6. Un pasado que lastima (Rubelangel)

A ver, como explico esto... sera violento, tiene violación, abuso, golpes y les dejo la canción en el cual me base bastante.

Intente buscar una imagen pero no encontré que me guste así que... les dejo a MAngel  

@Unknown_Inker 

Yo te amor Mangel—lo hacía dudar, quizás él también lo amaba.

—Yo te salvó Mangel !No te cases con Lolito! — lo vio rescatarlo, quizás lo que estaba haciendo era un error, Lolita no era su destino.

—Mangel... —su voz susurrando a su oído mientras sus manos aprisionaban su cuerpo cerca del muro.

—Rubius... Nos están esperando — declaró mirando como todos se alejaban dejándolo a atrás, y Lolito parecía no inmutarse de su ausencia.

—Me amas Mangel, siempre lo harás — acercó sus labios al cuello del Omega, este simplemente se aferro a sus hombros, cerrando los ojos, no... Eso sería una tradición a su futuro esposo... pero, se sentía tan bien — y, como me amas —sin dejar de besar su cuello saco entre sus cosas unos pequeños artefactos, minas, — las usarás contra Lolito —Mangel miró las minas y después a su ex amante para después tomarlas— estaremos juntos nuevamente — declaró acariciando la mejilla del contrario terminando por darle un pequeño beso en los labios —se que no me defraudaras

—Nunca, Rubius.

Dudo mucho al hacer el acto, Lolito lejos de hacerle algo malo era el quien más lo había tratado bien... ¿Se molestaría si explota un poco su casa?

Lo hizo, las minas explotaron, Rubius lo había delatado y al final había cancelado la boda ¿De verdad una casa valía más que si relación? ¿Que su boda? Eso le había destrozado el corazón. Mangen no dejaba de ver esa casa que su ex prometido había hecho, diciéndole con ilusión que quería que algún día vivieran juntos, se había esforzado para que se sintiera orgullosos de él, pero ahora... Las cosas habían cambiado.

—¿Lo ves? — Escuchó la voz de su ex amante, tomando sus hombros mientras sus dedos masajeaban lentamente su piel — realmente no te amaba, sólo le importan las cosas materiales que él ha logrado por su cuenta ¿Querías ese amor Mangel? Eres todo un idiota — volteo el cuerpo del Omega estando así frente a frente — pero puedes cambiar eso, estando conmigo... Mangel- miró nuevamente la casa antes de asentir y ser guiado por Rubius.

Su mente no quedó tranquila así que decidió contar la verdad, a escondidas de Rubius

—Rubius me obligó, no era mi intención lastimarte mi niña... Solo qué no tuve elección.

—Te perdono Mangel... Pero te quiero lejísimos de mi... Me has herido Mangel, me lo esperaba de todos menos de ti.

—Lo siento.

—Ya no es necesario que te disculpes, te perdono pero será mucho mejor que nos tomemos un tiempo y cada quien por su lado — le dolió, claro que le había dolido pero al final el odio que pensó que le tendría no era verdad, estaba en cierto modo alegre por eso, hasta que dobló la esquina.

—Mangel, Mangel, Mangel-—el nombrado volteó a ver al alfa con máscara de oso, una mala señal cuando esté no se la quita para verlo, algo siniestro como si quisiera ocultar su mirada de satisfacción o simplemente no veía la de su contrario — Creí que te había quedado claro lo de Lolito... — se acercó a él, obligándolo a retroceder.

—Quería estar en paz, me culpaba de lo que pasó... No podía dejar las cosas así... —no le dio tiempo a decir más cuando sintió el golpe en su mejilla

—Silencio, silencio — se acercó al Omega que mantenía su mano en el golpe mientras parecía encogerse en si mismo —Como te gusta aprender por las malas, te lo diré mejor y más claro por qué parece que tú realmente no lo entiendes — con una sola mano tomó su barbilla apretando fuertemente con sus dedos las mejillas del Omega que no hizo nada más que verlo aún con los ojos en lágrimas — no te acerques a Lolito jamás — como pudo Mangel asintió, Rubius lo había soltado provocando que por instinto el de menor jerarquía acariciara la zona dañada. No tenía por qué preocuparse, eso que le demostró fueron celos por qué el alfa lo amaba, si, era eso de seguro.

El día de las selecciones llegaron y con ello la revelación que quizás muy en el fondo aún el amor no se apagaba, habían restos de cenizas que aún quedaban en el roto corazón de Lolito, cenizas que sin duda alguna se prenderían tarde o temprano.

