• DOS •
Prólogo:
Una mañana de invierno, la chica de larga cabellera negra paseaba con su mascota, un perro similar a un lobo, también conocidos como Husky. Ambos caminaban concentrándose en distintas cosas, tan desconectados del mundo como se lo pueden permitir. Hasta que... ¡pum!
La chica cayó y al frente suyo, un chico se encontraba también sobre el helado suelo. Ambos abrieron sus ojos y una conexión entre dos iris azules se formó en esa mañana de invierno. Ambos completamente desconocidos, pero sus miradas eran como si de toda una vida se conocieran.
—Discúlpeme...—susurro la chica con sus mejillas rojas y sin dejar de mirar los ojos de ese chico.
—No hay nada de que disculparse, bonita. —sonrió y sus ojos se iluminaron.
"Dos Iris Azules"
• —¿ESTÁS PENSANDO EN UN CHICO? •
Me dolían los pies y todo esto era culpa del director por enviarme a mostrarle todo el instituto al chico nuevo en un solo día. ¡Tonto director! ¿Cómo se le podía pasar por la cabeza que en un solo día debía mostrarle su enorme instituto a un nuevo? ¡Era ilógico! ¡Lo odiaba!
—Mis pobres pies... —susurre arrastrando mis pies a la siguiente cuadra.
Debía de verle el lado bueno a todo esto y ese lado bueno consistía en que toda esta primera semana de clases, saldría al medio día. Perfecto, tendría horas extra para escribir hasta tarde. Mi rostro se ilumino al ver la casa de mi abuela y sin importarme, comencé a correr —por segunda vez en el día— hasta el porche.
—¡Ya llegué abuela! —anuncié mi gloriosa llegada.
Me saque los zapatos y los deje al pie de la puerta principal, entre a la casa, deje la mochila en la habitación de invitados —realmente habitación de Lán y mía— y tome en brazos a mi gato Wilson de la cama. Wilson era mi única mascota, pero no podía tenerla en casa porque mamá odia a los gatos, por ende, lo deje al cuidado de mi abuela. El mínimo naranja con rayas blancas, se removió incomodo en mis brazos soltando pequeños maullidos o gruñidos, pero no lo soltaría hasta que me cansara de escucharlo.
—Wilson, ámame... —le susurre caminando a la cocina—. ¿Por qué Wilson no me ama, abuela?
—Eso debe de ser porque no te ve hace tiempo Ros. —besa mi cabeza antes de salir al patio trasero.
—Rose abue. —la corregí.
—Sabes que no puedo pronunciar ninguno de tus dos nombres y ve a corregir a tu madre niña malcriada. Todo es culpa de ella al dejarte esos nombres tan exóticos —se defendió con orgullo y continúo regando sus plantas—. ¿Tienes hambre? —pregunto mirándome sobre sus gafas, para luego volver a posarla sobre las flores.
—Sí.
—¿Por qué no me dijiste antes? Debes de estar muerta del hambre —dijo con desespero y comenzó a caminar al interior de la casa, sus pasos eran veloces a pesar de parecer que los arrastra—. ¡Ros! —grito abuela desde la cocina y sin más entre antes de que mi comida comenzara a peligrar.
—¿Sí abuela?
—¿Cómo te ha ido hoy en el instituto? De seguro has de venir cansada.
—No estuvo mal. —me senté y acaricié a Wilson sobre mis piernas.
—Eso creí Ros. —bajé mi cabeza y continué acariciando al gato, ignorando su tono pensativo.
—¿Por qué creíste eso abuela?
—Siempre que llegas, lo haces gritando a los cuatro vientos que odias el instituto y que no deseas volver nunca más. Dime niña, ¿quién es él? —alce mi cabeza con los ojos abiertos.
¿Tan predecible era? Mi abuela tenía la razón, siempre que llegaba a su casa era quejándome de mi vida como estudiante, del instituto y del chico o chica que me tocaba cuidar por una semana completa, pero ¿Por qué mi abuela suponía que todo era obra de un chico? ¡Eso era completamente ilógico! Nada en ese nuevo estudiante me parecía lindo. Nunca, jamás.
—Abuela, no sé cómo supones que todo es obra de un chico o...
—Cree lo que quieras niña, ya te acordaras de mi... —dijo interrumpiéndome—. ¿A dónde vas? —pregunta al ver que me levanto de la silla.
—Iré a descansar en la cama —me excuse rápidamente.
Salí velozmente de la cocina, sin desear saber cómo acababa la oración de mi abuela, entre a la habitación de invitados, cerré la puerta, deje al gato en el suelo y me lancé a la cama. Sentía como si me hubiesen lanzado un balde de agua fría encima y mi labio inferior dolía. ¿Qué significaba lo que mi abuela quería decir con: "ya te acordaras de mi"? ¿Acaso se volvió loca? ¿No se supone que los abuelos son personas llenas de consejos? Había algún error de fábrica con la mía, ¡solicitaba un reembolso inmediatamente! Mi abuela ya estaba divagando demasiado.
