Capítulo 28 🚬
—Shh... —exclamé bajito en dirección a Franchesco.
Quien no paraba de hacer ruido con la puerta del baño al intentar cerrarla.
—¡Intento cerrarla! —masculló bajito.
Rodé los ojos mientras él seguía haciendo ruido.
Gen estaba en mi dormitorio durmiendo y no quería que las despertemos.
Y por alguna razón, Franchesco me convenció de tomar una ducha.
Sí una ducha.
¿Increíble, no?
Una ducha, con él.
Abajo del agua.
Los dos sin ropa.
Tragué saliva al imaginarme dicha escena.
—¿Estás bien? —cuestionó Franchesco mientras se quitaba la camiseta.
Mierda que estaba decidido a ducharse conmigo.
Mierda que se veía bien...
—Yo... —balbuceé.
—¿Tú?
Me paré enfrente de él, observándolo detalladamente. Su cabello castaño despeinado, sus ojos azules brillantes como siempre que estábamos a solas.
Sus labios rosados y húmedos...
Sus pequeños lunares en su clavícula.
Franchesco arqueó una ceja y supe que lo había estado observando demasiado.
—Me siento muy... excitado por como me miras —confesó, cortando la distancia que había entre ambos—. También eres adictiva de ver.
Al sentir su mano cerca de mi rostro me estremecí un poco. Colocó uno de mis mechones detrás de de mi oreja y siguió mirándome fijo a los ojos y luego a los la labios.
—¿Ah? —fue lo único que pude decir.
—Que eres jodidamente adictiva de ver —soltó bajando su mano hasta mi cuello.
Pero retrocedí y eso hizo que Franchesco frunciera el ceño, confundido.
Él no tenía la culpa, no era la razón por la cual yo haya retrocedido. Pero...
Aquel agarre en el cuello me recordaba a Nicolás, y no me gustaba, para nada.
—¿Quieres que te deje ducharte sola? —propuso, tomando su camiseta.
—N-no —inquerí rápidamente—. No es que no quiera... Yo solo...
Solté un suspiro, dándole la espalda y tapando mi rostro con ambas manos.
Tenía ganas de llorar de la frustración, pero simplemente las lágrimas no salían y aquello me hacía sentir peor.
¿Por qué estaba sintiéndome así?
¿Por qué no podía simplemente borrar aquel recuerdo y seguir con mi vida?
Quité las manos de mi rostro cuando sentí el brazo de Franchesco rodearme por la cintura. Miré su agarre, confundida.
Hasta que él nos guió enfrente del espejo.
Aquel espejo donde la otra vez me había dicho que mi cuerpo estaba bien.
Que yo estaba bien.
—¿Qué sucede? —cuestionó, apoyando su barbilla en mi hombro y mirándome fijo a través del espejo.
Solté un suspiro.
—Ya no me gusta que me tomen del cuello —solté avergonzada.
Él asintió, escondiendo su rostro en el espacio de mi cuello y hombro.
—Está bien —murmuró—. Debí preguntar antes de hacerlo. Lo siento.
Seguí mirándonos en aquel espejo. Él aferrándose a mi cintura con sus brazos y escondiendo su rostro en mi cuello.
Me permití gozar aquella vista que tenía.
Se veía bien.
Y se sentía aún mejor.
Coloqué mi mano en su cabello y lo acaricié por unos instantes.
—No me hagas daño —dije casi rogando.
—Ni tú a mí —pidió depositando un suave y corto beso en mi cuello.
Al levantar la vista nuestra miradas se volvieron a conectar.
Su brillo seguía intacto, pero esta vez no era por picardía. Era por... afecto.
Me di la vuelta y lo enfrenté, tomándolo del rostro. Él se alejó de mí, así que ahora yo estaba mirándolo desde abajo y él desde arriba. La diferencia de altura nos cobraba factura.
—Jamás te haría daño, al menos no adrede —le aseguré, acariciándolo con mis pulgares.
Él se agachó y besó mi nariz delicadamente.
