N U E V E

Octavo mes.

— ¡Todomeco, ven para acá! —exclama Katsuki batiendo algo que parece una masa gelatinosa. Shōto se asoma a través de la puerta, con su característico rostro multifacético y alegre. Obviamente es sarcasmo.

— ¿Qué pasa, Kat? ¿María no te deja en paz? —una patadita recibe Katsuki en el vientre. La condenada tercio de gastritis le jodía cada que le llamaban María.

— ¡Deja de decir ese nombre! —deja el contenedor a un lado y prosigue a rebanar verduras. Shōto ve cómo prepara tres platillos diferentes al mismo tiempo y le da miedo. Por algo su querido novio se encargaba de cocinar.

Pero, ¿qué está pasando aquí? Shōto y Katsuki tuvieron que hacer lo que nunca pensaron: llenar los papeles de maternidad. Pedir tiempo para poder después seguir con sus estudios de ser héroes sin reponer tiempo, ya que de todos modos no sería bastante. En un inicio, Katsuki se encargaría solo pero esa idea no le gustaba para nada a Shōto. Ambos eran responsables de esas criaturas y se pondría los pantalones como todo un hombre. Con ayuda de la tarjeta de crédito de su papá, la cual se usaba en ocasiones de suma importancia, alquiló un departamento en la ciudad bajo la excusa que quería hacer sus prácticas sin contratiempos.

Como parte del papeleo, el asunto del embarazo se trataría en secreto, no se publicaría por ningún medio o les harían algo en contra de su voluntad. Todo de acuerdo a como ellos querían. La idea de que fuera secreto para sus compañeros y profesores fue lo que escogieron así como personas que nada que ver con ellos. Solo personas cercanas. Parte buena de este embarazo es que el vientre casi no luce gracias al cuerpo bien trabajado de Katsuki y sus ropas holgadas.

Han vivido cerca de un mes juntos en donde han tenido que convivir más de lo que antes lo habían hecho. Katsuki, en un inicio, había hecho un programa a seguir donde dictaba las cosas que tenían que hacer en todo ese tiempo. Shōto aprendió lo organizado que podía llegar a ser su novio. Tanto que le dió un horario para ir al baño y así evitar tropiezos.

Justamente ese día estaba apunto de suceder una de las cosas más importantes en sus vidas: presentarse ante los papás. Habían hecho todo al revés; coquetearse, tener relaciones, ser novios, embarazarse y presentarse a los padres. Pero hey, el orden de los factores no altera el producto.

Y todo con el motivo de revelar los sucesos: su noviazgo y embarazo. Vaya forma de conocer al suegro, sin duda. Shōto se había encomendado a todos los dioses, santos, figurillas, imágenes y demás con tal de que sus suegros no le dijeran nada por haber embarazado a su único hijo. Incluso se hizo una limpia.

En cambio Katsuki estaba preocupado por lo que podría decir el padre de Shōto. Endeavor no lucía de esa clase de padres que se ponen contentos de saber que tu hijo de diecisiete sale con uno de dieciocho y que encima, le ha embarazado o porque vaya a ser abuelo más joven. De cualquier manera, si algo le decía, Katsuki se la devolvería, no se andaría con mamadas del qué dirán. Era un simple aviso de que los planes habían cambiado y que las cosas serían distintas. El camino sería duro, ya qué, pero al mal paso darle prisa y eso era justamente lo que haría Katsuki. Se haría cargo de los cuatro bebés, porque Shōto contaba como uno, sería un gran héroe y todo saldría bien. Y a quien no le gustara le partiría su madre.

No quería verse como un ejemplo a seguir pero estaba haciendo más de lo que alguna vez se imaginó.

Preparando una buena cena para impresionar al suegro, estar tranquilo para evitar peleas y mantener a raya a su madre. Por otro lado, Shōto hacía lo más pesado: no estorbar.

— ¿Para qué necesitas mi ayuda? Creí que te encargarías de todo solo. —deja el libro de maternidad en la barra para luego posicionarse atrás de Katsuki y darle un abrazo de esa manera.— ¿O me vas a ascender?

— No, solo te he hablado para saber si no te has matado con el cortaúñas. —contesta.

