╺X. Epílogo (II)
⌜CHAPTER TEN⌟
❝EPILOGUE (II)❞
Peter Parker P.O.V
¡Había regresado! ¡Harper había regresado!
Tenía que aceptar que, por un breve momento, me molestó pensar que ella había vuelto y no tenía planeado avisarme, pero todo aquello se esfumó con la misma velocidad que apareció en cuanto sus ojos azules conectaron con los míos. Ahora, me sentía ansioso, necesitaba hablar con ella.
Había tenido la oportunidad, sí, pero cuando sus labios articularon tan solo dos palabras, me paralicé, recordando que no tenía mi traje puesto y toda la valentía se fue por el drenaje. Ella no sabía quién era, y realmente no entendía porqué me había observado como si me reconociera, pero temía su reacción al saber que su antiguo amigo Spider-Man, no era más que un simple chico que asiste a convenciones de tecnología un sábado por la tarde.
Sin embargo, en cuanto aquél hombre apareció y se la llevó con él, sentí un cosquilleo. Era la misma sensación que había tenido en el callejón que solíamos frecuentar, ese día en el que ella se alejó de mí y yo no intenté detenerla. Fue desagradable volver a ver su cuerpo caminar en dirección contraria sin siquiera mirar atrás.
—Amigo, debo irme. —Las palabras salieron de mí sin permiso, sin pensarlo antes.
Debía buscarla y encontrar la manera de confesar la verdad.
—¡¿Ocurrió algo?!—saltó a preguntar con notable entusiasmo, abriendo sus ojos a más no poder—¿Necesitas ayuda?
—No, estoy bien—aseguré, sintiéndome de pronto con mucha más energía—. No, sabes qué, creo que sí podrías ayudarme. —Cambié de opinión, caminando hacia la salida del edificio, sabiendo que Ned me seguiría—. Sólo asegurate de que...
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La fila no era tan larga como cuando llegué hacía ya tres horas. Algunas personas solo pasaban para ver a los fanáticos con disfraz y hasta tomarse una fotografía con ellos. De nuevo me puse en la fila del chico, mirando desde lejos a Harper haciendo su trabajo.
Seguía siendo la misma chica amable que le sonreía con simpatía a los demás. No estaba tan maquillada como otras, pero sí podía notar cierto brillo en su labios, algo que nunca había utilizado. Aquél movimiento de poner un mechón tras sus orejas a cada cinco segundos, aún seguía allí. Y esa manía de arrugar la nariz cada vez que reía, persistía en ella.
Me encontraba a unos pasos de ella, y Harper aún no se enteraba. La fila de su lado se acabó, haciendo que suspirara de cansancio para casi dejarse caer sobre la silla que había a unos pasos de ella. Soltó su cabello, más largo de lo que recordaba y lo acomodó sobre sus hombros. Harper posó su mirada sobre mí, y con su ceño ligeramente fruncido me recorrió de pies a cabeza.
Fingí no darme cuenta, después de todo con el traje puesto no podía darse cuenta de que era yo, ni mucho menos que la estaba mirando. Me crucé de brazos, los dejé colgando a mis costados, pero de nuevo los crucé, simulando estar relajado, pero en cuanto ella miró a otro lado, bufé regresando a mi posición anterior. Definitivamente no sabía disimular.
—Hermano, ese sí que es un traje potente. —La voz de un chico me asustó, estaba casi invadiendo mi espacio personal—. Las cosas esas de tus ojos se agrandaron y luego se hicieron pequeños de nuevo—comentó imitando las acciones contadas con sus ojos marrones, mientras asentía con emoción.
Mis ojos se ensancharon de la sorpresa, a lo que miré a Harper con velocidad, esperando que no se diera cuenta.
—¡Ahí está de nuevo!—chilló el chico, señalándome—¿Cómo lo haces?—cuestionó acercando unos de sus dedos hacia mi rostro, con el fin de tocar mi máscara—¿Tocas algún botón o tienen un tipo de sensor que al percibir el movimiento...?
Harper giró su cabeza en mi dirección, con evidente curiosidad ante el derroche de felicidad. Además, ese chico estaba chillando como loco.