—Nombro a Mangel como mi primera dama — esa declaración ante todo el mundo lo hizo sonrojarse, tapar su boca y sonreír mientras miraba al nuevo alcalde, respondiéndole de la misma manera

—¡Este no es mi alcalde! — salió de ese trance y desvío la mirada hacia su... ¿Pareja? Realmente desde que le dijo que si, no ha podido saber que eran ellos realmente.Su mirada lo decía todo, estaba molesto, celoso y nada bueno saldría de ello.

—Rubius, Rubius, lo siento, lo siento... —habló una vez llegó al hogar del oso, Mangel había corrido a la habitación cerrando la puerta e impidiendo que Rubius entrara.

—Mangel, ábreme la puerta.

—No, no... Hasta que te calmes- estaba desesperado, tembloroso y claro asustado.

Todo lo que le había prometido había sido mentira, dijo que lo amaba y no lo demostraba fuera de tomar su cuerpo cuando quería, incluso cuando no estaba de humor, olía a alguien más, incluso se hizo una "esposa" en modo de burla.

—Un muñeco de nieve de tiene más oportunidad que tú —se burlaba constantemente mientras llevaba a su esposa a todos lados, él sólo las tomo como bromas pensadas. El seco tampoco era lo más agradable.

De repente llegaba, tomaba su cuerpo abrazándolo, comenzaba romántico pero lentamente se retorcía en un acto dónde sólo él disfrutaba.

Su cuerpo mordido y totalmente desnudo mientras él tan sólo había bajado su ropa, revelado su erecto miembro. Había atado sus manos por intentar desnudarlo, el amarre era fuerte y brusco que sentía como parecía que la sangre ni siquiera circulaba por sus extremidades, las estocadas eran tan salvajes que su trasero estaba totalmente rojo por los golpes ocasionados mientras su entraba parecía irritada. Dolía...

—Te prometo no hacerte daño — nuevamente creía en sus mentiras. Asomo de poco a poco la cabeza, al momento de abrirla resultando un empujón no tan brusco pero lo suficiente para haberlo empujado un poco. Su mirada no lo tranquilizaba en nada y mucho menos cuando el contrario de repente abrazo su cintura, besando su cuello.

—No, no... Rubius... — lo apartó de su cuerpo chocando contra las paredes de cristal — aún me duele, tuve que limpiar las mantas porque sangre — lentamente se acercaba a él, ni sus intentos inútiles de apartarlo pudieron hacerlo, nuevamente lo tenía pegado a su cuerpo — Rubius, Rubius... — tenía las manos del alfa ahora debajo de sus pantalones, metiendo sus dos dedos índice, estirando su entrada sin ninguna consideración — Rubius, es en serio lo que te estoy diciendo — se apartó y con todo el valor que tenía lo abofeteo, un golpe patético pero aún así provocando al Alfa, que lentamente giró su cabeza para mirar al Omega que se atrevió a golpearlo.

—Oh Mangel... —mencionaba de una manera cantaría su nombre antes de darle un fuerte golpe con el puño cerrado haciendo que golpeara contra la pared de cristal, hecho eso volvió a acercarse mientras con fuerza le quitaba la parte superior de si prenda.

—No, no, Rubius Por favor para no... -—con sus manos intentaba quitárselo de encima pero tan sólo logro que el Alfa le quitara la camisa milagrosamente intacta. No perdió tiempo ya que también le quito los pantalones, fue difícil por la manera en que se movía para impedirlo pero termino haciéndolo, teniendo que incorporarse y tomando con ambas manos el pantalón del omega provocando también arrastrar un poco el cuerpo del Omega.

Estaba desnudo, expuesto, como ultimo ntento empujo con todas sus fuerzas logrando separarlo de él; aprovechando la oportunidad para salir corriendo de la habitación, sin importarle que estuviera completamente desnudo sólo quería estar lejos de él hasta que se le pasará la calentura o el enojo, cualquier cosa que tenga y que este provocando su comportamiento.

Un fuerte empujón logró que su cuerpo se desequilibrara golpeándose en un vidrio que se agrietó, dejando un pequeño conté en su frente, había quedado en el pequeño balcón , su abdomen se había quedado encima del barandal, su trasero estaba totalmente expuesto al contrario.

—Rubius por favor no... No quiero hacerlo, me duele —sintió las dos manos del Alfa tomar su cintura: apegándose un poco más a su cuerpo mientras el miembro del contrario (aún cubierto por las ropas) se frotaban entre sus nalgas — Rubius te lo pido.

