Capítulo 35 🚬

Si llegas aquí primero vuelve al capítulo anterior, hice doble actualización jeje

La cabeza me dolía muchísimo. Al tocarme en donde dolía, sentí una fuerte punzada.

Y al ver mis dedos, estaban llenos de sangre.

Miré hacía mis lados, pero veía sumamente borroso.

—¿Keira?

—¿Pa... pá? —dudé.

—Sí, soy papá —aseguró.

—Me duele... la cabeza...

—Lo sé, hija. Lo sé. Estamos yendo a curarte.

Fui recuperando poco a poco la vista, estaba sentada en el asiento de copiloto del coche de mi padre.

Este estaba limpio y olía bien.

—Ella...

—Ella está atada en el baúl —dijo él, calmado—. No debiste irte con ella. ¿En qué pensabas?

Me incorporé como pude, sentándome.

—Bueno, nos apuntó a Gen y a mi con un arma. Mucho no podía pensar. ¿Sabes?

—Joder, Keira —masculló, agotado—. Tantos años escapando para que ella llegue así como así. Por Dios.

—¿Es... cierto?

—Sí. Una noche me cansé, tomé nuestras cosas y huímos lejos. Nadie me dijo que casarme con la hija de un mafioso sería tan pesado.

Asentí, tratando de asimilarlo todo.

¿La hija de un mafioso?

—¿Tú eres... un mafioso? —pregunté nerviosa.

Pero él se rio con amargura.

—Trabajo ilegalmente, pero busco o mato personas por encargo. Malas personas, si te lo preguntas.

—Pero eres un asesino de igual forma —sollocé.

Mi padre apretó el volante con fuerza. Aparentemente mi comentario no le había gustado.

—Estoy tratando de dejarlo, pero tu abuela es un grano en el culo —se quejó—. Ella y tu tío están en busca del abuelo del niño que antes vivía en casa.

—Caleb —dije en un susurro.

—¿Cómo dices?

—Su nombre es Caleb. O era, no lo sé. Pero era amigo de Franchesco.

—¿De tu novio? —cuestionó él—. Vamos, no tienes que ocultarlo. Sé que sales con él.

—No es mi novio —dije—. Pero sí, de él.

Mi padre asintió y se quedó callado varios minutos, pensativo.

—Claro... Cómo no lo pensé antes —divagó—. ¿Crees que tu novio sepa algo? Cualquier cosa que sepa puede servirme. Si encuentro al viejo, es posible que me dejen en paz. Yo solo debo encontrar al chico, antes que su padre mande a matarme.

—¿Encontrar al chico? —fruncí el ceño—. ¿Nos mudamos a Bhack porque tenías que encontrar a Caleb?

Él asintió.

—¿Cada vez que nos mudamos fue porque tenías un trabajo así?

Él volvió a asentir.

Por Dios...

¿Qué clase de padres tenía?

Una mafiosa y un asesino.

¡¿Qué mierda?!

—Cuando lleguemos a casa necesito que actúes como si no supieras nada. ¿Entendido? —inquirió—. Tu abuela no tiene que saber que tú sabes. Si creen que ignoras todo nuestro mundo, no van a querer involucrarte. Les diré que apareció tu madre y que te ilusionaste. Pero esta te golpeó.

Asentí como pude.

—Papá... —lo miré fijamente a los ojos—. No dejes que le hagan daño a mis amigos.

Él asintió nuevamente y se bajó del coche. Para luego rodearlo y abrir mi puerta. Me ayudó a bajar y me cargó en sus brazos.

Cuando entramos a casa, mi abuela y tío ya estaban allí.

Pero lo que más me asustó fue que tuvieran elementos de médicos consigo.

—¿Qué... qué creen que hacen? —pregunté asustada.

—Tienes una herida profunda, necesitas unos puntos —dijo mi padre—. Tu tío sabe hacerlo. No te asustes.

—Prefiero ir a un hospital —dije, pero supe que mi opinión no importaba.

—No podemos —se limitó a responder mi padre—. Madre, necesitamos hablar.

Y tras aquello, mi abuela y mi padre desaparecieron en dirección a la cocina.