—Jamás te haré daño —dijo serio, para luego brindarme una media sonrisa triste de boca cerrada.
Asentí lentamente, mientras me debatía entre besarlo o dejarlo estar.
—¿Quieres que entremos a la ducha? —propuso con tono malicioso.
Y volví a asentir.
—Bien —dijo, tomando las orillas de mi camiseta—. Porque tengo muchas ganas de quitarte la ropa.
Solté una risita, me gustaba que me dijera esas cosas. Me hacía sentir más segura de mi cuerpo.
Me hacía sentir... cómoda.
—¿Y qué esperas para hacerlo? —inquerí, retándolo.
Franchesco me sonrió malicioso y comenzó a quitarme la camiseta, no llevaba brasier, así quedé expuesta rápidamente.
Hasta que sus manos fueron en dirección a mi pantalón.
—¿Puedo? —dudó jugueteando con el botón de este.
Asentí con la cabeza lentamente. Pero él me hizo notar que quería una respuesta clara.
—Sí —dije segura.
Y tras aquello, él se ocupó de desabotonar mi pantalón. Tomarlo desde las orillas y bajarlo por mis piernas lentamente.
Creí que habría una mirada de decepción.
De disgusto.
Creí que dejaría de mirarme con malicia.
Pero no lo hizo.
En cambio, me observó desde abajo como si estuviera hambriento y yo fuese un flan que él ansiaba por comer.
Creí que se pondría de pie rápidamente, pero me tomó por sorpresa cuando comenzó a besar una de mis piernas, subiendo de a poco. Cuando llegó a mis muslos dejó un beso más húmedo.
Aquello me hizo olvidar las inseguridades que me provocaban mis piernas.
Y cuando sentí una de sus manos en mi trasero abrí los ojos exageradamente.
—¿Está bien? —cuestionó.
—Está bien —aseguré.
Y tras aquello, siguió subiendo por mi cuerpo mientras depositaba besos.
Subió por mi estómago, hasta llegar a uno de mis pechos y se detuvo, pasando su lengua por mi pezón y succionando lentamente. Aquello me hizo estremecer.
Al levantar la vista, siguió subiendo y besándome.
Besó mi clavícula y luego mi cuello, pero en ese instante, volvió a pasar lentamente su lengua desde mi cuello hasta el inicio de mi oreja.
Su mirada se conectó con la mía y sentí demasiadas cosas en ese instante.
—¿Me puedo quitar el pantalón? —dudó.
Le sonreí divertida.
—Claro que puedes.
Y tras aquello, se deshizo de su pantalón en segundos. Quedando solo en boxers.
No me detuve a mirar, no quería incomodarlo.
Así que simplemente me acerqué a su rostro y deposité un beso casto en sus labios.
Ambos sonreímos como idiotas.
Sin entender qué sentía, sin entender por qué estaba allí con él.
No entendía nada, pero a la vez lo entendía todo.
Él se estaba convirtiendo en mis ganas de experimentar.
Él se estaba ganando mi afecto y aunque eso me aterraba, tenía la sensación de que quizá, saldría bien.
—¿Entramos de una vez? Comienzo a tener frío —comentó divertido.
Ladeé la cabeza mientras abría el grifo y dejaba correr el agua caliente. La regularicé y una vez que me agradó la temperatura entré sin más.
Franchesco seguía allí, inmóvil. Esperando una señal que lo hiciera avanzar, así que fui muy directa. Lo jalé de la mano, haciéndolo entrar.
Una vez dentro, cerré la cortina.
Ambos seguíamos sonriendo.
Mirándonos como estúpidos.
Sin decir ni hacer nada.
Hasta que se acercó a mí y me tomó del rostro, ambos quedamos bajo la lluvia de la ducha.
Y en ese momento, me besó.
No fue despacio, de hecho, comenzó a devorar mi boca con astucia. Involucrando a su lengua y acomodándome para profundizar el beso.
El agua cayendo, sus labios besando los míos y sus manos tomando mi rostro, me hizo sentir demasiado bien.