—Te prometo no hacerte nada, no te estoy haciendo daño— desabrochó sus pantalones sacando su pene — sólo... haremos el amor Mangel — declaró con un claro tonó de burla inclinándose al oído de este para morderlo un poco, bajando lentamente con pequeños besos hasta su cuello, seguido de su hombro a lo cual mordió.

No tuvo consideración alguna, las marcas sangrientas manchando su piel moreteada por anteriores reprimendas, sus gritos hacían eco en todo el vacío lugar pero al Alfa no parecía importarle que incluso pidiera ayuda, después de todo los más cerca nos a su casa no estaban en sus hogares, de eso estaba seguro.

Las estocadas movían su cuerpo bruscamente sintiendo como su propio pene aún flácido chocaba fuertemente contra el barandal, dolía pero ya no sabía a qué dolor darle prioridad, que era lo que le dolía más, todo parecía estar en el mismo nivel sufriéndolo en diferentes partes del cuerpo, las mordidas punzantes, los moretones que aún le dolían, el continuo azote de la mano del Alfa a su trasero y lo desconsiderado que estaba siendo al momento de embestirlo, por más que buscaba el amor en todo eso no lo encontraba, no lograba ver en qué parte del acto le estaba haciendo el amor, ni siquiera buscaba placer para si mismo simplemente maltratarlo por el simple hecho que le había prometido no golpearlo ¿Podría tomarlo como un acto de consideración?

Su garganta estaba seca pero sus mejillas húmedas: estaba exhausto le dolía la cabeza en cuanto Rubios lo soltó, este se dejó caer al suelo encogiendo sus piernas y mirando al Alfa.

—Mangel... — se inclinó para besarla y como alguien que sólo lo tenía a él, alguien que ya no tenía nada, se dejó acariciar, se dejó besar, cerró los ojos y termino por corresponder — esto ya no puede seguir así —no entendió sus palabras en esos momentos no hasta el día siguiente que preparo mucha comida y le pidió que lo siguiera, regresando a su antigua casa, esa en dónde era casi imposible entrar y salir — Será mejor para ti y para mí que te quedes aquí, así evitaremos que me moleste y te maltrate Mangel— su mente gritaba que no, que no permitiera tal cosa ¿Quien era él para encerrarlo de esa manera? Pero nuevamente no hizo nada, no dijo nada, simplemente una afirmación.

—Lo que tú digas... Rubén— nuevamente las caricias suaves y llenas de amor tocaron su piel, no teniendo más remedio que cerrar los ojos y aferrarse lo mejor posible a esa mínima prueba de que aún sentía algo por él, que lo que perdió con Lolito podría devolvérselo de una mejor manera.

Una vez entro a la casa miró como Rubius dejaba la mochila con provisiones, mirando al Omega antes de sonreír y acariciarlo nuevamente.

—Vendré diario a ver cómo estás y a traerte comida ¿Si? —Mangel asintió. Una semana, una semana fue lo único que obtuvo de la constancia del Alfa, a la semana siguiente no hubo rastro de él, ni el primer día, ni el segundo ni el tercero, sus labios decían pretextos a su mente con tal de calmarlo. A la segunda semana la comida no era suficiente, temía por su vida ¿Se había olvidado de él?

—Rubius... — pasó su mano por el vidrio que daba al exterior, si bien la casa tenía lujos aún así se sentía fatal, solo, y aún peor, Rubius es el único que sabía dónde estaba.

Al segundo día después de que se le acabara la comida comenzó a gritar ¿Alguien podría oírlo? Por suerte lo hicieron, fue una chica que aterrada se acercó a una de las puertas eh intento sacarlo.

—No... No importa, déjame aquí sólo quiero algo de comer... —fue difícil convencerla pero al final lo acepto. Le había traído una canasta cada día, hablando por las rendijas de la puerta, procurando también traerle comida de manera que pudiera pasarse entre los barrotes.

—Mangel, ¿Estás seguro que no quieres salir?

—Sí, temó que si vuelve piense que lo abandoné.

—Mangel...

—Estoy bien... No te preocupes ¿sí? — claro que se preocupaba al ver a un Omega en semejante situación. Lo calmaba con su aroma, le hacía compañía las horas necesarias pero al final siempre se preocupaba por dejarlo solo de nuevo.

El día cuando Rubius regresó fue el mismo día donde ella no pudo asistir, una suerte en realidad, Mangel estaba completamente feliz, complacido y claro totalmente dispuesto a hacer cualquier para que se quede.