—Necesito despejar mi mente... —susurre mirando la ventana.
—¡Hola abuela! —grito mi salvación—. ¿Ya llego el intento de escritora?
—¡Te escuche intento de universitario! —grite desde la habitación.
¡Joder! Debía de evitar por completo ser tan obvia.
—¿Qué es ese apodo tan asqueroso con el cual me recibes hoy? —se quejó mi hermano mayor desde el umbral de la puerta, con una sonrisa adornando su rostro—. ¿Qué te sucede nacimiento por lastima?
—¡Está pensando en un chico! —grito abuela desde la cocina.
Instantáneamente golpee mi rostro con una de mis manos. ¿Qué hice para merecer esto? ¡Ah, cierto! Ser completamente predecible. En este preciso instante el suicidio era una opción favorablemente tentadora y de ese modo evitaría el mar de preguntas que me realizaría mi hermano mayor, que mi abuela continuara gritando que pienso en un chico y evitaría aún más las felicitaciones de mi madre o su exageración, lo que pasara primero. Mire a mi hermano al quitar la mano de mi rostro y la sonrisa en su rostro había desaparecido. Eso es alerta amarilla.
—¿Estás pensando en un chico? —pregunto con voz dura.
Eso era una completa alerta roja. Él nunca usaba su tono duro conmigo, solo cuando algo le molestaba y todo era culpa de mi abuela, y su tonta necesidad de suponer que estaba pensando en un chico. ¡En ningún momento he pensado en el chico nuevo! Esperen... ¿Por qué estaba pensando en el chico nuevo?
—Recordé que debía hacer unas compras en el supermercado. —dijo abuela tomando un sombrero y su bolso de lado.
—Pero abuela... —trate de detenerla.
—¡Adiós chicos! —movió su mano, salió de la casa y cerró la puerta.
¡Dios! Mi abuela es una busca peleas. Primero: se le mete en la cabeza que estoy pensando en un chico, segundo: le dice a mi hermano y tercero: me deja sola a comienzo de la pelea con mi hermano. Este es mi fin. Dios gracias por mi hermosa vida —con sus comas—, pero hermosa, espero que mi mejor amiga llegue a conseguir un buen chico y nunca me olvide, que el chico nuevo... ¡oh, no! a Keydan dale una buena enfermedad por existir, que mi abuela deje de divagar tanto, a Lán dale otra buena enfermedad por la discusión que se aproxima, dile a mamá que es la mejor del mundo y a papá que deje el alcohol para el fin de año. Abuelo Carlos, Julio y abuela Luz, nos vemos en el cielo.
—Contesta a mi pregunta Katherine Rose.
—No recuerdo cual era... —le respondí lo más normal que pude, fingiendo demencia.
—Pues no tengo problema con volver a repetirla. ¿Estás pensando en un chico?
—¿Yo? ¡Jamás Lán! —exclame de un modo dramático y ofendido—. Sabes que el único hombre en mi vida eres tú y bueno... papá.
—¿Segura? —pregunto mirándome directamente a los ojos.
¿Estaba completamente segura? Por supuesto que no, digo sí...
—No, digo sí.
—Te creo. —volvió a sonreír y se sentó a mi lado en la cama.
Algo andaba mal, este hombre nunca me creía tan rápido.
—Dime hermanita, ¿Cómo te ha ido en el instituto? ¿Y él nuevo o la nueva estudiante?
—El instituto no estuvo mal, solo por el simple hecho que debo de ir a quejarme por un espacio especial en la cafetería para los que ayudamos a orientar a los nuevos. Por ejemplo: cuando dan pastel de chocolate. ¿Puedes creer que cuando he ido por mi comida, no tenía pastel de chocolate? Fue toda una salvación que el nuevo me regalara el suyo, no sé qué haría sin mi pastel de chocolate y hablando del nuevo. Tiene unos hermosos ojos azules y una sonrisa hermosa, ni hablar de su manera de... ¡Por todos los escritores! —grite al darme cuenta de todo lo que estaba soltando.
Estado actual: A segundos de morir en manos de mi hermano mayor.
—¿Ya acabaste Katherine? —dijo molesto y asentí con miedo a volver a meter la pata de tal manera—. Quiero que te quede claro una sola cosa hermanita, tu no tendrás novio hasta los 90 años y eso con suerte de que siga vivo, porque si no he muerto hasta que me muera. ¿Entendido hermanita?
—Sí Lán, no tengo problemas de entendimiento.
—Bien por ti. Iré a ducharme y luego podemos jugar en la Wii. —dijo saliendo de la habitación.
—Así podre patear tu trasero en Mario Kart.
—Lo que digas.