Una de sus manos bajó a uno de mis pechos y comenzó a masajearlo con lentitud y precisión.
Aquello seguía siendo nuevo para mi, pero se sentía tan placentero que no quería que acabara nunca.
Hasta que su boca se separó de la mía.
Y me observó con el ceño fruncido.
Sus manos seguían tocándome, pero no de la misma forma en la que lo hacían antes.
Solo era un tacto, sin más.
—¿Qué sucede? —cuestioné con la respiración agitada.
Sus labios estaban rojizos y un poco hinchados. Pero su mirada seria comenzaba a ponerme de malas.
—¿Por qué tienes marcas en el cuello? —preguntó brusco—. ¿Por qué mierda tu cuello tiene moretones?
Tragué grueso.
Se me había olvidado que Gen me había maquillado y por ende, ocultado las marcas que Nicolás había dejado en mi cuello.
Bajé la mirada, apenada.
—¿Fue él, cierto? —masculló, tomándome del mentón y obligándome a que lo mirase—. ¿Por qué mierda ocultas el daño que te hizo? —se quejó, apoyando su barbilla en mi cabeza—. Estas cosas debes contarmelas —murmuró.
Solté un suspiro, sin saber qué decir.
—Lo siento —susurré.
—Yo no tengo nada que perdonarte —aseguró—. Pero ese imbécil se las verá conmigo, no volverá a ponerte un dedo encima —masculló, alejándose de mi.
Lo miré confundida.
—¿Te vas? —dudé.
—Tengo algo que hacer —respondió, tratando de salir de la ducha. Pero lo retuve, tomándolo del brazo.
—Fran... —inquerí—. Terminemos lo que empezamos. ¿Si?
Franchesco frunció la nariz, ladeando la cabeza. Supuse que se estaba debatiendo entre quedarse o irse.
Pero siendo honesta, esa vez no quería que se vaya.
Quería que se quedara conmigo.
Volvió a meterse en la ducha, pero esa vez, pegó mi espalda sobre su pecho. En ese momento sentí una presión extraña por mi debajo de mi trasero, supe lo que significaba aquello, pero no sabía qué decir o hacer.
Así que dejé que Franchesco tomara el mando, deslizó una de sus manos por mi estómago hasta llegar a mis bragas. Siguió tanteando con su mano hasta adentrarse y ponerse a estimularme con sus dedos.
Sí, sabía dónde y cómo tocar.
Me hizo abrirme más de piernas y mientras sentía su toque en mi entrepierna, sentía su otra mano por mis pechos.
Arqueé la espalda brindándole más profundidad a su toque, mientras colocaba una de mis manos por sobre su cuello.
Se sentía tan bien que no quería que acabase nunca.
Pero mientras más rápido él se movía, más pronto yo llegaba al máximo placer.
—Fran —murmuré exaltada por tantas descargas eléctricas que mi cuerpo estaba brindándome gracias a él.
—Hmm —gruñó mientras aumentaba la velocidad.
—Me... gustas... —solté lentamente, hasta que caí en cuentas de lo que realmente había dicho—. Me gusta... lo que estoy sintiendo —intenté livianar el peso de mis palabras, pero ya había sido tarde.
Porque cuando llegué a mi climax y él quitó su mano de mi entrepierna, lo visualicé lúcido. Entero y con una sonrisa egocéntrica en los labios.
Había escuchado bien.
Y lo peor, había entendido lo que yo no quise decir realmente.
Me dio un beso en la frente y me rodeó con sus brazos, dejándonos abajo de la ducha.
—También me gustas —dijo, apoyando su barbilla en mi cabello mojado—. Es decir, me gustas como me haces sentir.
Sin banner al principio y sin editar el capítulo porque estoy cansadísima :")
Pero espero que les haya gustado el capítulo y estén bien.
Aquí opiniones sobre el momento de Keira y Franchesco >>>>>>
Aquí las que cayeron por Fran >>>>
Las adoro, comenten mucho eh.
Besitos problemáticos 💜🚬
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