—Rubius... —lo abrazó una vez cruzo la puerta cerrando los ojos mientras inhalaba ese delicioso aroma, el Alfa no lo apartó, simplemente cerró los ojos y correspondió el abrazo con una pequeña sonrisa extraña.

—Lo lamento, se está liando las cosas haya afuera... —declaró con tal de excusar su ausencia.

Mangel no paraba de acariciar el cuerpo de su pareja ignorando claro el aroma del Omega conocido, no quiso pensar en ello simplemente quería disfrutar del momento con Rubius.

—No importa, de verdad... Lo importante es que estás aquí — lo miró a los ojos teniendo como respuesta una caricia dulce en su mejilla, como extrañaba el toque de esas manos a su piel, realmente era un completo gozo cuando esas extremidades no le hacen daño.

Cómo buen Omega, y para que no se fuera, comenzó a atenderlo, un papel ambiguo dónde la jerarquía más baja servía sin duda alguna a su Alfa, Rubius siendo alguien "moderno" que no aceptaba del todo bien los estereotipos acepto justos el papel que había tomado Mangel, le sirvió de comer, estuvo atento a sus caprichos y ahora estaba completamente relajado mientras las manos del Omega acariciaban sus hombros.

—Estas un poco tenso ¿Es por todo el lío que están formando? — Rubius estaba tenso pero con los constantes rechazos de Vegetta, se había acostumbrado, con Mangel claro, a imponer su santa voluntad. Que cuando lo intentó con el omega más grande terminaba con un Vegetta completamente fuera de sus casillas, admitía que había sido derrotado por un Omega como Vegetta y aún con la voz impuesta este jamás abrió las piernas, cuando el lo quería claro.

—Son cosas que están pasando ahora, nada importante en realidad. -—Mangel asintió mientras dejaba de masajear a Rubius, sentándose a su lado mientras su cabeza se recargaba en el hombro del Alfa.

Este por su parte sonrió sin voltear a verló pasando su brazo por los hombros, Mangel se sonrojo pensando que quería tenerlo más cerca, un abrazo amoroso como cuando Iván antes a ver el atardecer, pero toda esa bonita imagen de distorsionó al sentir la mano en su nuca, haciendo la fuerza suficiente para agacharlo hasta su entrepierna. El Omega de inmediato reaccionó, colocando ambas manos en las piernas de Rubius para evitar que su rostro chocará con la entrepierna del Alfa

—Rubius, no... —lo único que quería era recuperar todo ese tiempo perdido, siendo una pareja amorosa, claro que no descartaba el sexo pero sería cuando las cosas se tomarán un poco más "picantes"

—¿No? — sonrió de manera divertida —no recuerdo haberte preguntado — esa mirada exquisita por parte del Omega fue el detonante de ejercer más fuerza y hacer que su entrepierna se restriegue en el rostro del de lentes.

Nuevamente lo veía eh ignoraba, estaba ahí tan solo por sexo, no porque se arrepintiera o por qué quisiera verlo en realidad.

—Rubius, por favor, si me amas pararas —dijo como última esperanza a esos momentos — ¿Podrías darme al menos una tarde de pareja? Si abra sexo pero por mi finge al menos que esto que tenemos es una relación.

Cómo respuesta fue una fuerte carcajada que lo hizo temblar, las lágrimas lentamente se acumularon en sus ojos al mismo tiempo que bajaba por sus mejillas una vez no pudo más.

—Rubius...

—Ahora usa tu boca para otra cosa que no sean reclamos — Mangel miró el bulto en los pantalones del Alfa para después acomodarse, hincándose justo enfrente de las piernas de Rubén —Bueno chico, Mangel — el nombrado no despegó la mirada del miembro, no quería ver en esos momentos a aquel que le prometió una vida de amor, de pareja, de todo lo que Lolito le había dado y prometido.

Al no ver mucho movimiento en Mangel decidió por si mismo quitarse la ropa, al menos descubrir su miembro que rebotó, a rostro del Omega provocando un reflejo de sorpresa. De manera burlesca movió su falo con tal de seguir golpeando el rostro del Omega, este tan solo cerró uno de sus ojos, justo el lado donde la carne caliente golpeaba, mirando con el otro al Alfa de manera suplicante, que parara eso.

Milagrosamente lo hizo, sonriendo mientras colocaba sus manos a cada lado de su cuerpo dejándole la libertad al Omega.

