Capítulo 19 🚬
Me hubiera gustado no tener que contarle a Gen lo sucedido anoche, pero era necesario porque era parte del caos.
Habría querido no involucrarla en más líos, pero aparentemente, era inevitable.
Estábamos por llegar a su casa cuando Gen dejó de caminar y se posicionó enfrente nuestro.
—Sé que ya les dije que vivo en una vecindad... peligrosa y que mi casa no es la mejor de todas —comentó nerviosa—. Pero al fin y al cabo es mi casa y... y sí los traje es porque confío en ustedes. ¿Bien?
—Bien —respondió Franchesco.
—No tienes de qué preocuparte, somos tres, así que limpiaremos todo rápido y nos iremos muy pronto. Jamás te juzgaremos, Gen. No debes avergonzarte —aseguré, tratando de darle tranquilidad.
—Bien, gracias por ser tan buenos conmigo.
—No debes agradecernos por eso —dijimos con Franchesco al unísono.
Tras decir aquello y que Gen se calme, nos dirigió hasta su casa. Una vez al frente de la puerta, noté que las paredes eran de color gris cemento. No estaba pintada, pero sinceramente, no me importó.
Una vez que Gen encontró la llave de entre las macetas que había allí, abrió la puerta y se adentró primero. Y tras prender las luces, nos hizo pasar.
—¿Tanto escandalo por esto? —inquirió Franchesco—. Tu casa está bien, Gen. No seas dramatica.
—Ya, pero dado en donde viven... Me puse un poquito nerviosa —admitió mientras se rascaba un brazo.
Ojeé un poco mi alrededor, había lo esencial. Algunas cosas estaban viejas y rotas, pero no quitaba que estuvieran allí. Y aunque algunas paredes estuvieran sin pintar o el techo tuviera humedad, no significaba que mi afecto por Gen vaya a cambiar.
O que me moleste estar allí.
Todo lo contrario, me daba igual. Aunque prefería que ella viviese en un lugar mejor.
—Bueno, a limpiar —dije en tono autoritario y tras acomodar nuestras mochilas en una de las sillas, nos pusimos a ello.
Estuvimos un largo rato, fue cansador, pero valió la pena cuando vimos a Gen tranquila y emocionada porque podría volver con nosotros.
Y como era hora del almuerzo, nos pusimos a comer de lo que yo había llevado. No era ni mas ni menos que sándwiches para preparar.
—Muchas gracias, chicos —dijo Gen mientras bebía agua—. Ya que terminamos podríamos ir a algún lado, si quieren. Como al parque o algo así.
—Sinceramente, estoy que me muero —se quejó Franchesco—. Quisiera ir a la casa de Keira y encerrarme allí.
—Pues si quieres, ve. Nadie te obliga a estar con nosotras —mascullé.
—¿No sería raro que vaya y tu tío me encuentre allí? —cuestionó arqueando una ceja.
Ah, mierda.
Por un momento me había olvidado de él.
—¿Aún no sabes por qué se apuntaban mutuamente? —inquirió Franchesco.
Negué con la cabeza.
—No es como si ella pudiera ir a preguntarles eso, Fran —comentó Gen—. Es decir, yo creo que sería algo raro.
—Lo es —afirmé.
—¿Crees que tu padre esté metido en algo ilegal? —cuestionó Gen, tratando de ser suave. Pero todos sabíamos que esa pregunta no era bonita.
Bufé de mala gana mientras dejaba mi sándwich en la servilleta.
—Mentiría si dijera que jamás se me pasó por la cabeza que mi padre ande en negocios turbios, es decir, ni siquiera sé de qué trabaja. Pero no sé de qué sea capaz él, sinceramente, no sé qué está pasando —confesé.
El hecho de que haya la posibilidad de que mi padre no sea una buena persona, me generaba cierto terror.
Es decir, siempre fue bueno conmigo. Pero... ¿y si no lo fue con las demás personas?
—Creo que deberías tener una charla con él —dijo Franchesco—. Si no es alguien con un trabajo turbio, no creo que dudé en decirte a qué se dedica. ¿No?
Asentí, aunque me sentía bastante nerviosa.
Pero cuando la puerta principal empezó a abrirse, los tres nos pusimos en alerta.
—Mierda... —murmuró Gen, poniéndose de pie.
