente cada quién agarró un jugo y comenzó a ingerirlo, no era una disculpa aceptada, pero sí una tentativa moción de paz.

Unos segundos después el Novato le entregó a Blackat una foto del hombre sospechoso y esta fue colocada junto a los otros dos. El silencio volvió a hacer presencia, todos pensando en qué estaba pasando detrás de aquellas personas.

—Ahora les diré lo que me había guardado —Blackat se recostó de la pared y encendió un cigarrillo—, quería reunir más información o confirmar si tenías una relación con ella antes de hablar —añadió mirando a su jefe.

El capitán apretó la mandíbula, aún sin poder controlar las ganas de matarlo.

—El verdadero nombre de esa mujer no es Rose —declaró después de inhalar la primera calada—. Se llama Umi Takashi.

Exhaló, y con esa declaración contuvo la respiración.










¿Rose? ¿Umi? ¿Robbins o Takashi? ¿Qué carajos está pasando?

Déjenme sus comentarios, teorías o insultos.

Senpai

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