—Chupalo — no dijo nada más, Mangel sin ninguna protesta abrió la boca y comenzó un va y ven tortuoso para él aún a pesar de llevar su propio ritmo, tan sólo escuchaba los gruñidos y gemidos del Alfa que disfrutaba, deseando en esos momentos estar en otro lado, con Lolito, ese Alfa que había dado todo, había cambiado con tal de tenerlo feliz, vio en ese momento lo mal agradecido que era, lo mal que le había pagado a Lolito, cometió un error y ahora consideraba que lo estaba pagando pero más de lo que merecía.

Tan sumergido estaba en sus pensamientos que reaccionó en cuanto sintió de repente su garganta llena por la carne caliente, seguida de una fuerza ejercida en su nuca para que no escapara y finalmente aquel líquido pegajoso que sin quererlo resbalaba por su garganta.

Lo estaba ahogando a sí que no tuvo más remedio que comenzar golpear sus piernas pero el contrario no reaccionaba, pensando en algo rápido, cerró su boca, mordiendo fuerte al Alfa, dejando marca pero no tan profunda, eso hizo que lo empujara de repente mientras el Alfa intentaba apaciguar el dolor.

—¿Que cojones te pasa?

—Me estabas asfixiando... No podía respirar — se mantuvo en la posición que había caído, temía por su vida, temía por como reaccionaria Rubius, su rostro lo decía todo, iba a matarlo. Se incorporó y se alejo un par de pasos sin dejar de ver al Alfa.

—Rubius por favor entiéndelo... No podía sepárate — habló dando otro paso.

—Como huyas será peor Mangel.

—No, Rubius Por favor. —La verló incorporarse salió corriendo a una de las tantas puertas. Que no podían abrirse, más específicamente en dónde esa amable Alfa le pasaba un poco de comida, charlaba y platicaban.

—!Ayuda, por favor! ¡Sáquenme de aquí por favor! ¡Valeria! ¡Lolito! ¡Ayúdenme! — no pasó mucho para sentir el aroma de Rubios a sus espadas, presionando aún más a Mangel, golpeando con más fuerza, pateando la puerta pero está no cedía — ¡No, Rubius por favor!

Lo empujo fuertemente contra la puerta tomando su cabello con una sola mano jalándolo hasta alzar su cabeza hacia atrás, el Omega gritó aumentando su llanto.

Fue horrible, lo había tomado justo ahí mientras gritaba por ayuda, mientras gritaba esos dos nombres con la esperanza de que vinieran a salvarlo pero nada paso, tan solo aumentaron las burlas de Rubén

—Grita más alto — se burlaba, le insistía que siguiera pidiendo ayuda y entre más tiempo pasaba sin recibirla más razones le daban para burlarse — a nadie le importas, sólo a mí, Mangel— negaba con la cabeza.

Su llanto se detuvo de repente, abrió la boca y los ojos una vez sintió el nudo hacerse, se había corrido en su interior, se había anudado, era la primera vez que pasaba eso. Se separó del cuerpo del omega, este aún se mantenían con las manos y frente recargadas en la puerta mientras su trasero seguía a tan solo un par de centímetros del miembro del Alfa, chorreando su semilla.

—Vamos — los pantalones del Omega estaban un poco abajo, tan sólo lo necesario para poder tener sexo, se veía una escena tan grotesca que sintió incluso ganas de vomitar pero logro controlarse, tanto como para volver a excitarse. La reacción del cuerpo de Rubius lo alteró más.

—Otra vez no por favor... — sintió los brazos rodear su cuerpo alzándolo del suelo y llevarlo a la habitación, pese a sus súplicas, patadas y lloriqueos, no lo soltó hasta que estuviera nuevamente en la cama.

Cómo último intento a huir comenzó a gatear para llegar a la otra orilla del mismo pero el agarre a su tobillo lo volvieron a dejar justo a merced de Rubius, con las piernas abiertas.

A medida que pasaban las horas sus prendas iban más abajo cada vez, pasando una sección en sus rodillas, otra en los tobillos y la última tan solo teniéndolo en su tobillo derecho hasta que finalmente sus pantalones estuvieron completamente fuera de su cuerpo, lo mismo paso con la parte de arriba, en cada sección de sexo iba subiendo hasta dejarla completamente fuera de su cuerpo. Tres días fue lo que duró esa tortura, se desmayaba por el sobre esfuerzo, le daba poca comida, lo llevaba al baño pero no le permitía ducharse, quería su esperma impregnado en el cuerpo del otro, que les quedará muy claro a ese par de Alfas a quien pertenecía Mangel.

