Capítulo 12 🚬

Estaba acostumbrada a dormir sola desde muy niña, de hecho, no recordaba haber dormido con mi padre jamás.

Por ende, no tener el espacio que acostumbraba a adorar, me provocaba insomnio por alguna razón.

Así que me encontraba mirando el techo, escuchando los ronquiditos de Gen y tratando de no mirar a Franchesco.

Sentía que si lo hacía este iba a despertar y yo iba a quedar como una acosadora.

Hasta que sentí un brazo aferrarse a mi cintura.

—¿Qué mierda haces? —mascullé, golpeando la mano de Franchesco.

Este rio por lo bajo.

—¿Tengo frío? 

—Y yo soy Emma Watson, vamos, duérmete y no molestes —refunfuñé.

—De hecho... no puedo dormir —contó, lo cual provocó que me de la vuelta y lo mire directamente.

Gracias a la cortina abierta, entraba luz proveniente de la calle. Así que nos veíamos, a ciegas, pero lo hacíamos.

—Yo tampoco —admití.

—¿Quieres salir a dar un paseo? —inquirió.

—¿Y si nos pasa algo? —cuestioné con una ceja arqueada.

Salir de madrugada no se veía muy bien.

—Puedes defendernos con tu kit de defensa —bromeó y debido a ello, se llevó un empujón que lo hizo caer de la cama.

Creí que se levantaría, pero fue todo lo contrario. Me jaló del pie y me hizo caer también. Encima de él.

—Sí... podría acostumbrarme a tenerte encima —susurró.

—Pervertido —mascullé.

Al alejarme, ambos quedamos sentados en el suelo. Todo seguía en silencio y Gen roncaba más fuerte. Aparentemente, era la única que estaba durmiendo bien.

O a lo mejor necesitaba dormir.

—Iré a ponerme un pantalón largo —dije al fin, mientras me ponía de pie—. ¿Quieres una sudadera? Hace frío.

Franchesco asintió y también se puso de pie. 

Por otro lado, yo me dispuse a buscar un pantalón largo y unas sudaderas.

La que le di a Franchesco era de Ariana Grande, ya que era la sudadera más ancha y larga que tenía. Al mirar la cara de Ariana estampada en la parte delantera, no pareció importarle, de hecho, se la colocó sin ningún problema.

Por otro lado, yo me fui a vestir al baño.

Al mirarme al espejo no me gustó mi reflejo, estaba llena de ojeras, comenzaba a tener acné y espinillas en la nariz. 

Solté un suspiro tras aceptar que ese era mi rostro y que no podía cambiarlo.

Podría maquillarme y ocultarme, pero sería en vano. Porque las inseguridades seguirían allí. Al menos así era para mí.

Estaba terminando de colocarme el pantalón cuando Franchesco entró como si nada.

—Si te lo preguntas... sí, entré apropósito. Pero... es porque tengo muchas ganas de orinar.

—Más te vale no haberme visto el culo.

—No sería la primera vez que lo vi —puntualizó sin más.

Entrecerré los ojos molesta, mientras lo dejaba solo allí y terminaba de colocarme la sudadera.

Iba a ponerme unas zapatillas, pero las pantuflas estaban tan calentitas que opté por dejármelas.

Al volver a mi dormitorio me aseguré de dejarle una notita a Gen.

"Si despiertas y no estamos es porque salimos a dar un paseo. Si no despiertas mientras no estamos, esta nota se destruirá. Ja. Atte. Keira".

Al encontrarme lista y voltearme, supe que Franchesco también lo estaba. Había creído que saldríamos por la puerta, pero al verlo abrir la ventana y haciéndome señas con la cabeza para que lo siga, lo entendí.

—Me llego a caer y te mato —mascullé, tratando de salir por la ventana. 

No era una caída muy alta, pero analizando mis posibilidades de ser estúpida y pisar mal, podría lesionarme el pie tranquilamente.

Aún así, no me lastimé. Salté bien y las manos de Franchesco tomándome fuertemente por la cintura hizo que no me pasara nada.

Al sentir sus manos, me fue inevitable no mirarlo a los ojos, estos se encontraban más azules que de costumbre y también me observaban curiosos.

Carraspeé nerviosa tras darme cuenta que habíamos tenido un momento extraño.

—Bueno... Conozco un lugar perfecto para ir —dijo Franchesco, mientras empezaba a caminar—. Andando.

Sin mucha vuelta, le hice caso.

A pesar del frío y de lo oscuro que estaba todo. Le hice caso. No sabía por qué, pero realmente tenía ganas de ir con él.

—¿Verdad o reto, Keira? —rompió el silencio, mientras seguíamos caminando a la par.

—Verdad.

—¿Qué te da miedo? —preguntó, mientras me miraba de lado.

—Tú —mi respuesta logró que él se ría—. Ya, sinceramente, no lo sé. Puede que a morir, puede que... a las personas mismas. No lo sé.

Franchesco asintió con la cabeza.

—¿Verdad o reto? —era mi turno de sacarle provecho al juego.

—Verdad...