—Escucha—murmuré interrumpiendo sus preguntas, poniendo una mano sobre su hombro—. Soy el verdadero Spider-Man y estoy en una misión importante, de vida o muerte, y realmente necesito que bajes la voz o me descubrirán.
Mis palabras hicieron que el chico se quedara en silencio, hasta que sus labios se abrieron con lentitud, permitiendo que soltara un jadeo.
—¿Eres el auténtico Spider-Man?—murmuró, casi en estado de shock, a lo que asentí—¡Cool! ¿Ahora soy parte del equipo por saberlo? ¿Puedo tener un sobrenombre y...?
—Lo hablaremos luego, ¿te parece?—Le corté un poco fastidiado—Ahora, ve a la fila y finge que no tuvimos esta conversación, ¿crees poder hacerlo? ¿Puedo confiar en ti?
El chico asintió con rápidos movimientos, levantando los dedos pulgares para voltearse y no mirar más hacia atrás. Miré a Harper, encontrando a las chica masajeando su cabeza, mientras su mirada estaba perdida en algún punto detrás de mí.
Cuando fue mi turno de entrar, el guardia me miró con una ceja levantada.
—Amigo, son las cinco de la tarde y está por terminar la Convención Vengadores, ¿aún quieres entrar?
—Sólo déjalo y ya—gruñó Harper, fulminando al tal Frank, llamando nuestra atención—. ¿Tienes que cuestionar a todos los que vienen?—dijo casi entre dientes, con el fin de que sus palabras no llegaran a mis oídos.
Frank abrió la boca con molestia, pero la vista de la chica se posó en mí unos cuantos segundos, suficiente tiempo para actuar. Levanté mi brazo derecho y en breves instantes, una telaraña atrapó el aparato de verificación que tenía el chico sobre una pequeña mesa. Cuando el objeto se pegó, tiré de mi brazo hacia atrás, atrapandolo con mis manos y llevándolo a mi espalda.
Harper empalideció, y sus ojos se abrieron al mismo tiempo que sus delgados labios. Miró hacia la mesa y luego a mí repetidas veces, como si no pudiese creer lo que acababa de pasar, mientras sus hombros se movían con rapidez, demostrando que su respiración se había acelerado. Harper negó con su cabeza, en un movimiento casi imperceptible.
—Debes quitarte la máscara si quieres entrar, una vez dentro te la puedes poner de nuevo, ¿algún problema con eso?—preguntó con cierta rudeza, mirando de reojo a Harper.
—Ninguno. —Sacudí mi mano con desdén, observando cómo Frank se volteaba para buscar su verificador, fallando en la búsqueda.
Levanté mi mano desocupada hacia la parte superior de mi cabeza, tomando la tela de la máscara entre mis dedos. Harper parecía espantada, y pasaba su mirada de mí hacia Frank con terror, como si temiera que él me viera. De un tirón, me quité la máscara, suspirando al tener mi rostro libre. Ya no me importaba que ella me viera, solo la quería a mi lado y con eso podría ser feliz por el resto de mi vida.
Harper se levantó con tal rapidez, que la silla cayó hacia atrás, provocando un gran estruendo. Sus ojos se empañaron, mientras mordía su labio inferior fuertemente y miraba hacia todos lados, sin incluirme en su campo visual. Frank estuvo por cuestionarle cuando ella salió corriendo.
—¿Y ésta qué le pasa?—se preguntó Frank, mirando hacia la dirección en la que Harper se había ido—Como sea, permítame la entrada.
—Sí, respecto a eso... —Torcí mis labios en una mueca.
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Harper tenía sus manos apoyadas en el lavamanos, mirando hacia abajo, negando con su cabeza y sollozando al mismo tiempo. Su cuerpo se sobresaltó cuando la puerta sonó al ser cerrada, haciéndole levantar la cabeza para toparse conmigo através del espejo. Puse una mano de nuevo sobre mi cabeza para quitarme la máscara.
Velozmente se tapó los ojos con sus manos.
—No te la quites—dijo con su voz quebrada, aún con el rostro atrapado entre sus dedos.
No pude sonreír, parecía una niña pequeña.
—Es sólo una máscara, Harper, no es como si me estuviese quitando la ropa—intenté bromear para calmarla—. Vamos, Harper, de todos modos ya me viste.