Su cabeza estaba totalmente caída hacia adelante, sus brazos hacia atrás sujetados por el fuerte agarre del Alfa, sus rodillas temblaban por el peso que tenía que aguantar mientras el duro golpe de piel contra piel se escuchaba en la habitación al igual que los gruñidos del Alfa y un ligero llanto por parte de Mangel.

Nuevamente el nudo se realizó dejándolo caer sin importar que estuviera a punto de golpearse con la cabecera. Su cuerpo daba lástima y asco, estaba lleno de semen (fresco y seco) sangre y marcas en lugares que no sabía cómo soporto, su cuello, sus hombros, al rededor de sus dos pezones, en su estómago y abdomen, en su ingle y otra más en la base de su miembro.

Se tapo con la manta, ya no quería verlo, sintió el toque "consolador" del alfa provocando un temblor en el Omega.

—Solo vete... — se cubrió hasta la cabeza con la esperanza que el contrario se marchara, y lo hizo, una vez seguro en su soledad pudo descansar pero no del todo, tenía mucho dolor como para hacerlo.

Cuando por fin pudo incorporarse fue directo a ducharse tardando mucho tiempo en realidad por quitar todo rastro de esperma dejando aún más notorias las marcas hechas por Rubius. Al paso de los días comenzaba a extrañarlo, la soledad no era una buena acompañante y pese a que recibía las visitas de Valeria aún así no se anima a a verla o hablarle siquiera, estaba dolido, destrozado que no quería ver a ningún otro Alfa que no fuera el suyo.

Al paso de los días estuvo a punto de perder la esperanza, de salir por que Vegetta no dejaba de abrirle las piernas. No fue que una tarde el mismo que detesto en esos días fue a liberarlo, o eso parecía ya que de repente había aparecido en medio de un círculo con calabazas en llamas, se alegro de verlo y sin dudarlo lo abrazo, por un momento su mirada se mantuvo molesta pero al notar lo emocionado que estaba y que su aroma no tenía rastros de su Alfa pudo calmar un poco su humor y sonreírle, fue una charla acerca de lo que se había perdido.

Contó sobre un evento, conto sobre mujeres que los estaban esperando en la torre ¿De qué estaba hablando?

Una vez terminaron el motivo por el cual Vegetta lo "invoco" pudo darse el lujo de caminar por el pueblo, extrañaba el aire libre, el viento golpeando su rostro y los rayos quemando su piel, el sonido de los animales o incluso de las personas que estaban por ahí.

—¿Mangel? — escuchó la voz de la Alfa que tanto le ayudo en ese encierro tan infernal, sin pensarlo el Omega sonrió y corrió hacia ella tumbándola por la manera en que la había abrazado. Sintiendo como correspondía, un abrazo tan cálido y protector que por un momento se olvidó quizás de las consecuencias que le traería si Rubius lo viera.

—Lo siento, me emocioné demasiado.

—No importa — lo tenía encima y sin pensarlo acaricio su mejilla de una manera suave que Mangel cerró los ojos y se dejó hacer, Hera hermoso cuando un toque no lo lastima, cuando ese toque le da tanta satisfacción que algo íntimo.

Las miradas fueron lo que los hizo reaccionar, levantándose rápidamente del suelo mientras sacudían sus ropas

—Espera — habló la chica sacudiendo mejor las ropas del Omega, un acto realmente cortes, hablaba mucho de su educación de antaño.

—Gracias.

—¿Cómo lograste escapar? — preguntó totalmente sorprendida mientras caminaba por el pueblo sin rumbo aparente.

—Al parecer tengo un amigo hechicero — la pequeña risilla salió de los finos labios de la chica, sacándole también a él una pequeña sonrisa.

—Ya veo — de repente en ambiente se había puesto extraño, deteniendo su caminar para ver a la Alfa que parecía nerviosa, jugando con sus manos mientras miraba el suelo —Se que es muy pronto y tomando en cuenta que te conozco no hace poco por como charlábamos pero... ¿Te gustaría salir conmigo? Una tarde de amigos, en un nuevo local que está a las orillas de Karmaland — Mangel se quedó totalmente atónito ¿Lo estaban invitando a salir? Una Alfa, por mucho que busco en su mente, ni Lolito ni Rubius habían tenido ese detalle con él.

