La pastelería.
La chica estaba completamente decidida, a fin de cuentas, si lo que acababan de descubrir era verdad, su peso volvería a lo normal en apenas un rato, por lo que hacerlo no tendría consecuencias a la larga, y el hecho de confirmar que su metabolismo funcionara de esa manera sonaba excelente, podría comer lo que ella quisiera sin preocuparse del peso que aumentara, pues esta acabaría por desaparecer apenas y un rato después, sin embargo, aun quedaba esa ultima prueba, pero el pelirrojo también lucia muy de acuerdo, mostrando una leve sonrisa cuando ella dijo esa frase, y conduciendo en dirección a la pastelería que ella había mencionado, de siempre había ido ahí, por pequeños pasteles o por los púdines que siempre comía, pero esta vez rompería cualquier récord de sus visitas anteriores.
Mientras el conducía, la chica noto como su peso seguía bajando, hasta un punto en el que simplemente parecía tener sobre peso, unos 80 kilos quizá, enserio era increíble la velocidad con la que eso sucedía, y le hacia preguntarse muchas cosas, la principal, si podría controlar eso, ya el hecho de que su grasa se esfumara era ventaja, pero poder dejarla si ella quería sonaba divertido e incluso le podía llegar a servir para ocultarse, ya que al salir por la calle era rápidamente reconocida, pero nadie buscaría a una chica de 200 kilos pensando que es ella, todo parecía ir mejor de lo que se esperaban.
Al llegar a la pastelería, la chica bajo con una sonrisa en el rostro, por fin tenia una excusa valida para darse un festín con todo lo que quisiera, y eso le ponía feliz, karma le abrió la puerta del establecimiento, dejando que ella pasara primero y luego haciéndolo el, era curioso como mientras con los hombres tenia una actitud muy irrespetuosa, casi siempre que estaba con una mujer no la molestaba en ninguna situación, como si fuera una persona completamente diferente, pero para ella eso era agradable, y era quitarse el peso de encima de tener que mantenerlo vigilado, sin pensar mucho en esas cosas, se dirigió a la cajera que estaba atendiendo, dando un pedido que no se pudo haber imaginado.
-Kayano: Deme 100 púdines de los que siempre vengo a comprar, por favor.
La chica ya la conocía, no tenían una amistad ni nada parecido, pero de tanto venir a comprar cosas, la ubicaba perfectamente, pero se quedo un poco atónita ante el pedido, creía que le estaba haciendo una especie de broma, e incluso volteo a los lados, revisando que nadie la estuviera grabando con la intención de hacer un vídeo o algo parecido, pero al tener ya algo de confianza con su cliente mas común, prefirió preguntar.
-Empleada: Emm...señorita ¿Me podría repetir eso?
-Kayando: 100 púdines como los de siempre.
Dijo en un tono mas seco, pues esperaba que simplemente se los dieran, cosa que sinceramente, no tenia mucho sentido, ya que una sorpresa era lo mas común.
-Empleada: C-claro claro ¿Para llevar verdad?
Aun quedaba la posibilidad de que eso lo estuviera pidiendo para una fiesta o algo por el estilo, así que dio por hecho que eran para llevar.
-Kayano: Para comer aquí.
Justo cuando dijo eso, ella volvió a voltear a la pequeña chica, la situación era muy rara en general, es verdad que ella parecía haber ganado algo de peso desde la anterior vez que se vieron, pero seguía siendo una pequeña chica, acompañada de karma, quien tampoco parecía ser una persona de un gran apetito, y efectivamente, no lo era, sin embargo su trabajo era cumplir lo que el cliente pida, y en todo caso, mientras paguen no debería haber mucho problema en que no terminen algo, por lo que poco a poco llevo los púdines a una de las mesas que habían repartidas por el lugar, ocupando prácticamente toda la mesa por lo pequeña que era, teniendo que apilar algunos sobre otros.
-Karma: ¿Esta sera tu prueba final?
-Kayano: ¿Bromeas? es mi plato de entrada.
Si lo que habían teorizado resultaba ser verdad, la comida de la chica no terminaría ahí, pero mientras tanto, se dispuso a comenzar, tomando el primer pudin de la pila que había y comenzando a comerlo, no tardando mucho en acabarlo, se le notaba que disfrutaba con cada cucharada, lo comía cuidadosamente, pero bastante rápido, a un punto que no se notaba que esperara nada de tiempo para tragar después de haberlo metido a su boca, y así fue el primero, el segundo, el tercero, y mientras se iban apilando los embaces vacíos, su pequeña panza que ya era apenas la de una chica gordita, volvía a tomar forma y tamaño poco a poco, si era notorio que engordaba a mayor velocidad de lo que lo haría una chica común, pero tomando en cuenta que también adelgazaba mucho mas rápido, no debería haber problema.
Aunque había pedido 100, con la velocidad que los comía realmente parecían muy pocos, se iban vaciando uno tras otro, y cuando por fin el numero 100 estaba vació, la chica había recobrado un cuerpo de unos 150 kilos, tal y como pensaban, su grasa se acumulaba mas rápido, pero ella lo había dicho, ese era su plato de entrada, por lo que para liberar espacio, el cual realmente no le faltaba, soltó un sonoro eructo que duro unos cinco segundos y se escucho por toda la tienda, dando el siguiente pedido.
-Kayano: ¡Otros 100 por favor! Y de chocolate esta vez.
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