—¡¿Gen?! —gritó una voz femenina—. ¡Mas te vale estar aquí, niña!
Noté el nerviosismo y el miedo de Gen, hasta que una figura femenina se adentró a la cocina, se quedó estática al vernos allí.
—No sabía que teníamos visitas —comentó aquella mujer y que supuse que era su madre. Aquel cabello rubio natural y la figura esbelta las delataba—. Soy su madre —aseguró, mientras se dirigía en dirección a Franchesco y besaba sus dos mejillas.
—Lamento no avisarte, madre. Pero surgió de imprevisto —dijo Gen.
—Descuida, lo hablaremos luego —dijo su madre, con una sonrisa.
Pero por alguna razón, no noté sinceridad en su sonrisa. Especialmente porque su mirada irradiaba enfado.
Gen asintió y volvió a su asiento.
—Así que tú eres la razón por la cual mi hija no duerme aquí —masculló en mi dirección.
—Eso creo —respondí.
—Hmm... Mientras no vengas sin avisar o quieras llevarte a mi hija sin mi permiso, estaremos bien —comentó severa y asentí de inmediato.
No me caía bien, pero era mejor hacerle creer que sí lo hacía.
—Bueno, iré a dormir un poquito. Estoy cansadísima —dijo la madre de Gen—. En la noche vendrá mi novio, no te quedes aquí. Vete a lo de Peter.
Y tras aquello, dejó la cocina.
Gen se pasó las manos por el rostro, frustrada.
—¿Aún no le dices que dejaste a Peter? —cuestionó Franchesco.
Gen ladeó la cabeza.
—Ella cree que una debe aguantar todas las mierdas que te haga un hombre, siempre y cuando tenga dinero y te llene el refri de comida.
—Joder, Gen —solté de mala gana—. No necesitas a Peter. No lo necesitarás nunca más.
—Me quiero ir —comentó Franchesco—. ¿Podemos irnos?
Gen asintió y tras aquello nos pusimos a levantar los restos de comida. Y en cuestión de pocos minutos ya nos encontrábamos fuera de su casa.
—¿Es normal detestar a tus padres —cuestionó Gen en voz baja.
—Más normal de lo que parece —masculló Franchesco.
—No todos están hechos para ser padres o madres, solo lo fueron y ya —agregué de mala gana.
—Pues me cago en su puta madre —soltó Gen, molesta.
Algo la estaba atormentando demasiado.
—¿Qué sucede? —le pregunté sin más.
Si me lo decía, a lo mejor podría ayudarla.
—Ya ni siquiera sé cuál es el problema —refunfuñó—. Tengo tantos que ya... Ya no sé cuál arreglar. O por dónde empezar.
—Bueno, siempre podemos optar por morir —agregó Franchesco y Gen le dio un empujón.
—¡No seas tonto! —exclamó ella—. Tengo muchas metas qué alcanzar. No puedo morir sin antes haber logrado siquiera una.
—Lograrás todas —aseguré.
Gen me sonrió.
—Tú igual —dijo más tranquila—. Todos lo lograremos.
—Yo no sé que debo lograr —dije entre risas.
—Ni yo —concordó Franchesco.
—Lograr estar vivos ya es mucho —aseguró Gen—. Gracias por bendecirme con sus presencias.
Hice una mueca triste, jamás me habían dicho algo tan... bonito.
Así que sin pensarlo, la rodeé con mis brazos. Esto la tomó desprevenida, pero me abrazó con más fuerza. Y Franchesco se unió al cabo de unos segundos.
—Los quiero... —murmuró—. No tienen que decirlo si no lo sienten, pero yo sí lo hago. Y solo quería decírselos.
—Nosotros también te odiamos —bromeó Franchesco.
—Jamás lo dudes —le susurré a Gen.
H o l i s <3
¿Cómo están en este miércoles? Yo me muero del fríooo, pero estoy muy feliz por todo el recibimiento que le están dando a la novela. Las adoro tanto...
En fin, la mamá de Gen... No nos cae bien. #STQ
Pero ¿Gen? A Gen la amamos, ¿ok?
Espero que les haya gustado este capítulo, no olviden dejar sus comentarios y sus opiniones. Amo leerlas.
Besitos problemáticos.
PD: Si hay errores ortográficos, sepan disculparme.
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