• CUARENTA Y CINCO •
Ambos celebraron con alegría las vísperas de navidad. Risas, regalos abiertos a media noche y besos fueron compartidos entre ellos y la linda familia del chico.
Todo era perfecto. Era su momento perfecto.
"Dos Iris Azules"
- ¡Feliz navidad hermanita! - grito Lan y fue tan solo cuando sentí su cuerpo impactar contra mi existencia que me percaté que no me había levantado de la cama
Seguía tumbada en la cama.
Keydan estaba en la puerta de la casa
¡Y yo no podía estar mas nerviosa!
- ¿Tocan la puerta? - pregunté.
- Sí, papá dijo que abriría - comentó mirando mi pijama de Batman y el suyo igual
Desde pequeños ambos teníamos esa costumbre de ponernos un pijama igual cuando pasábamos la navidad con papá y el abuelo, por otro lado, lográbamos convencer a papá y el abuelo ponerse un abrigo de lana iguales. Escuche a papá hablar animadamente en la sala de estar y mi corazón corrió acelerado de los nervios. Papá no sabía de mi relación con Keydan, sabía que debía de decírselo, pero quería que fuera algo en donde los dos se lo dijéramos. Bese la mejilla de Lan sintiendo los vellos de su barba raspar mis labios, me calce las pantuflas de Batman y salí corriendo a la sala de estar.
- ¿Keydan me dijiste? - pregunto el abuelo.
-Sí señor - respondió alegre.
- ¡Buenos días! - grito Marcy saliendo de la cocina
- Buenos días - respondieron todos al unísono
- ¿Qué haces espiando las conversaciones de otros? - susurro Lan en mi oído
Grité del susto y todos voltearon a mirar en nuestra dirección, les regalé una sonrisa forzada y moví mi mano en forma de saludo. Dana corrió a abrazarme, preguntando por mi gato y salió corriendo a la habitación en busca del felino. Keydan me guiño un ojo al mirar mis mejillas rojas.
- ¡Miren a mis lindos...
- Ibas a romper la cama - rezongo el abuelo desde el sofá
- ¡Abuelo! - grito Lan con las mejillas rojas -. Eso es privado - dijo entre dientes al mirar como Keydan reía
- Se mas discreto - replico.
- ¿Tú qué eres de mi nieta? - dijo está vez mirando a Keydan con amenaza
- Papá, abuelo, tengo algo que decirles - musite sentándome en el sofá grande, obligando a Keydan a sentarse a mi lado y entrelazando nuestras manos -. Él es mi novio - solté sin rodeos
- ¿¡Qué!? - exclamo el abuelo sin creerlo
Papá se mantuvo con el semblante neutro, sin decir nada y hasta llegue a creer que no respiraba.
- Por lo menos ustedes no andan con esas calenturas que tiene Lan - dijo el abuelo calmándose
- ¡Te escuche! - grito Lan desde algún lugar de la casa
- ¡Me vale una mierda! - le respondió el abuelo
- ¿Puedo hablar contigo Keydan? - hablo finalmente mi padre
- Por supuesto señor - respondió Keydan poniéndose en pie, pero yo no le permití dar un paso más -. Estaré bien bonita - solté su mano y él camino fuera de la casa
- Papá nunca se tarda tanto en algo - comente a punto del colapso
- Debe de estar comentándole a Keydan las reglas - dijo Lan.
- ¿Tiene reglas? - gritamos Dana y yo al unísono
- Es mentira, pero puede crearlas - murmuró lo último
Dana y yo intercambiamos una mirada de nervios. Ella estaba preocupada por la salud de su hermano, que no podría regresar a casa si lo mataba y no podría ir al concurso internacional de ballet de la próxima semana en Italia, pero comentó que si moría Keydan y ella faltaba, Pamela sería capaz de revivir a Key y torturarlo hasta asesinarlo. Yo estaba increíblemente nerviosa, me temblaban las manos, mordía mi labio inferior y acariciaba al gato tratando de distraerme.
Tocaron la puerta de la habitación y ambas giramos la cabeza al mismo tiempo, Lan nos miro con miedo y fingió un escalofrío levantándose a abrir y mostrarnos a la linda Marcy que traía unas deliciosas tazas de chocolate caliente. Nos entregó a todos la taza y se sentó al lado de Lan en la cama.
- ¿Sabes algo de Keydan? - pregunté sin poder soportar más la tensión
- Nada y me pareció verlos salir en el auto de tu padre - dijo recostado su cabeza en el hombro de Lan
- Y si... ¿lo asesino? - pregunto Dana espantada
- No, no, no - la tranquilice acariciando su brazo -. Papá no sería capaz de asesinar a alguien - dije con toda la seguridad que mi voz permitió
Ciertamente no estaba del todo segura que papá no fuera capaz de asesinar a alguien con sus propias manos, meterlo en el maletero de su auto e irlo a tirar por ahí como basura. Le lance una mirada a Lan para que se callara y no le dijera alguna cosa que preocupara a Dana.