— ¡Solo pasó una vez! No creí que se rompería y me alcanzara a dar en la muñeca. —Shōto desvía la mirada, sintiendo sus uñas con las yemas de los dedos. Seguían cortas. Katsuki se encargaba ahora también de eso.

— ¿Y? Ya ha pasado, nada me asegura que no vuelva a suceder. —sigue rebanando, haciendo cosas que para Shōto no tienen sentido pero sí a Katsuki.

— Fue un accidente. —le besa el cuello y recarga su mentón en su hombro. Katsuki deja de hacer lo que está haciendo.— ¿Ya acabaste?

— Mira, amor, está bien que siempre esté cargando a los niños pero es porque no tengo elección. —Shōto entiende la indirecta y se hace a un lado sintiéndose regañado.— No quería hacerte sentir mal pero pesas bastardo, estoy haciendo todo, deja que me movilice. Mientras, estate en la puerta esperando a que lleguen.

Ni siquiera le dió tiempo de contestar cuando escucharon unos golpecitos en la puerta junto con una voz femenina repitiendo cada tres golpes "Katsuki". Sin duda no olvidaba ciertos gustos de su hijo.

— ¡Pasa! —exclama Katsuki desde la cocina. Shōto entra en pánico.— Relajate solo es mi madre...

— Katsuki, ¿en dónde estás? —una voz masculina. Sin duda, su padre.

— Y mi padre. Vaya, vinieron los dos. —Katsuki vuelve a sostener el contenedor y da la vuelta, chocando con Shōto y tirándole parte de todo aquello en la ropa.— ¡Joder! —ve el rostro asustado de Shōto. Katsuki trata de relajarse haciendo series numéricas en la mente. 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34...— Amor, solo ve a cambiarte. —susurra y le besa la frente, tratando de sonar convincente.— Yo me encargaré de ellos, ¿bien? —Shōto asiente.— Bien, ahora vete a cambiar. —dicho y hecho. Shōto sale de escena.

Mitsuki junto con Masaru entran a la cocina sin notar que alguien abre la puerta de una de las habitaciones. Katsuki se encoge de hombros y mira al techo tras soltar un suspiro.

— ¡Katsuki! —saluda su madre en un apretujado abrazo. Inmediatamente siente un ligero bulto en su abdomen, lo cual le preocupa.— ¿Has estado comiendo bien? Te siento gordo.

Uh. Eso no era bueno para Katsuki. Si bien estaba en uno de los últimos meses, saber que su abdomen se ha estirado al punto de "parecer una pelota" le es agobiante. Cree que Shōto se aburrirá de él y demás cosas solo por ser casi similar a una vaca.

— Sí, estoy bien. —vuelve a su serie numérica. 34, 55, 89, 144, 233, 377... Suspira.— ¿Por qué llegaron antes?

— Dijiste que dirías algo importante así que hemos decidido llegar antes, ¿verdad, cariño? —Masaru asiente con la cabeza. Ahora que lo piensa, su relación con Shōto luce similar a la de sus padres.

— Pues sí, pero debieron llegar a la hora acordada. —frunce el ceño.— Todavía no acabo la comida.

— Deja que te ayude, ¿qué es un poco de ayuda de tu madre? —Katsuki niega con la cabeza repetidas veces.

— Prefiero que sea papá.

— ¿Oíste, cielo? Me llamó papá... —lloriqueos. Masaru era un hombre muy sensible. Sí, bastante parecida era su relación con Shōto con la de sus padres.

— Bien, bien, quiero preparar esto, he iniciado ya con lo básico pero estoy algo corto y Shō...

— ¿Shō? —interrumpe Mitsuki entusiasmada.— Ahora entiendo, nos citaste para conocer a tu...

— Sí, a mi pareja. —responde Katsuki enarcando una ceja. ¿A qué venía esa extraña felicidad?

— ¿Shōcchan está aquí? —aquel apodo parece haber sido creado por Deku hace años, lo que le irrita en cierta manera. Pero lo deja pasar.

— Sí, está en el cuarto cambiándose. —el rostro de Masaru enrojece.

— ¿Duermen juntos?