—¿Por qué dicen que dejaste de hablar y relacionarte con el resto? —dudé si hacer aquella pregunta, pero sentía la necesidad de hacerla.

—Porque eso hice. Desde la desaparición de Caleb yo... empecé a alejarme de todos.

Asentí pensativa.

Aquello podría significar que tenía miedo a que le suceda algo parecido nuevamente, pero también me dejaba con la duda ya que, habló conmigo desde la primera vez que nos vimos.

—¿Verdad o reto? —cuestionó.

—Verdad —aún no me sentía lista para decir reto.

Es decir, ¿qué clase de reto podría ponerme?

Eso me daba miedo.

—¿Qué es lo peor que podría hacerte una persona?

No tenía que ni siquiera pensarlo.

—Mentirme —respondí—. Puedes herirme, puedes dejarme, puedes incluso arruinarme la vida. Pero ¿mentirme? Jamás lo perdonaría. 

—Bueno, tengo suerte de no ser un mentiroso.

—Pero sí tienes secretos y siendo honesta, no sé cuál sea el peor.

—Tú también los tienes —puntualizó—. ¿O te crees que mudarte una vez al año es normal? ¿Ocultar tus gustos y sentimientos?

—No te des el permiso de hablar de mí sin conocerme bien —mascullé—. No te atrevas a suponer cómo y qué soy.

Al ver que Franchesco dejó de caminar yo también lo hice, pero mis ojos no aceptaban lo que estaban viendo.

—¿El campus? ¿Quieres que nos arresten? —mascullé entre susurros.

—Shhh... Nadie está de madrugada y no es la primera vez que vengo, cálmate. 

—¿Calmarme? ¡¿Y si nos ven?!

—¿Desde cuándo te importa? —refunfuñó.

—¡Desde que mi padre me quitó el brazalete y no quiero vivir en detención!

—Joder, Keira. Si no te callas, te callo con un beso. Tú decides.

Entrecerré los ojos molesta, iba a contraatacar, pero su mirada intensa me dejó helada.

—Eso creí —murmuró, mientras abría una parte de la reja. Una que se hallaba cortada.

Tenía la amplitud exacta para que un adolescente pase por allí. Algo me decía que no éramos los únicos que sabíamos de aquello.

 —¿Cómo sabes por donde entrar? —indagué, una vez que nos encontrábamos dentro del campus.

—Caleb hizo la entrada —contó tras suspirar—. Veníamos cada vez que algo malo le sucedía. Fumábamos hasta que se hacía de madrugada y luego nos adentrábamos a clase como si nada.

—¿Y por qué me tras aquí?

—Es la primera vez que vuelvo sin él. Necesitaba una buena distracción para no recordar el pasado.

—¿Así que soy una distracción? —cuestioné, sin saber muy bien cómo tomarme aquello.

—No malinterpretes la situación, sabes a lo que me refiero.

—No, no lo sé —admití.

Franchesco se acercó y cortó toda la distancia que yo había puesto entre nosotros.

Allí, en el medio del campus.

Me tomó del rostro con ambas manos y me besó.

Me quedé helada, realmente lo hice.

No sabía dónde poner las manos, no sabía si seguirle el beso, no sabía que demonios estaba pasando.

Pero sus manos sobre mi rostro y sus labios sobre los míos, comenzaban a sentirse tan bien que...

Me dejé llevar.

Nos seguimos besando mientras tratábamos de sentarnos en el césped. Lo logramos, con movimientos torpes y un intento de caída por mi parte, pero en ningún momento apartamos nuestras bocas.

—Keira —susurró sobre mis labios—. Cuando me refería que todo me excita, me refería a ti.

Tragué grueso, jamás me habían dicho algo parecido.

—Yo... —murmuré.

—Déjame tocarte, déjame explorar en ti y te dejaré explorar en mí. Solo... déjate llevar, Keira.

Tras oír aquello, separé nuestras bocas y lo miré seria.

¿Qué tan mal sería dejarme llevar?

—Prometo ser cuidadoso, escucharte y dejar que me guíes —comentó, dándome un breve beso en los labios.

—Promete que no hablaremos de esto luego, que no lo volveremos raro y que... seguirás siendo mi amigo —supliqué—. Promete que no me usarás ni me mentirás para conseguir algo.

—Jamás te haría daño, Keira.

—Más te vale —esta vez, fui yo la que lo besó con más intensidad.

Aparentemente, no era tan complicado besar a alguien. 

No si la persona entiende que eres torpe y te ayuda a guiarte. A Guiarse.

Porque a pesar de que el diálogo es importante, a veces no necesitas palabras, si no, dejar que el cuerpo mismo reaccione a su antojo.

Holis <3 Jejejejeje 

No tengo idea qué acaba de pasar en este capítulooooooo, pero me gusta...

¿A ustedes les gusta?

Yo siento que Franchesco y Keira tienen buena química peeeero no será tan pum pum pum si no más... relax. Paso a paso.

En fin, ojalá les haya gustado este capítulo.

Las quiero.

Besitos problemáticos.

PD: ¿Vieron que actualicé dos días seguidos? Omaigah, Eclipsa está con todo.

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