Los gritos sonaron, en el Coliseo acababan de asesinar al emperador.
La joven hija del ahora fallecido emperador Cómodo no sabía que estaba pasando; su madre llegó a toda prisa junto con su hermano Lucio.

—Tienen que irse, ahora— la joven Lucila sonaba preocupada.

Sin esperar respuesta tomó a ambos niños y con ayuda de unos soldados enviaron a los pequeños fuera de la cuidad.
Tras viajar por Grecia, Persia y otras Naciones se detuvieron en una ciudad libre.
Ahí ambos comenzaron de nuevo su vida, a pesar de ser perseguidos habían logrado sobrevivir.

Los años pasaron, y tomaron nombres distintos, el ahora joven Lucio se llamó Hano, y la pequeña princesa, ahora toda una mujer tomó el nombre de Kaya; ambos especializados en el arte de la guerra peleaban con distintos fines. Su hermano quería libertad pero ella queria venganza.

Kaya toda la vida había sabido que su hermano no era su hermano, y que Hano llevaba la sangre de un traidor; pero eso no la hacia apreciarlo menos.
El joven guerrero prefirió olvidar sus orígenes y concentrarse en su vida actual; su esposa, su tierra, su trabajo; pero Kaya no.
Ella solo pensaba en el día que pudiera llegar y quitarle el trono al desgraciado que asesinó a su padre.

La mente de aquella joven romana siempre estaba pérdida en eso, pero poco se imaginaba que tendría esa oportunidad tan pronto.