Sonreí. Era bonito tener esa sensación de como las personas se preocupaban por ti, por más que a Lán y a mí nos doliera el divorcio de nuestros padres, continuamos siendo los mismos y tratamos de llevarnos bien con ambas familias, pero no siempre se puede, claro que no. Mi pequeño problema en la familia de mamá es mi prima Khristeen, la chica solo se acercó a mí con la intención de encontrar a alguien que la escuchara, le diera consejos que nunca escucharía, que la hiciera sentir como la única estrella más brillante en el cielo y ahora se volvió una completa tonta —para evitar ofender a los animales no diré perra ni zorra—. En fin, no vale la pena recordar esos tiempos, he de ser sincera que guardare esos momentos especiales que viví con ella, pero no todo es perfecto en la vida.
—¿Dónde están mis dos amores? —escuche la voz de mi mamá.
—Se encuentran dormidos en la habitación de invitados. —respondió mi abuela.
Trate de liberarme de los brazos de mi hermano, pero me fue imposible —he aquí otra razón para ejercitarme—. ¿A este chico que le daban de comer? Tonto Lán por persuadirme y que cediera cuando se le metió en la cabeza querer dormir. Me estaba muriendo de hambre, no almorcé por estar discutiendo con este intento de aborto, me hago popo en todo lo que ha pasado el día de hoy y todavía me esperaba más si mi abuela decidía mencionárselo a mi madre.
—¡Despierten mis amores, he traído helado! —canturreo mi madre desde alguna parte de la casa.
Música para mis oídos, nada mejor que el helado por la noche con películas de por medio, pero no podía hacer mucho con Lán abrazándome. Me removí hasta quedar al frente de su rostro, como pude acerque mi rostro a su cuello y lo bese en esa zona, su cuerpo salto fuera de la cama y escuche su respiración entre cortada en el suelo. Mi querido hermano odia que le toquen el cuello y aún más que lo besen o respiren en él. Reí sosteniendo mi estómago con ambas manos al ver todo su cuerpo tenso y la mirada de odio que me lanzaba.
—Eres un ser despreciable, por eso te dejaron en adopción y mamá por lastima te adopto. —formulo entre dientes.
—El adoptado debe de ser otro, al menos nadie en la familia le da un cardíaco cuando le tocas el cuello. Disculpa hermanito. —sonreí en victoria y me desplace fuera de la habitación.
—Hola mami. —la abracé y sentí su cálido beso en mi cabeza.
—¿Cómo te ha ido en el instituto?
Abrí mis ojos con desespero y mire a mi abuela fijamente, ambas en un duelo de miradas hasta que mi abuela sonrió con tranquilidad y yo la imite. No diría nada, estaba segura que se lo había dicho a Lán con tal de divertirse un poco, pero a mamá no le mencionaría absolutamente nada.
—Bien mami. —me separe de sus brazos.
—¿Y mi amor más grande? —pregunto elevando su ceño—. Iré a llamarlo. —dijo apresurada y comenzó a caminar a la habitación de invitados.
—Ve a detenerla o Lan le dirá. —hablo mi abuela.
Olvide por completo al adoptado de mi hermano.
—Mamá, yo iré por él, tú debes de estar muy cansada. —dije corriendo y deteniéndola.
—Gracias amor, pero yo...
—Nada de nada, ve a sentarte y a comer.
—Está bien hija —beso mi frente y volvió a la cocina.
—Hermanito adoptado necesito hablar contigo y debes de tener colaboración. —anuncie al estar en el umbral de la puerta.
—Mi silencio tiene un precio Kathe. —dijo mirándome y acercándose hasta quedar frente a frente.
—Habla, que no tenemos todo el tiempo del mundo.
Una gran ventaja es que su triste existencia no tenía un segundo nombre del cual avergonzarse o que le molestara su sola presencia, una suerte que en mí no existe precisamente, ya que al momento en que mi hermosa humanidad nació, mamá se inspiró al darme un nombre. Rodo los ojos y yo golpee mi dedo contra la pared molesta.
—Oh, no Rose. Mi condición no puede presentarse tan fácilmente, te enviare un mensaje cuando la tenga. —dijo pasando a mi lado.
—Espera... —lo tome de su mano para detenerlo—. ¿Le dirás?
—No, pero si no les dices nada, yo me encargare de decírselo. —solté su mano y lo dejé continuar con su recorrido.
¿Por qué tanto drama en decirle a mamá o no decirle? Mi madre es un tanto explosiva y si le decimos en estos momentos, creerá que estoy a punto de casarme. Literalmente, es la reina del drama y preferimos evitarlo, pero Lán me obligara a decírselo tarde o temprano. Saque mi celular y marque a mi salvación.
—¡Holiwis! —saludo alegremente mi mejor amiga.
—Hola mi amado unicornio, necesito hablar contigo.
—Ven en la noche y nos vemos fuera de nuestras casas.
—Gracias, eres la mejor amiga del mundo
—Y tú también. Nos vemos Kate.
—Chao unicornio —colgué la llamada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top