—Claro... ¿Te parece ahora? — la chica entusiasmada sonrió y asintió mientras tomaba su mano y caminaba en dirección al local, una vez ahí charlaron un poco esperando su pedido. Pese a que se habían contado varias cosas en esos momentos tenían la sensación más libre, sin reprimendas o tristeza.

Entre la charla y la comida hubo un instante en dónde las cosas se habían puesto más serias comenzando por las feas marcas que tenía su cuello y que por accidente había revelado, se tenso cuando de repente la mano de la Alfa había descubierto por completo su piel sin siquiera pedirle permiso

—Mangel...

—No es nada

—¿Cómo puedes decir que no es nada?

—No te alteres... —su voz se escuchaba temblorosa, su cuerpo mostraba miedo ante el recuerdo de Rubén y los ataques de celos que le daban

—Tranquilo... No debí exaltarme — intentó calmarlo acercándose y abrazándolo haciendo que su cabeza quedará resguardada en su pecho — no te hare nada, ¿Quieres contarlo? — era un momento privado, después de todo ya había anochecido y las mesas de afuera eran las menos recurrentes.

—Llego el día que no me visitaste... Creí que era por qué finalmente quería estar conmigo, intenté complacerlo pero no era lo que quería realmente, fueron tres días en que no me dejó en paz, temo que quedará... — sintió el olor protector, sintió el coraje de la chica y oyó un gruñido que salía de su garganta.

—Debes separarte de él.

—No... Lo di todo por él, estaba comprometido, le había pedido a alguien más que se casara conmigo y al final llego él a decirme que podíamos estar juntos si lo aceptaba, fue mi primer amor... Hice enojar a mi prometido, cancelo la boda y me fui con él, no tengo nada por mi estúpida decisión— la Alfa negó con la cabeza antes de tomar con delicadeza su barbilla haciendo que la mirara.

—Me tienes a mi. Te protegeré Mangel— no lo dudo y lo beso, el Omega no se aparto incluso cerró los ojos para disfrutar del beso, quizás ella sea la indicada, nuevamente sentía esa seguridad y amor que por tanto tiempo le prohibieron.

Esa promesa duro poco, un dolor en su corazón al ver cómo una espada atravesaba a la chica, la sangre se derramaba por la herida manchando su ropa, en su rostro no se mostraba miedo no solo por su herida sino porque ese Omega estaría solo de nuevo cuando ella prometió protegerlo.

—Mangel... — fue unas palabras llenas de preocupación, su último suspiro lo había gastado para pronunciar su nombre, el Omega tocó su rostro mientras caía hincado sin dejar de mirar a ambos alfas, uno muerto y el otro manteniendo esa máscara que cubría su rostro.

Rubius separó el cuerpo de la chica de su espada, está cayó al suelo justo delante del Omega, Mangel no despegó la mirada de ella al menos hasta que golpeó contra el suelo y sintió el fuerte ambiente que había hecho el Alfa vencedor.

Era legal eso, matar por un Omega, ese había Sido la excusa de Rubén una vez vio testigos y nadie hizo nada al respecto. Sintió la caricia de Rubius a su mejilla, era diferente, siempre lo fue sólo que no tuvo el tiempo suficiente para compararlo con el calor que alguien que realmente lo amaba, el tacto se sentía posesivo, pesado y dominante.

—Yo sé lo que te conviene — declaró para después besar su labios — y ella no te convenía Mangel — el Omega negó con la cabeza antes de ser levantado con un fuerte agarre a su brazo.Nuevamente estaba en mano de esa persona.

Rubius había hecho un buen trabajo en esa semana, había vuelto a Mangel totalmente dependiente de él y eso le gustaba, quizás era el shock que aún tenía pero fuera como sea Mangel estaba completamente a su merced ignorando por completo que esa presión que estaba provocando en la mente del omega tan solo se estaba acumulando para algo pero que el mismo sufriría.

Ese día Rubius había salido, mencionando que regresaría dentro de dos días, aprovechando ese tiempo para ver lo que había pasado resientente y ¿Por qué no? También tener una tarde de amigos con Alexby. Se divirtieron, charlaron y hubo una que otra broma que los llevo a casa de su Alfa.

—No ha cambiado mucho desde la última vez — declaró Mangel caminando hacia la casa del árbol — bueno esto sí es nuevo — sin pensarlo subió junto con Alexby, después de husmes un poco la primera planta subieron a la segunda sintiendo como algo en su mente se agrietada, aún estaba con Vegetta, aún esa maldita zorra le abría las piernas sin pensarlo, aún se hincaba y suplicaba por qué se lo follen, molesto y sin pensarlo había quitado esa foto remplazándola por uno de los tantos momentos juntos, cuando aún existía el respeto entre ambos. Bajó de la casa del árbol dispuesto a esperarlo en su hogar ignorando a Alexby que aún se mantenían curioseando por los alrededores.