— ¿Ah? Somos pareja, papá. Obviamente dormimos juntos. —Masaru no sabe si entre llorar por felicidad de que lo haya llamado papá de nuevo o infartarse por enterarse de que su único hijo ya tenga pareja y duerma con ella.

— Tiene razón, nosotros dormíamos juntos también cuando éramos jóvenes. ¡Tu papá se ponía rojo cada que intentaba besarlo! —expresa Mitsuki echando el brazo alrededor de los hombros de Masaru.

— Me imagino, le daba pena. —golpe seco en la cabeza.

— Cuidadito como me llames, Bakugō Katsuki. —regaña. Será muy "adulto" pero seguía siendo su madre.— ¿Por qué Shōcchan tarda tanto?

— Llega a ser bastante perfeccionista cuando quiere. Tal vez quiera impresionarlos. —comenta como si nada Katsuki, haciendo su propia labor en la cocina con ayuda de Masaru.

— ¿Escuchaste? Shōcchan quiere impresionarnos. —chilla de emoción Mitsuki. Shōcchan sería la primera novia que le conocen a su hijo.

— Mitsuki, querida, tranquila. —susurra Masaru mientras sigue ayudando a su hijo.

— ¿Por qué no esperas en el comedor? Necesitamos espacio. —Katsuki hace una mueca. Aunque lo negara, ha extrañado a su familia todo ese tiempo.

— Bien, bien, chefs internacionales. —ahora es Mitsuki quien sale de escena.

— Papá, quédate cuidando, iré a ver si no se ha matado con un cortaúñas Shō...

— ¡Claro! —interrumpe Masaru con una sonrisa. Pasar tiempo con su hijo es de lo mejor.

Katsuki va a la habitación que comparte con su pareja, algo preocupado. Ahí se encuentra con Shōto quien está peleando con sus calzoncillos, lo cual, le hace reír a Katsuki.

— ¿Ahora la ropa interior puede matarte? —pregunta a lo que Shōto abandona su tarea de masacrar a aquella prenda para abrazar a su pareja.

— Tengo miedo, Kat. ¿Y si no les caigo bien? ¿Y si no soy lo que ellos quieren? Kat, ¿Soy un buen...? —calla al sentir la nariz de su pareja rozar la suya en un cálido beso esquimal. El nerviosismo de Shōto baja considerablemente.

— Les vas a agradar. La vieja te va a amar. —besa sus labios.— Y va amar la idea de ser abuela pronto.

— Pero...

— Oye, siendo aspirantes a héroes, ¿qué habría de pasar? Ya me embaracé así que ha pasado lo peor.

— Puedes perder a los bebés. Podemos perderlos. Puedo perderlos. Puede que nazcan con una deformidad. Puede que necesiten un órgano. Puede que uno nazca sin sus genitales exteriores. Puede que necesitemos inducir a una cirugía a uno. Puede... —otro beso esquimal. No había ser que parara el nerviosismo de Shōto excepto Katsuki.

— Cállate y deja de pensar cosas malas. El que debería estar así soy yo. Saber de la nada que tengo tres escorias dentro de mí sin que yo lo supiera... Joder, ha sido bastante, bastardo. —suspira.— Pero lo he asimilado y seré un buen padre, seamos buenos padres. —toma su mano y entrelaza sus dedos. Shōto asiente con la cabeza.— Y el mejor dúo de héroes que el mundo pudo haber imaginado.

— Kat, ya cásate conmigo. —susurra Shōto. Katsuki enrojece.

— No, aún no. —niega con la cabeza.— Después.

El timbre de la puerta suena interrumpiendo el momento y la burbuja romántica creada.

— ¡Kat, llaman a la puerta! —su madre le habla gentilmente desde el comedor. Katsuki suspira.

— Iré ahora...

— No, deja que yo lo haga. Debe de ser mi... Ya sabes. —Shōto arruga el entrecejo.

— Bueno, hazte cargo, mientras optaré por cambiarme, apesto. —le besa la frente y Shōto le abraza. Le reparte varios besos en la quijada y cuello, produciendo que Katsuki ría.— ¡Ya! Déjame jaja.