—¿Ya sabes lo de tu padre? —cuestionó mi tío, mientras tomaba todo lo que necesitaba para coser la herida de mi cabeza.

—¿Qué debería saber?

—No encuentro la anestesia —comentó con alegría—. Ah... Voy a disfrutar esto.

Y tras aquello, sentí una punzada que me hizo gritar.

¡Estaba cosiendo mi cabeza!

—¡Papá! —chillé.

Aquello hizo que él venga enseguida.

—¡¿Qué demonios le haces a mi hija?! —gritó mi padre.

—¡Le arreglo la cabeza! —exclamó Manuel.

—¡¿Sin anestesia?! ¡¿Estás demente?! —masculló mi padre—. Madre, ve por la anestesia. Manuel, quita tus manos de mi hija. Maldito enfermo.

Suspiré.

La cabeza seguía doliéndome un infierno, pero debía aguantarlo.

Al cabo de unas horas, mi padre se había hecho cargo de colocar los puntos en mi cabeza.

La anestesia había hecho su efecto, así que me encontraba mucho más tranquila.

Pero todo se fue a la mierda cuando Gen y Franchesco llegaron a mi casa.

Gen tenía moretones por todos lados, un ojo morado, la nariz con algodón en sus orificios y la ropa toda llena de sangre, rota y sucia.

Por otro lado, Franchesco solo tenía el labio partido.

—¿Qué... qué mierda pasó? —pregunté, tratando de ponerme de pie.

Pero me mareé enseguida y mi padre me sostuvo. Al verlo, él tenía la misma mirada de terror que yo.

—Nicolás fue expulsado porque hice saber la escoria que era, así que a la salida me golpeó —Gen se quebró y empezó a llorar—. Me arrojó al suelo y comenzó a golpearme. Me dijo que... me haría saber lo que era realmente sentirse violada...

—¿Él...

—No... Fran llegó a tiempo —dijo con la voz entrecortada, mientras caía de rodillas al suelo y escupía sangre—. Me dio muchas patadas en el estómago y rostro.

—Ay niña —dijo mi padre—. ¡Madre! ¡Tenemos otra para curar!

Automáticamente mi abuela llegó con un botiquín y se llevó a Gen a mi dormitorio. Le pedí a Franchesco que acompañe a Gen porque no confiaba en mi abuela.

Quería ir con Gen, pero ni siquiera podía mantenerme de pie.

—¿El tal Nicolás es el hijo de puta que te jodió? —cuestionó mi padre.

—Me besó y me asfixió sin que yo quiera —mascullé llena de odio.

—No se va a quedar así —dijo enojado, mientras me ayudaba a sentarme en una silla.

Buscó algo en sus bolsillos y al sacar su móvil, tecleó alto rápidamente.

Al cabo de unos minutos, Gen apareció en mi campo de visión vistiendo solo una de mis camisetas grandes. Y Franchesco, con una bandita en el labio.

—Fue muy honorable de tu parte que defendieras a las chicas —le dijo mi padre a Franchesco.

Pero Franchesco se limitó a asentir.

Sentí otra punzada en la cabeza y volví a quejarme del dolor.

—¿Qué te pasó a ti? —me preguntó Gen.

—Digamos que el reencuentro madre e hija no salió como esperaba.

—¿Ella te lastimó? —quiso saber Gen y asentí con la cabeza—. Sabía que no tenía que dejarte ir con ella. Lo sabía —volvió a llorar.

Alcé mi manos y le saqué las lágrimas con mi pulgar.

—Está bien, estaremos bien —dije, tratando de sonar segura.

La anestesia estaba despareciendo y el dolor volvía a ser más intenso, pero debía aguantarlo y descubrir qué demonios había pasado con Caleb.

Ahora era en serio.

—¿Tu hermana planeaba huir con Caleb? —le pregunté a Franchesco.

🚬🚬🚬🚬🚬

Ay wey :(

Pobre Gen.

Espero que les haya gustado esta sorpresa de doble actualización, aunque los capítulos detuvieron tristes...

Besitos problemáticos 💜🚬

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