Una vez pudo abrir la puesta de la entrada se encontró con una chica rubia ¿Que hacía ahí? Estaba respirando pesado al imaginarse el peor de los escenarios.

—¿Eres amigo de mi osito? — ¿Osito? ¿Qué osito?

No dijo nada y se retiró escuchando un animado "hasta luego" por parte de la chica, tenía preguntas y Alexby se las respondería.

—Es su mujer, se casó con ella — ¿De verdad? No sólo se estaba cogiendo a Vegetta sino que encima tenía esposa ¿Y él? Le prohibió ver a Lolito le había quitado al amor de su vida y él como si nada no sólo lo tenía a él sino a dos más, esa grita por fin colapso, algo se rompió en su mente, la cordura, sin pensarlo regreso a la puerta y volvió a tocar

—Hola de nuevo... — con una de sus manos había logrado empujarla hasta una de los muros encajándole sin piedad la espalda, la chica parecía no saber qué estaba pasando hasta que comenzó a tocar sangre, Mangel sin ninguna expresión la miró y se separó de ella dejando que el cuerpo cayera sin piedad, como si no hubiese hecho nada malo rebuscó entre sus bolsillos sacando un cigarro y el encendedor, quedando unos momentos viendo el cuerpo que lentamente parecía derretirse, la sangre y el cuerpo cambiaron de color a blanco y de ahí salió ese mismo muñeco de nieve que tanto se había burlado Rubius "Un mono de nieve tiene más probabilidades que tú"

Una vez salió por completo inhalo el humo del cigarro y se lo hecho en la cara de Nieves.

—Veras que no le importara que estés así —dicho eso le quitó la calabaza que cubría su rostro, dándole la espalda y alejándose del lugar

—Mangel ¿pero que has hecho? — estaba sorprendió y aterrado pero al Omega mencionado no parecía importarle.

—¿Y qué hice? No recuerdo que nadie viniera a ayudarme — Alexby tembló por lo frío de sus palabras pero aún así tuvo que hacer el protocolo, lo encerró en la cárcel pero parecía no importarle en lo más mínimo.

Veía a su amigo a través de la celda observando cómo seguía fumando yendo para el quinto cigarro en ese pequeño lapso de tiempo.

—¿Qué te hizo Rubius? — preguntó de repente, Mangel volteó a verló seriamente para después estallar en carcajadas.

—¿Que me hizo? ¿No era obvio? No aparecía por ningún lado, tenía golpes en la cara y mordidas en el cuello,.. Pro a nadie le importo imagínate que fue lo que me hizo para no sentir remordimiento alguno por lo que le hice, se lo merece.

—Pero...

—No hay peros Alexby— acercó el cigarro a sus labios, inhalándolo para después soltar el humo — Son cosas que se merece y me parece poco.

Si esperaba venganza si esperaba una respuesta violenta por parte del Alfa y eso fue lo que pasó, sin importarle y manteniendo sus manos en los bolsillos observo como su casa explotaba, mirando seriamente mientras el humo salís lentamente de la parte encendida, escucho sus amenazas, sintió su coraje pero no le importo en lo más mínimo tan solo se quedó ahí hasta que el contrario se marchó.

Quitó el cigarro de sus labios para después echar el humo al aire viendo como aquel alfa se marchaba creyendo que había hecho la mejor venganza jamás hecha en Karmaland pero la cosa era que ni siquiera tenía idea de lo que él estaba preparando para ese Alfa.

Tiro la colilla y caminó directo hacia el mar, devuelta a su destino, sacando la navaja de si bolsillo, quizás era hora de un reencuentro.

...

Lolito abrió su casa mientras con un suspiro se quitaba su sombrero y saco, no fue hasta que escucho unos sonidos en la planta de arriba de su hogar, molesto y chasqueando la lengua caminó hacia la parte superior encontrándose con una oscuridad que era apaciguada con la luz de la luna, busco el interruptor con sus manos pero no logró siguiera tocarlo cuando una mano rodeó su cuello mientras el humo de cigarra chocaba a un costado de su rostro, no digo nada ya que el frío metal de la navaja se movía peligrosamente en su cuello.

-Mi niña... Estoy por fin en casa...

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