— Voy, voy. — vuelve a besarle. Necesitaba confianza después de todo. Sale de la habitación y se dirige a la puerta. Le es extraño no toparse con ninguno de sus suegros hasta el momento, considerando que están en su casa. Abre la puerta. Su padre está ahí con el semblante serio.

— He recibido tu invitación.

— Ah.

— ¿Solo eso dirás?

— No eres el único, los padres de mi pareja están adentro así que tratalos con respeto. —suelta de golpe, haciendo que Enji abra los ojos con sorpresa.

— ¿Pareja?

— Sí, sí. Ve al comedor y siéntate, después te la presentaré. —entra sin pensarle mucho. Mira el interior del departamento con ojo crítico.

— Has usado mucho dinero por lo visto.

— Un pellizco alado de lo que tenemos. —contesta Shōto.— Iré a la habitación, mi pareja está allá así que iré a avisarle que has llegado.

— ¿Cómo se llama tu...?

— ¡Kat! —grita Mitsuki desde el comedor interrumpiendo a Enji.— Ugh, deberás contigo.

— ¿Así que es Kat-chan? —aquello le es parecido al Kacchan habitual de su amigo Izuku. Y le parece gracioso en cierta manera.

— Kacchan, así le dice uno de mis mejores amigos. —"y eterno enamorado de mi novio, pero yo chingué primero", piensa.

— Uh, bien, iré al comedor, tu suegra parece ser muy ruidosa. —va hacia el lugar mencionado. Shōto regresa a la habitación casi corriendo.

Ahí se encuentra con su novio a medio vestir, dándole la espalda. Le parece atractivo. Bastante atractivo. Le abraza y le besa la nuca haciendo suspirar a Katsuki.

— Bastardo, no ahora. —susurra Katsuki levantándose de golpe.— Primero cena y luego besos.

— ¿Por qué no los dos?

— Porque no. —se pone una camisa, algo que le haga ver menos "obeso".

— Uh... A María no le gusta eso. —una patada. Katsuki le dirige una mirada asesina a lo que Shōto ríe.— Debes admitir que es gracioso.

— Como tú no lo sientes. —reclama.— Vayamos abajo... Que el desmadre inicie.

Salen de la habitación. No harían esperar a sus invitados después de todo. Shōto va al comedor con la intención de saludar a su suegra pero tal es su sorpresa al encontrar solo a su padre.

— ¿Y la señora Bakugō? —pregunta.

— Fue a la cocina, quería ver cómo iba todo, cosas de mujeres. —contesta sin mucho más. Shōto se sienta en el comedor.— ¿Kacchan hizo la comida?

— Sí, se le da bien cocinar. —comenta esbozando una pequeña sonrisa.— Es muy... Interesante. Si le vieras en combate, literalmente explota la cara de cada contrincante. —Enji casi podía ver corazones alrededor de su hijo al hablar de su pareja. Sin duda, aquello era lo que llamaban estar enamorado.

— Ya veo...

— ¡Todoroki-san, lamento un poco haberme ido! —exclama Mitsuki entrando al comedor junto con Masaru, llevando lo que es la comida. Se sorprende al ver al muchacho que está ahí. Lo ha visto en televisión después de todo. Su hijo, Shōto Todoroki.

— No pasa nada. —contesta tratando de relajarse. Su hijo estaba a punto de presentarle a su novia, una persona que tiene un quirk interesante.

"Explotar, debe de ser hermana de Katsuki Bakugō" Piensa.

— Lamento la demora pero aún no estoy acostumbrado a hacer postres. —aquello les cae a todos como balde de agua fría. Tras ver como Katsuki deja el postre en la mesa, le han visto dirigirse a Shōto y darle un pequeño beso en los labios, quien recibe con gusto aquel lindo gesto.

— ¿Ustedes...? —Mitsuki empieza.

— ¿... Son...? —Masaru le sigue.

— ¿... Pareja? —Enji termina.

Katsuki asiente con la cabeza, algo extrañado.

— Les dije que vivo con mi pareja, pues es él. —comenta Katsuki sin decir mucho, encogiéndose de hombros.— Hay que empezar a comer o se va a enfriar.

— Momento... ¿Quieres decir que tú y Shōto son...? —Enji está que no se lo cree. Adiós a la idea de tener buenos nietos con grandes poderes.