- Sí, papá es súper pacífico - comentó siguiéndome el juego
- Una persona muy comprensiva, por cierto - dijo está vez, Marcy
- No tienes nada de que preocuparte - replique regalándole una sonrisa tranquilizadora
- ¡Mentirosos! - grito el abuelo -. ¡Su padre es todo, menos eso que dijeron! - golpee mi rostro con la palma de mi mano
Este anciano tenía el oído de un chico de quince, pero ni mi existencia llegó a tener una audición tan genial como la del abuelo y por el rostro de Lan, él tampoco llegó a tener esa habilidad. Dana bloqueaba y desbloqueaba su móvil tratando de desviar su atención a lo que le preocupaba, la atraje y la envolví en un abrazo para que se relajara.
- ¿Quieres jugar Mario Kart? - pregunto Lan mirando a Dana
- Sí - respondió levantándose de un salto
- Déjame advertirte que soy un master en ese juego.
- No tan rápido viejo, puede que llegue a patear tu escaso trasero - dijo Dana con burla
- Ya lo veremos.
- Estoy lista.
-Estoy listo - soltaron al unísono y salieron corriendo a la sala de estar
- Vigilare que no se asesinen - dijo Marcy abandonando la habitación. Asentí
Me acosté a la cama, de lado mirando el balcón con nieve y notando la nueva nieve caer, el pequeño gatito salto y se acurruco a mi lado hecho un ovillo. Escuche la puerta abrirse, la cama hundirse a mis espaldas y suspire al inhalar la colonia de Keydan.
- Entonces sobreviviste - comente al sentir sus brazos envolverse en mi cuerpo y pegándome al suyo
- Tú padre resultó ser muy buena onda - murmuró en mi oído.
- ¿En serio? - me gire topándome con su rostro
- Sí - dijo mirando mis ojos directamente -, claro me amenazó como cualquier padre por proteger a su única niña y me dio algunas indicaciones para que podamos tener una buena relación, pero es sólo que te protege y quiere cuidarte.
- Se que no me equivoque al enamorarme de ti Key - le dije acurrucándome a su lado
- Yo tampoco me equivoque bonita - dijo besando mi cabello
- Que quiero tanto Olsson - comente con los ojos cerrados y con una sonrisa tirando de mis labios
- Yo también te quiero bonita - le escuche musitar
Este era nuestro momento. Los dos y solos. Cuando conocí a Keydan tenía la impresión de que me enamoraría de él sin dudarlo, es de esa clase de personas que te atrapan con un simple gesto o un "Hola", me importaría una enorme caca si no hubiésemos terminado juntos, porque mi cabeza se encargaría de escribir mil y una historias donde el protagonista sería alguien de esos hermosos ojos azules.
No cambiaría este presente que tengo ahora. Una familia unida - a pesar del divorcio de nuestros padres -, Lan era la persona más feliz con Marcy y Keydan era un sueño de persona. Era amable con todos los que me rodeaban y me respetaba, respetaba nuestra relación. Eso era lo importante ¿no? Una relación donde ambos se respeten por igual.
- ¿Qué tanto piensas bonita? - pregunto divertido.
- En lo nuestro.
- Oh, ¿qué piensa tu loca cabecita? - beso mi cabello.
- Que escogería mil veces estar aquí contigo o prefería morir sola - estallo en risas.
Tomo una fuerte respiración calmando su risa. Sentí su mano deslizándose por mi estómago hasta tomar mi mano y entrelazarla.
- No sabes cuántas ganas de besarte me dan cuando hablas de esa manera.
- ¿Qué esperas?
Me voltee besando sus labios, un fugaz beso que te dejaba con ganas de más, de que el tiempo se detuviera y fuera eterno. Sus manos tomaron mi rostro acomodándolo y se acercó a besarme sin perder tiempo. Jamás me casaría de besarlo. Una vez mamá se quejo de mi adicción por los libros, ahora tendría que quejarse por mi nueva adicción a los labios de Keydan. Con un simple roce me sentía en las nubes, pero un beso suyo, duradero, era el mismísimo cielo. ¡Me sentía en un mundo al cuál no quería abandonar nunca!
- No sabes cuando te quiero - susurró sobre mis labios
- Puedes demostrármelo - respondí.
- ¿Con besos? - pregunto divertido y sentí su sonrisa crecer
- ¿Acaso hay un mejor modo? - reí.
¿Nunca te has preguntado como son esos besos de ensueño que los escritores narran? Yo siempre era de esas personas que deseaba saber de que tanto hablaban, pero ahora, aquí con Keydan, sabía de que hablaban cuando se referían a la pareja como tu perdición y que la cordura desaparecía.
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