—¿Cómo puedes estar riendo en este momento?—preguntó casi molesta, girando su cuerpo para mirarme—Hace un año te negabas en mostrarme quién eras, pero ahora le enseñas tu rostro a medio mundo, ¿qué te sucede?
—Sólo fue a...
—No, escúchame. —Me detuvo levantando una de sus manos—. No regresé para que me provoques un dolor de cabeza, ni para me hagas sentir como una desesperada por ti. No quiero que luego te arrepientas de esto, o que te metas en problemas, porque pensaré que todo es mi culpa y me tendré que ir de nuevo. ¡Y no quiero regresar a Alemania!
Asentí con lentitud, Harper no había cambiado ni en lo más mínimo. A paso lento me acerqué a ella, dejando un pequeño espacio en medio de los dos.
—No me arrepentiré, te lo prometo—dije observando su mirada afligida—. Creí que no volverías, ese día día te lo pregunté, pero en ningún momento me respondiste.
—Quise llamarte—murmuró, pareciendo alarmada—, pero pensé que tal vez tú ya me habías olvidado y que yo sólo traería más líos a tu vida—. Comenzó a amarrar su cabello de nuevo—. No quiero volver a buscar el peligro para verte, Spidey.
—No tendrás que hacerlo, Harper. —Levanté mi mano para acariciar su mejilla sonrosada—. Dame la oportunidad y te protegeré con mi propia vida, jamás te abandonaré y haré lo necesario para que lo nuestro funcione. —Aquellos ojos que amaba tanto mirar, brillaron con intensidad, sin embargo, cierta duda había en ellos—. Sé lo que quieres para el futuro y, si el momento se presenta, me casaré contigo y tendremos la cantidad de hijos que prefieras...
Ella comenzó a reír, deteniendo mi discurso.
—Me has convencido—confesó mirando hacia el techo, para luego suspirar—. Sabes, cuando estaba en Alemania, lo único que pasaba por mi cabeza eras tú, día y noche. Y de hecho, un par de veces tomé la decisión de comprar un boleto de avión para regresar, pero luego recordaba que no tenía dinero—dijo riendo brevemente.
—Estoy enamorado de ti, Harper, prácticamente desde te conocí. —Solté sorprendiendola—. Discúlpame por el tiempo que te hice esperar y por todos esos momentos en los que te sentiste desesperada y obligada a buscar el peligro para verme. Yo sólo quería que estuvieras a salvo.
—No tienes que disculparte, Spidey. —Sonrió.
—Peter—murmuré tomando una de sus manos entre mis dedos, levantando para llevarla hacia mi cabeza, poniéndola sobre la máscara—. Soy Peter Parker.
—¡Lo sabía!—chilló en medio de risas, tirando de la máscara—¡Te lo dije el otro día en el hospital, pero te negaste!
La puerta se abrió de golpe, apareciendo Ned a través del umbral. El chico la cerró y apoyó su espalda con una expresión de espanto, mostrándose agitado. Pasó sus ojos por todo el lugar hasta toparse con nosotros, sonriendo al instante.
—Hola, soy Edward Leeds, pero me puedes llamar Ned. —Levantó su mano para presentarse y estrechar la de Harper—Tú debes ser Harper, Peter me ha hablado muchísimo de ti.
—Ned—gruñí, negando con mi cabeza.
—En fin, sé que debía vigilar que nadie entrara, pero creo que hubiese sido más sencillo con el baño de hombres. —Señaló la puerta—. Hay demasiadas mujeres allá afuera esperándome para matarme con sus bolsos enormes. Deberíamos salir.
Harper estuvo de acuerdo con él, haciendo un ademán de seguir a Ned. Sin embargo, cuando él desapareció tras la puerta, en un ágil movimiento atrapé a Harper con una telaraña, asustándola por unos segundos.
—Oh no, —Fingí sorprenderme—, has caído en mis redes.
Tirando de mi brazo, la chica con torpes pasos llegó a mí, y antes de que lograra quejarse, puse mis labios sobre los de ella. Harper no reaccionó al instante, pero luego siguió mis acciones, besándome, transmitiendo sus sentimientos con tanta intensidad como podía.
Debí haber sabido que, por más que lo intentara, no lograría mantener el secreto para siempre.
T H E E N D
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