— Sí, somos novios. —aclara Shōto sirviéndole de comer a su novio y luego a él.— Incluso le he pedido matrimonio pero no acepta.

— ¿Matrimonio? —pregunta Mitsuki aun en shock.

— Sí, verán... —Shōto siente que es el momento pero Katsuki ve que no lo están asimilando bien.— Estamos juntos desde hace más de un año. Nos enamoramos así que es justo.

— Amor... —susurra Masaru y tras estar en shock unos instantes, su habitual sonrisa regresa.— Entonces, bienvenido a la familia.

Aquel gesto hace que Mitsuki también regrese a la realidad. No porque sea gay su hijo signifique que le dejaría de lado. ¿Qué clase de madre sería? Su hijo estaba ahí presentándole su novio de lo más normal. Porque justamente eso era, normal. Que fuera una relación homosexual no significaba que fuera una abominación.

— Sí, Shōto-kun. —ahora es Mitsuki, sonriéndole. Al nombrado se le iluminan los ojos. Los padres de su novio lo están aceptando.— Cuida bien de nuestro hijo, ¿quieres?

— ¡Claro! —responde Shōto bastante inspirado. Katsuki abraza su brazo y se recarga en este.

— Pero... ¿Y la descendencia? —pregunta Enji. Katsuki baja la mirada. Esa iba a ser la parte difícil, sin duda.

— Les dijimos que les diríamos algo muy importante. Esto lo es, sí, pero lo que quiero contarles lo es más. —mira a Shōto de reojo y este le motiva a que siga. Suspira. Su serie numérica regresa. 377, 610, 987, 1587, 2584... Vuelve a suspirar.— La descendencia no es problema porque resulta que las personas con un quirk fuerte tienden a ser más fértiles que otras.

— ¿Ajá? —Enji no comprende.

— Pues... Ambos somos de quirk fuerte, hemos estado juntos obviamente pero creímos que al ser hombres nada sucedería pero... —Katsuki saca su billetera. Saca una pequeña fotografía. Había mandado a minimizar aquella primera ecografía de su gastritis.— Nos equivocamos. Estamos esperando trillizos.

Enji cae al piso desmayado.

— Entonces esto es de familia. —comenta Katsuki.— Lo mismo hizo Shōto cuando nos enteramos.

— ¿Qué? —Mitsuki suspira.— ¿Trillizos?

— Sé que es difícil de asimilar pero...

— ¿Cuántos meses tienes?

— Ocho.

— ¡¿Ocho?!

— Puedo estar en el décimo y no saber. Están muy pequeños. La doctora dijo que era porque mi cuerpo tampoco creía que podía concebir. No hay mucho riesgo de aborto al tener un quirk fuerte ya que este hace que el embarazo resulte más sencillo.

— Joder... —susurra Mitsuki.— Seré abuela... ¡Seré abuela! —chilla de alegría. Se levanta y abraza a Katsuki. Después le propina un golpe en la cabeza al novio.

— ¡Ay! ¿Y eso? —pregunta adolorido, Shōto.

— Eso es por embarazar a mi bebé. —y luego le da otro a Katsuki.— Y este por no protegerte.

— ¡Mamá!

— ¡Mamá mis huevos! —grita Mitsuki.— ¡Seremos abuelos, Masaru, cariño!

— Aun no logro procesarlo bien... —susurra algo encantado con la idea.

— ¿Qué pasa? —Enji se levanta de poco en poco.

— Que tendras descendientes como tanto habías querido. Y de mi bebé. Así que chingaste al doble. —comenta orgullosa Mitsuki.

— Sí, sí... Oh, joder... —Enji se tapa el rostro.— Me imagino que ya saben qué hacer.

— Obviamente. —declara Shōto.— Tememos todo bajo control.

— ¡Ya quiero ver a mis nietos siendo Teresa igual que mi bebé Katsuki!

— ¡Vieja, silencio!

Para Shōto, aquella comida que inició como lo más estresante que le pudo suceder, terminó siendo uno de sus días favoritos.

***

Tengo dolor de cabeza, lo siento por no editarlo.

El episodio llegó gracias a la encuesta en Whatsapp e Instagram, ya se la saben.

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